Titulo: La Llave Suprema

Resumen: Tamao es una princesa que ha perdido lo más valioso y ya no siente deseos de vivir, en cambio Ren morirá pronto a causa de una maldición, pero antes de que esto suceda hará todo lo posible para que esto no suceda.

Declaimer: Shaman King pertenece a su respectivo autor esta historia la hice por diversión y nada mas.

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CAPITULO 4

Desde el punto que lo viera su postura ante la reina era bastante perturbadora, esta había solicitado su presencia lo antes posible, sin embargo no dejaba de tener un mal presentimiento de lo que estaba a punto de pasar, pero no había vuelta de hoja tendría que afrontar las consecuencias de sus actos al haber consentido el ayudar a su amiga, dio un hondo suspiro para después llamar a la puerta que esta frente a ella.

- Adelante – una mujer la esperaba impacientemente del otro lado, era muy hermosa aunque eso no era eso lo que mas resaltaba en su persona, lo que mas llamaba la atención eran el porte y la elegancia que de ella emanaban.

- Con permiso su majestad¿me mando usted llamar? – tras serrar la puerta la joven se encamino lentamente hasta quedar frente a la reina.

- Toma asiento por favor – el aspecto tan estilizado y seguro de aquella mujer intimidaban un poco a la chica.

- Usted dirá – ella sabia perfectamente cuales eran las intenciones de la reina al haberla citado en ese lugar, sin duda lo que quería discutir era la fuga de la joven princesa.

- Y bien ¿donde esta Tamao? – la voz de la hermosa dama se escucho serena y hasta cierto punto fría.

- No lo se su majestad – contesto a la pregunta la joven de cabellos celestes mientras dirigía su vista al piso.

- No tengas miedo, solo necesito saber en que lugar se encuentra ahora, te juro que no la voy a reprender por esto – a pesar de que se encontraba sumamente preocupada por el bienestar de su hija demostraba una gran tranquilidad a la joven doncella que tenia enfrente.

- De verdad no lo se su majestad.

- Pilika eres su mejor amiga, seguramente te comento algo de lo que planeaba hacer – la miro directamente tratando de obtener alguna respuesta.

- Su majestad yo no se donde esta la princesa – parecía muy segura de lo que decía aunque en ningún momento se atrevió a mirarla de frente, si lo hacia seguramente la reina notaria que estaba mintiendo.

- ¿De verdad no lo sabes?... - la voz de la reina se escucho un poco exaltada dejando de lado la calma que había tenido hasta ese momento.

- No su majestad – mantuvo su postura, hizo una promesa a su amiga y aunque su vida dependiera de ello no iba a decirle nada de lo que sabia.

- Esta bien Pilika eso es todo, puedes retirarte – Se giro lentamente tratando de ocultar su rostro lleno de angustia tras los enormes ventanales que habían estado a sus espaldas, estos daban a uno de los jardines traseros del palacio, en ese jardín se podían apreciar varias de las decoraciones que adornarían el palacio para la celebración de la boda de la princesa a efectuarse esa misma noche.

- Con su permiso – la joven hizo una pequeña reverencia y se retiro del lugar silenciosamente.

La reina ahora estaba mucho más preocupada que antes, pensó que por lo menos ella podría darle alguna pista del paradero de su hija, la cual el único indicio que dejo fue una carta de despedida, mas no obtuvo respuesta alguna por parte de la joven.

Serró tras de si la puerta con mucho cuidado, al darse vuelta por poco trompiza sin querer con una persona que le era muy familiar, haciéndola que casi cayera al piso de la impresión, al ver que los inquisidores ojos negros del muchacho ainu se clavaban sobre su persona no pudo evitar ponerse inquieta.

- H-hermano... – una risita nerviosa se apodero de ella.

- ¿Así que no sabes nada sobre lo que ocurrió con la princesa...? – mas que pregunta parecía una afirmación por parte del muchacho que se puso de pie frente a ella acorralándola tras la puerta sin darle opción alguna de escape.

- ¿Estuviste escuchando la conversación que tuve con su majestad? – la joven dejo entre ver algo de enojo e indignación a lo dicho por el chico, mas sin embargo no se atrevió a verlo directamente a los ojos.

- Si estuve escuchando o no, ahora que importa... – no se movió un solo milímetro de su posición original siempre con la vista clavada en el rostro de su hermana – yo se muy bien que fuiste tu quien la ayudo a escapar y ahora mismo me vas a decir que fue lo que paso...

- Te juro que no se de que me hablas – mostró cierta tranquilidad mientras fruncía un poco el entrecejo denotando fastidio a lo dicho, con sus acciones intentaba que el chico dejara por la paz aquel interrogatorio

- Quizás puedas engañar a la reina, pero a mi no te será tan fácil hacerlo porque te conozco mejor que nadie, así que por tu bien habla de una vez – le miro fijamente a los ojos de tal manera que no pudiese rehusarse a verlo directamente, por unos momentos se sintió un silencio sepulcral por parte de ambos pero finalmente la joven termino rindiéndose.

- Lo hice...- bajo la mirada un poco avergonzada, cuando su hermano la veía de esa forma ella no podía ocultarle absolutamente nada, era como un libro abierto que él podía leer a la perfección – te contare lo que paso pero... – volvió la vista a ambos lados del pasillo – en otro lugar, no quiero que nadie mas nos escuche.

- Como desees – los dos jóvenes se dirigieron a una pequeña habitación que servia como bodega, ahí se guardaban algunos de los víveres que se consumían diariamente en el palacio aunque por lo general siempre estaba desierta, era el lugar perfecto para que hablaran sin ninguna clase de interrupción.

- Entonces ¿dónde esta? – hablo seriamente el muchacho de cabellos azules, mientras se cruzaba de brazos y fijaba su vista directamente al rostro de la muchacha.

- No se a donde fue – empezó a decir ella un poco angustiada – lo único que me dijo era que tenia que hacer algo muy importante antes de atar su vida para siempre, fue entonces que me pidió que la ayudara a escapar.

- Y tu accediste tan fácilmente – el chico pareció perder la paciencia por unos instantes – ¿por que no intentaste detenerla?

- ¡Crees que no lo hice! – dijo casi en un grito mientras que sus ojos se ponían vidriosos al recordar lo ocurrido la noche anterior – trate de persuadirla una y otra vez pero ella no quiso escucharme, actuaba cómo si no fuese ella misma.

- ¿A que te refieres? – volteo a ver a su hermana con un poco de duda.

- Lo que oyes, la princesa era una persona totalmente diferente a la dulce y apacible joven que conocemos, había algo extraño...

- ¿Extraño?

- No se... sus ojos mostraban una gran frialdad, parecía haber premeditado su escape hace mucho tiempo… créeme que jamás la había visto actuar de esa manera.

- Pero eso es imposible, estamos hablando de Tamao...

- Lo se, pero tu te has dado cuenta que últimamente no ha sido la misma – contesto desesperadamente la joven, porque ni ella misma que era la mejor amiga de la princesa podía comprender su comportamiento – desde la muerte del rey siempre parece estar distante y absorta en ella misma.

- En eso tienes razón... – dijo él analizando detenidamente lo que su hermana menor le explicaba – pero no imagino por que tomo esa decisión tan irracional, simplemente no lo entiendo, ella mejor que nadie sabe las consecuencias que traerá para el reino el haber escapado de su compromiso con el príncipe Lizerg.

- Por favor hermano prométeme que tu tampoco le dirás nada a su majestad – se aproximo a él en forma de suplica, no quería que nadie mas se enterara, porque de por si ya sentía que la había defraudando al decírselo a su hermano.

- Pilika yo no puedo hacer eso y lo sabes

- Pero hermano... – lo miro con ojos tiernos y suplicantes casi cristalinos, trataba de que el chico se compadeciera un poco y no dijera nada.

- Ni me mires así, que eso no va a funcionarte – intento prestarle la menor atención posible porque sabia perfectamente lo que intentaba hacer con esa actitud hacia él.

- Por favor… hazlo por la princesa, ella prometió que iba a regresar a penas terminara con su misión – quería persuadirlo a como diera lugar.

- Pilika lo que me pides es imposible

- Por favor... – siguió con la misma mirada tierna e inocente por unos minutos mas, si algo odiaba Horo era que su hermana lo observara de esa manera ya que nunca podía negarle nada cuando se comportaba así.

- Esta bien – finamente accedió a la petición de la chica aunque no de muy buna gana – pero si al cabo de un tiempo considerable no tenemos ninguna noticia de ella hablare con la reina de esto...

- ¡Muchas gracias hermano! – felizmente se abalanzo sobre él chico abrazándolo tan fuerte y repentinamente que lo hizo perder el equilibrio cayendo los dos al piso – Gracias, gracias, gracias, gracias...

- Si, como sea – la efusividad de su hermana lo hizo ruborizarse un poco – aunque tengo un mal presentimiento sobre esto.

- Descuida hermano todo va a estar bien, ya lo veras...

- Eso espero Pilika... eso espero...

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Lentamente fue abriendo sus hermosos ojos color fucsia, según iba recobrando el conocimiento múltiples sensaciones de dolor se apoderaban de todo su ser, sentía como si una carreta la hubiese arrollado, en un principio no se percato del lugar en que estaba ya que se encontraba mas concentrada en los dolores que la aquejaban en esos instantes y en las múltiples vendas y gasas que rodeaba algunas partes de su cuerpo.

- ¿Cómo te sientes? – la dulce voz de una pequeña niña la saco de sus pensamientos, fue entonces cuando se dio cuenta de su situación.

- ¿Dónde estoy? – dirigió pesadamente su vista a la pequeña que estaba a su lado, muy a penas si podía girar la cabeza, era una niña muy linda de unos siete años de edad aproximadamente, sus largos cabellos verdes caían sobre su blanquecino rostro distinguiéndose en el unos bellos ojos amatista y una tierna sonrisa que se dibujaba en sus labios.

Al parecer tenia su vista fija en ella desde hacia un buen rato, le dio la impresión de que la veía algo raro como si fuera un espécimen extraño o algo así, le causo un poco de gracia y hasta ternura ver a esa niña hincada a un lado de la cama mientras apoyaba sus brazos y cabeza en el colchón sin moverse, como si estuviese cuidándola.

- Te encuentras en mi casa – sonrió felizmente – mi hermano te trajo aquí hace unas horas – dijo la pequeña haciendo especial énfasis en la palabra hermano.

- ¿Tu hermano? – trato de reincorporarse al escuchar eso, ya que recordó lo que había estado haciendo antes de quedar inconsciente.

- Sip – contesto la pequeña con una gran sonrisa – ¿pero dime como te llamas? no me has dicho tu nombre.

- Eh... mi nombre... mi nombre es Tamao – con mucha dificultad se pudo sentar en la orilla de la cama

- Tamao, que bonito nombre, yo soy Jun – le extendió la mano a la chica.

- Encantada de conocerte Jun – correspondió al saludo dedicándole una bella sonrisa a la pequeña.

- Y dime Tamao ¿tu eres la novia de mi hermano?

- Eh... – las palabras de la pequeña hicieron que la chica se ruborizara un poco, la verdad era que ni siquiera sabia cual de los dos chicos que la habían ayudado por la mañana era su hermano, aunque a juzgar por el carácter dulce de la pequeña supuso que era hermana del joven de cabellos castaños.

- No Jun – le hablo dulcemente – tu hermano y yo nos conocimos por casualidad esta mañana.

- ¿De veras? – dijo ella algo desilusionada

- ¿Oye Jun...? – la chica viro su cabeza a todos lados de la habitación al notar que las prendas que ahora utilizaba no eran las mismas que portaba esa mañana – ¿Podrías decirme donde esta mi ropa?

- Ana le dijo a una de las mucamas que se las llevaran a la lavandería...

- ¿Cómo? – se desconcertó un poco, lo que menos quería era causar molestias, después de todo ya habían hecho demasiado por ella.

- No te preocupes por eso, porque mejor no descansas un rato más...

- Es que yo no puedo... – dijo la joven mientras intentaba ponerse de pie – tengo algo muy importante que hacer y no puedo perder el tiempo...

- Pero... – la miro extrañada por unos segundos, aunque su rostro cambio repentinamente – lo tengo...

- ¿Q-qué cosa?

- Por que no usas uno de los vestidos de Ana mientras tu ropa esta lista

- ¿Pero no crees que a ella le moleste?

- Claro que no

- Pero...

- No te preocupes, anda démonos prisa que ya casi es hora de cenar y no tardaran en venir a buscarme.

- Esta bien – la pequeña la tomo fuertemente de la mano y la condujo fuera de la habitación, esto la hizo resentirse un poco pero no le importo, mas que nada la siguió porque no tenia tiempo que perder, en este momento en el palacio debían estarla buscando por todos lados, el solo imaginar el castigo que le daría su madre por escapar le daba algunos escalofríos.

La pequeña dirigió a la joven por varios de los pasillos, esta se quedaba cada vez mas sorprendida al ver los esplendorosos acabados y detalles que había en cada rincón del lugar, podría jurar que era mas hermoso que su propio hogar.

- Llegamos, esta es la habitación de Ana – se detuvo finalmente la jovencita de cabellos verdes, las dos entraron en la habitación, esta era un poco mas modesta que en la que estaban anteriormente pero no por eso dejaba de ser igual hermosa.

- Bien, adelante escoge el vestido que quieras – abrió un ropero donde había varios vestidos de distintos acabados casi todos en tonos oscuros, eran hermosos pero no tan finos y elegantes como los que ella solía usar.

Jun le mostró varios modelos hasta que un vestido de color beige llamo su atención, era bastante sencillo pero muy elegante, tenia el corte estilo princesa, con un amplio vuelo y varios detalles de color cereza en las mangas y la bastilla así como en el corsé y las cintas de este, podría decirse que se distinguía de los demás al ser el único que no lucia tan lúgubre.

- Este estará bien – dijo la joven mientras lo sostenía en brazos.

- Tienes muy buen gusto, ese vestido se lo regalo mamá a Ana hace algún tiempo, aunque ella nunca lo usa por que dice que ese estilo tan alegre no va con ella.

- Por cierto Jun, aun no me has dicho quien es Ana... – hablaba mientras se despojaba de la camisola que traía y se disponía a ponerse el vestido encima.

- Ana es la dama de compañía de mamá, su carácter es algo difícil algunas veces, pero es muy buena persona – decía la pequeña que ahora ayudaba a la pelirosada a ponerse el vestido atando algunas cintas del corsé, la chica sufría un poco con esto ya que su herida, que aunque era muy simple, la lastimaba bastante, al igual que los demás dolores que la afligían en ese momento, sin embargo no emitió ninguna queja.

- Listo – dijo triunfalmente la pequeña que ato con éxito las cintas del vestido.

- ¿Cómo me veo? – le dijo la joven mostrándole una tierna sonrisa.

- Te ves muy bien, pero... te falta algo – la miro de pies a cabeza tratando de encontrar que era ese "algo" que faltaba – ¡es verdad! – se dirigió hasta una cómoda, de ahí saco una cinta del mismo color cereza del vestido – toma ponte esto en la cabellera – la joven obedeció y se puso la cinta en forma de diadema con un pequeño moño al lado de la oreja.

- Ahora si, bajemos a cenar – la niña tomo a la joven por la mano y la condujo por varios pasillos mas que para Tamao eran como un enorme laberinto que la pequeña que tenia al frente conocía muy bien, eso fue un gran alivio para ella, sino se hubiera perdido fácilmente.

En el comedor ya se encontraban varias personas que esperaban impacientes a cierta jovencita de cabellos verdes para comenzar a cenar.

En el extremo principal de la mesa estaba el chico de cabellos violáceos y ojos dorados, a su lado derecho se encontraba la madre de este, una mujer muy hermosa con facciones muy parecidas a las de su hijo, al costado de ella estaba una joven rubia de semblante un poco indiferente y serio, delante de la chica se encontraban dos jóvenes castaños exactamente iguales, la única diferencia entre ambos era que uno portaba la cabellera mas corta que el otro, del otro lado del ambarino se encontraba un asiento vació el cual correspondía a la hermana menor de este.

- ¿Madre? – la voz fría del peliviolaceo interrumpió el silencio que hasta entonces había reinado.

- ¿Qué sucede Ren? – dijo tranquilamente la mujer.

- Hay algo que necesito habar con usted después de la cena - contesto de igual forma.

- ¿De que se trata? – volteo a ver a su hijo con algo de incertidumbre, no recibió respuesta ya que en ese momento hizo su entrada triunfal la pequeña a la que esperaban desde hacia un buen rato, llamando la atención de todos.

Sin embargo las miradas no fueron precisamente para ella, sino mas bien para la bella joven que traía sujeta de la mano tras de si.

- Buenas noches – la joven de cabellos rosados hizo una pequeña reverencia para mostrar sus respetos, los presentes correspondieron el saludo de igual manera, exceptuando al chico de ojos ambarinos y la rubia que tenia la vista clavada en su prometido, el cual parecía embobado con la recién llegada.

- Adelante querida, toma asiento – dijo amablemente la mujer.

- Muchas gracias – dijo ella cordialmente mostrando algo de respeto a su anfitriona.

- Ven Tami tu te sentaras a mi lado - la pequeña jalo con algo de fuerza a la joven provocando una pequeña mueca de dolor en su rostro, aun estaba algo resentida de los golpes, el ambarino miro con atención la escena, nunca antes vio a su hermana tomarle a alguien tanta confianza en tan poco tiempo

- ¿Yoh? – dijo la niña con una cara llena de inocencia, misma que utilizaba cada vez que quería pedirle algo a alguien.

- ¿Qué sucede pequeña Jun? – dijo amablemente el castaño.

- ¿Me podrías hacer un favor? – sus ojos eran tan tiernos e inocentes que seguramente el chico no podría negarse a su petición.

- S-seguro... – titubeo un poco...

- Podrías sentarte al otro lado de Hao para que Tami se pueda sentar a mi lado – la pelirosada se puso roja de la pena, mientras que la pequeña sostenía fuertemente su mano...

- Jun no, yo puedo sentarme donde sea – se apresuro a decir, de veras que no quería incomodar a nadie con su presencia.

- No te preocupes – dijo la niña – Yoh es muy bueno y de seguro no le molestara ¿verdad Yoh? – volvió al ataque con aquel semblante tan lindo que al chico no le quedo mas que acceder.

- Seguro pequeña Jun, por mi no hay problema – respondió tranquilamente el muchacho.

- No, de verdad joven no es necesario – seguía insistiendo la muchacha.

- No te preocupes – el castaño le dedico una apacible sonrisa, misma que no paso desapercibida por los ojos negros de la chica rubia que estaba enfrente, al instante el joven sintió como la mirada congelante de su prometida lo atravesaba borrando rápidamente la sonrisa de su rostro.

- Pero... – la pelirosada no comprendió el repentino cambio del chico y no quiso seguir insistiendo mas en el asunto, así que tomo asiento junto a la pequeña.

- Si ya terminaron con esto podríamos pasar a la cena de una vez – al escuchar esa voz la joven no pudo evitar estremecerse, era la voz del mismo joven inexpresivo que había conocido esa mañana, en ese momento solo acato a encogerse de hombros y bajar la vista a la mesa, se sintió como si hubiese echo algo realmente malo al acceder a tomar el lugar del castaño.

- No le hagas caso, mi hermano suele ser un tanto gruñón a veces – le dijo la pequeña en voz baja.

- ¿T-tu hermano? – la joven se sorprendió un poco, entonces había sido él quien la llevo a ese lugar y no el muchacho castaño como ella pensó, al oír eso se sintió hasta cierto punto culpable ya que quizás por esa razón el joven estaba tan molesto.

La cena se sirvió momentos después, era un banquete exquisito con muchos platillos que Tamao jamás había visto, siendo un tanto diferente a la forma en que ella estaba acostumbraba a comer al principio no supo por donde empezar, así que se limito a imitar a los demás.

- Por cierto – hablo la hermosa mujer de cabellos violáceos – con todo este alboroto ni siquiera nos has dicho tu nombre.

- Su nombre es Tamao – se apresuro a decir la pequeña peliverde sin dejar que la chica contestara, estaba muy emocionada con su nueva amiga.

- Jun – la mirada reprendedora de su madre la hizo callar de inmediato.

- Lo siento – se disculpo la niña.

- Con que Tamao – hablo el castaño de largos cabellos que estaba a un costado de la joven, desde que había hecho su aparición al lado de Jun, este no le quito la vista de encima ni un solo momento...

- Mucho gusto en conocerte, mi nombre es Hao Azakura – le dedico una seductora sonrisa mientras tomaba suavemente la mano de la joven dándole un pequeño beso en ella, ante la acción tan repentina del chico, no pudo hacer otra cosa que abochornarse por la situación, su rubor era tal que su rostro parecía un tomate de lo rojas que estaban sus mejillas.

A Hao pareció divertirle la reacción de esa chica, pensó que era de lo más tierna e inocente, algo no muy común en las chicas con las que acostumbraba a tratar, esas cualidades la estaban haciendo mucho mas atractiva a su punto de vista.

- Pero dinos Tamao que te trajo a este lugar – continuo el joven castaño que de alguna manera trataba de coquetearle a la despistada pelirosa.

- Eh... – su pregunta la tomo algo desprevenida ya que justo en ese momento luchaba desesperadamente para poder sostener su comida con un par de palillos que los demás utilizaban como cubiertos – lo lamento joven Hao – sonrió un poco apenada – pero... ¿podría repetirme su pregunta?.

- Seguro – a Hao le atraía cada vez mas el comportamiento tan distraído e inocente de esa chica – te pregunte ¿que te motivó a venir a Cilión?... porque obviamente tu no eres de los alrededores...

- ¿Ci...Cilión! – sus ojos se abrieron como platos al escuchar esas palabras, nunca pensó que el supuesto atajo que tomo la noche anterior la llevaría hasta ese reino, tenia que salir de ahí cuanto antes, porque si su madre se enteraba que se encontraba en ese lugar la guerra iba a desatarse.

- ¿Tamao te sientes bien? – el castaño la miro algo intrigado al igual que todos los presentes.

- Este... yo... yo... – fue entonces que se dio cuenta del lugar en el que estaba parada ahora, el cual no era otro sitio mas que el palacio del reino de Cilión y sus anfitriones no eran otras personas que la familia real en persona.

Inesperadamente se puso de pie sorprendiendo a todos, incluso al joven de ojos ambarinos que a primera instancia no entendió las extrañas reacciones de la chica pelirosa, ella hizo una pequeña reverencia y se dirigió a la mujer que ahora le quedaba muy claro era la reina.

- Su majestad – hablo fuertemente dejando de lado el carácter tímido que había tenido hasta entonces – solicito a usted me sean devueltas mis pertenencias inmediatamente ya que necesito partir en este mismo momento.

- Pero... – fue tan imprevisto el cambio de actitud de la chica que la reina no supo que decir en esos momentos

- ¿Y a que se debe ese cambio tan repentino? – hablo tranquilamente el peliviolaceo, mientras miraba sin expresión alguna el rostro de la joven, la chica lo miro casi tan fríamente como él, ahora se daba cuenta que ella no era el problema, así que no tenia caso seguir sintiéndose culpable por un chico que no valía la pena, mas sin embargo no dijo nada.

- Su majestad es de vital importancia para mi salir en este preciso momento de Cilión, por lo que solicito a usted me sean devueltas mis pertenencias – repitió las mismas palabras esperando obtener esta vez una respuesta de la reina.

- No lo creo conveniente... – la mujer trato de reincorporarse y mostrarse serena nuevamente – ya que no encuentro una razón valida para acceder a dicha petición.

- Lo único que pido es me sean devueltas mis pertenencias, ya que no quiero ocasionarles ninguna clase de problema – el semblante de la chica ahora se veía mucho mas decidido y seguro que antes.

- ¿Qué clase de problema, habla claramente – la expresión indiferente del ambarino se mantuvo a pesar de que la joven había logrado ganarse toda la atención de este.

- Aunque por el momento mis motivos sean irrelevantes, puedo asegurarle que será lo mejor para todos si yo no me encuentro en este lugar – siguió con su postura sin titubear un solo momento – agradezco de verdad todo lo que hicieron por mi, pero le pido por favor sea concedida mi solicitud.

Durante unos momentos hubo un silencio incomodo en la habitación, no obstante momentos después la reina decidió consentir la petición hecha por la joven

- Esta bien... Ana.

- ¿Si su majestad? – respondió la rubia que no había dicho una sola palabra en toda la velada

- Ordena que sean preparadas todas las pertenencia de la joven en este preciso momento – la voz de la reina se escucho seria, la chica asintió inmediatamente a la orden dada por su señora.

- Sígueme – la rubia se dirigió a la joven, esta obedeció rápidamente.

- Pero Tamao... ¿por qué? – en el momento en que pensaba retirarse la pequeña que estaba a su lado la tomo de la mano, la chica no pudo evitar mirarla, el ver un brillo cristalino en los ojos de la pequeña la hizo ablandarse en su postura, regresando a ser la joven de carácter amable y dulce de hacia unos momentos.

- Por que es mejor así Jun – acaricio dócilmente su cabeza y se arrodillo hasta quedar frente a la niña, la tomo de ambas manos dedicándole una tierna sonrisa a la pequeña que momentos después comenzó a llorar desconsoladamente mientras se abrazaba fuertemente de ella.

- Pero tu eres mi amiga... – decía sollozando la pequeña – eres la primer amiga que tengo, no quiero que te vallas – Ren y su madre intercambiaron varias miradas de desconcierto ante la reacción de la pequeña, por unos momentos el silencio regreso a la habitación hasta que el chico decidió intervenir...

- ¡Jun! – la voz insensible del violáceo resonó en la habitación – ya basta.

- ¿Pero hermano...? – la pequeña contuvo un poco sus lagrimas al escuchar la voz del chico.

- Ella tiene algo importante que hacer y debe marcharse ahora – dijo tranquilamente el chico mientras veía a la pequeña con una mirada un tanto cálida, de todos era sabido que la única persona que podía romper un poco esa barrera de hielo que este siempre mantenía, era esa pequeña - ¿no es así? – ahora se dirigió a la joven, aunque extrañamente la miro de igual forma que a su hermana.

- S-si... – Tamao se sorprendió al ver el cambio en la expresión del muchacho, al analizarlo mas detenidamente sintió sus mejillas arder un poco mientras que su corazón empezaba a latir fuertemente, hasta entonces no se había fijado en lo apuesto que era este, haciéndola desviar inmediatamente su mirada a la pequeña que tenia al frente.

- Entiendo – soltó un poco su agarre del cuello de la joven – pero prométeme que vas a visitarme.

- Te lo prometo – la abrazo nuevamente a manera de despedida y momentos después se puso nuevamente de pie.

- Con su permiso me retiro – hizo una nueva reverencia y se dispuso a seguir a la rubia que seria su guía a partir de ese momento.

- Valla, que chica tan interesante – dijo Hao tranquilamente, mientras una sonrisa se dibujaba en su rostro.

Ren no aparto su vista de la joven hasta que salió completamente del lugar, era la primera vez que una chica llamaba tanto su atención, ahora si se sentía completamente intrigado sobre el origen de esta y del por que había reaccionado de esa manera al escuchar el nombre del reino en que estaba, sin duda alguna era un misterio que quería resolver y lo haría antes de que esa joven abandonara por completo el castillo.

Aunque los planes de la reina eran otros totalmente diferentes, por primera vez en su vida pudo apreciar como la atención de su hijo se había desviado hacia una doncella sin causarle aburrimiento, mas bien noto cierta emoción en sus ojos, esto sin duda era un hecho extraordinario dadas las circunstancias por las que atravesaban ahora el reino, ya que solo faltaban cuatro meses para la coronación del muchacho y en especial porque aun no había una candidata dispuesta a asumir el papel de soberana o al menos no por el momento.

Continuara...

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Creo que este capitulo me quedo mas largo que la cuaresma (XD), o al menos es mas extenso de los que suelo hacer, como sea ojala haya sido de su agrado, por el momento me despido no sin antes agradecer a los que leen el fic y sobre todo a los que dejan comentarios de veras que me dan ánimos de seguir continuando con esta loca historia y como creo que ya me extendí mas de la cuenta de lo que tenia que decir ahora si me despido, hasta el próximo capitulo.