Tenía este cap casi listo al día después de publicar el cap 13, pero me faltó una escena por los segundos 100 días de cuarentena. Gracias por los reviews, los amo.


La Reina de los Fracasados

Capítulo XIV: Baki de la Arena


Shizune suspiró sentada a un lado de la ventana, Genma seguía dormido en su cama. Suspiró otra vez, y otra y otra. Trató de mirar hacia la ventana, pero estaba tan oscuro que volvió a verlo a él. Imaginó que él despertaba, le preguntaba qué estaba sucediéndole y que mejor volviera a la cama. Genma se volteó en la cama como si le negara esa fantasía, puesto a que le dio su espalda. Le dieron ganas de morderle el hombro desnudo y despertarlo, pero no se sentía con la confianza necesaria para hacerlo, ¿cómo podría tenerla si iba a desecharla cuando supiera que la tenía asegurada? Porque Genma parecía ser del tipo que le gustaba en el proceso de conquista, pero no lo que sucedía después. Suspiró una última vez y se fue a la cocina, quizás podría abortar al insomnio trabajando un poco.

Tomó un sorbo de agua fresca mientras revisó los papeles que había dejado reposando en la mesa de la cocina, aunque su mente siguiera admirando la belleza del hombre. Vio la letra de Kotetsu en las pequeñas notas amarillas pegadas en los documentos en sus manos cuando su mente viajó a alguna laguna termal donde podría estar la semana entrante con su compañero de equipo, sin el resto del equipo, porque él estaría besándola en la mejilla mientras la abraza, sumergidos hasta el pecho en agua caliente. Kotetsu escribía de la Arena y ella se veía a sí misma en un baño de barro junto a él..., espera. ¿La Arena? Leyó con detención y el documento que el chunin había redactado hablaba de una cláusula de la Alianza en la que se haría un intercambio de especialistas. Frunció la boca, no se indicaba de qué tipo de especialistas se enviarían de ambos lados, pero estaba casi segura de que, como fue obligada a formar parte de la Academia, viajaría al extranjero a impartir lecciones de venenos o alguna otra cosa, con el pequeño detalle de que Genma no la acompañaría. Entre tanta divagación, quiso volver a su cama y abrazarlo fuertemente. Después de todo, obviamente su interés por ella no era a larga distancia. Él se había quedado tres noches seguidas, le quedaba más cerca de la muralla y podía dormir un poco más, además Suzume siempre hacía un desayuno delicioso. Sí, quizás cuando ella se fuera, él seguiría viniendo por comodidad. Ahora, además de la boca, su entrecejo estaba fruncido. Volvió su atención a los documentos, aunque de vez en cuando volvía a ver hacia su habitación.

Debía dejar de caer en las redes de Shiranui Genma, seguramente solo la quería vacíamente.

El cerrojo de su apartamento cedió levemente, como si la persona que quería entrar no quisiese hacer ruido. Se levantó de su asiento en la cocina y tomó el vaso para lanzarlo si era necesario. Al menos causaría un gran estruendo y alertaría a todos que había un intruso. Sin embargo, Suzume fue la que apareció detrás de la puerta.

—¿Suzume? Pensé que estabas dormida.

—Yo pensaba lo mismo de ti —resolvió apenada—. Lo siento, se me hizo tarde. Asumí que Genma volvería a quedarse así que paseé más de la cuenta.

—¿Sola? —preguntó su amiga, miró su reloj de pulsera y marcaba pasada la media noche. No eran horarios de una maestra, menos en una noche de escuela. No sabía si sentirse apenada por haberle hecho caminar hasta tan tarde, o feliz porque no creía que hubiese estado sola.

—No —replicó enigmática, la morena sabía que no quería compartir más información—. ¿Qué haces aquí?

—No podía dormir.

—Nunca puedes hacerlo cuando Genma está aquí… —susurró preocupada—. ¿Quieres hablarlo?

—No, ¿con quién estuviste? —resolvió entonces, con una sonrisa pícara.

Ninguna de las dos quería hablar más allá de monosílabos.

—¿Qué pasa aquí? —preguntó entonces el único hombre que moraba ese apartamento, vestía los calzoncillos y la parte de arriba del uniforme. Él era el único que realmente disfrutaba de vivir bajo ese techo, puesto a que dormía y comía bien, no como las mujeres, que una no podía dormir y la otra estaba ocultando algo.

—Genma, lo siento, ¿te despertamos? —replicó la maestra—. ¿Quieren una infusión de manzanilla? Les ayudará a dormir.

—¿Por qué estás vestida? —se rió él, a lo que Shizune sonrió pícara—. ¿Con quién saliste?

—No me quiere decir —añadió la morena divertida.

—¿Y tú por qué estás trabajando? —le respondió él.

Suzume fue la que sonrió esta vez.

—No puede dormir, pero no me quiere decir por qué.

Genma la miró entonces, Shizune se sintió mortificada, si él sabía que ella no podía dormir por su culpa seguramente se iría. Sería bueno, pasaría el trago amargo más fácil y podría volver a su vida tranquila y soltera, pero no estaba lista para dejarlo ir.

—¿Por qué no me despertaste?

—No sé —dijo, pero ella sabía por qué.

Se veía bien dormido y le gustaba babear por él desde una distancia prudente para que él no notara la baba. Sonrió y trató de enfocarse otra vez en los papeles para ignorar a sus dos inquilinos. Suzume fue a hervir el agua, pero Genma siguió mirándola hasta sentarse frente a ella. Estaba actuando como su novio y eso no le gustaba.

—Te hubiese preparar un té —resopló él, aunque sinceramente no se le hubiese ocurrido. Además, luego de ver a la maestra celebrar la fiesta del té, con temperaturas para cada hierba y tiempos de reposo, estaba seguro de que tampoco podría hacer uno. Era un inepto, pero al menos lo estaba intentando—. O no sé, algo.

—La próxima vez —dijo a modo de sugerencia y bajó los hombros como si quisiera delatarse a sí misma. No lo haría, no quería encariñarse más con los cuidados extra que le ofrecía, bastaba con cariño que le daba con lo que tenía debajo de los pantalones. Shizune estaba convencida de que, si no le aceptaba besos ni caricias en situaciones más cotidianas, se cansaría de él y lo dejaría. Antes de que él la dejara a ella. Sí, eso haría.

—Yo sé cuándo mientes —dijo quedamente, luego miró a la maestra y le sonrió—. ¿Con quién estabas?

—No te incumbe, Genma —dijo la maestra, viendo cómo hervía la tetera en el fogón para evitar verlo a él.

—Claro que sí, quiero saber si es un buen partido.

—No te lo diré —dijo ella. Él era el mejor amigo de su ex, había ciertos límites que debían respetarse.

—Si es por Raidō, no te preocupes. No quiero matar al pobre.

Genma estaba entrando en un terreno peligroso para todos. Suzume estaba superando recientemente al capitán quemado por lo que Shizune impediría que ella retrocediera todos esos pasos que había dado para tener una relación sana, puesto a que una de las dos debía triunfar en ese terreno. Si a ella le hubiesen insinuado que Genma estaba sufriendo por ella cuando estaba de proceso de rehabilitación fallida, por cierto, seguramente habría caído en éxtasis inmediato. Abrazando sus más oscuras fantasías con el príncipe de los fracasados, debía pensar rápido, puesto a que Suzume ya había cambiado de expresión al oírlo hablar de Raidō. Miró sus documentos y vio la letra de Kotetsu.

—¿Alguien sabe de las nuevas cláusulas que tiene la Alianza con la Arena?

Podría haberlo hecho mejor, se dijo a sí misma. No era un tema de conversación adecuado pasadas las doce de la madrugada, pero en la fracción de segundo en que hizo sinapsis esa idea, le pareció una muy buena. Suzume había salido a caminar de noche a un destino desconocido con una persona más desconocida aún. Sin embargo, si la morena estaba en lo correcto, podría averiguar la identidad de ese hombre misterioso sin alertar a Genma. Por la expresión de la maestra, supo que ella entendió a lo que quería llegar y, luego de un momento de duda, asintió con la cabeza. Ella no debía saber mucho porque seguía en redacción el documento oficial, la información la obtendría de un hombre como Baki de la Arena, ya que Shizune sabía que, aunque ella dejaba los documentos allí, nadie iría a mirarlo.

La deducción de la medica pudo ser perfecta de no ser porque Anko le había estado hablando a Raidō y a él de la interacción extremadamente falsa entre Suzume y el hombre del desierto.

—Sé que habrá una especie de intercambio de especialistas, pero no sé mucho más.

—No quiero hablar de trabajo —resolvió Genma con un tono divertido, lo cierto era que no quería saber. No soportaría ver a Raidō matarse trabajando otra vez como lo había hecho cuando Suzume cortó con él. En sus largas noches de juerga, más de una vez habían establecido envejecer juntos. Verlo sufrir significaba sufrimiento para él mismo.

—Quiero saber qué clase de especialistas —dijo ella, pensó rápido—. Quizás la señora Tsunade me enviará lejos y no lo sé.

—¿De qué hablas?

La ansiedad que sentía Shizune sin saberlo se hizo presente.

—No quiero ir a la Arena —dijo sin pensar—, ya estoy encargada de hacer cursos de medicina básica en la Academia y ni siquiera fui preparada para ser maestra. Aun no sé si estoy capacitada para dictar un curso, por muy básico que sea... Absolutamente nadie está cerca de revivir un pez en el estanque. ¿Ahora tengo que ir al extranjero? No lo sé, siento que me están castigando demasiado.

Shizune respiró hondo, no se había dado cuenta que había agotado todo el aire en sus pulmones. Por fin podía entender su insomnio: si se enamoraba de Genma, le daría la razón a su mentora de que solo se fue de su lado para meterse con el primer hombre, en este caso segundo, que encontrara para llevárselo a su bonito apartamento. Aunque ya lo estaba haciendo, también vivía con una amiga, tenía amigos y podía dar cenas en su apartamento. Era muy injusto que la rubia se burlara de ella solo por una de las tantas cosas que quería hacer fuera de su sofá.

Al menos, Suzume había dado unas luces de que sí había sido Baki el pseudo-galán con el que había salido. No tenias pruebas, pero tampoco tenía dudas.

—¿Estás bien?

—Nadie te llevará a la Arena si no quieres —le dijo su amiga como si consolara a una de sus pequeñas y mocosas alumnas, tomó una taza y le sirvió un poco de la infusión de manzanilla que le había prometido. Una de las flores flotaba allí dentro y la miró con pena, estaba ahí sofocándose de calor como lo estaría en un futuro en la Arena impartiendo las peores clases de medicina básica.

El drama estaba poseyéndola.

—Vamos a dormir, Shizune —sugirió Genma y ella obedeció llevándose la taza con ella. Más tarde, ella se volteó mirando a la pared y trató de dormir con él abrazándola por detrás. Después de muchas vueltas en lo mismo, pudo dormir unas cuantas horas.

Cuando despertó, Genma estaba vistiéndose y le sonrió. Era la primera vez que despertaba antes que ella y tenía el tiempo de bañarse y estar casi listo. Miró su reloj de pulsera, asustada, pero solo había dormido unos diez minutos más de lo normal. Era él el que estaba con comportamiento extraño. Quiso preguntar, pero no sabía cómo.

—¿Vamos a tomar desayuno afuera?

—¿Y Suzume?

—Podemos traerla, si quieres.

Suzume se notaba incómoda ahí sentada en el local, pero no supo decir que no a la invitación. Llevaba el cabello húmedo aún y miraba la carta del menú como si esta la hiciera desaparecer de allí. Salir del apartamento había sido rápido y precipitado puesto a que ellas debían estar en la Academia en una hora y él debía recluirse en la muralla. Shizune recordó la oportunidad en que ella la acompañó a su almuerzo junto con Raidō y lo nerviosa que se sentía estando allí, solo por la posibilidad de ver a Genma. Ahora, él estaba sentado a su lado con uno brazo reposando en el respaldo de ella.

Pidieron el desayuno del día y aguardaron en silencio.

—¿Durmieron bien? —dijo el hombre perfecto con una sonrisa.

Tanto Suzume como Shizune no lo habían visto tan relajado ni feliz, alejarlo de la fortaleza fracasada podría ser una de las causas, puesto que vivir en un lugar tan feo, húmedo y lleno de hombres cavernícolas debía ser triste. Ver todas las mañanas a Ibiki después de pasarse la noche torturando a alguien podía ser traumático. En cambio, despertar con un cerdito odiándote era un detalle despreciable, puesto que no todas las noches estaba ahí. Como esa noche, por ejemplo, puesto que estaba con su otra madre.

—Bien, supongo —empezó Suzume.

—Sí… —terminó Shizune.

—No se ven tan animadas —resolvió con una simpatía amarga.


Anko despertó con el olor del café recién molido y unas tostadas quemándose lentamente al fuego de la cocina, pero lo que de verdad la sacó de la inconsciencia fueron los continuos golpes en la ventana. Con un ojo cerrado y sacándose el rastro de saliva con el dorso de la mano, se levantó de la cama con pereza, alertando al maestro atento en la cocina. Lo oyó decir algo, pero simplemente no le interesó. Seguramente era unos buenos días de forma dulzona y paternal, nada tan interesante como las noticias que le tenía su agente especial recién llegado. Abrió la ventana de un golpe para que la mujer enmascarada le entregara un rollo y desapareciera sin dejar rastro, Anko estaba complacida. Nada mejor que recibir chismes tan temprano en la mañana.

Leyó los trazos en código con una sonrisa amplia que rosaba lo malvado, como si el sueño y las lagañas nunca hubiesen existido.

—¿Dormiste bien? —preguntó el maestro con una bandeja en las manos, Anko lo miró con la misma sonrisa penetrante—. ¿Todo bien?

—Sí —respondió, tomó el café que había en la bandeja para tomárselo de un sorbo largo. Era mera costumbre porque el chisme ya la había despertado y dado la energía que necesitaba para ese día. Robó una tostada con dulce, se lo puso en boca, tomó su ropa dispuesta a vestirse al tiempo que iba bajando las escaleras del edificio—. Hoy no me esperes.

Iruka suspiró. Anko era peor novia que Tsunade, o quizás él era demasiado atento.

—Algún día aprenderé —resopló, se sentó en la cama y comió de lo que quedaba en la bandeja en silencio.


Vio a Kankurō en la Academia hablando con los maestros más jóvenes de la Academia. Sintió que venían por ella por lo que se adentró lo más rápido que pudo hacia su salón de clases, ajena de que el estudiante de Baki estaba interesado en Tenten. Trató de dictar su clase sin pensar mucho en la Arena, mientras hablaba de unas técnicas, su mente la llevó al desierto. Allá tendría que buscarse a otra Suzume para tomar té durante los recesos a un lado del dispensador de agua, pero sabía que jamás encontraría a una persona tan dulce y atenta como ella. En la Arena, el manejo de las emociones se llevaba al límite, según tenía entendido. Terminó la clase con un ligero dolor de estómago por la ansiedad y buscó a la maestra de las ondulaciones en el cabello.

En vez de eso, vio a Iruka en el dispensador de agua.

—Hola, señorita Shizune, ¿cómo van las cosas con Genma?

—¿Por qué? —dijo paranoica.

Cuando era novio de Tsunade, le compartía información de ella; ahora que era novio de Anko y, era ella la psicópata más grande de la aldea, era más peligroso. Quizás debía decirle a Anko que le había levantado al novio a la rubia y así se acabaría el asunto.

—La señora Suzume me comentó.

—Aa, no sé. Seguro se aburre en una semana más.

—¿Tan segura esta? Según la señora Suzume, las cosas se ven bien para ustedes. —Shizune entornó los ojos, solo estaba siendo espía de Anko—. Bueno, quizás no.

—¿Dónde está ella?

—Conversando dentro de la sala de maestros con un delegado de la Arena —dijo sin mucho interés, era como si no le despertara curiosidad ese hecho tan extraño.

—¿Por qué?

—No lo sé, debe ser por las nuevas medidas que tomarán por la Alianza.

—¿Es Kankurō?

—No, su maestro.

Shizune ahogó un grito, por lo que el dispensador de agua lo hizo por ella, burbujeando por la pérdida de agua que el maestro Iruka estaba causando al servirse agua caliente. La morena sintió que estaba entrando en una dimensión desconocida en que los papeles se habían intercambiado, puesto a que ella había estado con Inoichi ahí en el pasado. Seguramente le estaba diciendo que quería tener una cita con ella y se lo estaba preguntando con el pretexto de las nuevas reglas de juego con la aldea vecina. Quiso pegar su oreja a la puerta, pero esta se abrió antes de que caminara hasta ella. Baki se fue sin siquiera dirigirle la palabra a nadie.

Suzume debió decirle que no.

—¿Qué pasó? —preguntó el maestro sin enterarse del ahogo de la maestra de las Artes Médicas.

—Nada muy importante, la verdad —resolvió con un sonrojo en las mejillas y se fue hacia su salón luego de una disculpa.

—¿Cree que recibamos alumnos de la Arena? —preguntó Iruka, pero Shizune ya se había ido.

Suzume estaba arreglando unas cuantas flores en el salón, seguramente lo había estado haciendo antes de que el hombre del desierto llegara y volvió rápidamente a reanudar su tarea. Shizune apareció como una loba atacando a su presa en la puerta.

—¿Qué quería?

—Vino a preguntarme por mis tobillos —dijo sin mirarla. Bastante atento ese hombre, se dijo Shizune—. Ya sabes, por mi caída el otro día.

—¿Cómo sabe que trabajas aquí? —preguntó la morena, cerrando tras de sí la puerta, no quería que el espía de Anko las escuchara. No era que ya no lo quisiese, solo es que su novia hacía correr rumores tan fácilmente como se comía los dulces rancios de cada taberna que visitaba. Muchos sin siquiera verificar la fuente. Seguramente Tsunade ya estaba enterada de que había salido a tomar desayuno con Genma y Suzume.

—Su estudiante nos vio entrar esta mañana a la Academia.

—No es tan psicópata —murmuró Shizune solo para sí—. ¿Solo fue eso?

—Y saldré con él esta noche…

—¿Otra vez? —Suzume la miró con cara de pregunta—. ¿No saliste ayer con él?

—No. —Por la cara que traía, seguro pensó que se había equivocado.

—¿Con quién saliste? —Shizune entornó los ojos.

Suzume suspiró dejando las flores a un lado.

—Con Raidō.

La mente de la morena no reaccionó. Los pensó en una cena desabrida para evitar que al capitán se le taparan las arterias de desamor, quizás pidiéndole explicaciones, quizás no, pero Shizune sabía que ella sí era la que estaba exigiendo una respuesta, puesto a que él no quería darle los hijos que ella quería. Frunció la boca y adornó su rostro con una mueca de interrogante a lo que la maestra solo se encogió de hombros.

—Solo nos vimos.

—¿Y de qué hablaron?

—De todo un poco.

—¿De Baki?

—No, de todas formas, él no sabe. Fue un tropiezo que no significó nada.

Shizune calló, claro que significó para el hombre del desierto.


Shizune suspiró en medio de una clase práctica. Había dispuesto a los niños en círculo en el patio, frente a un muñeco para explicarle los puntos vitales y así poder respirar aire fresco y concentrarse mejor en sus tribulaciones. Suzume estaba en el otro lado del patio explicando el lenguaje de las flores a su curso, la veía contenta enseñando su arte con su cabello rizado al sol y sus ojos al descubierto. Era normal, porque amaba ser maestra más que nada en el mundo, no era atribuible a que saldría esa noche con el maestro tosco de la Arena. No era tan chismosa como Anko, por lo que no iría a inventarse una historia extravagante entorno a la maestra para solo satisfacer su aburrimiento. Suspiró y pasó a ver a los chiquillos que trataban de reanimar a su muñeco inanimado. No podía sentirse mal por preocuparse de su amiga, no podía distinguir qué papel cumplían Raidō y Baki en la vida de la maestra en este momento. En definitiva: cuál era la representación de Inoichi y cuál la de Genma.

—Está bien, sigan así —dijo la mujer, uno de los niños estaba poniendo las manos sobre el pecho del muñeco mientras simulaba salvarlo de un paro cardiorrespiratorio.

—¡Maestra, está tocándola inapropiadamente! —dijo una niña, no tenía la dentadura del frente así que seseaba un poco.

—¡Claro que no!

—¡Que sí!

—Niños, no se alarmen… Además, es solo un torso —explicó Shizune, no se había planteado jamás en la identidad de género del muñeco de prueba. Ella misma se identificaba como mujer, pero no tenía unos pechos muy pronunciados al igual que el muñeco, además, con el uniforme se veía como un niño pequeñ Genma, ella se veía perfecta, pero más importante que esto, ¿por qué él tenía que intervenir en sus pensamientos?

—¿Se pueden revivir torsos? —preguntó conspirativamente otra niña con una expresión asustada.

—Claro que no —dijo la inteligente del grupo, causando expectativa histérica—. No tiene sistema nervioso.

Shizune decidió que era tiempo de mandarlos a casa.

—¡Suficiente por hoy! —dijo ella—, el miércoles veremos plantas medicinales, para eso lean el capítulo cinco. ¡Se pueden ir!

—Vaya, si te hubiese tenido de maestra hubiese tomado este curso —intervino sonriente su mejor amiga, oculta desde las sombras de un árbol. Claro que tenía que estar ahí en el momento menos propicio para su orgullo como médica. Suspiró por primera vez en el día en la que la causa no era Genma, sino Anko. Ella siempre traía problemas, nunca iba a verla si no era trayendo la desgracia. Con buenas intenciones, claro, pero la desgracia es desgracia, al fin y al cabo—. Me encantó la interrogante que planteó esa niña. Es un buen giro a la medicina, ni mi maestro llegó tan lejos.

—¿Qué te trae por aquí? Si buscas a Iruka, aún sigue dictando clase.

—No, vengo a darte unas noticias. —Shizune cerró los ojos como si le hubiesen dado una estocada, ya podía sentir que venía la desgracia—. Creo que ya sabes que habrá intercambio por la Alianza.

—Si me dices que me iré, no me parecerá sorprendente.

—No, no te vas tú, por supuesto —se dijo con una sonrisa—. Además, tienes que seguir inspirando a tus estudiantes para que practiquen cosas prohibidas.

—¿Se va Suzume?

—No, aunque creo que el romance entre ella y Baki puede prosperar… —dijo para sí, Shizune temió que ya toda la aldea supiera que hoy tenían una cita, pero lo que no sabía era que Anko solo tenía en mente ese beso que nunca existió—. Pobre Raidō, se quedará a ver todo eso sin su novio.

—¿Qué?

—No sé si es culpa de Tsunade, pero Genma se irá a la Arena. ¿Será que quiere que no seas feliz o solo fue Kotetsu? Porque te lo aseguro, ese malnacido puede llegar a ser diabólico.

—Estoy segura de que fue al azar —comentó Shizune.

—Te diré lo que no fue azar: Inuzuka Hana también va, con la única diferencia es que ella se ofreció como voluntaria poco después de que se supiera la nómina oficial.


Edit: 27/11/2021


Bueno, back to drama. Cuando todo empieza a ir bien, me aburro de los fics. Me pasa que amo el GenShi pero siento que aun puedo sacarle drama a este fic. Nadie conocerá a los personajes anymore, pero a mí me gustan y punto. Ahora que sacaré temporalmente a mi Genma precioso, puedo efocarme al drama con otros. Más el drama de que Genma se encontrara con su antiguo amor en un país lejano. ¿Qué escucho? ¿Dicen que me estoy equivocando? Pues sí. Pero ya no sé qué hacer y quiero disfrutar que salí de mis 13 caps. Nunca había tenido una historia que pasara el número de la mala suerte.

Dejen reviews. Subí el primer cap a wattpad pero no entiendo la plataforma porque soy un cadaver fickero.