Titulo: La Llave Suprema

Resumen: Tamao es una princesa que ha perdido lo más valioso y ya no siente deseos de vivir, en cambio Ren morirá pronto a causa de una maldición, pero antes de que esto suceda hará todo lo posible para poder evitarlo.

Declaimer: Shaman King pertenece a su respectivo autor esta historia la hice por diversión y nada mas.

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CAPITULO 9

El tiempo seguía su marcha y la joven princesa no parecía dar señales de vida aun, las cosas en Zairent se ponían mas tensas a cada día que pasaba, un ultimátum se le había dado a la reina, si la princesa no aparecía en dos semanas la guerra se desataría sin ninguna clase de contemplación.

Mas que nada el rey del Este había proporcionado una prorroga gracias a la petición hecha por su hijo, el cual aun seguía hospedado en el palacio del reino del norte, este se negaba completamente a regresar hasta que no apareciera su prometida, mas sin embargo las verdaderas intenciones del joven príncipe eran otras totalmente diferentes a las que profesaba, ya que desde hacía algún tiempo su atención se había fijado en alguien más.

Una joven de cabellos celestes logro cautivarle completamente con su espontaneidad y sencillez, aunque esta parecía haber puesto algo de distancia entre ellos al darse cuenta de cuales eran las verdaderas intenciones del chico.

Ese día el joven estaba dispuesto a no dejarla escapar como frecuentemente lo hacia, ahora tenia todo fríamente calculado, hablaría con ella a como diera lugar, así que espero pacientemente en la sala principal de palacio, puesto que sabia tarde o temprano aparecería por ahí y en ese momento aprovecharía para poder conversar con ella y tal vez convencerla de tomar un pequeño paseo con él por los jardines.

Y según lo tenia previsto la joven no tardo en aparecer en el lugar, sin embargo esta no pareció percatarse de la presencia del chico pasándolo algunos pasos de largo.

- Buenos días Pilika – le dijo el peliverde a penas paso frente a él, al escucharlo esta no pudo evitar sentirse nerviosa, sabia perfectamente que esta vez no podría evadirlo.

- B-buenos días príncipe Lizerg – hizo una pequeña reverencia para después tratar de salir de ahí lo antes posible.

Siempre que estaba junto a él, este la hacia sentirse extremadamente perturbada por las actitudes que tenia para con ella, no era ninguna tonta, sabia perfectamente que las intenciones del príncipe eran algo mas que las de una simple amistad de su parte, en el fondo ella también deseaba lo mismo, pero a pesar de lo que sentía jamás aceptaría tener una relación con el chico.

Y no solo por el hecho de que su mejor amiga le había prometido regresar a tomar su lugar, sino que también lo hizo por la diferencia de clases sociales, nunca seria bien visto que una simple plebeya tuviera esa clase de trato con un príncipe, sin contar los largos sermones que su hermano le daría si se enteraba de esa situación, definitivamente no quería sufrir todo aquello por lo que decidió que lo mejor era poner un limite entre los dos.

- Con su permiso majestad tengo algo muy importante que hacer… - se dio media vuelta para salir cuanto antes del lugar.

- ¿Por qué siempre estas evadiéndome? – preguntó él haciendo que la chica detuviera inmediatamente su paso.

- Y-yo no lo evado… - trato de sonar segura en sus palabras pero en ningún momento quiso mirarle de frente.

- ¿De veras? – sonrió tranquilamente mientras se acercaba mas a ella – porque parece que tratas de escapar de mi.

- Eso no es verdad… – la joven se giro lentamente al chico que tenia a sus espaldas.

- En ese caso no te negaras a pasear un rato conmigo por los jardines de palacio – su plan estaba saliendo a la perfección.

- Su majestad, no creo que sea conveniente… - quiso safarse de aquella situación lo mas diplomáticamente posible.

- Solo te estoy invitando a caminar a mi lado, nos es que te valla a pedir algo indecoroso o ni nada por el estilo – le sonrió nuevamente con una cara llena de inocencia bastante creíble.

- Supongo que tiene razón... – le sonrió ella también – sin embargo yo aun tengo algunas obligaciones que atender, así que si me disculpa me retiro – si con eso no se libraba de él no sabia con que iba a poder hacerlo.

- Entiendo, si tienes miedo de estar a mi lado solo tienes que decirlo – no iba a dejar que se fuera así como así, si la amabilidad no servia entonces intentaría acercarse a ella por otros medios.

- ¡Yo no tengo miedo! – se mostró sumamente molesta por el ultimo comentario hecho por el chico, mira que llamarle cobarde a ella, a Pilika Usui, eso no se lo permitía ni a su hermano.

- En ese caso creo ahora no rechazaras mi ofrecimiento – le sonrió apaciblemente al ver que ahora si no tendría escapatoria.

- E-esta bien, acepto – no supo como había terminado consintiendo aquella proposición cuando dentro de si se había hecho la firme promesa de negarse a cualquier invitación hecha por ese joven.

Los dos caminaron por un largo rato en las jardines traseros del palacio, en todo ese trayecto no se dijeron una sola palabra formándose así un incomodo silencio entre ellos.

- Escuche que tu hermano estará fuera de palacio por unos días… – el chico trato de romper con el molesto silencio.

- Si – le dijo secamente sin querer dar una explicación mas amplia del porque su hermano emprendió aquel viaje.

- Ya veo… - su intento por sacar alguna clase de conversación no estaba dando resultados satisfactorios – según me dijiste vives en el palacio desde que eras pequeña ¿no es así?

- Así es… - trato de contestar, tampoco quería que pensara que era una chica frívola – mi hermano y yo nos mudamos aquí poco tiempo después de morir nuestros padres.

- De verdad... no lo sabia – le dijo contemplándola mejor bajo los rayos dorados del sol vespertino, dentro de un rato mas anochecería - ¿pero no entiendo como fue que terminaste trabajando para el palacio?

Le hizo una pequeña seña para que tomaran asiento en una de las muchas bancas que estaban esparcidas a lo largo del jardín, desde esta se podía ver tranquilamente el horizonte donde el sol empezaba a declinar.

- Pues vera… - comenzó a relatarle una pequeña historia de cómo fue que llego a ese lugar para satisfacer su pregunta – Horo y yo vivíamos en una pequeña aldea en las afueras del reino, y aunque no la recuerdo bien siempre eh tenido presente de que era un lugar muy hermoso, lleno de flores y árboles frutales...

- Mi padre era el jefe de la aldea la cual era relativamente pacifica por lo que llevábamos una vida tranquila y sin preocupaciones, o al menos eso fue hasta que una terrible epidemia arrazo con ella – su rostro se ensombreció un poco – al principio los adultos creyeron que solo era una especie de gripe por lo que no hicieron mucho caso...

- No se dieron cuenta de la gravedad del problema hasta que ya era demasiado tarde, cuando las personas empezaron a morir a causa de esa peste – la voz de la chica se oyó muy triste – mi madre cayo primeramente enferma, después le siguió mi padre y así sucesivamente hasta que solo quedamos mi hermano y yo – volvió su vista al chico con un dejo de tristeza en su mirada pero sin derramar una sola lagrima.

- Después de eso mi tío, que en ese entonces era el consejero principal del palacio, nos recibió gustosamente bajo su protección y así fue como nos quedamos a vivir aquí aun a pesar de que cuatro años después el también falleciera debido a lo avanzado de su edad.

- Pilika yo lo lamento… no debí preguntar – trato de disculparse el chico.

- Descuide, no tiene porque lamentarse de algo que ya quedo en el pasado y no tiene remedio – le sonrió débilmente – yo nunca lo hecho, las cosas siempre suceden por una razón y si esa era que conociera a gente buena como la familia real y las demás personas que viven en el palacio no me queda mas que aceptarlo.

- Créeme que admiro mucho la fortaleza que tienes – tomo suavemente una de su manos haciendo que esta se sonrojara un poco – yo no se si podría tomar las cosas tan tranquilamente como tu lo haces… quizás esa sea la razón por la que me gustas tanto – bien, lo había dicho, ahora solo le quedaba esperar la reacción de la joven.

- Príncipe yo no creo que esto este bien – le dijo con la cara mas roja que un tomate al momento que se soltaba de su agarre – usted muy pronto se casara con la princesa Tamao y sinceramente creo que no le he dado lugar para esa clase de comentarios.

- Lo se y te pido me disculpes – la miro dulcemente con sus hermosos ojos color esmeralda – pero es que simplemente tenia que decírtelo, era algo que debía hacer.

- Alteza yo… - sabia que debía poner un limite en ese momento y apartarse de él cuanto antes, pero no pudo, estaba como hipnotizada por la bellísima mirada de ese joven – yo no quiero esto.

- Tampoco te estoy pidiendo que me aceptes... solo deseo ser tu amigo, nunca te obligaría a hacer algo en contra de tu voluntad – el intenso azul que estaban denotando los ojos de la muchacha podía demostrar todo lo que en su interior se estaba viviendo en ese momento.

- N-no es eso – dijo tímidamente ella – es que no quiero hacerme falsas ilusiones ya que sé, este sueño terminara muy pronto y lo que menos quiero es enfrentarme a la dura realidad.

- Te prometo que esto no será solo un sueño – se sintió feliz al ver que no le era para nada indiferente – si tu aceptas quedarte a mi lado te prometo que haré hasta lo imposible porque esto no quede en eso, un simple sueño, si no que se ara realidad para que los dos podamos estar juntos siempre.

- Todo se oye tan hermoso dicho de esa manera, pero la realidad es otra muy diferente, su padre al igual que mi hermano nunca aceptaran una relación así – los últimos rayos de luz del día hacían que pudiese vislumbrarse tenuemente la expresión de amargura en el rostro de la doncella de celeste cabellera.

- Si tan solo me dieras una oportunidad te demostraría que no es así – la tomo suavemente de la barbilla para que lo mirara a los ojos y supiera que no estaba mintiendo – yo lucharía incluso con mi padre por defender esto que siento por ti, solo dame una pequeña oportunidad de demostrarte que nuestra relación puede durar para siempre si lo deseas tanto como yo...

- Podríamos intentarlo, pero... – susurro mientras el chico se acercaba lentamente a su rostro tomando un algo de confianza por el último comentario de la chica, atreviéndose a rozar un poco sus labios con los de él acción que ella correspondió de alguna manera...

- Todo estará bien... – murmuro con felicidad separándose un poco – te lo prometo... – volvió a besarla pero esta vez con mas intensidad, lo que al principio fue un tierno rose de labios se convirtió en un apasionado beso en el que los dos se sumergieron sin importar las consecuencias que esto conllevaría mas adelante.

♦♦♦♦♦♦♦♦

El chico de cabellos violáceos llevaba ya casi tres días inconsciente, y a pesar de que el doctor dijo que esto era algo normal debido a la gran cantidad de sangre que perdió, la joven se encontraba muy preocupada por su estado de salud.

En todo ese tiempo no pudo dormir muy bien al estar siempre al pendiente del joven ambarino, estaba extremadamente agotada al tener ya dos noches en vela, sus ojos se cerraban ya por si solos llegando al extremo que no pudo mas y se quedo profundamente dormida en una silla que estaba frente a la cama del muchacho, recostando sus brazos sobre la colchoneta mientras apoyaba suavemente su cabeza sobre ellos.

El joven abrió paulatinamente su hermosos ojos de color ámbar, a primera instancia no pudo reconocer el lugar en el que se encontraba y mucho menos como era que había llegado hasta ahí, lo cual lo obligo a levantarse de golpe al recordar lo ocurrido antes de quedar inconsciente, sin duda la primer cosa que vino a su mente fue el bienestar de aquella chica que hasta ahora había sido su acompañante en este largo camino.

Pero se tranquilizo inmediatamente al verla a su lado recostada sobre una incomoda silla placidamente dormida, se preguntaba cuanto tiempo tendría inconsciente como para haber llegado a ese lugar extraño sin que se diera cuenta, pero sobre todo como le habría hecho la chica para llevarlo hasta ahí ella sola.

Se levanto lentamente de la cama sin hacer ningún ruido para no despertar a la joven que yacía profundamente dormida, por su expresión en el rostro podía darse cuenta de que estaba extremadamente agotada así que decidió recostarla en su cama para que pudiera descansar mejor.

Después noto las nuevas vendas sobre su hombro el cual ya estaba considerablemente mejor, al parecer la joven se encargo de curarlo mientras estuvo inconsciente, busco por todos lados sus ropas divisándolas justamente dobladas en una cómoda frente a la cama, se sorprendió un poco al ver que estaban lavadas y planchadas.

- "Esa chica es sorprendente" – se decía mentalmente mientras una pequeña sonrisa se formaba en sus labios – "pudo manejar muy bien la situación ella sola".

Después de vestirse tomo asiento en la misma silla en la que momentos atrás estuvo la joven pelirosada, aun no podía creer que una chiquilla tan frágil como ella o al menos que aparentaba ser frágil ya que debía admitir que era mucho mas fuerte de lo que imaginaba, podía haberse ganado su confianza pero sobre todo su respeto en tan poco tiempo.

Esa niña era tan diferente a las otras chicas que conoció anteriormente, ella era sincera y honesta en cada una de sus acciones, era la primera que estaba a su lado sin ninguna clase de interés o ambición oculta, además de ser también la única que había soportado de alguna manera su duro carácter.

La observo detenidamente por varios minutos tratando de encontrar una explicación lógica del porque le hacia sentir aquello, estaba tan confundido por todo esto que no supo cuanto tiempo paso contemplándola, tratando de grabar en su memoria cada fino rasgo de su bello rostro.

Solo pudo volver a la realidad cuando la chica decidió cambiar de posición acomodándose de alguna manera mejor en la cama, por la repentina acción varios mechones rosados cayeron sutilmente por su rostro ocultando parte de su fisonomía, sin pensar el joven trato de apartarlos para descubrir nuevamente el hermoso rostro de la joven, paso suavemente su mano sobre la cara de ella pero provoco sin querer que se despertara.

Al principio creyó que aun estaba soñando por lo que no hizo ningún intento de separar la mano del chico de su cara, de hecho paso la suya sobre la de él sonriéndole tiernamente, el joven se sonrojo un poco por la maniobra apartando rápidamente su mano, fue entonces que ella se dio cuenta que no era un sueño como ella lo pensó.

- J-joven Ren... – esta se levanto rápidamente muy sorprendida, no sabia en que momento lo papeles se invirtieron – ¿q-que hace levantado? debería estar descansando.

- Tranquilízate ya estoy bien – trato de borrar toda huella de emoción en su rostro pero un ligero tono carmesí permanecía insistentemente en sus mejillas.

- No, eso no es cierto, usted debería estar descansando ahora – lo miro como si tratase de reprender a un niño desobediente – el doctor Fausto dijo que tenia que reposar al menos cuatro días mas.

- Te digo que ya estoy bien – le dijo tranquilamente el ambarino – además tenemos que partir cuanto antes... supongo que ya hemos perdido demasiado tiempo este lugar.

- Eso no importa ahora, mi... quiero decir nuestra prioridad en este momento es su salud y nada mas – le decía mientras se ponía de pie rápidamente – así que no quiero ninguna clase de pretexto – mas que otra cosa parecía que la chica estaba ordenándole lo que tenia que hacer.

- Pero... – trato de objetar mas fue inútil.

- Ningún pero – le miro de forma reprendedora haciendo que el chico se quedara cayado, ella nunca le había hablado de esa manera – no sabe lo mucho que me angustie cuando quedo inconsciente en el bosque, por lo que no quiero que me de otro susto así, se quedara en este lugar hasta que el doctor diga lo contrario – se encamino hacia la puerta.

- Pero...

- Ahora iré por algo de agua y unos vendajes limpios para curar su herida – decía mientras salía de completamente de la habitación sin darle tiempo de replicar al chico que se quedo confundido ya que de alguna forma había perdido esa discusión sin darse cuenta.

La joven bajo lentamente las escalera de esa posada en la que se hospedada desde hacia dos días, la posada estaba muy bien atendida por cinco chicas y un joven de descendencia negra que era el mozo del lugar, a su parecer esas jóvenes eran bastante extrañas, siempre que las veía estas se lanzaban contra ella con toda clase de insinuaciones, era verdad que se estaba haciendo pasar por un chico pero jamás creyó atraer a las mujeres.

- ¡Joven Takashi! buenos días – exclamo una de las chicas apenas advirtió su presencia, esta era una joven de mas o menos dieciocho años muy hermosa de cabello castaño claro casi rubio.

- B-buenos días señorita Elly – le sonrió gentilmente – ¿ha visto a la señorita Marion?

- Lo siento pero no...

- La señorita Marion salió muy temprano con Milly – intervino una chica de gafas y cabello verde azulado que acababa de entrar al lugar con algunas sabanas limpias en los brazos – al parecer Shalona las envió a comprar algunas cosas al mercado.

- Ah... ya veo – dijo bajamente la pelirosada.

- Ya deseas desayunar Takashi – le pregunto una chica pelirroja que se encontraba en la cocina.

- Eh... no gracias señorita Sally, quizás mas tarde – dijo apaciblemente la muchacha – solo viene por algunos vendajes y agua limpia para curar la herida del joven Ren.

- En ese caso aquí tienes – le dijo otra persona que ahora estaba detrás de ella.

- M-muchas gracias señorita Shalona – ahora se dirigió a la mujer rubia que tenía a sus espaldas.

- Supuse que los necesitarías, fue por eso que me adelante – le dijo amablemente.

- Por cierto chicas ¿donde esta Chocolove? – volteo la pelirosada a todos lados – a esta hora siempre esta con ustedes.

- Lo mande a limpiar las habitaciones – dijo algo molesta la pelirroja – ya estaba cansada de escuchar sus chistes sin gracia.

- Je, je, je... – sonrió nerviosamente la muchacha de cabellos rosados, era cierto que el pobre chico contaba chistes malos, pero a ella le agradaba ver el entusiasmo que ponía en contar cada uno de ellos – ya veo...

- Por cierto¿que tal esta el bello durmiente esta mañana? – dijo burlonamente la rubia.

- El joven Ren esta bien, de hecho ya despertó – no pudo evitar sonreír al decir aquello – apenas este completamente recuperado nos marcharemos.

- Que lastima… – dijo coquetamente la de cabellos castaños – nos encanta tenerlo aquí joven Takashi.

- Eh... – Tamao se sentía nerviosa cuando esa chica la observaba de esa manera – s-si me disculpan el joven Ren me esta esperando, c-con... con permiso – se retiro como pudo del lugar tratando de disfrazar un poco su mas que obvia huida.

- "Nos encanta tenerlo aquí joven Takashi" – se burlo cínicamente la rubia de su compañera – no pudiste ser mas obvia.

- Por lo menos yo hago algo, y según lo que he notado esta dando resultados, has visto como me ve ahora – sonrió triunfalmente la joven.

- ¿Disculpa? – dijo la rubia sarcásticamente – pero por si tu no lo has notado quien parece atraerle soy yo.

- ¿Tu?... por favor, no me hagas reír – le contesto de la misma forma la castaña.

- Pues yo creo que ninguna de las dos tiene posibilidades – intervino al fin la pelirroja – han visto como siempre alaba mi comida... dicen que al corazón de un chico se llega por su estomago.

- ¡Eso no es cierto! – voltearon a verla furiosas las dos chicas que anteriormente estaban discutiendo.

- Ninguna tiene posibilidades – dijo bajamente la de gafas...

- ¿Qué dijiste! – se escucho decir a las tres al mismo tiempo, pero la otra las ignoro completamente y centro su atención en la persona que acababa de entrar al lugar.

- Buenos días joven – dijo amablemente la de anteojos mientras las otras fijaban detenidamente su atención en el apuesto muchacho – bienvenido a la posada de Lily's ¿en que puedo ayudarle?

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Subió rápidamente las escaleras serrando apresuradamente la puerta tras de sí, claro que asegurándose antes que ninguna de esas jóvenes extrañas la hubiera seguido, por lo regular Marion la ayudaba a safarse de ellas, pero ahora que no estaba lo mejor seria no estar mucho tiempo cerca.

Dio un hondo suspiro y se encamino al joven ambarino que ahora se encontraba sentado sobre la cama mirando a través de una ventana que estaba junto a él, parecía tener la vista perdida en las afueras del lugar.

- Joven Ren... – la dulce voz de la joven lo saco de sus pensamientos.

- ¿Qué quieres? – le hablo de forma indiferente sin voltear, solo le miro de reojo

- T-traje los vendajes para curar su herida – dijo tímidamente, de seguro estaba molesto por la forma en que lo trato momentos atrás.

El chico se recorrió hasta sentarse en la orilla de la cama para que la joven empezara con su trabajo.

- Lamento mucho haberle hablado de esa manera – empezó a decir quedamente la joven – pero de verdad me preocupe mucho por usted.

- ¿Te preocupaste? – serró pesadamente los ojos mientras desabotonaba su camisa –¿porque?... si tu y yo no tenemos ninguna clase de relación, solamente nos une este viaje y el deseo de vengarnos de Yuerame... – le dijo fríamente.

- Yo creí que...

- ¿Creíste? – en sus labios se dibujo una sonrisa un tanto sarcástica – este viaje terminara muy pronto, después de eso cada quien tomara su camino – le hablo duramente a la joven haciendo que esta se resintiera un poco y sus ojos se empañaran por lo insensible de sus palabras – no tiene caso tenerle afecto a alguien que seguramente no volverás a ver en toda tu vida.

- Entiendo... – en ese momento la joven pudo sentir como su corazón era fuertemente oprimido y una tristeza muy diferente a la que sintió por la perdida de su padre empezaba a embargarla por dentro, después de eso ya no quiso decirle una sola palabra mas para no provocar otro comentario hiriente de su parte.

La joven le retiro cuidadosamente la venda, ahora que estaba consiente seria mucho mas fácil curar sus heridas, cada vez que lo atendía no podía dejar de fijar su atención en aquel extraño tatuaje que el chico tenia en la espalda, sabia que ese símbolo lo había visto en algún lado, solamente que no recordaba donde.

El muchacho trataba de demostrar la mayor indiferencia posible hacia la joven, pero lo cierto era que le agradaba y mucho que esta mostrara preocupación por él, pero sobre todo que siempre estuviera a su lado haciéndole compañía, ahora ya no sentía aquella gran soledad que durante mucho tiempo lo acompaño..

- Ya termine joven Ren – le hablo sin el entusiasmo que frecuentemente utilizaba llamando inmediatamente la atención del ambarino - ¿p-puedo preguntarle algo?.

El chico alzo una ceja mientras le miraba por encima del hombro ya que esta aun se encontraba a sus espaldas.

- ¿Ahora que quieres saber? – seguía demostrando aquella indiferencia a la joven.

- E-es sobre ese tatuaje que lleva en su espalda... – tartamudeo un poco al ver el semblante frío del chico - ¿Q-que…¿q-que significa?

El joven guardo silencio por unos momentos sin mostrar intención alguna de responder a la pregunta hecha por la joven, pareció ignorar lo dicho ya que solo se limito a ponerse su camisa nuevamente sin decir una sola palabra.

- Lo lamento, no debí preguntar – se disculpo inmediatamente y se encamino a la puerta para tratar de salir de ahí cuanto antes.

- Es mi sello – dijo al fin haciendo que la joven se detuviera en seco – es el sello que me mantiene atado a esta maldición.

- ¿Sello?... ¿maldición? – la joven no pareció entender lo que el chico le dijo.

- Así es... – sonrió con mas ironía de la que frecuentemente utilizaba – fue la maldición que Yuerame le impuso a mi familia por haber interferido hace tiempo en sus planes – la joven se volvió completamente a él mirándolo fijamente sin comprender aun.

- Este sello es una marca que le asegura a Yuerame que ningún miembro de mi familia volverá a ponerse en su camino… – empezó a relatarle a la chica que camino lentamente hacia el joven tomando asiento frente a él – a la vez de que se encarga de regular mi tiempo vida.

- No... no entiendo joven Ren ¿qué quiere decir con el tiempo de su vida?

- Como te lo explico... digamos que es como el lapso de tiempo que durara mi vida, la cual se acortara considerablemente si no cumplo mi objetivo...

- ¿Pero como es posible eso? – lo miro sin acertar aun que era lo que intentaba explicarle.

- Lo que trato de decirte es que mi existencia será tan larga como lo sea mi calidad de vida... es decir, entre más tranquilo sea mi modo de vida mas larga será, así que si mi cuerpo recibe alguna clase de daño esta se acortara considerablemente.

- Eso quiere decir que su herida redujo su tiempo... – los ojos de la chica se mostraron sumamente preocupados.

- Asi es... por esta razón necesito matar a ese miserable cuanto antes, porque al hacerlo me librare de una buena vez por todas de esta maldición... aunque sabes, ningún varón de mi familia ha llegado pasar de los treinta años y con lo que paso dudo mucho que yo llegue siquiera a los veinticinco.

- Pero lo dice así, tan tranquilamente – la joven se sobresalto un poco con aquella confesión.

- Toda mi vida lo he sabido, así que en parte ya me he resignado – siguió sonriendo con aquella ironía reflejada en sus labios – a lo que no me he resignado es a morir sin antes haber hecho hasta lo imposible para revertir esto.

- Por eso a mi madre le preocupa tanto que yo asuma mi lugar como soberano del reino de Cilion, necesito dejar descendencia o de lo contrario el reino se destruirá – dijo ya sin ninguna emoción en su semblante – es por esta razón que hice ese absurdo trato con ella..

- Es verdad... usted tendrá que casarse con la persona que elija su madre – su voz se escucho triste no solo por él sino que ella tarde o temprano tendría que hacer lo mismo.

- Siempre y cuando sobreviva – dijo sus últimas palabras satíricamente.

- Vamos joven, no se desanime ya vera que al final todo saldrá muy bien... – le sonrió cariñosamente.

- Quizás, aunque no estoy seguro si esta marca desaparecerá al eliminar a Yuerame...

- ¿Marca? – murmuro ella al percatarse de algo – espere un momento... – dijo repentinamente la pelirosada – ¡es verdad¡

- ¿Qué sucede? – la miro un poco confundido.

- Su tatuaje, estaba segura que lo había visto en otro lado – se paro inmediatamente y se dirigió a la cómoda que estaba frente a la cama, de ahí su saco su espada.

- ¿Qué ya lo habías visto? – le dijo algo extrañado.

- Si... mire esto... – le mostró parte del filo de su espada, en la cual había un símbolo que estaba cuidadosamente gravado justo debajo de la empuñadura.

- ¿Cómo obtuviste esta espada? – la cuestiono inmediatamente denotando cierta sorpresa.

- Mi padre me la obsequio antes de morir... – dijo tranquilamente sin entender muy bien lo que pasaba – esta espada ha pasado de generación en generación en mi familia.

- ¿Dónde esta mi espada? – pregunto de repente haciendo que la chica se confundiera aun mas – damela ahora mismo.

La chica obedeció inmediatamente sacando la espada de la misma cómoda donde estuvo guardada la de ella, pasándosela inmediatamente.

El ambarino desenfundo su espada y la puso junto a la de la joven, en ese momento los chicos se dieron cuenta de que eran exactamente iguales no solo en el diseño sino que tenían el mismo símbolo plasmado en la parte inferior del mango.

- ¿Pero como...? – pregunto algo consternada la joven – mi padre me dijo que esta espada era única, de hecho el material con que fue hecha es muy especial puesto que es mucho mas resistente a cualquier otro existente.

- Aun no sabes lo que es ¿verdad? – el violáceo la miro de frente al ver la duda por parte de esta.

- ¿D-de que habla? – la chica no acababa de entender lo que estaba pasando.

- De lo que realmente es esa espada que tienes en las manos... – los ojos fucsia de la chica lo miraron con incredulidad por unos momentos mas – ¿sabias que hace algunos años una guerra fue desatada entre mi reino y el de Zairent?

- Si... lo sabia... ¿pero que tiene eso que ver con mi espada?– lo miro de frente tratando de encontrar alguna explicación.

- ¿Tienes idea de cual fue la causa de la guerra?

- N-no...

- La razón fue la espada que ahora tienes en las manos... – la chica no podía creer lo que le estaba diciendo ¿cómo una pequeña espada era la causante de semejante disputa entre ambos reinos.

Si bien era verdad que ahora existía cierto aire de cordialidad entre los dos, todavía había innegables rencillas que al parecer eran irreconciliables, simplemente no se lo explicaba pero el ambarino se encargo muy pronto de despejar todas sus dudas.

- Mi reino deseaba obtener desesperadamente esa arma que tienes en las manos ya que tal parece que esta junto con la espada de mi familia tienen la clave para desaparecer la maldición que nos ha seguido por generaciones...

- ¿Pero por que?... no entiendo como esta espada puede librarlo de su maldición...

- Porque esa espada es en realidad... – el violáceo estaba a punto decirle cual era el varadero fin de esa arma, pero justo en ese momento alguien irrumpió abruptamente en la habitación.

Los ojos de la joven se dilataron desmesuradamente al ver a la persona que había entrado sin previo aviso, mientras el chico ambarino lo miraba molesto por la interrupción.

- ¿H-Horo Horo? – decía incrédulamente la chica pelirosa al contemplar al apuesto joven de cabellos azulados que estaba frente a ella.

- Hasta que por fin pude encontrarla princesa... – le contesto este entre feliz y con tono de reproche, mientras que el ambarino volteaba su vista rápidamente a ella.

- ¿Princesa? – dijo seriamente el violáceo mirándola algo confundido.

- Bien... pues vera joven Ren... Horo... je, je, je... – ahora si la pelirosada estaba entre la espada y la pared…

En primera porque su apreciado joven Ren no sabia absolutamente nada de su origen y sin duda este la odiaría a penas se enterara quien era realmente, y por el otro lado estaba su mejor y mas querido amigo, Horo Horo... el cual pondría el grito en el cielo al enterarse que todo este tiempo estuvo viajando a solas con nada mas y nada menos que el heredero a la corona del reino de Cilión.

- "Las cosas no se podrían poner peor ¿o sí?" – pensó esta antes de encarar de una buena vez por todas a esos chicos que la miraban sumamente confundidos por la presencia de cada uno en el lugar...

Continuara...

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Ya regrese (XD), espero que se la hayan pasado muy bien en estas fiestas y que tengan un muy feliz año nuevo, por el momento eso fue todo, gracias por sus comentarios y por leer el fic, ahora me tengo que ir así que nos vemos el próximo capitulo…