Titulo: La Llave Suprema

Resumen: Tamao es una princesa que ha perdido lo más valioso y ya no siente deseos de vivir, en cambio Ren morirá pronto a causa de una maldición, pero antes de que esto suceda hará todo lo posible para que esto no suceda.

Declaimer: Shaman King pertenece a su respectivo autor esta historia la hice por diversión y nada mas.

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CAPITULO 5

La joven pelirosa siguió silenciosamente a la doncella rubia que le mostraba el camino, durante casi todo el trayecto ninguna de las dos hizo esfuerzo alguno por entablar una conversación, o al menos eso fue hasta que la de cabellos rosados decidió romper con el molesto silencio.

- ¿Lleva mucho tiempo al servicio de palacio? – pegunto bajamente la joven.

- Desde que era una niña – la voz de la rubia se escucho hasta cierto punto cortante.

- Ya veo... – no se atrevió a preguntar nada mas al ver la expresión fría en el rostro de la doncella.

- Veo que tu y Jun se hicieron muy buenas amigas – la miro de reojo sin que su semblante serio variara en lo absoluto.

- Es una niña encantadora, es fácil encariñarse con alguien como ella rápidamente - las palabras de la joven fueron sinceras, la verdad se había divertido bastante al lado de la pequeña.

- Um... – Ana no detecto ninguna clase de mentira en lo dicho, mas bien sintió como si a la joven también le doliera separarse de la pequeña princesa a pesar del corto tiempo que llevaban de conocerse – te convenció para que entraran en mi habitación ¿no es así? – dijo tranquilamente la muchacha de dorados cabellos sin mostrar sobresalto en sus palabras un solo segundo.

- L-lo lamento, lo lamento mucho en verdad... – apresuradamente trato de disculparse, estaba muy avergonzada por lo ocurrido ya que desde un principio supo que estuvo mal el haber tomado sin permiso las pertenencias de la otra chica – le pido mil disculpas, nunca fue mi intención haber irrumpido así en su habitación y mucho menos tomar sus cosas sin su permiso pero es que...

- Descuida... – dijo la rubia inesperadamente sin que su rostro mostrara variación alguna en sus gestos.

Solía ser algo desconfiada con las personas que acababa de conocer, pero extrañamente sintió que podía confiar en la joven pelirosada que tenia a sus espaldas, sabia que debía estar furiosa por el hecho de haber tomado sus cosas sin su permiso, pero mas que enojo le causo gracia la reacción que tuvo para con ella, se veía que de verdad estaba bastante arrepentida por lo ocurrido así que decidió no hacer un escándalo por una cosa tan insignificante, además de que ese vestido jamás le había gustado, esa era una excusa perfecta para deshacerse de el sin ofender a la reina.

- En verdad lo lamento – presiono fuertemente sus manos sin que la vergüenza que sentía se disipara por minutos.

- Ya te dije que no tiene importancia – una leve sonrisa se formo en sus labios – seguramente Jun tubo mucho que ver con que consintieras a tomar el vestido.

- Lo lamento...

- Llegamos – dijo repentinamente la rubia mientras habría una gran puerta, detrás de la cual se encontraban algunas de las mucamas que se encargaban de la lavandería del palacio.

- S-señorita Ana – dijo sorprendida una de las jóvenes al notar su presencia alertando rápidamente a las demás que inmediatamente mostraron sus respetos a la recién llegada – ¿q-que hace aquí?

- Hace unas horas mande unas ropas a lavar con una de las criadas, tráiganlas ahora – dijo en tono autoritario la rubia.

Tamao se sorprendió un poco al ver como las sirvientes del lugar acataban de inmediato la orden dada, todas ellas parecían tenerle cierto miedo, pero sobre todo respeto a la joven de ojos negros y cabello dorado.

Por su aspecto la pelirosada calculo que esta seria solamente uno o dos años mayor que ella, pero a pesar de eso ya mostraba una gran autoridad de mando ante los demás haciéndola a los ojos de la joven una persona sumamente segura e independiente, despertándose en la pelirosa una gran admiración por aquella chica.

- Aquí están las prendas señorita Ana – la joven de hacia unos momentos presento ante la chica rubia las vestimentas referidas.

- Muy bien... aquí tienes – regreso el atuendo a la pelirosada que ya estaba lavado y justamente planchado para que esta pudiese usarlo cuanto antes.

- Gracias – hizo una pequeña reverencia en muestra de su agradecimiento.

- Sígueme... los demás objetos se encuentran en otro lugar...

Las chicas salieron de aquella habitación para después dirigirse a unas enormes escaleras que estaban a la vuelta de uno de los pasillos, las dos subieron calmadamente por ellas y atravesaron por un enorme corredor que estaba al final de estas, mismo que le resulto algo familiar a la joven de cabellos rosados.

Entraron en una habitación que estaba en el fondo del corredor, esta vez Tamao pudo identificar el lugar y se dio cuenta de que era la misma habitación donde había pasado la mayor parte del día.

La joven rubia se dirigió a una cómoda que estaba enfrente de la enorme cama que se encontraba en el centro de la habitación, de ahí saco las pertenecías antes descritas.

- Esto era todo lo que traías cuando el príncipe Ren te trajo...

- Muchas gracias – le sonrió aliviada al ver que no faltaba nada... - Y... ¿donde esta Alamí?

- ¿Te refieres al caballo?

- Si... ¿dónde esta? – pregunto un poco nerviosa, temía un poco que ese par de sujetos que intentaron llevárselo le hubiesen hecho algo malo.

- Se encuentra en una de las caballerizas, Yoh lo dejo ahí para que descansara ya que se veía bastante agotado...

- Ya veo – su sonrisa fue mas grande al saber que su fiel amigo estaba bien - ¿Y cuando podré verlo?

- Le diré a Yoh que te lleve con él, aunque... ¿no crees que ya es algo tarde para que cabalgues? además de que es muy peligroso que lo hagas tu sola – dijo la rubia un poco preocupada.

- Descuide señorita Ana, estaré bien – le sonrió apaciblemente la muchacha.

- Si tu lo dices... – dijo al contemplar mejor a la chica que estaba a su lado, a primera instancia daba la impresión de ser alguien realmente frágil, era casi como una muñeca de porcelana la cual se podía romper si no la tratas con cuidado, no entendía como una joven así viajaba sin la compañía de nadie que la protegiera – te dejare a solas para que te cambies de ropa… mientras tanto buscare a Yoh para que te indique el camino a las caballerizas, espérame en el salón central del palacio.

- ¿El salón central? – pregunto un poco confundida.

- Si, es el enorme salón que esta junto al comedor... – dijo tranquilamente la rubia.

- Esta bien – contesto la joven sin hacer una pregunta mas.

La doncella confió en que había entendido bien las indicaciones por lo que salió de la habitación sin decir nada mas, dejándola a solas.

Después de haberse puesto nuevamente sus ropas, dejo el hermoso vestido acomodado cuidadosamente sobre la cama y salió al pasillo dirigiéndose al salón central del palacio tal como se lo habían dicho, mas sin embargo las cosas no salieron como estaban planeadas ya que en el camino no puedo evitar perderse entre tanto pasillo.

Sin saber que hacer y sin encontrar a alguien a quien pedir ayuda u orientación, camino de frente hasta encontrarse con unas escaleras que creyó le eran familiares o por lo menos eso pensó, puesto que termino mas desubicada que antes, en esos momentos empezó a embargarla una enorme desesperación al verse envuelta en ese enredo de puertas, pasillos y escaleras.

Ya derrotada y sumamente frustrada por no poder encontrar la salida, además de que los dolores que tenia en todo el cuerpo no le dejaban un solo instante en paz, decidió detenerse a descansar tomando asiento en un pequeño sillón que estaba en medio de uno de los corredores, al estar ahí por un rato no pudo evitar fijarse en una enorme puerta que se encontraba a su frente, esta se distinguía fácilmente de las demás porque estaba en su totalidad tallada en altorrelieve, con varios motivos que a simple vista no pudo comprender.

Aunque rápidamente su atención se fijo en otra cosa… eran varios sonidos que salían de la habitación detrás de la puerta, lentamente se acerco al percatarse que los ruidos eran voces de personas, se sintió aliviada al pensar que quizás le podrían dar alguna indicación de cómo llegar al salón central, estaba a punto de llamar a la puerta cuando pudo reconocer las voces que provenían del interior.

No supo el por qué de sus acciones, pero algo la impulso a oír la conversación que del otro lado se estaba tratando, sabia perfectamente que estaba mal hacerlo pero aun así escucho...

- Madre lo siento, pero ni usted ni nadie hará que cambie de parecer... – la voz del joven se escuchaba tranquila

- Pero es que es una insensatez de tu parte, no puedo dejarte cometer una locura así – replico la mujer angustiada ante las palabras de su hijo.

- Mi decisión ya esta tomada saldré mañana a penas amanezca - el muchacho se mantuvo firme en su postura.

- Hijo, entiendo a la perfección como te sientes, pero es que tu compromiso ya no puede retrasarse por mas tiempo – la mujer trato de recobrarse para poder hacer frente a la deliberada decisión de su primogénito.

- Ya lo hemos pospuesto por dos años – continuo hablando – deberías haber asumido el trono a los dieciocho años, sin embargo te apoye para que no lo hicieras hasta los veinte que es el tiempo limite para que ocupes tu lugar...

- Si bien reconozco que a pesar de ello te has hecho muy bien cargo de las compromisos que tendrías al ser rey, pero es que esto ya no puedo detenerlo esto por más tiempo, es tu responsabilidad y tienes que enfrentarla.

- Eso lo sé mejor que nadie… pero entienda que tampoco puedo quedarme tan tranquilo, no me puedo resignar a perder la guerra antes de comenzar a pelear – la reina entendía a la perfección las palabras de su hijo, sabia la desesperación que ahora debía sentir al saber que su vida se acortaba cada día que pasaba, pero aun así no podía dejarlo partir.

- Tengo que matar a ese bastardo para que esta maldición que nos ha perseguido por cinco generaciones desaparezca – señalo el muchacho perdiendo un poco la paciencia.

- Pero si fracasas tu tiempo de vida será mas corto que antes debes entenderlo tu también… yo no soportaría perderte… no tan pronto… - su voz casi se quiebra al tratar de hacer que entendiera por ultima vez.

La pelirosada que hasta ahora había estado tras la puerta, no entendía muy bien lo que estaba pasando entre el peliviolaceo y la reina, esa conversación no le concernía a ella, entonces… ¿por qué estaba tan interesada en saber cual era esa maldición que el chico había mencionado, siguió en aquella posición por un rato mas sin hacer sonido alguno.

- Yo no voy a ser el que va morir, eso se lo prometo madre… - sus palabras estaban llenas de odio, la reina sabia que no estaba bien que este pensara así, pero no pudo hacer nada para persuadirlo.

- Esta bien… - la mujer por fin accedió – pero hay una condición que deberás cumplir para hacerlo.

- ¿Condición?

- Así es… - la reina se sereno un poco – solo te daré tres meses para buscarlo… si para cuando llegue la fecha no has cumplido con tu cometido volverás inmediatamente y asumirás el trono tomando por esposa a la princesa que yo elija…

- Pero…

- Ah, ah, ah… - negó la reina antes de que dijera algo – yo ya te di bastante tiempo para que escogieras a alguien que te agradara y de hecho todavía puedes hacerlo... es tu decisión ¿lo tomas o lo dejas?

- Muy bien madre, acepto su propuesta, si para la fecha acordada yo no eh conseguido matar a Yuerame haré lo que me pide si poner objeción al… - no pudo terminar su frase porque justo en ese momento alguien irrumpió en la habitación sin previo aviso…

- ¿Yuerame…! - una joven pelirosa sumamente alterada se presento – ¿dijo Yuerame!

- ¿Que demonios haces tu aquí? – dijo el peliviolaceo algo irritado por aquella interrupción.

La chica hizo caso omiso a sus palabras y se encamino rápidamente hasta quedar frente a él.

- Contésteme, dijo que se vengaría de Yuerame ¿no es así?... – la joven paresia estar fuera de si.

- Si eso dije – le contesto fríamente el chico – ¿pero tu que relación tienes con ese sujeto?

- Él es... – bajo la mirada al sentir como sus ojos se llenaban de lagrimas por la rabia que estaba experimentando en ese momento, apretando fuertemente los puños para tratar de calmarse un poco – él es el asesino de mi padre.

- Je... – sonrió sarcásticamente el muchacho – ¿y seguramente tu también quieres desquitarte de él?

- Por supuesto – afirmo la joven – mi padre era una persona muy bondadosa que no merecía morir de esa forma... – la presión sobre sus puños fue mayor – nunca voy a perdonarlo por haberlo apartado de mi.

- ¿Y como piensas hacerlo?... digo, si se puede saber – la ironía en sus palabras no había disminuido en lo absoluto.

- Escuche que usted también lo estaba buscando...

- Si... ¿y que con eso?

- Quiero que me permita acompañarlo.

- ¿Lo dices enserio? – se burlo de la joven.

- Por supuesto – se escucho muy segura de lo que decía.

- Pero si solo eres una chiquilla ¿qué edad tienes¿catorce o quince años?... – siguió con la burla hacia la joven.

- Acabo de cumplir diecisiete y no soy ninguna chiquilla – se mostró molesta ante el comentario.

- Aun así sigues siendo una mocosa – sonrió irónicamente el joven – aunque eso es lo que menos importa ahora, porque aunque tuvieras treinta años de todos modos serias una molestia para mi – la arrogancia de ese chico hizo a Tamao enfurecer un poco.

- Yo no lo creo así – dijo casi con la misma ironía que estaba empleando el muchacho – créame que yo podría buscarlo sola y de hecho es lo que eh estado haciendo, pero si usted me ayuda a buscar me resultaría mas fácil encontrarlo – fue entonces que el joven se dio cuenta que las palabras de la chica eran ciertas – ¿me ayudara, si me hago pasar por un muchacho no tendremos tantos problemas.

- No, claro que no, crees que por que te vistes de hombre pasaras desapercibida… con esas ropas no engañaras a nadie.

- Lo engañe a usted – dijo hábilmente la chica – entonces que dice ¿me llevara con usted?

- ¡Estas completamente loca! – si quería sacar al chico de sus casilla lo había logrado – como voy llevarte conmigo, serias solo un estorbo… olvídalo si quieres encontrar a Yuerame tendrás que hacerlo tu sola.

- Le prometo que no seré un estorbo – la chica no se movió a pesar de lo amenazadora que era la voz del chico - por favor permítame acompañarlo...

- He dicho que no... – estaba tan furioso que casi la calcina con la mirada

- ¿Pero por que no? - esta le sostuvo fríamente la mirada, si el chico era terco, ella era mas cuando se lo proponía.

- Ya te dije que solo serás un estorbo, o ya se te olvido lo que paso en la mañana...

- Eso fue un accidente – contesto la chica con una rabieta un tanto infantil.

- Si… claro – dijo sarcásticamente el muchacho – entonces me causaras muchos mas accidentes a mi.

La reina observo atenta aquella escena, jamás pensó ver a su hijo perder tan fácilmente la paciencia con alguien, al contrario él era el que terminaba desesperando a quien lo retaba al mantener siempre ese carácter frió e indiferente, pero había algo distinto en esa chica, algo que lo hacia perder los estribos.

- Vamos Ren sus argumentos son validos – dijo la mujer algo divertida mientras que una idea empezaba a formarse en su cabeza...

- Pero madre ¿qué esta diciendo? – pregunto el chico un poco desconcertado por la acitud que había tomado su madre a favor de esa desconocida.

- Tienes que darle crédito, se necesita de mucho valor para enfrentarse a ti tal y como ella lo esta haciendo... – la reina estaba conteniéndose de no reír ante las actitudes tan infantiles de ese par – además no es tan mala idea que te acompañe, quizás ella pueda ponerte bajo control y evitar que hagas una locura.

- Su majestad...

- ¡Madre no puede estar hablando enserio...!

El joven violáceo al igual que la pelirosada apenas si podía creer las palabras de la reina...

- ¿Me harías un favor Tamao? – la mujer se acerco lentamente a la muchacha, al estar frente a ella la tomo suavemente de las manos, esta acción tomo a la joven por sorpresa.

- S-seguro... – titubeo un poco por lo repentino de la pregunta.

- ¿Cuidarías de Ren en ese viaje que piensan emprender? – su voz era dulce y tranquila.

- ¡Que!... – el ambarino estaba mas que furioso - ¿Esta hablando en serio? – la reina pareció ignorar las palabras de su hijo.

- ¿Me prometes que lo harás? – presiono mas fuerte las manos de la joven mientras un extraño brillo aparecía en sus ojos.

- Se lo prometo – respondió decididamente la chica, mientras adoptaba los mismos gestos de la reina, Ren ya no podo contener la enorme furia que estaba sintiendo, por lo que decidió salir de la sala para ya no escuchar las barbaridades que decían esas dos mujeres.

- ¡Detente en este mismo momento Tao Ren! – la fuerte voz de la reina resonó en la habitación parando en seco al muchacho que estaba a punto de salir.

El chico se giro lentamente, volviéndose nuevamente a las dos personas que estaban de pie atrás de él.

- ¿Qué pasa? – hablo presionando fuertemente los dientes al no poder controlar su enojo.

- Eh tomado una nueva decisión respecto a tu partida – dijo serenamente la hermosa mujer.

- ¿De que se trata? – el chico trato de calmarse un poco.

- Es respecto a nuestro trato… decidí modificar un poco nuestro convenio...

- ¿A que se refiere?... ¿como que lo modifico? – el joven violáceo hablo lo mas tranquilamente que pudo.

- Si... hay una nueva condición en el – sonrió la reina pero sin dejar su seriedad de lado.

- ¿Condición?... explíquese – nuevamente estaba perdiendo la paciencia.

- La condición es que lleves a Tamao contigo,

- ¿Cómo! – se oyó decir a los dos jóvenes al uníoslo.

- Pero madre...

- Si no lo haces haré que la coronación sea mañana mismo.

- No puede hacer eso...

- Oh, si que puedo y lo haré si no aceptas mis condiciones.

- Pero...

- ¿Aceptas?

- Si no hay otro remedio... – dijo entre líneas el de cabellos violáceos – si esas son todas sus condiciones me retiro – dio una ultima mirada despectiva a la joven que estaba de pie junto a la reina y después salió de la habitación como alma que lleva el diablo dando un fuerte portazo que demostraba todo el enojo y frustración que estaba sintiendo en esos momentos al perder por primera vez en su vida todo el control sobre sus emociones.

- "Muy bien mocosa engreída, esta vez ganaste, pero desearas jamás haber tomado esa decisión, créeme que vas a pagarlo muy caro" – pensaba el chico de camino a su habitación, ya un plan se estaba trazando en su mente para deshacerse de ese estorbo lo antes posible.

La reina por su parte ofreció amablemente a Tamao pasar ahí la noche para que a la mañana siguiente pudiese continuar con su próximo viaje, ella acepto con la firme idea afrontar los nuevos obstáculos que sin duda se le presentaría al frente.

Ahora ya no había marcha atrás, obtendría lo que deseaba y alcanzaría su meta al costo que fuera para después terminar con ese maldito sentimiento que muy dentro de ella seguía presente y así de una buena vez por todas obtener la anhelada paz que tanto deseaba, pero sobre todo el descanso de su alma que había sido corrompida por el dolor y el odio cuando ese sujeto asesino vilmente a su amado padre.

Continuara...

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Otro capitulo más, espero que les haya gustado y ojala sigan dejando sus comentarios, los cuales siempre son muy bien recibidos por mi, ya que así al menos me doy cuenta si voy por el buen camino o ya me desvié completamente, como sea eso es todo por ahora, hasta el próximo capitulo.