The Legend of Zelda

The Broken Hero

Por LinkAnd06

Capítulo VII: Aquel lejano pasado

Link despertó lentamente, con un dolor en su cabeza, provocado por sus constantes pensamientos, al estar días centrado en estos. Soportando la puzanda, sobó su frente, intentado aliviar su mente; no podía permitirse dicha incomodidad en ese día. Tras unos minutos, apoyó su mano derecha en el suelo, extrañado por la textura de este, similar a una alfombra, y al abrir los ojos notó que era césped.

-¿Me quedé dormido entrenando? No, mis amigos me hubieran llevado a la habitación de ser así, Migue no permitiría lo contrario…- pensó, meditando alguna explicación para aquello, ¿acaso los tres pasaron toda la noche descansando al aire libre?

El trio tras aquella conversación había decidido entrenar por otro rato, necesitaban prepararse como nunca, ninguno sabía a qué podrían enfrentarse en la prueba. Sin darse cuenta, el hylian había quedado profundamente dormido en medio de un enfrentamiento contra el pelinegro, de allí no conseguía recordar más nada.

Aún intrigado por su ubicación, levantó la mirada, desechando todas sus ideas. No se encontraba en la academia, era una llanura plana, con árboles en los límites, impidiendo visualizar más allá de estos, como si de muros se trataran, dejando al hylian confundido.

-No puede ser el bosque Oval, es una superficie abrupta en comparación. ¿Estoy soñando de nuevo?- se preguntó mentalmente, debía ser la única explicación, nunca antes había estado en un lugar así. Miró el horizonte, era de noche, sin luna, ni siquiera estrellas, solo oscuridad absoluta- ¿De dónde proviene la luz? ¿Eh?- se sorprendió al ver pasar por su derecha una pequeña bola de luz celeste, la cuál se detuvo unos metros en frente del confundido joven.

El viento era el único que emitía sonido en aquél instante, Link no lograba decir nada ante su sorpresa por el recién aparecido ser, una pequeña hada del bosque.

La sílfide permanecía en silencio, atenta a las reacciones del hylian, no parecía tener prisa.

-Tú…- Link se quedó sin palabras, sorprendido, no solo era la primera vez que lograba presenciar a dicho ser del bosque, sino que este… de alguna manera le parecía familiar, aumentado a cada segundo sus nervios, nunca antes había sentido algo así.

La sílfide respondió con unos sonidos similares a las campaniñas, antes de dar la vuelta y continuar su camino, dejando a Link petríficado. Este reaccionó, decidiendo seguir a la criatura, presentía que esta le pedía que la siguiera.

De alguna forma, el aparente bosque se llenó de una niebla azulada, mientras de esta aparecían unos árboles donde antes no se encontraban, ¿la explanada era una ilusión? No tenía tiempo para pensar en eso. El hada era apenas visible, pero Link la podía ver al tener su vista mas desarrollada, ni la niebla le impediría perderla de vista.

De repente, varias haditas similares de tono rojizo, pasaron por los lados del hylian, todas dirigiéndose a rutas distintas; la sílfide celeste aun sobresalía por su tono único, sin embargo esa distracción podría permitir que se escabullera de él. Desconocía el bosque donde se encontraba, no podía permitir perderse, la inseguridad que ese sitio le causaba le impedía rendirse en seguir al hada.

La siguió por bastante tiempo, sin alcanzarla, manteniendo cierta distancia para no perderla fácilmente; el bosque era enorme, a la vez que confuso, perderse allí quizás fuera de lo más normal, no para él, ya estaba adaptado a esos ambientes. Aún centrado en la silfide, con total precaución de sus pasos, notó como la niebla de su alrededor se volvía más espesa, y el césped parecía formar un camino...

-Link…

El joven se impactó al escuchar dicha voz, mirando a su alrededor casi desesperado sin dejar de seguir a su objetivo. Ya la había escuchado antes, era la misma que antes ya le había pedido ayuda.

-Queda poco… Tu destino…

La imagen de la diosa blanca apareció en la mente del susodicho por unos segundos, sonriéndole, mostrándole su completa confianza, encargándole una misión, que solo él podia cumplir.- Hylia…- No podía negarse, aunque quisiera, debía hacerlo.

-Yo siempre… en … intentes

Otra voz, aparentemente familiar, aun sin antes haberla escuchado, no paraba de resonar en su mente, como si esta le rogara que la recordara, ser menos distante; la imagen de una silueta cubierta de oscuridad apareció en sus pensamientos, solo pudiendo visualizar que tenía el cabello rubio y le sonreía. Sin poderlo evitar, cubrió con sus manos sus orejas, jadeando, y no por el cansancio físico, cada vez se sentía más presionado, con bastantes responsabilidades sobre sus hombros.

-Lo que sea que te preocupe, estoy dispuesta a serte de ayuda…

Esta vez el joven se detuvo, petrificado, otra voz, pero no una cualquiera, se trataba de una muy cercana, una que fácilmente reconocería, por más similar que otra llegara a sonar; Yui… Su compañera, la joven pelinegra que solo quería brindarle su apoyo, esforzándose para sentirse aceptada, siempre atenta a cuidar de él, sin importar que tan grave fuera, ella buscaría una manera de ayudar. Desde hace tiempo, su marca le impedía estar con ella, se sentía obligado a distanciarse de esta por su seguridad, no quería que aquella oscuridad le lastimara… a pesar de que él era quién recibía el dolor.

Link abrió los ojos completamente, cayendo de rodillas al pasto, rodeado de diversos árboles, junto a la niebla, que parecía volverse aun mas expesa, frente a él, junto al pequeño brillo celeste, se encontraba otro similar casi del mismo color…

El hylian miró el dorso de su mano izquierda, el símbolo se iluminaba de forma tenue, de forma apagada el triángulo de arriba, y el de la derecha, el izquierdo por su parte, el más notorio, se notaba con marcas sobre este, no visibles cuando el emblema permanecía negro.

Ya lo tenía claro, cuando él pensaba algunas cosas era lastimado por su propia marca, solo él, la principal razón era pensar en la hylian de cierta forma, causándole dolor en modo de negación; por esto, Link había decidió distanciarse de Yui… quería protegerla, ¿verdad?

Solo él era quién recibía el dolor.

-Yui…- sintió una punzada en su cabeza, no podía evitar sentirse culpable, ella sufría por desear ayudarle. -Yo… solo quería protegerte de esa oscuridad… mi propia oscuridad…- recordó las veces que todo a su alrededor se detuvo, cubriéndose de lo mencionado, delante de él. -Hylia… No puedo ser yo…

La sílfide le volvió a llamar con aquel sonido, captando la atención del espadachín, quién levantó la mirada pesadamente, notando la segunda luz, titilando estática en solo una posición.

Link suspiró, no tenía otra opción, tenía que aceptarlo; tras levantarse, se acercó al brillo azulado con curiosidad, mientras una silueta con forma conocida aparecía en la posición de este, incrustado en un pedestal, la luz que emitía parecía llamarlo…

Sin embargo, antes de que el joven pudiera ver el objeto por completo, la niebla que se acumuló a su alrededor se acercó a él, pasmándolo, mientras era cubierto por completo, el sonido de las haditas, y unas misteriosas y a su vez juguetonas risas resonaban a su alrededor, mientras era cegado por una luz totalmente blanca, se sentía en un gran vacío, perdido, como si no pudiera regresar…

Sí este era su final…

Lo sentía muy merecido…


Link despertó repentinamente, dando un fuerte grito, el cuál resonó en toda la habitación; estaba jadeando, sentado en su cama, con ambas manos sobre su cabeza, sudando frío. Era la primera vez que soñaba algo como eso, no era una pesadilla que pareciese un recuerdo, sin dejar de sentirse tan real, hasta el punto de aterrarlo. Suspiró, levantando la mirada, observando el lugar, estaba en la recamara que compartía con sus dos amigos, estos lo habían traído tras quedarse dormido.

-¿Cuándo podré darle fin a esto?..- murmuró, mirando por la ventana aún sin levantarse, el sol apenas salía, aún era muy temprano.

-¡Link!

Este miró a la dirección de aquella voz, se trataba de Migue, quién le llamó desde la puerta, vistiendo unas ropas extrañas, un pañuelo en la cabeza, y dos guantes de goma. El hylian alzó una ceja, al verlo con esas fachas, hace días que no lo veía así.

-¿Por qué estás usando…?

-¡Al fin despertaste, flojo! Estuve esperando por tí desde hace minutos- le interrumpió el castaño, serio -Ya limpié toda la sala, necesito que uses el baño para que me permitas asear el cuarto.

-¿Eh? ¡Oye!

Sin esperar respuesta, Migue sacó al hylian del cuarto, de manera brusca, su tiempo para limpiar era limitado, no le gustaba retrasarse ni con lo más mínimo. Link, recostado en el suelo miró la puerta sorprendido, cuando su amigo estaba inspirado, nada podía detenerlo.

-Valió la pena despertar temprano solo para ver esto- comentó Oswald, sentado en el sofa, riendo al ver la reacción del rubio -Se que ayer nos excedimos entrenando, pero eso no aplica contigo, siempre eres el último en despertar. ¿Qué tanta energía necesitas para dormir tanto?- continuó riendo.

Link se levantó avergonzado, limitándose a rascar su nuca. Ni él mismo sabía la respuesta a su enorme necesidad de descanso, solo le encantaba dormir -¿Justo hoy era su día de limpieza?

Oswald se encogió de hombros -No exactamente, decidió adelantarlo debido a que mañana aún estaríamos en la prueba- rió de forma despreocupada, no era la primera vez que al castaño le ocurría, pero a este no le molestaba, todo lo contrario.

Link se rascó la nuca, ya imaginaba la expresión de Migue mientras limpiaba, podría hasta vivir dedicándose a eso. Miró la ventana, no faltaba mucho para el medio día.

-Tenemos hasta la tarde, deberías aprovechar el tiempo también- comentó el pelinegro, terminando de dibujar -Ya que al fin despertaste, debo preparar el desayuno, procura ya alistarte hasta entonces.

El hylian asintió, sonriendo, algo cabizbajo, dirigiéndose al baño. Sus amigos parecían emocionados por ese día, el cuál esperaban desde hace bastante tiempo, no quería arrebatarles esa ilusión contándoles lo que había soñado, no deseaba preocuparlos como ayer.

Ya dentro del baño, el rubio suspiró, levantando la mirada mientras cerraba la puerta. Aquél sueño le impactó, nunca antes había tenido uno así, era tan diferente a sus supuestas visiones que aumentaban sus nervios, se sintió tan real que lo asustaba. Se miró al espejo, observando atentamente su reflejo, a él mismo; siempre se había preguntado si aquél chico que aparecía como su imagen se trataba de él, un joven en forma que parecía capaz de todo, sin limitaciones y valeroso, sabía que sus conocidos lo veían así, esperaban mucho de él, más de lo que él mismo llegaría a imaginar.

Él nunca se miró así, era incapaz de reconocer su reflejo, lo veía como una persona diferente, inalcanzable, la cuál cada vez se volvía más difícil de observar, le lastimaba verse. Apretó sus puños, bajando la mirada con el ceño fruncido, no podía hacer nada más que aceptarlo, no merecía mejorar, sin importar cuanto lo apoyaran, esto quizás no cambiaría.

En su niñez, hizo todo lo posible para mantenerse confiado, ayudaba a quiénes lo mantenían, entrenaba para protegerlos, colaboraba en las actividades de sus amigos, e incluso intentó demostrarle a la gente de Oval que no era malo, qué el simple hecho de pertenecer a una raza considerada enemistosa no influía en sus ideales a cumplir, quería demostrarlo…

Aún mantenía dicha meta, ¿pero lograría cumplirla? Solo había conseguido tener muchas dudas al respecto, entre otras cosas, que terminaron en su actual forma de ser: un joven reservado que no desea molestar a los demás ni con su presencia, no haría nada que no deba hacer, y lo que si tenía, lo haría rápido; Solo le quedaba el ser un aventurero… ¿Por qué sus amigos confiaban en él? No era un joven de grandes hazañas.

-Soy una molestia…- murmuró, observando sus fuertes brazos, inseguro si con ellos podría cargar sus dudas -¿Por qué Oswald se preocupa por mí? ¿Por qué Migue decidió ser mi compañero? ¿Qué me vio Dante para elegirme como su pupilo? ¿Tanto confía Hylia en mí para encargarme ese destino?...- apretó otra vez sus puños, mirando su reflejo de nuevo, el cuál tenía lágrimas acumulándose en sus azulados ojos -¿Yui… de verdad te agrado?

La imagen de la mencionada pelinegra apareció en su mente, sonriéndole, de la forma que tanto le gustaba. Para el hylian, estar junto a ella era una extraña combinación de paz y dolor, le agradaba tanto su presencia, como a la vez le dolía acercarse a ella.

–"Siempre estaré a tu lado"

-"¿Lo dices en serio… ?"

-"Completamente"

Link respingó al recordar esas palabras, unas que aumentaban sus dudas de que sería lo mejor para lo dos, ¿por qué se molestaba en ayudar a un chico como él? Jamás lo entendería. No podía dudar de ella, si pudo aguantar estos meses que la estuvo evitando, y hablarle como si fuera el primer día, ¿qué más confianza necesitaba demostrar?

Lo mismo con sus amigos, desde que tenia memoria, Oswald y Migue siempre estuvieron a su lado, entre los tres se conocían mejor que nadie, en el fondo eran una familía, dispuestos a ayudarse entre ellos.

No podía seguir comportándose así, sino todo el apoyo brindado por sus amigos, sus esfuerzos por animarlo a seguir adelante habrían sido en vano. Link solo quería mantener a todos a salvo de sus problemas, no quería molestarlos con sus dificultades, a fin de no querer preocuparlos más de lo debido. El joven murmuró unas palabras, levantando la mirada, inseguro de lo que podría ocurrir, pero estaba decidido a tomar el riesgo…


Mientras Link se aseaba en el baño, y Migue por su parte limpiaba el cuarto del ya mencionado joven, Oswald preparaba el desayuno. Como era un día especial para los tres optó por elaborar el especial de su madre, pan con queso de cabra, tocino, y arroz ovaliano, un platillo en parte sencillo que podía quedar espectacular al hacerse siguiendo unos determinados pasos. Era la segunda vez que lo hacía, estaba confiado en que les subiría el animo a sus amigos. El pelinegro vestía su tipica ropa casera, una camisa gris y unos shorts azules, junto a un delantal rosado para la ocasión, era muy cuidadoso cuando se trataba de preparar comida.

-Por fin llegó el día, nuestra última prueba, que rápido pasa el tiempo…-pensó antes de sacudir su cabeza al captar lo que acabó de decir -tengo que dejar de pensar como un viejo, ¡solo soy un año mayor comparado a mis compañeros!- se recordó frunciendo el ceño, cada día eran más habituales para él esos pensamientos desde que entraron a la academia, al ser el mayor del grupo, y tener a Link casi como un hermano tuvo que madurar temprano, ya se sentía más comodo por cumplir la edad adulta, sin realmente parecerlo por su actitud.

-Link ha logrado lo que creía incapaz-dió una leve risa al recordar las palabras inseguras del hylian antes de aceptar ser pupilo de Dante -Debería aprender a dejar de menospreciarse tanto, que se le va hacer, es algo que debe aprender por sí solo…

-¿Cómo podría hacerlo?

-¡¿Eh?!- exclamó Oswald sorprendido, mirando hacía atrás, dándose cuenta de que el hylian ya había salido del aseo, vistiendo su ropa normal de estar en casa; esta vez miraba al suelo con una expresión seria en su rostro, al igual que la mayoría del tiempo, aunque se sentía muy diferente.

-Quiero cambiar, todo este tiempo lo he estado intentando…- dijo mientras se sentaba en una de las sillas del comedor, apoyando sus brazos en la mesa, lanzando un ligero suspiro antes de sonreír medianamente -No tuve exito al parecer….

Oswald asintió, centrándose en acabar el desayuno. Le preocupaba el actual estado de su amigo, no podía dejarlo pasar por alto -No podrás hacerlo si solo tomas en cuenta tus errores, como si estos te definieran. Solo acabarás perdiendo tus virtudes al verte como un fracasado.

Link le miró, este seguía concentrado en los alimentos, raras veces hablaba con otros cuando cocinaba, probablemente ya estaba acabando. -Es tan facíl decirlo…- murmuró, casi susurrando, apoyando su cabeza en sus propios brazos, cerrando los ojos -Soy consciente de que logré comprar el último lote de comida que tu madre necesitaba aquella vez, sé muy bien que sin mi ayuda no habrías salido del bosque Oval tras perderte, pude evitar que molestaran a Migue por su afición a la limpieza, apoyé con todas mis fuerzas a Yui para que pudiera confiar en sí misma y saliera de su enorme depresión, si no fuera por mí esos bandidos habrían lastimado a toda la academia…- aclaró sin levantar la mirada solo una parte de varias cosas buenas que había logrado, no podría olvidarlas, mucho menos la cara de agradecimiento que todos le expresaban tras haberlos ayudado, era la mejor recompensa para él, no las cambiaría por nada -Estoy realmente dispuesto a ser de ayuda para los demás, no dejaría a nadie indefenso si puedo encontrar una manera de ser de utilidad, es algo que, me gusta hacer… pero estoy seguro, de que todo fue solo suerte…

Oswald ya había terminado el desayuno, por lo que optó en guardarlos dentro de unos platos, ya que debían esperar a Migue, quién no tardaría en acabar con la limpieza. Se quitó el delantal para luego colgarlo en un perchero de la cocina, antes de sentarse en el asiento que se encontraba frente al hylian en la mesa, pensativo y con ambos brazos cruzados, fueron tantas cosas las que Link había acabado de contarle.

-Yo también me sentía igual hace unos años, cuando aprendía a dibujar, me costaba dominar el proceso, hasta el punto de agotarme bastante rápido debido a la presión a mi deseo de superarme… no es una sensación agradable- confesó, pasando su mano izquierda sobre su propio cabello, despeinándose inconcientemente, mientras expresaba una reconfortante sonrisa.

Link lo observó intrigado, jamás se había enterado de aquello en todo el tiempo que estuvo junto al pelinegro, pudo tratarse de algo demasiado personal como para guardarselo, el hylian hacía lo mismo después de todo.

-Mi madre me pidió superar esos pensamientos como pudiera, centrarme en ellos no me ayudaría, si tanto tiempo tenía para quejarme, hubiera sido mejor invertirlo en práctica- dijo mientras colocaba un papel en la mesa, este parecía tener algo en el otro lado -Y así fue, conseguí ser un buen dibujante, tras aprender de mis fallos, y mejorarlos totalmente, debiste haberlo notado con mis proyectos recientes, sobretodo en tu regalo.

-Aunque eso no evitó que la dibujaras como una loli- interrumpió una tercera voz con un tono de burla, captando la atención de ambos, notando que se trataba de Migue, que apenas se había desocupado. El castaño ya vestía su ropa normal casera, una camisa marron sin mangas, y un short gris. Estaba interesado en el tema del que sus amigos hablaban.

El pelinegro dió una leve risa avergonzado, era un simple detalle que se le pasó debido a la inspiración del momento, pero ya se aseguraría de que no vuelva a pasar.

Link medio sonrió, le causo algo de gracia ese comentario, por supuesto, no le molestaba ese "pequeño" fallo, gracias a este pudo recordar momentos junto a la hylian en el pasado, unos que extrañaba bastante tras mucho tiempo sin interactuar tanto con ella. Suspiró apoyando su cabeza sobre su mano derecha, la cuál posaba sobre la mesa, las palabras de Oswald eran inspiradoras, pero eran situaciones diferentes, aún así le reconfortaba su apoyo.

-Lamento haberlo hecho así Link, pero gracias por aceptarlo- dijo el pelinegro, buscando algo en un sobre que llevaba consigo.

-No hace falta, me gustó mucho cómo quedó, si que conseguiste mejorar tanto estos últimos meses.

-Sí, debo seguir practicando, puede que en algún momento viva de esto, evitar la mayor cantidad de errores es importante- sacó una hoja del sobre y se la ofreció al hylian, quién alzó una ceja en señal de duda -Por eso, volví a dibujar a tu amiga, ¡estoy seguro de que lo amarás!

Migue se sentó con los brazos cruzados, en silencio, era un momento de tranquilidad para los tres y quería disfrutarlo, podría pasar mucho tiempo antes del próximo.

El hylian tomó el dibujo, impactándose por cómo era. Yui se veía increiblemente retratada, casi como una foto, ella vestía su ropa negra de la academia, con el cabello moviéndose por el viento, y expresando una hermosa sonrisa, tan radiante como siempre la imaginaba. Sin poder evitarlo, el espadachín sonrió, ya tenía sus pensamientos claros.

En un principio por pura aspiración quería ser el mejor aventurero, esforzándose cada día para mejorar y demostrar que no era alguien con malas intenciones. Tras conocerla, en parte eso cambió, el apoyo de tanto sus amigos, como de la hylian, era todo el soporte que necesitaba para seguir adelante, para nada le importaba que pensaran los demás de él. No podía fallarles a sus compañeros, necesitaba pasar la prueba, sin importar que llegara a ocurrir por suerte.

-Por tu expression, puedo notar que le encantó.

-¿Crees que vuelva a tardar en despertar por soñar de nuevo con ella?

-¿Dices que ayer él soñó con la pequeña Yui que hiciste? ¿De qué manera?

-Ya sabes, lo que hagas en un sueño, se queda en el sueño…

Por unos momentos Link imaginó a la pelinegra en forma de niña frente a él, usando una versión adaptada de su ropa normal, con ambas manos sobre su pecho y una expresión ansiosa.

-"¡Link, te amo!"

El hylian se impactó al darse cuenta de lo que imaginó, ruborizándose y temblando de la vergüenza, reacción que no pasó desapercibida por sus compañeros.

-Vaya, parece que tenemos el mismo gusto- comentó Oswald de manera mordaz, entrecerrando los ojos.

-¡Qué, no! ¡No he soñado con nada de eso!

-Tu cara lo dice todo- insinuó Migue, aguantando la risa -Yo pensaba que eras el más inocente de nosotros, pero no, resulta que eres tan lolicon como este idiota.

-Estoy orgulloso…-agregó Oswald con un tono de voz que demostraba su admiración. Levantó el pulgar de su mano derecha, apoyando los ideales que compartía con el hylian.

Link se limitó a bajar la mirada, no supo cómo refutar aquél malentendido, no era bueno con las palabras. Si había imaginado a la pelinegra unos momentos antes, mas no de una manera inadecuada del todo, además de haber sido inconscientemente. Decidió quedarse callado, esto no pasó desapercibido ante los perceptivos ojos de sus compañeros, quienes estallaron en carcajadas al ver que este cayó en la broma de ambos. El hylian sudó frío, desviando la mirada queriendo ocultar su vergüenza.

-¡Debiste haber visto tu cara!- dijo Migue entre risas, con ambas manos rodeando su torso.

Oswald suspiró tras terminar sus carcajadas, negando con su cabeza -Link, aunque fuera verdad no lo tomaríamos tan en serio, nunca mostraste tanto interés como yo en esto, eso basta para darnos cuenta- aclaró el pelinegro, levantándose de su asiento para traer el desayuno.

-Hmph. Idiotas…- respondió Link, indignado, evitando mirarlos a los ojos. Estaba conciente de que solo jugaron con él, pero de verdad no le gustaba los malentendidos por varias experiencias pasadas…

-Ya, lo que tu digas, jaja- insinuó el castaño con intenciones de molestarlo, ante la mirada seria de su amigo, quién suspiró sin decir reprochar nada, cruzando los brazos. Oswald por su parte, regresó con la comida lo cual desvaneció todo signo de molestia en el espadachín, ya que este se encontraba muy hambriento.

El silencio invadió la habitación mientras el trío desayunaba, no les incomodaba, ya habían pasado algunos años desde la primera vez, además el plato de esa mañana era especial, una receta familiar para ocasiones importantes, podría otorgarles buena suerte.

-Oye, Link, ¿qué harás con Yui cuando acabemos?- preguntó Oswald curioso, no podía dejar de pensar en ese detalle.

Link se detuvo apenas escuchó aquellas palabras, la cuál aumentaron sus nervios, al no haberlo pensado antes.

-Ella también se graduará hoy, ¿no deberías hablar con ella?- agregó Migue, con una mano posada en su mentón, nunca habían discutido de ese tema con la pelinegra, por lo que les era desconocido que haría ella en el futuro aparte de volverse una poderosa hechicera, o al menos eso suponía.

El hylian lo pensó por unos momentos, recordando algunas palabras de la pelinegra, esta no parecía tener algún objetivo claro, cambiando el tema, probablemente seguía indecisa -Quizás, deberíamos pedirle que nos acompañe, es nuestra mejor amiga, no creo que le desagrade la idea.

Sus compañeros aceptaron la propuesta sin ápice de duda, Yui podría ser una excelente compañera para ellos, desde sus diversas formas de usar la magia hasta su envidiable inteligencia, la cuál parecía haber heredado de los Sheikah, al estudiar y entrenar arduamente con estos, además, ella podía tranquilizar a Link cuando este se sintiera desesperado de manera sencilla. Solo quedaba hacerle la propuesta.

Ya finalizada la conversación, el trío continuó desayunando, no faltaba mucho para la hora de inicio de la prueba, donde demostrarían todo lo que aprendieron durante esos años, no había vuelta atrás. Habían esperado bastante tiempo hasta ese día, ahora o nunca, tenían que aprobar.


En cierta recámara del castillo de Zyrak, específicamente el balcón; una joven princesa observaba los alrededores de la silenciosa ciudadela, la cuál no tardaría en volver a un común estado de alboroto, sobretodo aquella mañana, había descubierto que algunos puestos rebajaron los precios de sus inventarios a mitad de precio, algo bastante inusual sí se toma en cuenta las dificultades para conseguir mercancía en los tiempos que corrían. Remilia suspiró, apoyando su cabeza en sus brazos, los cuales posaba sobre la fría baranda. La regente había despertado hace unos minutos, estaba descalza, con un camisón de color celeste como única prenda, y tenía su verdoso cabello suelto. Normalmente una de las sirvientas le despertaría unas dos horas más tarde, pero aquella noche no había podido dormir bien, tantos pensamientos que tenía habían evitado que pidiera descansar. Se sentía agotada, pero no podía permitírselo, su padre podría necesitarla en cualquier momento.

-¿Qué sentido tiene que rebajen los precios a estas alturas? Solo perderán dinero…- comentó la joven de cabello verde, viendo como frente varios puestos abundantes se formaban enormes colas, demasiada para las horas que eran, estas ocupaban todo el callejón de los respectivos lugares, habían comenzado desde altas horas de la noche, sacrificando tiempo. No era justo, tanto el vendedor como el cliente salían perdiendo.

La regente bajó lentamente la mirada, observando los campos del castillo, muchos guardias entrenaban junto a los soldados del general, obviamente la diferencia de habilidades eran notables, pero estos no se dieron por vencidos a pesar de esto, insistían en continuar. La princesa sonrió, era reconfortante para ella ver que aún quedaban miembros dispuestos a luchar en el ejército, hace tiempo que la guardia real comenzó a descuidarse, no tenía idea de por qué, pero le frustraba, puesto que dependía de estos para proteger su reino.

-Padre, eres un rey idiota- murmuró, sentándose en un sillón gris que poseía en dicho balcón, su segunda cama; habían ciertas ocasiones que necesitó desestrarse tomando aire fresco, de la única manera que le permitían al no tener forma de salir por su cuenta del castillo.

-Si tan solo pudiera salir…- colocó su antebrazo derecho sobre su frente, cruzando sus tobillos, mientras movía los dedos de sus pies para entretenerse -Seguro estará divirtiéndose, idiota- murmuró, refiriéndose nuevamente a su "compañero de castillo" como le gustaba llamarle, el único amigo real que había conseguido. Desde hace tiempo se preguntaba que había sido de él, lo extrañaba, anhelaba el día que pudiera reencontrarse con él…

Remilia se abofeteó al pensar aquello, no podía, él se había largado sin decirle nada, una clara señal de que nunca llegó a interesarle. Sintió un pequeño ardor en sus ojos, le dolía recordarlo, toda su felicidad desapareció con él, por un largo camino sin retorno…

-No, no vale la pena…-dijo cubriéndose el rostro, le avergonzaba sentirse así, no le encontraba sentido -él conseguiría calmarme si me viera así, cualquier otro solo me juzgaría, una princesa no puede comportarse de esta forma- agregó, con un tono serio y melancólico en su voz. Él no la veía como una princesa, sino como su amiga, no le importaba su estatus, debido a esto, ambos consiguieron volverse amigos tras conocerse al solo ser niños, ya habían pasado algunos años desde que este se marchó, solo le quedaba atesorar esos recuerdos.

Las temporadas de lluvia en Zyrak nunca fueron del todo agradables, al menos para las personas que solían salir a cada rato, ya sea por negocios o un simple paseo. Para Remilia era todo lo contrario, le encantaba, la atmósfera causada por el clima le transmitía paz a la regente, disfrutaba el sonido de las gotas cayendo mientras estaba en lo suyo, ya sea alguna pendiente, leyendo, o jugando con su compañero de castillo, el cuál estaría junto a ella en unos minutos.

La pequeña princesa miraba asombrada la lluvia desde el balcón de su recámara, realmente lo disfrutaba. Vestía un pequeño vestido de su talla de color crema en el torso, con ligeros adornos con el símbolo de Zyrak, una falda verde con rayas celeste que formaban extrellas, y unas largas medias blancas, no portaba su corona por comodidad, esta estaba sobre su mesa de noche, al lado de la enorme cama. Las luces estaban apagadas, se había olvidado de encenderlas.

-Es hermoso, tanto que no sé qué sentir…- murmuró la niña de cabellos verdes, hipnotizada con el mal tiempo. Ya llevaba un rato esperando a su compañero, quién tenía permiso del rey para que la visitara, este le tenía confianza, al ser el hijo de uno de sus mas cercanos amigos. Sonrió al recordarlo, este opinaba lo mismo que ella sobre la lluvia, no podía evitar imaginarse junto a él jugando a fuera con esta leve tormenta.

Al estar distraida, sobresaltó cuando llamaron a su puerta, no recordaba cuanto tiempo estuvo esperando.

-Alteza, su visita llegó, ¿nos permite entrar?- Dijo en un tono dulce una de las sirvientas del castillo, la que estaba asignada al cuidado de la regente. La pequeña volvió a sonreír al escucharla entretanto corría hasta la puerta para recibir a su invitado, pero al encontrarse a oscuras, se resbaló al pisar la hoja de uno de los libros que tenía en el suelo, soltó un pequeño grito en lo que caía de pecho contra el suelo, tuvo suerte de que este estaba alfombrado, y de evitar caer de cara. Su cuidadora, al escuchar aquél quejido, abrió la puerta de golpe con la réplica de la llave que el rey le había confiando, acercándose a la pequeña que aún estaba echada en el piso.

-¡Princesa! ¿se encuentra bien? ¿no te duele algo?- preguntó preocupada la joven sirvienta, de alrededor de unos veinte años de edad, su cabello corto era de color castaño, tenía los ojos de una profunda tonalidad gris, y su rostro aparentaba delicadeza, claramente era la sirvienta más joven del castillo.

-No, descuida Kumiko, solo me resbalé- le respodió la princesa, de forma despreocupada, el golpe había sido ligero, agradecía que su padre mandó a que alfombraran su habitación.

Kumiko suspiró, volviendo a sonreir, levantándose a su vez que ayudaba a la regente a ponerse de pié -deberías tener más cuidado Remilia, pudiste haber lastimado tu hermosa carita, y no queremos que eso ocurra- le advirtió, su padre era capaz de armar un alboroto solo por eso, debía enseñarle a ser más precavida.

-Lo siento, debí haber encendido la luz hace rato, ¡pero la lluvia es tan hermosa, que no puedo evitar verla!- decía Remilia con ilusión en su mirada, de verdad le encantaba la llovizna. Kumiko soltó una pequeña risa al ver su rostro, le gustaba verla cuando se comportaba así.

-Señora Kumiko, ¿qué fue lo que ocurrió aquí?- preguntó una vocesita que entraba a la habitación, era un pequeño niño de la misma edad que tenía la princesa, preocupado, el grito lo había puesto nervioso. Por su ropa, se notaba que no pertenecía a la nobleza, aunque eso no le impedía acompañar a la pequeña regente.

-¡Ru! Tardaste en llegar, ¿dónde estabas?- preguntó Remilia, haciendo un ligero puchero, su compañero de castillo no cumplió con el tiempo acordado para encontrarse. Este se rascó la mejilla avergonzado, estaba consciente de haber tardado bastante.

-No me llame así alteza…- pidió dando una ligera risa, Ru era un apodo que la regente le otorgó -Hice todo lo posible por terminar mis pendientes a tiempo, pero no esperaba que lloviera, así que corrí, aunque me mojé de todas formas, de verdad lo siento- finalizó, sobando su antebrazo derecho, le disgustaba no cumplir sus promesas.

-Tuviste suerte de que fuese yo quién te encontrara, ninguna de las demás sirvientas te dejarían entrar empapado- le insinuó Kumiko, con los brazos cruzados, había hecho todo lo posible para que lo dejaran pasar, tenía ciertas ventajas el que estuviera a cargo de la princesa. Ru bajó la mirada ante esas palabras, no sabía qué responder, se sentía culpable de otorgarle problemas a la joven castaña. El niño quería volver a pedir disculpas, pero fue interrumpido por la joven sirvienta, quién selló los labios de este con su dedo índice -Te perdono, pero asegurate de no volver hacerlo, ¿sí?

Ru asintió, volviendo a sonreir, para luego mirar a su compañera, esta se había mantenido en silencio observándolos pacientemente. Esta esbozó una leve sonrisa, quería despreocupar a su amigo, mostrándole que todo estaba bien.

-Remilia, ¿qué jugaremos hoy?- preguntó Ru ansioso, con ambas manos empuñadas.

La pequeña colocó su mano izquierda en su mentón, pensando diversas opciones, no tenía nada específico en mente para un día lluvioso, aunque… -¿Qué tal bajo la lluvia? Hace unos momentos lo imaginé, tengo curiosidad.

Kumiko se sorprendió al escuchar aquella propuesta, no era extraño que la princesa propusiera que debían jugar afuera, aunque ella por petición del rey le negaba la posibilidad; esta vez lo expresó de una manera diferente, con ilusión, como si fuera una necesidad realizar aquéllo. Ru se asombró, estaba de acuerdo, este también deseaba hacer lo mismo que su amiga, ambos tenían varios gustos en común.

Ambos se pusieron frente a la sirvienta y comenzaron a rogarle que les permitiera salir, se les notaba la ilusión en los ojos de compartir dicho momento. Kumiko no sabía que decidir, le prometió al regente que cuidaría a su hija de cualquier problema, pero ella también quería que se divirtiera, era consciente de que la princesa nunca salía de las paredes del castillo, deseaba poder salir con ella al menos una vez, realmente lo deseaba. Tras suspirar, tomó una decisión, aceptando las posibles consecuencias.

-Está bien, podemos salir un rato, solo si me prometen que no causarán problemas y se mantienen cerca de mí, ¿de acuerdo?- les sugirió la castaña, poniéndose de cuclillas a la vez que levantaba el dedo índice como seña de que debían prestarle atención. Tenía un plan en mente para evitar que se refriaran, lo había estado planificando desde hace bastante tiempo.

Remilia y Ru expresaron una enorme emoción en sus miradas, aceptando sin rechistar la propuesta de la mayor -¿De verdad podemos jugar en la lluvia?- preguntó la regente, no quería tener falsas experanzas.

-¡Por supuesto Remilia! Solo necesito que se queden quietos por instante, ya sabes en que me especializo, ¿entiendes?- preguntó Kumiko, colocando sus delicadas manos sobre las cabezas de los infantes, esperando a la acción de la adulta. Esta cerró los ojos, murmurando unas palabras inaudibles para los pequeños, mientras las manos de ella brillaron de forma leve un tono verdoso, no pasó ni un minuto antes de que terminara.

Ru se miró los brazos, dudoso, no sentía nada diferente, como si ella no hubiera hecho nada. La princesa por su parte sonrió, respirando profundamente para luego exhalar lavantando los brazos, estaba segura de que así podría jugar sin preocupaciones.

Kumiko al notar la mirada confusa del chico, decidió explicarle -Les acabo de poner una capa ventosa para protegerlos de que se refrien, mi viento los cuidará mientras juegan.

-¡Oh, Hiciste brujería!- exclamó sorprendido, a la vez que se palpaba su cuerpo.

La sirvienta desvío la mirada, endureciendo un poco su tono de voz -Algo así…- afirmó, sabía que este lo decía de manera inocente, por lo que fingía no sentirse ofendida. Remilia lo notó, sudando frió a la vez que soltaba una ligera risa.

-¿Y qué esperamos? ¡Salgamos de una vez!- dijo impaciente el infante castaño, mirando a su amiga, proponiéndole algo en silencio, lo cual esta aceptó, riendo para sí misma.

Ambos tomaron a Kumiko por la mano, una cada uno a la vez que la llevaban hasta la salida. Esta sonrió, inclinándose para no dificultarles los pasos, quería disfrutar de ese momento con ellos, tenía que ser precavida, pues era la primera vez que la princesa salía.

-Kumiko, Ru…- les llamó la pequeña regente, con la mirada desviada.

Estos le miraron confusos, por el tono de du vocecita.

-Muchas gracias- les dijo expresando una sincera sonrisa, una que quedaría grabada en la mente de ambos por el resto de sus días, o almenos eso era lo que ella quería…

Remilia abrió los ojos lentamente, se había quedado dormida por unos instantes recordando el pasado; sentía como las lágrimas comenzaban ha acumularse en sus ojos, las cuales dejó caer, estaba cansada de aparentar dureza, solo intensificaba los dolores de su pecho debido a su soledad. Extrañaba a Ru, no podía negarlo, era el único que la entendía y con quién compartió varios de sus más hermosos recuerdos; Pero se había ido, no tenía posibilidad de cambiarlo.

La regente se levantó, sin importarle sentir el frío del suelo en sus pies, pues no superaba al que sentía en su corazón. Volvió a mirar la ciudadela desde el balcón, las colas eran más largas, pero ahora se movían; apretó sus puños, quería detener esas ventas, estas solo podrían adelantar otra demanda económica al reino, era su deber como futura reina evitar que tal problema llegara a ocurrir.

-Ru, ¿tú me apoyarías?- murmuró, estando consciente de que no recibiría respuesta alguna, aunque no le hacía falta, lo conocía lo suficiente como para saber que respondería. Suspiró, a la vez que entraba a su habitación, cabizbaja, pero segura de su decisión.

Miró cierto objeto que tenía sobre una pequeña mesa que estaba al lado izquierdo de su cama, mirándolo con una pequeña sonrisa a la vez que sus ojos se humedecían, se trataba de un collar con una esmeralda de plastico colgando en el centro, el cuál podía abrirse para guardar dos imágenes; en la parte de atrás tenía inscritas unas palabras que terminaron por iniciar su silencioso llanto: "Para mi pequeña Esmeralda"

-Kumiko… lamento tener que romper mi promesa- dijo sin detener su llanto colocándose el preciado accesorio alrededor de su cuello. Suspiró, dirigiéndose a su armario cambiando su destrozado semblante a una expresión de seriedad que ocultaba sus sentimientos aunque le lastimara, no era momento de derrumbarse, tenía que prepararse para su pequeña aventura.


Aquella mañana era bastante pacífica en la academia, todos los que vivían en esta se encontraban en sus habitaciones en esos momentos, puesto que mas tarde iniciaría cierto evento para los próximos a graduarse, una misión de supervivencia en el bosque Oval. Los candidatos de esta ocasión eran el trío más reconocido por los maestros del lugar: Oswald, Migue, Link, y un participante secreto por petición de uno de los responsables, este sería revelado a la hora de inicio, no faltaba mucho.

Aunque en esos instantes todo los que no participarían deberían estar intrigados por el posible resultado, cierta joven era la excepción. Esta se encontraba sentada sobre su cama con las piernas cruzadas, observando el paisaje por la ventana, viendo a los árboles moverse por las ráfagas del viento.

Era Yui, estaba desanimada, había pasado todo el día anterior buscando alguna manera de curar a su amigo, sin resultado, ninguno de los tratamientos que leyó podría acabar con dicho malestar, no, más bien se trataba de un maleficio, pero de igual forma, no descubrió nada que lo haga perecer. Vestía un camisón celeste, y su larga cabellera estaba atada, formando una cola de caballo.

-¿Yui, qué ocurre? Llevas así desde muy temprano, nos preocupas- Le preguntó una joven de cabello y ojos morados, algo mas bajita que la hylian; vestía una pijama violeta, y estaba deacalza. Estaba intrigada por desconocer el motivo de la extraño comportamiento de su compañera de cuarto, aunque ya tenía una idea de quién era el responsable.

-Déjala en paz Aoba, ¿no ves que está deprimida? Es inútil intentar animarla, aunque queramos - le regañó una tercera persona, una joven rubia de ojos cafés, esta vestía un camisón verde como única prenda. Estaba apoyada en la pared a la izquierda de la puerta, con los brazos cruzados y el seño fruncido, estaba esperando a su pequeña compañera. Esta le miró con una expresión triste, suspirando, no tenía sentido seguir insistiendo, su amiga rubia tenía razón.

-No me gusta verla así Lucy, me entristece…

-Es su culpa por interesarse en un chico que no tiene agallas- insistió la rubia, desviando la mirada a la vez que endurecía su semblante, no era la primera vez que la hylian se comportaba así. Esta bufó ante esas palabras, cerrando los ojos, fingiendo no haberla escuchado.

-No puedo negarte, es solo que…- la joven de cabello morado suspiró, no sabía que decir, conocía lo suficiente de la situación de su compañera hylian para saber que le pasaba, le frustraba no poder ayudarla, Link no le disgustaba, pero temía lo que podrían pensar los demás de ella si le hablaba, era una inútil.

Lucy se encogió de hombros, no podía hacer nada igualmente -Tranquila Aoba, no eres la única que se siente así…- le acarició la cabeza, deseando calmarla -Esto es algo que ella debe resolver sola, no podemos forzarla a cambiar de opinión…-dijo en un tono serio, desanimada. La enana asintió, cabizbaja, acompañando a la rubia hasta la sala, dejando a la pelinegra en la soledad de la poco iluminada habitación.

Yui volteó a ver la puerta, suspirando nuevamente, sus compañeras no podrían entender su actual problema, ni siquiera ella lo comprendía, era mejor apartarlas de la situación. Cambió de posición, abrazando sus piernas, apoyando sus muñecas en sus tobillos, así como su frente sobre sus rodillas, estaba ansiosa, desesperada de encontrar una manera de ayudar a Link, era la única forma de que ella pudiera estar con él como antes.

-¿Cuándo fue que comenzó a sentirse así?- se preguntó alzando la mirada, recostando su cabeza en la pared -todos estos días, él no parecía padecer de algun malestar, actuaba igual de tímido y distante como siempre- intentó pensar algún motivo, imaginando la mayor cantidad de razones posibles, conocía bastante al espadachín, era posible que alguien lo maldiciera por medio de un hechizo -No, Link lo habría notado de ser así, los maleficios son fáciles de detectar, hasta yo lo hubiese sentido a distancia.

La hylian recordó cuando se encontraron en la azotea recientemente, aún no podía creer que él aceptara reunirse a solas con ella a pesar de todo lo ocurrido. Aunque este no pudo terminar sus palabras por culpa de la marca que poseía, sabía perfectamente que quería decir.

Me gustas Yui!"

-Tonto, no hemos hablado en meses y eso es lo primero que pensabas decirme- comentó algo ruborizada, expresando serenidad -desconoces tus propios sentimientos, pero preferiste quitarte un peso de encima confesándote, no creo que hayas sido sincero contigo mismo…- Observó sus pies, moviendos sus dedos, entrecerrando los ojos -te mueres por mirarlos, aunque preferiste no comentarme nada al respecto, je, tus amigos no saben guardar secretos- levantó los brazos, extirándose, no quería rendirse en su búsqueda, estaba segura de que le faltaba pensar algo.

En ese tipo de situaciones, la hylian siempre sentía necesitar un consejo, los cuáles le pedía a su niñera, una Sheikah, una de las más sabias de dicha especie. Miró el símbolo de dicha especie que tenía en el centro de su camisón, recordando sus días junto a estos, había vivido diversas e inolvidables experiencias…

-Se que me regañarías en este momento por ser tan lenta- insinuó, volviendo a mirar la ventana, presentía que el pueblo donde antes vivía estaba en esa dirección -si fuera tan inteligente como tú, ya tendría una respuesta- sintió como una pequeña lágrima empezaba salir por su ojo derecho, se sentía presionada, ante la posibilidad de no lograr lo que ahora tanto anhelaba conseguir, le dolería de por vida fracasar -¿Es mi castigo por ser tan egoísta? No puedo forzarme a seguir así, debo…

Su rojiza mirada recuperó su brillo natural al captar lo que había dicho, era una solución tan simple que no había podido imaginarla, si no podía encontrar alguna cura, ella debía averiguarla por sí misma tras obligarla a manifestarse. Sonrió, a la vez que la tranquilidad volvía a su mente, mientras se recostaba de espaldas en la cama, se recuperó completamente.

-¡Link, ya puedo ayudarte!- exclamó alzando ambas manos, sin borrar su sonrisa, aunque aún tenía que esperar a que este concluyera su prueba de supervivencia, pero estaba segura de que la superaría de sobra, ya que él conocía como sobrevivir en los bosques.

La joven de cabellos negros se levantó, colocando sus pies en el tibio suelo, tenía que vestirse y arreglarse para antes de la hora determinada del inicio de la prueba.

Se bañó tranquilamente, ideando diversas formas de forzar a la marca de su compañero a que se activase, debía ser cuidadosa, este sería capaz de evitarla e ignorarla nuevamente, dificultando sus intenciones.

Tras terminar su ducha, se colocó una camiseta verde, junto a un short celeste como únicas prendas, no había necesidad de arreglarse por completo aún, por lo que optó por dejar su larga cabellera suelta, la cuál llegaba hasta su cintura. Al salir a la sala, notó que se encontraba sola, probablemente Lucy y Aoba habían salido a desayunar, puesto que ninguna sabía cocinar, solo ella, y no la querían molestar, cosa que de verdad agradecía.

-Supongo que comeré sola- dijo encogiéndose de hombros, a punto de dirigirse a la cocina, pero el sonido de la puerta siendo tocada la detuvo, captando su atención.

-¿Serán ellas? Acabaron más rápido que de costumbre- pensó en lo que se acercaba a la salida, ellas eran algo tragonas, así que sería bastante inusual si de verdad fueran estas. Pero al abrir la puerta se sorprendió al descubrir quién era su visitante, lo conocía, pero nunca habían interactuado mucho

Se trataba de Dante, este le miraba de forma seria, con los brazos cruzados.

-¿Señor Dante, qué le trae por aquí?- preguntó confundida, alzando una ceja, confusa de la repentina visita.

Este se rascó la nuca, dudoso de lo que estaba a punto de decir, pero decidido a comentarlo.

-Yui, necesito que…

Ella se sorprendió ante la petición, parpadeando varias veces, al no poder creerselo, se tranquilizó fugazmente, asintiendo, con una notable determinación en su mirada.

Continuará…


No no estoy muerto, me escondía de mis pensamientos, bueno no. Este capítulo fue algo difícil de plasmar, quería transmitir de la mejor forma que podía lo que Link sentía en ese momento, entonces por casualidad estaba entrando al bosque perdido en BoTW por primera vez(casi por el 20 de julio, ahora ya lo tengo terminado XD) pensé que podría utilizarlo aquí como una representación de como se sentía, almenos en la pesadilla.

La escena de Remilia quedó distinta a como pensaba en un inicio, preferí priorizar el recuerdo y relatar su aventura en otro cap, ahora saben que su amigo se llamaba Ru, ¿por que creen que la dejó? Kumiko la creé a último momento, me basé en un personaje de cierto anime que me encantó, ella era importante para nuestra regente.

Yui, la verdad no quiero decir mucho, tengo pensado desarrollarla durante estos capítulos, solo espero nadie me asesine por el papel que le dí hasta entonces XD

Agradezco a Egrett Williams por ser mi beta, aunque no lo parezca, me ayuda bastante. Y a Goddess Artemiss, Kuroiro no kishi, Sheika 360, Suki90, Fox MCloude, y a ZeekLaerers(Por fin CTM!) de verdad gracias por seguir este fic!

Bueno queda poco para terminar el inicio, espero no lo hayan sentido pesado XD

Hasta la proxima!