Error#11: Yorishiro.

Mientras que Yashiro y Kou se enfrentaban al misterio No.2 en su frontera.

En las escaleras B enfrente del salón de artes se encontraba el protagonista de esta historia, este había logrado reunir información sobre el culpable de las desapariciones del alumnado gracias a los mokke.

- ¿Están seguros que Yako-neesan está causando todo esto? – Pregunto el humano a los tres mokkes.

Los mokkes solo asintieron sin dejar de comer la bolsa de los malvaviscos cubiertos de chocolate que fueron su pago por su trabajo, Amane suspiro ante esto. Buscando en su bolsillo saco su pañuelo y se agacho enfrente de los conejos para limpiar las manchas de chocolate de sus bocas y orejas.

Una vez limpios los cuatro caminaron hasta el cuarto escalón para teletransportarse al límite del No.2. Si bien su plan era en cierto modo arriesgado, pero no tenía otra forma si quería que funcionara. Pero antes de que avanzara un jalón de su pantalón le llamo la atención, desviando la mirada vio que el culpable era un mokke que ya se encontraba en el lugar.

- ¿Qué pasa amiguito? – Le dijo al mokke alzando en sus manos, tal vez tenía información importante.

- ¡La chica rábano y el exorcista! – Exclamo el pequeño saltando en sus manos. - ¡Están en lo alto! -

Si bien le sorprendió que los dos chicos que conoció el día de ayer y hoy ya se encontraban en la frontera, pero le dio tiempo para cumplir su cometido. Dándole al mokke un caramelo se dirigió al borde del camino.

Solo había una forma de vencer a un misterio escolar en su dominio y este era que su yorishiro fuese destruido.

Recordando la vez que Yako-neesan le explico sobre la importancia de los yorishiro para ellos, fue cuando le mostro donde se encontraba el suyo como ejemplo. Debido que ya no contaba con su Nee-san para hacer aparecer las escaleras, su única opción era saltar desde el camino que ella hizo.

Así que solo tenía que saltar y buscar las tijeras para acabar con esto.

Más fácil pensarlo que hacerlo.

- Animo -

- Suerte -

- Morirás -

Era lo que decían los tres mokke que le habían acompañado a la frontera. Decidiendo ignorar las palabras de ánimo de sus compañeros, se acercó a la orilla del piso y miro hacia abajo.

Grave error.

Incluso por más que intentara no podía ver nada más que el negro abismo. Trago saliva a la vez que empezaba a sudar del nerviosismo.

Los mokke que seguían alentando al joven pudieron notar su indecisión a la hora de saltar, cada uno volteo a mirar al otro y entre los tres asistieron para ellos mismos. Sin que el humano lo notase, los tres se habían ido saltando a una columna de cosas.

- Una, dos y… ¡Tres! - Gritaron los mokkes cuando saltaron desde lo más alto de un mueble para ganar impulso a la hora de empujar y así logrando empujar al humano al abismo.

- ¡PEQUEÑOS BASTARDOS!- Grito aterrorizado el castaño a los mokkes, quienes solo despedían a Amane con un pañuelo en sus orejas.

….

- Esta muerto -

- ¿Está muerto? -

Un gemido salió de sus labios que espanto a los mokkes residentes mientras los ojos ámbar se abrían con cuidado. Un brazo que se encontraba vendado se extendió para bloquear el sol y que no entrara en sus ojos.

Amane parpadeó para abrir aún más los ojos e hizo una mueca mientras trataba de sentarse del frio piso.

Inmediatamente sus manos fueron a su espalda para estirarse, un gemido salió de sus labios mientras crujía sus huesos.

- Demonios, era necesario empujarme de esa manera - susurró el chico con toda la espalda adolorida. – Gracias al cielo nada puede morir dentro de una frontera -

Se estremeció con solo pensar que hubiera pasado si no estuviera en una, seria ahora una mancha de sangre en el piso al menos. No quiso pensar más en eso.

Se puso de pie lentamente en lo que miraba a su alrededor. Parecía el mismo antiguo santuario de sacerdotisas de hace un año. Nada había cambiado, incluso cuando el rumor había cambiado.

Mientras continuaba caminando por el lugar, este tropezó con una mesa de trabajo provocando que varias hojas salieran volando por todo el santuario.

- M-maldición - dijo Amane entre dientes en lo que se apuraba en recoger todo el contenido del diario.

Si bien sabía lo que iba a pasar con la frontera una vez que eliminara el sello, tampoco iba a husmear en las cosas de Yako-neesan.

Y no era por respeto a la aparición sino por miedo por lo que le haría si sospechaba que había leído algo que no debía.

Cuando estaba ordenando las hojas del diario, de este cayo una fotografía. Amane al verlo rápidamente lo tomo para devolverlo a su sitio, pero empezó a dudar por un momento. La fotografía era una foto grupal antigua, en la imagen aparecía el maestro y unos niños.

Al final decidió guardar la foto en su bolsillo trasero de su pantalón. Sus ojos se alzaron para ver el santuario en lo alto de las escaleras y se apresuró al santuario en donde se encontraba el yorishiro.

En cuanto llego abrió las puertas, notando que efectivamente esta las tijeras con un sello negro y el kanji blanco para sellarlo. Dudó un poco, pero se inclinó hacia delante y arrancó el papel.

El mundo pronto se hizo añicos a su alrededor, pero esto no le importaba en lo absoluto.

-Número dos de los seis misterios de la escuela kamome, escaleras Misaki- Susurraba el chico en lo que sostenía las tijeras en su pecho, al quitarle el sello las tijeras se desmoronaban en sus manos. – has abandonado tu deber debes devolver tu número-

Entonces, el mundo se volvió negro.

- ¡Okay, chicos cálmense! – Exclamo el maestro viendo que estuvieran todos sus alumnos para la foto.

- Hey, sensei ¿Por qué estamos aquí? – Pregunto uno de sus alumnos a su maestro con curiosidad. - ¿No podemos tomar la foto en las escaleras de la escuela? –

- Yo quiero tomarla aquí – Dijo alegremente Misaki-sensei.

- ¡Miren adelante y no olviden sonreír! - Dijo en voz alta. Cuando la cámara ya iba a tomar la foto alzo su brazo para acariciar la cabeza de la estatua Inari. - ¡Vamos tu también! –

De pronto detrás de la estatua apareció una niña de cabellos rubios atada a una coleta por un lazo blanco con campanas. Cuando la foto se tomó se podía apreciar a Misaki con sus alumnos y a lado suyo la niña sonriendo a la cámara.

...

Curiosidad que mata#12

En el arco de las escaleras de Misaki, Hanako dice que nada nace o muere dentro de una frontera por eso creo que Yashiro sobrevivió al salto.

Fecha de creación: 21/04/2020 - Fecha de edición: 26/06/2020