En algún lugar de berlín...
Una chica con dos largas trenzas castañas corría por los callejones de berlín. No tenía familiar alguno, ni recordaba si alguna vez lo tuvo. Entre sus recuerdos solo figuraban las múltiples escenas de los asesinatos en los que había participado al lado de su tutor, o su sempai como ella le decía. Ella solo sabía que desde pequeña había sido entrenada para matar. Vestida como siempre iba, con su inseparable gorra naranja y su chaqueta roja carmesí, con un logotipo algo extraño en la espalda, en forma de ala blanca de dragon encerrada en un semi círculo negro.
Siguió corriendo y se detuvo frente a la estación de ferrocarriles, y entró en ella caminando normalmente, miró por todas partes y buscó entre la multitud a su tutor, pero no pudo localizarlo. Decidió entonces esperarlo, y se sentó en una banca de la estación, muy cerca de los andenes.
Frente a ella, una joven pelirroja vestida con una gabardina negra de aproximadamente unos veinte años, caminaba desesperada abriéndose paso entre la multitud, mirando atentamente y buscando un rostro familiar, un rostro que había logrado evadirla en varias ocasiones. Se acomodó de la mejor manera que pudo los anteojos oscuros que siempre usaba en dichas ocasiones, hizo una seña discretamente, la cual fue captada por un grupo de hombres vestidos con el mismo tipo de gabardina, los cuales estaban colocados en lugares estratégicos dentro de la estación.
Asuka: Donde rayos te escondes? –decía para sus adentros- esta vez no te me escaparas –pensaba mientras seguía vigilando a la multitud.
Un joven de cabello blanco y traje rojo bajó de uno de los trenes, y caminó por los andenes, procurando no llamar la atención. La chica de las trenzas se incorporó rápidamente y se dirigió hacia él.
Sakuya: Sempai!
Dilandu: Ah, sakuya, que haces aquí! –vigilando y mirando a todas partes, de manera desesperada – te dije que te vería afuera de la estación y no aquí.
Sakuya: Lo lamento sempai, pero quise venir a recibirte personalmente –le sonrío inocentemente y tomó una de las valijas del joven prófugo.
Dilandú: En que estas pensado pequeña! Quieres que nos atrapen!
Sakuya: Atraparnos! Quienes!
En ese momento fueron interrumpidos por una voz que estremeció al joven asesino.
Asuka: Vaya vaya vaya! Que sorpresas tiene la vida –quitándose los anteojos oscuros y dirigiendo su fría mirada azul al joven del cabello blanco.
Dilandu: Asuka! –tomó a sakuya de un brazo y la jaló bruscamente echándose a correr con ella – Rápido corre! Corre! Y no te detengas!
Sakuya obedeció la orden de su tutor y asuka los perseguía muy de cerca.
Asuka: Espera, sabe muy bien que no podrás escapar, todo el edificio está rodeado, ríndete de una maldita vez!
Dilandú lanzó hacia atrás una de sus valijas con tal fuerza que hizo tropezar a la pelirroja, la cuál cayó al suelo, asuka se reincorporó furiosamente e hizo una señal que alertó al resto de su escuadrón.
Sin embargo, dilandú y sakuya habían logrado salir de la estación entre el tumulto de gente. Corrieron por una calle y llegaron hasta una calle solitaria.
Dilandú : parece que los perdimos, pero no será por mucho tiempo –sacó de una de sus valijas algo que parecía ser un back pack y se lo entregó a sakuya.
Sakuya lo tomó algo extrañada y confusa por su contenido, optó por revisarlo y encontró una cold 45, un boleto de avión, un pasaporte falso y una llave.
Dilandú: Escucha muy bien pequeña, por que no podré acompañarte el arma úsala por si tienes problemas para llegar al aeropuerto. Debes deshacerte de ella antes de abordar el avión que te llevará a tokio, una vez que hayas llegado al aeropuerto de tokio, busca el armario marcado con el numero noventa y usa la llave para abrirlo, dentro encontrarás varias cosas que te servirán en tu misión y una caja negra.
Sakuya: Una caja negra! Qué hago con ella!
Dilandú: La caja está sellada y así debes entregársela al Sr. Ikaru Ikawa, el es el líder de los Antares en nerima, dentro del armario encontrarás una tarjeta que te ayudará a que te comuniques con el.
Sakuya: Entendido, pero ahora que será de ti!
Dilandú: Mi momento ha llegado...
Sakuya: Oh sempai no diga eso, nosotros siempre hemos salido adelante –sakuya estaba apunto de llorar cuando fue interrumpida...
Dilandú : No te enseñé a llorar, controla tus emociones! No estarás sola, cuando llegues a japón y te reunas con ikawa, te reasignarán otro sempai, mi tiempo contigo se termina el dia de hoy.
Sakuya: No es posible! Usted me dijo que estaría conmigo siempre –no pudo evitar dejar escurrir una lagrima-
Dilandú: Basta! Has lo que te digo, no queda mucho tiempo –abrazó a sakuya, la tomó de las manos y le dio lo que parecía ser un reloj.- Úsalo, siempre me ha traido buena suerte.
Sakuya: Esto es... –Sakuya tomó el reloj con firmesa y lo abrazó contra su pecho.
Dilandú acomodó el back pack en la espalda de la chica de las trenzas y sacó de su bolsillo una cold 45 plateada.
Dilandú : llegó la hora, ellos no tardarán en venir. Rápido Vete! Corre!
Sakuya no quería dejarlo, pero ante la insistencia y la manera agresiva de pedirle su tutor que lo dejara, no tuvo opción y se hechó a correr por la calle.
Dilandú cargó el arma y apuntó hacia la calle principal, estaba inquieto, y al mismo tiempo tranquilo. Inquieto por pensar en el bienestar de sakuya, y tranquilo por que sabía que pronto moriría y acabaría su sufrimiento.
Asuka: Por fín te encontré
La voz vino por detrás de él, dilandú volteó y disparó. Asuka logró esquivar el disparo tirándose al suelo, y disparando al mismo tiempo. El disparo logró darle a dilandú en el brazo libre.
Dilandú: Maldita! Ahora muere! –Jaló del gatillo y diparó, pero asuka había logrado esconderse detrás de un automóvil el cuál usó de escudo.
Asuka: No quiero matarte! Ríndete de una maldita vez y tal vez perdone tu miserable vida.
Dilandú: Antes muerto! – Volvío a disparar, fallando todos los disparos únicamente atinaba a darle a la carrocería del automóvil y los cristales, los cuáles estallaban con los disparos.
Asuka: Tú lo quisiste – Asuka aprovechó una oportunidad y descargó todo el contenido del cartucho de su arma sobre el cuerpo del joven, el cuál se desplomó en la tierra , inerte y bañado de sangre.
A lo lejos, unos ojos azules con mirada triste y furiosa observaban la escena...
Sakuya: Adios mi querido sempai, jamás te olvidaré –abrazó el reloj y corrió
rumbo al aeropuerto.
