Capitulo 9. Quédate conmigo. LEMONADE

June continuaba con los ojos cerrados, asimilando lo que hace unos pocos segundos sucedió. Su pecho subía y bajaba rápidamente, indicando la aceleración de su corazón. De inmediato, sintió como las manos suaves del caballero soltaban su rostro, lo cual la obligo a abrir los ojos, dejando ver el par de ojos verdes llenos de brillo de Shun que la miraban fijamente.

-yo... lo... lo lamento June, es solo que... no pude... es que...-Shun estaba completamente avergonzado de lo que acababa de hacer, y lo reflejaba en su rostro angelical. Ni siquiera él mismo sabia de donde pudo haber sacado la valentía necesaria para besar a June de esa manera, solamente el deseo de hacerlo fue lo que lo empujo. Su corazón latía a gran velocidad, mientras esperaba su sentencia.

La chica no sabia que pensar. En su mente tenia una lluvia de ideas y miles de preguntas, pero solo una sobresalía de las demás; ¿lo que acababa de pasar, ese beso (o besos) tan bello que la hizo sentir desvanecer y vibrar en cada fibra de su ser, que fue dado por el chico mas bondadoso y humano que ella jamás allá conocido, le indicara que no solo ese chico estaba correspondiendo a sus sentimientos, sino que los demostraba dando toda su alma y corazón en ello?. La amaba, ese beso se lo decía todo, pero...

-¿por qué... por qué lo hiciste Shun?- June le suplico respuesta, mientras lo miraba con sus ojos azules ansiosamente.

"Oh June, por favor no me preguntes eso" Shun intentaba mantenerse lo mas sereno posible, pero sus nervios lo estaban dominando. Sentía que todo el valor que hace unos instante había adquirido, ahora lo abandonaban completamente.

-por que... yo... - tomo un sorbo de aire, preparándose para lo que estaba decidido a decir, aunque le costara la vida. Observo su perfecto rostro, que aun podía sentir muy cerca de él, escuchar su respiración, oler su aroma, algo que no lo estaba ayudando en lo absoluto, pero que al mismo tiempo lo animaba a continuar. La miro con toda la ternura de la que era capaz- yo... estoy... perdida y... locamente enamorado de ti...-murmuro y espero.

El corazón de June dio un salto, mientras repasaba en su memoria lo que Shun acababa de decir, y de una forma en la que demostraba toda la angustia y ansiedad que tenia en su interior. Su pecho se expandió de toda la felicidad que sentía en ese momento. ¡¡¡La amaba, realmente la amaba! y había salido de su boca. Sin poderse contener ni un segundo mas, enredo sus brazos en su espalda y acostó la cabeza en el pecho de Shun, tan deprisa como si la estuvieran jalando.

Shun se quedo sin respiración y sus mejillas completamente rojas, al sentir los brazos de June que lo envolvían en un abrazo sutil y cariñoso. El calor de su cuerpo fue bienvenido, cerrando los ojos lentamente mientras sus brazos la tocaban de igual forma, sintiendo su espalda descubierta y acariciándola suavemente.

-¡¡oh Shun, te amo... te amo tanto...! -la chica se aferró más al cuerpo del caballero y sintió su respiración agitada. Shun al escuchar esto, sonrió dulcemente con los ojos brillando de felicidad. Apoyó su barbilla en la frente de la joven, oliendo el aroma de su cabello. Se quedaron así por un largo tiempo, hundiendo sus cuerpos y transmitiéndose calor uno al otro.

-Shun...

-dime... -susurro el chico de ojos verdes.

-¿por qué no me lo dijiste antes?- June se separó un poco de él, levantando su rostro para poder verlo a los ojos.

-es que... tenia miedo... -Shun se dedicó a acariciar el rostro de June con sus nudillos ligeramente. Esto ocasionó una risita de parte de su compañera y pareja ya oficial.

-¿miedo de que?

-de muchas cosas, de perderte, de asustarte o de lastimarte, lo siento, te hice sufrir mucho todo este tiempo, debí decírtelo desde hace mucho, pero no hubiera podido soportar un rechazo de parte tuya, y ahora, me arrepiento tanto de no decirte cuanto te amaba desde el principio.

-yo también no podía decírtelo, siempre pensé que me veías como a una amiga y que nunca podrías verme como algo más...-June levanto su mano derecha y froto suavemente su liso rostro. Shun cerro los ojos y se hundió en esa caricia.

-entonces, hay que recuperar el tiempo perdido-dijo el Santo dándole una de sus hermosas sonrisas. Paso seguido, volteó su cabeza para posar sus labios en su cuello y depositar un pequeño beso.

-claro que si, mi ángel- susurro débilmente June ante tal acción de Shun. Era tan cariñoso y afectuoso. Sin duda, era un chico que tenia mucho amor para dar y recibir.

O O O O O O O O O O O O O O O O O O O

Ya era bastante tarde y la mayoría de los invitados ya se estaban retirando, no sin antes darle las gracias a la señorita Saori Kido por haberlos invitado para terminar asuntos de trabajo y de paso a divertirse un rato, además de tener la oportunidad de haber conocido a los Santos. Seiya estaba acompañando a Saori a todas partes para despedirse de ellos. Mientras tanto, Shiryu y Sunrei continuaban en la reunión haciendo prácticamente lo mismo. Se habían pasado la mayor parte del tiempo conversando solos o con otras personas.

Shiryu escucho un suave bostezo proveniente de la boca de Sunrei.

-estas bien Sunrei? si lo deseas puedo llevarte a tu habitación, ya casi termina la reunión y no creo que sea necesaria nuestra presencia-dijo el Santo de cabellera larga preocupado.

-no te preocupes Shiryu solo estoy un poco cansada, es todo- contestó la chica intentando excusarse, mientras daba otro leve bostezo. En realidad sí tenia sueño y se sentía cansada, pero quería permanecer al lado de Shiryu lo más posible, ya que no esperaba tener otra oportunidad así, pero el hecho de que estuviera entrelazado su brazo al de él, no le ayudaba mucho a concentrarse en no dormirse, debido a lo tibio que sentía su brazo y su cuerpo, eso la hacia cerrar lo ojos por lo cómoda que se encontraba.

Shiryu sentía como su compañera apoyaba debes en cuando la cabeza en su brazo, indicándole que se estaba durmiendo. Esto le parecía muy agradable, e intento imaginarse esa escena: Sunrei dormida, apoyando dulcemente la cabeza en su hombro, mientras respiraba lentamente.

-no, no lo estas, debes estar cansada, déjame llevarte a tu habitación, no quiero que pases un mala noche- dijo Shiryu tercamente.

-esta bien, creo que tienes razón... estoy algo cansada- para desgracia de Sunrei la noche ya había acabado, y no podía hacer nada al respecto. Ya no tenia otra excusa para que Shiryu siguiera a su lado. Lo único que podía hacer era resignarse.

Los dos se dirigieron a la puerta principal del gran salón de banquetes, para luego atravesar las escaleras hacia arriba, cruzaron el enorme pasillo. Por fin se detuvieron en una de las puertas, en la cual se encontraba la habitación de Sunrei. El lugar estaba a oscuras, donde solo algunas ventanas daban luz al lugar.

Sunrei se quedo mirando la puerta de su habitación en frente de ella por unos cuantos segundos. Cuando cruzara esa puerta la agonía volvería a ella, y Shiryu regresaría a ser el chico indiferente para con ella. Dirigió su mirada hacia él, con la súplica y el anhelo en los ojos, esperando algo, aunque ella mas que nadie sabia que no tenia caso seguir ahí. Desvió su rostro y miro al piso con melancolía.

Sin esperar nada mas de parte de Shiryu y con las esperanzas hundidas, su brazo se desaprisiono del de él, se paró en frente de su silueta con las manos unidas en su regazo y con la mirada sin despegar del piso.

-muchas gracias Shiryu, por esta noche tan linda- dijo con voz apagada y casi en un susurro.

-de nada Sunrei, fue un placer para mi poder acompañarte-contesto el caballero afectuosamente.

-buenas noches... Shiryu- la chica solo quería desaparecer de ahí rápidamente. Era demasiado para ella el tenerlo en frente, y ahora que se encontraba tan apuesto con el traje. Sunrei paso su mirada por todo el cuerpo de Shiryu, mientras memorizaba su figura elegante. Seria la ultima vez que lo vería así. Se sonrojo de inmediato al darse cuenta de lo que estaba haciendo. Para que su sufrimiento no se prolongara más, se volteo, dándole la espalda. Levanto el brazo para encaminar su mano hacia la manija de la puerta, mientras veía como las pocas esperanzas que tenia se iban al suelo al no escuchar respuesta de parte de Shiryu.

El corazón del Santo del Dragón se detuvo al escuchar la dulce voz de Sunrei darle las buenas noches. Su voz sonó tan triste y decepcionada que tenia la sensación de que estaba llorando. Cada sonido que ella hacia con esa voz, le perforaba el alma y lo quemaba hasta los huesos, ya que sabia que él era el responsable. No pudo reaccionar para poder contestarle, por que aun no quería desearle buenas noches. Si lo hacia, eso indicaría que ya no deseaba hablar con ella o que ya no quería tenerla cerca en todo lo que restaba de la noche, algo que era más que una mentira; deseaba fervientemente estar a su lado todavía.

De pronto, escuchó el giro del mango de la puerta y como se abría la cerradura lentamente. Sunrei estaba en proceso de retirarse a su habitación, Shiryu mantuvo sus músculos tensos. Tenia que decir algo antes de que Sunrei atravesara esa puerta, tenia que hablar con ella de lo sucedido dos noches atrás, necesitaba hablar con ella, de ese beso, que aun lo tenia presente tan fresco como si hubiera ocurrido en ese mismo instante. La desesperación empezó a apoderarse de él al oír la puerta que estaba apunto de abrirse por completo.

-¡Sunrei!...- por fin su boca obedeció a sus deseos.

-¿que pasa?- contestó Sunrei con toda la indiferencia que era capaz, mientras que se detenía a media actividad de abrir la puerta de su cuarto para huir de la realidad, la cruel realidad.

-quiero hablar contigo- dijo firmemente el caballero.

-¿de qué?- dijo aun dándole la espalda.

-de algo muy importante.

-¿para ti o para mi?-pregunto secamente.

-para ambos.

Sunrei abrió los ojos ligeramente, demostrando que no se esperaba esa respuesta. Lentamente cerro la puerta y aparto su mano del mango, se volteó completamente para enfrentarse al hombre que tenia dominio absoluto sobre todos sus pensamientos y emociones. Sentía como volvía a empezar su tortura de nuevo.

- ¿recuerdas, lo que sucedió hace tres noches?

Al escuchar la pregunta, Sunrei intento recordar lo que había pasado. Recordó que había estado llorando en su habitación bastante tiempo debido precisamente al Santo delante suyo. Como no podía dormir por el llanto, se levantó para poder apartar a Shiryu de su cabeza, así que se dirigió a la cocina, buscando algo con que distraerse. Encontró una botella de vino tinto en el refrigerador, el cual bebió casi todo el contenido. En ese instante, apareció Shiryu, que la vio con la botella.

-si lo recuerdo... "por desgracia lo recuerdo".

-¿recuerdas, lo que paso después de que te encontré en la cocina?

Sunrei se quedo callada unos segundos para pensar en lo que paso después de eso, pero no pudo hacerlo.

-no mucho...

Esa era la respuesta que no quería oír Shiryu, aunque sabia perfectamente que así seria.

-¿acaso, hice algo que no debiera?- Sunrei comenzó a preocuparse. El hecho de no poder recordar lo que hizo, la asustaba un poco, ya que no se encontraba esa noche en muy buenas condiciones.

-no... no precisamente, al menos para mi no lo fue...-Shiryu susurro suavemente.

-¿entonces?

Shiryu tomo aire para poder explicar a Sunrei lo sucedido. El simple hecho de recordarlo hacia que su corazón acelerara sus latidos.

-cuando te encontré, ya estabas bajo los efectos del alcohol, así que es normal que no lo recuerdes. Tú, me dijiste que me fuera, que te dejara sola. Yo no quise hacerlo; me preocupaba lo que pudieras hacer en ese estado, así que trate de convencerte de llevarte a tu habitación, pero te negaste. Intente detenerte y forcejeé contigo, tratando de no hacerte daño. Poco a poco te quedaste dormida, y te lleve en brazos a tu habitación.

La joven escuchaba atentamente cada palabra de Shiryu, temiendo lo que pudiera pasar.

Shiryu hizo una larga pausa, después continuo.

-ya en tu habitación, te acosté en la cama, pero sin querer te desperté, y... -suspiró- me besaste .

Sunrei se quedó helada, mientras almacenaba en su mente las ultimas palabras del caballero. Así que eso era, por eso Shiryu se estaba comportando tan distante con ella, por que lo beso, ¡¡LO BESO!. No podía creerlo. Realmente ese chico estaba disgustado con ella por haberlo besado. Esto solo le comprobaba a más no poder, que Shiryu no la amaba, no sentía absolutamente nada por ella, solo un sentimiento de amistad, o peor aun, de hermandad. Sentía como si alguien aplastara el interior de su pecho sin misericordia, y no la dejara respirar. Intentaba desesperadamente que sus ojos no dejaran caer las lagrimas que se estaban comenzando a formar. Gracias al cielo que Shiryu no podía verla.

-yo... lo siento... no fue mi intención ofenderte... -contestó mientras intentaba controlar su voz, que comenzaba a quebrarse- además, yo ni si quiera recuerdo lo que paso, así que no debiste tomarle tanta importancia. Discúlpame por haberte hecho enfadar y por causarte problemas.

-que tengas buenas noches... -la joven se dio la media vuelta y se disponía a entrar en su cuarto con los nervios completamente destrozados.

¿Qué había sido todo aquello, ¿por qué Sunrei se disculpaba de esa manera?. El santo pudo escuchar claramente como había cambio la voz de la chica; estaba llorando, o al menos, intentaba no hacerlo. El escucharlo fue como cuchillos clavándose en su corazón. No podía permitir que se fuera así como así, tenia que explicarle todo lo que sufrió y todo lo que ese beso hizo sentir en su metabolismo.

Sin dudarlo un segundo de un rápido movimiento tomo la muñeca de Sunrei, para poder detenerla.

-espera Sunrei, por favor- la voz varonil y grave de Shiryu le rogó.

-suéltame Shiryu- le dijo bruscamente.

-no lo haré, hasta que me escuches- vaciló con solidez.

-¡¡¿desde cuando te interesa lo que yo haga!- Sunrei levanto la voz mientras se volteaba hacia él.

-¡¡desde siempre y siempre será así! ¡piensas que no me afectó lo que hiciste, pero te equivocas, no sabes cuanto te equivocas!. Tengo que admitir que me enoje, pero no fue por que me hayas besado, sino por las condiciones en las que lo hiciste. Estabas ebria, y como me besaste a mi pudiste haber besado a cualquiera. Mi mente estaba completamente desubicada y confusa.

Sunrei se quedo paralizada observándolo mientras registraba cada palabra que Shiryu pronunciaba en su cabeza.

-lo único que provoque fue separarme más de ti-continuó- Quería evitarte a toda costa, por que sabia perfectamente que cada ves que sentía tu presencia, me harías recordar lo sucedido esa noche. Pero aunque intentaba apartarte, esa sensación seguía ahí. Hasta que me di cuenta que solo estaba huyendo y que te lastimaba al hacerlo- hizo una pausa para respirar profundamente. Aun mantenía agarrada su muñeca.

-no me habías confundido con nadie más cuando me besaste, Sunrei- dijo casi en un susurro pero firmemente.

-¿co... como lo sabes?- la sangre empezó a subirle a la cabeza.

Shiryu se acerco lentamente a ella, no haciéndolo muy evidente, pero si demostrando lo que quería.

-por que susurraste mi nombre- dijo con un suspiro.

-Shiryu... yo...- Sunrei no sabia que decir. En ese momento su corazón no podía detener sus latidos. Estaba completamente indefensa ante esa declaración. No se le ocurría ningún argumento para lo que acababa de decir Shiryu, ya que dudaba que fuera mentira. Aunque hubiera estado ebria, en su mente permanecía el recuerdo de Shiryu, y estaba segura que pudo haber dicho su nombre.

-me gusto mucho cuando me besaste- murmuro suavemente, tomando sus manos y colocándolas enfrente de él.

La chica estaba completamente atónita. Sus ojos se ensancharon y le costaba respirar, debido al corazón que no dejaba de trabajar rápidamente. Toda la sangre se le subió a las mejillas. Su mente estaba en blanco mientras veía como Shiryu buscaba su rostro y lo acariciaba tiernamente.

-quisiera... deseo... sentir ese beso de nuevo...- el caballero dijo en voz muy baja y prolongada, como no estando seguro de sus palabras.

El Santo toco suavemente los labios de Sunrei con su dedo pulgar, esto solo ocasiono que deseara más besarla. Levanto el rostro de la chica y poco a poco bajo su cabeza para acerca su rostro al de ella. Muy lentamente rozo sus labios, una, dos, tres veces, mientras sentía la respiración cálida y el aroma dulce de la chica que antes había sentido y que lo hacia perder la razón. Tan delicadamente como si fuera una flor, Shiryu coloco sus labios sobre los de Sunrei y comenzó a probarlos poco a poco, saboreando el néctar de sus boca; su cabeza giro ligeramente para continuar el deseo de no terminar de besarla. Sabia que tan pronto tocara sus labios, no había fuerza ni poder alguno capaz de detenerlo.

Sunrei solamente cerro los ojos y dejo que Shiryu la guiara camino a su boca y a esa explosión de sensaciones en todo su ser. Hacia tanto tiempo que deseaba estas así, y ahora su cansancio y sueño se habían ido a otra parte. De la boca de Sunrei, que estaba cubierta por los besos de Shiryu, salieron unos cuantos gemidos y suspiros débiles.

Por fin el Santo se separo de ella lentamente, sin siquiera desearlo. Ya había sido suficiente por esta noche, y no quería incomodar mas a Sunrei.

-buenas noches... Sunrei...-dijo débilmente. Se volteo y comenzó a caminar en dirección a su habitación. Ya no tenia nada mas que hacer ahí.

Sunrei se quedo ahí parada, inmóvil con la misma posición, viendo como Shiryu se alejaba nuevamente de ella. Inmediatamente ese pensamiento la aterró; no quería que se fuera de su lado, quería permanecer con el todo lo que restara de la noche, sentirse segura y protegida en sus brazos. Intento decir algo, lo que sea, pero solo sintió un nudo en la garganta y sus piernas no le respondían. Sus hermosos ojos azules se llenaron de cristales de agua salada que salieron y rodaron por sus mejillas. Sus manos y sus labios le temblaban.

-¡¡¡SHIRYU!

La voz desesperada de Sunrei lo hizo detenerse bruscamente. "Sunrei".

-por favor... no me dejes sola... otra vez... por favor... no quiero... no quiero que te vayas... Shiryu...- la joven no podía contener la cascada de lagrimas que se vertían por su rostro de tal forma que hizo que su corazón doliera, mientras suplicaba con su voz entrecortada. Se abrazo así misma, intentando sentir de nuevo el calor del hombre que hace unos momentos la había besado intensamente.

-Su...Sunrei... -Shiryu tartamudeo y se volteo en dirección a Sunrei rápidamente. La chica levanto el rostro repleto de lagrimas y miro a Shiryu, el cual se acerco nuevamente a ella con paso firme y decidido. Sunrei por fin se dio cuenta que el elegante cuerpo del joven estaba frente a ella y se hundió en su pecho, agarrando su ropa con fuerza, como para evitar que se separara de ella. Shiryu la rodeo con sus fuertes brazos.

-quédate conmigo... te necesito... -dijo entre lagrimas.

-yo también...

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En el enorme pasillo donde se encontraban las habitaciones, una chica rubia caminaba lentamente seguido de un caballero de ojos verdes y cabello del mismo color. Ambos estaban tomados de la mano.

La joven se detuvo en frente de una puerta perteneciente a la de su cuarto, el cual la esperaba para entrar. Giró su cuerpo para ver a su acompañante masculino, el cual le sonrió encantadoramente, las mejillas de June inmediatamente se llenaron de rubor. La sonrisa de Shun se marco aun mas, cerrando los ojos. Le encantaba tener ese efecto en ella.

-bueno, supongo que aquí termina la noche, verdad?- exclamó June un tanto nerviosa.

-supongo que si.

Los dos se quedaron callados un instante, sintiéndose tontos y avergonzados. Se miraron a los ojos por vario tiempo, intentando ver lo que pasaba por su mente en ese momento.

En la cabeza de June pasaban tantas cosas; estaban tan feliz, el hombre del que estaba locamente enamorada le correspondía de igual manera. Todas las fibras de su ser deseabas estar mas tiempo a su lado esa noche, deseaba sentir su calor. Anteriormente había experimentado de lo que Shun era capaz de transmitir con solo un roce. Sintió como su pulso se aceleraba ante la idea de que ese chico pudiera llegar a más que simples toques. Al darse cuenta de que su imaginación estaba volando demasiado, se regaño así misma. ¿¡qué clase de pensamientos estimulantes habían llegado a su mente! Levanto los ojos para mirar la esbelta figura del Santo. Bajo la vista apenada, sintiendo como su rostro ardía.

-June...

-Shun...

Ambos se llamaron al mismo tiempo, lo cual ocasionó una risa de los dos.

-tu primero... -le ofreció Shun dulcemente.

-no, tu primero...

-no, tu primero June...- Shun no podía sentirse mas estúpido. Era como un niño indefenso ante aquella bella chica; no le desagrado esa sensación.

-esta bien... bueno yo...- el muchacho, que aun tenia agarrada la mano de June, la acaricio sutilmente con sus dedos, para animarla a continuar; no apartaba sus ojos verdes esmeraldas de ella.

-muchas gracias Shun, realmente me agrado mucho esta noche, especialmente la ultima parte- June se atrevió a decir coquetamente. El rubor en las mejillas de Shun no se hizo esperar.

-por nada...- a Shun también se le hacia muy difícil tener que aceptar que la noche ya había acabado para ellos dos, aunque si fuera por él, seria capaz de llevarla entre sus brazos hasta su habitación y pasar ahí toda la noche que quedaba amándola. Pero no quería llevar las cosas demasiado rápido; deseaba disfrutar cada momento con ella sin prisas, aunque de la forma en la que ella estaba vestida, con la espalda descubierta y terriblemente hermosa, no lo ayudaban para nada en poder cumplir esa misión. Seria mejor salir de ahí rápidamente, antes de que no pudiera controlar sus propios impulsos.

-buenas noches June...- dijo Shun con su voz dulce.

-buenas noches mi ángel...-le contesto la chica de igual forma y acercándose a él.

Shun sonrió ante el ademán de cariño y toco con sus labios la mejilla de June. Ésta cerro los ojos soñadoramente sintiendo la calidez de sus labios en su rostro.

-descansa...-le susurro por último en la oreja el Santo de Andrómeda.

-tu también...

Shun se separando de ella, comenzando a caminar hacia atrás con los ojos verdes fijos en ella, mientras las manos de ambos se iban separando poco a poco.

Lo primero que hizo June al entrar a su habitación, fue acostarse en la cama, recordando todo lo sucedido esa noche y sintiendo como su corazón se expandía de tanta felicidad.

O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O

Una habitación en penumbra se encontraba tenuemente iluminada por la luz de la luna que se asomaba por la ventana y las cortinas blancas bailaban ante el viento leve que las acariciaba.

Dos cuerpos, el de un hombre y una mujer, se mantenían parados uno frente al otro; ambos bañados por la luz que dejaba entrar la ventana. La joven ya no tenia sus guantes blancos ni la chalina, estaban tirados en el piso. La chica de larga cabellera negra azulada, dirigió sus labios a los de su compañero frente a ella, besándolos sutilmente, mientras le quitaba poco a poco el saco negro que había utilizado esa noche. El chico no opuso resistencia alguna.

Sunrei separo los labios de los de Shiryu y bajo su vista hacia la camisa blanca que en esos momentos empezaba a desabrochar lentamente, disfrutando de cada roce de la piel del caballero. Shiryu solo permanecía inmóvil, sintiendo como era despojado de su ropa, sus músculos permanecían tensos. La joven por fin termino de desabotonar la camisa, y sin quitársela por completo, pasó sus manos por debajo de ella, acariciando su pecho pausadamente, dándose cuenta de la aceleración del corazón de Shiryu y sintiendo sus músculos tensos; las manos de Sunrei siguieron su camino hasta los anchos hombros del Santo, y así despojarlo por completo de la camisa, la cual callo al suelo. Sunrei continuo deslizando las manos lentamente por todo el abdomen y torso de Shiryu, mientras sentía y relajaba los músculos de su bien formado cuerpo, su larga cabellera negra caía sobre sus anchos hombros y espalda como una cascada. Era tan hermoso, cada parte de su cuerpo formaba una perfecta alineación con sus músculos. Shiryu intentaba controlar su respiración agitada, debido a las caricias que Sunrei le suministraba en todo su cuerpo, poco a poco la locura comenzó a apoderarse de él, dejando escapar un pequeño gemido de éxtasis.

Sin poder controlarse mas, el Santo acerco su boca a la de su compañera y los beso con mucha intensidad; despacio comenzó a bajar sus labios hasta la mejilla y después a su cuello, deteniéndose en esa área, besando su cuello lenta pero seductoramente, mientras pasaba sus manos por los delgados hombros de Sunrei y retiraba los tirantes del vestido; estos toques de parte de Shiryu, obligaron a que de la boca de Sunrei salieran unos suspiros suaves y placenteros, invitando a el caballero a continuar las caricias. La joven se aferró al cuerpo de su amante. El chico volteo la cabeza para dirigir sus labios al otro lado del delgado cuello de Sunrei. Shiryu bajo mas su boca hasta el arco de su cuello y hombros, los cuales beso dulcemente, mientras sus manos tocaban ligeramente su estrecha cintura y espalda, intentando sentir lo que la tela evitaba. Sunrei se encontraba completamente envenenada por cada roce y caricia de las manos del Santo. Sus manos se dedicaban a explorar la ancha y fuerte espalda de Shiryu, que estaba cubierta por su largo cabello.

De repente, Sunrei detuvo sus caricias un momento para separarse de él; esta reacción hizo que Shiryu se sobresaltara entreabriendo los labios sin entender. La chica lo miro tiernamente y lo tomo de ambas manos para guiarlo hasta la cama, se sentó en ella, quedando Shiryu parado en frente de ella. Sunrei lo abrazo por la cintura y apoyo su cabeza en los músculos ondulantes de su abdomen.

-Shiryu... por favor... prométeme, que nunca me dejaras...

-te lo prometo- dijo esto al mismo tiempo que buscaba su rostro y lo levantaba suavemente, agachando su cuerpo para besarla. Las manos del chico pasearon por las piernas de Sunrei, levantando su vestido. Lentamente la despojo de éste, haciendo que la chica levantara los brazos para poder quitárselo por arriba. Ahora Sunrei se encontraba completamente a la merced del caballero del Dragón. El largo y hermoso cabello negro azulado de Sunrei caía sobre sus hombros y pechos descubiertos delicadamente. Shiryu solo suspiro largamente, intentando imaginarla.

-como deseo poder verte Sunrei- susurro melancólicamente, mientras acariciaba su rostro con dulzura.

- pero puedes sentirme- Sunrei tomo la mano del chico, que estaba en su rostro y la coloco en su cintura, pasando por su pecho y vientre. Shiryu hizo un gemido seco por la sorpresa.

Lentamente se acerco a ella y la beso profundamente. Tirando su piel hacia la piel de ella, ambos acostaron sus cuerpos en la cama, transmitiéndose calor uno al otro y comenzando poco a poco el intercambio de pasión. Shiryu pasaba sus manos por todo el cuerpo de Sunrei sin detenerse, embriagándola de placer; sentía como todo su ser vibraba ante tales contactos suaves en su piel. El Santo se perdió en el cuerpo de la joven, como hace el mar contra la roca; sus cabellos cubriendo su cuerpo. El baile del amor no terminaría hasta llegar el amanecer.