Un pasado

El hombre sacó su revolver, el que buscaba antes en su cinturón, y se revolvió presto hacia la amenaza dándose cuenta de que no sólo un arma le apuntaba, sino dos. John había tardado poco en ponerse en guardia.

El giro del villano, su posterior sorpresa al ver las dos armas y el tiempo de reacción que se tomó, le bastaron a la camarera para agarrar una de las sillas de aquel sitio y estampársela en la espalda al matón. Cayó redondo.

-Poco ibas a conseguir, muchacho – dijo la camarera. – Cuando aprenderéis que aquí no viene nadie.

Decidieron no llamar a la policía del pueblo. El marido se encargaría de dejar el paquetito, convenientemente atado, en la puerta de la comisaría por sí mismo. Y en lo que él fue y volvió, la mujer, Mónica y John se pusieron al día de la historia familiar.

Tiempo atrás "La Cantina" había sido un bar próspero y, por eso mismo, había atraído el interés de los que sin trabajar quieren vivir. Maleantes de la zona comenzaron a incluir ese bar en la hoja de ruta de sus asaltos y, aunque de eso ya hacía tiempo, algunos se dejaban caer aún con la esperanza de arramplar con algo.

La oleada de robos había comenzado a remitir cuando cinco años antes, el hijo del matrimonio que regentaba el bar, resultó muerto por hacer frente a uno de los asaltantes, hastiado de los continuos robos a los que les sometían. Entonces la policía vigiló más la zona y todo aquel revuelo espantó a los ladrones… y también a muchos habituales. Desde entonces aquel negocio familiar no era lo mismo, pero como única forma de vida que conocían, marido y mujer no dejaron nunca de trabajar, aunque para nada fuera.

-¿Para qué buscan cocinero entonces? – inquirió John. - ¿Por qué no simplemente cierran el local? Se ahorrarían disgustos y no creo que les cueste vivir lo que les queda.

No es que fueran palabras de ánimo, ni mucho menos, pero la camarera comprendía el sentido de aquellas frases y creía comenzar a intuir cómo era aquél hombre: Eminentemente práctico.

-Es por la memoria de Luke, nuestro hijo – alegó la mujer sin saber el efecto que sus palabras tendrían sobre John. – Este lugar nos une a él y no estamos dispuestos a renunciar a eso.

El propio nombre del chico habría bastado para conmoverle. Luke también le había puesto él al suyo. Mónica sintió la misma punzada entre nostálgica y dolorosa que había sacudido el rostro de John. De hecho también pudo sentirla la camarera, parecían tener algo en común pero supuso que, no sabiendo ni su situación actual, tampoco era conveniente indagar en el pasado de sus invitados.