Los siguientes personajes no me pertecen, son de Kishimoto, yo los tomo prestados con el fin del entretenimiento.
Hola mis queridos lectores, volví con el regalo de Navidad... Espero la disfruten.
¡Nos leemos abajo!
Recuerden que les hago una invitación, al grupo de facebook "Todo sobre el clan Hyuga" ahi pueden encontrarme como administradora y compartir juntos nuestro amor por los Hyuga.
Summary: La navidad es mucho más que una fiesta. Desentierra vínculos, historias y tradiciones... En el clan Hyūga, todo esto tiene un aroma especial.
Amor, odio y sentimientos cruzados, en one shot que develará el antes de la historia misma. El momento donde todo comenzó. Esa vida donde Hizashi y Hiashi no eran líderes sino... hermanos y esposos enamorados.
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Vínculos de Muérdago
Parte II
–¿Tanta emoción por una simple planta? –no quiso sonar despectivo, pero no pudo evitarlo mientras veía escéptico el conjunto de hojas puntiagudas.
Como respuesta la matriarca dejo de sonreír. –¡No es una simple planta! –lo regaño y suspiro con ensoñación –Es mágica. –le dijo acunando las hojas contra su mejilla.
–¿Mágica?
–Si mágica, mi Lord. –le repitió convencida, asintiendo con la cabeza. –Es la única planta que no se marchita. –miro su nueva adquisición con ojos brillosos. –Sin importar la estación sus hojas siempre permanecen verdes. ¿No es así pequeña? –le hablo. –Oh sí, eres especial, muy especial.
–Hana. –estaba acostumbrado a las locuras de su esposa, pero esto era un nuevo límite.
–Qué bonita eres. –Suspiro. –Valió la pena haber gastado tanto.
¡Esperen!
Hana abrió los ojos incrédula y se mordió el labio, mientras se volvía lentamente hacia su esposo.
–Hiashi.
–Hana ¿cuanto...? –se llevó dos dedos entre sus ojos e intento masajearlo, pero ya su ceño se había fruncido, dejando un pequeño rastro de arrugas que evidenciaba el futuro dolor de cabeza. –¿Cuánto…?
–¡No fue muy caro, Mi Lord! –se apresuró a responder. –Además aun no le comente los beneficios del muérdago. Debería asombrarse de que la consiguiera tan barato. Esta planta es muy codiciada en el mercado, solo las mejores curanderas y sacerdotisas la usan y… –hablaba tan rápido, que parecía no tener tiempo para respirar.
–Hana
–¡Y es muy importante! –ella simulo no escucharlo, levantando su propia voz. –Porque en realidad fue una casualidad que diera con ella. Fui al mercado, sé que dirá que hay sirvientas para ello, pero insisto en que puedo comprar mi propia comida. Siempre lo hice y…
–Suficiente. –levanto la mano y ella se calló.
Hana cerro los ojos y bajo la cabeza, sintiéndose ya sentenciada.
–Ven aquí. –señalo su lado.
–¿Yo? –se auto señaló, aun cuando no había nadie más que ellos dos ahí.
–Hana
–Pero… –frunció los labios. –Es que ¡Estoy cómoda aquí, mi Lord!
Hiashi se cruzó de brazos demostrando que no era una pregunta y la mujer suspirando se levantó. Arrastrando los pies con cierta resistencia, se puso a su lado.
–Ahora siéntate.
Ella lo miro e hizo una mueca con los labios.
–Hana.
–Yuànhèn de (怨恨的 Amargado) –murmuro entre dientes.
–¿Qué dijiste?
–Nada.
–Te oí decir algo.
–¿Esta seguro? –parpadeo de forma tan inocente como falsa.
Hiashi suspiro. –Solo siéntate mujer. –le dijo para luego verla desinflarse resignada a su lado. El primogénito tuvo que esforzarse para no sonreír al observar la queja casi infantil en el rostro de su pareja. –Ahora escúchame.
–Pero…
No la dejo continuar.
–Sabes que no es necesario que hagas los deberes en el complejo.
–Hiashi…
Él la interrumpió tomando su mano. –Eres mi esposa ahora, Hana. –la miro a los ojos. –No te exijo que limpies, ni que cocines. Tenemos sirvientes así que por favor dispone de ellos como creas más conveniente ¿sí? –ella lo miro y después volteo al costado, más no soltó su mano. –¿Me escuchaste?
–Sí.
–Pero no me vas a hacer caso.
–No.
Supo que ella respondió de forma inconsciente, al ver como lo miraba.
–Hia-kun…
Noto como rápidamente sus ojos se tornaban dramáticamente grandes y lagrimosos y entonces él simplemente negó con la cabeza.
–No sé qué haré contigo mujer. Nunca escuchas.
–Mi Lord... Hiashi. –él la miró. – No puedo. –se sinceró, apretando el agarre en sus manos. –Sabes que no puedo hacer eso. Me pides que vaya contra toda una vida, no es fácil para mí. Fui criada para servir y sé… –no lo miro, sabiendo que de hacerlo él la leería rápidamente. –No le hare a otros lo que hicieron conmigo, no me parece justo.
–Hana. –su mirada se endureció al igual que su expresión. –Paso algo.
–No.
–No fue una pregunta.
–¿Ah sí? –soltó en un tono demasiado agudo. –A mí me pareció una.
Hiashi la tomo con delicadeza del mentón. –Mírame cuando me hablas, mujer. Tienes los ojos hinchados ¿estuviste llorando?
–No. –negó rápidamente. –Es alergia, ya sabe mi Lord... –se apresuró a inventar una excusa. –Estos cambios de estación, todo florece y…
–No me mientas, odio cuando lo haces.
–Hia-kun.
–¿Alguien te dijo algo? –interrogo de forma seca y contundente. –¿Te insulto?
Ella rio entre resignada y divertida. –¿Decir? No. –negó con la cabeza. Todos saben quién es mi esposo. Pero estoy segura de que lo piensan.
Lo último fue soltando en un bajo susurro, pero él la oyó.
–Hana…
No sabía que decirle, ni como consolarla. Que ella se sintiera incomoda era su mayor pesadilla ¿Por qué? Tenía miedo, miedo de que se fuera. Que Hana algún día se despertara y lo criticara a él y su amor egoísta.
Era el riesgo de haber encerrado un espíritu libre en una jaula de oro…
–Está poniendo esa cara otra vez.
Cuando despertó, vio a la mujer inclinada hacia él y con el ceño ligeramente fruncido.
–¿Qué cara? –le pregunto.
–La que hace cuando piensa demasiado.
–Hmmp. –ladeo el rostro avergonzado. –No digas tonterías.
–Hiashi. –se sonrió. –No me iré a ningún lado, mi Lord.
–Yo no dije eso. –respondió rápidamente.
–Pero lo piensa, usted… ¿dejaría que me vaya?
–No. –dijo orgulloso y ella sonrió ya previendo esa respuesta.
–Es un hombre egoísta ne'. –se rio, pero él solo la miro, por un largo tiempo y en silencio. –Cariño ¿qué pasa?
–Pero si no eres feliz aquí…
Eso la tomó por sorpresa, haciendo que sus ojos se abrieran ligeramente más mientras lo veía.
–Hiashi.
La mano del futuro líder viajo hasta su mejilla y la acaricio con extrema lentitud y ternura, pasando su pulgar por la piel mientras susurraba. –Tienes que ser feliz, yo quiero… –le costaba hablar, siempre fue así y con Hana su tartamudeo afloraba en los momentos más incomodos. –Necesito que seas feliz aquí Hana, conmigo.
Ella enternecida pego su frente con la de él, dejando que el calor de la piel se entremezclara.
–Sabía que tenía razón, usted como siempre piensa demasiado.
–Hmmp.
Hana suspiro resignada, sabiendo que ignorarlo no serviría de nada, entonces separándose le tomo las manos y le dijo. –En realidad yo…
–Pasó algo y no quieres decírmelo. –le reprocho él, logrando una mueca en ella que solo confirmo su sospecha. –Lo sabía. ¿Quién fue?
–No fue nada importante, mi Lord.
–Sino lo fuera no estarías así.
–Hiashi.
–Solo dime quien fue, hablare personalmente con esa persona. –la futura amenaza quedo grabada en su voz.
–Hia-kun, por favor.
–Te hizo llorar. –le respondió como si esa fuera razón suficiente y ella no pudo evitar enamorarse aún más. –Nadie puede hacerte llorar, Hana, ni siquiera yo.
–Es un romántico ¿lo sabe?
–Solo contigo.
Ella sonrió. –No quisiera que fuera de otra forma. –acaricio sus manos y suspiro. –Hiashi, cariño, escúchame ¿confías en mí?
–Hana.
–Responde lo que te pregunte. –dijo seria. –¿Lo haces?
–¿Por qué preguntas algo que ya sabes?
–Porque me gusta oírlo.
La mirada de Hiashi fue tan intenta como sus palabras. –Con mi vida. –apretó las manos de su esposa.
–Entonces… –sonrió. –No se preocupe, no se casó con una mujer débil ne', confié en ello.
–Hana.
–Sabe… –decidió desviar el tema. –Hoy estuve hablando con Hizashi-san.
–¿Con Hizashi?
–¡Hai! –sonrió. –Puedo decirle que ambos se ven exactamente iguales, mi Lord, pero sin duda son muy diferentes. –asintió convencida. –Hizashi-san tiene un gran don para la escucha. –admiro.
–Yo también te escuchó.
–Sí, lo sé, lo sé. –agito la mano restándole importancia, sin notar lo que provocaba en su marido. –Pero pocas veces respondes y además usted hoy estaba ocupado, es por ello que yo…
–Puedes interrumpirme las veces que consideres necesarias Hana, lo sabes.
–Por supuesto, lo sé. –asintió. –Solo que fue de improviso, realmente no lo pensé demasiado y…–dejo de hablar para mirarlo extrañada.
Ceño fruncido. Mirada intensa. Labios apretados. Un tic hacía que su dedo, diera ligeros golpes justo sobre su mano.
–Hiashi… –se cubrió la boca con ambas manos mirándolo con ojos desorbitados.
–¿Qué?
No pudo evitar sentirse incomodo, ante la insistente mirada de su mujer.
–Hia-kun
–¿Qué?
–Tú…
–¡Maldición mujer! Lo que tengas que decir, hazlo de una vez pero deja de mirarme así.
Ella se mordió el labio inferior y entonces estallo en carcajadas.
–¡Esta celoso, mi Lord! –lo acuso. – ¡Esta celoso de Hizashi-san!
–¡¿Qué?! –no sabía si estaba rojo por el enojo o la vergüenza… o tal vez ambas. –¡Yo no estoy celoso!
–¿Ah no? –lo miro divertida inclinándose hacia él. –A mí me parece que sí.
–Yo… yo. –tartamudeo mirando a cualquier otro lado que no fuera ella.
–¿Usted?
El Hyuga se obligó a cerrar los ojos e intento ignorar la calidez que brotaba del menudo cuerpo.
–¡Deja de decir tonterías mujer! Hizashi… ¡Hizashi es un hombre casado! –respondió, pero eso no pareció alterar en lo más mínimo a su mujer, que solo busco acomodarse mejor contra él.
–Bueno, eso es cierto. –lo miro a él y después suspiro largamente. –Si me pregunta a mí… –se llevó las manos al pecho. –El casamiento de Hizashi-san, fue una desgracia para el resto de las mujeres.
–¡Hana!
–¿Sí?
¿Cómo podía estar ella tan tranquila? Le insinuaba un notorio interés hacia Hizashi ¡Hacia su hermano! En frente de él y como si nada.
¿Qué habían hablado ellos dos? ¿Por qué hablaban ellos dos? ¡¿Por qué Hana no hablo con él?
–Te… –toseo para buscar aclarar su voz y así recuperar algo de dignidad –Te recuerdo que tú también estas casada.
–Sí, lo sé. –se aliso el kimono con las manos.
–¿Solo eso dirás?
Hana lo miro y parpadeo con ojos inocentes y destellantes. –Es que estoy pensando. –respondió.
–¿En qué?
–Si eso es un impedimento o… –sonrió coqueta. –Solo una excusa para llenarme de adrenalina.
–¡Hana!
Fue tan fuerte el nivel del grito, que la matriarca no dudo en que más de uno pudo escucharlo y entonces sin poder retenerlo más estallo en carcajadas.
La mujer se rio, tan ¡Tan fuerte! que tuvo que sujetarse la panza mientras lágrimas de gozo escapaban de sus ojos.
–Que rápido se enoja, mi Lord.
–¡Es tú culpa! ¡Tú y tus teorías de infidelidades!
–¿Qué? –ella abandono un momento la risa, para rearmar una expresión seria. –Yo no hable en ningún momento de infidelidades. No, no. –negó con la cabeza, mientras una sonrisa coqueta retornaba a sus labios. –Yo hable de sueños frustrados. –y volvió a reírse, escuchando los gritos de su esposo a su lado.
…
…
…
–¿Qué hace?
Hiashi se había levantado y con paso firme avanzaba hacia la puerta.
–Voy a ver a Hizashi.
–¡¿Qué?!
Toda diversión se terminó de consumir, al ver a su esposo tan serio.
–¡¿Estás loco, Hia-kun?! –dijo luchando para levantarse rápido y en el medio no tropezar. –A esta hora Hizashi-san debe estar descansando con su esposa. –lo sujeto del brazo. –No puedes irte.
–No me importa. No me voy a quedar aquí escuchando como sueñas con otros hombres.
–Hiashi… –no pudo evitar divertirse y a la vez sentirse enternecida por la expresión que tenía su esposo. Más que un hombre enojado, parecía un niño gruñón al que le habían robado su juguete favorito. –Hia-kun. –abogo al apodo cariñoso que le decía a solas.
–Ni lo intentes mujer. –se soltó. –Ya te conozco. –volteo el rostro para no verla. –No vas a pararme con palabras dulces. –murmuro entre dientes. –No voy a caer otra vez en tus juegos.
–Pero mi Lord… míreme.
–No.
–Míreme. –intento ponerse frente a él, pero Hiashi se movió.
–¡No! –se cruzó de brazos, orgulloso a declinar.
–Báichī (idiota 白痴)
–¿Qué dijiste?
–Nada.
–No te hagas la inocente, conmigo mujer. Ya te he escuchado decir esa palabra antes. ¡Te exijo que me digas que significa!
Hana en una actitud de más infantil, inflo sus mejillas, hasta el punto que su rostro parecía un enorme globo rojo a punto de estallar y entonces…
Cambio de expresión, evocando unos ojos grandes e inocentes.
–Le diré si me mira.
Él la vio de reojo, sintiéndose débil ante ese labio fruncido. Que fácil sería olvidar el enojo y marcar su boca con un beso que constatara a él como único propietario.
Oh sí, ya podía sentir el sabor inconfundible de Hana y el suave sonidito que ella soltaba cuando él mordía ligeramente ese labio, entonces… ¡No! ¡No! ¡No! Era una trampa.
–Admito que eres hábil, Hana.
Ella se sonrió. –¿Tregua?
–No.
Y así tan rápido como apareció, la sonrisa desapareció del rostro de la mujer.
–¡Hia-kun!
–He dicho que no. –volvió a voltearse. –Me subestimas si crees que caeré con una de tus caras, mujer.
–¿Una de mis caras?
–Sí.
Hana creyó ver un ligero rubor rojo en aquellas mejillas demasiado pálidas.
–Esas… –su voz se volvió extremadamente ¿tímida? –Esas expresiones que haces para hacer que acceda a tus caprichos.
–Hiashi…
–¡Pero no me engañaras esta vez! –contesto orgulloso. –No voy a dejarme engañar por ninguna, así que puedes hacer lo que quieras.
–…
–…
–¿Incluso mi cara sexy?
Él hombre pareció tensarse por la pregunta, pero no dio mayor reacción.
–¿Ya sabe de la que hablo, cierto? –pregunto en un tono demasiado suave… demasiado lento. –Esa que hago por las noches o… –se sonrió. –En el día. La verdad es que nosotros no conocemos de horarios ¿no, mi Lord?
–No sé a dónde… –tartamudeo y se obligó rápidamente a recordar el motivo de su enojo. –No sé a dónde quieres llegar pero…
–A usted. –le rodeo la cadera, reposando su cabeza en su espalda. –Siempre quiero llegar a usted.
–Hana…
–Voltéese, míreme mi Lord.
–No, tú… -suspiro al sentir los suaves masajes sobre sus hombros. –Mujer. –pronuncio con voz ¿ronca?
–Relájese.
–Insinuaste. Tú, preferiste hablar con él… -cerro los ojos y soltó todo él aire, al sentir que la tensión era liberada bajo esas manos. –Qué conmigo. –termino ahogado.
–Jamás preferiría a otro hombre. –su voz fue suave y melosa, susurrada sobre su oído. –Usted mi Lord, es mucho más inteligente. –halago restaurando así paso a paso partes del orgullo del shinobi.
–Mujer… -ronroneo.
–Mucho más fuerte. –siguió.
–Dime más.
Hana se sonrió, al sentir ya la victoria cerca.
–Mucho más guapo.
–…
–…
Las caricias se detuvieron, así como él momento. Todo quedó cortado porque…
–¡Somos gemelos idénticos!
–Hia-kun…
–¡Me estás diciendo que consideras guapo a Hizashi!
–Por favor, cálmese mi Lord. –alzo ambas manos. –Va despertar a…
–¡No me importa si despierto a toda la aldea! Tú mujer acabas de decir que otro hombre es igual de guapo que tu marido.
–¡Yo no tengo la culpa que sean gemelos!
La expresión de Hiashi fue suficiente para saber que esta vez, había hablado demasiado… enserio.
–Por favor, mi Lord. –intento calmarlo. –Me malinterpreto, esto es… -miro a los costados como si algo pudiera traer consigo una excusa, pero finalmente rio nerviosa y dijo lo primero que le vino a la cabeza. –Sus ojos. Sus ojos, mi Lord, son… ¿más blancos?
–¡Todos los Hyugas, tiene ojos blancos Hana!
Y ella estaba tan nerviosa que se empezó a reír mientras negaba con la cabeza.
–Lo siento. –decía tratando de calmar su risa, pero sin éxito. –Es que no sé qué decir y… -se rio con más fuerza. –Son los nervios y su cara ¡Oh Kami, su cara! –no pudo soportar y su risa aumento de volumen, hasta el punto que se le llenaron los ojos de lágrimas. –¡Debería ver su cara!
–Lo admito. Casi me ganas, casi logras derrotarme. Pero no permitiré esto ¡iré ya mismo a hablar con Hizashi! y será mejor que tenga una muy buena explicación porque no seré contemplativo.
–Espere ¡No! –lo tomo del brazo.
–Suéltame.
–No.
–¡Mujer!
–¡No! –lo apretó con fuerza, hasta el punto de colgarse sobre él. –Si se va, me lleva consigo.
–¡Hana! –se empezó a sacudir, intentando sacársela de encima. –¡Ya bájate!
–No ¡No, lo dejare ir!
–¡No te estoy preguntando, es una orden!
–¡Lo mío también es una orden! Se queda aquí porque si no yo… ¡Sino yo usare mi nueva técnica!
Él se detuvo y ella bajó lentamente...
–¿De qué hablas?
–Es mi arma secreta. –dijo con una inusual seriedad. –Mikoto-chan me la enseño.
El enojo fue dejado en segundo lugar y la curiosidad se asomó haciendo que Hiashi alzara la ceja.
–¿La mujer del Uchiha? ¿Desde cuando hablas con ella?
Hana río mientras un brillo maligno se impregnaba en sus ojos.
–Créame, mi Lord. Con Mikoto-chan tenemos muchas cosas en común.
–De que… –se calló al notar como Hana juntaba las manos y empezaba a hacer distinta señas con ella. –Espera ¡¿Desde cuándo sabes utilizar ninjutsu?!
–Ya es muy tarde para sus preguntas.
–¡Aguanta mujer!
¿Jutsus de fuego? ¡¿Qué le había enseñado la Uchiha a su mujer? Como prevención dio un salto hacia atrás, pero su esposa río desquiciada.
–Eso no funcionara conmigo. ¡No me detendré! ¡Esta es mi súper técnica!–frunció los ojos, se concentró y entonces grito. –¡Jutsu de besos!
–¡¿Qué?!
Y antes de poder reaccionar el heredero se vio arrojado al piso por una efusiva mujer que no perdió tiempo y comenzó a esparcirle pequeños y rápidos besos por todo el rostro.
–¡Con esta gran táctica no podrá ignorarme! –le beso ambas mejillas, de forma tan sentida que sus labios sonaron dejando una marca brillante de saliva. – ¡Es infalible contra esposos fríos y orgullosos! –le beso la frente. –¡Yo ganó! –Finalmente acabo con un exagerado beso en los labios, que más que sentirse, fue la presión excesiva de una boca con la otra.
Cuando termino lo tomo del rostro con ambas manos y miro orgullosa lo que había provocado.
Hiashi tenía las mejillas sonrojadas… No, era más que eso. El heredero estaba tan rojo que Hana podía sentir la piel quemando sobre sus manos y sus ojos siempre blancos y duros, ahora tenían el doble de su tamaño dejando a la vista la aureola lavanda de su iris.
–Tú… tú. –tartamudeaba completamente ido mientras de su cabeza salía expulsado vapor. –Hana.
–Oh… Es… ¡Tan adorable! –grito y rápidamente volvió esparcirle pequeños besos por toda su cara, hasta que… Escucho un sonido seco.
–Hia-kun ¡¿Hia-kun?! –comenzó a sacudirlo sin éxito alguno. Resignada suspiro –Mikoto-chan tenía razón. –miro al hombre inconsciente. –Usarlo más de una vez puede ser riesgoso.
…
…
…
Fue regresando de la inconciencia envuelto en caricias y un suave tarareo. Cuando despertó del todo, se vio recostado en la falda de su mujer y ella cantando una melodía mientras le recorría el rostro con las puntas de los dedos.
–¡Oh! Finalmente regreso a la vida, señor Ogro.
Hiashi gruño denotando una queja mezclada con el persistente dolor de cabeza.
–Te dije que no me llamaras así. –susurro.
–Oh vamos, Hia-kun, es divertido. –le dio espacio para que se sentara. –Kushina-san sin duda acertó con el apodo ne'…-ladeo la cabeza y dijo dulcemente. –Ogro-san. – y se rio.
–Hmmp. –bufo intentando aparentar enojo, pero no pudo evitar sentir un pequeño aleteo en su corazón.
…
…
…
–Hana…
–¿Sí?
–No pienses que lo olvidé. No soy un niño y mucho menos ingenuo.
Eso la tomo por sorpresa, pero no dudo en responder con suavidad.
–Mi Lord, creí que ya…
–No hablo de lo de Hizashi. –la miro seriamente. –Sino tus deberes en el complejo.
La sonrisa poco a poco fue disminuyendo en el rostro de la matriarca que bajo la cabeza.
–Oh eso…
–Te conozco lo suficiente para saber que nada de lo que diga hará que me escuches realmente. Es por ello que tome una decisión.
–Hiashi…
–Aun no termine. Si te insultan…
–Lo harán sin razón, porque no me conocen. –se apresuró a responder. –Deme tiempo, Mi Lord, por favor. –tomo sus manos. –Déjeme cocinarle, limpiar y ayudarlo en lo que pueda. Ya sé lo que me ofrecerá y no lo quiero. –negó con la cabeza. –No me gusta armar eventos, conozco demasiado bien los protocolos y son muy aburridos hasta me atrevo a decir anticuados y sin sentido.
–Siempre quieres adelantarte y nunca me dejas hablar. Eres terca, mujer.
–¿Eso es un sí? –pregunto ansiosa.
–Sí te insultan.
–Hiashi.
–Escuchame. –no grito, pero su voz denoto la autoridad y seriedad con la que trataba el tema. –No tendré contemplaciones. Eres mi mujer, mi esposa Hana. Ellos deben aceptarlo, no espero ni quiero menos.
–No los lastime ne'… No. –sus ojos se aguaron, aun cuando lucho contra ello. –No sea como él.
–No lo seré, mientras ellos no me den motivos.
–¿Lo promete? –lo miro a los ojos.
–Te lo juro. –tomo su mano y le beso la punta de los dedos. –Mi señora.
Así como ella le mostraba respeto y admiración, Hiashi le otorgaba su lealtad eterna y corazón. Hana era la reina que él protegía, la persona que se interponía entre el hombre que se había moldeado al deber del Souke y el hombre que era realmente.
Hana era la barrera, entre su esencia y lo que el clan hizo de él.
–Entonces… –tanteo mientras lo miraba de reojo. –¿Puedo considerar esto un sí?
–¿Alguna vez pude decirte que no?
Ella amago a hablar pero rápidamente Hiashi agrego.
–¿Alguna vez te dije que no y me escuchaste?
La mujer rio y dejo que su mano, ahora libre, jugara por sobre el pecho de su marido, dejando vagas caricias. –Bueno… Siempre hay una primera vez.
–Pero no será esta.
Ella negó en acuerdo. –No, no lo será.
–Iras al mercado y harás las compras. –se inclinó.
–Hai. –apretó el hakame bajo su mano.
Sus miradas se encontraron. Blanco lavanda y blanco puro. Dos tonos de blanco derrochando la misma cantidad de amor.
–Limpiaras. –dijo él.
–Hai. –entrecerró los ojos
Sus alientos se rozaron en los labios del otro.
–Y yo cocinare. –rozo su nariz con la suya.
–Si tú… –se apartó y levanto la cabeza para mirarlo extrañada. –¿Cocinaras? ¿Sabes cocinar?
Él sonrió, como pocas veces lo hacía, de forma ladeada y fugaz.
–Sí. –volvió a acercarla poniéndole la mano en la cintura y pegándola contra él. –Cocinare para ti. –susurro antes de besarla.
Fue un beso cadencioso, lento y sentido. Disfrutando el sabor de su boca y como esta se abría para él. Ella soltó un sutil y agudo gemido y él aprovecho para hacer uso de su peso, dejándola recostada y poniéndose encima. –Parece… –susurro con voz ronca mientras le delineaba los labios con el pulgar. –Que aún no conoces por completo a tu esposo, mujer.
–Bueno. –sonrió coqueta, envolviéndole los brazos alrededor del cuello. –Siempre me gustaron las sorpresas. –dijo contra sus labios y el gruño satisfecho mientras se volvía a besarla.
El contacto dejo de lado la lentitud inicial y se tornó más urgido. Sus lenguas se encontraron en una batalla donde Hiashi intentaba dominar y la mujer se resistía. Las caricias por encima de la ropa acompañaron el deseo de ambos.
Hana ladeo el cuello, dejando que él disfrutara de la piel. Sintió los besos mojados ser puestos en un camino formando una hilera, donde él después deslizaba la lengua hasta su oído y tomaba el lóbulo de su oreja entre sus dientes.
–Hana. –amaba como pronunciaba su nombre.
Hiashi no expresaba mucho, pero su tono de voz hablaba por él y ahora… se oía tan ronco y necesitado.
–¿Si?
–Vamos a nuestra habitación.
–Oh…
Hana no supo diferenciar si eso había sido una pregunta o una orden, pero toda cuestión quedo opacada al sentir una dureza golpear contra su pelvis. Ida se movió solo un poco, escuchando al instante como él gruñía directo contra su oído.
–Mujer…
–Hia-kun.
Él no necesito más. No era paciente ni tampoco le interesa una respuesta. Con facilidad y cierta rudeza por la ansiedad, levanto a su mujer en brazos y comenzó a caminar hacia la salida.
Hana sonrió ya estaba anhelando lo que vendría, cuando de reojo vio unas hojas verdes olvidadas en el suelo.
–¡El muérdago! –grito alarmando al futuro líder, que vio confundido como ella se bajaba rápido, tropezándose en su afán de agarrar la planta. –Casi las olvido. –dijo pegándolas contra su pecho mientras suspiraba. –Qué alivio. –las reviso. –No se rompieron. El muérdago está bien. –miro a su esposo y entonces toda sonrisa y alivio, se esfumo al verle la cara. –Hia-kun…
…
…
…
–¿Está enojado?
–No.
–¿Seguro?
–Sí.
Ella se movió sobre el almohadón incomoda.
–Suena como que si lo estuviera.
Hiashi finalmente la miro y hablo no sin cierto reproche. –Me remplazaste por una planta.
–Es que yo venía… –señalo la puerta, más rápidamente se calló e intento devuelta. –El muérdago es… –la mirada de su esposo era tan insistente como dura. –Es que me tomo desprevenida. –susurro bajando el rostro avergonzada.
–¿Tengo que pedirte permiso?
–¡No! Digo… –nunca le costaba hablar, pero parecía que su esposo estaba disfrutando de esto. Aunque su rostro serio, no daba señal de nada. –Siempre podemos, ya sabe. –lo miro de reojo. –Pero el muérdago…
–Cuéntame de una vez que tiene de especial esa planta. –exigió.
–Está bien, pero… –apretó el ramillete contra ella y lo miro. –¡Pero solo lo hare solo si me dice que no está molesto!
–…
–…
–No diré eso.
–¡Entonces si está enojado! –lo acuso.
Hiashi bufo y cruzándose de brazos y volteo el rostro, dedicándole a penas alguna que otra mirada entrecortada.
–Nunca te termino de entender, mujer.
–¿Por qué dice eso? –pregunto ella cada vez más desorientada y Hiashi frunció el ceño ante su inocencia.
–¿Tengo que explicarte en el estado en que me dejaste, mujer? –le pregunto directamente notando como Hana dirigía los ojos hacia una parte de su cuerpo y rápidamente cubría la boca con la mano.
–Mi Lord, yo…
–Escuchare lo que tengas para decirme y después iremos a la habitación. –la interrumpió. –Al menos que desees que solucione este asunto solo.
–¡Por supuesto que no!
–Bien, entonces habla te escucho.
Espero pero ninguna palabra salió de ella hasta que…
–Hana.
–…
–¡Hana!
–¿Sí? –pregunto ida.
– Mis ojos están acá arriba.
–Sí, lo sé. Solo quería asegurarme de tener tiempo, Mi Lord. –dijo sin despegar la vista de la zona baja de su esposo. –Es que es una historia larga.
Hiashi gruño entre frustrado y ansioso. Llevándose la mano a la sien se armó de paciencia y agradeciendo la ropa holgada que hacia su deseo menos evidente, respondió.
–Mujer deja de perder el tiempo. Si sigues viéndome así, no tendrás ni los minutos que toma llegar a la habitación. ¿Entendido? Así que te aconsejo que comiences… Ya.
–¡Hai!
Y ambos volvieron al inicio.
~•~•~•~•~
–Bueno yo estaba, como le dije en el mercado de la aldea y encontré un pequeño negocio de Zongzi. –explico. –¿Se acuerda cuáles son, verdad? Se los prepare una vez para una misión.
Por primera vez en su vida, Hiashi no se atrevió a decir ni "si" ni "no". ¿Por qué? Hana insistía en prepararle personalmente las viandas.
La matriarca se levantaba algunas horas antes de que él se fuera y dejaba todo prolijamente envuelto. El inconveniente no era el gesto, que Hiashi sin palabras de por medio adoraba, sino que eran pocas, por no decir nulas, las veces que su esposa acertaba con el sabor.
–Tienen esta forma. –recreo con la mano la mujer un triángulo. –Están hechos de arroz y se enrollan en hojas de bambú.
–Ya… ya recuerdo.
"Una masa pegajosa y blanca" así lo había renombrado Kushina y aunque él quiso defender el honor y las intenciones de su esposa, no podía decir que su compañera de equipo se equivocaba.
–Qué bueno que no lo olvido. ¿Le gustaron?
–Eran… –¿Qué decir para no ofenderla? –Eran aceptables. –expreso con toda la entereza posible.
Hana sonrió.
–¡Qué bueno, mi Lord! –junto ambas manos. –Le preparare más para su siguiente misión y agregare algunos extras para Kushina-san y Hizashi-san ne'.
Su cabeza revivía al instante, el sabor agridulce de aquel arroz pegajoso y Hiashi no pudo sentirse agradeció de no ser tan expresivo.
–Seguro… Seguro agradecerán el gesto.
–¿Enserio? –su sonrisa no hizo más que crecer. –¡Me pone tan feliz! Es importante que todos estén bien alimentados mientras hacen sus misiones, mi Lord. –le señalo. –¿Kushina-san come bastante cierto? Me asegurare de preparar lo suficiente.
En ese momento Hiashi solo podía pensar en dos cosas.
1- Mejor se lo decía a Kushina una vez que salieran de la aldea, no se arriesgaría a que su muy impulsiva compañera, pusiera en evidencia el poco talento de Hana en la cocina.
2- Si su esposa era feliz preparando Zongzi. Kami era su testigo de que la Uzumaki comería todos y cada uno de ellos.
–Pero, como ya es verano no es temporada. –se lamentó la mujer. –El akio con el que se sazona el arroz, no se consigue fácilmente…
–¿Entonces? –la corto, queriendo dejar atrás el tema de la comida y también al ver que su mujer comenzaba divagar. –¿Qué tiene que ver todo esto con el muérdago, Hana? –pregunto directamente.
–A eso iba, mi Lord. –respondió. –Yo estaba en la fila para comprar, cuando adelante mío veo a un hombre, que parecía tener problemas para hacerse entender. –sus ojos comenzaron a brillar más y más. –Me acerco un poco y escucho que era de otra aldea ¡un forastero! –grito extasiada–¿Oyó Mi Lord? ¡Era de otra aldea!
Hiashi amago a abrir la boca, pero finalmente suspiro y resignado dijo. –No entiendo.
–No es muy común ver forasteros aquí.
–¿Y?
–Empiezo a hablar con él y noto qué…
Hana comenzó a hablar de manera rápida y fluida dejando por completo olvidado el idioma japonés y usando el propio.
–Yǒu yīgè qīzi (Tenia una esposa 有一個妻子) –conto en chino.
–Hana.
–Tāmen zhù zài tián lǐ (vivían en el campo 他們住在田裡) –movía las manos enfatizando las palabra cada vez más emocionada. – Tāmen mài héfú (pero ahora vendían kimonos 他們賣和服)
Ella no lo estaba escuchando y él no entendía ni una palabra.
– ¡Ránhòu!… (Entonces yo 然後) –alzo ambas manos y fue recién allí que se dio cuenta que nadie respondía.
Miro a su esposo y lo encontró con los brazos cruzados y una línea recta formada en labios.
–¿Lo hice de nuevo?
–Hmmp.
–Lo siento. –dijo avergonzada, soltando una risita al final. –No me di cuenta.
Hiashi suspiro pesadamente y reafirmo su postura. –Esta vez habla lento y… –la miro. –En un idioma que entienda, sino te molesta. –termino con ácido sarcasmo.
–Por supuesto, mi Lord. –se acomodó en el almohadón y retomo el relato. –Bueno resulta que este hombre en realidad es un vendedor ambulante. Hace unos kimonos preciosos, con sedas que jamás había visto. –suspiro al recordar los dibujos en la tela. –Había uno que tenía unas flores de cerezo bordadas en las mangas y otros con pescados pero… –volvió a reír. –Pero eso no le importa ¿verdad?
–Hmmp.
–Pero ¡Lo que sí es importante! –elevo el tono de voz y sonrió. –Es esto. –mostro la planta en su mano. –El muérdago.
–… –él solo lo miro
–¡El muérdago sirve para hacer curaciones, mi Lord!
Con esa respuesta, todo fue cobrando lentamente sentido para el Hyuga.
–Continua.
–En mis viajes junto con la señora Kumiko-sama.
–¿Qué tiene que ver ella en todo esto? –pregunto directamente denotando el fastidio que le generaba, el solo hecho de escuchar ese nombre devuelta.
Hana se sonrió divertida. –Más de lo que cree, mi Lord. Pero sea paciente, prometo que ya termino ne'.
–Hmmp.
–Durante esos viajes recorrimos muchos pueblos. –recordó. –Usted sabe lo difícil que era conseguirle un pretendiendo a la señora. Insistía en encontrar uno a su altura, con riqueza, poder y… –levanto los dedos, enumerando cada característica. –Debía ser joven, sin hijos, en lo posible un guerrero o perteneciente a la nobleza para…
–Hana.
–Ya sé, ya sé, pero todo esto que le digo es importante, porque fue en el último viaje donde uno de los guardias se enfermó. –recordó el rostro del hombre sonrojado por el frio y la fiebre. –Intente auxiliarlo con alguna de mis infusiones, pero estaba nevando y no teníamos suficientes provisiones. La señora Kumiko se enojó mucho con nosotros porque nos atrasamos varios días para llegar hasta su siguiente pretendiente. –se encogido de hombros. –No era nuestra culpa, en realidad no era de nadie pero la señora…
–Recuerdo bien como era esa mujer Hana, no debes decírmelo.
La matriarca volvió a sonreír ante la evidente molestia de su marido. Eran tan adorable cuando ponía esa cara de gruñón.
–Bueno si me pregunta… –jugo con un dedo sobre su propio kimono, evocando un fingido aire tímido. –No puedo culparla. –lo miro, más rápidamente volcó la vista a su falda. –Ya sabe, era el último viaje. –se mordió el labio sutilmente.
–¿Y?
La matriarca casi cayo de bruces al suelo, ante el poco tacto de su esposo.
–¡Hia-kun, el ultimo pretendiente fuiste tú! ¿Ya lo olvidaste? –frunció los labios mientras sentía sus mejillas sonrojadas. –Yo también me habría apurado si hubiera sabido que era usted él que aguardaba. Hasta habría caminado por la nieve de ser necesario.
Él Hyuga toseo de forma seca, mientras volteaba ligeramente el rostro hacia un costado, completamente avergonzado.
–Puedes… –trago con fuerza, obligándose a no tartamudear. –Puedes continuar.
–Bueno, recuerdo que entonces yo junto con el resto de los guardias levantamos la carroza de la señora y caminamos varios kilómetros.
–Espera.
–¿Qué?
–Tú… ¿levantaste la carroza?
–Sí.
Hiashi frunció el ceño e interrogo en tono seco. –¿Te obligaron?
–El guardia había enfermado.
–Eso no responde a mi pregunta.
–Bueno. –se llevó la uña del pulgar a la boca y la mordió ligeramente. –No lo pidieron explícitamente. –murmuró en voz baja.
–¡Hana!
–¡Pero yo lo hubiera hecho si me lo hubiesen pedido! –quito la mano. –Además eso no importa ahora. –lo interrumpió, sabiendo lo terco que podía llegar a ser. –El guardia estaba enfermo y necesitaba descansar Hiashi, por ende debía estar adentro.
–¿Y si tú enfermabas?
–Pero eso no paso.
–Pero podría haber pasado.
–Pero no paso. –le repitió convencida. –Además le asombraría lo fuerte que soy.
Hiashi murmuro algo entre dientes, pero no llego a escucharlo, así que al ver que él no volvía a hablar, Hana considero el enfrentamiento como una victoria y retomo la palabra.
–Como le decía la nieve hacía difícil incluso ver, pero después de algunas horas finalmente encontramos una pequeña casa. –sonrió al rememorar el alivio que había sentido en ese momento. –Estoy segura mi Lord, que si hubiera nevado un centímetro más, ni siquiera la abríamos visto. Tenía la esperanza de que nos dieran provisiones, algo con lo que yo pudiera hacer mis tés. Pero al final… –fijo la vista en el tallo que descansaba entre sus manos. –El buen hombre me regalo esto.
–Muérdago.
–Sí
–Y lo salvo…
–¡¿Puede creerlo?! –su sonrisa no hizo más que agrandarse. –Una pequeña planta, mi Lord, fue… mágico. –miro el muérdago. –El hombre que vivía allí me enseño como usarla. La hervimos en agua y se la dimos de beber al guardia. A la mañana siguiente ya estaba mejor y pudimos retomar nuestro viaje.
–Ya veo. –perdió algunos unos segundos, contemplando la emoción que irradiaba en los ojos de su esposa. –Entonces… –hablo llamando su atención. –Supongo que vas a usarla para alguna infusión ¿no?
–No. –negó con la cabeza. –Bueno, aun no. –aclaro. –La tendré guardada para una ocasión de riesgo. –dijo seriamente. –Sinceramente espero no tener que usarla.
–Comprendo.
–No lo veo emocionado.
–El estudio de las plantas nunca me llamo demasiado la atención. Esa es un área que prefiero dejártela a ti.
Hana hizo una mueca con los labios, inflando ligeramente sus mejillas. –Está bien, pero aun así insisto en que debería permitirse conocer, aunque sea, algunas recetas básicas, mi Lord.
–Ya hemos hablado de esto antes, Hana.
–¡Pero le seria de mucha ayuda en las misiones, enserio! –insistió.
Hiashi suspiro. –Están los shinobis médicos para ello.
–Pero no es lo mismo. –lo contradijo con cierta molestia en la voz. –Si se quedan sin chackra o están en medio de la nada. –movió las manos enfatizando así lo que decía. –Debe contar con las nociones básicas para hacer ungüentos o infusiones. La naturaleza es sabia si uno se permite conocerla.
–Entonces deberías enseñarle.
–¿Disculpe?
–Tienes conocimiento de sobra sobre herbologia, no dudo de que tus capacidades serian de gran utilidad para los Ninja Médico (医療忍, Iryō-nin)
–No se burle.
Hiashi alzo una ceja, escéptico.
–¿Alguna vez lo hice?
Hana se movió incomoda y esquivo la mirada mostrándose algo tímida.
–Tal vez pueda… –respondió en voz baja. –Pero antes tengo mucho que aprender y crear. Todavía mis infusiones no son 100% seguras y no me gustaría poner a alguien en riesgo, por ello… –se acomodó el cabello tras la oreja y retomo el asunto principal. –¿En que estábamos? Ah sí, el muérdago. –se sonrió. –Mi Lord… ¿Sabe lo que significa el muérdago?
–¿Eso es importante?
La mujer se rio y asintió. –Todo es importante mi Lord, a veces los significados nos orientan para que se usa o la historia que traen consigo. –volvió la vista a la planta. –La verdad es que tiene distintas versiones, algunos dicen que atrae la paz o que es un amuleto protector.
–Hmmp.
–Otros un beso.
–¿Qué? –su atención regreso con más energía y Hana sonrió coqueta.
–Oh ya sabe. –llevo el dedo índice a su propia boca y lo beso. – Wěn (Beso 吻) –dijo con un tono suave y lento provocando el sonrojo en él Hyuga. –Es una tradición. –levanto el muérdago hasta encima de su cabeza. –Si el muérdago es visto arriba de una pareja, estos son obligados a besarse. Si lo hacen, tendrán un amor eterno, sino… Nunca se casaran. Aunque. –sonrió de forma pequeña y tímida, mientras un rubor le espolvoreaba las mejillas. –Creo que él ya hizo su magia con nosotros ¿no, Hia-kun?
–Hana.
Ella se mordió sutilmente el labio mientras lo miraba de forma esquiva.
–Sus ojos me dicen que está pensando en algo.
–Tal vez. –respondió él
–Bueno… –Ella se movió ansiosa mientras pasaba un mechón de su cabello tras la oreja. –Yo ya termine de hablar.
–Y como siempre hablaste demasiado.
–¿Es ello una queja, mi Lord?
–Considéralo como quieras, mujer. –Su mirada fue tan intensa como él tono de su voz.
…
…
…
–Ven aquí. –señalo a su lado. –Acércate, Hana.
En ese momento, Hiashi desplegaba su autoridad como primogénito. Esa soberbia y confianza infinita, que llevaba consigo hasta en los recovecos de la intimidad.
–¿Por? –su tono fue tan agudo como falso. –¿Volverá a regañarme, mi Lord? –se atrevió a preguntar.
Él sintió el cosquilleo propio que dejaba la ansiedad, ante esa falsa sumisión.
–¿Tienes algún motivo por el que deba castigarte? –le siguió el juego.
Ella sonrió con una esencia coqueta y lujuriosa que entraba en contradicción con sus rasgos angelicales.
–Tal vez…–se encogió de hombros. –No hice nada malo hoy, pero... –apenas dejo ver la punta de su lengua mientras se humedecía los labios. –Estoy segura que motivos nunca faltan ne'.
Los ojos del hombre se oscurecieron
–Ven aquí, Hana. –volvió a marcar su lado. –Esta vez no escaparas mujer. Cumplirás con tus deberes como esposa.
Y la matriarca sonrió. Con toda la seducción en el aire gateo hacia él diciendo:–Solo si usted promete hacer lo mismo con los suyos… Zhàngfū (Esposo 丈夫).
Continuara…
Es la primera vez que interactuó con esta pareja, es difícil cuando no hay referencias, pero lo tomo como todo un reto y me pongo manos a la obra. ¿Qué opinan? ¿Les gustan esta faceta de los líderes del clan Hyuga? Sin duda es inusual ver a Hiashi enamorado ¿no? pero quien sabe que hizo ese hombre en su juventud o mejor dicho... quien era Hiashi de joven.
Pero bueno eso es todo por ahora, pero tranquilo que pasadas las 24hs, que es lo puesto por fanfiction, subire el ultimo capitulo de esta pequeña entrega especial.
Como dije antes no puedo prometer fechas pero me estoy poniendo al corrientes con mis dos bellas y grandes historias: "El habanero sangriento VS el ogro" y "Señales" preparen bien los ojos, porque se vienen cosas asombrosas.
Recuerden que esas dos historias, más este pequeño especial conforman UNA HISTORIA MÁS GRANDE... A veces para tener la imagen completa, hay que leer los detalles. Sin más me disculpo nuevamente por hacerlos esperar y reitero mi invitacion al grupo de Facebook "Todo sobre el clan Hyuga", estoy ahi como administradora, bajo el mismo nombre...
Saludos y nos leemos muy pronto!
