Capitulo 6. El Baile.

Y por fin, el día había llegado (realmente no tuvieron que esperar mucho ¬¬). Todos se encontraban muy agitados. Los empleados caminaban y corrían de un lado a otro en toda la Mansión. Llevando y trayendo cosas, arreglando mesas, preparando comidas y bebidas, etc. Todo era un barullo en esos momentos. Por órdenes de Saori, nadie podía entrar a el salón de fiestas hasta que estuviera todo listo, y eso incluía a sus Santos y a las invitadas.

Los nervios de las chicas estaban a flor de piel. Corrían y caminaban velozmente por todos lados. Los chicos al parecer se veían tranquilos, pero debes en cuando les daban sus ataques de pánico. Tal era el caso de Seiya, que a veces se ponía a gritar sin razón alguna. Era natural que se comportara así, era la primera ves que iban a asistir a una reunión social de esa magnitud. Esperaban y rogaban a todos los dioses que todo salga bien y sin ningún contratiempo.

Eran cerca de las 4 de la tarde y Saori les comunico a todos que empezaran a vestirse, algo que a los chicos les sorprendió, ya que faltaban mas de 5 horas para que comenzara la reunión, pero no protestaron.

Ninguna chica estaba en sus respectivas habitaciones, a comparación de los muchachos que se arreglaron cada uno en su cuarto, ellas decidieron prepararse en la habitación de Saori. La diosa estaba encantada con esto y no dio ninguna objeción.

-no se preocupen, me encargare de que luzcan hermosas- dijo con una gran sonrisa, cerrando los ojos- pueden pasar- dijo dirigiendo su mirada a la puerta.

Inmediatamente entraron a la habitación cuatro doncellas con los vestidos en mano y algunos accesorios, tales como collares, gargantillas, pulseras, aretes y maquillaje. Las chicas las miraron con asombro.

-ellas se encargaran de vestirlas y maquillarlas para la ocasión- dijo Saori levantando el brazo para mostrarles a las doncellas. Estas hicieron una reverencia.

-como?- balbuceo Sunrei parpadeando. Todas estas molestias no se las esperaban de parte de Saori.

-muchas gracias Saori-sama pero...no es necesario...-June trataba de hacer cambiar de opinión a su Diosa. Tantas molestias que recibían de parte de ella, las desorientaba y avergonzaba.

-por favor, dejen que ellas lo hagan, para mi no es ninguna molestia. Ustedes no saben cuanto les debo- la diosa les dio una gran sonrisa sincera y tierna. Se volteo y se dirigió a la puerta, retirándose, dejándolas solas.

Las chicas la miraron irse completamente perplejas. Las doncellas empezaron a hacer su trabajo. Una de ellas se coloco detrás de Ellie y le bajo el cierre de su vestido, mientras que ella solo hacia unos cuantos movimientos torpes, simbolizando su pena. La siguiente le despojo la blusa a Sunrei y la otra le desabrochó la blusa a June. Mientras hacían todo esto, las chicas solo se miraban con vergüenza. Se sentían como niñas pequeñas al dejar que las vistieran; y pensar que iban a estar ahí todo lo que restaba de la tarde hasta que Saori estuviera satisfecha con el resultado.

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Ya eran las 8 de la noche y al parecer las chicas no estaban listan aun. Los Santos decidieron esperarlas en la sala de estar, con los nervios de punta, claro que había unos que lo disimulaban y otros no tanto. Los chicos iban vestidos de smoking negro (o traje de etiqueta, como le quieran llamar) que los hacia ver muy elegantes y por demás atractivos.

Se quedaron esperándolas media hora, sin poder entender como es que las mujeres se tardaban tanto. Uno de los empleados les comunico que ya podían entrar al salón de fiestas, así que ahí se dirigieron; no sin antes dar un gran suspiro para tranquilizar los nervios. El único que permanecía tranquilo era Shiryu.

Al entrar, se quedaron con la boca abierta. Cada muro estaba finamente decorado con una hermosa tela de color blanco aperlado que caía por todos los bordes, al final de estos se encontraba rosas blancas y rojas. En una de las esquinas, se encontraba toda la comida y bocadillos, y por lo que pudieron notar, eran de diferentes países, junto con el vino y el ponche. En el centro de la mesa se encontraba una hermosa estatua de hielo en forma de rosa, que relucía y brillaba con los reflejos de las luces en forma de diamante que estaban en el techo y que hacían que todo el salón se iluminara. Se escuchaban unos violines como fondo.

No se dieron cuenta de que tan pronto entraron, todas las miradas se posaron en ellos, podría decirse que eran el centro de atención. Ya había llegado bastante gente desde temprano; todos, tanto hombres como mujeres, con ropas elegantes y de muy alta clase, tomando alguna copa, platicando animadamente, etc.

Seiya y Shun tragaron saliva nerviosamente, sus rostros tenían una expresión de pánico. ¿Qué demonios hacían ellos ahí? No tenían idea, pero ya no podían hacerse para atrás. Al ver la expresión de sus amigos, Hyoga decidió darles unos golpes a cada uno en la espalda. Seiya y Shun voltearon a verlo saliendo de su shock.

-vamos chicos, ya es hora- dijo Hyoga con una gran sonrisa. Sus ojos brillaban de emoción. Esto para él, era como un reto.

Los caballeros por fin entraron completamente al salón de fiestas. Inmediatamente varias personas se acercaron a conocerlos y a saludarlos. Muchas mujeres elegantemente vestidas se quedaron en sus lugares solo mirándolos de pies a cabeza (o lo que se dice aquí en México, barrer con la mirada ) haciendo sonrisas coquetas y seductoras, algo que ponía nerviosos a los Santos.

Los chicos no paraban de saludar y estrechar las manos de cada hombre que se les acercaba, sin contar que besaban la mano de cada mujer que los hombres les presentaban como su esposa o hija. Tenían que reconocer que esta situación ya los estaba mareando.

Después de perder la cuenta de todos los saludos que habían dado, por fin Seiya y Shiryu pudieron apartarse del amontonamiento de gente en la que estaban envueltos, Shun y Hyoga los miraron con indignación por haberlos dejado con toda la carga.

-uufff por fin pudimos salir. Nunca pensé que fuéramos tan populares- dijo Seiya caminando lentamente a lado de Shiryu. Si no se equivocaba, su mano derecha estaba roja de tantas manos que estrecho.

-yo tampoco-contesto Shiryu secamente. Para él, era una experiencia nueva todo esto, y sabía que para sus amigos también, así que iban a tener que comportarse lo mejor posible.

-cuanto tiempo mas crees que tarden?- pregunto Seiya con cierta curiosidad en su voz.

-quienes?-exclamo Shiryu sin entender.

-Saori-san y las demás. Que tanto hacen? No se para que las mujeres se arreglan tanto. Parece como si fuera su boda o algo así- Seiya exclamo cruzando los brazos. A Shiryu le pareció muy cómico lo que dijo cuando ellos mismos estaban también vestidos elegantemente. En su rostro se formo una sonrisa dulce.

-ya no deben tardar-dijo Shiryu para tranquilizar a Seiya.

-eso espero- el caballero no podía evitar la emoción de ver a Saori; sin duda iba a estar muy hermosa- Shiryu, ya sabes que vas a hacer con respecto a Sunrei?-dijo mirándolo seriamente.

Shiryu entreabrió los labios y luego los cerró completamente. Ahora sabía exactamente lo que tenia que hacer. Lo que mas le dolía era el hecho de no poder verla. Estaba seguro que iba a lucir muy hermosa esa noche y el peor tormento que pudo haber recibido fue el no poder contemplarla.

-si- contesto el caballero con firmeza. Seiya sonrió.

En ese momento Seiya volteo a donde se encontraban unas escaleras. En ellas se podía ver a una hermosa joven de larga cabellera negra. Su vestido era blanco largo con tirantes pequeños que se cruzaban en la parte de atrás. Tenia dos aberturas en los lados que llegaban hasta arriba de la rodilla. En sus brazos tenia guantes blancos hasta las muñecas y sostenía en su espalda una chalina de color blanco perla. Estaba maquillada sencilla pero finamente, haciendo resaltar sus ojos azules y sus labios delgados pintados con un color rosa suave. En su cuello relucía una gargantilla de oro blanco con una perla en forma de gota y los aretes de la misma forma. Su cabello suelto tenía unas pequeñas ondulaciones que caían en su rostro y sus mejillas. Parecía un tanto perturbada y desorientada, mirando hacia varios lados; como buscando a alguien.

Seiya la miro con los ojos muy abiertos, le costo un poco de trabajo saber de quien se trataba ese hermoso ángel. Era Sunrei!

-Oh Kami- susurro suavemente, sin apartar su mirada de ella. Shiryu lo escucho y levando un poco la cabeza.

-que pasa Seiya?-dijo ansiosamente preguntándose que es lo que impresiono tanto a su amigo, aunque ya tenia una idea de lo que podía ser. Su corazón latió fuertemente al pensar que Sunrei podría ser el motivo de la reacción de Seiya.

-oh Shiryu, si tan solo pudiera prestarte mis ojos esta noche- la voz de Seiya sonó algo suplicante. Realmente era una lastima que Shiryu no pudiera verla. Estaba hermosa, muy hermosa, y estaba seguro que ella estaba así por Shiryu. El corazón del Santo del Dragón dio un brinco al escuchar estas palabras.

-tan... tan hermosa está?-titubeó, temiendo la respuesta.

-si...- es todo lo que pudo contestar con un murmullo Seiya, mientras seguía mirando a Sunrei que poco a poco bajaba de las escaleras.

Shiryu no podía más. En ese momento maldecía el no tener su vista y el tener que soportar la tortura y la agonía de no verla. Apretó fuertemente sus puños. La desesperación lo estaba quemando por dentro y lo único que podía hacer era intentar imaginarla, pero ni eso pudo hacer. Definitivamente no era lo mismo.

-Seiya, por favor, llévame a donde se encuentra ella...-dijo Shiryu con voz suplicante.

-con mucho gusto, amigo mío- dijo Seiya con una gran sonrisa. Shiryu tomo a Seiya del hombro para guiarlo hasta donde se encontraba Sunrei que ya había bajado de las escaleras.

Ella estaba completamente nerviosa, muchas personas la miraban asombrados y eso la incomodaba mucho. No estaba acostumbrada a ese tipo de cosas. Estuvo mirando a todos lados discretamente para poder ver a alguien conocido, a alguno de los chicos. Había sido la primera en terminar de arreglarse, o mas bien, de que la arreglaran; las chicas le dijeron que se adelantara, algo que al principio no acepto, no quería llegar sola al baile. Ellie y June le insistieron, así que se fue. Se sentía un poco tonta estando ahí parada sin conocer a nadie.

De repente lo vio. Shiryu estaba conversando con Seiya. Los dos estaban vestidos con trajes negros, se veían muy bien. La alta y elegante figura de Shiryu era una de las que mas sobresalían. Podía escuchar los murmullos de varias mujeres elegantes hablando de él. Sunrei las miro; realmente nunca podría competir con ellas. Sus ojos brillaron de tristeza. Levanto la vista lentamente solo para darse cuenta de que Shiryu y Seiya estaban frente a ella.

-ho...hola Shiryu, hola Seiya...-dijo entrecortadamente. Su corazón se disparo al tenerlo tan cerca. Recordó que Saori les dijo que él seria su pareja. Se sonrojo al pensarlo.

-hola Sunrei...-saludo cortésmente Shiryu con una dulce sonrisa.

-hola. Bueno, creo que será mejor que me vaya a buscar a mi pareja, nos vemos chicos, diviértanse!-Seiya se despidió- buena suerte- susurro al oído de Shiryu antes de irse. Éste se sonrojo ligeramente. Los dos se quedaron solos sin poder pronunciar palabra.

-y...eeemm... donde están los demás?-Sunrei tenia la mente completamente en blanco. "¡que tonta, ¿como se me ocurre preguntar eso!" pensó. ¿Qué se supone que debía hacer? No podía quedarse ahí parada enfrente de él sin hacer nada. Dio un gran suspiro tocándose el pecho para poder controlarse.

-están saludando a algunas personas, aunque no tienen idea de quienes son- dijo Shiryu animadamente, algo que sorprendió un poco a la chica ya que su voz sonó muy amable y tranquila. Rió ante el comentario. Shiryu se relajo un poco al escuchar la risa de Sunrei y también sonrió.

-ya veo. Tu también estabas saludando a las personas?- pregunto Sunrei con ingenuidad, ya con mas confianza en su voz.

-si, aunque pudimos escapar Seiya y yo-dijo Shiryu.

-así que dejaron a Shun y Hyoga solos con todas esas personas?

-pues... si...-dijo con un poco de indiferencia. Sabia que sus amigos podrían salir solos de ese pequeño aprieto.

Después de estar platicando por un momento, Shiryu le ofreció su brazo. Sunrei lo miro con un poco de miedo, vio la hermosa sonrisa que surcaba los labios del chico e inmediatamente sus mejillas se pusieron rojas; tomo su brazo suave y delicadamente con una sonrisa tímida. Pudo sentir la calidez de su brazo; se sentía muy segura y protegida estando de esa forma; de repente sintió como los dedos de Shiryu se entrelazaban con los dedos de su mano. Se sonrojo aun más.

Comenzaron a caminar sin rumbo fijo, mientras platicaban de todo un poco; incluso a Sunrei se le escapo un comentario de todas la mujeres hermosas que estaban presentes en la fiesta. A Shiryu no le gusto que ella se comparara con alguna de esas mujeres elegantes. Estaba completamente seguro que lucia tremendamente hermosa y no tenia por que preocuparse por eso, además, para él, ella iba a ser la única. Tenia deseos de decirle todo esto, pero no lo hizo.

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Shun y Hyoga todavía trataban de hacer todo lo posible para librarse de aquellas personas. Era horrible, parecía que nunca iba a terminar. Cada ves que pensaban que ya habían terminado con las presentaciones, llegaban mas, y esas mismas presentaban a mas personas. Si seguían sin poder salir de ese ajetreo, tarde o temprano se iban a desmayar, y tampoco podían despedirse así como así por que seria demasiado grosero. A veces, hasta tenían que soportar las pláticas y comentarios hipócritas de los hombres con respecto a otras personas. Se estaban dando cuenta de lo vacías que eran las vidas de los ricos.

Uno de los hombres que supuestamente era de los mas adinerados, aparto a Hyoga de la multitud para poder presentarle a su hija. Hyoga se lo agradeció infinitamente por librarse de ellos.

-Hyoga-san, le presento a mi hija Odette, ella desde hace mucho tiempo quería conocerlo- el hombre, alto y con bigote, le presento a su hija, la cual era una chica muy bonita de ojos miel y cabello castaño oscuro y ondulado.

-mucho gusto- dijo educadamente Hyoga con tranquilidad, le ofreció una sonrisa que le costo un mundo de trabajo; era mas bien una sonrisa cansada.

-el gusto es mío Hyoga-kun- dijo la chica con voz coqueta, devolviéndole la sonrisa.

Hyoga se dio cuenta de la mirada penetrante que la chica le dirigía. Se incomodo un poco y desvió la mirada.

-es usted un joven muy bien parecido, al igual que todos sus demás compañeros- exclamo la chica sin dejar de mirarlo.

-muchas gracias Odette-san-dijo Hyoga con calma- pero creo que esta exagerando.

-oh no, de ninguna manera, estoy siendo completamente sincera con usted Hyoga-kun-la chica parecía como si estuviera modelando para Hyoga, algo que a él le pareció muy gracioso. Se sentía como un juez que tenía la obligación de escoger a una muchacha en algún concurso de belleza, ya que no era la primera mujer que le "coqueteaba", si a eso se le podía llamar coquetear.

-y desde cuando se conocen?-pregunto Odette con curiosidad.

-desde que éramos niños. Nos conocimos aquí, en la Mansión Kido- dijo Hyoga con una gran sonrisa, recordando todo lo que había pasado con sus amigos en su niñez.

-ya veo, entonces ustedes son grandes amigos, no es así?- dijo Odette viendo la hermosa sonrisa de Hyoga y notando que sus ojos se iluminaban.

-así es Odette-san-contesto el chico firmemente. La amistad que tenia con Seiya y los demás es algo que lo llenaba de alegría. Siempre habían estado juntos; apoyándose el uno al otro, compartiendo alegrías y tristezas y batallas. Nunca abandonaría su misión como Santo de Athena, que defendía el amor y la justicia. Eso era algo que no olvidaría nunca y lo llenaba de orgullo.

Hyoga ya se estaba aburriendo de la conversación, que realmente para él tenia poco interés, pero tampoco podía irse así como así. Empezó a voltear a varios lados discretamente para poder ver a alguien que pudiera sacarlo de esto; aunque a la que realmente estaba buscando era a Ellie.

Y no tardo en encontrarla. Ella estaba entrando al salón de fiestas. Al mirarla, Hyoga se quedo perplejo. Su vestido era de un precioso color rojo vino que hacia resaltar su piel blanca, el escote del busto era muy pronunciado con los hombros descubiertos, formado por un nudo en el centro que caiga en todo el vestido como una cascada, las cuales formaban su delgado cuerpo. Traía unos guantes blancos hasta la mitad del brazo. Su peinado era alto, que hacia lucir su cuello delgado y fino, éste estaba adornado con una gargantilla muy delgada con delicados rubíes en forma de estrellas, al igual que sus aretes. Su rostro estaba finamente maquillado y sus labios pintados de un rojo intenso. Algunos mechones de cabello rubio caían en su rostro. Estaba completamente impecable.

Hyoga no podía creer lo hermosa y magnifica que se veía. Parecía una diosa, su diosa. La miro profundamente admirando cada centímetro de su cuerpo. Dio un gran suspiro intentando tranquilizar su corazón que empezaba a latirle fuerte y rápidamente con solo verla. Deseo con todas sus fuerzas llegar hasta ella de inmediato para poder verla mas cerca. Si lucia radiantemente hermosa de lejos, no quería pensar lo bella que estaba si se acercaba mas para mirarla de frente. Ahora le valía un reverendo cacahuate si dejaba a esa "señorita Odette" hablando sola. En lo único que podía pensar en ese momento era en estar cerca de Ellie, poder respirar su mismo aire.

-Hyoga-kun?... Hyoga-kun!-exclamo un tanto molesta Odette, al darse cuenta que su caballero no le prestaba la mayor atención. Se voltio para ver qué o quién era lo que había captado la atención del chico rubio tan profundamente. Era una chica rubia y por lo que pudo "asimilar" que no era de buena familia, no la había visto nunca; pero no le agrado en lo absoluto. La miro con desprecio al notar que el muchacho no le quitaba la mirada de encima.

-eh?... que?... perdón, me disculpan por favor?...-Hyoga no espero la respuesta de la chica y se dirigió directamente a donde se encontraba Ellie, con el corazón en un puño, al darse cuenta que un chico se le acercaba.

-pe... pero... Hyoga-kun!- la chica lo miro completamente indignada y ofendida, viendo como se iba detrás de esa chica de baja categoría. No podía creer que ese chico la allá rechazado, y no solo eso, sino por otra mujer que ella consideraba de baja clase.

Al momento en que Ellie cruzo la puerta para entrar al salón de fiestas, miro alrededor; todo se veía muy bonito y elegante, parecía que estuviera en un cuento de hadas; lo único que le hacia falta era su príncipe, el Santo del signo del Cisne. Se obligo a regresar a la realidad; aunque Hyoga fuera su pareja, tenia que ser realista; de tantas mujeres que se encontraban en ese lugar, por que tenia que fijarse en una chica común y corriente como ella, siendo él un caballero de Athena. Recordó las palabras que le dijo Shun y sonrió dulcemente; no podía perder las esperanzas todavía. Iba a hacer todo lo posible para que ese hermoso chico rubio se fijara en ella.

Ellie miraba a todos lados; todas esas personas tenían trajes elegantes y las mujeres lucían radiantes. Se cohibió un poco al mirarlas y se puso más nerviosa de lo que ya estaba. Deseo que todo saliera bien. De repente, la voz de un muchacho la obligó a voltear rápidamente.