Hola! Bueno, soy novata en esto, digamos que no tengo mucha experiencia en escribir.. pero me gustó mucho esta historia que leí hace tiempo y me parecíó bueno compartirla con ustedes.. En sí, el argumento lo tomé prestado del libro "Magica Inocencia" de Susan Carroll, yo la adapté a los personajes de Rurouni Kenshin, y también puse nuevas escenas que son mías, como también, agregue alguno que otro personaje nuevo. El fic se ubica en la época actual.
Los personajes de Rurouni Kenshin no me pertenecen.. (que mas quisiera yo…¬¬) si no al sensei Nobuhiro Watsuki.
«bla bla» : pensamientos
- bla bla - : diálogo normal
" El investigador privado Kenshin Himura era demasiado cínico como para creer en el amor. Y cuando Kaoru Kamiya apareció en su oficina requiriendo su ayuda en un extraño caso de personas perdidas, su primer impulso fue ponerla en la puerta. Pero Kaoru tenía algo que le afectaba. Tal vez fuera su rostro inocente; o su no tan inocente cuerpo. O, tal vez, el hecho de que el archienemigo de Kenshin le había dicho que no aceptara el caso.."
Capítulo 6
- Evasivas -
Pasó una semana antes de que Kenshin volviera por el vecindario. Pero cuando pasó por la calle principal, evitó cuidadosamente la tienda de Kaoru, aunque ese gran ojo que tenía delante pareció mirarlo reprochándoselo.
Se agachó en el asiento cuando pasó por delante, temiendo que el radar de esa mujer lo pudiera detectar.
Se dirigió decididamente a su destino, el ayuntamiento.
Aparcó delante y apagó el motor. Luego miró las únicas pistas que tenía, el joyero que había dejado a su lado, en el asiento, y el perro de peluche.
Debía estar loco. Perder el tiempo de esa manera por una chica que; hacía que la sangre le corriera por las venas a la vez ardiendo y helada, y por diez yenes al día. Un dinero que nunca había tenido intención de cobrar.
Había tenido tan poca suerte tratando de descubrir algo de Kai Homura que casi había llegado a pensar que era una elucubración de Kaoru. Pero lo cierto era que la reacción de Enishi le había devuelto la seguridad.
El rey del casino no había estado inactivo esos días y había movido todas sus influencias para hacer que inspeccionaran su oficina, desde los de sanidad hasta la misma policía para revisarle la licencia.
También había recibido una sutil amenaza o, como lo llamaba Enishi, "una advertencia amigable", de que, si no dejaba el caso, ya se ocuparía que unos de sus mejores asesinos le pegara un tiro. Más que alarmar a Kenshin, eso lo llenó de una gran satisfacción.
-Eso demuestra que ya estoy empezando a acercarme al imperturbable señor Otowa -murmuró Kenshin a su único compañero, el perro de peluche-. Lo que significa que aquí tiene que haber algo. Y que tu antiguo dueño existe.-
Kenshin miró al perro y frunció el ceño ante un recuerdo vago que le trajo. ¿Sería posible que él mismo hubiera tenido un juguete como ése cuando era pequeño? Tenía un nombre en la punta de la lengua. ¿Yamiko? ¿Yoriko? Tal vez Yahiko.
Sí, eso era. Un perro de peluche llamado Yahiko. Un dálmata.
-Bueno, eso tiene que ser.-
Podía recordar tan pocas cosas de los detalles de su vida infantil... ¿Qué habría pasado con el bueno de Yahiko? Probablemente quedó abandonado en uno de esos hoteles a los que lo había arrastrado su viejo.
Inmediatamente pensó en su padre. Aquello era una de las cosas más molestas de ese caso, que no dejaba de recordarle su propio pasado. Menos mal que estaba encontrando tanta satisfacción molestando a Enishi, si no lo habría dejado nada más empezar.
Todo ese asunto se le estaba metiendo en el cuerpo de una manera que no le gustaba ni comprendía. Como la mujer que lo había contratado.
Kaoru.
Kenshin se agarró al volante tratando de quitarse su imagen de la mente. Su cabeza estaba empezando a parecerse a un campo de batalla y, la mayoría de las veces, perdía.
Ella siempre estaba allí, incrustada en sus pensamientos, atormentándolo, manteniéndolo despierto por las noches, o protagonizando sus sueños.
Casi había perdido el control y estuvo a punto de haberle hecho el amor en una cama vieja de una posada abandonada.
Bueno, él seguía sin creer en fantasmas, pero Kaoru era otra cosa. Casi había llegado a sentirla agrietando su armadura de cinismo.
Todos esos detalles que ella había adivinado, las cicatrices, el coche que había robado, pero sobre todo, el hombre en las sombras. Habían sido demasiado precisos como para atribuirlos a una simple suposición.
Suspiró. Se había pasado casi toda la vida desenmascarando a echadores de cartas, médiums de pacotilla, lectores de bolas de cristal y demás. Lo estaba volviendo loco tener que admitir, aún para sí mismo, que Kaoru podía serlo de verdad.
-Es de lo más incómodo -le dijo al perro de peluche-. Bueno, Yahiko. Ya sabes como se siente uno. También se metió en tu cabeza.-
Por supuesto, Kaoru había dicho que todo era culpa de él, por la forma en que la había besado y, tal vez tenía razón. No había tenido que besarla, ni ninguna de las otras cosas que se le habían ocurrido cuando estaban en esa cama.
Siempre había tenido la norma de no tener nada personal con los clientes y no sabía por qué Kaoru le había tentado para que la rompiera. Pero cada vez que la tocaba se ponía como un cohete. La deseaba tanto que le asustaba.
-Tal vez ella sea realmente una especie de bruja, Yahiko. Tal vez me haya hechizado.-
Fuera lo que fuese lo que estaba sucediendo entre Kaoru y él sólo tenía una solución. Seguir trabajando en el caso, pero manteniéndose apartado de ella tanto como le fuera posible. Y, dadas las circunstancias, sin volverla a tocar.
-Desde el primer momento en que la vi me di cuenta que iba a ser un problema -continuó-, Que esto te sirva de lección, Yahiko. Mantente apartado de las chicas con cara de ángel y cuerpos hechos para el pecado.-
Entonces sonó una discreta tos y, por un momento de sorpresa, Kenshin pensó que había sido el perro. Luego se dio cuenta de que una sombra se proyectaba sobre él.
Levantó la mirada y se encontró con una policía.
-Perdone, señor -dijo la chica-. Pero el parquímetro indica que su tiempo se ha agotado. Así que, o bien Yahiko o usted meten otra moneda o me temo que voy a tener que multarlos.-
Kenshin se sintió ruborizar, pero logró sonreír.
-Me temo que tendré que ser yo. Yahiko sólo lleva billetes grandes.-
La chica le sonrió y se marchó. Kenshin salió del coche y agitó la cabeza. Era mala cosa si empezaba a hablarle a un perro de peluche.
Era mejor que se dedicara a lo que tenía entre manos.
No había encontrado a nadie que supiera nada ni de Sakura ni de su hijo, sólo a una mujer que una vez había estado de camarera en la posada y que le había dicho que el señor Okita seguía vivo. Debía tener unos ochenta años. Desafortunadamente, la mujer no le pudo decir dónde vivía y era por eso por lo que él iba al ayuntamiento.
No tardó mucho en encontrarlo en los archivos. Si tenía suerte, para la hora de almorzar habría hablado con él y sabría algo de Sakura y su hijo. Sólo esperaba que tuviera buena memoria.
Después de tomar nota de la dirección se dirigió a la salida. Mientras caminaba, el detective pensó que aquello tenía todo el aspecto de un colegio reconvertido.
El olor a tiza y a calcetines sudados seguía en el aire. Cuando se detuvo en una de las fuentes para beber, se abrió una de las puertas de las antiguas aulas. Casi se esperó que de allí saliera un montón de escolares, pero lo que salió fue un grupo de hombres de mediana edad vestidos con traje y corbata y aire de importancia.
Supuso que debían ser los magnates locales. Una reunión semanal. Un poco de café, mucho cotilleo y un buen rato para todos.
Salvo tal vez para la mujer que los siguió. Cuando la colección de trajes desapareció, ella se quedó cerca de la puerta, una pequeña cosa pálida vestida con un vestido rosa pálido.
Le resultaba conocida, pero no del todo hasta que le dio la luz que entraba por la ventana.
Kaoru.
Su primer impulso fue esconderse para escapar de la mirada de ella. ¿Qué estaba haciendo ella allí? ¿Por qué no estaba en su tienda?
Ella no miró en su dirección. No tenía su aspecto habitual con ese vestido y sin sus abalorios de siempre. Parecía sentirse mal, incómoda y fuera de lugar cuando se puso a hablar con una mujer alta que también había salido de la habitación.
¡De conversación nada! Al parecer la señora alta era la única que hablaba y, por alguna razón que no pudo nombrar, a Kenshin le disgustó inmediatamente.
-...y debe comprender nuestro punto de vista, señorita Kamiya -estaba diciendo Yui.
-Siempre trato de comprender el punto de vista de los demás -le dijo Kaoru tranquilamente-. Pero...-
-Yo fundé este consejo para darle a este vecindario un muy necesario lavado de cara. Nadie quiere cerrarle la tienda, exactamente -dijo Yui con un tono de voz que quería decir exactamente lo contrario-. Francamente, por su propio bien, simplemente debe tratar de estar... más en el mercado.-
Kaoru apretó su bolso, tratando de mantener la paciencia.
-Mi tío abuelo llevaba años trabajando con bastante éxito esa tienda, si es por eso.-
-Ehh... sí. Pero francamente, querida, su tío abuelo era un poco... diríamos, excéntrico.-
Kaoru pensó que si hubiera dicho que estaba loca, se aproximaría más a lo que pensaba.
-Su lealtad a la familia es enternecedora, señorita Kamiya, pero no puede seguir así. Estamos atrayendo aquí una clase de turismo mejor, de la clase que no quiere libros raros y baratijas así. Y, francamente, los echadores de cartas pertenecen a los carnavales y verbenas, no a este vecindario. Nadie la culparía si quisiera vender la tienda y buscar un trabajo decente. Siempre he estado dispuesta a hacerle una muy buena oferta...-
-Francamente, ella no está nada interesada.-
Esas palabras interrumpieron a Yui antes incluso de que Kaoru tuviera preparada una respuesta con más tacto.
Kaoru se dio la vuelta y casi se dio de bruces con Kenshin y se le escapó un leve gemido. Vaya con su sexto sentido. ¿Cómo podía haberle pasado desapercibido ese pedazo de hombre? ¿Cómo se podía haber acercado sin que lo oyera? Y con esa camisa negra ajustada al cuerpo…. Como para pasar desapercibido, a los ojos de cualquier mujer.
Yui fue la primera en recuperarse y sus fríos ojos grises recorrieron a Kenshin, estremeciéndose al ver su camisa.
-¿Y quién es usted, joven, que pretende hablar en representación de la señorita Kamiya? -exigió.
-Sólo uno de esos turistas baratos a los que les gustan los libros raros y las baratijas. Y que cree que la tienda de Kaoru está muy bien. Un gran sitio para que te restauren el aura. Francamente, usted tiene todo el aspecto de necesitarlo.-
Yui se puso tensa por la irritación. Aunque completamente sorprendida por ese inesperado campeón, Kaoru intervino antes de que Kenshin pudiera decir nada más agresivo.
-Oh, señora Matsuken, este es mi... mi... -
¿Cómo lo podía llamar? ¿Su amigo? ¿Al detective que había contratado para que hurgara en la posada de Yui a sus espaldas? ¿Al hombre que podía haberse transformado en su amante si no hubiera sido por la intervención de un fantasma? Kaoru se sintió ruborizar.
-Es mi... Kenshin. Kenshin Himura. Kenshin, ella es Yui Matsuken, de la empresa Matsuken. Ya sabes, los dueños de la posada Katsumoto -dijo para que él no tuviera duda de con quien estaba hablando.
Pero se podía haber ahorrado la saliva.
Kenshin soltó un largo silbido.
-¿Matsuken Co., eh? La orgullosa propietaria de la Central de Fantasmas.-
-Si se está refiriendo a esa historia supuesta de que la posada Katsumoto está embrujada, eso no es nada más que un rumor estúpido.-
-Sí, una verdadera molestia esos rumores. ¡Un rumor que persigue a los obreros y tira botes de pintura!-
Kenshin gruñó cuando Kaoru le dio un codazo en las costillas.
Yui se puso tensa e hizo una demostración mirando su caro reloj de oro.
-Va a tener que perdonarme, señorita Kamiya. Me temo que vamos a tener que continuar esta discusión en otro momento.-
-No cuente con ello -murmuró Kenshin.
La mujer lo ignoró y continuó:
-Tengo mucho que hacer esta mañana -dijo abriendo el bolso y mostrándole unos sobres color crema-. La asociación local de negocios va a volver a tener un baile de fin de verano. Esperamos celebrarla en la posada Katsumoto cuando hayan terminado las obras de renovación.-
-Yo no contaría con eso tampoco -dijo Kenshin riéndose.
Yui lo miró fríamente y empezó a alejarse, pero Kenshin la detuvo agarrando el asa de su bolso.
-¿Por qué no se ahorra el sello y le da ahora su invitación a Kaoru?-
Kaoru pensó que no lo hacía porque estaba muy claro que no tenía la menor intención de invitarla a ella.
Pillada con la guardia baja, Yui se ruborizó un poco.
-Bueno, yo... di por hecho que la señorita Kamiya no estaría interesada.-
-¿Por qué no? Ella es una mujer de negocios de la localidad, ¿no?-
-Está bien, Kenshin -intervino Kaoru-. Realmente yo no...-
Pero Kenshin ya estaba buscando en el bolso de Yui y sacó una invitación. La mujer sólo pudo cerrar el bolso muy dignamente.
Luego se marchó de allí a toda prisa mientras Kenshin la observaba con una amplia sonrisa y luego le dio el sobre triunfalmente a Kaoru.
-Toma -dijo-. Tu invitación al baile, Cenicienta.-
Kaoru agitó la cabeza y se negó a aceptarla.
-¿Cómo has podido hacer esto, Kenshin?-
-¿Qué?-
-Obligar a la señora Matsuken a darme esa invitación. No tengo la costumbre de ir a donde no se me desea.-
-¿No? Bueno, alguna vez deberías intentarlo. Puede ser muy divertido.-
Pero cuando Kaoru no respondió a su sonrisa, la de Kenshin se esfumó lentamente.
Entonces arrugó la invitación y, como no vio ninguna papelera, se la metió en el bolsillo.
-Siento haberme metido. ¿No estarías de verdad haciendo un trato con esa... ehh, señora Matsuken para venderle tu tienda?-
-No, por supuesto que no.-
-Entonces, ¿por qué no le dijiste que se fuera a cazar sapos?-
-Porque nunca se me ha dado particularmente bien eso, aún con gente que se lo merece.-
-¿Cómo yo?-
-Yo no he dicho eso.-
Pero Kaoru se sorprendió al ver lo mucho que lo había deseado, que seguía herida y que si, también un poco enfadada por la forma en que Kenshin la había abandonado ese día en la posada.
-¿Qué estás haciendo aquí otra vez? -le preguntó.
-Trabajo para ti, ¿recuerdas? Me contrataste para hacerme cargo del caso de Homura.
-Lo recuerdo. Pero no estaba segura de que tú lo hicieras. No sé nada de ti desde hace una semana.-
-Ya te dije que me pondría en contacto contigo cuando tuviera algo de que informarte, ¿no?-
-Sí, lo hiciste. ¿Es por eso por lo que has venido al ayuntamiento? ¿Para buscarme?-
-No exactamente. Tenía que buscar en los archivos de aquí.-
-¿E ibas a venir luego a mi tienda?-
-Ehh... bueno —dudó Kenshin sin mirarla a los ojos—. Sí, claro.-
-Eres un mal mentiroso, Kenshin Himura.-
-Mira, ángel, yo...-
-Está bien, Kenshin -respondió ella suspirando cansadamente-. Yo no querría volver a meterme en tu cabeza otra vez. ¿No era eso lo que dijiste? Tal vez sería mejor que me llamaras desde una cabina a una distancia segura.-
-Oh, vamos, Kaoru...-
Pero Kaoru ya había empezado a dirigirse hacia la salida, así que Kenshin corrió y se la bloqueó.
-Escucha, ángel, yo no... oh, demonios, es cierto -dijo él pasándose una mano por el cabello-. Estaba pensando marcharme sin pasar a verte. Es sólo que...-
-No tienes que darme explicaciones. Estoy acostumbrada a esa clase de reacciones de la gente. En la reunión del consejo de esta mañana, todas las sillas a mi alrededor estaban vacías. Ya ves, no eres el único que piensa que deberían quemarme en la hoguera.-
-Todos esos son unos animales. Y yo también -afirmó él agitando disgustadamente la cabeza-. Nunca he sido un caballero en lo que se refiere a las mujeres, pero parece que he acabado haciéndotelo pasar peor a ti que a la mayoría.-
-Supongo que es más culpa mía que tuya. Es esta maldita habilidad mía para meterme en las cabezas de los demás, invadiendo su intimidad. Debe haberte hecho sentir muy incómodo.-
-¿Incómodo? -respondió él riéndose nerviosamente-. Mujer, me tienes completamente amedrentado.-
Esa sincera confesión pilló a Kaoru completamente desprevenida y lo miró preguntándose cuándo habría sido la última vez que Kenshin Himura habría admitido tener miedo de algo.
-Eso es ridículo -dijo ella por fin-. No puedes tenerme miedo a mí. Ni siquiera crees en mis poderes, ¿verdad?-
-Ya no sé lo que creo, muñeca. Si hace una semana me hubieras preguntado por esto de la parapsicología, te habría dicho que es un engaño. Luego apareciste tú y ya no estoy tan seguro. Me he vuelto medio loco preguntándome si tú tendrías algo de esos poderes de verdad.-
-¿Sería tan terrible si fuera así?-
-Sí, porque si eres real, ¿qué más lo es también? ¿Los fantasmas? ¿Los ángeles? ¿Santa Claus? Esas son ideas muy enervantes para un tipo como yo, que siempre se ha imaginado el mundo de duro y frío cemento, en blanco y negro.-
-Sí, lo recuerdo. Me dijiste que no creías en nada, incluso cuando eras pequeño. No llorabas por la mamá de Bambie.
-Incluso me sentaba sobre las manos para que no me diera la tentación. Supongo que llevo demasiado tiempo sentado sobre mis manos y ahora me resulta muy difícil sacarlas.-
Eso lo dijo encogiéndose de hombros y con una sonrisa de medio lado que a ella le llegó al corazón.
-Puede que no sea tan difícil como piensas, Kenshin -dijo ella agarrándolo por una muñeca.
-No te vas a volver a meter de nuevo con mi aura, ¿verdad?-
-No, te prometo que, de ahora en adelante, haré lo que pueda para mantenerme fuera de tu cabeza, a no ser que tú me invites a entrar. ¿Ves? Nos estamos tocando y no pasa nada.-
-Todavía -dijo él, pero dejó que sus dedos se relajaran un poco.
-Por supuesto -añadió luego como advertencia más para él mismo que para ella-, no queremos que vuelva a suceder algo como lo que pasó en la posada, cuando estábamos en la cama y casi... bueno, ya sabes.-
Por la forma en que Kaoru se ruborizó, él se dio cuenta de que recordaba muy bien aquello.
-Oh, no. No querríamos algo así.-
-Pero si puedes mantener tu radar psíquico para ti, supongo que no hay ninguna razón para que no podamos ser amigos.-
-Eso estaría muy bien, Kenshin -respondió ella sonriendo.
-Muy bien. Entonces, ¿qué pasa?-
-¿A qué te refieres?-
Kenshin la hizo levantar la barbilla con un dedo y la miró a la cara.
-No hace falta tener poderes paranormales para darse cuenta de que has tenido una mala mañana. Incluso antes de que yo apareciera. Supongo que esa tal Matsuken y sus secuaces del consejo te han hecho pasar un mal rato, ¿no?-
-El consejo de redesarrollo -respondió Kaoru asintiendo-. Quieren librarse de mi ojo.-
-¿Oro?-
-Me refiero al gran ojo mecánico que tengo fuera de la tienda.-
-Ah, eso. De eso nada. Es una de las cosas más interesantes de este aburrido pueblo.-
-Bueno, el consejo no comparte tus gustos. Quieren que mi fachada se parezca más a las demás. Incluso me han amenazado con lograr que el ayuntamiento me obligue a quitarlo.-
-Entonces consigue a unos abogados que lo peleen. Eso es lo que yo haría.-
-Yo nunca he sido una luchadora, Kenshin. A veces es más fácil conformarse.-
-¿Qué? ¿es esta la misma mujer que me dijo que debería dejar de vivir su vida y tratar llevar una vida normal, como todos los demás?-
-Lo que yo quería cuando vine aquí a hacerme cargo de la tienda de mi tío, era un nuevo comienzo. Sentirme como si hubiera algún sitio en donde pudiera ser yo misma y aún así ser aceptada. Pertenecer a alguna parte. ¿Comprendes lo que te digo?-
Kenshin se encogió de hombros, pero la comprendió. Mejor de lo que le habría gustado. Controló el impulso repentino de abrazarla y le dijo:
-Acompáñame a mi coche. Tal vez tenga una noticia que te alegre el día.-
No quiso decirle nada más hasta que no estuvieron junto al coche, pero a Kaoru se le notó la animación inmediatamente.
-Has descubierto algo acerca de Kai Homura ¿verdad?-
-Tómatelo con calma, muñeca. No es algo tan grande. Lo único que he encontrado ha sido la dirección actual del viejo jardinero, Okita.-
-Oh, Kenshin, eso es maravilloso. Si alguien puede saber qué pasó con el hijo de Sakura después de su muerte, es él.-
-Eso si aún recuerda algo. Todos los demás parecen haberse olvidado de Sakura.-
-Ya lo sé -dijo ella tristemente-. Y allí está ella, con su espíritu atrapado en la posada. Es muy triste, ¿verdad?-
-Sí -respondió él sintiéndose incómodo como siempre que Kaoru mencionaba a Sakura.
Tal vez fuera porque aquello le estaba afectando también a él. Pudiera ser por esa foto en la que se veía el joven rostro de la chica, con sus trágicos ojos oscuros y la sonrisa cariñosa con que miraba a su hijo, al que amaba y que sabía que no iba a poder cuidar por mucho más tiempo.
-Mi madre murió cuando yo tenía la edad de Kai Homura -murmuró Kenshin-. Ya no recuerdo su rostro. Ni siquiera su nombre.-
Se puso tenso inmediatamente. ¿Por qué demonios había dicho eso?
-Lo siento mucho, Kenshin -dijo Kaoru tomándole la mano cariñosamente, pero el detective la apartó.
-No tiene importancia. No tiene nada que ver con este caso. Escucha, ángel, tengo que irme. Me gustaría ver al tal Okita cuanto antes.-
-¿Y me llamarás esta vez? -le preguntó Kaoru ansiosamente-. ¿Tan pronto como averigües algo?-
-Claro.-
-Es que se lo tengo que contar a Sakura -dijo ella bajando la voz-. Ayer volví a la posada para verla y se está impacientando.-
-¿Se impacienta? A mí me parece que ella tiene mucho más tiempo para matar que el resto de nosotros. Toda la eternidad.-
-Pero Kai Homura no. Sakura siente que su hijo tiene algún problema terrible.-
-Mala suerte que no pueda sentir también dónde está. Eso me ahorraría mucho trabajo.-
Cuando Kaoru empezó a mirarlo de esa forma triste y reprobatoria, Kenshin levantó una mano y añadió:
-De acuerdo, de acuerdo. Te llamaré en cuanto descubra algo.-
Kaoru se animó inmediatamente.
-Eso si es que descubro algo -continuó Kenshin.
-Lo harás. De eso estoy segura.-
-Tu fe en mis habilidades como detective es realmente emocionante, muñeca.-
-No es sólo tu habilidad como detective, Kenshin -dijo Kaoru sonriendo tímidamente-. A pesar de lo duro que pretendes ser, siento que Sakura está empezando a importarte tanto como a mí.-
¡Cielo santo! ¿De dónde habría sacado Kaoru semejante idea? Bueno, ahora era el momento de dejar las cosas claras y contarle la razón verdadera por la que se había metido en ese extraño caso. Tenía que contarle lo de Enishi y que él lo estaba haciendo como una simple venganza.
El cielo sabía que nunca había tenido ningún problema desilusionando a la gente, hasta ese momento, pero ahora le resultó imposible hacerlo, no a ella, no a Kaoru.
Tenía que salir de allí inmediatamente, así que se buscó en los bolsillos las llaves del coche y se encontró con la invitación arrugada de la señora Matsuken.
-Toma. ¿Qué quieres hacer con esto? -le preguntó ofreciéndosela.
-Supongo que la tiraré.-
Pero la tomó en sus manos y, después de abrir el sobre, la leyó en voz alta.
-La Asociación de Negociantes le invita cordialmente a asistir al baile anual de fin de verano de La Última Rosa. La cena se servirá en el salón de la araña de cristal de la posada Katsumoto, y será seguida por un baile en los jardines de las rosas hasta la noche.-
A pesar del tono formal de voz que puso Kaoru, se le notó la curiosidad.
-Realmente quieres ir, ¿no? -le preguntó él.
Kaoru se encogió de hombros, pero no engañó a Kenshin.
-Entonces, adelante y ve. Y al infierno con la señora Matsuken y compañía. No querrás que gane la madrastra mala, ¿verdad, Cenicienta?-
Ella sonrió un poco, pero metió de nuevo la invitación en su sobre y agitó la cabeza.
-No tengo nada que me pueda poner en una cena tan formal.-
-Cómprate un vestido nuevo.-
-¿Y a quién voy a llevar de acompañante? No soy precisamente la chica más buscada de por aquí, Kenshin.-
-Te llevaré yo -dijo él inmediatamente, preguntándose a continuación en qué estaría pensando.
Kaoru pareció tan sorprendida por su oferta como él mismo.
-¿Qué... qué has dicho?-
-He dicho que te llevaré yo.-
-Pero Kenshin, ¿por qué querrías tú hacer algo así?-
-Porque...-
Porque a él le encantaba ir vestido de pingüino para relacionarse con un montón de malditos creídos como Yui Matsuken.
-Porque creo que puede ser divertido –mintió.
Como Kaoru seguía mirándolo incrédulamente, él añadió beligerantemente:
-¿Qué te pasa. Cenicienta? ¿No crees que pueda hacer el papel de Príncipe Azul?-
-No. Es que... sí. Yo...-
Kaoru se interrumpió. Creía en muchas cosas imposibles. Cosas como fantasmas y demás. Creía en el amor, el romance y los cuentos de hadas. Incluso creía que, en alguna parte, había un hombre ideal esperando a toda mujer. Pero nunca se había imaginado que ella encontraría al suyo vestido con aquella camisa negra y conduciendo un Mustang rojo.
-Por supuesto, con una condición -la previno él-. No más de tus poderes paranormales.-
-No, te lo prometo -respondió Kaoru, aún atontada por esa oferta inesperada y con una gran sonrisa
-Muy bien. Entonces, trato hecho.-
Kenshin se volvió entonces hacia su coche y se rió.
-¡Demonios! Ya no estoy seguro de nada.-
Abrió la puerta del coche, pero la volvió a cerrar inmediatamente. Se dio la vuelta y sorprendió a Kaoru al abrazarla, la levantó del suelo y la besó apasionadamente.
Sus labios parecieron encontrarse con toda la fuerza de dos trenes colisionando, enviando chispas en todas direcciones. Por un momento, Kaoru se vio suspendida, sin que sus pies tocaran el suelo. La única cosa sólida en el mundo era el cuerpo de Kenshin apretándose contra el suyo, la sensación de su boca, ansiosa, exigente, posesiva. Su cuerpo se le estremeció y tembló debajo de aquellos brazos fuertes que la sostenían.
Entonces, igual de repentinamente, él la depositó en el suelo cariñosamente. Kaoru se tambaleó un poco cuando Kenshin se apartó jadeando.
-¡Ya está! —gruñó él—. Ahora realmente he de irme. No puedo contenerme más.-
Kaoru estaba demasiado anonadada como para decir nada. Se llevó los dedos a los labios, aún estremecida por las sensaciones que Kenshin había despertado en su interior. Pasión, cariño, deseo ardiente. Todo lo que una mujer debe sentir cuando acaba de ser besada de esa manera. Nada anormal.
¿Nada anormal? No, no lo había habido. Cuando Kenshin se sentó detrás del volante, Kaoru se le quedó mirando.
Entonces sucedió.
Ésta vez no hubo nada que la previniera. Fue como un relámpago en un cielo negro.
Kenshin Himura apareció completamente desnudo delante de sus ojos asombrados. Hermosamente desnudo, todo su pecho velludo y sus miembros musculosos.
Se llevó una mano a la boca para contener un grito. Por suerte, Kenshin estaba distraído en ese momento arrancando.
Para cuando levantó la mirada, Kaoru se había recuperado lo suficiente como para apartarse. Seguía sin poder hablar, pero consiguió sonreír y despedirle con la mano, tratando de no parecer una mujer que viera a un hombre alejarse dentro de su descapotable desnudo, gloriosamente desnudo.
-No es justo -gimió.
Kenshin había empezado a confiar en ella, como un lobo solitario que, poco a poco, se fuera acercando a una hoguera de campamento que le daba la bienvenida.
Se puso la mano en la frente, tratando de evitar que la visión siguiera más allá, que invadiera las zonas vulnerables del alma de él.
Pero no sirvió de nada. Siguieron más imágenes como una serie de relámpagos. Imágenes demasiado negras y terribles para un día tan luminoso.
Un callejón oscuro, el gemido de un niño asustado, el brillo de un cuchillo, la sombra amenazadora de un hombre con las manos llenas de sangre.
Se le escapó un leve grito.
-Oh, Kenshin -susurró al tiempo que se apoyaba en el parquímetro-. Lo siento. Lo siento mucho.-
Ya había roto su promesa.
Se había vuelto a meter en su cabeza.
Y ésta vez había visto el rostro del hombre entre las sombras.
Fin Capitulo 6
-------------------------------------
Hola! Yo de nuevo..!. Bueno, un capitulo más para esta historia. ¿Qué les pareció? A mi personalmente me encantó la escena de Kenshin hablando con el perro, ¿no es tierno? n.n no me maten ¬¬ por ponerle "Yahiko" justamente como nombre al peluche.. pero no sé, me pareció gracioso.. jeje ¿Y la invitación? Tenemos baile! Todo puede pasar ahí ¿no? ;) jojo. Ahora Kaoru ya vio al hombre que lastimo a Kenshin cuando era chico.. ¿Qué pasará?.. quisiera aclarar justamente eso, se entiende que cada vez que Kenshin besa a Kaoru , ella puede ver dentro de él no, pero cada vez más, (que envidia! Yo quiero tambien T-T).. aclaro esto porque me preguntaron y parece que no había quedado muy clara esas partes.. igual cualquier duda, ya saben, pregunten.. ;)
Gracias por todo como siempre, hoy no dejo adelanto del próximo capitulo porque ando medio apurada ¬¬', pero si les puedo decir que se viene un poco de acción, es decir Enishi va a tomar cartas en el asunto, aunque.. si sabe que por Kenshin no va a funcionar sus amenazas, ¿Por qué lado tomará,o mejor dicho.. ¿A quién atacará?.. les dejo al intriga.. xD
Saludotes, nos vemos en la próxima!
Kitaniaryu
P.D.: como siempre…no sean malitos y dejen un rewiew..! así hay actualización mas pronto… porque para el otro capitulo me voy a tardar un poquito mas de la cuenta.. jojojo nos vemos!n.n
