Perdóname la vida, lectora promedio, trataré de sacar el siguiente cap pronto. Sí, eres tú, Rag.
Recordatorios: Shizune era virgen, ya no, Genma e Inoichi quisieron su atención (recientemente descubrí que el capitán del equipo genin era Choza y me dio bochorno haberlos hecho rivales en el amor, o sea, qué vergüenza para Choza), Yamato es el pretendiente más callado. Shizune quiere dejar de caer en las redes de ellos porque al final ninguno quiere estar con ella como ella merece. Se muda lejos de ellos y trata de aprender de Asuma y Kurenai a tener una relación más madura. Tiene un admirador psicópata, un civil promedio como tú rag, que no se graduó de la Academia pero se piensa muy genial. Eso, a veces no me acuerdo ni de mis propias historias. Amo.
La Reina de los Fracasados
Capítulo XI: Suzume
Iwashi era un tipo simpático y tierno, lástima que era un chiquillo un poco inmaduro, terriblemente romántico y con solo veintitrés años. Una versión joven de Shizune seguramente se habría emparejado con él sin pensarlo dos veces, pero la morena no podía evitar pensar en la risa que le provocaría a Tsunade si llegase a enterarse de que su asistente salía en citas románticas con un niño. Y de menor rango.
Shizune comió de su helado sabor menta pensando en que, quizás, su jefa era dura con ella solo porque era dura consigo misma. ¿Cómo era posible que la rubia se fijara en alguien tan joven? Salir con Iwashi sería el equivalente suavizado de lo que Tsunade había tenido con Iruka. Y como si el tierno chunin a su lado supiera lo que ella pensaba, le sonrió con una mueca que resaltaba la dulzura de su juventud.
—¿Le gustó el helado? —preguntó después, había helado manchando su barba de chivo como era usual, era como si todavía no supieste como manejar una apariencia de hombre aún.
Shizune asintió por tercera vez a la misma pregunta, quizás la excesiva preocupación de que estuviera bien lo que sea que estuvieran haciendo fue lo que cansó a Tsunade de su relación con el pobre maestro. Ser menor seguramente hacía sentir que todo debía salir perfecto, lo cual, a excepción de la belleza perfecta de Genma, no era posible. Imaginó a la rubia y al moreno en una situación similar, pero no pudo. Ella estaba sentada en el parque junto a Iwashi un sábado, a plena luz del sol, tomando un helado amistoso y para nada romántico. A diferencia de esta situación, la relación de esos dos existió solo dentro del pequeño apartamento de Iruka. Shizune suspiró, sin contar con Jiraiya, al parecer no había nadie digno de la compañía de la Quinta. Suspiró, al menos la rubia ya había experimentado el amor completo con su tío.
¿Y ella? Miró a Iwashi que, en ese momento, deramó su helado en sus pantalones y torpemente trataba de mantener la calma para limpiarse, y no, tampoco era Iwashi. ¿Y si no era nadie?
Urgó entre sus cosas para darle unos pañuelos y así ayudar al niño en apuros. No era Iwashi, ni Genma ni Inoichi, y definitivamente tampoco lo era Yamato si no era capaz de decirle que el libro seguía inmaculado en su bolsita de papel discreta. ¿Y si era ella el problema? Alargó una m, mirando un poco a su alrededor para pensar en su pareja favorita: ¿es que alguna vez hubo alguna diferencia entre Asuma y Kurenai? Seguro que sí, y seguro también se habrían perdonado. ¿Podría ser capaz de perdonar a Inoichi y a Genma por ser tan fracasados? No era posible que fueran tan infantiles como para pelear por su atención.
—Sabe, señorita Shizune —dijo el pequeño chunin, tratando de obviar el incidente de su helado—, se le extraña en el equipo. Iremos a una taberna nueva hoy por la noche, el dueño fue compañero de Genma en la Academia y le está ofreciendo descuento. Dijo que le había ganado en puntería una vez, yo no puedo creerlo. He visto cómo lanza la aguja con su boca. ¿Puede creerlo?
Shizune no podía creerlo. El hombrecillo calvo y panzón estaba haciéndose conocido entre los uniformados fracasados y pronto ella ya no podría acompañarlos, aunque ya había decidido dejar esa vida de excesos que no estaba hecha para ella. Si iba con ellos a la taberna nueva con descuentos a ex-novias y a todos aquellos que humilló con su impresionante puntería infantil, quedaría en vergüenza por ese tipo. Según le había informado Hana, él la había ido a buscar al Hospital varias veces esa semana. Sin contar con todas las veces que la morena se tuvo que ocultar en su salón en la Academia y Suzume lo atajó para sacarlo de los dominios estudiantiles como si se tratara de una peste. Ese tipo necio no descansaría hasta que todos supieran que derrotó a Genma en puntería y que besó en los baños a Shizune.
—Creo que lo recuerdo.
—¿El qué?
—Al dueño de la nueva taberna. Era mi compañero en la Academia, recuerda que somos de la misma generación con Genma —esa acotación solo la hizo para que hiciera el cálculo de su diferencia de edad—. ¿Recuerdas que es el mismo que ha estado siguiéndome por la aldea?
—¿Ese hombre que fue a buscarla al edificio? —Shizune asintió, podía estar de acuerdo con que la apariencia del tipo era la de un civil promedio, por lo que comprendía que Iwashi no lo reconociera después de echarlo; asimismo, la apariencia de Iwashi también correspondía a la de un uniformado promedio, por lo que el dueño de la taberna nueva y dueño de su primer beso tampoco debió recordarlo cuando contó esa anécdota en presencia de él y Genma—. No iré. Ese tipo es un irrespetuoso.
Shizune sonrió ante tal acto de caballerosidad.
—Puedes ir, no me enojaré. Además, tendrás descuento gracias a Genma.
—Lo pensaré, pero no creo que lo haga —dijo él solemnemente, de pronto la morena sintió que Iwashi envejecía sesenta años con esa repentina seriedad.
Ella se permitió reír.
—¿Y si voy yo?
—¿Y ese tipo? —preguntó alarmado.
—No puedo huir de él para siempre.
—Si va, estaré siempre a su lado. No dejaré que la insulte.
—No te preocupes, estaré bien.
Peligro.
Estaba frente a la taberna y no sabía aun si haberse dejado el vestido había sido la mejor opción. Si bien se sentía mejor con los tacones de siempre, no se sentía realmente una uniformada si no vestía como el resto. Ella dividía su tiempo como asistente, medica y profesora; y ocasionalmente prestaba sus servicios forenses, era normal no sentirse parte del cuerpo uniformado como lo sería el resto del equipo de Genma, quienes solo hacían un aspecto del trabajo, además de vivir toda su vida ahí a diferencia de ella. Sintió que tuvo más de una vez la oportunidad de irse caminando y quedarse en su nuevo apartamento esa noche. Quizás por eso no quiso ponerse el traje y la chaqueta táctica, para tener la opción de irse en caso de arrepentirse en el último momento. No habría significado gran esfuerzo el cambiarse de ropa, además de que podría haber salido a caminar en el vestido de siempre antes de la cena.
Se armó de valor y caminó hacia la taberna…, para luego volverse sobre sus pasos. Debía de dejar de sentirse como una extranjera, entrar al lugar y saludar a sus compañeros si no quería perder toda su comunicación con el mundo exterior y empezar a hablarle a los cadáveres durante las autopsias.
Bufó intranquila.
Cinco minutos más y volvería a tratar de entrar a la taberna del calvo y panzón. Suspiró y se sentó en una banca enfrente del lugar de la discordia. Sería más fácil si sus amigos maestros bebieran más, pero Suzume seguía con ataques de ansiedad al pensar en la posibilidad de ver a Raidō si frecuentaba los lugares que él y sus amigos pisaban; y el maestro Iruka estaba desaparecido en acción luego de comenzar su nueva aventura amorosa con Anko, quien sería su amiga en la taberna, pero ella estaba más que encantada con las atenciones paternales de Umino. Claramente, el moreno tenía una predilección por las mujeres voluptuosas de personalidad fuerte y avasalladora. ¿Cuál sería su tipo? ¿El soltero codiciado, emocionalmente inestable e irremediablemente roto? Y si es así. ¿Cuál era el tipo de Suzume?
¿Y si ambas tenían un síndrome de la enfermera y de la maestra? Una quería ayudarlos a sanar y la otra quería enseñarles a amar.
Los cinco minutos pasaron y su corazón se aceleró. No sabía si el hecho de estar ahí o escuchar a su mente divagar era lo que la estaba volviendo loca. Solo necesitaba entrar, enfrentar al dueño de su primer beso y terminar con el asunto, podría irse a acostar a su cama para seguir divagando consumida por el insomnio, pero al menos no tendría que preocuparse del hombre acosador.
—¿Shizune?
—¿Raidō? —El capitán estaba a su lado sin que ella se hubiese percatado—. ¿Vienes a la tarberna a disfrutar del descuento de Genma? Iwashi me invitó.
—No puedo, estoy trabajando —le dijo con calma en respuesta a sus ansiosas preguntas—. ¿Estás bien?
—Sí, eso creo —reconoció con los hombros abajo. Quería saber más de su estado de ánimo entorno a lo amoroso, pero sabía que debía abstenerse de preguntar. Como Iruka, Suzume se había refugiado en ella para pasar las penas de amor—, los extraño, en mi nuevo edificio no hay mucho que comentar.
Es decir, nadie comentaba de la vida del otro. Aun no había tenido la oportunidad de llevar a un especímen del sexo opuesto, pero estaba segura de que a nadie le importaría, ni siquiera a Kurenai, quien quizás la invitaría a tomarse una copa o dos cuando su novio se fuera de misión y le preguntaría del trabajo y nada más.
—Seguro es mejor que el Complejo —resolvió él. Un mar de distancia se formó entonces, Shizune tuvo la sensación de que ella se quedó en la riviera de Suzume y él se quedó en la del frente con Genma y el resto de la gente dentro de la taberna con el descuento. Qué injusto se sentía. Sonrió como pudo, pensando que ella seguramente se quedaría con Anko y Suzume con Iruka en caso de que terminaran. Raidō la dejó de mirar para clavar su vista a la taberna, relajó su expresión y suspiró —. ¿Suzume está bien?
—Sí —contestó con voz queda—, está tomándose su tiempo para seguir adelante —complementó con sinceridad mientras recordaba a su amiga llorando desconsolada en el baño de maestras mientras ella la abrazaba—. ¿Tú?
—A veces me hubiese gustado darle lo que quería. —Pero no podía pasar por sobre sus propios deseos, se dijo Shizune. Ya no sabía quién se había equivocado más, si ella por esperar más de él, o él por esperar que ella entendiera que no quería tanto—. En fin, si sobrevives a las tres primeras rondas, podríamos tomarnos algo. Iré luego del trabajo.
—No estoy segura aún si iré.
—Solo entra, también te extrañan en el equipo, incluso Genma.
Se despidió de ella con un gesto silencioso y se fue. Bien, otra vez estaba sola, aunque debía admitir que ya estaba acostumbrándose. Y si Genma la extrañaba, su autoestima estaba subiendo al menos para sobrevivir a ese momento. Debía recuperar ese espacio para ser una humana más social para su cerdito, podía volver a ser amiga de Genma, después de todo él era el ex de casi todas en esa villa. Suspiró mientras daba un paso tras otro hasta que la puerta de la taberna estaba frente a ella, posó la mano en la manilla para abrirla…, pero esta se abrió sola. Aoba estaba ahí mirándola detrás de esos anteojos oscuros.
—¡Señorita Shizune! —dijo él contento, parecía haber empezado la primera ronda por la voz aguda y relajada que tenía. La abrazó—, Iwashi dijo que usted podría venir, pero no lo creía —La morena se preguntó si él era un sensor por la perfección de los tiempos en que ella se aproximó a la puerta y en que él fue a buscarla, Aoba pareció entender su contrariedad y la soltó para aclararse la garganta—. No estaba esperándola, solo quería salir un rato a tomar aire.
Nota mental: si trabaja para Inoichi seguramente leerá su mente, y aunque su estado etílico moderado podría estar jugando en su contra, seguía siendo peligroso para ella y sus secretos.
—Por favor, perdóneme.
Aoba sufrió, quizás ir abrazando a las mujeres sin su consentimiento estaba mal.
—No te preocupes —resolvió diplomática e incómoda.
—Venga, le mostraré dónde estamos. —Aoba la guió por entre la gente en ese ambiente atestado. La taberna era amplia como la calvicie del dueño y con una atmosfera pesada como su personalidad. Más allá de los descuentos ofrecidos por el mismo, la taberna nueva no tenía nada distinto de lo que usualmente representaba un recinto del Distrito del Licor. Ciertamente, la poca limpieza del lugar era lo que mantenía a Suzume lejos de los lugares que frecuentaba Raidō y compañía—. Lamentablemente quedamos al lado de los baños, lo siento.
Aoba definitivamente era como Inoichi, con la única diferencia que no podía callarse para guardar las apariencias.
—Está bien, solo vine por un rato.
—Debería quedarse más, Raidō vendrá más tarde. Usted sabe, él ama trabajar.
—Sí, lo sé. —Shizune no sabía si lo dijo o lo pensó, de igual forma Aoba habría escuchado.
En la mesa ya estaba Iwashi y un desastre que hacía ver que había más gente, pero que estaba dispersa por el lugar. Su compañero más joven se levantó con una sonrisa al verla llegar, su barba de chivo estaba mojada con cerveza, seguramente porque se había estado riendo con el grupo y no había podido mantener la cerveza en su boca. La morena se enterneció y se dejó guiar por Aoba hasta la mesa. Miró por sobre su hombro y vio que Genma estaba más allá con Ebisu haciendo valer su descuento. El dueño parecía ser el mejor amigo del hombre perfecto. Y tal como Aoba parecía tener poderes mentales, Shizune hizo que Genma se percatara de su presencia con solo mirarlo.
Craso error, el hombre calvo y panzón también la vio.
—¡Señorita Shizune! —gritó el hombre necio, dueño de su primer beso, de la taberna nueva y de su mayor vergüenza. Su voz ronca y gastada le decía que no había parado de gritar durante toda la noche, tratando de llenar cada silencio incómodo de los uniformados que bebían y cruzaban mirada con el dueño eufórico, usualmente debía contar una historia de carácter mitológico de cómo él venció a todos sus compañeros de salón. Y todos sus ex-compañeros de salón posteriormente desmitificarían los dichos con murmullos divertidos. Shizune sabía que debía contrarrestar tanta necedad con algo igualmente necio y había pensado en ello durante toda la tarde—. ¡Oigan todos!
¡Oh no! El interior de la médica se estrujó de espanto.
—Les presento a mi novia de la Academia: la señorita Shizune, actual asistente de la Quinta.
Shizune supo que, aun si su cara no era conocida y podía pasar como una civil promedio con sus ojos y cabello negro, no tenía escapatoria. Podía quedar para siempre marcada como la ex de ese civil, y si Tsunade por alguna razón tomaba otra asistente, ella también podría ser reconocida por las malas lenguas como la ex de ese hombre. Sakura podía correr peligro. Por eso, Shizune, por ella misma y las que vendrían, debía actuar. Era el momento, sabía que los colores podían subírsele fácilmente si se dejaba llevar por la necedad de él, pero no, recordó todas esas tardes en compañía de una bipolar Suzume, quien ahogaba su pena, su llanto y su alegría a causa del capitán quemado volcando su atención a la morena y su problema con el calvo y panzón. Interminables tazas de té y finos dulces siempre llevaban a la misma conclusión: debía dejarlo en vergüenza.
—El honor y orgullo es lo único que hace que los hombres hagan o dejen de hacer cualquier cosa —repasó Suzume como si estuviera dictándole una clase de Artes Femeninas, llevaba un semblante serio y elegante con la taza de té floral en las manos. Nadie se habría imaginado que Namida Suzume había estado llorando segundos atrás—. Raidō, por ejemplo, el honor lo llevaba a olvidarse de todo, incluso de mí. Por eso, si quieres golpearlo, golpéalo ahí: en su asqueroso orgullo.
De vuelta en la taberna recientemente innagurada por el calvo de supuesta buena puntería, el murmullo se hizo presente cuando nadie pudo desmentir o confirmar esa anécdota que podría ser o no real. Nadie en verdad recordaba mucho a Shizune en la Academia, todos podían visualizarla difusamente en el patio junto a Namida Suzume durante los almuerzos. Quizás más de alguno recordara el incidente confuso en que Genma le cortó el cabello, pero definitivamente todos recordaban que Tsunade la había cruelmente encerrado en la Morgue para reírse un rato. ¿Novios de Academia? No, nadie recordaba nada, difícilmente recordaban al dueño de la taberna en el aula de clases.
—Solo fue el peor beso de mi vida —respondió Shizune encogiéndose de hombros, luego se permitió reír—. Al menos besé a Genma con los años; besa mejor de lo que apunta, aparentemente.
Bien, Shizune supo que había confirmado el rumor del romance entre ella y su capitán de equipo de élite en el que ella cumplía una función de apoyo médico, pero ese no era el peor de los males. Siempre sería más jugoso el chisme entre uniformados de élite que uno aburrido de una uniformada con un civil desagradable: la razón era simple, a todos les gustaba teorizar entorno de un detalle mínimo, ahora dirían que el amor entre la morena y el hombre perfecto nació mientras ella le salvaba la vida en el bosque y su toque sanador había culminado en un beso apasionado que nadie nunca vio. Beso que ciertamente era mejor que lo que podía dar el dueño de la taberna, eso era el único hecho real del asunto. Y así, ese hombre necio dejaría de ser parte de su vida.
Solo necesitaba exorcizarse de Genma, Inoichi y Yamato o seguirían molestándola por el resto de sus días.
Shizune tomó asiento a un lado de Iwashi y le pidió un refresco de limón al tabernero necio como si nada hubiese pasado, segura de que él podría escupirle el vaso. Luego podría preguntarle a Aoba si era verdad que su refresco de limón tenía saliva disuelta.
Genma se acercó a la mesa con una sonrisa torcida, se había despedido de Ebisu luego de una pequeña junta de equipo de la niñez en la que hablaron de quién sabe qué: para Shizune fácilmente podrían haber estado hablando del esfuerzo sobrehumano de Gai como antaño o si era prudente invitar a salir a la elegante maestra de Artes Femeninas ahora que Raidō ya no estaba en el juego. Ella también era buena inventando historias de amor como el resto de la villa.
—¿De qué te ríes, Shizune? —preguntó el hombre perfecto, sentándose a su lado.
—Nada —resolvió, Aoba estaba hablando con Iwashi así que no podía delatarla.
—Pensé que ya no te veríamos aquí.
—¿Por qué?
Sí, la morena podía aceptar que se había vuelto loca: había bebido más de lo recomendado, se había encerrado a llorar amargamente y luego mudado y alejado de todos para consolar y cuidar a Suzume en su camino a la sanación. Era como si hubiese vivido tres años en unos pocos meses. Se sentía distinta, más calmada, más madura, y esperaba que Genma viese eso en vez de su versión de despechada mirándolo desconsolada mientras él la ignoraba para enfocarse en otra relación amorosa sin consistencia.
Aunque él también se había comportado como un imbécil.
—Discúlpame. —Genma parecía genuinamente avergonzado. Shizune quiso decirle que no sabía de qué se estaba disculpando, pero simplemente no era buena mintiendo, así que sonrió esperando a que el hombre castaño se explayara mejor. Ojalá también se disculpara con Hana—. No sé cómo actuar cuando estoy en una situación como en la que estuvimos.
—Yo tampoco sabía.
—Si te sirve de algo, has sido la mejor novia que he tenido.
—Debes sentirte así porque fui la última.
—Lo digo enserio. Teníamos algo especial.
El refresco de limón llegó a sus manos en el momento menos indicado, ya que la medica no quería que Genma dejara de hablar para identificar si era real o era una artimaña para hacerla caer otra vez en sus redes románticas. Ojalá fuera más amiga de Aoba para preguntarle. Si no hubiese nadie más en esa taberna, Shizune sabía que habría besado a Genma una vez más. A diferencia de Inoichi, la morena sí había tenido sentimientos románticos hacia Genma, aunque todo hubiese sido a causa de la forma en que él hacía el amor, según las palabras de su autoproclamada mejor amiga Anko.
—Díganos, señorita Shizune, ¿quién besa mejor: mi jefe o Genma? —gritó Aoba.
—¿Qué dijiste Aoba? —Ino apareció a la par de Raidō entre la multitud—, ¿Shizune fue la novia de mi padre?
Shizune se sintió abrumada, ahora iba a salir a la luz otro de los secretos a voces que tenía a su haber. Pensó que, si Yamato iba a hacer su entrada triunfal para decir que él también recibió las cándidas atenciones de la tierna médica y reina de los fracasados durante las vacaciones de primavera, ese era el momento perfecto. Sintió que finalmente los colores estaban por subírsele, pero Aoba fue el que se fundió en rojo al ver a la hija de su jefe mirarlo atentamente con esos dos ojos azules idénticos a los de su padre, listos para atacar y leerle la mente. Lo difícil de su trabajo definitivamente era trabajar para Inoichi durante el día y acompañar a Ino durante la noche en sus idas y venidas a las tabernas en medio de su entrenamiento temprano como ninja de la rama de Seducción y Espionaje. Esa noche era turno del callado Namiashi Raidō de acompañarla y él la llevaba a distintas tabernas durante su turno, y él lo había olvidado.
—No hablaba de tu padre —dijo rápidamente el aludido, sabiendo que la había jodido irremediablemente y que posiblemente sería suspendido de Intel., y tendría que ir a cumplir misiones agotadoras otra vez a las afueras de la villa. Meterse en los secretos los demás era menos agotador, meterse en los secretos de Yamanaka Inoichi, su jefe, estaba determinantemente prohibido.
Lo mismo para Ibiki, nadie jugaba con lo que él ya había jugado.
—No tienes otro jefe, Aoba —murmuró coqueta la rubia.
En esos dos minutos, la morena ya había pensado en treinta formas distintas de escapar de la hija de Inoichi. Se sentía como una traidora para su casi hijastra porque ella ya se le había abierto para decirle que apreciaba su momento de mujer adulta y mujer adolescente, y ella no había sido capaz de confesarle su pecado con su padre.
La rubia se echó a reír, contenta.
—Señorita Shizune, no contestó. ¿Quién besa mejor: Genma o mi padre?
—Ino —interrumpió Raidō a la rubia que estaba abriéndose paso hacia su madrastra en alguna dimensión paralela de la que ella estaba emocionada en imaginar. Shizune no tenía que ser mentalista para saber que en la cabeza de Yamanaka desfilaban fantasías de una gran boda que uniera para siempre al mentalista patriarca con la medica. Todas las mujeres que se especializaban en Artes Femeninas tenían una secreta fascinación por las bodas, lo había visto en la mirada de Suzume y ahora lo hacía en la mirada azulina de Ino—. Es hora de seguir con la ronda.
—¡Capitán, usted sí que es un aburrido! Es mi vida familiar de la que estamos hablando aquí —rugió dramática, pero el capitán quemado ya se había adentrado en la muchedumbre de la taberna—. ¡Capitán, no me ignore! —volvió a decir ella, pero se notaba que se divertía—. Señorita Shizune, tenemos una conversación pendiente.
—Cielos, esa chica está cada vez peor. Ya parece ser parte de la rama de Seducción —se quejó Aoba.
—Que no te escuche Inoichi —resolvió Genma con risa—. O te va a despedir.
Era divertido escuchar a Genma hablar de Inoichi luego de enfrentarse en singular batalla por la atención de la morena. Qué clase de cosas podría pensar Chōza de su compañero de toda la vida y su pequeño estudiante genin en una situación tan vergonzosa e infantil. Poco iba a saber al haber tomado en su juventud como equipo a Genma, Ebisu y Gai, sin saber estaba entrando al rival amoroso de su amigo rubio.
—Ya es suficientemente difícil recibir todas sus atenciones y saber que todo es mentira.
Shizune tomó de su refresco en silencio, Ino seguía siendo una niña aun si se comportaba como una adulta en el papel para el que estaba ensayando. Sabía que al menos Raidō si estaba comportándose como el profesional que era a diferencia de Aoba y no iría a comentar nada de Ino o su trabajo aun si Ibiki estuviera torturándolo por encargo de Yamanaka. Para gracia de Inoichi, Aoba era su suborbinado y arriesgaba su trabajo.
—Shizune, ¿no tomarás licor?
—No esta noche —sonrió, no iría a probar más licores sabor café de Genma. No venía en plan de conquista, de hecho, se había comprado un nuevo reloj de pulsera para indicarle el mejor momento de irse. Seguramente sería antes de que todos perdieran el sentido común y la vergüenza. Antes de ver entrar a Inoichi junto a Shikaku y Chōza por la puerta en búsqueda de un descuento, quizás.
Un ex-novio por noche.
—¿En qué ha estado? —preguntó entonces el mentalista Aoba.
—Academia mayoritariamente, he tomado unos cuantos turnos en el Hospital y en la Morgue, pero no mucho.
—Siempre trabaja demasiado —respondió Iwashi con culpa—. Debería salir más seguido con nosotros.
—Sí, lo sé. —Tenía claro que estaba transformándose en esa mujer trabajólica y aburrida que Tsunade siempre predijo que sería, pero no se arrepentía de nada. Ahí estaba, haciendo un genuino esfuerzo para tener más vida social.
Pasada la noche, detectó el aroma de Genma a su lado, ese que tanto había extrañado y no se había dado cuenta. Llenó sus pulmones de esa esencia que tanto disfrutaba al despertar entre sus sábanas malditas y tuvo miedo de caer otra vez en sus redes, estando presentes esas maniobras evasivas cada vez que él sintiera que se le exigiría ser fiel. No sabía si él era capaz de cambiar. El castaño la miró, se sonrió y no pudo evitar acariciar la espalda de la morena como si, al igual que ella, estuviera añorado lo que había tenido alguna vez. Shizune se negaba a estar como Suzume por un hombre que no encajara con sus exigencias mínimas.
—¿Estás bien? —oyó decir a Genma y sin pensar volvió a estar en el parque junto al cariñoso Iwashi, pero no, era el castaño. ¿Es que estaba mostrando genuino interés por ella?
No, debía ser una artimaña.
—Tengo un poco de sueño.
—Lo malo de ser maestra —dijo él con una sonrisa que en el pasado la habría derretido hasta caer rendida a su cama—. ¿Quieres algo?
—¿Cómo qué? —preguntó ella, ya que no sabía qué podría ofrecerle él. El Genma al que ella estaba acostumbrada confiaba en demasía en su independencia, tanto que podía llegar a dolerle y ese era el momento en que Raidō aparecía a mostrarle un poco de empatía para aplacar la apatía de Shiranui. Sin duda ese aspecto era parte de sus maniobras de evasión que ya no estaba presente, por lo que parte de ella quiso creerle.
—No sé —dijo encogiéndose de hombros.
Seguramente ni él sabía cómo comportarse ahora.
—Supongo que iré a hacer valer mi descuento.
Shizune se fue a pagar el refresco de limón con la mejor sonrisa con la que pudo adornar su rostro. No sabía si debía sentirse mal o tranquila con lo que había sucedido con el dueño de la taberna, lo había insultado en su propio territorio; pero fue incapaz de pensar en todas las veces que él fue al Hospital y a la Academia a molestarla a ella. ¿Por qué tenía que sentirse mal por él? Pasó adelante y él le pasó la cuenta. No había descuento alguno.
—¿Y el descuento de las exnovias?
—¿Cuál descuento? —se defendió arisco.
Shizune se sonrió, no iría a verlo.
—Debí confundirme, lo siento.
Se dirigió al baño y se encontró con una fila enorme, miró por milésima vez más su reloj, segura de que se iría luego de vaciar la vejiga. Vio la mesa en la que estaban sus amigos y no pudo evitar sonreír al ver al castaño reírse con algo con había dicho Aoba. Bajó la vista, sintiéndose tonta por guardar una mínima esperanza de que Genma volvería arrepentido. Debía dejar de pensar en él y enfocarse en el futuro. En su nuevo apartamento y su vida adulta con su cerdito. Suspiró y con un escalofrío recorriéndole la espalda, notó que en la caja registradora el dueño la miraba con el ceño fruncido, y a diferencia de lo que le pasaba con Aoba, ella no podía escuchar lo que él pensaba de ella. Nada bueno asumió. Lo bueno de todo era que todo ese refresco de limón se iría por el drenaje como una metáfora de lo que ese hombre significaba para ella.
—Señorita Shizune —cantó una vocecilla conocida, el maquillaje de esa noche estaba un poco corrido, pero seguía viéndose hermosa como siempre. Había elegido usar unos labios de un tono muy rojo combinados con un delineado fuerte en los ojos. La formación de la rama de Seducción iba bien para Ino. Ella estaba apoyada en la puerta del baño cual gata, mirándola con los mismos ojos de Inoichi, era el único lugar en que su guardaespaldas no la acompañaba—. Recuerde que tenemos una conversación pendiente.
—Ino…
—Acabo de terminar mi ronda por hoy. Podemos despachar a mi capitán y compartir una copa de vino juntas, si así gusta. —La rubia indicó con la cabeza para que viera cómo Raidō se acercaba a la mesa junto a los baños con una expresión más relajada que cuando iba de chaperón con Ino—. ¿Qué dice?
—Ha sido suficiente para mí —explicó Shizune, tomarse una copa de vino con ella parecía surreal sabiendo la diferencia de edad que tenían las dos y que la rubia la miraba más como modelo a seguir que como amiga.
La mujer que seguía en la fila apremió a Ino para que saliera de la puerta del baño para entrar. Solo faltaban dos mujeres para usar el sanitario antes que la morena y ella podría huir en poco tiempo por la ventana del baño.
—¿Cuándo estuvo con mi padre?
—… Hace un tiempo. —Recordó cuando ella garabateaba en el estanque de peces e Ino pensaba que se sentía así por Yamato.
—¿Por qué no me lo dijo? —resolvió la chica antes de retractarse—, entiendo que no quisiera decirme, la verdad; pero ¿por qué no siguieron? ¡Amaría que estuviese con papá! Sé que serían una bonita pareja. Él es un hombre muy atento y cariñoso. Yo sé que lo sabe.
—Ino, sé que te emociona esto: a mí me gustó tu padre, pero…
—¿Sigue enamorada de Genma? Oí que terminó con mi padre por él. —Ino pareció decepcionada, pero igualmente optimista.
—No, Inoichi no quiso seguir conmigo —dijo la morena, intentando defenderse. El rubio no era la victima—. Cuando quiso volver, no pude volver a sentirme cómoda con él porque leyó mi mente sin querer.
No quiso mencionar el hecho de que había entrado dos veces a su apartamento: la primera para coger con ella estando borracho, sin muchos cuestionamientos, y la segunda para llenarle cada rincón de flores para hacer valer su hombría.
Ino negó severamente con la cabeza, no tenía que ser mentalista para entender que la hija de Inoichi se sentía decepcionada por el pobre desempeño de su padre en asuntos del amor. Su mirada azulina cayó sobre el eterno compañero y mejor amigo de su capitán.
—¿Y Genma?
—No sabe lo que quiere, se puso celoso cuando intenté volver con tu padre.
—Hombres…
Edit: 24/11/2021
Un capítulo bastante feminista a mi parecer (pasé los tres años inactiva en este fanfic escuchando podcast e instruyéndome).
Si no le das click a review, esta autora morirá de hambre. Ustedes saben, los reviews son la moneda de pago en este mundo virtual. Genma les manda un beso. Chai.
Encuesta que nadie pidió: ¿Quién debería quedarse con Shizune? Genma, Inoichi, Yamato, Kakashi (mentira), Anko, Iruka, Raido o Aoba.
