Hijole se me pasaron mas de 15 dias o no? jejeje, sorry, pero verdaderamente ya me atoré en esta historia... este es el ultimo capitulo que tengo completo, la musa no ha bajado, de modo que si tienen ideas que aportar para continuarla, adelante!...

Tinwell: si! mi aniversario estuvo de pelos!... :D no me quejo, soy muy feliz en mi matrimonio jejeje... claro, vamos empezando pero ahi la llevamos, no? jejeje... la verdad dos años no se de que se les llama jejejeje... pero dejemoslo en mithril ;)

Luthiencita: Que meno que te ha gustado la historia, tengo varias ideas en mente para continuarla, pero ando atorada jejejeje... se aceptan ideas!... daré el crédito respectivo, no creas que me lo adjudicaré jejeje...


Capítulo 8 – Entre dudas y deberes

Arya no podía creer lo que estaba escuchando.

- ¿Qué!

- Que decidí aceptar el camino que tenemos frente a nosotros.

- No, tú no puedes estar hablando en serio.

- Yo no miento.

- ¿Por qué aceptaste!

- No tenemos que hacerlo si tú no quieres.

- ¡Aaarrrggghhh! – rugió Arya en desesperación – ¡eres…eres…! – No se atrevió a terminar la sentencia. Respiró profundo y continuó – Al hacer eso prácticamente me estás obligando a mí a aceptar, y… y… ¡apenas te conozco!

- No es así, le dije a la dama Galadriel que yo aceptaba si tú aceptabas.

- Pero…

- Escucha, déjame terminar lo que quiero decirte - dijo respirando profundo él también para no caer de nuevo en una discusión – hay mucho que tengo que agradecer a los Señores de Lórien. Esta tierra y servir a ellos ha sido mi vida. Ellos nos aceptaron a mí y a mis hermanos casi como hijos suyos después que nuestros padres partieron. Su nobleza y sabiduría están más allá de mi conocimiento. Todo mi cariño, admiración y lealtad está con ellos. Son las únicas personas a quienesno podría yo negarles algo, y creo que tú comprendes bien eso.

- Si, lo mismo siento por mi señor Thranduil. – Dijo ella un poco menos alterada – él ha sido un padre para mí y Legolas un hermano, son de las pocas personas que me comprenden realmente.

En ese momento, tres figuras se dibujaban detrás de ellos.

- Bien, entonces estamos de acuerdo. – dijo Haldir.

- Si. – Respondió Arya.

- Ahora bien, te propongo que cuando hablemos con los señores, les hagamos saber que--

Sus palabras fueron interrumpidas con la súbita aparición de los tres señores elfos, quienes se personificaron en el lugar como si hubieran sido invocados,aunque ellos en realidad estaban supervisando la recuperación de las batallas sostenidas con anterioridad. Sus rostros reflejaban un gran regocijo. Habían escuchado las últimas palabras que intercambiaron los jóvenes frente a ellos.

- ¡Qué alegría, han aceptado casarse! – Dijo Thranduil con una sonrisa que casi nunca se le había visto, y menos en público.

Al mismo tiempo, Galadriel se acercó a Arya y sin darle oportunidad de decir nada la abrazó cálidamente, mientras Celeborn hacía lo propio con Haldir. Al separarse de la dama,Arya recibió elabrazó a sutío inmediatamente y sin previo aviso, mientras miraba a Haldir con expresión de súplica por ayuda, pero él gesticuló mostrando que estaba en la misma situación.

- No sabes lo feliz que me hace saber que aceptas, sell nín. Tu madre hubiera sido muy dichosa tambiéndecía el señor del Bosque Verde cariñosamente. A la angustiada Arya le dio un vuelco el corazón al escuchar esas palabras. No tenía el coraje para decepcionar a su tío de esa manera, y por otro lado…

- Les deseo que sean muy felices – dijo Galadriel con una sonrisa indescifrable.

- Prepararemos la fiesta de compromiso lo antes posible –agregó el señor Celeborn.

Haldir miraba ansiosamente de Arya a los señores y de regreso, sintiendo que debía decir algo para arreglar el malentendido.

- Mi dama... –

- Haldir, sé que han hecho la mejor elección – interrumpió Galadriel tomando su mano, luego tomó la de Arya y la colocó encima de la de Haldir envolviéndolas con las suyas, y acto seguido Thranduil y Celeborn hicieron lo mismo.

- Los Eldar de la Tierra Media reforzarán su lazo y volverán a estar unidos, por amor, por compromiso, por la sangre y por el espíritu. –pronunció solemnemente el señor de Lórien.

Los dos jóvenes no atinaron a hacer nada mejor que sonreír y asentir tímidamente, sintiéndose más acorralados que en una emboscada de orcos sin arma alguna. Una vez que los señores se retiraron alegremente para comenzar los preparativos del anuncio del compromiso, Haldir y Arya se miraron como si pudieran matarse el uno al otro con tan sólo hacerlo.

- ¿Por qué no dijiste nada! – Espetó Haldir incrédulo.

- Por la misma razón que no lo hiciste tú. – respondió ella calmadamente.

- ¿Viste sus rostros de felicidad? Ante eso no podía yo hacer nada – dijo él aun alterado.

Arya no dijo nada más, sólo desvió la mirada. Haldir se acercó a ella, pero la dama reaccionó a la defensiva, dando un paso hacia atrás, temerosa; no sabía qué esperar del ellon que tenía frente a ella. La tensión era evidente en su rostro.

- Arya…

Pero no pudo decir nada más, ya que ella salió corriendo como venado en caza y ya no pudo seguirla. Su cabeza daba vueltas con lo que estaba sucediendo. ¿Qué iba a hacer ahora comprometido con una elleth que lo eludía y que cuando lograba permanecer un poco de tiempo frente a ella terminaban los dos en pelea?

Mientras corría, Arya pensaba que lo peor que había hecho en su vida había sido venir a Lothlórien en busca de ayuda. Ella misma se había ofrecido a hacerlo, y ahora pagaba las consecuencias de haberle insistido tanto a su tío que le permitiera realizar esa tarea como su primo lo hizo al integrarse a la comunidad de los nueve. Incluso se sorprendió de que él cediera a su deseo de ser de utilidad en la defensa del Bosque Negro por lo peligroso del viaje.

- Debí quedarme con Radagast y nunca salir de ahí– Pensaba amargamente.

Al pronunciar estas palabras, Arya se detuvo abruptamente. Con el rabillo del ojo observó algo que no supo cómo interpretar. Una pluma blanca de gran tamaño volaba de atrás hacia adelante de ella. Giró hacia atrás y observó que otras dos mas seguían el trayecto de su vestido en el suelo. Miró hacia todos lados peor no vio señal alguna de ninguna ave. Y menos una de gran tamaño que pudiera tener esa clase de plumas. Sacudió la cabeza y siguió su camino.

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Los señores iban llegando al palacio momentos después.

Thranduil¿no crees que ya hemos intervenido bastante? – Dijo Galadriel en un tono suave, pero de cuestionamiento.

No creo que estemos influyendo más de lo que la magia del Nunëlian hará, o pudiera estar haciendo ya. – Dijo el señor del Bosque Verde con una falsa cara de inocencia.

Los tres sonrieron y entraron comentando los pormenores del evento que tanto esperaban que sucediera.

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Los días de preparación para el anuncio del compromiso pasaron rápido, mismos en los que Arya se había mantenido ocupada con Thranduil y las damas que la ayudarían a prepararse. El tema de cómo la situación llegó hasta ese punto no se había vuelto a tocar, y difícilmente Haldir y ella tuvieron un momento para hablar al respecto. Él pasaba el tiempo con sus hermanos en los entrenamientos o siendo objeto de sus bromas, aunque también lo habían felicitado de todo corazón, sobre todo Rúmil, a quien le agradaba mucho la elleth para su hermano mayor.

La mañana del día del anuncio, Arya había esperado a que todos los guardabosques novatos se retiraran de sus entrenamientos, y el campo quedara vacío, entonces entró en él y tomó una daga, y comenzó a imitar algunos movimientos que había visto durante las lecciones, sin tanto éxito como ella había observado a los demás. Se sentía torpe, estaba consciente que las armas no eran su fuerte, pero tampoco le gustaba la sensación de inseguridad para defenderse por sí misma en una pelea cuerpo a cuerpo. Recordaba como los hermanos enseñaban a sus pupilos, y sus recuerdos fueron girando hasta los días de las batallas, donde desde las sombras tuvo oportunidad de admirar la manera en que Haldir peleaba con la espada. Realmente ese ellon la intimidaba sobremanera, la llamó 'extraña desde niña'; su presencia era poderosa y dominante y el sólo pensar en pasar el resto de sus días al lado de alguien así le provocaba escalofrío, por muy apuesto que le pudiera parecer o no. Después de todo, sus hermanos también lo eran y no sentía la incomodidad que había sentido desde un principio con Haldir.

Trató de no pensar más en ello y comenzó a hacer otros movimientos con las dagas.

Haldir regresaba a los campos de entrenamiento por algunas cosas para limpiar sus armas, cuando al acercarse al campo vio a Arya. Ésta no había percibido su presencia, ya que se encontraba muy concentrada en lo que hacía, cuando una risa casi imperceptible llegó hasta sus finos oídos.

- Este no es el lugar para una princesa del Bosque Verde.

Arya dio media vuelta para encontrarse con Haldir, quien se acercaba extendiéndole la mano solicitándole una de las dagas. Ella dio un paso atrás defensivamente, con ambas armas a los lados.

- No soy una princesa.

- De cualquiera manera, no es un lugar común para las ellith, al menos no dentro de la arena de pelea.

- Pero sí para un mensajero de Mirkwood, tal vez.

- Un mensajero que no sabe usar armas.

- Y sin embargo pude ponerte una de estas en el cuello – Dijo ella apuntándolo con una de las armas.

- Vamos, no te haré daño – Le dijo él tranquilamente ignorando el comentario provocador y extendiendo su mano.

La elleth le entregó una de las dagas renuentemente, dando un paso para entregársela y de inmediato otro hacia atrás para poner distancia de por medio, lo que le ganó una expresión a ceño fruncido por parte del jefe de los guardabosques.

- Bien, ahora colócate en esta posición y apunta la daga de esta manera – instruyó Haldir – Ahora, mueve los pies así - continuó haciendo algunos movimientos defensivos.

Arya intentó el movimiento pero le salía muy torpe. Lo intentó un par de veces más y logró una mejora.

- Veamos, ahora intentaremos algo un poco más rápido – dijo él acomodando la posición de ataque.

Arya siguió los movimientos al mismo tiempo que él, pero al hacerse más rápidos, hubo un momento en que ella no los pudo seguir y cayó al suelo hacia atrás, gruñendo de coraje con ella misma.

- ¿Estás bien? - dijo Haldir extendiéndole la mano para ayudarla a levantarse.

Con un poco de renuencia, ella aceptó la mano, y cuando la levantó con absoluta facilidad, el impulso la llevó muy cerca de él, mientras que él a su vez no la dejó ir. Se miraron por unos instantes, mismos en los que los dos cambiaron de la expresión de sorpresa al reconocimiento. Como llevado por un hilo invisible, Haldir se acercó un poco más, provocando que Arya se asustara, se liberara de su mano y saliera corriendo como ya parecía que era su costumbre.

Ellith… - suspiró él. Pero en su pensamiento quedó algo más. ¿Qué estaba yo a punto de hacer? Sacudió la cabeza y se retiró del campo.

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Esa misma noche se llevó a cabo la ceremonia de anuncio del compromiso. El palacio de Lórien estaba lleno de luces, de fiesta y de alegría. En el gran salón de reuniones ya se encontraban Galadriel, Celeborn y Haldir, ataviados en los colores oro y plata acostumbrados para las ocasiones oficiales. Los invitados no eran muchos: Rúmil, Orophin, y el consejo de los señores, ya que la costumbre era que este evento se realizaba sólo entre las familias. El ambiente era de armonía, y de cierta expectación de los asistentes por conocer a la que sería la futura esposa del General de los Galadhrim, tan admirado como respetado entre los habitantes del reino.

Thranduil y Arya entraron finalmente ataviados en verde y plata, los colores de su tierra.

El evento fue sencillo, pero emotivo. Galadriel y Celeborn presidieron la ceremonia representando a los padres de Haldir, a la vez que Thranduil a los padres de Arya.

Al hacer el anuncio, se acercaron Rúmil y Orophin, portando cada uno un hermoso anillo de plata labrado y presentado en bellos cojines blancos bordados en plata; eran los anillos de compromiso que habían usado sus padres.

Haldir tomó uno de los anillos; miró a Arya, quien difícilmente podía ocultar sus nervios ante la situación. Al sentir la mano de Haldir que tomaba la suya, comenzó a temblar levemente, pero la tensión aumentaba mientras observaba cómo él le ponía el anillo en el dedo índice de la mano derecha, ceremoniosamente, suavemente. No podía creer lo que estaba sucediendo, se sentía como pez fuera del agua. Acto seguido, ella hizo lo mismo con él. Sus manos eran grandes, fuertes, acostumbradas al trabajo de guardián; su mano al ponerle el anillo se veía tan pequeña y débil junto a la de él que pensó que en algún momento al apretar la suya se la podría romper con la mayor facilidad del mundo. Su ansiedad era grande, pero no mayor que la que sintió cuando Thranduil pronunció la bendición final de aprobación, no sin antes unir sus manos con la Nunëlian, poniendo la cadenita alrededor de las muñecas de sus manos derechas, dejando la joya colgando libremente, brillando en todo su esplendor.

- Que esta joya que los unió en la niñez, los una ahora aún más durante el tiempo de su compromiso y más allá, y se llegue a cumplir la profecía de Vana la Valier. Ahora, es momento de que sellen su compromiso con un beso.

¡Un beso? Oo!

Haldir y Arya se sentían como de piedra; ambos dos, ahí, frente a todos los testigos de la locura más grande a la que habían sido orillados. Haldir se acercó, y pese al impulso de ella por alejarse, se mantuvo ahí, expectante, inmóvil, insegura de lo que sucedería.

Electricidad.

Una descarga eléctrica pareciera que es lo que pasó a través de ambos. Sus labios apenas se tocaron, un breve instante en el que no existió nadie más que ellos dos. Cualquiera que los hubiera observado creería que se acababan de descubrir el uno al otro, ya que al separar sus rostros, no podían dejar de mirarse, como si no supieran exactamente lo que había sucedido. Arya fue la primera en parpadear, sintiendo que de pronto todos los sonidos de alrededor volvían a hacerse escuchar, y cayeron de nuevo en el mundo del presente. Con la mejor cara que pudieron poner ante los asistentes, la fiesta dio inicio, en medio de las felicitaciones y los cantos que se comenzaban a escuchar. Arya tomó la Nunëlian, y se la extendió a Haldir.

- Creo que esto te pertenece.

- No, fue un regalo para ti.

- Pero…

- Por favor, guárdamelo. – Dijo él cerrando su mano con la joya dentro. Se quedaron así por unos momentos, hasta que ella la bajó junto con la mirada. Haldir levantó su rostro con una mano para mirarla de nuevo.

- Quiero que comencemos de nuevo, que nos conozcamos, y olvidemos los malos momentos que llenaron nuestros primeros encuentros – le dijo humildemente.

- A ella le costaba mucho trabajo sostenerle la mirada a su ahora prometido, por lo que dio un paso atrás, bajó la cabeza y en un instante la levantó con una expresión de súplica.

- Pero¿me seguirás enseñando a usar armas? – fue la pregunta repentina de Arya.

En su mirada se distinguía la inocencia de una niña deseosa de aprender cosas nuevas. Era desconcertante para Haldir, pero asintió con la cabeza en consentimiento. Arya sonrió tímidamente, y continuaron con la celebración.

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