Hola! Bueno, soy novata en esto, digamos que no tengo mucha experiencia en escribir.. pero me gustó mucho esta historia que leí hace tiempo y me parecíó bueno compartirla con ustedes.. En sí, el argumento lo tomé prestado del libro "Magica Inocencia" de Susan Carroll, yo la adapté a los personajes de Rurouni Kenshin, y también puse nuevas escenas que son mías, como también, agregue alguno que otro personaje nuevo. El fic se ubica en la época actual.
Los personajes de Rurouni Kenshin no me pertenecen.. (que mas quisiera yo…¬¬) si no al sensei Nobuhiro Watsuki.
«bla bla» : pensamientos
- bla bla - : diálogo normal
" El investigador privado Kenshin Himura era demasiado cínico como para creer en el amor. Y cuando Kaoru Kamiya apareció en su oficina requiriendo su ayuda en un extraño caso de personas perdidas, su primer impulso fue ponerla en la puerta. Pero Kaoru tenía algo que le afectaba. Tal vez fuera su rostro inocente; o su no tan inocente cuerpo. O, tal vez, el hecho de que el archienemigo de Kenshin le había dicho que no aceptara el caso.."
Capitulo 10
-Battousai-
La posada Katsumoto, declarada como edificio histórico por los miembros del ayuntamiento, actualmente se encontraba clausurada por reformas debido al gran baile que se realizaría en él. Protagonista del paso del tiempo, el edificio estaba rodeado de un gran bosque, que a pesar de darle un aire descuidado y antiguo al lugar, no perdía parte de su encanto y atractivo. Muy a sabiendas, de que aquella propiedad era privada, no era novedad que aquel lugar se encontrara prácticamente deshabitado, producto del incidente que había ocurrido con los trabajadores, y por ello, los rumores de fantasmas en el lugar habían crecido entre los vecinos de una manera tal, que era cantado que nadie se atrevería a pisar aquella propiedad.
Aunque siempre existe la excepción.
Kaoru se encontraba en la entrada de la casona buscando la linterna en su bolso. A pesar de a ver salido al atardecer, cuando había llegado a la posada, la noche había caído rápidamente y la oscuridad consigo, siendo insuficiente la luz que brindaba la imponente luna que se alzaba en el cielo.
-¡Aja, la encontré- pronunció entusiasmada al encontrar el artefacto luminoso- pero¿Qué dem..?-
Lo único que le faltaba: la linterna no encendía. Se había olvidado de cambiarle las pilas… otra vez.
¿Acaso una persona no aprende de sus errores? No, definitivamente en su caso no. Cuando Kenshin le había preguntado por lo mismo, ella había sabido salvar la situación con las velas de la tienda, que por cierto, habían hecho aquella noche la mejor de su vida. Aunque, para que engañarse, todo el merito de aquella experiencia se lo llevaba cierto individuo antes mencionado.
Kenshin.
Él era el protagonista de sus pensamientos, y actual motivo de su tristeza. ¿Cómo podría superar algo así, apenas habían pasado un par de días desde su discusión, y ya sentía que el mundo se desprendía sobre ella. Quería verlo, sentirlo, besarlo… quería, quería…
Pero no. Había prometido no volver a meterse con Kenshin, y eso haría. Por un momento, creyó que el amor que sentía por él seria suficiente, que él con el tiempo se terminaría enamorando de ella, tal vez no tanto como ella de él, pero que con eso sería suficiente. Ilusiones. Que ingenua había sido inventado todas aquellas fantasías solo para evadir la realidad: Kenshin no la amaba, ni la amaría nunca. Tendría que aceptarlo, quisiera o no.
Y ese era precisamente el motivo de su visita a la posada. Tenia que hablar con Sakura, decirle que Kenshin había dejado el caso y que ella también lo haría. Era lo mejor, para todos. Por un lado se sentía culpable, por que de alguna manera le estaba fallando a la fantasma¿pero que podía hacer, ella no era detective, ni siquiera podía encontrar sus llaves en su departamento, y mucho menos podría encontrar a una persona pérdida hace tantos años. Buscar otro detective, era una opción descartada. La experiencia con Kenshin le era suficiente. Nadie le creería sus historias de fantasmas, esta vez se había salvado, pero seguro que a la próxima, se sacaba el pasaje directo al manicomio sin escalas. Mejor cortar por lo sano.
Sin linterna, Kaoru decidió entrar a la posada igual. Los fantasmas precisamente ya no la asustaban, así que le daba igual que hubiera luz o no.
A pesar que esa noche estaba fresca, el brusco descenso de la temperatura dentro de la mansión se hizo presente. Recorrió el oscuro vestíbulo, hasta llegar al salón principal que se encontraba lleno de decorativos aún en bolsas, y un par de cajas que se apilaban en la esquina del gran ventanal. Mas allá, en el centro de la habitación, había una gran mesa de roble con un candelabro antiguo, que seguramente los Matsuken habían conservado como decorativo, y al lado, un par de herramientas de pintura. La casa, como siempre, estaba silenciosa y sólo se oía el crujir de las hojas, cuando una leve brisa se levantaba afuera.
Todo parecía normal, dentro de lo normal en ese lugar, pero había algo que a Kaoru la tenía incómoda desde que entró.
Sentía… miedo.
Aunque eso era ridículo, porque varias veces había visitado la casona sola, había descubierto a Sakura, y nunca había sentido precisamente miedo. Pero esta vez había algo diferente. Tal vez era el aura pesada que se sentía en el ambiente, o el hecho que fuese de noche y le diera un toque más tétrico a la posada o tal vez el que no podía dejar de sentir ese mal presentimiento. Si, su sexto sentido le decía que algo no estaba bien, que había mal…, que había peligro.
¿Peligro, pero ¿peligro de que¿qué peligro podría haber en aquella casa¿que se le cayera esa enorme araña que colgaba del techo en la cabeza¿que viniera Yui Matsuken y la acusara de estar ilegalmente en su propiedad? Si la señora esa ni siquiera asomaba su refinada nariz en el día, mucho menos lo haría de noche… ¿entonces qué¿Por qué esa incomodidad¿acaso sus sentidos paranormales estaban fallando, con Kenshin lo habían hecho, él no estaba predestinado para ella, como había presentido desde un principio, tal vez, ahora estuviera pasando lo mismo… Estaba aún desconcertada por los últimos acontecimientos, y eso afectaba su aura, eso era. Seguro con un buen descanso, volvería todo a la normalidad.
Ignorando las advertencias y dejando a un lado esos pensamientos, Kaoru siguió recorriendo el salón. La presencia de Sakura no se sentía, al menos si estuviera ella se sentiría más segura, pero pareciera que la fantasma estuviera durmiendo, o no se encontrara en el lugar… un momento¿los fantasmas duermen, bueno como sea, nada indicaba que Sakura anduviera por ahí, seguro que estaba jugando a algo o burlándose de Kaoru, si, a ella le gustaba hacer esas cosas.
-¿Sakura?-
Parecía que había acertado: nadie contestó.
-¿Sakura, soy yo Kaoru¿Dónde estás?-
Definitivamente se estaba divirtiendo con ella.
-¿Sakura, por favor, basta de juegos, tenemos que hablar-
Nada. ¿Pero que estaba pasando, hoy no era un día precisamente para soportar bromas. La vez anterior le había hecho lo mismo, pero era compresible, en esa ocasión estaba con Kenshin y tal vez Sakura había querido hacerse rogar un rato para impresionar. Pero ahora ella estaba sola y siempre ni bien entraba al lugar la fantasma se hacia manifiesto. Todo estaba muy raro, cuanto más rápido terminara todo eso, mejor. Definitivamente quería salir de ese lugar lo antes posible.
Sin mirar a su alrededor, Kaoru entró a una habitación, que por sus muebles, parecía ser un estudio. En ella había un gran escritorio, lleno de papeles y una maquina de escribir, más un par de piezas de decoración. Al fondo, había una gran chimenea, cubierta toda de mármol, y en la esquina, junto a un sillón, había un gran espejo. Sakura, en una ocasión, le contó que ese lugar pertenecía al jefe de la familia y que ahí mismo se realizaba todos los negocios que este dirigía. Las mujeres, en esa época, tenían prohibida la entrada, aunque las sirvientas podían hacerlo únicamente dos veces a la semana y bajo vigilancia masculina, para realizar el aseo. Derroche de machismo puro a su opinión. Seguramente esas cuatros paredes habrían sido testigo de infinidad de negociaciones, tratados y porque no, de conspiraciones. Era ridículo pensar que una habitación absorbiera los malos pensamientos de sus ocupantes, pero en este caso, sólo al entrar ya se notaba el ambiente pesado e incomodo.
-¿Sakura?-
Un ruido se escucho en el comedor. Kaoru se tensó. ¿Por qué tenia que hacerle eso?
-¿Sa-sakura, estás ahí?-
Pasos. Se escuchaban pasos. Y estos iban en su dirección.
Confirmado: ahora estaba oficialmente asustada. Sentía el miedo recorrer su espina vertebral, como una navaja aguda, fría. Quería salir corriendo, pero su cuerpo parecía ignorar sus deseos, sus pies estaban inmóviles plantados en el suelo. Sólo podía oír su respiración agitada y esos pasos. Si, cada vez estaban mas cerca.
Los sentía….
Retrocedió instintivamente hacia la chimenea en busca de un refugio. Alguien estaba en la casa. ¿Desde cuando Sakura caminaba, era imposible, salvo que, podría ser…
….que no fuera exactamente la fantasma la que se encontraba allí.
¿Un ladrón¿los Matsuken¿un cazafantasmas, miles de ideas se le cruzaron por la cabeza en ese momento. Una gota de sudor le recorría el rostro. ¡Estaba atrapada, la única salida era la puerta por la que había entrado… pero si escapaba por ahí, esa persona la vería sin lugar a dudas, ya que era un pasillo que conducía al salón principal. Su instinto le decía que saliera ya de ahí. ¿Pero cómo, estaba tan asustada que lo único que sentía en esos momentos era el terror traicionero que se esparcía por sus sentidos.
Miró hacia el espejo que estaba a su lado, que sin darse cuenta se había posado junto a el en un arrebato de escondite, sin saber lo que le esperaba. Si creía que ya no podría estar más aterrorizada, tendría que ir cambiando de idea.
El corazón le dejo de latir. La respiración se le detuvo. El tiempo quedo inmóvil.
Lo que vio en aquel reflejo confirmo sus sospechas.
Definitivamente no estaba sola.
Al menos, su instinto no se había equivocado.
Y no.
No era precisamente Sakura la figura que se posaba atrás suyo… sonriéndole maléficamente.
-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-
Kenshin conducía a toda velocidad por la cuidad de Tokio. Era una preciosa noche, el cielo se encontraba despejado, y el clima era ideal. Todo era perfecto… para los demás claro está. Él nunca entraba en esa lista, siempre era diferente. Pero ese era un detalle que a lo largo de su vida no le había importado, hasta ahora. ¿Acaso no es peor el remedio que la enfermedad, si, en su caso si. Por primera vez en sus veinte nueve años, había sentido lo que era la felicidad, lo que había experimentado aquella noche fue único, había tocado el cielo con las manos. Y aún se encontraba turbado por esa persona que lo había ayudado a realizar tal travesía.
Kaoru.
Ella estaba ahí, metida en su cabeza, apareciéndole en sus sueños. Tal vez todo eso de la magia sea cierto… el al menos había caído en su hechizo. Si, estaba hechizado por aquel ángel de ojos zafiro. Esa mujer que le había enseñado tanto de la vida con su inocencia y dulzura, que le había hecho mirar las cosas de otra manera. Ella era un autentico tesoro en ese mundo cínico y cruel.
Pero…un tesoro que no él merecía.
¿Cómo podía reclamar algo así, jamás podría hacerla feliz, el era un tipo duro, ignorante del amor. Aunque¿Qué rayos le pasaba, el había echado toda la culpa al deseo que sentía por Kaoru y que una vez que saciara este, todo ese asunto se terminaría. Pero no. El hacer probado ese dulce, hizo que la deseara aún más, hasta el límite de lo insoportable.
Quería más…
Y no solo deseaba ese cuerpo. Quería todo. Desde el momento en que la vio en su oficina, había despertado en él un instinto protector. Toda esa barrera de cinismo que había construido a lo largo de los años, ahora pendía de un hilo. Ni siquiera Tomoe la había traspasado, y estaba agradecido, por que gracias a ese muro, no había sufrido la traición de esa mujer. Pero ahora era diferente¡Maldita sea! todo era diferente con Kaoru, ella era especial.
El torbellino de sentimientos que en él despertaba, lo desconcertaba, lo aturdía, lo asustaba…Y ese era el motivo por que el cual había actuado de esa manera aquel día y había desparramado todo esa sarta de palabras que no quería decir. Estaba confundido. Él, Kenshin Himura, el que se jactaba de tener el control sobre todo, sus emociones, sus impulsos, el deseo… ¿y eso qué? de nada le había servido. Una mirada de aquella mujer y lo tenia a sus pies.
Ahora recorría las oscuras calles de la cuidad para despejarse. El estar en su casa era insoportable, los sentimientos lo traicionaban. Además de que estaba todo ese asunto de Kai Homura, y ese también era otro dolor de cabeza. Enishi parecía haber desistido de seguir molestándolo, y por ahora las cosas parecían calmas.
Y eso le preocupaba.
Por su experiencia, sabia que cuando todo estaba tranquilo con Enishi, sin lugar a dudas significaban problemas. Algo estaba planeando a escondidas seguramente. Era como una serpiente, se ocultaba a esperar a su presa, observándola, estudiándola… y cuando fuera el momento oportuno, atacaría. Y para ese momento, su victima no tendría escapatoria. Sería un ataque fatal. Igual, ese hombre no le producía miedo. En realidad ya nada le producía miedo.
En aquellos años donde había sido policía, había visto el lado más oscuro de la vida y presenciado la maldad en su estado más puro. Hoy en día era lo que era gracias a ello. En aquellos tiempos trabajaba para el servicio de inteligencia del estado, era un agente especializado en rescates. A él se le designaban los casos más difíciles en donde se involucraban criminales de alto rango en cuanto a peligrosidad, aunque siempre trabajo bajo un seudónimo.
Battousai.
Ese nombre con sólo nombrarlo daba miedo. Era leyenda. ¿Quién podría creer que él era esa persona, nadie… hasta a él mismo le costaba creerlo. El "asesino mas veloz", el de "ojos paralizantes" y demás frases que se le atribuían. Battousai era su otra personalidad, la oscura. Siempre lo había clasificado así. Sus compañeros le solían decir que su expresión era aterradora., su mirada daba escalofríos, aunque solamente recordaba que en esos momentos era otro, como si sus instintos más primitivos tomaran el control de su cuerpo. Y aunque para que mentir, en muchas ocasiones le había salvado la vida, como así también la de muchos otros.
Pero eso había sido hace mucho tiempo. Cuando decidió dejar su trabajo, Battousai nunca más había vuelto a aparecer. Y eso era lo que el quería: que desapareciera para siempre. Perdía el control, su furia era inigualable y más si tenia su espada en la mano. Por eso había decidido ser detective, y hacer retiro del puesto de agente. Demasiado dolor, pena, injusticia. Demasiada sangre. Eso arruina el alma de un hombre y más si este ya tenía sus propios tormentos. Las cicatrices son difíciles de olvidar, de sanar.
Pero aquel ángel, con sus besos, caricias, con amor, las había borrado cuando estaba con ella.
Amor.
Que palabra tan simple y compleja a la vez.
-¿Crees en el amor, Kenshin¿Crees en el?-
Esa frase aún le seguía dando vueltas por la cabeza una y otra vez. ¿Qué era el amor¿los momentos que había compartido con su madre y apenas recordaba¿todo aquello que estaba sintiendo en aquel momento por esa mujer? No lo sabía. Todo su mundo era un mar de dudas, nada parecía lo que él solía creer. Ya nada tenia sentido, pareciera que ahora realmente hubiera abierto los ojos y visto la luz. Que toda esa magia, tal vez fuera cierta. Y él sólo se negaba a aceptar la verdad. Tal vez…
Metido en sus pensamientos, Kenshin siguió conduciendo. Cuando se quiso dar cuenta ya se encontraba frente a al tienda de Kaoru. Era gracioso, su mismo cuerpo lo conducía hacia allí. ¿Tanto era su deseo por verla, sí, demasiado. Estacionó el vehiculo frente al negocio y apago el motor para no llamar la atención. Las tiendas a esa hora ya se encontraban todas cerradas, como era de suponerse, y la gente ya se encontraba en sus casas para dormir. Pero algo le llamo la atención.
El departamento de Kaoru estaba totalmente oscuro.
Por lo visto no se encontraba en su casa. ¿Pero a donde iría aquellas horas? Esa mujer era una inconciente¿no sabia de los riesgos que podía tener si salía sola de noche, cuando la viera le daría una buena reprimenda. ¿Y si algún depravado la siguiera y
se diera cuenta que vivía sola, con esa cerradura de juguete sería como entrar a su propia casa. Y nadie se daría cuenta de lo que pueda pasar ahí. ¡Demonios, un escalofrío le recorrió por todo el cuerpo.
Si a ella le pasara algo….
Sería capaz de hacer guardia todas las noches ahí estacionado con tal de estar tranquilo de que eso no ocurriera. Y el desgraciado que osara a ponerle una mano encima, no le alcanzaría el mundo entero para esconderse, porque el lo atraparía y lo mataría, iría hasta el mismo infierno con tal de agarrarlo.
Miles de pensamientos parecidos se le cruzaron por la cabeza en ese momento. Impaciente, Kenshin camino alrededor de la cuadra estudiando cualquier movimiento sospechoso sin resultados, luego se apoyo sobre su descapotable y dejo escapar un largo suspiro. Tenía que tranquilizarse y pensar en frío, como lo hacía siempre. Una de sus mayores cualidades siempre había sido el no perder el control fácilmente y ahora era la situación que lo requería especialmente.
Tal vez Kaoru estaría en lo de una amiga, o de compras, o habría salido de la cuidad a visitar a un familiar. Sin correr peligros. Si eso era. No había de que preocuparse.
-Si claro Kenshin, o tal vez está recolectando margaritas en el parque junto a un mapache parlante que la ayuda y le hace sesiones de psicoterapia de paso- pronunció sarcástico para si mismo.
Por impulso, se acercó a la puerta de la entrada y comenzó a golpearla con ferocidad. Tal vez Kaoru ya estaba durmiendo y por eso no había luz. Tendría que haber hecho eso desde un principio. Intentó una y otra vez, pero nadie contestó. Sacó su móvil del bolsillo y marcó el número de la casa, tal vez con el timbrazo del teléfono la despertara. Pero fue inútil, escuchaba desde afuera el sonido del teléfono que nadie contestaba. Ahora ya estaba realmente alarmado. ¿Dónde podría estar?
- Disculpe señor¿busca a la señorita Kamiya?-
Una voz había resonado a sus espaldas, al tiempo que Kenshin había acaparado que una persona se encontraba tras de él. ¿Cómo no se había dado cuenta¿Acaso era tal su desesperación que no pudo notar la presencia de alguien, si hubiera sido en otras circunstancias eso le podría haber costado la vida.
-Si¿Sabe dónde se encuentra ella?- logró articular finalmente mientras analizaba a el individuo que tenia enfrente de él.
Era un señor ya de avanzada edad, setenta o setenta y cinco años aproximadamente según su apariencia, tenía una expresión amable en el rostro y mostraba un cierto aire de tranquilidad que Kenshin en esos momentos envidió.
-Si, ella está en lo de una amiga¿Usted es?-
-Kenshin, Kenshin Himura, mucho gusto- contestó el aludido extendiendo la mano en modo de saludo.
Estaba ya mucho más tranquilo. Le fue curioso la manera en su cuerpo se relajo al momento que había escuchado aquellas palabras. Kaoru estaba en lo de una amiga, sana y salva. Nada de peligros. Ahora se sentía tonto al preocuparse de una manera así, siempre tenia que suponer lo peor, en vez de relajarse y ver las posibilidades. La idea de que aquella mujer le pasara algo lo volvía loco¿A dónde estaban todos aquellos años de experiencia en aquel tipo de situaciones?
-Yo soy Oibore, vecino de Kaoru y un viejo amigo de Okina- hablo el señor mientras correspondía el saludo.
-Ah, si¿el tío abuelo que le heredó la tienda no?-
-El mismo. Kaoru ha tenido que hacerse cargo de ella desde que este falleció, pero lo ha hecho muy bien, a pesar de esta cuidad le era desconocida logro adaptarse mas allá de los comentarios-
-Ya veo… ¿acaso la molestan mucho?- preguntó con curiosidad Kenshin.
-Si, bastante.- una expresión de cansancio pasó por su rostro- Pero nada que Kaoru no pudiera afrontar, siempre fue una niña muy fuerte, no deja que nadie la intimide al igual que el viejo Okina- sonrío orgulloso Oibore como si estuviese hablando de su propia nieta.
-Si ella es así- contestó Kenshin con una extraña expresión en el rostro y un poco culpable, por que el también la había juzgado deliberadamente al momento de conocerla- ¿sabe a que hora regresa?-
-Lamentablemente no muchacho, cuando salió llevaba mucha prisa, mormuró algo de que se le hacia tarde y se marchó como alma que lleva el diablo-
-Entiendo- un cierto aire de decepción se le noto en la voz- gracias igual por la ayuda señor Oibore, que tenga buena noche-
-No es nada, cuando quieras, que tengas buenas noches tú también-
Dicho esto, Kenshin dio media vuelta hacia el coche dejando atrás a Oibore que agitaba la mano en señal de despedida. Aquel hombre era el que había salido de la tienda hace un par de días, donde curiosamente el humor de Kaoru había cambiado desde aquella tarde. Su habitual sonrisa se había esfumado y la había visto derramar un par de lágrimas en sus hombros. Oibore sabía que eso tenía que ver con aquel pelirrojo que ahora subía al descapotable rojo que se encontraba aparcado en la orilla. Cuando Okina había muerto, el le había prometido cuidar de aquella niña de ojos grandes que solía visitar la tienda cuando era pequeña. Ni bien Kaoru había llegado a Tokio, habían hecho amistad rápidamente y ahora llevaban una relación casi como de padre e hija. Se sentía orgulloso de ella y cuando la había visto tan triste, hubiera deseado golpear a la persona que hubiera jugado con ella y herido sus sentimientos. Pero ahora que había visto sincera preocupación en los ojos de aquel individuo, todas sus dudas se habían disipado.
Cuando estuvo a punto de entrar a su casa con una gran sonrisa por lo que había acabado de descubrir, Oibore oyó la voz de Kenshin que lo llamaba desde el Mustang y se volvió para dirigirse a él.
-Señor Oibore-
-Si, dime¿Necesitas algo?- contestó el mismo al momento que se había acercado al automóvil con las manos en los bolsillos.
-¿No se acuerda, por si acaso, Kaoru mencionó el nombre de la amiga a quien fue a ver?-
Oibore entornó los ojos en señal que estaba pensando y luego de un par de segundos contestó tranquilamente.
-Si claro, si mal no recuerdo dijo que iba a lo de una tal Sakura-
o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-
Iwanbou se encontraba mirando fijamente a la mujer que tenia en frente. Finalmente la había acorralado. Desde el día en que Enishi le había dicho que se encargara de ella, él y su grupo de hombres se habían instalado alrededor de su vivienda y vigilado cada uno de sus movimientos. No quiso enfrentarla, dado que si la asustaba como tenia planeado desde un principio, ella dejaría seguramente el caso. Pero en cambio si era paciente, Kaoru los conduciría directamente hacia la persona que andaba atrás de todo el asunto, dado que tendría que encontrarse con esta tarde o temprano y él mataría dos pájaros en un tiro. Aunque, para su disgusto, pareciera que la tal "Sakura" fue mucho más inteligente que ellos, se aventajo a sus movimientos y no hizo acto de presencia en el lugar.
Era claro que no estaban jugando con cualquiera.
Sin dejar de observar a Kaoru, el guardaespaldas de Enishi, chasqueo la lengua en señal de disgusto, luego giró sobre el escritorio, sacó una especie de móvil y lanzó un par de órdenes por este a cualquiera que haya contestado al otro lado. Y en un movimiento rápido, se volvió a posar al lado de Kaoru que aún seguía en el suelo junto al enorme espejo. La recorrió con la mirada en un efecto de estudio durante un par de segundos y finalmente habló.
-Señorita Kamiya-
-La misma- respondido Kaoru, quien intentaba recuperarse aún de la impresión- ¿Quién es usted?-
-Mi nombre es Iwanbou y necesito hablar con usted, así que si coopera, no le sucederá nada-
-¿Es una amenaza?-
-Es una orden, Señorita Kamiya-
Kaoru tragó saliva. Desde el momento que lo vio sabía que no se venía con nada bueno. Observo atentamente al individuo que tenía en frente, su traje caro, el arma que llevaba en la chaqueta y el enorme corpachón que se encontraba debajo. Sin lugar a dudas ese hombre las tenía todas para jugar de matón, las cicatrices que surcaban en su rostro lo delataban. Y seguramente para su mala suerte lo era. Ella era la que ahora las tenía toda para perder. Mejor actuar con prudencia y seguir el juego, ya vería como escapar.
-¿Qué es lo que necesita hablar conmigo?-
-Creo que sabe muy bien cual es el motivo de mi visita, pero eso lo hablaremos mas tarde, ahora acompáñeme-
-¿Qué, espere¿A dónde?- Kaoru no pudo seguir con la seguidilla de preguntas. Iwanbou la tenía ya agarrada del brazo y la arrastraba hacia el salón sentándola en una de las enormes sillas del mismo y lanzándole una enorme mirada de advertencia de "no te muevas" que ella capto enseguida.
De la enorme escalera vio bajar dos individuos más y de la otra parte de la casa aparecieron otros tres hombres con pistola en mano. En total eran seis. ¡Seis, y ella que estaba pensando como huir de uno. Adiós todo esperanza de escape. ¿Qué rayos hacia ella en todo eso¿Quiénes eran esas personas?. Su cabeza no paraba de taladrarle de preguntas. Ahora estaba hecha un manojo de nervios, controlándose para no llorar y para colmo le era imposible pensar con claridad. Todos lo poderes paranormales en que confiaba no le servían para nada. Estaba completamente acorralada. Ahora sentía que la desesperación comenzaba a tomar su cuerpo.
Iwanbou se acercó a unos de los hombres que acaban de llegar y dio señal a los otros para que vinieran a la mesa en donde se encontraba. A pesar de no poseer una expresión malvada, el jefe del grupo emanaba un aire de respeto y una seguridad latente de que no le temblaría el pulso a la hora de cumplir su trabajo. Aquella escena le recordaba a las reuniones de un capo mafia que mostraban en las películas, pensó Kaoru con gracia, aunque lastima que ella sea exactamente la única del otro bando.
-¿Qué tenemos?- pronunció con voz trémula el cabecilla luego de marcar un par de teclas en el ordenador portátil que le había alcanzado uno de sus subordinados.
-Nada, la planta alta esta despejada señor- contestó uno de estos, que tenía al igual que los otro cinco, un traje de color negro y un par de gafas del mismo color.
-¿Fujio?- Iwanbou se giró hacia este luego de escuchar la respuesta del hombre anterior.
-Nada tampoco, en el ala este de la casona esta despejada y los jardines lo mismo, no hay señales de ningún individuo-
-¿Hachirou?-
-El ala oeste limpia también, señor-
Iwanbou lanzó un gruñido, golpeó la mesa en forma de descarga de su furia y volvió a posar la mirada en Kaoru. ¿Cómo se le podría haber escapado¿tan inteligente era aquella Sakura que tenía planeado desde un principio dejar plantada a Kamiya?
-Parece que tu amiguita se escapó- destilo con veneno a la mujer que lo miraba con una expresión neutra.
-¿Amiguita?-
-Si, la persona con quien te ibas a encontrar, Sakura-
-¿Ustedes conocen a Sakura?- preguntó Kaoru con expresión de asombro.
-No, no la conocemos, aún- Iwanbou frunció el ceño- Pero sé que esta detrás de todo esto y usted nos llevara con ella-
-¿Qué es lo que quieren con Sakura?- ahora Kaoru entendía cada vez menos. Ellos conocían a Sakura… pero ¿Cómo¿Y ella que papel jugaba en todo eso?
-No se haga la desentendida señorita Kamiya, sabe de que hablo-
-No, no lo sé si usted no me lo dice- contestó desafiante.
Iwanbou suspiró exasperado. Cada vez estaba perdiendo más la paciencia.
-Kai Homura¿le suena?-
-Si, me suena. Estoy en busca de él-
-Bien, porque desde ahora no lo hará-
-¿Por qué?-
-Porque no. Yo doy las órdenes y usted obedece. No es uno de mis pasatiempos favoritos el de maltratar mujeres y espero que ahora no lo sea. Limitase a escuchar lo que le digo y le aseguro que nos llevaremos bien¿Entendido?-
Kaoru entiendo bien el mensaje, ese tipo no se andaba con rodeos y si quería, tranquilamente podría vaciarle el cargador de su mágnum en la cabeza. Mejor no tentar al enemigo.
-Entendido- la mujer suspiró. ¿Tendría acaso otra alternativa?
-Bien, así me gusta- Iwanbou hizo un ademán de sonrisa fingida y se sentó en la silla continua a la de Kaoru, poniéndola frente a ella, dándole claros indicios que lo que seguía era un interrogatorio- Volviendo al tema de la tal Sakura¿Dónde esta ella?-
-No lo sé-
-Parece que no ha captado en la situación que se encuentra señorita Kamiya¿Dónde está Sakura o la maldita persona que la contrató para que busque a Kai Homura?-
-Le dije que no lo sé, además, a mi nadie me contrató para buscar a Kai Homura-
-¿A no?- el tono del guardaespaldas sonó sarcástico- ¿Entonces porque lo busca?-.
Kaoru vaciló antes de contestar.
Lo sabía: se estaba cavando su propia tumba. ¿Qué les podría decir, que la persona que la contrató ¿era una fantasma, que la tal Sakura como ellos decían¿estaba ya muerta? Estaba entre la espada y la pared. Tenía que escapar ya de ahí, ese hombre parecía de los tipos que perdían rápido la paciencia y si la cosa seguía así, ella sería la primera en observar tal acto.
Miró disimuladamente hacia su alrededor buscando una vía de escape. Omitiendo el gran obstáculo que tenia en frente llamado Iwanbou, los demás se encontraban uno en cada esquina de la habitación apoyados contra la pared, mientras que el quinto se encontraba concentrado en la computadora, aparentemente rastreando el área a través de él. Lo único que pudo ver libre era la puerta del salón, y a juzgar por sus escasas posibilidades, tal vez, si corría con todas su fuerzas podría salir de la casona y perderse en el bosque. Ahí seria más difícil que la encontrarán. A pesar de no tener mucha fuerza física, siempre se había destacado por ser ágil.
-Es un asunto personal- respondió finalmente a Iwanbou que la observaba atentamente.
-Con que asunto personal eh, bien dígame cual es- el tono sarcástico aún seguía.
-Bueno yo….-
-Disculpe señor- el hombre que estaba anteriormente en la computadora interrumpió -tiene una llamada-.
-¿Y ahora que? Estoy ocupado Fujio¿quién es?- pronunció exasperado mientras giraba hacia la persona que le hablaba.
-Es el jefe-
Iwanbou no dijo más. Tomó el teléfono que le ofrecía y comenzó a hablar por este, borrando momentáneamente la expresión ceñuda que decoraba su rostro, segundos atrás. Kaoru por su parte vio aquella escena como su única posibilidad. Era ahora o nunca. Sin pensar en otra alternativa, pego un salto de la silla y corrió hacia la puerta principal, seguida del hombre que anteriormente había interrumpido la conversación, cual había reaccionado primero a su huída. A pesar de que la habitación no era precisamente grande, ahora aquel lugar le parecía enorme.
Fujio, luego de esquivar la silla que ella le había lanzado en un movimiento de defensa, agarró a Kaoru por los hombros e intentó tirarla al suelo para detenerla, aunque esta fue más rápida, le dio un codazo en la entrepierna y logró librarse de él en un solo movimiento.
Los otros dos hombres que estaban en el otro lado de la habitación, ya se habían lanzado carrera hacia ella, mientras Iwanbou dejaba caer el teléfono al suelo y adivinando las intenciones de su fugitiva, gritaba órdenes a los otros dos que estaban al lado de la puerta para que cerrasen esta. Ante los ojos de Kaoru, todos aquellos movimientos pasaban en cámara lenta. Hachirou, quien logró alcanzarla primero, la tomó del pelo arrastrándola hacia él, aunque Kaoru aprovechó el movimiento y le partió en la cabeza de este, aquel bonito florero que había tomado antes de la mesa. Cuando diviso la salida, estaba ciega por la posibilidad de huir, podía apenas oír las palabras que lanzaban en su nombre y en la situación que se encontraba, todo le parecía eterno. Ya estaba, ya llegaba, apenas unos metros más, su salvación. La suerte estaba de su lado.
Aunque no todo depende de la buena racha.
Para cuando había caído en cuenta, Iwanbou con un ágil movimiento ya la tenia acorralada entre esos enormes brazos, mientras la estrujaba contra la ventana en señal de enojo y ante los vagos intentos de Kaoru por huir de aquella presión, levanto una de sus grandes manos y la aterrizo en la mejilla de esta en un golpe salvaje.
Toda la habitación quedó en silencio.
Kaoru podía sentir el ardor del golpe en su mejilla y el dolor que ahora comenzaba a extenderse por todo su rostro. Un leve hilillo de sangre brotó de su boca, al igual que una lagrima descendía por su otra mejilla. Los ojos de Iwanbou la observaban con autentica maldad y su cuerpo comenzó a temblar deliberadamente.
- ¿Temblando Kamiya?- el hombre que la apresaba lanzó una cruel carcajada- hace un rato parecías muy valiente, eso es lo que te pasa por no hacer caso a lo que se te dice- tomó el rostro de Kaoru pasando los dedos por el golpe y añadió- si vuelves a intentar algo como esto, te aseguro que te ira mucho peor, preciosa-
-Si le vuelves a tocar un pelo, al que le irá mucho pero será a ti, Iwanbou-
Una vos fría sonó como eco en todo el salón. Iwanbou se giró rápidamente hacia el interlocutor de aquella frase. Sabía de quien era ese tono.
-¡Himura!-
-Mejor dicho- Kenshin salió de las sombras mostrando su presencia ante las expresiones de asombro que no habían acaparado de su llegada- no creo que haya un "irá" en tu caso Iwanbou - unos ojos penetrantes que irradiaban furia contenida se dejaron ver por la luz de la luna que en esos momentos entro por la ventana- si no…. un hasta siempre.-
Iwanbou retrocedió con Kaoru aún en brazos. Un espinazo de miedo le recorrió el cuerpo entero. Estaba sudando frío. ¿Acaso no era que él había desaparecido? Hace muchos años había corrido el rumor que aquel demonio había muerto, aunque ahora podría desmentir todo aquello.
Sabía que estaba perdido.
Aquella mirada ámbar que daba escalofríos… Aún podía reconocerla.
Porque no era exactamente Kenshin Himura el que hablaba.
Battousai había vuelto.
Y ahora estaba frente a él.
Fin Capitulo 10
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Hola¿Cómo están?. Bueno, primero quiero pedir disculpas, yo que alardeaba de actualizar temprano y tarde como más de un mes ¬¬.. jeje, pero bueh, la verdad se me hizo muy difícil poder escribir, ya que para mi mala suerte, comencé las clases y los tiempos se me acortaron bastante. Pero, como digo siempre, tampoco es excusa… así que, Gomen gomen gomen… n.n
Con respecto al fic, espero que les haya gustado el capitulo¿qué le hará Kenshin a Iwanbou, parecía furioso¿y a Kaoru¿y Sakura¿por donde anda metida? Justo cuando mas se la necesita…:P . Como verán, la historia ya está llegando a su final, quedan dos capítulos más nomás, que prometo, subir lo antes posible.
Muchísimas gracias por sus reviews, me hace muy feliz saber que hay gente que esta esperando actualización… :) y también, gracias por dejar sus comentarios, que son muy importantes a la hora que uno se sienta a escribir… Arigatou!
Les mando un beso grande, nos vemos en la próxima, saludotes gente!
Kitaniaryu
P.D.: Esta vez, tampoco contesto reviews por falta de tiempo ( maldita escuela ¬¬), pero no quería que pasase de esta semana, para actualizar… y por eso subí el capitulo igual.. En el próximo me pongo al corriente… muchas gracias igual… Sayonara! xD
Adelanto próximo capitulo
-Esto te va a salir muy caro-
-Tú no tienes idea de lo que significas para mí-
-Kenshin ¡no!-
-Mi nombre es Soujiro Seta--
