The Legend of Zelda
The Broken Hero
Por LinkAnd06
Capítulo VI: Angustias
El incómodo silencio rodeaba los alrededores de la oficina, todo gracias a las palabras que el dueño del lugar había soltado hace apenas unos momentos, afectando al joven espadachín, quien no sabía cómo responder, nunca lo habría imaginado.
-"Yo conocí a tu padre…"
Esas palabras continuaban haciendo eco en la alborotada mente del hylian, hasta el punto de que sus brazos comenzaron a temblar, algo dentro de él no quería escuchar el resto de lo que su maestro le diría.
-¿Estás… bromeando, verdad?- preguntó, con un tono bajo, audible, pero temeroso.-Ayer dijiste que era broma…¿¡Por qué te contradices ahora!?
El mayor cerró los ojos, bajando su mirada, dejó que su silencio respondiera en su lugar, ante su confundido, y en parte alterado, alumno.
Link sujetó su propio antebrazo derecho, quería tranquilizarse, no podía enojarse con él, menos por una persona que en esos momentos no le importaba, o siquiera conocía. No sabía cómo evitarlo, por lo que decidió escuchar.
-Kamui, era mi mejor amigo, desde que tengo memoria.-inició Dante, mirando el cuadro también-. Entrenamos juntos en esta misma academia, nos apoyabamos mutuamente, y llegamos muy lejos.-dijo con una leve sonrisa, el hylian le miró de nuevo, curioso.-Tras graduarnos, tomamos caminos diferentes, me dijo que iría a donde el viento le llevara…
-¿Por qué, se separaron?-preguntó Link, al verlo callado tan de repente. Nunca había pensado que ese tipo de amistades llegarían a separarse, siendo él mismo tan cercano a sus dos amigos, no podría imaginar tener que separarse de ellos fácilmente.
-Digamos que, tuvimos un objetivo en común, es solo que el destino prefirió que tomaramos rumbos diferentes…-Respondió algo cabizbajo, tampoco le gustaba aquél resultado.
-¿Cuándo se reencontraron?- dijo el joven, sin comprender lo que sentía, pero quería escuchar el resto, así le doliera.
El pelirrojo le miró a los ojos, con su semblante serio de siempre.- No supe de él por ocho largos años, hasta ese día que lo encontré en aquél pueblo destruido…-suspiró, antes de continuar, le lastimaba recordarlo.-Entre todo ese desastre, estaba él, muriendo…
Link abrió más sus ojos, sintiendo una punzanda en su pecho, al igual que en su cabeza; la cuál no podía entender, nunca sintió algo parecido por un "desconocido".
-No pude hablarle directamente, pero, un compañero de él, me pidió que cuidara ti.-continúo, cruzando los brazos y dándole la espalda.-Fueron sus últimas palabras, me dijeron-suspiró, por muchos días se lamentó de haber llegado tarde.
Link desvió la mirada, seguía sin entenderlo-No te conocí hasta hace seis años…
-Te busqué desde ese día, hasta el punto de pensar que me engañaron, quién diría, que te encontrabas aquí, Oval, el pueblo distante. A mi parecer, tuviste suerte-finalizó, era todo lo que debía revelarle, de momento; no estaba seguro de como él reaccionaría.
Link bajó la mirada, no podía creerlo, todos esos años no le había importado su anterior vida, por pensar que jamás la recordaría. Todo ese tiempo, su propio maestro era un conocido de su verdadero padre, nunca lo habría imaginado.
-¿Y mi… madre?- preguntó, esperando la misma respuesta, era lo más lógico, después de todo, una pareja siempre estaría junta.
Dante pensó por un momento, a ella nunca la conoció-No lo sé...-se rascó la nuca, mirando al techo.- Me lo he preguntado, pero de ella nadie sabe su paradero.
-¿Eh?-el hylian, sorprendido, comenzó a sentir presión en su cabeza, como si todo temblara a su alrededor de forma lenta-Le pregunte sobre Kamui al propietario del pueblo, me contó que él antes vivía en un pueblo nevado junto a tí y su esposa…-aclaró, ahora mirándole de reojo.
Link miró el cuadro de nuevo, sudando frío y con presión, mientras observaba los detalles de este, el poblado, el cielo, la nieve. De alguna forma, su curiosidad se convirtió en nervios, como si temiera de algo desconocido para él.
-¿Link?- Dante intentó llamarlo, al notar su inusual reacción- ¿Que tienes? ¡Link!
…
Link abrió los ojos de forma repentina, respingando, mientras jadeaba de forma fuerte, con una mano en su pecho; nervioso. Miró a su alrededor, notando que estaba en un lugar seguro, lejos de donde antes se encontraba. Dudoso, notó que no había ninguna herida en su pequeño cuerpo, aliviando un poco al infante.
Se preguntó cómo llegó allí, hace unos momentos estaba atrapado, frente a un ser peligroso…¿Habrá sido un sueño? ¿Estuvo en realidad dormido todo el tiempo? Antes de pensarlo, decidió salir a la sala, podría comprobar todo solo con verla a ella, quién también estuvo en aquél acontecimiento.
Por la prisa, salió aún en sus pillamas celestes y descalzo, no le importaba sentir frío si quería comprobar que ella se encontrara bien; corrió por el pasillo hasta llegar a su destino, donde dos figuras adultas conversaban de manera animada.
-¿Estás segura? No parece que el clima quiera mantener este ritmo todo el día.-dijo un hombre medio alto, pelinegro, con los ojos azules, y las orejas puntiagudas, las cuales parecían sobresalir de sus patillas. Estaba vestido con ropa de invierno, una camisa gruesa de mangas largas azules, y unos pantalones grises del mismo material.
-Si, claro que lo estoy.-respondió una joven, de aproximadamente unos dos años menor que el contrario, sonriendo con las manos en su propia cintura, notandose orgullosa de sí misma. Al igual que él, vestía ropa contra el frío, una camisa de mangas largas verde, con un chaleco marrón sobre este; unos pantalones celeste, y calzaba unas botas negras, claramente preparada para salir. Como usaba una capucha, solo la mitad de su rostro era visible, aunque era fácil ver el color rubio de su cabello por la larga cola que salía por un lado, hasta el final de su busto.
-¿No esperarás a que él despierte?- preguntó el pelinegro, notándose confundido.- Ayer le rogaste que te acompañara.
Ella dió una pequeña risa, con una mano detrás de su nuca, sobre la capucha.- Sabes que nada me encantaría más, es solo que, no sé si le motiva pasear conmigo…
-Él te ama, claro que le gusta, ¿Por qué dices eso?-dijo riendo, le parecía gracioso los gestos de confusión de ella.
El pequeño se aferró a la pared, escuchando a los mayores desde las esquina; a pesar de notar que ella se encontraba bien, no se alivió para nada, esa sensación de miedo que sintió… aún la recordaba, no como una pesadilla.
Miró de nuevo a los adultos, la mujer parecía lista para partir a su rutinaria caminata nevada. Un incómodo presentimiento invadió a Link, sus manos pegadas a la pared temblaban, no lograba reunir el valor suficiente para detenerla.
""-¡No te vayas sin mí!- gritó link, deteniendo a la rubia, la cuál estaba a pasos de salir.
Esta le sonrió, feliz de verlo con energía.-Pensé no despertarías- soltó una leve risa-. Pero no puedes así desprotegido.
El niño se rascó la nuca, por la emoción había olvidado vestirse. Obedeciendo a la joven, volvió de prisa a su habitación, vistiéndose con ropa de invierno, así evitaría el frío para evitar un resfriado.
Ambos ya protegidos, salieron al congelado pueblo, ante la vista del joven, que les despidió con una sonrisa."
El ruido de la puerta cerrándose, lo sacó de aquél recuerdo, no, eso era lo que sucedió cuando había "despertado", y luego perderse en la nieve con ella, donde terminaron encerrados con aquella bestia. El anterior sonido era señal de que la rubia ya había salido.
-No, seguro fue una pesadilla-insinuó, palmeando sus propias mejillas, deseaba dejarlo como un mal sueño, al menos la otra mitad de este.-ella volverá… estoy seguro.
Ojalá se hubiera cumplido…
…
-¡Link!
El espadachín abrió sus ojos de repente, estático, sin dejar de jadear, y con un insoportable dolor en su mente. No tenía idea de qué había sido eso de antes, era él de pequeño junto a dos adultos, los cuales no reconocía; la joven era la misma del sueño que tuvo anteriormente, hasta usaba el mismo conjunto de ropa.
No pudo seguir aclarando su mente, un repentino golpe en su nuca lo despertó de su momentáneo trance, haciendo un leve gesto de dolor; era su maestro, quién no dejaba de preocuparse al verlo en tan inusual estado.
-¡Ya despierta, mocoso!-le gritó Dante, ya consiguiendo que el joven volviera en sí, el cual sobaba su frente.
-Maestro…¿qué me pasó?- preguntó el rubio, intentado descifrar todo lo que su mente le mostraba.
El mayor alzó una ceja, extrañado de que no se molestara.-Al mirar el cuadro, cerraste los ojos y permaneciste estático por varios minutos. ¿Qué estabas haciendo?
Él bajó la mirada, junto a su semblante.-El poblado del cuadro… me parecía familiar…-se calló por un momento, dudando si decirle la verdad, Dante era un simple profesor, pero era como su padre, le parecía injusto cargarlo con más problemas de que preocuparse.-Es parecido, a uno que Oswald dibujó para sus padres hace años, solo recordé los dias en su vieja casa.
Dante suspiró, negando con la cabeza, quizás se preocupaba por nada, en efecto, ya había visto ese cuadro.-Como decía Link, tu madre, desapareció, en alguna parte de la región de su pueblo, eso me contaron.
-Su pueblo…-murmuró el espadachín, repitiendo aquellas últimas palabras, sin evitar recordar su anterior visión, donde una joven hyliana con solo cruzar una puerta, despertó un temor en su interior, aún no lo comprendía… y esperaba no hacerlo pronto, ya tenía bastantes pendientes que solucionar.
-Lamento no poder ayudarte más-suspiró, resignado consigo mismo.- Si quieres, puedo contarte sobre él.
-No, maestro, no hace falta-negó, con una leve sonrisa, estaba decidido a dejar ese tema de lado.-Si ese tal Kamui era mi padre, lo respeto entonces por cuidar antes de mí, pero ahora no lo recuerdo, aunque suene cruel, no se qué sentir por él, es como un desconocido para mí.
Dante colocó una mano en el hombro del joven, sonriendo, no esperaba que él lo tomara con calma.-Comprendo, aún así, solo pide si quieres saber de él, era un gran aventurero, seguro desea que sigas tu propio camino, sin importar las adversidades que debas superar.
Link asintió, aceptando el cumplido, que en parte, le motivó a superar sus actuales problemas. Puede que nunca llegaría a conocer a su padre, ni a sentir alguna conexión con él, pero cumpliría su último deseo: seguir adelante...
Cuando él era niño, no tuvo ninguna figura paterna, el padre de Oswald no le trataba como un hijo, por más que le respetara, caso contrario a su madre, quién sí le quería, volviéndose lo más cercano a una mamá para él, no mucho, pero le bastaba. En ningún momento de su infancia añoró a sus propios progenitores, no los recordaba, pero sí le lastimaba no tener a nadie así a su lado, ya estaba acostumbrado, no podría molestarse más por eso ahora.
Desde que tenía memoria, tuvo en mente no dejarse llevar por opiniones de los desconocidos, no le importaba que tanto se burlaran, o molestaran, se acostumbró hasta el punto de aceptarlo. Este consejo provenía de su padre, un hylian, quién quizás pasó por lo mismo que él en la actualidad, si él pudo cumplir sus metas, él también podría.
Mañana era el día de su prueba aventurera, tenía que prepararse para enfrentar cualquier adversidad.
En el castillo de Zyrak, de la ciudadela, las cosas estaban lejos de ser pasivas, menos entonces, que el conocido consejo real inició una reunión con la regente del reino: La princesa Remilia. Su padre se encontraba ocupado en otra parte del castillo, en algún asunto urgente, no obstante, dejó que su hija se encargara de aquello.
El único problema, es que la joven de cabellera verde no estuvo en una convocatoria antes, sí, ya había estudiado este tipo de urgencias en diversas ocasiones, solo le ponía los pelos de punta no hacerlo bien. Sabía cómo ocultar sus nervios, ahora necesitaba transmitir seriedad, como varias tutoras le recomendaron; era su deber permanecer al margen que el reino merecía.
La enorme sala estaba en silencio, una decorada con varias imagenes de las distintas regiones de Zyrak, así como de sus reyes atra vez de los años. La regente estaba sentada en el escritorio de su progenitor, uno común de color marrón, con varios papeles acomodados. Ella usaba un vestido aguamarina, con unas hombreras y el cinturon de color esmeralda.
El resto de los presentes, quienes usaban diversas prendas de clase alta, las cuales junto a sus semblantes duros, querían intimidar a la princesa, deseando que sus peticiones fueran fácilmente aceptadas.
Remilia aprovechó que sus piernas no eran visibles, por el vestido y el escritorio; para golpear el suelo con la punta de su pie varias veces en silencio, no quería mostrarse nerviosa ahora que la reunión comenzaría.
-Su alteza, hemos recibido montones de quejas por parte de su pueblo.-inició una señora castaña, de unos cuarenta años, aunque no parecía de dicha edad- El precio de las armas lo consideran demasiado alto, la mayoría quiere mas accesibilidad a ellas, por temor de que algún maleante haga de las suyas y no puedan defenderse.
-Lo puedo considerar…-respondió la regente, con los brazos apoyados en la mesa, y sus manos enlazadas. Escuchando atentamente a los presentes. Múltiples veces desde su balcón había observado diversas peleas en la plaza contra los dueños de las tiendas de armas, probablemente por los precios, en sí, no parecía mala idea, debería duscutirlo con su padre.
-Otros, parecen no estar satisfechos por la mínima cantidad de comida e ingredientes que toda la ciudadela posee, en comparación a otros pueblos.-recalcó otro de los miembros, un hombre de cabello negro, el cuál portaba anteojos. Para ser novato en su puesto, lograba dar buena impresión, eso Remilia no lo podía negar, su padre sí sabía escoger… suponía- ¿Deberíamos importar más ingredientes y alimentos de cada pueblo? Con la cantidad de regiones que su reino posee, no vendría mal unir lo mejor de cada una aquí, el punto central.
-Puede funcionar, aunque no creo los líderes de cada raza estén de acuerdo, ellos prefieren mantener sus características distintivas donde pertenecen.-contestó la monarca, nunca llegó a conocer cada especie, solo comentó lo aprendido de los libros que estudió en su preparación, cada región quería mantener lo suyo.-lo mejor que podríamos hacer, sería ser más originales…
-Sí, solo que no hay forma, ninguno de los especialistas en alimentos parece querer inventar, todos prefieren ir a lo seguro, así se estanquen en lo mismo, no quieren perder rupias.-contestó el pelinegro, estaba de acuerdo con la princesa, pero tenía sus obvias limitantes.
Remilia suspiró, no podía pensar otra opción.-Entonces lo apruebo, pero mejor pregunten si les agrada la idea.-cruzó los brazos, aún pareciendo serena, sus ansias aumentaban, estaba conciente que no debía aceptar o negar sin pensarlo bien.
-La seguridad es otro inconveniente-insinuó otro miembro, un hombre mayor, de cabellos blanco y una notable barba, dando impresión de un sabio, el cual hace años era instructor de la princesa.-El pueblo sigue en alerta desde aquel ataque que su majestad recibió, también los robos se vuelven cada vez más frecuentes, así como aparentemente, unos aseguran que los hylians son un peligro a tener en cuenta.
La princesa alzó una ceja, respecto a éso último, hace tiempo que no escuchaba algo referente a los escasos hylians.-Soy conciente que nuestros soldados hacen lo mejor que pueden, aunque no es suficiente, la solución que encuentro más factible es sugerir ayuda a cualquier experto o veterano en el combate, es algo que por supuesto deseo mejorar considerablemente.-aceptó, cansada de ver la forma pobre a la cuál eran entrenado sus soldados, no entendia por qué a su padre no le molestaba, o el general siquiera lo notara, con todo su ejército diez veces más fuerte.-Respecto a eso último, ¿algún hylian ha causado problemas últimamente?
El mayor negó con la cabeza, serio, conocía lo suficiente a su antigua aprendiz para saber qué respondería.
-Niego que se permita el asesinato a esa especie, ellos son personas como nosotros, sin nada diferente.-inició, con un tono de voz autoritario, quería dejarlo claro-Solo permitiré que arresten a los rebeldes o de malos actos con pruebas, el que sean de una raza distinta, pero parecida, no los hacen opuestos a nosotros.
El antiguo maestro sonrió, orgulloso de ella, estaba de acuerdo con eso, que lástima que con los años se volviera un tabú en el reino. Los otros miembros asintieron comprendiendo, aunque no todos estaban de acuerdo.
-No debes confiarte mucho, no ha conocido a ninguno de primera mano…-insinuó otro de los presentes, pelirrojo, robusto y un aspecto más refinado.-No puede precipitar esa orden.
Remilia medio sonrió, entrecerrando los ojos, mirando al hombre que se oponía a ella.-¿Está seguro de lo que dices? Usted tampoco ha querido abandonar estas cuatro paredes, puedo decirle lo mismo.
-Solo es una suposición, no he escuchado nada positivo sobre ellos en toda mi vida-recalcó, molesto por la forma que le contestó.
-Tomaré el riesgo, yo veo a todos los habitantes de mi reino igual, humanos, gorons, zoras, ornis, hylians. Todos vivimos en Zyrak, y que sean diferentes no los vuelve una amenaza o plaga para nosotros.-aseguró, deseando ser lo más clara posible, no podía equivocarse.
-Olvida que en las leyendas de ese antiguo reino, las gerudos fueron una amenaza…
-Fueron, ahora siguen en el desierto, tenemos algo de autoridad contra ellas, pero son libres de cualquier atadura, ninguno de estos años no han provocado problemas.-respondió, endureciendo su semblante, aquel miembro parecía solo querer culpar a toda una raza por errores de una persona.
El hombre no supo cómo responder, optando callarse, si seguía contradiciendo sin llevar razón, podría costarle su puesto, agradecía que esta vez no fuera el rey.
-Dejemos ese tema de lado, ya saben mi opinión-indicó, calmándose, acomodándose de forma firme en la silla.-¿Algun otro tema por debatir?
-Bueno, sabe que es tradición, necesitamos unir fuerzas con un reino vecino, para mejorar la calidad de ambas naciones para bien-inició otro de los miembros, de cabello azul oscuro, y aspecto serio, al igual que su semblante.-necesitamos que acepte casarce con algún futuro pretendiente, por el bien del reino de Zyrak.
Ella no respondió, mantuvo su serio semblante y bajó la mirada, no tenía idea de qué responder en esta ocasión, en efecto, casarse con un príncipe implicaría que parte de los bienes de su respectivo reino pertenecerían al suyo, ayudando a mantenerlo vivo, pero, significaría que ella debía abandonarlo, mundándose con su futura pareja.
-¿Acepta la sugerencia, alteza?- volvió a preguntar el hombre, manteniendo su compostura, confiaba que aceptaría por su deber como monarca, un no como respuesta solo complicaría las cosas.
Remilia intentó decir algo, pero su voz no salió, quedando enmudecida. En su instrucción no solo había aprendido esta parte del papel como princesa, había tenido la oportunidad de conocer que no era obligatorio casarse con un miembro de la realeza, dicha regla fue puesta por una reina de hace bastantes años, y ninguno de los próximos regentes quiso deshacerla, incluso su padre. No quería tomar la decisión obvia, solo extendería el actual estado del reino. no obstante, tampoco deseaba casarse con un hombre cualquiera, menos ahora que tenía cierto interés en una legendaria persona, al ser la actual "encarnación" de la diosa blanca.-"Pero… esta él también…"-imaginó a ese chico que no había vuelto a ver por años, al cuál extrañaba. No tenía idea de a quién deseaba más sus sentimientos.
Los miembros del consejo intercambiaron miradas entre ellos, menos el mayor, que miraba de forma preocupada a su antigua alumna, con una idea clara de qué estaba pensando.
Finalmente, la princesa de cabellos verdes suspiró, resignandose a seguir dándole vuelta.-Yo…
El ruido de la puerta abriéndose interrumpió a la regente, captando su atención junto a la de todos los del consejo, éstos últimos, por la posición, miraron atrás de sí para ver quién llegó, sorprendiéndolos al ver al recién llegado.
Era un hombre alto, encapuchado con una larga prenda marrón oscuro, portando un traje de batalla. Se trataba del general, que aún no había comenzado su misión; con un semblante serio, se acercó a la princesa y se arrodilló ante ella, ante los confundidos miembros del consejo.
-Su alteza, el Rey desea que deje la reunión de inmediato- comunicó en un tono neutro, mostrando respeto.- él mismo se hará cargo de lo restante, vendrá en unos cinco minutos.
La princesa suspiró aliviada, agradeciendo que el general apareciera en el momento justo, antes de arrepentirse de su propia decisión, era algo que aún necesitaba pensar.-Bueno, es lo que mi padre desea, espero mis decisiones permanezcan-advirtió con los brazos cruzados, levantándose de su asiento.
El encapuchado asintió, confirmado las palabras de la regente.
Remilia caminó hasta la salida, mirando de forma fugas a su antiguo mentor, quién le asintió, felicitándola por su papel en la reunión. Ella no pudo evitar sonreír, agradeciéndole, antes de dejar la sala junto al general quién le seguía en silencio.
-¿Habrá aceptado? Estoy seguro que eso iba a decir-supuso el miembro serio, con los brazos cruzados y los ojos cerrados.
-No lo insinues, es un tema complicado-negó la castaña, mirando la salida de reojo.
-Es solo una joven en desarrollo, deberíamos esperar a que cumpla la edad apropiada.-propuso el miembro sabio, sujetando su propio mentón.
-Faltan dos meses…-recordó el novato, mirando el escritorio.-Todo quedaráa como el rey lo prefiera, es quién representa Zyrak, después de todo.
El pelirrojo no dijo nada, no tenía nada que agregar, ya había hecho suficiente con enojarla, lo cuál podría traerle consecuencias, conociendo lo protector que era el monarca.
Tras eso, todos quedaron pensativos, pensando en las palabras de la regente, lo que ella afirmó por hacer, y esperar al rey para seguir con la reunión.
A pesar de todo, ellos estaban confiados en que la princesa sería una futura gran reina para Zyrak.
Remilia siguió caminando por los largos pasillos del castillo, tomando las rutas más rápidas, vivir toda su vida allí le había ayudado a memorizar cada rincón. Detrás de ella, le seguía el general, con la mirada fija en esta, atento en que se dirigiera a su habitación, como el Rey le ordenó. Un rato después llegaron al último pasillo, en una de las grandes y largas torres; la monarca se detuvo frente a la puerta de su cuarto, pensativa, no podía dejar de pensar en la reunión.
El encapuchado, extrañado, cruzó los brazos- No debería darle más vueltas, estaba claro que lo que sea que escogiera le afectaría…
-¿Lo escuchó?-preguntó la joven, sin mirarlo, cabizbaja.
-Desde su discurso de que todas las razas somos iguales, esperé solo el momento adecuado para interrumpir, su padre seguro haría lo mismo-aclaró, mirándola al unico ojo visible, notándola pensativa- ya puede descansar, su majestad le dió el resto del día libre.
-Era mi primera reunión, solo, quería dar una buena impresión…-cerró los ojos, sonriendo tras recordar la aprobación de su antiguo mentor.-Prometo que seré una buena reina…
El general no dijo nada, tras esas palabras, la joven entró en su habitación, cerrándola con llave, queriendo privacidad. Él suspiró, negando con la cabeza, sentía que pasaba más tiempo con la princesa que el mismo rey, como si este aprovechara cada día que regresaba al palacio.-Debería estar más atento, alteza, puede que no siempre sea honesta, no tiene con quién serlo…-murmuró, regresando por donde vino, tenía una reunión a la cuál acudir.
Tanto él como el Rey esperaban poder conseguir el último poder dorado pronto, por el bien de Zyrak. El general confiaba en que el Sheikah cumpliría en encontrarlo, si llegaba el caso de que no estuviera en la región de Eldin.
-"Necesitamos que aceptes casarte con algún futuro pretendiente, por el bien del reino de Zyrak"
-"…"
Remilia, tras ponerse unas prendas menos autoritarias, se sentó abrazando sus piernas en la cama, descalza, y con la mirada entre sus piernas, quería liberar todos esos nervios que antes tenía, por no haber pensado bien su última respuesta, pudo cometer un grave error para ella-No me siento preparada... Una reina no puede cometer errores-levantó un poco la mirada, observando la nada.-¿Verdad, madre?-preguntó, conciente de que nunca recibiría respuesta.
La regente continuó sollozando en silencio, esforzándose por no llorar, no podía permitirselo, menos cuando su reino llegaría a necesitarla.
En una de las habitaciones de la academia, nada apartada de las demás, se encontraba la unica Hylian del lugar. El cuarto no era del todo diferente a los otros, solo algunos muebles y adornos eran distintos.
Yui vestía un camison celeste, con el símbolo de Oval en el centro, una equis con diversos cuadrados en cada lado; un short corto gris común y usaba unas gafas, ya que llevaba horas concentrada leyendo. Ya era el octavo libro ese día, de magia, quería encontrar la forma de curar o arreglar lo que tanto afectaba a Link, no estaba muy segura de que fuera su símbolo, lo presentía…
-Debe haber una forma, alguna magia que no conozca, ¡lo que sea!-se repetía en su mente, motivándose a no parar hasta encontrar una solución. Había entrenado para ser una hechicera, no se perdonaría fallar en esta ocasión, él necesitaba ayuda, solo ella podría apoyarlo.
-"¡Claro que sí! ¿Por qué no lo haría? Eres importante para mí".- recordó esas palabras dichas por él, en otra ocasión le alegraría escucharlas, pero las circunstacias eran diferentes.
Desde que llegó a la academia, Link le interesó, más allá de ser el primer hylian masculino que había conocido, fue el primer amigo que consiguió. Cuando ella vivía con los Sheikah todos la respetaban, por las variadas habilidades que consiguió dominar a tan corta edad, además de su gran intelecto. Aún así, el que fuera de las ünicas hylianas evitó que pudiera relacionarse con libertad, hasta el momento que fue transferida allí en la academia.
Antes todos se alejaban de ella como lo hacían con el hylian, consiguiendo encerrarla en su propia soledad, la cuál empeoraba cada día. Sin importar eso, Link le ayudó, la escuchó y consoló, sin molestarse por cada palabra hiriente que ella le contestaba al estar consumida en el dolor. Las cosas ahora eran distintas, él pasó de ser solo su amigo, a una persona importante para la hylian, por eso, le dolía lo distante que este se volvía, se sentía apartada, le lastimaba solo pensarlo.
-Su marca es inestable-murmuró recordando lo ocurrido anoche, él parecía sufrir por sus propias palabras.-Puede ser alguna maldición, aunque no siento ningún tipo de malicia en él, de momento.-miró la palma de su mano derecha- Tendría que concentrar mi magia en algún punto…-negó con la cabeza- ¡No funcionará! Con él tan distante no puedo… Es, como cuando mi...
Se calló antes de decir lo último, bajando la mirada, sintiendo un leve picor tras sus ojos. La situación era similar a cierta ocasión, una muy dolorosa que le dejó hirientes secuelas, haciéndola tomar una decisión hace bastante tiempo…
-"¡Cuando crezca, quiero lograr ayudar a quién lo necesite! ¡Zyrak me necesitará!"
-"En su momento lo lograrás, pero ahora, tienes otro objetivo más importante…"
-"¡No me importa! ¡Solo quiero evitar que esto vuelva a ocurrir!"
Yui apretó sus dedos contra el libro que sostenía, desviando la mirada con el semblante serio.-No puedo fallar…-se repitió, recordando todo lo ocurrido desde que conoció a Link.-Tú me ayudaste primero…-sonrió de forma leve.-ahora, quiero ser yo quién te ayude.-volvió a observar el libro, decidida a continuar buscando alternativas, lejos de rendirse, quería continuar.-No puedo fallarle a Link, no como te fallé a ti… madre.
En el campo de entrenamiento, que se encontraba al aire libre, algo lejos de las estructuras del lugar; tres figuras estaban presentes, preparandose para el día siguiente. Link y Oswald estaban por enfrentarse en un duelo amistoso. Migue por su parte, les observaba en silencio, atento a los movimientos de ambos.
El hylian y su oponente se miraban fijamente, cada uno a cierta distancia del otro y sus armas desenfundadas. El pelinegro portaba un alabarda, algo más largo que él, de diseño sencillo y básico. Link por su parte, usaba una espada de acero, también basica, y de movilidad decente.
-¿Te quedarás allí esperando, o ataco yo primero?- se burló Oswald, al notar la seriedad de su compañero, quién sonrió ante el comentario.
-No deberías tener confianza contra tus oponentes, cualquiera puede terminar enfrentádonte a ti- respondió el espadachín, apuntándolo con la punta de su arma.- No pienso contenerme, así que inicia con todo.
Oswald asintió, sujentado su arma con firmeza, usando ambas manos; dispuesto a no perder ante él, y demostrarle cuanto había mejorado.
Segundos después, Link corrió hasta donde Oswald se ubicaba, decidido a dar el primer ataque, preparando un tajo horizontal. El pelinegro ya lo esperaba, dando una leve sonrisa antes de bloquear dicho movimiento con su propia arma puesta de manera vertical.
El espadachín retrocedió rápidamente, para luego saltar hacía su oponente y sorprenderlo con otro ataque. Este por su parte, esquivó el filo de la espada por poco, como sí lo hubiera calculado, en lo que se acercaba al hylian por la derecha.
Link se sorprendió ante eso, bloqueando el ataque de su compañero con parte del filo de su propia arma, y saltar hacía atrás buscando mayor distancia. Oswald se regaño por su lentitud, sin detenerse, intentando acercarse al joven rubio de nuevo, haciendo una serie de diversos tajos direccionales.
El hylian con mucho esfuerzo esquivó cada uno, sin poder evitar troperzar con una pequeña piedra y caer de espaldas contra la grama. Su oponente aprovechó esto para dejarlo fuera de combate, impactándose al momento que Link rodó a la izquierda acostado, se levantó como si nada y le pasó el filo de la espada cerca del cuello, fallando a propósito, sonriendo ante la mirada sorprendida de su compañero.
Migue abrió los ojos como platos al ver dicho movimiento, por poco, Oswald terminaría decapitado, agradeció que Link supiera como manejar casi perfectamente las espadas, para permitirse hacer esos fallos fingidos.
Oswald sobó su cuello antes de volverse a preparar, viendo a su openente a cierta distancia-cada vez, eres más inalcanzable- le alagó, listo para continuar.- ¡Pero no voy a perder!
Link sonrió, al momento que ambos corrieron preparando su próximo ataque, los dos comenzaron a chocar sus armas desenfrenadamente, sin intenciones de ceder la oportunidad al otro, esperando un mínimo fallo para acabar.
-Link es más habilidoso, un espadachín equilibrado- comentó Migue, con los brazos cruzados- Oswald es más fuerte, hasta calcula mejor sus movimientos, pero Link sabe como contrarestarlo; Es difícil imaginar quién podría ganar, estando en condiciones parecidas.
Tras varios choques entre sus armas, ambos se alejaron un poco, jadeando por el sobre esfuerzo y mínimas partes de sus respectivas prendas cortadas.
Oswald suspiró, al notar esto último-¿Algún día podremos entrenar sin que requiera cocer nuestras ropas de nuevo?- preguntó maldiciendose mentalmente, ya no podría dormir temprano por trabajo extra.
Link rascó su propia nuca, avergonzado de descuidar ciertos movimientos.-Lo siento, quizás tomé esto muy en serio...
-Siempre luchas así, deberías ser conciente de a dónde diriges tus ataques-le sugirió, limpiando el poco sudor de su frente.-casi pierdo la cabeza en este combate.
-Lamento eso, es que Dante me lo enseñó- aclaró, mirando la espada.- Debemos estar preparados para cualquier batalla real…
Migue se acercó a ellos, sujetando su mentón mientras pensaba.- ¿Lo dices por lo que ocurrió hace años?- Link desvió la mirada, afirmando en silencio.- Eras más novato en ese tiempo, ni siquiera tu maestro había comenzado a entrenarte. Ahora eres mucho más fuerte que en ese entonces.
El espadachín les miró de reojo, envainando la espada- No pude evitar que esos tipos escaparan, no pude enfrentar a los tres al mismo tiempo.
-Conseguiste igualar en combate a uno, caso lo derrotabas, sí, pero lo más importante, fue que evitaste que acabaran con Yui.- le dijo Oswald, comprendiendo su sentimiento de derrota, y recordándole lo más importante.
Link sonrió levemente, era cierto, ella en un intento de defender la academia cayó derrotada, ya que los bandidos sabían repeler la magia; pudo haber muerto si no fuera por la intervención del hylian, quién no podía contener su enojo al verla tan gravemente lastimada.
-Terminaste mucho más herido que ella, pero lograste lo que querías- comentó Migue, sujetando al hylian del hombro, este se rascó la mejilla al recordar apenado los regaños que recibió, por arriesgar su vida de manera estúpida.
-Saben, no me importaría hacerlo otra vez, si eso significara salvarla, no podría negarme a eso.-confesó Link, mirando al cielo, oscuro como el cabello de ella; la luna llena, a penas estaba saliendo en el horizonte entre las nubes.
Oswald y Migue se miraron entre ellos, ambos encogiéndose de hombros, era muy notable que sentía su compañero, desde hace mucho hhabí sido así, no les quedaba más que esperar que él mismo se diera cuenta, ahora que facilitó las cosas con ella.
Link cerró su mano izquierda, apretándola, la puzanda había regresado en mal momento, pero no iba a dejarse intimidar por ello, tenía que reunir más valor a partir de ahora, si esperaba solucionar todo.-¿Están listos para la prueba de mañana?
-Lo estamos, llevamos años esperando ese momento- respondió Migue, entusiasmado por aquello.
-Hace tiempo que no vamos al bosque Oval, será interesante recorrerlo más a fondo- comentó Oswald, igual de animado.
Tras varios años de entrenamiento, llegaba la prueba final, una de supervivencia, en las profundidades del misterioso bosque de la región Oval, uno repleto de diversos mitos y leyendas, los cuales solo los insitaban a explorar por completo; y así, convertirse oficialmente en aventureros, el mayor objetivo del trío.
-Zyrak tiene bastantes lugares que deberíamos visitar- agregó Migue, mirando la construcción principal de la academia.- El tiempo pasa volando, ¿no creen?
-Hace ya varios años que nos conocimos, y ahora juntos, iniciaremos nuestra aventura- les recordó Oswald alzando su mano derecha empuñada, ansioso de pasar la prueba.
-Cuando nos graduemos, deberíamos visitar a nuestros padres, hace tiempo que no los vemos por tantas ocupaciones- dijo el castaño, mirando al pelinegro, quién seguía en su mundo emocionado.
-¡Por supuesto!- exclamó este con ganas, demasiadas. -Nuestra familia es importante, hay que estar con ellos antes de partir, una semana o dos, el tiempo necesario- sugirió pensativo, rascando su cabellera oscura.
Link, no dijo nada, permaneció en silencio aún en su anterior posición, parecía indiferente ante las palabras de sus compañeros.
-Mi padre seguro ha estado ocupado bastantes horas en su restaurante, su comida es de las más consumidas de Oval- contó, con los brazos sobre su propia cintura. -No creo le guste saber que la mayoría de mis uniformes son azules…
Oswald rió levemente, antes de sujetar uno de sus pliegues de la camisa. -El mío no se deja llevar por los colores, le parece ridículo calificar con estos. ¡Pero le encantará mi uniforme!- insinuó, victorioso.
-No puedo quejarme de eso, solo espero no le afecte, el azul le recuerda a los bokoblins que le robaron comida varias veces en nuestro anterior hogar- explicó, recordando aquél bizarro momento.
-Eso suena a una escena cliché de algún libro popular, aunque hasta mi madre relató algo parecido en alguna de sus historias…- se encogió de hombros, pensando en su progenitora.
-Mi madre sólo vende jarrones, una de sus preocupaciones es que llegue algún loco a romperlos buscando rupias, ¿cómo eso sería posible?
Ambos rieron al recordar sus padres, por más bochornosos o aburridos hayan sido algunos momentos con ellos, los amaban. Si no tuvieron muchas oportunidades de visitarlos cuando entraron en la academia, menos tendrían cuando comenzaran el viaje, estar un tiempo con ellos no era mala idea.
El hylian bajó la mirada, serio, nunca pudo experimentar ese tipo de momentos, al nunca conocer o recordar a sus padres. En su lugar, solo había un vacío en esa parte de sus sentimientos, uno que nadie sería capaz de ocupar, la madre de Oswald, y su maestro Dante serían lo más cercano a unas figuras paternas para él, pero no era tan parecido a como varios describían.
-Padres…¿cómo sería tener alguno?- murmuró, sin dirigirse a nadie en particular.
Oswald y Migue miraron a Link, quién seguía de espalda, con ambos brazos temblando de forma leve.
-Mi padre era un estudiante de esta academia…-confesó, mirando al cielo nuevamente.- fue amigo de mi maestro, ambos consiguieron, ser los mejores de este lugar… Él solo se fue tras graduarse, así conoció a mi madre.
-Link, ¿cómo lo recordaste?- preguntaron ambos compañeros, sujetándolo de los honbros. Este seguía con la mirada perdida, sin mostrar emoción alguna.
-Dante me lo contó, es todo lo que sé, él nunca conoció a mi madre, de ella no sé nada- finalizó, suspirando, no tenía otra forma de unirse a la conversación.
Oswald y Migue se miraron, asintiendo, habían pensado lo mismo-¿Seremos aventureros verdad? Entonces buscaremos sobre ella- propuso Migue, en un tono animado.
Link sonrió levemente.- No parece mala idea…- dió unos pasos hacía adelante, cerrando los ojos, recordando aquella visión que tuvo, con la joven hyliana encapuchada, que al parecer, se largó para no volver jamás, en parte, quería descubrir qué le ocurrió. Se dió la vuelta y les miró con los brazos cruzados.- Hagámoslo.
Sus compañeros asintieron, recuperando los animos, ahora tenían un gran motivo para superar la prueba, así como uno para viajar por todo Zyrak.
En el límite del bosque de farone, se encontraba un enorme acantilado, de una caida casi sin fondo, a la cuál nadie podría sobrevivir. Cruzando el largo puente colgante, a paso rápido estaba el joven de las sombras, con diversos cortes y suciedad en su vestimenta, no dispuesto a detenerse hasta salir de la zona.
Tras escabullirse del combate utilizando sus habilidades, no paró de correr, Lugy era una oponente que le superaba por mucho, solo perdería el tiempo quedándose a pelear contra ella. De alguna forma, su arma no era lo sufientemente potente para dañarle, caso contrario al culto, los cuales les generaban más dudas de las que necesitaba.
"¡Somos, el culto de Ganon!"
-¿Ganon? ¿Cómo es posible que tenga su propia secta?- se preguntó, deteniéndose al final del puente, mirando atrás de reojo.- Hace años todos le temían, era imposible pensar que tuviera seguidores de este tipo…- recordó el momento que vió varios de estos sobre los árboles, portando la misma ropa con leves variaciones, y la misma máscara kokiri al revés.
No solo eso, cuando estaban solo tenían personalidad propia, hasta conseguían igualarle en combate; Todo cambió al instante que Lugy apareció, sus actitudes eran más obedientes, y sin vida, como sí de simples marionetas se trataran.
Shade rascó su mejilla, sentándose en una roca cercana, bajo un árbol. Estaba acostumbrado a correr largas distancias por horas, pero ya necesitaba un pequeño descanso, ahora no solo tenía que encontrar el poder dorado, si Lugy continuaba buscándole no podría cumplir nada.
-Me encargaré de ella luego, primero lo primero- desenvainó su larga espada, luego enterró el filo de esta en el suelo.-El héroe legendario, el culpable de lo ocurrido hace años, no puede vivir-sacó su Sheikah slate, la que siempre llevaba consigo desde niño. Le incomodaba llevarla consigo, por más útil que fuera, le recordaba malos momentos de tan temprana edad.
Shade desde esos momentos ya pertenecía a su facción Sheikah renegada, solo viviendo como un miembro más, entrenando, cumpliendo trabajos y enemistando con otro clan con parte de los mismos ideales, los Yiga; pero estos últimos no le interesaban, no más que los propios Sheikah que siguen su legado original.
La oscuridad de la noche, el reflejo violeta sobre el cielo, solo le recordaban a una persona en particular, una que deseaba olvidar, aunque le doliera, una herida que no podría curar, todo por culpa de ese alguien en particular… A quién anteriormente, habrá pertenecido la Sheikah Slate.
El joven suspiró, frustrado de ahondar en esos pensamientos de nuevo, endureciendo su mirada.- No creo que solo olvidar solucione esto…- sin muchos animos, decidido a continuar su misión, abrió el mapa del dispositivo, notando su sorpresiva ubicación actual-Región Oval…-miró el camino principal, rodeado de árboles, y unas leves flores alrededor del alto pasto.- Falta poco, héroe…
Continuará…
Lamento la tardanza nuevamente XD he estado ocupado el resto de mayo y estos inicios de junio, ya comencé las vacasiones, aunque no aseguro que actualice de forma mas frecuente a la anunciada.
Gracias nuevamente a Egrett Williams por ser mi beta, y a los que comentaron.
Hasta el siguiente!
