Capitulo 11. Una invitada no deseada.
Los fuertes golpes de una puerta se escuchaban en todo el pasillo, intentando hacer que el dueño de la habitación abriera la puerta, o al menos contestara detrás de ésta indicando que ya estaba despierto, pero ninguna de las respuestas llegaron. El Caballero moreno toco fuertemente de nuevo la puerta frente a él, mientras llamaba con insistencia el nombre de su objetivo a despertar.
-¡¡¡Shiryu!-grito Seiya nuevamente. Era la tercera ves que lo llamaba. Espero unos instantes. Nada. "¡no puedo creer que todavía este durmiendo! ¿a que horas se acostó anoche?". Ya eran mas de las ocho y por lo general Shiryu era el primero el levantarse de la cama desde las siete, así que le pareció muy raro que todavía no despertara.
Dentro del cuarto se encontraba dormido aun en la cama un chico de larga cabellera negra, la cual estaba expandida por su ancha espalda y hombros con su cuerpo de lado. Su mente intentaba ignorar la desesperada voz masculina que lo llamaba y los fuertes golpes de la puerta, sin tener éxito. Con fastidio busco una almohada y cubrió su cabeza con ella, tratando de ahogar el ruido.
Sin poder conciliar el sueño de nuevo y haberse dado por vencido, decidió levantarse de la cama y cumplir los deseos insistentes de Seiya de despertarlo.
-¡¡¡ya voy Seiya!- contesto Shiryu mientras se reponía de su sueño y buscaba algo con que cubrirse. Se acerco a la puerta y la abrió. El rostro ansioso y aburrido de Seiya lo miraba con los brazos cruzados.
-¡¡buenos días!- alzó un poco la voz, como si estuviera intentando despertarlo todavía.
-buenos días- Shiryu alejo ligeramente su cabeza para evitar que sus oídos se quejaran de tantos gritos.
-¡vaya! Hasta que por fin despiertas, ya hasta temía que estuvieras desmayado o algo así-dijo en forma de broma el Santo de Pegaso.
-lo siento Seiya, me quede dormido, eso es todo- exclamo Shiryu tranquilamente.
Seiya frunció el ceño. No era frecuente que él se quedara dormido; de hecho nunca dormía mas de las siete. Algo raro había pasado; reparó en que su cabello estaba algo desordenado, aunque eso le pareció normal, considerando que acababa de levantarse.
-bueno, de acuerdo, aunque se me hace extraño que te hayas quedado dormido; algo debió pasarte verdad?-Seiya intento sacarle información.
-no claro que no...-contesto Shiryu fingiendo inocencia, sonriendo dulcemente ante el tacto y la observación de Seiya.
-aja...-musito el chico moreno con sarcasmo, no creyendo en las palabras de Shiryu. Notó que su amigo marco mas su sonrisa. Era una sonrisa muy diferente a las que estaba acostumbrado a tratar. Ésta, además de ser tibia y tranquila, era mas... brillante. Definitivamente ese gesto de Shiryu le indicaba que algo le había pasado. Se pregunto que podría ser. Suspiro mientras cerraba los ojos y miro a su amigo.
-bueno, vine a avisarte que ya casi esta listo el desayuno y que para beneficio de todos nosotros Sunrei lo esta preparando- Seiya dijo con entusiasmo ya que sabia perfectamente que Sunrei cocinaba muy bien.
-si, lo se- contesto Shiryu sin pensar.
-¿qué?...¿cómo sabes que Sunrei va hacer el desayuno?- dijo Seiya asombrado y con curiosidad, al mismo tiempo que sospechando algo.
De inmediato, Shiryu se dio cuenta de lo que había hecho. Se suponía que él no sabia nada al respecto y que no había visto a la chica desde ayer. Rápidamente busco una respuesta que darle; no quería que nadie se enterara de lo que había pasado entre Sunrei y él, eso era algo muy privado. Además, si Seiya llegaba a enterarse, en menos de media hora ya estaría esparcido como un relámpago por toda la mansión, incluyendo las doncellas.
-eh... pues veras... no me refería a eso, me refería a que sé que Sunrei cocina bien-dijo Shiryu cómodamente, controlando su nerviosismo.
-ah...bueno, en ese caso te esperamos en el comedor- dijo Seiya encogiéndose de hombros sin darle mayor importancia, se retiro.
Shiryu cerro la puerta y paso seguido apoyo su espalda en ella, haciendo su cabeza hacia atrás y suspiro. En que lío tan grande se había metido. Gracias al cielo que a Seiya no se le ocurrió entrar a su habitación, sino hubiera visto todo el desorden que había en el, con toda su ropa tirada por todas partes. Aunque el riesgo lo valía.
Sonrió irónico al darse cuenta que no debería preocuparse si sus amigos llegaran a enterarse, después de todo, amaba a Sunrei, y el hecho de haber dormido juntos no hubiera sido nada raro para ellos. Es mas, hasta lo hubieran regañado por haberse tardado tanto tiempo en decidirse.
Saliendo de su trance emocional, comenzó a arreglar su habitación, dispuesto a dejar todo en orden y al terminar, darse un delicioso baño con agua caliente para poder bajar a desayunar.
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La mesa del comedor ya estaba llena con todo el desayuno preparado y listo para ser comido por los miembros de la Mansión. Habían cocinado muchas cosas diferentes para que todos tuvieran de donde elegir, en especial Seiya, que sabían perfectamente que comería de todo un poco.
Una de las chicas que había ayudado a hacer el desayuno se encontraba delante de la mesa con una servilleta retorciéndose en sus manos nerviosamente mientras observaba la comida. Le preocupaba demasiado que sabor podría tener lo que ella había preparado, ya que bien sabia que era la primera ves que cocinaba. Miraba toda la comida con atención, como para verificar si todo estaba en orden y en su sitio correcto, pasando por alrededor de la mesa varias veces. El papel en sus manos seguía retorciéndose.
Sunrei termino de poner el ultimo plato de frutas en la mesa y volteo a ver a June con preocupación. Su cara se mostraba temerosa y mordía su labio inferior. Por fin, después de haber dado varias vueltas alrededor de la mesa, se detuvo.
-tranquilízate June, lo hiciste muy bien, no tienes nada de que preocuparte- dijo Sunrei, intentando calmar los nervios de su compañera.
-es verdad, no esta mal para ser primeriza, cocinas mejor de lo que esperaba, solo tienes que practicar- Ellie había entrado al comedor detrás de Sunrei.
-eso creen?...- musitó con la voz temerosa June.
-claro que si...-Sunrei le ofreció una sonrisa sincera. La amazonas le devolvió el gesto tímidamente, agradeciéndole su apoyo.
-¡pero...¿qué tal si no sabe bien? o ¿qué tal si le puse demasiada sal a la comida? ¿y si no medí bien los ingredientes? ¿qué voy hacer si sabe mal?¡¡OH Dios mío que vergüenza! –June estaba empezando a perder el control. Cubrió su rostro con las manos. No podía evitar pensar que Shun probaría la comida y le provocaba pánico que no llegara a gustarle.
-no pasara eso, ya lo veras...-Ellie ya no sabia que hacer para calmar a June.
-si, cálmate por favor. Pusiste todo tu esfuerzo en preparar el desayuno y estoy segura que todos apreciaran eso, en especial Shun.
-pero... ¿y si no le gusta? ¿y si solo me dice que le gusta para quedar bien y no hacerme sentir mal? ¡no quiero que él haga eso!
-¿hacer qué?
Todas voltearon en dirección donde provenía la voz masculina. Ahí estaba el susodicho, con sus ojos verdes llenos de incredulidad.
La servilleta que sostenía June no aguanto mas la presión y se rompió, quedando reducida a dos pedazos en cada una de sus manos, sus ojos se abrieron como platos. Su rostro enrojeció enormemente al notar que Shun la miraba y rápidamente escondió sus manos detrás de la espalda, ocultando el papel roto.
-¡Shun!- exclamo Ellie sorprendida.
-buenos días Shun- dijo educadamente Sunrei, quitando la tensión en el ambiente.
-buenos días a todas- contesto el caballero de igual forma con una sonrisa ligera.
-bueno y... donde están los demás?- pregunto Ellie, obviamente refiriéndose a Hyoga.
-aquí estamos...-la voz de Seiya resonó por todo el comedor, ansioso por empezar a desayunar. Sus ojos cafés se iluminaron al ver la comida encima de la mesa. Detrás de él se encontraban Hyoga, Shiryu y Saori.
Todos se dieron los buenos días mientras se sentaban en sus respectivos lugares en la mesa. Por pura y mera casualidad del destino, los chicos se sentaron en un lado y las chicas del otro, quedando cada pareja enfrente. Saori se sentó en el centro de la mesa.
-chicas, muchas gracias por haber preparado el desayuno para todos nosotros, es muy amable de su parte- dijo la Diosa con elegancia dirigiéndose a su derecha donde estaban las señoritas.
-de nada, Saori-sama, es un placer poder ayudar en todo lo posible, solo esperamos que sea de su agrado- Sunrei dijo con dulzura.
-oh por su puesto que lo será.
Las miradas deleitantes de los Santos se posaron en sus queridas que se encontraban delante de ellos, dándoles una sonrisa coqueta por verlas tan temprano en la mañana.
-lo siento señorita pero no puede verlos ahora...- la voz de una de las doncellas se escuchaba en el recibidor. Parecía un tanto alterada, pero trataba de mantener la calma de la situación. De pronto, se escucho otra voz femenina que nadie reconoció.
-¿pero por que no?- se escucho la segunda voz de la mujer casi gritando, que tenia un toque de superioridad y reclamo.
-porque en estos momentos se encuentran desayunando y...
-no digas tonterías, eso no va a impedirme absolutamente nada- contesto groseramente la mujer, como si se tratara de algo insignificante para ella.
-pero no me es permitido interrumpirlos, si gusta esperar...
-¡¿acaso me estas pidiendo que espere! ¿¡niña con quien crees que estas tratando?-la voz femenina comenzó a elevarse amenazadoramente.
Los chicos se miraron unos a otros confundidos mientras escuchaban las voces que cada ves se elevaban mas de tono. Saori decidió levantarse de la mesa y dirigirse al recibidor para ver quien estaba ocasionando tal alboroto. Definitivamente no era de su agrado que los interrumpieran en pleno desayuno.
De inmediato, apareció una de las doncellas un tanto perturbada.
-Saori-sama...
-¿qué es lo que sucede Naomi?-dijo Saori con la voz firme y neutral.
-una señorita acaba de llegar y quiere verla.
-verme?-dijo la Diosa algo preocupada-¿le dijiste que esperara?
-si, pero insiste en verla inmediatamente y a los jóvenes también.
-a nosotros?-dijo Hyoga extrañado. Inmediatamente todos los muchachos se levantaron de la mesa, expresando su descontento, completamente alarmados.
-si, en especial a usted joven Hyoga...-exclamó la doncella mirando al Caballero del Cisne.
Todos lo miraron con cara de no entender nada de lo que estaba sucediendo. Hyoga solamente se encogió de hombros sin saber como reaccionar. No tenia idea de quien podría ser la susodicha, aunque la voz le parecía extrañamente familiar.
-¡oigan, estoy tan confundido como ustedes!
-de todas formas, quien quiera que sea, dile que espere por favor, en un momento la atenderemos...-Saori se dirigió a la doncella.
-se lo dije, pero se ofendió y me ordenó que viniera a avisarles que se encontraba aquí...
-¡¿Quién se cree que es!-Seiya exclamó con enfado, no aceptando la reacción de la persona en cuestión.
-esta bien... iré en seguida, gracias Naomi- la joven se retiro con un pequeña reverencia.
-no se preocupen, sigan desayunando por favor- Saori giro su cabeza para hablarles a sus invitadas y protectores.
-pero Saori-san, no podemos dejarte ir sola...-Seiya reacciono rápidamente. La seguridad de su Diosa le preocupaba.
-no hace falta, estaré bien Seiya...-la joven le dedicó a Seiya una mirada dulce, la cual él entendió perfectamente, afirmando con la cabeza.
Saori se alejó del comedor y bajó las escaleras para atender a la muchacha que quería verla a ella y a sus Santos. Le era raro que alguien viniera a verlos a esta hora, precisamente cuando iban a empezar a desayunar, ya que no le parecía buen momento para recibir visitas. El desayuno era una de las pocas ocasiones en las que podía estar fuera de sus negocios y disfrutando la compañía de sus Caballeros, así que apreciaba mucho esos momentos. No le preocupaba quien podría ser la nueva inquilina; de seguro era alguna muchacha refiriéndose a algo importarte acerca de sus negocios fuera del país o algo parecido.
La joven de cabello lila se detuvo al finalizar las escaleras y miro a la señorita. Rápidamente la reconoció como la hija de uno de los hombres mas poderosos económicamente, Odette Hidaka. Era de tez blanca, acompañado de sus ojos rasgados ligeramente color miel y su cabello ondulado de un café oscuro le llegaba hasta los hombros. Llevaba un sencillo vestido azul cielo que la hacia verse elegante y en su cuello brillaba una gargantilla de perlas blancas. Sin duda, era muy hermosa.
-¡señorita Odette!- exclamó Saori con asombro. Definitivamente no se esperaba que ella fuera la que pedía verla. No la conocía muy bien, pero lo poco que sabia era suficiente para darse cuenta que había que tener cuidado con ella.
-¡oh señorita Kido! Gusto en verla- dijo la chica con una creíble imitación de amabilidad.
-igualmente- contesto Saori de la misma manera- ¿a que se debe el honor de tu visita?
-oh bueno, realmente no tiene mucha importancia, pero quería saber como había resultado todo ayer en la noche-dijo con elegancia y distinción.
-todo resulto muy bien, gracias por preocuparte, pero ¿por qué lo preguntas?¿acaso hubo algún problema que yo haya pasado por alto?-dijo Saori seriamente.
Saori empezó a sospechar que esta chica había venido no precisamente para preguntar como le había ido. ¿Desde cuando la joven Odette mostraba preocupación hacia los demás?. Ella siempre se caracterizo por ser una mujer fría y que solo buscaba su propio beneficio, aunque eso significara tener que aplastar a alguien mas para obtenerlo.
-oh no de ninguna manera, simplemente me pareció muy raro que una mujer como tú, que viene de una familia tan distinguida y rica, aceptara que personas "diferentes" a nosotros se presentaran a la reunión; eso es todo...-finalizo con una risa arrogante.
-bueno Odette, temo decirte que en la reunión de anoche la organice y la dirigí YO, así que por consiguiente, YO soy la que decido eso- dijo Saori fulminando las palabras e imitando la forma de hablar de la invitada, al mismo tiempo que les daba un toque de fingida amabilidad.
La chica de ojos miel la miro de forma seria y frunció el ceño, como no aprobando lo que acababa de escuchar.
-supongo que no podía esperar otra cosa viniendo de ti- contesto Odette rudamente.
Saori ya estaba llegando a su limite. Se enojo así misma por no haberse dado cuenta antes de quien era la que se trataba cuando escucho su voz y su manera de dirigirse a las doncellas. Solamente ella tenia esa clase de actitud con las personas que consideraba de baja clase. De haber sabido que era ella, no la hubiera recibido.
-Odette, francamente no tengo mucho tiempo para hablar contigo. Estaba apunto de desayunar cuando tu llegaste...-esa situación enojo mas a Saori, ya que sabia que Odette había llegado a esa hora para interrumpirla. ¿a que quería llegar con todo esto?.
-Oh lo lamento Saori, no lo sabia, no era mi intención interrumpirte- dijo con un tono suave y tocándose el pecho con la mano, haciendo creer que realmente estaba apenada.
-no te preocupes...-dijo la joven sin darle importancia.
-Saori, me gustaría ver a tus "protectores", como tu los llamas, ya sabes, para saludarlos. Los conocí ayer en la noche y me parecieron tan encantadores- dijo sonriendo soñadoramente.
-bueno, como te dije, estabas apunto de empezar a desayunar y...
-¡Oh magnifico! Eso significa que podré verlos a todos sin ningún contratiempo-dijo alegremente-y para no interrumpirlos podría acompañarlos, no te parece?
A Saori por poco le da el infarto. No deseaba en absoluto compartir el desayuno con ella, pero por desgracia no podía negarse. Si el padre de Odette llegaba a enterarse que su hija no fue bien trataba por los Kido, podía romper lazos económicos y de amistad muy importantes con las dos familias y eso ocasionaría muchos problemas con las demás empresas, así que no tuvo mas remedio que aceptar. Saori respiro hondo y contesto intentando mantener la calma.
-claro que si, si no tienes ningún inconveniente.
-por supuesto que no-dijo Odette sonriendo; había logrado su cometido.
-sígueme por favor, te guiare hasta el comedor.
