Fic sin fines de lucro, declaro que todos los personajes de ccs pertenesen al clamp y solo los e

tomado como referencia paran mi fic.

4. La enfermera Sakura Kinomoto

Sakua Kinomoto echó hacia atrás una onda de su rebelde cabello castaño que le caía sobre la frente. Hacía calor dentro de los estrechos confines de la sala de trabajo, casi tanto calor como se desprendería del fardo de tuallas que la muchacha arrojaba al canasto cuando las sacase del esterilizador. Por la mañana el cesto aparecía lleno de toallas, batas y camisas pequeñas y grandes, todo ello marcado con las iniciales S.E.O. (Servicio externo de Obstetricia), ropa que debía ser metida en los grandes autoclaves y sacada treinta minutos después, ya esterilizada, habiendo desaparecido todo peligro de que pudiera comvertirse en fuente de infección para algún recién nacido o para la madre.

Al otro lado de la mesa la cara algo aplastada de Naoko Yanisawa, reluciente a causa de l sudor, miró a través de los gruesos cristales de las empañadas gafas con insistencia de miope. Naoko esra amable, cumplidora y digana de confianza. Aunque bastante mayor que Sakura, habían hecho juntas las prácticas, y se sintió dichosa cuando pudo entrar al hospital central de Tokio. Sakura, que había seguido el curso de ginecología en otro hospital, había sido admitida para formar parte de los servicios generales, tras una misteriosa orden de los altos poderes, que ella aseguraba no comprender, pero de la cual parece ser que Eriol Hiraguisawa y su famili, tenían una directa pero oculta relación. Para la prosaica Naoko, Sakura era la personificación del encanto femenino y de lo novelesco.

-Tómate un descanso, querida- dijo Naoko-. Estas pálida.

-Es el calor. Además la noche pasada he dormido menos de seis horas. No sé qué es lo que estoy haciendo aquí- se lamentó-. Hay un baile estupendo esta noche y tengo una buena ocasión para ir.

-¿Con el doctor Eriol Hiraguisawa?- aventuró su compañera.

Sakura asintió con un leve movimiento de cabeza.

-Me parece que tengo demasiadas ansias de vivir-dijo-. Y en vez de conseguir lo que debiera, me empeño en dedicarme año tras año a fregar maderas y realizar sucias operaciones, bajo la vigilancia de solteronas que están constitucionalmente locas debido a que ningún doctor las mirará dos veces.

-A ti te miran bastante más.

Sakura hizo con la naríz un gesto parecido al de sorberse los mocos.

-Los internos, ¡Bah! Se ve lo que buscan antes de salir con ellos. Resulta conveniente llevar un revólver.

No puedes asegurar que todos sean iguales- dijo con un tono implorante la señorita Naoko.

-Cítame alguno que no lo sea. Uno de ellos me dió un empujón en los pasillos esta mañana.

-¿Quién era?

-No se lo pregunté. Es alto, un poco atlético y sabe jurar. Tiene mal genio y gestos rápidos. Sus ojos son bonitos - concedió -. Y te mira como si fuese alguien.

-¿Llevaba un cigarrillo en la boca?

-Algo así- dijo simplemente Sakura.

-Debía de ser el doctor Li; Shaoran Li. Es el hombre más destacado de la sección de cirugía. Dicen que duerme con el cigarrillo en la boca.

-Pues bien venido sea el cigarro por lo que a mí concierne- afirmó Sakura con aire desvergonzado. Le gustaba escandalizar a la "Vieja Naoko", la cual se estremecía al ser escandalizada-. Me ha gritado, y no me gusta que me griten mediquillos. ¿Cuánto paquetes nos quedan hasta la noche? - agregó.

-Este es el último.

Ann cogió el cuadrado de lino, que tenía un ligero tinte marrón a causa de las repetidas esterilizaciones y estaba algo deshilachado por los bordes. La relativamente escasa dotación de los hospitales - ella lo sabía bien- obligaba a hacer servir los materiales durante el mayor tiempo posible.

Tras de arrojar el último fardo al cesto, Sakua se incorporó para estirarse.

-Me muero de ganas de fumar un tabaco - dijo.

-Pdemos ir a la sala de descanso - propuso Naoko.

En la habitación, sencillamente amueblada, encontraron una docena de enfermeras de distintos grados y especialidades, charlando, fumando, mordisqueando golosinas y jugando a las cartas (¿Quién dice que las mujeres no juegan a las cartas?). Al mismo tiempo que ellas entró en la sala por la otra puerta una guapa y robusta muchacha, con el rostro ensombresido por el enfado y murmurando frases violentas a media voz.

-¿Quñe es lo que amarga hoy a nuestra Chijaru?- dijo una de las jugadoras, mirándola por encima de los naipes.

-¡Diablos! - dijo la recién llegada-. No sé por qué estoy aquí.

-Por la misma razón que las demás; para ganarte la vida.

-Acabo de oír lo que uno de esos doctorsitos de la jeringa, perteneciente a la sección médica, piensa de las enfermeras en general y de mí enparticular, debido a que me retrasé dos minutos en una llamada.-No no los cuentes- pidió la jugadora con aire lánguido-. Lo hemos oído miles de veces.

Era adorablemente bonita; tenía cara de gatita y un aire ingenuo.

-Tápate entonces los oídos, Rika - repuso Chijaru-. ¿Acaso no hemos sido engañadas? ¿No les gustaría saber cuál es el engaño que nos ha traído aquí?

-Eso es fácil. Hemos venido para crearnos una vida independiente.

-Y tratámos de hacerlo - tercio Naoko -, dentro del camino de vocación que cada una siente.

-Ya conozco ese cuento de la alta y sagrada vocación- dijo Chijaru-; va una a ver una pélicula carca de Florence Nightingale, se siente arrastrada por la corriente y, ¿qué es lo que sucede, que se lanza de cabeza a una vida de sacrificio y dedicación para obtener en rocompensa un simple mendrugo de pan.

-¿Por qué no dices la verdadera razón?-sugirió la muchacha bonita, mostrando sus dientes blancos y regulares.

-¿Cuál es ...?- preguntó Sakura con curiosidad.

-La profesión de enfermera es el camino más rápido para llegar al altar. Constituye la posición número uno en el mercado matrimonial. Tengo un montón de recortes de enfermeras que se han casado con millonarios. Hemos sobrepasado a coristas y modelos. Deberías ver mi álbum.

-¿Estás inventando una técnica adecuada para lograr ese fin?- Preguntó Naoko, con su tranquila sonrisa.

-Así es- admitió la otra.

-Todas la buenas enfermeras, cuando terminan como tales, se casan con médicos - indico Chijaru.

-Eso no reza con migo- afirmo Rika-.Te casa con uno de ellos, comienza a jercer su profesión, y ¿qué ocurre? Que te encuentras con un sitio vacío en la cama mientras él anda por ahí tomando el pulso a otra mujer.

-Estoy de acuerdo con usted, señorita Sasaki- dijo Sakura-; ¿Para qué casarse, cuando una puede hacer y dirigir su propia vida? (Nota personal del autor: Como una vez dijo un sabio Nunca digas Nunca y Jamás digas jamás).

-¿Qué clase de vida? ¿Y adónde conduce eso?- objetó la bella-. Coge a un paciente guapo y rico y échale el dogal al cuello. Eso es la carrera más conveniente.

-Yo cogería uno de mediana edad- dijo Chijaru interesada- Caen más facilmente.

-Pues yo prefiero los viejos- afirmó la inspectora-. Se mueren antes

-Si yo tuviese su tipo, Rika - aconsejó otra de las prsentes-, hubiera tratado de conquistar a Dais Sato.

-Me extraña lo que dices, Megumi- respondió la otra molesta-. Esl señor Sato es un hombre casado y yo soy una chica decente, hasta ahora.

-Su mujer es una vieja yegua- dijo Chijaru que había efectudo un turno de vigilancia cerca de ella-. Se marchará camino de la gloria cualquier día. Por lo que sé, se trata de una neurótica, clorótica y algo más.

-¡Chijaru!- contestó Naoko-. ¿Cómo puedes decir semejantes cosas?

-Incluso aun cuando muriese- Terció la inspectora- parece que está a la expectativa cierta viuda de mirada pasmada. ¿Como se llama?

-La señora Daidoji. ¿Son parientes o algo así? - pregunto Megumi.

-Algo así, me parece- comentó Rika con una mueca irónica-. Esa es una competencia en la que no pienso entrar. Se dice que esta loco por ella.

-¿De donde procede esa mujer?- preguntó una-.¿Es acaso una dama de la sociedad de la vida fácil?

-Creo que tiene un empleo aquí en Tokio; mecanógrafa o algo semejante. Y luego viene el millonario señor Sato.

-Una historia afortunada-comentó con aire de burla la enfermera mayor.

-Por su mirada me atrevería a diagnosticar que es fría como un pez- afirmó una de ellas

-¡Huy!- La cara de Megumi dejaba traslucir una expresión sagaz- Fíjate en su boca y en las ojeras que tiene; hay algo en su temperamento que no creo que el viejo Sato logre nunca derretir.

-Tal vez lo consiga el joven doctor Li- Sugirió Chijaru.

-¿Cómo? ¿Qué? ¿Qué estás diciendo de Li?- Las preguntas surgieron rápidamente de todas partes.

-Les estaba diciendo- repuso Chijaru complacida del efecto que habían causado sus palabras- que los vi charlando largo y tendido en la recepción del laboratorio Sato.

-Es la primera vez que Li parece darse cuenta de que la mujer no es un bicho raro- comentó Rika, y añadio riéndose-: Yo debo saberlo, puesto que a veces he intentado que despertase a la luz.

-Si yo me dedicase a la caza por aquí- declaró Megumi-, no sería Li a quien trataría de pescar.

-¿No? ¿A quién entonces?

-A Eriol Hiraguisawa. Ese es un chico que lo tiene todo.

-Creo que está comprometido- Dijo Rika haciéndole un guiño a Sakura.

Esta se puso de pie.

-Tengo hambre- dijo lamentándose- Vamos, Naoko, tomaremos un emparedado en el Bar del Griego.

Camino del bar, Naoko le preguntó subitamente.

-¿Es cierto que el doctor Hiraguisawa gestionó que fueras trasladada a aquí?- Pese a su aire indiferente, o tal vez debidoa ello, le gustaba enterarse de Todo.

-Si es así, yo nunca se lo pedí. Pero me satisfase estar en este hospital.

-¿Por qué crees que lo habrá hecho?

-Habla del sagrado matrimonio- replicó Sakura sonriendo a medias-, pero intenta cualquier otra cosa.

-Algunos de esos médicos parecen creer que en cuanto una muchacha viste uniforme de enfermera todo está permitido- comento Naoko severamente-. Pero tú lo conoces desde tiempo, ¿no es cierto?

-Sí. Nuestras familias esran amigas, pero la suya tiene dinero y la mía no. Y esto marca una diferencia invencible, especialmente en Tokio.

A la vuelta de la esquina se encontraba el bar, brillantemente iluminado, en el cual se expedían bocadillos y chocolates que generaciones de enfermeras y estudiantes conocieron con el nombre de los "Del Griego". Al atravesar el umbral, los saludó un rumor de conversaciones mezclado con explosiones de risa. Eran ya las diez de la noche y el local estaba lleno de estudiantes, internos, enfermeras y visitas. En los pequeños compartimientos que había a un lado, apasionadas parejas unían su manos bajo la mesa. Las enfermeras que tenían servicio de once de la noche a siete de la mañana vigilaban el reloj y calculaban al minuto el tiempo necesario para embutirse dentro de los azules uniformes y presentarse en sus puestos. Con frecuencia sonaba el teléfono y un interno salía precipitadamente para dirigirse a la sala de urgencia, al equipo quirúrgico o para aplicar estetoscopio sobre un corazón que había ya dejado de latir.

Sakura y Naoko encontraron una mesa y pidieron sendos bocadillos. Alguien echó una moneda en el fonógrafo eléctrico y este dejó oír una ronca música de swing, acallando momentáneamente el rumor de las convertsaciones. Varias parejas se pusieron a bailar.

Aquel lugar le había gustado siempre a Sakura. Había en él una especie de alegría a lata pasión, peculiar del ambiente que rodea a los hospitales y a las facultades de Medicina. Los trajes blancos de los internos contrastaban con los llamativos colores que vestían las muchachas que no iban de uniforme. El hospital en que han había cursado sus estudios era más pequeño y su atmósfera no podíoa compararse al del central de Tokio. Tal Vez todo se redujese a un mero brillo y el gran hospital no fuera mejor que aquel en que la enfermera había seguido sus estudios.

El vivo y docto cambio de impresiones acerca de audaces operaciones, de la cirugía cerebral y de otros temas igualmente dramáticos era, aunque ella no siempre se hubiese dado cuenta, sólo el telón que encubría la real y concienzuda labor de muchos exelentes médicos que, sin preocuparse por el bullicio de las grandes clínicas, se aplicaban a realizar sus tareas lo mejor que podían.

Pero Sakura no captaba esa diferencia de matiz. Siempre había deseado llagar a formar parte de auel ambiente y ahora empezaba a sentirse dentro de él, tan artificial y cosmopolita como cualquiera de los que formaban aquellos grupos de charlatanes.

Un hombre alto, con el traje blanco y arrugado, entró en el bar y se dirigió al mostrador. Tenía profundas ojeras y su pelo estaba tan desordenado como siempre. Compró un paquete de tabco, lo abrió y metio uno en su boca.

-Este fué el que me empujó- dijo Sakura.

-Justo: el doctor Li. No fallaste en la descripción, amiga mía.

Su mirada no infunde un gran terror- pensaba Sakura-. Parece más bien un muchacho fatigado, cuyo mayor placer lo constituirían veinticuatro horas de sueño, al margen de llamadas telefónicas y de accidentes.

-Fíjate en las miradas que le lanzan las inspectoras- murmurño Naoko-. Se diría que se trata de algún artista de cine.

-¿Y él se lo cree?

-No. No se lo cree. No es tan tonto.

Li avanzaba hacia la puerta cuando otro interno lo llamó. Al volverse vio a las dos enfermeras, sentadas en la mesa frente a sus bocadillos, y se detuvo una fracción de sugundo antes de seguir adelante. Le oyeron decir su respuesta a una pregunta:

-No hay esperanza. No pasará de esta noche. Mala suerte, pero tú no tienes ninguna culpa,Takuma.

Poco después estaba ante la mesa de ellas.

-¿Qué tal, señorita Yanisawa?

La recordaba del quirófano, donde Naoko había prestado sus servicios el invierno último, mostrándose consciente y capaz en el trabajo.

-Buenas noches, doctor Li.

Miraba interrogante a Sakura, la cual, con aire pensativo, parecía como ausente.

-Kinomoto- indicó Naoko- Sakura Kinomoto. Ha sido trasladada aquí desde otro hospital.

-Ya veo- Dijo Li. Continuaba aún en una actitud exxpectante, pues Sakura se había limitado a dirigirle una sonrisa superficial.

No quería, en modo alguno, emular a las inspectoras.

-¿Qué tiene usted en la muñeca, doctor? - Naoko se había dado cuenta de que la llevaba vendada-. ¿No habrá infección?

-No. Simplemente, que alguien me tiró encima un poco de solución caliente.

-La gente hace las cosas sin cuidado.

-Desde luego.- Asintió Li, solemnemente.

Esto fue demasiado para Sakura. Dijo:

-Tal vez el descuido fue del doctor Li

-Esto es precisamente lo que me andaba rondando por la cabeza cuando vine aquí - dijo Li-. Sospecho que fue por mi culpa.

Sintiendo que podía ser generosa, Sakura concedió:

-Tampoco yo me fijé mucho por donde iba.

-¿Como?- preguntó Naoko alzando el tono de voz.

-Sí- explicó Sakura- Pero no sabía nada acerca de la quemadura. Lo siento.

-Si se infecta, iré a verla a usted para que me cure.

Li ya sospechaba que su intento de brillantes, no alcanzaría gran exito. Y adquirió la seguridad de ello cuando oyó a la enfermera responder:

-Yo no me atrevería nunca a curar a tan eminente autoridad quirúrgica.

¿Se burlaba de él? ¿Eminente autoridad quirúrgica?...¡Bah! Muy bien. Que esperara. El se lo demostraría. Incidentalmente, claro está, al probarlo ante todo el mundo. Invitado por Naoko Yanisawa, se sentó a la mesa y estuvo charlando con rllas durante algunos minutos; principalmente con Naoko. Sakura estuvo complaciente y sin afectación, pero se mantuvo en una actitud por completo impersonal. ¡Qué bonita estaba! ¡Cómo le gustaba su color de ojos y ese algo cálido que la rodeaba! Li hubiera querido concertar una cita con la chica para llevarla al cine e incluso invitarla a cenar, pero, en aquellas circunstancias, ello hubiera supuesto invitar también a Naoko Yanisawa, y su bolsillo no alcanzaba para tanto.

Cuando se hubo ido, Naoko preguntó a Sakura con aire interrogante:

-¿Qué, no te gusta?

-No lo sé. Está muy seguro de sí mismo, ¿no es así?

-Tiene confianza y derecho a tenerla. Es bueno. Pero esto constituye solamente su manera, una máscara para cubrir la timidez. Me gustaría que lo vieses en el trabajo.

-Probablemente no ocurrirá tal cosa- Respondió Sakura-. Nuestros caminos no se cruzan

-Esto no puede asegurarse nunca en este "negocio"- dijo Naoko sensatamente.

Aquella noche, mientras Li leía en su cama las páginas de una Revista de especialidades en cirugía, como solía hacer siempre que no tenía demasiado sueño, su atención se desviaba con frecuencia del último hallazgo, de la más reciente invención, para inmovilizarse en un recuerdo. En su imaginación había una figura femenina. Sakura Kinomoto no se parecía al tipo corriente de joven enfermera que solía halllarse en los hospitales. Había llegado a saberse de memoria los pequeños trucos que usaban las enfermeras para llamar la etención sobre ellas. Aquella chica era distinta. Perecía tenerle sin cuidado el que se fijaran en ella o no.

Pero, en cualquier caso, lo sensato era alejarla del pensamiento. No tenía ninguna necesidad de poner desorden en sus planes, mezclando al serio trabajo de su mente, sueños de tipo sentimentaal. Desde cualquier punto de vista que se la miraba, Sakura constituía un lujo. Desde hacía mucho tiempo, hasta donde llegaban sus recuerdos, él había sabido mantener el pensamiento apartado de aquellas cosas sin las cuales tenía que pararse. Podía, ciertamente, pararse sin Sakura. ¡Aléjate, hechicera!

Durante los meses que siguieron, cada vez que la entreveía, ya fuese en el vestíbulo del hospitaal, en la escalinata del Club de enfermeras o en el bar, que Li abandonaba inmediatamente, se encontraba con que tenía que luchar para apartarla de su pensamiento y poder atender plenamente su trabajo. Y esto resultaba molesto. Sin embargo se preguntaba ¿Hasta cuando podrá resistirlo?.

Notas del autor: Hola a todos, este capitulo fue dedicado a Sakura y saber como es su la vida y su personalidad, espero que no me tomen por machista por lo escrito en este capitulo, el próximo capítulo va a ver mas interaccion entre Sakura y Shaoran cuando se tengan que enfrentar juntos a uno de los mas bellos (Por así decirlo) milagros de la vida.

Capitulo 5: Los apuros de un nacimiento