Va el nuevo capitulo de la semana.

Tinwell: jejejee... si eres fan de Legolas siento desilusionarte pero él no es protagonista en esta historia, jejejeje... Oye¿cómo es eso que dices que Haldir siempre termina mordido? Yo escribí esa situación porque Nunëlian pasa tanto tiempo con los animales que eso afecta sus modales a veces, jejejeje...


Capítulo 6 – Revelaciones

- Mae govannen, Heryn vuin, Hîr Nín (Bienvenida mi querida dama, mi señor) – Saludó Haldir a los señores de Lórien – es un placer tenerlos de vuelta entre nosotros y saber que la guerra ha terminado.

- Suilad, Haldir, es bueno estar en casa de nuevo. No sé si recuerdes al señor Thranduil. – dijo el Señor Celeborn señalando a la persona junto a él.

Thranduil aparecía gallardo, imponente, con expresión grave, un tanto distante y fría, como siempre se le había visto. Portaba su capa de viaje en color verde oscuro, y su corona de mithril alcanzaba a relucir entre sus dorados cabellos.

- Mae govannen, Hîr Nín (Bienvenido, mi señor) – saludó al señor del Bosque Negro.

- Govaded vaer gen Haldir (Es un placer encontrarte Haldir),algunas eras han pasado desde la última vez que mis ojos te vieron. Te has convertido en un admirable ellon.

- Hannon le, Hín nín (Gracias, mi señor).

- Haldir, mañana por la mañana queremos tener una pequeña reunión para hacer el recuento de los últimos acontecimientos y también para hablar de un asunto de gran importancia. Por favor trae a Nunëlian contigo – solicitó la dama Galadriel.

- ¿Mi Dama? – exclamó Haldir intrigado.

- Si, Haldir, tráela contigo, si pueden mantenerse inalterables por un rato. – le susurró la Dama Blanca en un tono suave, entre juego y de reprimenda.

- Cerithon iest lîn, heryn nín (Como desee, mi dama). – finalizó él bajando la mirada con expresión un poco avergonzada.

A la dama Galadriel realmente no se le escapa nada, pensó, y le intrigaba sobremanera porqué requerían la presencia de la elleth en una reunión de consejo con los señores elfos.


Al día siguiente, Nunëlian y Haldir subían las grandes escaleras, en dirección del gran comedor del palacio, para reunirse con los señores que ya los esperaban. Iban caminando en silencio, ella detrás de él.

- Por favor, ven a mi lado, no me gusta que vengas detrás de mí, como si estuvieras acechándome.

- Aquí estoy bien, gracias. – replicó ella contundente.

- Haldir se detuvo un momento y se giró para mirar a Nunëlian. Ella se detuvo de inmediato.

- Escucha, respecto del otro día…

- No hay nada que decir – cortó ella bruscamente, adelantándose en sus pasos hacia su destino.

- Bien. – Respondió él con total enfado.

Momentos después llegaron a la entrada, y Nunëlian esperó a que Haldir la alcanzara. Él la miraba con ojos de escrutinio, se había acostumbrado a ver a aquel muchacho desgarbado y tímido, pero inestable a la vez, y ahora le costaba trabajo verla como una elleth, una elleth que lo sacaba de balance con una facilidad que se extrañaba de sí mismo. Le ofreció su mano para entrar, pero ella ignorándolo abrió las grandes puertas blancas labradas. Con toda la gracia que le fue posible, saludó a los presentes, haciendo una profunda reverencia. A Thranduil se le suavizó llamativamente la expresión cuando vio a la joven dama frente a él.

- Sell nín, Im veren le govaded (Hija mía, estoy feliz de verte) – Saludó Thranduil dulcemente, al tiempo que se acercó a abrazarla.

- Lend gwanur, Guren linna le cened (Querido tío, mi corazón canta al verte)

- ¿Hija, te has hecho pasar por ellon de nuevo? – Dijo el Señor al ver el cabello corto de Nunëlian, quien agachó la cabeza avergonzada.

- Fue por seguridad, gwanur.

Haldir apenas pudo contener la expresión de sorpresa al enterarse que Nunëlian era pariente del señor del Bosque Negro, ahora llamado el Bosque Verde, Greenwood, o Eryn Lasgalen.

- Haldir, no te quedes ahí, vengan todos, vamos a sentarnos a la mesa. – Invitó la dama Galadriel a los presentes.

Durante la cena relataron lo referente a las batallas de Dôl Goldur, y de cómo quedó repartido el nuevo Eryn Lasgalen en tres reinos: la parte norte para el reino de Thranduil, la parte sur para Lothlórien y la parte oeste para los Beórnidas y los hombres del bosque. También relataron las noticias que les llegaron referentes al final de la Guerra del Anillo; lo que sabían acerca de las aventuras y vicisitudes de la comunidad de los 9, la próxima coronación del nuevo rey de Gondor y Arnor y el futuro matrimonio de éste con Arwen Undómiel, nieta de los señores de Lórien. Nunëlian y Haldir escucharon atentamente las historias referentes al príncipe Legolas, el valor y la lealtad de la gente de Rohan y Dol Amroth, de las batallas peleadas por el dúnedain y futuro rey llamado Aragorn Elessar junto a los hijos de Elrond, Elladan y Elrohir, y escucharon sobre aquellas valerosas criaturas que ella vio alguna vez en el palacio de su tío: los hobbits y los enanos, y por supuesto las grandes alianzas que se estaban generando entre los pueblos de la Tierra Media y los tiempos de paz por venir.

Desearía poder ver a toda esa admirable gente, pensaba Nunëlian fascinada con las historias relatadas.

- Nunëlian¿deseas venir con nosotros a la boda de Arwen? - preguntó la dama Galadriel en respuesta al pensamiento que acababa de leer en ella – la estrella de la tarde llegará aquí a finales del Ethuil para partir hacia Minas Tirith.

- No lo sé – respondió ella ruborizada; no lograba acostumbrarse a los poderes mentales de la dama.

- Piénsalo y después me comunicas tu decisión. Tú también irás con nosotros si así lo deseas, Haldir.

- Me siento honrado, mi dama. Comenzaré con los preparativos lo antes posible.

La dama Galadriel hizo una pausa y pasó de la sonrisa a la solemnidad.

- Ahora quisiera hablar del asunto más importante que nos reúne en esta ocasión. ¿Señor Thranduil?

- ¿Hija mía, recuerdas esto? - Dijo el señor elfo mientras le mostraba a Nunëlian una cajita de madera labrada con una flor élfica y una estrella encima.

Al abrirla vio una hermosísima joya, una flor en azul y plata con una linda cadenita de mithril. En el centro, la flor tenía más petalitos con piedras blancas que reflejaban la luz del color que tuviera cerca y en el medio una joya negra que a pesar de su color, parecía brillar más que el salón entero.

Nunëlian abrió los ojos grandes como la luna llena al ver la joya, pero no menos sorprendido estaba Haldir, quien comenzó a tener vagos recuerdos de su infancia, en los que veía a su madre portando esa joya. Pero¿Qué hacía la flor élfica símbolo de Lórien en manos de la gente del Bosque Verde? Estaba más confundido que nunca.

- Haldir, tú también la reconoces¿verdad? - Preguntó la dama Galadriel.

- Yo… recuerdo haber visto esa joya en el cuello de mi madre, hace mucho, mucho tiempo.

- ¿Es todo lo que recuerdas?

- No sé, mis recuerdos son confusos… - decía Haldir.

- Era mi joya favorita cuando era niña. Me era difícil desprenderme de ella. – Susurró Nunëlian.

- El rostro de los dos jóvenes estaba lleno de confusión e intriga. De alguna manera los dos estaban relacionados con un mismo objeto. La dama Galadriel disiparía sus dudas.

Esta es Nunëlian, la Estrella del Oeste, la remembranza del árbol Telperion, plateado y maravilloso como nunca se vio árbol alguno en Valinor, uno de los dos árboles que nos daban luz. Aüle elaboró esta joya a petición de Oromë, para su esposa Vana, como regalo de bodas. Tiempo después, cuando el gran cazador fue a la Tierra Media, lo llevaba consigo como recuerdo de su bien amada y según se dice, la perdió en una de sus batallas, lo que les causó gran pesar a los dos. La flor que le da forma a la joya, es una reproducción de las flores que daba el gran árbol de plata, muy parecida a las flores que dan los mallorn, y tú la encontraste en el Nimrodel, Haldir, cuando aún eras pequeño.

Haldir permanecía en silencio, con la vista fija, pero totalmente ausente. Sus recuerdos comenzaban a aflorar.

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- ¡Naneth, mira lo que encontré en el río!

- ¡Qué joya más hermosa, Haldir! Esto debe pertenecer a alguien.

- ¿Será de la Dama Nimrodel?

- No lo sé mi amor, pero vamos a mostrárselo a la dama Galadriel.

Le llevaron a la dama la joya que habían encontrado. Después de una larga plática entre su madre y ella, fueron al jardín privado a mirar en el espejo. Cuando volvieron le dijeron al pequeño:

- Haldir, esta joya no pertenece a nadie en la Tierra Media, de modo que es tuya por haberla encontrado. Se llama Nunëlian, la Estrella del Oeste.

-Nunëlian… pero es una flor para una elleth, naneth.

- Entonces yo la guardaré para ti y cuando la necesites te la daré.

- Hannon le, naneth.

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- ¿Haldir? - lo llamó el señor Celeborn.

Pero él no respondía. Más memorias volvían a su mente.

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- No me gustan las elleth – Dijo el niño resentido.

- Hijo…

- Está bien, está bien¿qué puedo hacer para que dejes de llorar? – preguntó acercándose a la pequeña en brazos de su madre – ¡Ya sé! Naneth¿puedo regalarle la Estrella del Oeste a Arya?

Las dos mujeres intercambiaron miradas de sorpresa. Pasados unos segundos, la madre de Haldir le contestó:

- Si, mi amor, es tuya, puedes hacer con ella lo que quieras.

Y el pequeño tomó la joya en sus manos y se la puso a la niña en el cuello, quien al mirarla dejó de llorar y sonrió ante su brillo, y al volver sus ojos hacia Haldir, comenzó a reír alegremente.

- Ahora te llamarás Arya Nunëlian – Dijo Haldir alegre, y las dos madres sonrieron complacidas.

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- Haldir, Haldir ¿estás bien? – Le volvía a llamar el señor Celeborn poniéndole una mano en le hombro.

- Él ha recordado. - dijo Galadriel.

- Yo… yo… yo le di esa joya… ¿Arya? - Dijo mirando a Nunëlian totalmente estupefacto.

- ¡Sabes mi primer nombre? – respondió ella absolutamente sorprendida.

- Yo te nombré Nunëlian, como la joya… tú eres… no eran sueños… tú… ¡tú me mordiste de niño! – exclamó fuerte.

- ¡Algo debes haberme hecho, de seguro! – respondió ella molesta, nerviosa, y aún más sorprendida por la revelación.

- ¡Desde niña eras tan… extraña! – gritó Haldir.

- Y tú, no debes haber sido muy diferente de como eres ahora¡guardabosque arrogante! – devolvió ella.

Thranduil clarificó su garganta.

- Hija, por favor.

- Perdón – dijo Nunëlian avergonzada, bajando la cabeza.

- ¿Recuerdas lo que tu madre te dijo sobre la joya? – le preguntó su tío.

- Ella me dijo que quien me dio esta joya me nombró Nunëlian, y que me la entregaría cuando… oh… no, no, no¡esto no puede ser! – Y se puso las manos en la cara.

- ¿Qué, qué no puede ser? – Preguntó Haldir intrigado.

- Haldir, Nunëlian, tranquilícense. – dijo el señor Celeborn.

- Mi dama, perdón por el atrevimiento, pero… ¿usted sabía de todo esto desde un principio?

- Si, Haldir, pero no estaba aún en mis manos revelar lo que no está en su tiempo hacerlo – dijo la dama Galadriel mirando a Arya.

- El caso es, Haldir, Arya, que los hemos reunido aquí para exponerles los últimos deseos de sus padres antes de que los tuyos murieran – dijo Thranduil mirando a Arya – y los tuyos partieran a las Tierras Imperecederas, Haldir - dijo ahora dirigiéndose a él.

- ¿Y cuáles fueron sus deseos, mi señor?

Arya no decía nada, sólo miraba a todos con las manos en la boca, con sus pensamientos arremolinándose como una tormenta de verano en el océano.

- La dama Galadriel me contó algo que quiero compartirles antes de responderte, Haldir. Hay una leyenda que existe sobre la joya. En el centro, se dice, está capturada una pequeña porción de la luz de Telperion, que aunque no tan brillante como un silmaril, tiene un encanto que Vana puso en él, el encanto del amor y la unión de dos seres. Al enterarse que se había perdido, Vana pronunció que quien encontrase esa joya, encontraría a su pareja de toda la vida y se unirían, y juntos regresarían a Valinor para devolverla a sus dueños originales, con todas sus bendiciones. A diferencia de los silmarils, Nunëlian provee unión entre las personas, no discordia. Sus padres desearon - después de ver lo sucedido entre ustedes con la joya - que en un futuro fueran una pareja, que se casarían y seguramente serían muy felices y en algún momento cumplirían la leyenda de Vana. Sentían que de alguna manera, los Valar habían unido sus destinos mediante la Estrella del Oeste, el más cercano recuerdo de Valinor que existe en la Tierra Media.

Haldir no pudo pronunciar palabra. Estaba demasiado sorprendido con todo lo que estaba escuchando. Arya escondió de nuevo la cabeza entre sus manos también sin decir nada. Pasaron algunos eternos minutos antes de que alguien rompiera el silencio.