Los siguientes personajes no me pertecen, son de Kishimoto, yo los tomo prestados con el fin del entretenimiento.

Hola mis queridos lectores ¡Perdón por desaparecer! Fue un año caótico, pero por muy buenas razones. ME GRADUE! Sí, me recibí lo cual significo que una etapa de estrés y exámenes termina. Ahora retomo fanfiction intentando ponerme al dia. Pero no quería dejar pasar estas fechas, sin armar algo y es por ello que les traigo esta humilde historia… Espero la disfruten.

¡Nos leemos abajo!

Les hago una invitación, al grupo de facebook "Todo sobre el clan Hyuga" ahi pueden encontrarme como administradora y compartir juntos nuestro amor por los Hyuga.

Summary: La navidad es mucho más que una fiesta. Desentierra vínculos, historias y tradiciones... En el clan Hyūga, todo esto tiene un aroma especial.

Amor, odio y sentimientos cruzados, en one shot que develará el antes de la historia misma. El momento donde todo comenzó. Esa vida donde Hizashi y Hiashi no eran líderes sino... hermanos y esposos enamorados.


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Vínculos de Muérdago

Parte I

–¡Ahí está! –alerto uno.

–¡Hana-sama! –grito el otro cuando vislumbro a una mujer de cabellos azules y kimono lavanda correr hacia ellos.

–¡Gomen! ¡Gomen' nasai! –se disculpaba entrecortada. –Ya estoy aquí. –se detuvo frente a la entrada del complejo, agitada. –Lo siento, tarde demasiado ne'. –se sonrió. –Me entretuve con las compras… –enseño las bolsas en sus brazos. –¿Vieron a Shiori-san? –miro hacia atrás de los hombres. –La perdí de vista un momento y después no pude encontrarla… ¿ya está aquí?

Los dos miembros pertenecientes a la rama secundaria y guardias del complejo, se miraron entre sí. Al principio se mostraron incomodos, pero finalmente él mayor asintió con la cabeza y dijo con voz queda: –Está adentro.

La mujer sonrió.

–Arigato. –agradeció y acomodando nuevamente las bolsas, retomo la corrida hacia adentro de las instalaciones hasta que…

–¡Hana-sama! –La voz del otro guardia la detuvo.

–¿Sí?

–Por favor… –el hombre parecía nervioso incluso por un momento estuvo esquivo a mirarla, pero finalmente repitió. –Por favor... –y esta vez la miro directamente a los ojos. –La próxima vez no desaparezca así, nos tenía preocupados.

La mujer se sonrió enternecida. –Por supuesto Ichiro-san, lo siento. No volverá a pasar. –prometió. Él hombre asintió y Hana siguió su camino, siendo vigilada de cerca por ellos, que no apartaron los ojos hasta verla adentrarse.

–No debiste decirle eso. –le reprendió el mayor una vez solos.

–Itsuki…

–Cuanto antes ella entienda cómo funcionan las cosas aquí, será mejor para todos.

Ichiro bajo la cabeza y ambos en silencio volvieron su atención hacia las calles de la aldea.

Con las manos llenas y los pies descalzos, Hana hizo crujir la madera hasta llegar a la cocina. Deslizo la puerta y con las compras cubriéndole gran parte de su visión comenzó a hablar.

–Shiori-san, lo siento, me emocione tanto que te perdí de vista. –se disculpaba apresurada. –Me encontré con un buen hombre que…

Escucho un arrastre y por la esquina de sus ojos, vio algo que la callo de inmediato.

–Shiori-san…

Las bolsas cedieron y toda la comida cayó desparramada sobre el piso. La matriarca del Bouke, era ayudada por un miembro de la rama. Este sostenía a la mujer por los hombros, que orgullosa se negaba a ser levantada.

–Shiori-sama...

–No. –dijo firme. –Yo puedo. –e intento a afianzar los pies al piso, más rápidamente perdió fuerza y se desplomo.

–¡Shiori-sama! –quiso auxiliarla.

–¡He dicho que no! –sus ojos no daban lugar a replica. –Apártese, es una orden. –aun en su estado, su orgullo era implacable. Soltando a penas un gemido volvió a levantarse. Su piel, de un tono blanco grisáceo y una fina capa de sudor, enmarcaban sus rasgos aun contraídos por el dolor.

Con esfuerzo logro dar dos pasos, lo suficiente, no para irse pero si para ponerse frente a la otra mujer y entonces…

–Le dije… –sus ojos no se apartaron de ella. –Que no se alejara. –su voz no fue más que un sonido hueco y sin fuerza, antes de caer nuevamente.

–¡Shiori-sama!

El hombre reacciono rápido y con delicadeza, al igual que como se trata a una niña, cargo a su líder casi inconsciente entre sus brazos.

–Ya fue suficiente. –impuso un segundo hombre. –Llévela a su habitación.

Él guardia asintió y en silencio se fue, pero... Fue en ese segundo, ese eterno y lento segundo, donde Hana vio como Shiori cerraba los ojos mientras la marca en su frente palpitaba más vivida que nunca.

–¡¿Qué fue todo eso?! –exigió la matriarca una vez solos.

Takahiro, líder y padre de Hiashi, no se inmuto, mucho menos pareció alterado. Solo respondió con voz frívola. –Tardabas demasiado.

–¡Estaba comprando! –señalo con la mano la comida aun en el piso. –Solo estaba comprando. –repitió entre dientes. –No armando un plan para escaparme, Takahiro-sama. –camino de un lado al otro histérica. –Yo ¡Yo!... No entiendo. –negó con la cabeza. –Solo tarde una hora –dijo más para sí misma, soltando una risa seca e incrédula. –¡Solo desaparecí una hora! –grito mirándolo a él.

–Realmente no lo ves ¿cierto?

Takahiro camino hacia ella, con paso firme pero lento y cuando la tuvo enfrente… A solo unos escasos centímetros, dijo: –No me importa el tiempo que tardaste. –su mirada fue implacable. –Shiori, debía garantizar tu regreso y fallo.

Los ojos de la matriarca se abrieron espantados, ante la crueldad y ligereza con las que él hombre había excusado sus actos.

–Usted… –siseo con los dientes apretados por la rabia. –Usted no tiene ningún derecho a...

Pero él la detuvo alzando la mano. –Creo que aún estas lejos de comprender los deberes que conlleva tu puesto ¿cierto, Hana-san?

–¡Soy la futura líder del clan Hyuga! –respondió sin dudar. –Y como tal…

–¡En eso estas equivocada! –apenas alzo la voz, pero su tono fue de lo más autoritario. –Eres la futura líder del Souke. –remarco con dureza la última palabra. –Aunque ninguno de los dos disfrutemos de ello… –sus ojos se acentuaron, así como su postura. –Mi hijo tomo una decisión contigo y tú como su mujer, deberías respetar su deseo.

–Hiashi no quiere esto, ni yo tampoco. –aseguro.

Aun en su fachada frívola y dura, cierta ironía se coló sobre el rostro del actual líder.

–¿Estas segura? ¿Crees que mi hijo desconoce estas formas? ¿Qué no las usa? –una mueca llego y se fue rápidamente de sus labios. –Veo que aún no conoces lo suficiente, ni nuestras costumbres… ni a tu esposo.

–Él no es como usted.

–Cierto… Aún no.

Y se disponía a marcharse cuando: –¿Eso es todo?

Takahiro se detuvo.

–La respuesta que dará. –dijo ella. –¿Sera solo esa? Llegar tarde.

–No necesito decir nada más. Lo entenderías si realmente fueras una Hyuga.

–Una… ¿Hyuga ne'?

Hana miro al piso, no a él. Hana miro hacia el piso y recordó, el sudor, la piel pálida, el orgullo ¡él dolor! Él dolor celosamente retenido en esos ojos y la marca vibrando sobre la frente.

Entonces esa imagen la lleno de rabia, impotencia y enojo. Esa imagen, la volvió incrédula y valiente, temeraria y soñadora… esa imagen, de Shiori siendo llevada inconsciente en los brazos de otro hombre, la hizo hablar mucho antes que pensar.

–Lo que le hizo a Shiori-san. –Ninguno se miró, sus hombros se rozaban ligeramente. –Fue un acto de cobardía, no una lección. –su voz salió de un mismo tono, suave pero segura.

–Yo que usted cuidaría sus palabras, Hana-san. –ni siquiera se gastó en mirarla. –No siempre estará mi hijo a su lado.

Ella se sonrió, con toda la ira y prepotencia que bullía dentro de su cuerpo, puliéndole los dientes.

–Créame Lord Takahiro que no tengo ninguna intención de esconderme tras mi esposo. –volteo hacia él y la madera crujió ante ese único paso. –La próxima vez, que considere que no cumplo con mi deber…–alzo el mentón, aun siendo pequeña de estatura no se replegó. –No gaste su tiempo en intermediarios, vaya directo conmigo. Estoy segura que no necesita que mi frente este marcada, para recordarme cual es mi lugar aquí ¿verdad?

–Parece que finalmente concordamos en algo.

Y eso fue todo, no se dijo más. El resto quedó evidenciado en el aire.

~•~•~•~•~

Hizashi deslizo la puerta con cuidado logrando que esta apenas hiciera ruido cuando se cerró y al darse vuelta…

–¡Hana-sama! –sus pies accionaron y por mérito de sus reflejos evito chocar con la mujer. –¿Esta bien? Me ha sorprendido. –miro a su alrededor. –No esperaba verla aquí, necesita…

–¿Ella se encuentra bien? –lo interrumpió con voz baja.

Las líneas de expresión del Hyuga se tensionaron, más rápidamente evoco de regreso su actitud seria pero permisiva. –Está descansando. –le respondió mirando hacia la habitación. –Estará bien, es una mujer fuerte. –dijo seguro.

–Ya…

Ella no dijo nada más y Hizashi volvió a ser consiente de donde estaban.

–Hana-sama es arriesgado que circule por aquí a estas horas. –miro las habitaciones para los miembros del Bouke. –Por favor déjeme que la acompañe de regreso, Hiashi-sama… –quiso tomarla, pero al mínimo toque ella se apartó dando varios pasos hacia atrás.

–No. –su voz se escuchó más fuerte. –No. –repitió negando con la cabeza. –Le agradezco su preocupación Hizashi-san, pero no debe preocuparse por ello. Mi esposo está ocupado en su estudio y yo me asegure de que nadie me viera salir. Además, necesitaba que hablar con usted.

–Hana-sama… ¿Qué sucede?

Ella no respondió, no enseguida.

–Shiori-san estará bien. –no supo porque se lo dijo pero sintió la necesidad de repetírselo. –¿Me escucho? He dicho que Shiori está…

–Hizashi-san…

Si no hubieran estado cerca, estaba seguro que no la abría oído.

–¿Sí?

No la conocía, no así. Desde el primer día, Hana había resultado un hallazgo tan increíble como inusual. Una Hyuga en aspecto pero no en crianza. Una mujer de temperamento fuerte y modales refinados. Una mezcla tan exótica que había cautivado a su hermano mayor. Pero ahora… El cabello la cubría parcialmente el rostro y su postura ligeramente encorvada la envejecía años

–Lo siento. –dijo y finalmente lo miro. Fue recién allí que Hizashi pudo notar el color plata de sus ojos empañado. –No quería que esto pasara. –su voz se quebraba a medida que sus ojos se llenaban. –No supe ver lo que él, lo que él… –quiso hablar pero no pudo.

–¿Cómo es mi padre? –termino él, en un acto compasivo.

Hana soltó un gemido tembloroso, que paso por todo su menudo cuerpo. Abrazándose a sí misma asintió con la cabeza, incapaz de hacer otra cosa.

–Hana-sama… Venga conmigo, por favor.

La galería es una estructura que zigzaguea las casonas del complejo. Todos los días, los miembros del clan, sin importar su posición o estatus caminan por allí. Más al llegar al medio se ven obligados a esquivar una banca de madera.

Por la izquierda las instalaciones del Bouke y por la derecha las del Souke. Es irónico ¿verdad? el papel de intermediario entre las residencias, es un objeto tan absurdo como insignificante.

Una banca de madera. Fue en ese lugar, donde Hizashi y Hana se sentaron, uno al lado del otro. La estructura rechino por el peso y Hana paso las uñas por el acabado de barniz veteado.

Ella no hablo, él tampoco. Ninguno se movió, permanecieron así con la vista sobre los terrenos. Pero pasaron los minutos e inevitablemente la duda llego al heredero ¿Debía llevarla de regreso y avisar a Hiashi?

Eso fue lo que pensó al verla inmóvil. Pero no lo hizo, ni siquiera amago a moverse, porque… ella no quería volver. Hana necesitaba hablar y él tal vez por cortesía, complacencia o curiosidad, le cedió la opción del tiempo.

Por eso no la presiono y cuando volvió a mirar hacia el frente, una voz hizo eco a su costado.

–Tome. –saco de entre sus mangas un pequeño frasco y se lo extendió. –Lo prepare yo misma, se llama "Asagao" ( 朝顔 Morning Glory), es un ungüento medicinal. Espárzaselo sobre la frente a Shiori-san, le ayudara con el dolor.

–Hana-sama, no debió molestarse.

–Insisto. –le coloco la medicina en la mano y la cerro con las suyas. –Tómela por favor Hizashi-san. –lo miro a los ojos. –No tiene un buen olor pero le aseguro que es efectiva.

–Gracias.

–No me agradezca. –aparto sus manos tan rápido como las tomo y volvió la vista hacia los terrenos. –Lo que paso fue mi culpa.

–Eso no es cierto.

Ella se sonrió, entre desganada y agradecida. –No intente lavar mi culpa Hizashi-san, eso solo me haría sentir aún más desgraciada. –lo miro. –Activaron la marca sobre la frente de tu esposa, no seas contemplativo.

–No lo soy. –negó con la cabeza. –Pero comprendo la situación, usted no pudo hacer nada.

–Se equivoca, yo lo provoque, fue mi culpa. Cometí la falta de… –su tono revivió el mismo sentimiento que esa tarde. –Llegar tarde.

–No es así.

–Hizashi-san.

–Mi esposa no despierta. –la miró. –Ella esta inconsciente Hana-sama. –explico aún cuando no era necesario. –Aun dormida su rostro se contrae por el dolor.

La matriarca bajo la cabeza.

–Así que créame Hana-sana. –la miró y su tono fue tan contundente como sus palabras. –Si yo supiera… Si yo la considerara responsable de su estado, no estaría aquí hablando con usted.

–Hizashi-san.

–No defiendo lo que paso. –se apresuró a aclarar. –Pero esto va más allá de nosotros mismos. –sus ojos se perdieron en el cielo sin estrellas de esa noche. –Tal vez usted no lo sepa porque ha vivido ajena al clan toda su vida pero… El "Kago no Tori no Juin" ("Sello del pájaro enjaulado" 籠の鳥の呪印), data de mucho antes de que nosotros viniéramos a este mundo. Cumple una función, un deber. –en lo oscuro proyecto recuerdos de su niñez. –Al pertenecer a la rama secundaria, Shiori y yo tenemos una obligación que cumplir. –la miro a ella. –Proteger a la rama principal y por ende a sus herederos. Shiori tiene un deber contigo y yo…

–Con Hiashi.

–Así es.

Hana bajo lentamente la cabeza, sus manos tomaron con fuerza la tela sobre su falda.

"–Hiashi no quiere esto, ni yo tampoco.

Pudo escuchar su propia voz en su cabeza.

–¿Estas segura? ¿Crees que mi hijo desconoce estas formas? ¿Qué no las usa? –una mueca llego y se fue rápidamente de sus labios. –Veo que aún no conoces lo suficiente, ni nuestras costumbres… ni a tu esposo".

Las palabras de Takahiro volvieron como una cruel sentencia. Un veredicto que la lleno de dudas y preguntas a las ella temía conocerle la respuesta.

–¿Hana-sama?

No lo escucho, porque no lo vio a él, sino que imagino unas manos y casi pudo revivir la sensación que dejaba sobre su piel.

Esas manos ¡ese par envueltas en pieles ásperas y curtidas, grandes y cálidas! con las que su esposo la tocaba cada noche… esas manos que amaba ¿habían significado la tortura en otro? ¿Hiashi había lastimado a su propio hermano?

–Hana-sama.

Un toque sobre su hombro la hizo sobresaltarse y entonces… Ojos y rasgos iguales al hombre que le juro amor eterno, la inspeccionaron con preocupación.

–Jamás lo hizo. –le susurro.

Hizashi le respondió la pregunta no formulada y entonces Hana finalmente cerro los ojos.

Las lágrimas rebalsaron cansadas de contenerse y se deslizaron silenciosa hasta su mentón.

–Jamás lo hizo. –le repitió y ella asintió. Con gemido entre medio y el rostro empapado, asintió, dando una señal de que lo había oído y tal vez por eso…

El momento, la noche o el silencio. Tal vez era la tranquilidad de saber que no era oído ni visto, por nadie más que esa mujer desarmada, lo que provoco que Hizashi se permitiera algo tan único como inusual… Llamar a Hiashi, por lo que era; su hermano.

–Hana-sama, mi hermano jamás ha activado la marca sobre mi frente. Nuestro padre ha querido obligarlo pero él no ha accedido. –sus ojos tomaron un brillo sutil de cariño. –La verdad es que Hiashi se pone tan nervioso que le tiemblan las manos y tartamudea. –soltó una risa baja y ronca. –Mi padre odia eso. Es una de las cosas que no ha cambiado desde que éramos niños.

–Hizashi-san.

–Desconozco lo que le habrá dicho mi padre, Hana-sama, pero por favor no confié en sus palabras, es un hombre perturbado por las tradiciones y el deber. Hiashi en cambio… –se llevó un par de dedos sobre su banda y sonrió con cierta amargura. –Es mi hermano. Amargado, orgulloso, serio y… tímido. Muy tímido ¿pero eso usted ya lo sabe, cierto?

–Sí…

–Bien, no debe olvidarlo, yo no lo hago.

Hizashi hacia al frente con cierta resignación en los ojos, pero fue una resignación pactada, como un momento que sabía que no podría evitar y elegía aceptarlo antes de huir de él.

–Porque algún día tendrá que hacerlo, tendrá que activarla. Yo lo sé y él lo sabe. –la miro. –Así son las cosas, no se puede evitar.

–Así que ambos simplemente… ¿Se resignan? ¿Aceptan lastimarse mutuamente, Hizashi-san?

–No. –su respuesta fue tan firme como la mirada en sus ojos. –Nunca me resigne, Hana-sama. Solo le digo las cosas como son. Esto… –miro a su alrededor y suspiro. –Es un destino imposible de quebrantar. Créame que cuanto antes lo entienda será mejor para usted.

–¿Quiere convencerme a mí o a usted?

–¿Disculpe?

Ella vio la molestia en él, pero aun así no se replegó. Tal vez por ingenuidad o desconocimiento… Tal vez, por un sentido fuerte de moralidad.

–Porque yo no las acepto.

–Hana-sama, no entiende yo…

–Sí. –lo interrumpió. –Yo le entendí y lo escuche Hizashi-san, cada palabra ¿pero sabe qué? Usted mismo lo dijo. –sintió como si recuerdos de otra vida le llenaran los ojos y no pudiera ver más allá de una Hana que ya no existía. –Viví ajena a este clan toda mi vida.

–Hana-sama.

–Seguramente lo abra oído mil veces; para los Hyugas soy una intrusa. –se sonrió aunque no hubo gracia en ello. –El Bouke y el Souke concuerdan en esa palabra "intrusa". Creo que es la primera vez que los veo llegar a un acuerdo tan rápido ¿no?

–Yo…

–Por favor, déjame terminar. –lo interrumpió amablemente. –No estoy diciendo nada que no sea cierto. Habla de destino y no puedo evitar pensar que estoy aquí. Estoy aquí sentada a su lado. –tiro la cabeza hacia atrás y rio. –¡Una Hyuga no reconocida, Hizashi-san! ¿lo entiende? –lo miro. –Una Hyuga no reconocida encanto al heredero.

–Hana-sama.

–Por eso… Creo en la magia de lo impredecible. –se sonrió. –No me gusta dar nada por sentado. No digo que no lo entienda o que subestimo lo que dice porque sé perfectamente lo que se siente no ser dueño de su propia vida, Hizashi-san.

El heredero amago a responder pero vio un destello de compañerismo y comprensión en aquellos ojos, que lo hizo callar.

–Antes de conocer a Hiashi, antes de conocer a todos ustedes, yo vivía así. Cumpliendo los deberes y deseos de otros, por eso… –sus ojos se cargaron de determinación y donde antes hubo una sonrisa, ahora quedaba una línea tensa y contenida. –Le prometo que ni Shiori-san ni usted obtendrán eso de mí.

–Hana-sama. –negó con la cabeza, sin saber si sentirse agradecido o escéptico. –No es tan sencillo como dice. Ya no ocupa el mismo lugar que antes, por favor entienda que esto… –suspiro. –Tendrá que tomar decisiones que muchas veces solo beneficiaran a uno pocos. Deberá reprender a mi esposa cuando lo crea necesario porque de lo contrario se verá débil y mi padre…

–No me importa. –lo detuvo con autoridad. –No me importa, Hizashi-san. Takahiro-sama puede presionar, el clan puede hablar lo que desee, pero eso no cambiara mi decisión ¿sabe por qué?

–Hana-sama.

–Mi esposo.

Hubo tanta fuerza, tanto amor en esas dos palabras, que Hizashi no fue capaz de contradecirle.

–Takahiro me dijo que era igual. Que Hiashi… –Su voz perdió volumen y su cuerpo comenzó a temblar de impotencia. –No está bien, lo que paso con Shiori-san ni lo que él me dijo. Porque Hiashi es mi esposo. ¡Mi esposo! ¿Oyó? –se llevó la mano al pecho. –No puedo sentarme aquí con usted y escucharle decir que las cosas son así y solo asentir. Porque eso significa que el hombre que amo no existe o me ha engañado y no voy a tolerarlo, no voy aceptarlo.

–Hana-sama

–Yo estoy aquí porque dude. –señalo al complejo. –¡Porque deje que las palabras de Takahiro, me hicieran dudar! y no me anime a ir a verle a la cara a Hiashi y preguntarle… Debí preguntarle. –la adrenalina pasaba y la realidad volvía. Hana vio y no vio a su esposo en esa cara de rasgos iguales pero expresiones suaves. –Pero yo lo amo, lo amo tanto ¿eso también es un engaño? No ¿cierto? –se rio de forma seca. –Porque estoy segura Hizashi-san que elegir una mujer como yo no le beneficio en nada a él.

–Hana-sama.

La mujer se secó sus propias lágrimas con cierta rabia hacia sí misma por haberse quebrado.

–No debería estarle contando esto a usted, estoy segura que tiene asuntos más importantes que atender.

–Mi señora.

–Insisto. –alzo la mano y esquivo el rostro. –Ve con tu esposa Hizashi-san y dile, que lo siento pero que tiene mi palabra de que nada así volverá a pasar, no si puedo evitarlo.

–Hana-sama…

Hizashi la miro intentando encontrarle sentido a sus palabras, pero no lo hayo.

¿Por qué enfrentarse a años de tradición? ¡Era la futura líder del Souke! Tenía un ejército a su disposición, una vida cómoda por delante y aun así…

El heredero sonrió, su sonrisa fue tomando más y más espacio hasta que no pudo evitar reír.

–¿Hizashi-san?

Pero él no respondió de inmediato, divertido con lo que veía.

Una mujer pequeña, menuda, con rasgos suaves y delicados. Una mujer que parecía que la más ligera brisa la levantaría del piso y se la llevaría volando. ¡Una mujer! Que lo miraba a los ojos con inquebrantable convicción.

–Disculpe… –intento calmarse, pero su sonrisa siguió intacta en su boca. – ¿Puedo tomarme un atrevimiento?

Ella lo miro confundida, pero aun así respondió. –Adelante.

–Es una mujer demasiado terca.

Hana se rio mientras asentía con la cabeza.

–Su hermano dice lo mismo, creo que es parte de mi encanto ne'.

–Seguro que sí.

Y la matriarca sonrió, logrando con ello achicar el tamaño de sus ojos hinchados.

Hizashi se levantó, Hana seguía con la vista perdida hacia los terrenos, balanceando los pies en acto infantil y pueril.

–Hana-sama.

–¿Sí?

–No me sentiría cómodo yéndome sin recordarle el riesgo que implica pensar como usted lo hace.

–Hizashi-san yo… –ella dejo de jugar para mirarlo.

–Lo sé. –negó con la cabeza resignado. –Las mujeres pocas veces escuchan, mi esposa es igual. –sonrió, aunque en sus ojos se veía la seriedad de su pedido. –Pero tenga cuidado Hana-sama, por favor no actué de forma impulsiva.

Ella asintió y cuando la vista al frente balanceo los pies.

–Puedes estar tranquilo. –dijo con tranquilidad. –Le doy mi palabra.

–No me la de a mí, sino a él.

Ella se detuvo.

–Hizashi-san

–La verdad es que admiro su sentido moral, Hana-sama. Jamás conocí a un Hyuga que mirara más allá de sí mismo. –la vio y no pudo evitar reír al pensar en algo. –Ahora entiendo porque la eligió.

–Eh... ¡Hizashi-san! –Pocas eran las veces que se alteraba, pero ante sus palabras no pudo evitar cubrirse con las manos las mejillas sonrojadas.

–No debe sentirse avergonzada Hana-sama, solo digo la verdad… Jamás lo vi tan enamorado. –se rio, con un tono grave y ronco, mientras negaba. –En realidad nunca lo vi enamorado. –sonrió. –Hiashi no dejaba que nadie se acercara a él. Por mucho tiempo solo fuimos Kushina y yo. Hasta que apareció usted… –miro a la mujer que lo enfrentaba con el rostro sonrojado y los ojos brillosos. –Él la mira cuando cree que nadie más lo hace; la mira de una manera especial.

–Hiashi… –a su mente llego la imagen de su esposo.

–Vaya con él Hana-sama. –aconsejo. –Estoy seguro que mi hermano la extraño durante todo el día, aunque… –se sonrió. –Su orgullo no le permitirá decírselo.

~•~•~•~•~

Hana volvió a la cocina encontrándose con sus bolsas ya recogidas. No le extraño, acredito el acto a alguna sirvienta, así que directamente, dejando de lado los alimentos, hurgo hasta sacar lo que había despertado su emoción esa misma tarde.

Con una sonrisa en los labios y la mano hecha un puño camino hacia el estudio donde sabía que estaba su esposo.

Al llegar intento descifrar por las sombras en la puerta, si Hiashi estaba ocupado o no.

–Es demasiado tarde, debe estar cansado. –dijo para sí haciendo una mueca con los labios. –Con todo lo que paso no pude verlo… Hiashi. –miro su mano y después la puerta. –Realmente te extrañe mucho hoy, mi Lord. –suspiro y rápidamente se cubrió el rostro y chillo. –¡Hia-kun no debería estar permitido dejar a tu esposa sola todo el día! –se movió de un lado a otro. –Eso es muy cruel. –miro nuevamente hacia la puerta entre los huecos de sus dedos. –Aunque yo también lo hice. –mordió su labio y negó con la cabeza. –Ya. –adopto una actitud decidida. –Voy a entrar. –extendió la mano y se detuvo. –Pero… ¿Pero si está ocupado? –dudo. –No, no. Debe descansar, sí. Necesita descansar y tal vez un beso… –dijo lo último en un tono soñador. –O dos o tres. –suspiro largamente y negó con la cabeza toda roja. –Estoy soñando despierta. ¡Ya! Voy a entrar.

Desde su lugar aún sentado el primogénito, pudo distinguir una sombra al otro lado. No necesito de su Byakugan para saber que se trataba de Hana. Estaba por decirle que entrara, cuando la oyó hablar. Curioso, dejo a un lado los informes y se levantó dispuesto a deslizar la puerta pero…

–Hiashi… Realmente te extrañe mucho hoy, mi Lord.

Sus ojos se abrieron y el calor comenzó a invadir rápidamente su rostro ¿Qué dijo ella?

–¡Hia-kun no debería estar permitido dejar a tu esposa sola todo el día!

Como esposo obediente Hiashi señalo con el dedo la pila de informes sobre su escritorio, olvidando que ella no podía verlo y demostrando en un gesto la indignación que él también sentía.

Debe descansar, sí. Necesita descansar y tal vez un beso…

¿Descansar? Esa mujer como siempre se preocupaba de más. Examinar informes no era nada comparado con los entrenamientos con su padre. Estaba…

Los pensamientos como las palabras le quedaron atoradas. ¿Be… Beso? ¿Ella dijo beso?

¡Esperen!… ¿Solo uno?

–O dos o tres

Poco. Le seguían parecíendo demasiado pocos.

–Estoy soñando despierta.

Él también y era un hermoso sueño. Con labios tibios y húmedos. Una piel roseada de esencia de jazmín y un peso sobre su cuerpo. Con…

¡Ya! Voy a entrar.

Con ella desnuda y él… ¡¿Qué dijo?!

Con toda la entereza que la vergüenza le permitía, Hiashi corrió hacia su antiguo lugar. Con tal mala suerte que su pie pego contra el escritorio sacándole un insulto entre dientes. Tomando asiento se aseguró de cubrir su rostro sonrojado con muchos de los informes.

La puerta deslizándose y un sutil chirrido de la madera, fueron las pruebas de la llegada de alguien. Hiashi no levanto la vista, aun cuando la visita tomo asiento frente a él, el futuro heredero termino con actuada calma la oración.

Recién cuando paso a la siguiente hoja, se permitió por el borde, dedicarle una mirada a la mujer. Esta sonrió y dijo con voz suave. –Continúe, mi Lord. –se acomodó sobre el tatami. –Espero a que termine.

–Hmmp.

Volvió a la lectura o eso intento, pero cuando sus ojos repasaron la misma palabra tres veces, Hiashi se dio cuenta que ya le sería imposible concentrarse. Resignado suspiro y doblo el informe poniéndolo a un lado.

–¿Qué pasa Hana?

La mujer amago a hablar, señalo los papeles pero al final solo opto por sonreír. Su sonrisa fue tan grande que parecía acaparar la mitad de su rostro y entonces dijo:

–Muérdago, mi Lord. –abrió su mano. –¡Es muérdago! –repitió como si eso respondiera todo.

En ese momento Hiashi supo dos cosas.

1 – Hana no venía con intensiones de besarlo.

2 – …

Se llevó dos de los dedos a su entrecejo y suspirando se armó de paciencia para lo que ya podía adivinar como… una nueva locura de su mujer.

Continuara...


Esto es todo por ahora, pero no se pongan ansiosos mis queridos lectores que antes de que termine nuestra bella época navideña esta historia estará completa.

No puedo prometer fechas pero me estoy poniendo al corrientes con mis dos bellas y grandes historias: "El habanero sangriento VS el ogro" y "Señales" preparen bien los ojos, porque se vienen cosas asombrosas.

Recuerden que esas dos historias, más este pequeño especial conforman UNA HISTORIA MÁS GRANDE... A veces para tener la imagen completa, hay que leer los detalles. Sin más me disculpo nuevamente por hacerlos esperar y reitero mi invitacion al grupo de Facebook "Todo sobre el clan Hyuga", estoy ahi como administradora, bajo el mismo nombre...

Saludos y nos leemos muy pronto!