Saiou veía el futuro, Mizuchi veía el pasado.
Un buen día, Mizuchi se encontro casualmente con Anzu y vio todo su pasado.
Aunque tambien podía ver el futuro, y sabía que Anzu no tenía lugar en la vida de Judai, sintio pena por ella y decidio ayudarla.
"Amiga, veo que tienes una pena de amor." Una extraña mujer le comento. Anzu se puso alerta. No sabía cómo había durado tanto en un torneo en el que competían duelistas mucho más capacitados que ella, y cualquier encuentro la ponía nerviosa.
"No te asustes, no soy una rival de duelo."
" ¿Qui….quien eres?" Pregunto Anzu.
"Saiou Mizuchi." Contesto la extraña mujer. "Como dije, veo que tienes una pena grande, yo te puedo ayudar."
Anzu imediatamente se puso alerta. ¿Sería que Saiou Mizuchi era una bruja o hechicera?
" ¿Cómo?"
"No es como estas pensando. No puedo, ni quiero forzar a nadie a hacer cosas que no quieran, pero si se que ese joven tiene sus memorias selladas. Yo puedo revivir esas memorias y así sabrás si el amor que alguna vez tuvo por aquella esclava es más poderoso que el amor que ahora siente por Tenjoin Asuka."
" ¡Claro que sí! ¡Ese amor juro volverse a encontrar!" contesto Anzu.
Mizuchi se reservo su opinión porque quería ver de primera mano si una promesa así tenía relevancia 3,000 años después.
"Yo solo reviviré sus memorias, lo que pase después solo se le puede llamar destino." Le dijo Mizuchi crípticamente.
" ¡Claro que es el destino!"
" Te puedo decir que no perderás contra nadie y llegaras hasta las finales de este torneo. Ahí abriré las memorias dormidas de ese joven." Con esas últimas palabras Mizuchi desapareció así como llego.
Con esas palabras de aliento, Anzu fue a buscar a un oponente. Estaba segura de que al final una promesa hecha muchos milenios atrás tendría más relevancia que un amor de adolecente nacido en el tiempo moderno.
