Bien, hoy que es mi aniversario de bodas, festejaré subiendo un capitulo mas de esta historia jejejeje...
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Capítulo 7 – El pasado que los condena
- ¿Están pidiendo que Arya y yo nos casemos? - Preguntó Haldir temeroso de escuchar la respuesta.
- Los elfos no solemos arreglar los matrimonios de nuestros hijos como acostumbran hacerlo los hombres, al menos, no se acostumbra desde hace mucho tiempo – habló Thranduil – pero creímos conveniente hablarles de esto, ya que fue una petición hecha por sus padres hacia nosotros.
- ¿Por qué nunca supe del asunto? – fue la respuesta de Haldir. Arya permanecía en silencio, aunque levantó el rostro al escuchar la pregunta.
- Tal vez tus padres no te lo dijeron esperando el tiempo correcto, – le dijo Galadriel suavemente - pero cuando sobrevino la muerte de los padres de Arya ellos creyeron que ella había muerto también. Todos aquí lo creímos, hasta que la tuve frente a mí. La separación de nuestros pueblos por las guerras había evitado muchacomunicación hasta estos días. Un camino se abre antes ustedes, hijos míos, pero sólo ustedes tienen la elección.
- ¿Ustedes aprobarían una unión así? - Preguntó él.
- Nada nos gustaría más que volver a ver la unión de nuestros pueblos representados en ustedes, pero es una decisión que sólo les concierne a ti y a ella. – dijo el Señor del Bosque Verde, mientras Galadriel y Celeborn hacían un gesto de asentimiento ante sus palabras - No les pedimos una respuesta ahora mismo, pero sí queremos que lo piensen. Sabemos que ya se han conocido, y tal vez si las cosas se dieran de la mejor manera, sería maravilloso.
Nunëlian se levantó de improviso, y sin decir nada, salió del salón a paso apresurado, como si quisiera desaparecer de Lórien en ese mismo momento. Haldir la siguió con la mirada, y luego la bajó con cierto pesar.
- Creo que será mejor que vaya con ella. – dijo Thranduil, y acto seguido se retiró del gran salón.
La dama Galadriel esperó a que él ya no estuviera para seguir hablando.
- Haldir, sé que es mucha información de un solo golpe, y que muchas cosas han sucedido, pero también creo que has pasado demasiado tiempo solo; no todo en esta vida es el deber.
- Mi vida desde que presencié cómo mis padres casi mueren en aquel ataque sangriento mientras viajaban con la dama Celebrian, y su posterior partida a Valinor, me hicieron dedicarme a la defensa de estos bosques, para que nadie de nuestro pueblo volviera a sufrir de la misma manera.
- Lo sé, pero hace mucho tiempo también que llegó el momento en que tengas también una familia propia que defender y lo has evitado por miedo a perder a más seres queridos.
- Manadh thell nîn (El destino me marcó) – susurró él seriamente.
- En tu deber como general de los galadhrim también está considerar los deseos de tus padres como un buen hijo de esta tierra, Haldir. Piensa las cosas y hazme saber tu decisión. – replicó la Dama Galadriel en un tono amable y… ¿sugerente?
- Si, mi dama – e intentó levantarse, pero ella lo detuvo poniendo su mano sobre la de él.
- ¿Haldir?
- ¿Mi dama?
- Tíro gûr lín, istathach (mira en tu corazón y lo sabrás) - le dijo la dama con la mente, y entonces lo dejó ir. Haldir hizo un gesto de asentimiento, una reverencia y se dispuso a retirarse.
- ¿No crees que fuimos un poco bruscos con todo esto? – Preguntó Celeborn mientras miraba a Haldir alejarse del gran salón.
- No, las cosas tomarán su curso solas de ahora en adelante; nuestra labor termina aquí. Lo demás depende de ellos. – Respondió la Dama Blanca tomando la mano de su esposo.
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Nunëlian se encontraba en la misma fuente donde tuvo el altercado con Haldir, ya que era la más alejada de la ciudad. Las palabras de los señores elfos daban vueltas interminables en su cabeza. Y también los recuerdos de su niñez.
- ¿Manen le? (¿Te encuentras bien?)
- Tío… - Y abrazó a Thranduil como cuando era niña.
- Sell nín, desde que quedaste a mi cuidado sólo he procurado lo mejor para ti, y deseado que tengas sólo felicidad. – Dijo él acariciando sus cabellos.
- Lo sé. No te reprocho nada.
- ¿Ni siquiera que estemos sugiriendo con quien casarte?
- Eso fue decisión de nuestros padres, no tuya. No tengo de que culparte.
- ¿Estás molesta por ello?
- No. Es sólo que cuando naneth me dijo que esa joya era para mi boda y que algún día conocería a la persona que me lo regaló, nunca creí que realmente sucedería.
- ¿Es decir que…?
- Es decir, que soy un fenómeno de la naturaleza, y quién querría unir su vida con alguien que es tan rara, que prefiere la compañía de los animales, que puede controlarlos y hablar con ellos, que todo el mundo la ve como si fuera algo malo, no sé.
- ¿Es eso lo que Haldir piensa de ti?
- No lo sé, y no quiero averiguarlo - dijo ella con amargura.
- Hija, sólo un consejo: piensa más con tu corazón y tus instintos y menos con las vísceras.
- ¿Perdón?
- Ya me escuchaste, y no me mires así, te conozco mejor de lo que crees. Ni tú ni mi hijo están tan lejos de mi conocimiento como ustedes creen. Y mucho menos de mi corazón. – Y dicho esto posó un beso en sus cabellos y se retiró.
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Al día siguiente Arya recibió una nota de Haldir, en la que le pedía que se reunieran. Renuente, aceptó y se encontraron en el claro del Egladil, que empezaba a recuperarse de las huellas de la batalla.
Haldir se encontraba ya en el punto de reunión, absorto en sus pensamientos. Arya llegó y tuvo oportunidad de mirarlo con detenimiento. Sin duda era atractivo, y sus movimientos delataban claramente que era todo un señor de los elfos.
- Acércate, no te haré daño. – Dijo Haldir sin mirarla. Sabía que ella estaba ahí momentos antes.
Arya no dijo nada y se acercó al pequeño halo de luz del sol que entraba por los árboles reflejando más aún el color plata del reverso de las hojas de mallorn que danzaban con el ligero viento y la brisa. A una distancia segura del elfo, claro.
- ¿Tú tenías idea de que existía ese compromiso hecho por nuestros padres? - Dijo él después de unos momentos de silencio. La pregunta tomó por sorpresa a la dama.
- N- no, al menos no como ellos acaban de decirlo. Mi madre me dijo cuando era pequeña que me guardaría la Estrella del Oeste hasta que el día en que volviera a ver al elfo que me lo regaló. Me dijo que… que sería el regalo perfecto para mi boda. En ese momento no lo comprendí muy bien.
- ¿Te preguntaste alguna vez quién era la persona que te había regalado la joya?
- Algunas veces.
- ¿Decepcionada de que fui yo?
- Sorprendida.
- ¿Qué quieres decir con eso? – cuestionó él.
- Nada.
- ¿Cómo que nada? – su tono empezaba a notarse demasiado inquisitivo.
- Mira, - dijo ella dando un paso atrás – Tu no me soportas, y yo… nunca he pensado en el matrimonio, se lo dije muchas veces a mi señor Thranduil.
- Nunca dije que no te soportara.
- No necesitas decirlo con palabras – dijo ella levantando la ceja derecha. Tu arrogancia y tu orgullo hablan por sí mismas.
- ¡Tú eres quien me ataca cada que tiene la oportunidad!
- Yo no te ataco, respondo a TUS ataques.
- Así no vamos a llegar a ningún lado. – suspiró Haldir tratando de calmarse - La dama me pidió que le hiciera saber mi decisión al respecto, y ya he hablado con ella.
- ¿Y cual fue tu decisión? – preguntó ella segura que la respuesta era clara.
- Decidí aceptar.
- ¿Qué? 0-o !
Una ráfaga de viento y la ligera brisa de la mañana levantaron el cabello de Arya mientras trataba de digerir lo que acababa de escuchar.
