Titulo: La Llave Suprema

Resumen: Tamao es una princesa que ha perdido lo más valioso y ya no siente deseos de vivir, en cambio Ren morirá pronto a causa de una maldición, pero antes de que esto suceda hará todo lo posible para poder evitarlo.

Declaimer: Shaman King pertenece a su respectivo autor esta historia la hice por diversión y nada mas.

&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&

CAPITULO 10

Las cosas en Cilión no estaban mucho mejor que en su vecino reino del norte, a cada día que pasaba los consejeros de palacio ejercían una mayor presión sobre la reina, le exigían tajantemente que de una buena vez por todas obligara al príncipe a asumir su lugar como soberano y dirigente del reino.

Hasta ahora la reina había podido sobrellevar las constantes criticas gracias a la ayuda de su joven pero hábil consejero, puesto que este siempre intervenía justo a tiempo dando algún punto de vista o simplemente justificando las acciones del príncipe, sin embargo esto no iba a poderse prolongar por mucho tiempo.

- Cada día es más difícil convencerlos de las capacidades de Ren para gobernar… – se expreso algo contrariada la hermosa mujer de cabellos violetas – y su repentino viaje no esta mejorando en nada nuestra situación.

- Lo sé su majestad – la voz del chico castaño que venia a sus espaldas se escucho seria – pero ni usted ni nadie lo iban a hacer cambiar de opinión – le decía mientras salían de la sala principal de juntas donde hasta hacia unos momentos habían tenido una acalorada discusión con todo el consejo del reino.

El joven de largos cabellos castaños tomo el lugar de su padre en el consejo dos meses atrás, luego de que él y su madre emprendieran un largo viaje para visitar a sus abuelos en la pequeña provincia de Izumo donde pasarían una extensa temporada, por lo que el padre del chico lo dejo a cargo de sus diversas obligaciones, mas que nada lo hizo porque este tomaría su lugar muy pronto.

- Tenemos que hacer algo inmediatamente para calmar cuanto antes las duras criticas por parte del consejo – la mujer volteo a ver de reojo a su joven acompañante que caminaba apresuradamente tras ella.

- Si, eso ya lo tenia previsto – sonrió débilmente el muchacho – y la única manera que encontré para acallarlos es anunciarles que el príncipe ya ha elegido a una de sus pretendientes... sin embargo conociéndolo se negara rotundamente a casarse con alguien que no sea de su elección.

- Por eso no te preocupes, él lo aceptara sin poner objeción alguna eso te lo aseguro... – le decía sin detener su paso al salón central ya que en unos minutos mas recibiría al soberano del oeste el cual estaba en una visita diplomática – ahora solo debemos preocuparnos por encontrar a la candidata indicada.

- No se preocupe su majestad... me pondré a trabajar en ello cuanto antes – hablo sin mas el castaño.

- En ese caso te lo encargo...

- Esta bien, entonces me retiro, con su permiso – hizo una pequeña reverencia para posteriormente retirarse del lugar.

Después de eso el joven se encamino hacia el extremo norte del palacio, en ese sitio tenían regularmente practica los nuevos aspirantes a guardias y soldados del reino, el área estaba especialmente acondicionado para dar el entrenamiento básico a los interesados en prestar sus servicios ya sea de una u otra manera, era por decirlo así una clase de evaluación, si mostraban destreza se les reubicaba a otra parte mas lejana del reino donde recibirían el adiestramiento adecuado.

El chico castaño llego al terreno de practica sin ningún contratiempo, en ese lugar se encontraba su hermano menor que era el encargado de dar la enseñanza necesaria a los nuevos reclutas.

A pesar de que su naturaleza era de lo mas pacifica tubo que convertirse en militar para complacer a su prometida, pues se lo había impuesto como condición para poder casarse con ella, esta le dijo que antes de ser su esposa tenia que ser el jefe de la guardia imperial para así poder llevar una vida tranquila y llena de lujos.

Y como el chico jamás le pudo negar nada no le quedo de otra mas que aceptar su condición, convirtiéndose muy pronto en uno de los mejores soldados del ejercito y obteniendo el titulo de capitán rápidamente a pesar de su corta edad, esto se lo debía en gran parte a los duros entrenamientos a los que frecuentemente era sometido por su prometida.

- ¡Mantengan esa línea por allá! – el joven de cabellos castaños cortos daba instrucciones a su muy inexperta tropa.

- Se ve que tienes varios problemas para ponerlos bajo control – le dijo sarcásticamente el recién llegado que se puso a sus espaldas.

- Que sorpresa... – le sonrió con algo de burla a su hermano mayor - ¿a que se debe el honor de tu visita?

- Tengo que hablar contigo... – le dijo este ya en un tono mucho más serio.

- ¿De que se trata? – volteo a verlo algo desconcertado.

- Necesito tu consejo – se puso a un lado de él sin quitar la vista del frente.

- Entonces debe ser algo realmente grave para que me consultes a mi – sonrió mientras adoptaba la posición de su hermano mayor.

- Si… podría decirse estamos en un grave aprieto – lo miro de reojo sin que su hermano menor se inmutara en lo absoluto.

- Entiendo... – respondió tranquilamente, momentos después dio varias indicaciones a Silver, su oficial segundo para que continuara con el entrenamiento.

Los dos gemelos salieron de la zona de prácticas para dirigirse a un lugar donde no fueran interrumpidos y hablar con calma, llegando así a un pequeño salón que se encontraba en el ala norte del castillo.

- Entonces dime ¿de que querías hablar? – dijo con cierta calma el menor de los Azakura.

- La reina ha decidido buscar cuanto antes una prometida para el príncipe aun en contra de su voluntad... – empezó a decir el castaño de largos cabellos – ¿quería saber que opinabas tu al respecto?... después de todo Ren es tu mejor amigo.

- Aunque me fascinaría ver su rostro cuando se entere, no estoy desacuerdo con esa idea – le contesto pausadamente a su hermano mayor – conociendo su carácter dudo mucho que valla aceptarlo fácilmente.

- Pensé que eso dirías... – sonrió suavemente – pero dadas las circunstancias en que nos encontramos no le va a quedar de otra – tomo asiento en un pequeño escalón de las escalinatas principales del salón.

- ¿A que te refieres? – el de cabellos cortos se apoyo en el barandal de la escalera a espaldas del otro cruzándose de brazos para escuchar mejor lo que este tenia que decir.

- Que el consejo no esta nada contento con las recientes acciones de nuestro futuro soberano y ha exigido a la reina que él sea quien presida las próximas reuniones para que se valla acostumbrando al cargo...

-Pero eso será imposible, ni siquiera la reina sabe en que lugar se encuentra ahora – le contesto con relativa tranquilidad.

- Eso solo lo sabemos tu y yo aparte de la reina, se armaría un gran escándalo si se descubre que el príncipe desapareció – hablo gravemente el muchacho de largos cabellos mientras cerraba pesadamente los ojos – créeme, eso si desquiciaría completamente al consejo y nos pondría en jaque con varios de los reinos con los que hasta ahora hemos tenido diferencias.

- Entiendo... y la única manera de serenar al consejo es asegurándoles que el príncipe tiene una prometida ¿cierto?...

- Exacto... ahora solo hay que buscar a la candidata ideal...

- Pues solo eh conocido cuatro mujeres a las que Ren parece querer y tenerles algo de afecto – sonrió en tono burlón el chico mientras adoptaba una postura un tanto pensativa con una mano en la barbilla – aunque tres de ellas quedan automáticamente descartadas…

- En serio... – lo miro con un dejo de curiosidad – y según tu ¿cuales son esas mujeres?

- Pues están su hermana y su madre, que como dije antes están automáticamente descartadas, después esta mí querida Anita que es obvio tampoco puede ser una pretendiente.

- Eso solo nos dejaría una sola candidata ¿no es así? – el castaño se estaba impacientando un poco por la actitud de su hermano – ¿de quien se trata?

- Pues quien mas si no Jeanne – contesto alegremente el muchacho.

- ¿Jeanne! – inmediatamente después de oír el nombre no pudo evitar sobresaltarse – estas loco, eso es imposible, Jeanne no puede ser...

- ¿Y por que no? – volteo a verlo algo extrañado por su reacción, sabia que le gustaba la chica pero nunca lo había demostrado tan abiertamente.

- Por que no... – trato de serenarse un poco – además recuerda que ella muy pronto se convertirá en religiosa así que también queda descartada.

- Es verdad... – sonrió con un poco de malicia – pero estoy seguro que si le explicamos la situación por la que atraviesa el reino aceptara inmediatamente.

- Quizás... – dijo el otro castaño tratando de disimular la furia que se estaba apoderando de su ser al siquiera pensar que esa niña tendría que casarse aun en contra de su voluntad – pero aun así no estoy de acuerdo... por otro lado ahora que lo recuerdo la reina tiene en estos momentos una reunión con el rey de Miune...

- Explícate – volteo a verlo suspicazmente al percatarse que su actitud defensiva había cambiado repentinamente.

- Sé de muy buena fuente que el rey tiene una hija en edad de casarse y que por cierto dicen es muy hermosa... – ahora el que sonrió maliciosamente fue él.

- ¿Estas pensando lo que creo? – clavo la mirada en el rostro de su hermano mayor.

- Piénsalo, así Jeanne no tendría que casarse en contra de su voluntad y podría seguir siendo religiosa... por otro lado nos libraríamos por un tiempo de la presión del consejo o al menos esto seria hasta que Ren regrese.

- No es mala idea... pero dudo mucho que Ren lo tome bien – dijo algo resignado, mientras el otro chico se ponía de pie quedando a la altura de su hermano.

- Yo tampoco... pero ya no hay tiempo – dio una palmada en el hombro del chico y salió del lugar al ver como la silueta de una joven rubia caminaba directamente hacia ellos – nos veremos después.

- Esta bien... – dijo distraídamente mientras sonreía al ver la bella figura de su prometida.

- Silver me dijo que podría encontrarte aquí – hablo con su seriedad de siempre la doncella de ojos negros y cabellos dorados – ¿de que hablaban tu y Hao?.

- Del futuro de nuestro próximo soberano – seguía sonriéndole de la misma manera mientras se acercaba lentamente a ella poniéndose a sus espaldas.

- Así que ya eligieron quien será su prometida – una pequeña sonrisa de dibujo en su rostro al sentir como los brazos del chico empezaban a rodear su cintura.

Por lo general mientras estaban en público ella no dejaba que este hiciera la más mínima insinuación de afecto hacia su persona, pero cuando estaban a solas era una historia totalmente diferente dejándose llevar por las diversas muestras de cariño que su prometido le profesaba.

- Así es... – beso suavemente su mejilla mientras la chica ponía sus manos sobre las de él.

- ¿Y quien será la afortunada? – volteo a ver de reojo a castaño.

- La princesa del reino de Miune – apoyo la cabeza sobre el hombro de la joven abrazándola mas fuerte.

- ¿Están seguros de que ella es la indicada? – dijo con algo de frialdad separándose un poco del muchacho.

- Si... ¿por qué lo preguntas? – la miro con algo de curiosidad mientras tomaba una de sus manos conduciéndola a un pequeño sofá de color marfil que estaba en uno de los costados del salón para que los dos tomaran asiento.

- ¿Alguna vez has tratado a la princesa de Miune? – le miro fijamente a los ojos.

- No... pero Hao dice que es una chica hermosa y no tiene ninguna clase de compromiso...

- Es cierto, es muy hermosa – la joven recostó ligeramente su cabeza sobre el hombro de su prometido al momento que él la abrazaba nuevamente – pero la chica no tiene nada en la cabeza.

- ¿A que te refieres con que no tiene nada en la cabeza? – la miro extrañado por unos momentos hasta que comprendió lo que esta quiso decirle – no me diga que ella es...

- Si... una cabeza hueca – completo la frase del chico – y tu mejor que nadie sabes cuanto odia el príncipe a esa clase de personas.

- Eso complicara considerablemente los planes de Hao, je, je, je... – rió divertido el castaño.

- ¿A que te refieres? – la chica se separo de él al ver que su expresión preocupada había cambiado por una de burla.

- Sabes, hubo otra candidata a parte de la princesa de Miune, pero Hao se negó categóricamente a que fuera ella a pesar de que Ren siempre la ha considerado como alguien especial.

- No entiendo... ¿quién era la otra candidata?

- Jeanne...

- Ah... ya entiendo por que se negó... – ella también sonrió pero mas disimuladamente – tan solo debería decirle lo que siente.

- Lo sé... pero estoy seguro que teme su rechazo, todos sabemos que Jeanne a querido ser religiosa desde que era muy pequeña – en ese momento tomo las manos de la joven entrelazándolas con las suyas – aunque si se lo dijera estoy seguro de que seria tan feliz como lo soy yo ahora – inesperadamente le dio un pequeño beso en los labios, lo cual le provoco un pequeño rubor casi automático en las mejillas a la joven.

- ¿Yoh?... – pregunto suavemente al momento que los dos se separaban.

- ¿Si...? – le sonrió apaciblemente a la hermosa chica que tenia al frente.

- ¿Terminaste tu entrenamiento? – el chico se quedo helado con la pregunta.

- Ana... pues veras... este... yo... – estaba muy nervioso, no sabia que decirle exactamente para justificarse, aunque ya se esperaba lo que vendría después.

- Serán veinte vueltas extra alrededor del palacio... – hablo con la seriedad de siempre mientras se ponía de pie.

- Esta bien... – dijo con resignación el chico, no tenia caso reclamar, si lo hacia seguramente le iría peor así que guardo silencio y momentos después salió del salón para cumplir con la orden dada por la chica.

♦♦♦♦♦♦

- ¿Princesa? – el chico violáceo no aparto ni un solo momento su mirada de la joven pelirosa haciéndola sentir mas nerviosa de lo que ya estaba.

- J-joven Ren... y-yo... – iba a explicarle cuando el de cabellos azules intervino.

- ¿Quién es este sujeto princesa? – miro a la joven apuntando directamente al otro chico.

- Horo... lo que pasa es... – definitivamente no sabia como iba a salir de ese enredo.

- Lo mismo pregunto – ahora intervino el ambarino – ¿quien es el Tamao?

- ¿Tamao! – el peliazul volteo a verlo algo molesto – quien te crees que eres para hablarle de esa manera a la princesa… deberías mostrar mas respeto, por si no lo sabias ella es la princesa del reino de Zairent uno de los reinos mas poderosos de toda la región...

- ¿Q-qué dijiste? – pregunto incrédulamente y con algo de confusión entremezclada el ambarino.

- ¿Estas sordo o que?... dije que Tamao es la princesa del reino de Zairent y tu...

- ¿Es verdad eso¡¿eres una Tamamura! – lo interrumpió abruptamente para dirigirse con evidente enojo a la chica pelirosada que hasta ahora había estado a la expectativa – ¡contesta maldita sea!

- ¡Como te atreves...! – el ainu estuvo a punto de reclamar, pero la chica lo detuvo.

- L-lo soy... – dijo casi en un murmullo – soy Tamao Tamamura – bajo la mirada para no enfrentar los represivos ojos del muchacho.

- Valla esto si que es una sorpresa... – sonrió con ironía el chico – todo este tiempo estuve acompañando al enemigo.

- Joven Ren perdóneme por no decirle nada... pero es que yo no podía... – trato de disculparse con algo de desesperación.

- Creíste que jamás me iba a enterar ¿no es así? – le miro tan fría y despectivamente que hasta el joven de cabellos azules se estremeció.

- Y-yo... yo... – sus ojos se empañaron un poco al no poder dar una mejor explicación – perdóneme...

- Todo este tiempo supiste quien era yo y aun así decidiste seguir con esta representación – le miro a manera de reproche – eres increíble, pudiste hacer que me tragara esa historia de que estabas realmente preocupada por mi...

- Joven Ren no es así...

- Dime Tamao ¿hasta cuando pensabas continuar con esta farsa? – al chico no le importaba gran cosa que ella fuera la princesa del reino enemigo, lo que le enfureció es que esta le hubiese mentido, si había una cosa que realmente odiara era que lo engañaran.

- Lo lamento mucho – dijo entre pequeños lamentos, esta sintió un enorme dolor al ver que ese joven la miraba con cierto odio reflejado en sus ojos.

- No sabes cuanto me decepcionas... – volteo a verla por última vez, después de eso tomo sus cosas de la cómoda donde estaban guardadas y se dirigió a la puerta dispuesto a marcharse cuanto antes del lugar sin decir nada más.

La muchacha agacho la cabeza al oír las ultimas palabras, estas aun resonaban en su cerebro – "lo he decepcionado" – se repetía una y otra vez provocando que pequeñas lagrimas se formaran en sus ojos fucsia al sentir como un gran dolor se apoderaba de ella, estaba tan absorta en sus pensamientos que no se percato que las lagrimas comenzaron a brotar y a rodar caprichosamente por sus mejillas, llorando amargamente en silencio.

Después de ver como ese sujeto hizo llorar a su princesa el chico de cabellos celestes empezó a sentir un enorme furia recorrerlo por todo el cuerpo, no iba a permitir que ese imbecil la hiciera sufrir por su absurda arrogancia.

- Oye espera... – tomo del brazo al chico violáceo antes de que este saliera de la habitación.

- ¿Qué quieres? – le contesto mas apáticamente que de costumbre.

- Pídele una disculpa...

- ¿Perdón? – pregunto con algo de indiferencia el chico de ojos dorados, mientras el ainu lo tenia fuertemente agarrado del brazo derecho, no pensaba soltarlo hasta no aclarar aquella situación.

- Me escuchaste bien... – el peliazul empezó a molestarse por la actitud tan áspera del otro joven – te dije que le pidieras una disculpa, si no lo haces yo mismo te obligare a hacerlo...

- Horo no... – la pelirosada trato de intervenir, pero la voz apática del ambarino la detuvo.

- ¿Y como lo harás? – pregunto con algo de sarcasmo haciendo que el chico de cabellos azules se impacientara mas – digo, si se puede saber... ¿o acaso vas a obligarme a la fuerza?

- Si es necesario créeme que lo are...

- ¿Enserio...? – le dijo con mayor sarcasmo, esta vez el ainu no pudo controlarse y lo agarro de la camisa acorralándolo contra una pared, cosa que al violáceo no lo inmuto en lo absoluto, podría decirse que hasta se burlaba del otro chico.

- Basta... – el chico de cabellera azul estaba colérico ante la actitud del ambarino – eres un maldito engreído, lo único que te estoy pidiendo es que te disculpes con ella.

- Escúchame bien yo no voy a disculparme con esa mocosa... – en ese momento se soltó del sujete del chico de ojos negros – así que ya deja tu actitud de héroe patético tratando de salvar a la damisela en peligro que no te queda... – ahora si se burlo abiertamente del peliazul logrando que este perdiera completamente los estribos.

- ¡Ya cállate! – finalmente logro que el chico perdiera el poco autocontrol que le quedaba propinando un fuerte izquierdazo en el rostro del violáceo para callarlo de una buena vez, este aun se encontraba de espaldas a la pared por lo que no pudo evitarlo recibiéndolo directamente.

- Valla... después de todo tienes carácter – le dijo con bastante cinismo... a pesar del golpe su rostro seguía sin demostrar emoción alguna.

- Porque no simplemente dejas de hablar y decir estupideces – trato de asestarle un segundo golpe, pero este lo esquivo agachándose justo a tiempo, a cambio le propino un fuerte puñetazo en el estomago, el joven de cabellos celestes trato de reincorporarse lo mas rápido que pudo al ver que el violáceo seguia con su ataque, de esta manera los dos quedaron enfrascados en una serrada lucha que hizo retumbar la posada entera.

Tamao se quedo estática sin saber como detener aquella contienda, ciertamente se sentía culpable ya que de alguna manera ella había provocado que aquellos jóvenes pelearan.

- ¡Joven Ren...¡Horo…¡deténganse por favor! – decía una y otra vez la chica pero ninguno pensaba ceder, los dos eran casi igual de tercos así que le fue imposible detenerlos.

- Peleas bien... – dijo el violáceo mientras se limpiaba con la manga de su camisa un hilito de sangre que salía de su boca.

- Lo mismo digo – contesto el de cabellos azules a su contrincante al momento que se lanzaba nuevamente al ataque ignorando completamente las palabras de la chica que estaba desesperada tratando de calmarlos.

El escándalo fue tal que todos los que se encontraban en la posada subieron inmediatamente a ver que era lo que sucedía, al abrir la puerta de la habitación se encontraron con una batalla campal, ninguno de los dos quería rendirse a pesar de que ya estaban bastante lastimados.

Los recién llegados inmediatamente trataron de detenerlos, tomando a cada uno por la espalda para que se detuvieran, el doctor Fausto agarro fuertemente a Ren y Chocolove por su parte tomo a Horo Horo.

- ¡Suéltenme! – grito enfurecido el peliazul mientras trataba de soltarse del joven moreno.

- Esto aun no termina… – el violáceo también luchaba por safarse del agarre del doctor...

- ¿En que se supone que estas pensando! – le dijo fuertemente el hombre de cabellos rubios al violáceo logrando que parara su forcejeo, el doctor había llegado hacia unos minutos para hacer una ultima revisión al chico.

El ambarino pareció calmarse así que el hombre lo soltó, posteriormente el chico se volteo hacia él para tratar de averiguar de quien se trataba.

- ¿Y usted es...?

- E-el... el es el doctor Fausto joven Ren – le dijo tímidamente la pelirosada – lo ha estado atendiendo todo el tiempo que permaneció inconsciente.

- Así es... – hablo reprendedoramente el hombre de rubia cabellera – en las condiciones en que estas deberías estar descansando y no en medio de una absurda pelea.

- Ya estoy bien... lo que menos necesito es que me sermoneen en este momento – se expreso con fastidio el ambarino – además yo no fui quien empezó esto – le dirigió una mirada asesina al peliazul.

- No eres mas que un arrogante... – hablo entre dientes el de cabellos celestes tratando que las palabras del otro chico no lo molestaran, así que decidió que lo mas sano para su cordura era ignorarlo – Tamao no comprendo como puedes llorar por alguien como él... – la chica sintió un pequeño escalofrió, cuando su amigo la llamaba tan familiarmente era para reprenderla.

- ¿Tamao? – dijeron al uníoslo las cuatro chicas que ahora se encontraban en la posada.

- ¿E-eres una mujer? – dijo bastante sorprendida la chica de cabellos castaños claros.

- S-señorita Elly... pues vera – bajo nuevamente la mirada – lo lamento, creo que les debo a todos una explicación.

- Oh... y valla que vas a darla – intervino el de cabellos celestes – y no solo a nosotros, tu madre estará ansiosa por saber lo que tienes que decir a tu favor.

- Lo se...

- - - -

Todos los presentes bajaron al comedor de la posada, ahí tomaron asiento alrededor de la chica que estaba sumamente nerviosa, pero a la vez se sentía aliviada por no tener que seguir con aquella carga sobre sus hombros.

A la reunión se integraron Marion y Millie que regresaron de comprar lo que les había encargado Shalona.

- Bien pues todo empezó el día anterior a mi boda... – la muchacha empezó a relatar los hechos ocurridos desde su furtivo escape hasta como fue a parar a ese lugar, aunque claro omitiendo la pequeña parte de que ella era la princesa de Zairent y Ren el príncipe de Cilión ya que no quería causar mas malentendidos de los que ya existían.

- ... por lo que la madre del joven Ren insistió en que los dos viajáramos juntos, de eso hace ya dos meses, desde entonces hemos estado buscando a ese asesino o al menos eso hacíamos hasta la emboscada de la banda de ladrones donde el joven Ren fue herido, por lo que el señor Ryu se ofreció a ayudarnos y fue así como llegamos aquí...

Por unos momentos todos lo presentes guardaron silencio hasta que la castaña claros rompió con el incomodo silencio…

- Es una lastima que no seas un chico – se expreso con algo de pesar – aunque... – miro suspicazmente al ainu que ahora tenia un enorme filete en el ojo derecho – ¿tu no eres una chica o si?

- Por supuesto que no... – el chico se sonrojo un poco por el comentario.

- En ese caso, no habrá problema... – le sonrió de una forma bastante provocadora acercándose peligrosamente al peliazul que se puso extremadamente nervioso.

- Atrevida… – murmuro la de gafas que estaba a su lado provocando que esta se volviera inmediatamente.

- ¿Qué fue lo que dijiste Lily? – la chica se mostró muy molesta por el comentario.

- ¿Yo..., nada – hablo con indiferencia mientras se ponía de pie con dirección a la cocina, pero la muchacha no quedo muy contenta con la respuesta y la siguió.

- Ya es tarde iré a preparar la comida – dijo repentinamente la pelirroja del grupo, retirándose ella también del lugar.

- Yo te ayudo... – le dijo felizmente la pequeña castaña del quinteto de las lilys.

- Mary también desea ayudar – consecuento la de coletas rubias y así las dos siguieron a la pelirroja hasta la cocina.

- Creo que ya es hora de que yo también me retire – repentinamente se escucho la voz del hombre de cabellos rubios y personalidad sombría.

Hablo posteriormente de hacer una pequeña valoración a su paciente y de haber descartando alguna clase de complicación ocasionada por la pelea, la única indicación que le dio fue que reposara al menos tres días más.

- ¿Doctor no se quedara a comer? – le pregunto amablemente la mujer rubia que se ponía de pie hasta quedar a su altura.

- Me encantaría pero mi esposa me esta esperando en casa, así que con su permiso me retiro – hizo una pequeña reverencia y se marcho también.

- Espere yo lo acompaño a la puerta – le dijo atentamente la mujer mientras lo acompañaba hasta la salida.

- Valla pues, esto si que fue como una comedia trágica – dijo con su acento extraño el moreno al momento que hacia una representación con gesticulaciones y todo de la escena, mientras el violáceo y el de cabellos azules se quedaban con cara de no entender nada.

- (...)

- No entendí... – se expreso algo confundido el de cabellos celestes.

- Yo tampoco – respondió sin querer el violáceo.

- "Comedia..." – volvió a hacer la representación – "trágica"

- (...)

- Olvídenlo – el moreno hablo totalmente derrotado retirándose el también del sitio al ver que nadie comprendía su sentido del humor.

- Ji, ji, ji... – de repente se escucho la risita de alguien.

- ¿D-de que te ríes Tamao? – el ainu volteo a ver a la chica que se estaba riendo sin comprender el motivo aparente que le causaba tanta gracia.

- Comedia trágica – fue lo único que respondió sin parar de reír ante la confusión total del par de chicos que tenia al lado – deberían darle una oportunidad al joven Chocolove y a sus chistes.

- ¿Chistes? – los dos jóvenes intercambiaron miradas sin entender aun.

- (…)

- ¿Eso fue un chiste? – se aventuro a preguntar el de cabellos azules mirando fijamente a la chica.

- S-si...

- Pues no tenia gracia... – hablo tranquilamente el ambarino mientras serraba los ojos y se cruzaba de brazos.

- Como sea, tu aun tienes mucho que explicar jovencita –Horo trataba a Tamao como una chiquilla solo cuando trataba de reprenderla, siendo como cinco veces en toda su vida...

- Lo sé... – no le quedaba mas que recibir con resignación el regaño por parte del chico, después de todo ella consideraba que estaba en su completo derecho al verlo como su hermano mayor, el violáceo solo miraba con cierto recelo la familiaridad con que se trataban ese par, esto no le agradaba lo mas mínimo, sin embargo a pesar de que le molestara mantuvo su postura de indeferencia y frialdad total.

Continuara...

&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&

Hoy no tengo mucho tiempo de escribir así que seré breve y solo daré las gracias a los que leen el fic y a los que se toman la molestia de dejarme su comentario, espero que les haya gustado y nos veremos el próximo capitulo…