Capitulo 13. Malas Experiencias
La brisa de la tarde acariciaba suavemente las ramas de los árboles, haciéndolas danzar al ritmo de las cortinas del balcón. Se dejó oír una puerta que se cerraba bruscamente, permitiendo el paso de su huésped y dueño. Se le veía cansado a pesar de su tan buena condición física, que se hacia notar fácilmente bajo la camiseta azul cielo que se pegaba a su piel bronceada.
Caminó pesadamente en dirección al balcón, donde se detuvo a respirar el aire vespertino. Sus pulmones se llenaron del vital fluido mientras cerraba sus ojos claros, disfrutándolo; sus cabellos rubios se movían al compás del viento.
Necesitaba separar su mente de todo lo que paso hoy, y no solamente hoy, sino también de la noche anterior. El pensamiento de lo que había sucedido anoche lo hizo sonreír, entreabriendo los ojos mientras lo hacia. Por fin había probado esos labios que tanto tiempo deseo tocar, aunque para hacerlo, ella tuvo que probar los suyos primero.
¡Que ironía! ¿Por qué había sido tan lento? Se suponía que él debió haber tomado la delantera, pero no fue así, ella fue la que se adelanto antes que él. No le desagrado, en lo mas mínimo. Jamás hubiera imaginado que le pudieran robar un beso, y que la ladrona tuviera que ser Ellie. Estaba mas que dispuesto a repetir la experiencia.
Inmediatamente recordó la invitación que le había hecho a Ellie en el desayuno. No solo fue para que Odette se callara, sino era algo que él realmente deseaba realizar.
Ahora que lo pensaba y le caía el veinte, no le había preguntado si quiera e Ellie su opinión, ni tampoco si estaba de acuerdo en salir con él. ¡Que poco descortés fue eso! Se comporto demasiado posesivo, y no era que le resultara malo, pero tampoco muy bueno. Tenia que mantener calmadas sus emociones, sino se metería en problemas. "Tendré que ir a pedírselo personalmente" pensó.
Ahora, lo que menos tenia en la cabeza, era a la nueva inquilina. No tenia por que desperdiciar su tiempo pensando en lo soberbia y arrogante que era esa mujer. Ya había percibido su forma de ser "especial" con las personas, y no le interesaba en lo absoluto nada que tuviera que ver con ella. Simplemente la mantendría alejada de él y no permitiría cualquier otro tipo de comentario ofensivo para con Ellie o de alguno de sus demás amigos.
Dio media vuelta para aproximarse a la puerta de su cuarto. Su destino: la habitación de Ellie para pedirle como debe de ser una cinta con él.
Con ese único pensamiento, abrió la puerta, solo para encontrarse con una figura muy distinta a la que él esperaba.
-¡Se... señorita Odette!
-hola Hyoga-la chica respondió dulcemente con una sonrisa.
-¿Qué hace aquí?-exclamó Hyoga azorado.
-solo pasaba por aquí y decidí venir a saludarte-dijo tranquilamente- espero no estar interrumpiendo nada.
-pues eemm...-medito su respuesta, no quería que se enterara a donde se dirigía- no, en realidad.
-ay que bien. ¿Puedo pasar?
-si... claro...-Hyoga se hizo a un lado para dejarla pasar, dejando la puerta detrás de si, entreabierta.
-vaya, esperaba una habitación mas desordenada-dijo Odette pasando la vista por todo el lugar con cautela.
Hyoga no se molesto en contestar. La miro indiferente. Ni siquiera sabia por que le había permitido pasar; la única razón que se le ocurrió fue por simple educación, aunque ella no tuviera la menor idea de lo que significaba esa palabra.
La joven se volteó para mirarlo.
-¿pasa algo Hyoga?-preguntó al sorprender al chico mirarla con cierta apatía.
-no... nada.
-oh...¿esa es tu armadura?-señalo la caja de metal con un relieve en forma de cisne que sobresalía a los lados encontrandose en la esquina de la habitación.
El Caballero paso sus ojos a la caja y después a la chica, respondiendo afirmativamente.
Odette seguía mirando la caja con interés.
-¿por qué no te la pones?-dijo desviando la mirada para verlo.
-no puedo hacer eso-contesto cortante.
-¿por qué?
-no nos esta permitido utilizarla sino es para luchar por una causa justa. No podemos usarla para beneficio personal- Hyoga dijo seriamente, como intentando advertirle de algo.
-oh ya veo... debí imaginarlo...-enarqueó un poco la ceja en señal de protesta. Le hubiera gustado admirarlo con su armadura de Caballero. No dudaba que luciría muy bien con ella.
Hyoga seguía manteniendo su rostro neutral. ¿Qué es lo que estaba tramando esta mujer? No le parecía muy lógico que hubiera venido a verlo sin un motivo aparente.
Se hizo el silencio por unos segundos, luego Odette continuo...
-sabes?... no había conocido a nadie como tu antes-Odette dio un paso hacia delante, acercándose a él.
-¿a que se refiere?- Hyoga dijo confundido, no entendiendo lo que quiso decir y alejando un poco su cuerpo de la presencia de la joven.
-me refiero, a que te pareces a mi.
-¿qué me parezco a usted?-ahora si Hyoga estaba completamente indignado. No podría haber estado mas en desacuerdo- no veo cual es la similitud entre ambos.
-tú siempre has estado solo, no tienes familiares cerca de ti, y yo...yo siempre he estado sola...-bajo la cabeza con tristeza.
-yo no estoy solo. Tengo a mis amigos a mi lado que siempre me apoyan. Creo que ya se lo había dicho antes-dijo el muchacho disimulando su entusiasmo.
-si, es verdad. Es una suerte que tengas a esos amigos tan maravillosos a tu lado- dijo con una sonrisa dulce-pero yo no...
-¿por qué dice eso? Usted es de una familia muy rica y tiene a su padre.
-mi padre nunca esta conmigo-su voz sonó melancólica, giró su cabeza para mirar a otra parte- siempre esta viajando y nunca puedo verlo, así que la mayoría de las veces estoy sola, y el dinero no me sirve de mucho.
Hyoga la miro con un poco de interés. No se esperaba esa declaración. Pero si lo que decía era verdad y no quería estar sola ¿por qué se comportaba de esa manera con las personas? No tenia sentido.
Odette volvió a dirigir su atención al chico rubio. Sus ojos miel lo miraban fijamente y con ternura. Recorrió el hermoso rostro del joven, pasando por su cabello rubio, sus cejas del mismo color, las pestañas que complementaban sus ojos azul hielo, sus mejillas y... sus labios que inconscientemente la invitaban a probar su sabor y a hacerla pecar.
-por eso tú me atrajiste mucho, sabia que no eras un chico como los demás- dijo casi susurrando, haciendo que las palabras sonaran dulces y cautivadoras.
Definitivamente no era un chico normal. ¿Cuántos muchachos en el mundo se la pasaban entrenando la mitad de sus vidas para poder conseguir una armadura y convertirse en Caballeros? Y además de eso, ¿ser uno de los guardianes personales de una diosa?.
Odette se acercó mas a Hyoga sin quitarse los ojos de encima, ocasionando que éste retrocediera. Estaba empezando a sentir el nerviosismo que solo una mujer le puede provocar a un hombre después de haber dicho semejantes palabras. Su mente intentaba por todos los medios de buscar algo que decirle, pero nada se le vino a la cabeza en ese momento.
-se... señorita Odette, escuche... yo...
La joven miró por encima del hombro de Hyoga, donde se encontraba la puerta entreabierta a espaldas del chico. Sonrió maliciosamente.
-me gustas mucho Hyoga-dijo seductoramente.
Los ojos claros del Santo se abrieron enormemente de la sorpresa. La miró detenidamente por unos segundos. Realmente era una joven muy bella. Sus ojos brillantes color miel haciendo contraste con su pálida piel y sus cabellos castaños caían ligeramente terminando de decorar su perfecto rostro. Trago saliva nervioso.
-¿co... cómo?...
-Hyoga... no me voy a ir de aquí hasta conseguir lo que quiero- exclamó coquetamente mientras acercaba su rostro al de él.
El corazón de Hyoga se detuvo. ¿Era su imaginación o la distancia entre sus rostros iba disminuyendo? Sintió como la chica posaba las manos en sus hombros y poco a poco cerraba los ojos. Sabia lo que iba a suceder a continuación.
Los labios de Odette lentamente se abrieron paso entre los labios del chico, desapareciendo la distancia nula entre ellos, teniendo que estirarse para lograrlo. Por fin había llegado a su destino y comenzó a probar la boca del Caballero apasionadamente y con demasiada intensidad.
Y ahí estaba él, completamente inmóvil ante lo que estaba sucediendo, con los ojos abiertos de par en par y sin saber que hacer. ¡¿qué le estaba pasando! ¡¿por qué no reacciona! Sentía como se le acababa el aire debido a la presión de ambos labios. Ella lo estaba casi devorando y si no hacia algo pronto...
De repente, se escucho el sonido de algo romperse fuertemente, proveniente de la puerta.
Ambos se separaron al instante. Hyoga volteó rápidamente hacia atrás, lo que vio lo dejo helado. Ellie estaba de pie frente a ellos con la puerta abierta, una bandeja con vasos y pastel a sus pies en el piso, rota. Sus ojos negros brillaban por las lagrimas que estaban saliendo, recorriendo todas sus mejillas. Dio un paso hacia atrás.
-¡¡ELLIE!- Hyoga sintió que todo el mundo se le venia encima. "¡¡no, por favor no!". El simple hecho de ver a Ellie con esa expresión de completa tristeza y desilusión en su rostro, era suficiente para sentirse miserable y hacer romper su corazón en mil pedazos.
Odette observo a Ellie con altivez y una sonrisa mezquina. Se deleitaba con la expresión de la chica, que no podía ser mas hermosa para ella.
-Ellie... déjame explicarte...-dijo desesperado Hyoga mientras intentaba acercarse a ella.
Ella solo se alejo mas de él, negando con la cabeza. Las lagrimas no dejaban de brotar.
-yo...solo quería... hablar contigo pero... veo que estas... muy ocupado...-alcanzó a decir entre sollozos, y sin mas se alejo de ahí corriendo.
-¡¡ELLIE ESPERA!... –Hyoga corrió hacia la puerta y vio como Ellie desaparecía en el pasillo. Volteó a mirar a la chica causante de todo. Estaba sonriendo inocente.
Le dirigió una mirada fría y de inmediato salió tras Ellie.
La rubia corría desesperadamente hacia su habitación, intentando escapar de la realidad. Le dolía tanto. ¿cómo pudo ser tan estúpida? Debió haberse dado cuenta desde el principio que solo estaba jugando con ella.
¿Cómo podría amarla a ella, que era una chica ordinaria, sin padres y que prueba de ello era que vivía en un orfanato? Nunca antes había sentido un dolor tan punzante como el que ahora sentía. Era un dolor intenso, que le aplastaba el pecho y le quemaba el corazón, haciendo difícil respirar. Esa angustia y dolor la estaba consumiendo lentamente y no podía hacer nada para que se detuviera.
Nunca debió haber venido aquí, solo le estaba causando mas sufrimientos, y lo peor de todo, era que no podía olvidarlo, sabia que su corazón se lo impediría.
"¡Soy una tonta!" se repetía así misma una y otra ves mientras su mente repasaba esa escena, esa escena tan horrible para ella. Se obligó a no recordar eso, su corazón no lo resistiría de nuevo.
Estaba apunto de llegar a su habitación, dispuesta a encerrarse en ella y continuar desahogándose, cuando sintió que una mano la detenía firmemente de la muñeca, evitando que continuara en su marcha.
-¡Ellie, espera por favor!- la voz grave del Caballero del Cisne resonó en todo el pasillo.
-¡¡suéltame, lárgate, no quiero verte!-grito intentando zafar su mano del puño de Hyoga.
-¡¡pero yo si!-exclamó obstinadamente-¡¡y quiero que me escuches!
-¡¡¡¿escuchar qué!¡¡¡¿qué quieres a esa chica y que solo estabas jugando conmigo!-dijo energéticamente mientras giraba su cuerpo para enfrentarlo.
-¡¡¡¿¿eso piensas que estoy haciendo! ¡¡¡¿¿qué clase de hombre crees que soy!
-¡¡¡UN CÍNICO!
-¡¡¡ELLA ME BESO!
-¡¡¡Y TU NO HICISTE NADA POR EVITARLO!
Hyoga se quedo callado unos segundos.
-¡¡¡¿Y QUE QUERIAS QUE HICIERA! ¡¡¡¿QUÉ LA EMPUJARA!
-¡¡¡NO HUBIERA SIDO MALA IDEA!
-¡¡¿qué pasa!- Seiya llegó rápido a la escena, seguido de Shun y June. Los tres se detuvieron al darse cuenta que Ellie estaba llorando a mares.
-¡¡¡CLARO, COMO TÚ PIENSAS QUE SOY UN CÍNICO!
-¡¡¡LO ERES! ¡¡¡¿Cómo te atreves a invitarme a salir y después ir a besar a Odette!
-¡¡¡estaba hablando enserio! ¡¡¡quería salir contigo! ¡¡¡¿y sabes por que! ¡¡¡POR QUE ME GUSTAS!
Ellie abrió mas los ojos, que aun tenían surcos por las lagrimas que dejaba caer. Alargo la mano e inmediatamente, en un rápido movimiento dio una bofetada al hombre frente a ella.
El rostro del chico sintió el cruce de la palma de la mano de Ellie en su mejilla. Hyoga permaneció con la cabeza de lado y los ojos cerrados, sintiendo como una inmensa angustia se apoderaba de él
-¡¿Ellie!-dijo June asustada después de haber presenciado la cachetada.
Ellie sabia que Hyoga pudo haber esquivado la bofetada o haber sostenido su brazo antes de hacerlo con gran facilidad, pero no lo hizo. Además, la acción provocaría en él lo que el golpe no podría lograr; dolor.
-te odio...-se escucho decir suavemente de la boca de la joven. En seguida, se volteó para dirigirse directamente a su habitación.
El Caballero escuchó la puerta cerrarse, y con él, todas sus ilusiones y esperanzas. La felicidad que antes pensó estar tan cerca, ahora se alejaba por completo de él.
-Hyoga...-Seiya se acercó a Hyoga y le puso la mano en su hombro, intentando reconfortarlo- ¿estas bien?
Las manos de Hyoga se cerraron con furia, haciendo presión en sus músculos y marcándolos. Su puño derecho golpeó con fuerza la pared de su costado, intentando sacar toda la desesperación y enojo que sentía recorrer en su cuerpo.
-creo que no...-dijo al fin Seiya después de ver el hueco en la pared hecho por su amigo.
Con la cabeza gacha, Hyoga se retiro de ahí, dejando a sus amigos mirándolo con preocupación, sabiendo de sobra que necesitaba estar solo.
O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O
El saco de arena en forma de cubo se tambaleaba de un lado a otro amenazando con romperse en cualquier momento, debido a los golpes que estaba recibiendo. Los quejidos se dejaban oír entre cada golpe y patada que daba con fuerza. Su cuerpo semidesnudo estaba completamente bañado en sudor, pero eso no le impedía seguir dando golpes cada vez mas potentes y certeros, mientras los músculos se imprimían en su piel.
El Santo del Cisne continuaba golpeando sus puños contra el saco rítmicamente, agregando de vez en cuando alguna patada con agilidad.
Era casi medianoche y había permanecido en el gimnasio por lo menos una hora. Esa era la única manera que tenia de desahogarse, de sacar con cada puñetazo toda la frustración y confusión.
Se sentía atrapado por su propia trampa, por todo lo que estaba sucediendo; atrapado por sus propias emociones y necesidades, sin saber como salir de ellas.
¿Qué le había sucedido? ¿por qué se había quedado paralizado sin hacer nada? ¿por qué demonios no se atrevió a separarse de ella al darse cuenta de lo que iba a hacer, de que lo iba a besar? No podía entenderlo, simplemente no sabia que había ocasionado esa reacción en él.
Intentó desplazar esos pensamientos de su mente, pero inmediatamente otra le vino a la cabeza. El rostro de Ellie cubierto por las lagrimas. Jamás había visto ese rostro que le parecía tan hermoso opacado por tanta tristeza. Y todo por su culpa, por un maldito error que había cometido y que no tenia idea de cómo corregir. No podía sentirse mas miserable.
No quería dejarla ir, al menos no hasta que le explicara las cosas; y el dejarla ir para él seria como no poder respirar y dejar de sentir lo que antes pensó que nunca podría darse en su corazón frió y calculador. El verla y el estar a su lado ya se estaba volviendo una necesidad y eso tampoco lo ayudaba mucho.
Las ultimas palabras pronunciadas por la joven le retumbaban como tambores: "Te Odio". Al recordarlo, su irritación llego hasta el límite. Dando una vuelta completa alrededor de su eje para tomar impulso, dio una fuerte patada al saco, rompiéndolo a la mitad. La arena del interior de éste calló al piso como cascada.
Hyoga detuvo sus ataques, quedando parado enfrente del saco ahora roto. Su pecho descubierto bajaba y subía rápidamente mientras el sudor lo envolvía. Su rostro mostraba el sufrimiento y la agonía por la que estaba pasando.
-¿sabes lo caras que son esas cosas para que tu vengas y las rompas?
El chico de ojos claros como el hielo giro en dirección a donde provenía la voz. Shiryu se encontraba parado en la puerta con los brazos cruzados y sonriendo ligeramente.
-¿y sabes lo caros que cuestan los vasos de cristal para que tu vengas y los cuartes?-exclamó Hyoga en forma de contestación, devolviéndole la sonrisa y apoyando sus puños en sus caderas.
-de acuerdo, de acuerdo, estamos a mano- dijo el Caballero del Dragón al darse cuenta que no tenia argumento para eso. Levanto las manos dando a entender que se daba por vencido.
-¿qué haces aquí, Shiryu?-pregunto Hyoga devolviendo la seriedad a su cara.
-vine a ver que es lo que te pasa-contesto Shiryu de igual forma.
-eso quisiera saber yo...-murmuro el rubio, mirando al suelo.
-¿qué quieres decir?
-no se lo que me pasa Shiryu... estoy tan confundido...-apoyo su espalda desnuda en la pared, deslizándose hasta quedar sentado en el piso.
-¿por qué?
-no lo se, Shiryu, no lo se...-dijo Hyoga casi gritando, cubriéndose la cabeza con las manos.
-cálmate...-el chico de cabello negro se acerco a Hyoga quedando frente a él.
-es solo que... ¿sabes lo que paso verdad?
-si... Seiya me lo contó, o al menos lo que él vio. Pero ¿qué fue lo que sucedió antes?¿qué fue lo que hiciste?
Hyoga le contó a su amigo lo que había pasado en su habitación, que Odette lo había besado y después la llegada de Ellie, la cual vio todo y la pelea que tuvieron en el pasillo.
-mmm... ya veo...-dijo Shiryu cuando Hyoga finalizo su historia.
-y ahora no se que hacer...-Hyoga cerró los ojos y bajó la cabeza. Sus brazos están apoyados en sus piernas.
-hay algo que no entiendo Hyoga... ¿amas a Ellie?
-si, la amo –contesto con seguridad.
-entonces, ¿por qué no impediste que te besara?
Esa era la pregunta que no sabia contestar. Algo en su interior le decía que sí sabia la respuesta, pero no quería admitirlo.
-porque... porque...-se quedo pensando, mientras recordaba.
-yo te diré porque... por que te gusto, no es así?-Shiryu cruzo de nuevo los brazos.
-¿¡QUE?- musitó Hyoga sobresaltado, sin dar crédito a lo que oía.
-piénsalo Hyoga...
El Caballero del Cisne meditó lo que le había dicho su amigo y compañero de batallas. Aunque él no quisiera admitirlo, no le había agradado lo que Odette hizo, pero tampoco le había desagradado por completo. Esa manera de besarlo, no se la hubiera imaginado ni aun en sus fantasías mas atrevidas. Además, si a todo esto le sumábamos el hecho de que la chica no era nada fea, le complicaba mas las cosas.
Pero no lo podía entender. Si amaba a Ellie, ¿por qué le gusto lo que había experimentado con esa joven? Se supone que no debió a ver sentido nada, pero aun así lo hizo.
"¡Demonios!" pensó irritado. ¿Qué clase de hombre era, si estaba enamorado de una chica y le gustaba que otras lo besaran?. Ellie tenia razón, era un cínico.
-no te preocupes Hyoga, no tienes por que sentirte culpable-dijo por fin Shiryu, como si hubiera leído la mente de Hyoga.
-¿cómo dices?
-es normal que sientas atracción por ella. Pero tienes que darte cuenta que lo que sentiste con Odette y lo que sientes por Ellie, son dos cosas completamente diferentes, así que será mejor que no te atrevas a comparar esos sentimientos, por que no te llevara a nada bueno, solamente a confundirte mas.
-entonces, ¿qué se supone que tengo que hacer? ¿quedarme aquí pensando sin hacer nada?-dijo Hyoga con un poco de enfado en su voz.
-en primer lugar, sí. Tienes que aclarar tus emociones, y en segundo lugar, ya después ve lo que puedes hacer para corregir tu error y aclarar la situación-dijo Shiryu con toda la tranquilidad del mundo.
Hyoga lo miró con cara atolondrada, intentando comprender lo que Shiryu la había dicho.
-lo intentaré...-susurro después de a ver salido de su trance.
-no lo intentes, hazlo- señaló firmemente-sinceramente no creo que quieras perder a Ellie por una tontería como esa, especialmente con lo cabeza dura que puedes llegar a ser.
Hyoga lo miró con reproche, pero sonriendo. Shiryu tenia toda la razón. ¿Qué otra cosa podía pedir si tenia a sus amigos a su lado? Una compañera; y no la dejaría ir tan fácilmente.
-gracias Shiryu...
-fue un placer...-contestó éste sonriendo ampliamente.
