Titulo: La Llave Suprema

Resumen: Tamao es una princesa que ha perdido lo más valioso y ya no siente deseos de vivir, en cambio Ren morirá pronto a causa de una maldición, pero antes de que esto suceda hará todo lo posible para que esto no suceda.

Declaimer: Shaman King pertenece a su respectivo autor esta historia la hice por diversión y nada mas.

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CAPITULO 3

Comenzaba a amanecer, en el horizonte ya podían entreverse los primeros rayos matutinos anunciando el inicio del nuevo día, poco a poco aquellos destellos dorados fueron iluminando lo que momentos antes era penumbras y sombras dejando al descubierto un extenso y majestuoso paisaje, al verlo por primera vez se podría pensar que ahí fueron plasmadas las ideas y sueños del mas talentosos artista de la historia.

A lo lejos se podían distinguir las figuras de dos jóvenes jinetes que atravesaban a toda velocidad la hermosa naturaleza del lugar para momentos después internarse en la espesura de un bosque contiguo a aquellas tierras, ese bosque al igual que sus alrededores pertenecían a uno de los reinos mas importante de toda la región, el nombre de ese reino era Cilión, conocido también como los dominios de la familia Tao.

Era un reino por demás poderoso, no solo por las extraordinarias riquezas que sin duda poseía, sino también por la gran influencia política y militar que ejercía a lo largo y ancho de toda la región, tan fuerte que podría decirse no tenia un solo rival que pudiera hacerle frente, salvo quizás el vecino reino del Norte, con el que hubo varias diferencias algunos años atrás, pero gracias a las políticas pacifistas de su ultimo rey ahora había cierto clima de calma y cordialidad entre ambos gobiernos, este acuerdo seria respetado siempre y cuando ninguno intentara invadir los terrenos del otro.

Aquellos jinetes parecían estar enfrascados en medio de una serrada contienda, su objetivo en común era llegar primero al enorme lago que se encontraba a la mitad del bosque.

El que llevaba la delantera iba montado en un caballo de color negro, era un muchacho de diecinueve o veinte años de edad, alto, sus vestiduras eran en su totalidad negras haciendo resaltar en él su complexión atlética, se notaba que mantenía una excelente condición física al solo ver la precisión con la que dirigía su caballo, sorteando hábilmente los obstáculos que se ponían a su paso.

Quizás lo que mas llamaba la atención de su persona eran los enigmáticos ojos dorados que este poseía, contrastando con su piel blanquecina y su cabellera que era de un color entre negro y violáceo, su semblante era frió y un tanto calculador, a simple vista no denotaba ninguna clase de expresión en su rostro, dándole cierto toque de misterio a su personalidad que lo hacia de alguna forma muy atractivo a la vista de los ojos femeninos.

El chico que iba a tras de él montaba un caballo de color café con una pequeña mancha blanca en la frente, parecía ser de su misma edad con una condición física similar, aunque en si los dos eran totalmente opuestos, castaño de piel trigueña no muy moreno, el cabello le llegaba hasta un poco mas arriba de los hombros, vestía ropas iguales a las de su compañero, la única diferencia era la capa marrón oscuro que este portaba, en sus ojos de color negro se podía ver una gran tranquilidad reflejada, al parecer su naturaleza era despreocupada y apacible dándole a su persona un aire de serenidad y entereza no muy comunes, aunque no por estas diferencias dejaba de ser tan apuesto como el otro.

Finalmente los dos chicos atravesaron vertiginosamente la espesura del bosque para llegar al bello lago que se encontraba en el fondo, en ese lugar se podía sentir mucha paz, misma que acababa de ser perturbada por la presencia de esos dos individuos, el chico de cabellos violáceos llego primero al lugar acordado, el castaño llego segundos después que su precursor.

- Parece que volví a ganar – el joven de ojos dorados miro de reojo al castaño mientras bajaba de su caballo...

- Si, eso parece – sonrió el otro chico tranquilamente, ya estaba acostumbrado a ver el semblante frió e inexpresivo de su amigo – pero algún dia voy a ganarte, ya lo veras, ji, ji, ji...

- Aun te falta mucho para eso – dijo el peliviolaceo con el mismo tono frío que había utilizado antes.

- Tal vez... pero algún dia lo are – sonrió nuevamente mientras el también desmontaba su caballo.

- ¿Ren? – la voz del castaño se escucho mas seria de lo normal, captando la atención inmediata del otro chico que ahora ataba las riendas de su caballo en uno de los árboles, el joven de ojos dorados se giro lentamente hacia el castaño mientras que con un gesto le daba a entender que hablara de una vez.

- Bueno pues quería saber si tu… - rasco su cabeza dudando un poco de lo que estaba a punto de decir - ¿has recapacitado sobre lo que hablamos ayer?...

- Si – el tono frío de su voz no había variado en lo absoluto – pensé mucho mejor las cosas y ya eh tomado una decisión...

- ¿De veras? – dijo el castaño entre emocionado y con burla – entonces ya elegiste a la desafortunada que será tu esposa…

- Tampoco dije que haya cambiado de idea – contesto con la indiferencia que lo caracterizaba sin dar mayor importancia al tono de burla de su amigo.

- Entonces sigues con esa locura de buscar a Yuerame – volteo a ver un poco alarmado a su acompañante

- Por supuesto – el peiviolaceo serró pesadamente los ojos – no voy a darme por vencido tan fácilmente y dejar que ese inbecil se salga con la suya.

- Supuse que dirías algo así – el castaño suspiro con algo de resignación – ¿y cuando se lo dirás a tu madre?

- Hablare con ella esta misma tarde – se apoyo suavemente en uno de los árboles cruzándose de brazos – ya que pienso partir mañana temprano.

- Pero... ¿estas seguro que eso es lo correcto?

- ¿A que te refieres? – calmadamente volteo a ver al otro chico.

- Digo, no creo que tu madre acepte tan fácilmente tu decisión, después de todo tu cumpleaños número veinte será en tan solo cuatro meses y según la ley deberás contraer matrimonio ese día o tus derechos sobre la corona serán anulados pasando automáticamente a tu hermana, la cual ciertamente aun es muy joven para gobernar.

- ¿Y...?

- Como que ¿y...? – dijo el castaño sin perder los estribos – si llegases a fracasar en la misión tu vida terminara mas rápido de lo predicho y no habrá un heredero a la corona.

- Eso lo se perfectamente – sonrió irónicamente pero sin inmutarse un segundo.

- ¿Entonces?

- Es solo que yo nunca he creído en esas tonterías de las bodas arregladas y mucho menos necesito tener a mi lado a alguien que seguramente será un estorbo... – lo miro fijamente con el ceño fruncido – por otro lado has visto a todas esas princesas cabeza hueca que mi madre ha intentado imponerme, prefiero perder la corona antes de terminar casado con alguna de ellas.

- Pero Ren, el reino se destruirá y de todas formas Yuerame obtendrá lo que quiere.

- Es por esa razón que debo terminar con él cuanto antes… solo así podré borrar este maldito sello que me mantiene atado a una vida que no quiero... – lentamente bajo la vista hasta que los mechones violáceos de su cabello cubrieron por completo la mirada de odio que se había formado en sus ojos ambarinos.

- Ren... – por un segundo el chico castaño se le quedo mirando sin saber que decir – esta bien, si eso es lo que realmente quieres cuenta conmigo, yo te acompañare a buscarlo...

- Seguro... – la ironía de sus palabras era evidente y si a eso se le aunaba la sonrisa sarcástica, podría tomársele como una burla para las palabras dichas por el joven.

- Se puede saber por que lo dices en esa forma – se incomodo un poco por la respuesta.

- Es porque dudo mucho que esa prometida tuya te deje acompañarme, antes te amarra con una cuerda y te tira a un pozo para encerrarte, no valla a ser que te escapes de su compromiso.

- Con mi Anita no te metas... – el castaño se mostró un poco molesto por las palabras de su amigo

- Es la verdad Yoh... – dijo cínicamente – aunque he de admitir que es un buen partido, por lo menos ella tiene cerebro y sabe como usarlo, no como la ultima candidata de mi madre.

- Vamos no fue tan malo, al menos era linda y parecía no tenerte tanto miedo – puso una mano en la barbilla de forma pensativa – algo realmente raro ya que todas las demás salieron llorando después de conocerte.

- Ja, muy gracioso... – contesto sarcásticamente al otro mostrando algo de enfado en sus palabras.

- Je, je, je... – rió divertido con la cara que puso su amigo, estaba a punto de mofarse mas de él cuando unos ruidos extraños los alertaron.

- ¿Escuchaste eso? – el de cabellos violáceos volteo a ver al otro chico que trataba de ubicar de donde habían surgido aquellos sonidos.

- Si… provino de allá... – señalo en dirección a unos espesos arbustos delante de ellos.

Silenciosamente se acercaron a los arbustos, del otro lado observaron una escena algo particular, dos sujetos tenían acorralado a un muchacho encapuchado contra un árbol, mientras trataban de tomar un caballo blanco.

- ¿Ladrones? – pregunto en voz baja el castaño, el otro solo asintió con un pequeño ademán a su compañero.

- ¡No le hagan daño¡dejen en paz a Alamí! – gritaba el chico con mucha desesperación al ver como uno de los sujetos trataba de tomar a la fuerza a su fiel amigo, mientras que el otro lo tenia amenazado con su espada apuntándole directamente a la garganta.

- Vamos niño no trates de hacerte el valiente con nosotros, tienes una gran desventaja – le decía el sujeto mientras acercaba mas el filo de su espada al cuello del muchacho, si este trataba de hacer algún movimiento para defenderse seguramente seria degollado al instante por el arma de aquel individuo.

- ¿Cuánto crees que nos den por este caballo? – sonrió maquiavélicamente el que trataba de mantener quieto al animal.

- No lo sé, pero creo que nos darán una fuerte cantidad, se ve que es un caballo muy fino – correspondió la sonrisa de igual manera, pero esta se borro rápidamente al ver como el caballo mandaba a volar a su hermano, no iba a ser tan fácil ponerlo bajo control como ellos creyeron.

- Condenado animal... – el individuo rápidamente se puso de pie, amarro al caballo de un árbol para después tomar una vara y darle un fuerte latigazo, el pobre animal no pudo hacer nada solo relinchar mas fuertemente, el muchacho quedo horrorizado al ver que el sujeto no se detenía.

- Basta, no lo lastimes o pagaran mucho menos si esta maltratado – sonrió nuevamente el que tenia amenazado al chico bajando un poco la guardia, momento que el muchacho aprovecho para safarse del amague de su opresor.

- ¡Que lo suelen! – en un veloz movimiento desenfundo su espada alcanzando a rozar la ropas del su oponente, mas sin embargo sus movimientos no fueron lo suficientemente rápidos ya que el otro puedo esquivarlo fácilmente contraatacando y rasgando con su espada uno de los costados del encapuchado.

- Pagaras muy caro por tu osadía mocoso – después de eso le asesto fuertes golpes en la cara y el estomago en repetidas ocasiones, el chico solo exclamo un grito de dolor al sentir los impactos sobre su cuerpo, por la inercia de los golpes este fue a chocar de espaldas contra uno del árboles, dejándolo casi inconciente.

- Despídete... – le dijo amenazadoramente al muchacho que ya se preparaba para recibir el golpe final…

- Ren... – el castaño que estaba escondido tras los arbustos le hizo una seña a su compañero, el cual asintió con un pequeño movimiento de cabeza, era tiempo de intervenir en aquella pelea…

De la nada salio el peliviolaceo propinando una gran patada en el rostro del hombre que tenia amenazado al muchacho, por el impulso que aplico lo hizo caer a unos centímetros de él totalmente inconciente.

- ¡Hermano! – grito el otro sujeto, estaba a punto de ir en su ayuda cundo el puño serrado del castaño se clavo en su rostro, la fuerza del impacto lo hizo perder el equilibrio cayendo pesadamente de espaldas.

- Ustedes no deberían estar aquí, este bosque pertenece al palacio... – una mirada congelante atravesó al par de sujetos, el solo ver aquel rostro sin expresión ni sentimiento alguno hacia estremecerse hasta el mas valiente de los soldados.

- ¿Q-quien…¿quien demonios son ustedes...? – gimoteo el que estaba de espaladas en el piso, sin embargo los chicos que habían llegado en auxilio del joven encapuchado hicieron caso omiso a sus palabras – ¡respondan! – antes de decir nada mas fue acallado por un fuerte puñetazo del chico de cabellos violáceos, dejándolo también inconciente.

- ¿Estas bien? – el castaño le excedió la mano al muchacho para que pudiera levantarse del piso.

- G-gracias... – dijo él tratando de limpiar con su manga un hilito de sangre que salía de su boca, para después presionar fuertemente su pecho con una de sus manos.

- ¿Quién eres?... ¿y que haces aquí, estas tierras están restringidas a las personas que no pertenezcan al palacio... – la voz irritada del chico de ojos dorados se hizo presente haciendo al pobre chico estremecerse por el tono insensible de sus palabras.

- Yo… yo lo siento… no lo sabia... – se llevo la otra mano al pecho, se asusto un poco al ver que el joven se plantaba frente a él, quizás lo que mas le impresionó fue la expresión helada en el rostro de ese chico, jamás antes había visto una mirada tan profunda y sin emoción.

- Vamos Ren, no lo asustes, ya tuvo suficiente con este par, ji, ji, ji... – sonrió apaciblemente el joven castaño atrayendo la mirada de los presentes, lo que realmente trataba de hacer era tranquilizar un poco al muchacho que en esos momentos seguramente estaba aterrado por lo ocurrido.

- Digas lo que digas el no debe estar aquí… - volvió nuevamente sus ojos dorados al muchacho que hasta ese momento había mantenido su rostro oculto tras la capucha de su capa negra.

- Y-yo… yo… - no pudo terminar la oración, ya que sintió como sus fuerzas repentinamente lo abandonaban, de un momento a otro se desplomo cayendo inconciente sobre el joven que se encontraba frente a él.

- Se desmayo... – dijo el de ojos negros, al ver que su amigo depositaba suavemente el cuerpo inerte en el piso.

- Parece tener una herida profunda... – dijo calmadamente el de cabellos violáceos al ver la abundante sangre que salía de uno de los costados del chico.

- Hay que llevarlo a palacio para que puedan atenderlo – respondió rápidamente el de cabellos castaños – ¿Pero que aremos con estos dos?

- Los llevaremos también para que sean enjuiciados...

- Eso va a retrazarnos y no sabemos que tan graves sean las heridas del chico, porque no te adelantas con él, yo te sigo...

- Esta bien... – respondió el chico aunque no muy conforme.

Cuidadosamente reviso al muchacho para ver que tan profunda era su herida y así contener un poco la hemorragia, al hacerlo tubo que descubrir un poco el dorso de este llevándose tremenda sorpresa al darse cuenta que esas no eran las formas propias de un varón.

- Yoh... – llamo al otro chico, sus palabras eran serias, no obstante su rostro decía todo lo contrario, un pequeño rubor se había formado en sus mejillas al haber visto sin querer mas de la cuenta el cuerpo del supuesto muchacho….

- ¿Qué pasa?... – pregunto el castaño que se encontraba de espaldas a él, este estaba terminando de amarrar a los dos ladrones con una soga para que no escaparan.

- Este no es un chico

- ¿De que hablas? - volteo a verlo un poco extrañado el joven de cabellos castaños.

- Que él no es él, sino ella…

- ¿Cómo? – sacudió un poco la cabeza al no entender las palabras de su amigo.

- "No se por que presiento que esta chica va a traerme mas problemas de los que ya tengo..." – pensó mientras corría cuidadosamente la capucha que mantenía oculta la fisonomía de la chica, al hacerlo no pudo pasar por alto lo hermoso que era el rostro de la joven que yacía inconciente en sus brazos y tampoco pudo evitar preguntarse de donde provendría esta.

Continuara…

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Pues bueno eso fue todo por ahora, la verdad es que no se, pero hay algo que no termina de agradarme en este capitulo, en fin espero que a ustedes les haya gustado, como siempre agradezco a todos los que se toman la molestia de leer el fic y también muchas gracias por sus comentarios los cuales me dan muchos ánimos y ganas de continuar escribiendo, aunque se que aun me falta mucho, por el momento me despido, hasta la próxima.