Titulo: La Llave Suprema

Resumen: Tamao es una princesa que ha perdido lo más valioso y ya no siente deseos de vivir, en cambio Ren morirá pronto a causa de una maldición, pero antes de que esto suceda hará todo lo posible para poder evitarlo.

Declaimer: Shaman King pertenece a su respectivo autor esta historia la hice por diversión y nada mas.

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CAPITULO 11

La chica de rosados cabellos miraba con algo de ansiedad al ainu, el cual había guardado silencio por algunos momentos mientras que el violáceo estaba a la expectativa puesto que antes de opinar o hacer cualquier clase de comentario prefería analizar con detenimiento el terreno en el que estaba parado.

- ¿C-cómo...? – la joven empezó a hablar en un susurro para ir aumentando gradualmente el tono de su voz – ¿cómo te enteraste donde estaba? – pregunto con algo de timidez y esperando cualquier clase de reacción por parte del chico.

- Uno de los comerciantes que provee de fruta al palacio... o mejor dicho el anciano "Oyamada" – hizo especial énfasis en el apellido del comerciante – fue quien me dijo más o menos donde podría encontrarte...

- ¿T-te refieres al señor Manta? – dijo algo sorprendida.

- Veo que lo recuerdas... – empezó a decir con algo de calma el chico ainu – él me dio la descripción de un chico con rasgos muy parecidos por no decir idénticos a los tuyos, el cual casualmente se apellidaba igual que yo… esto se me hizo sumamente extraño ya que en primer lugar Pilika y yo somos los únicos que quedamos de nuestra familia, todos los demás murieron en el incidente de la epidemia y lo segundo fue las características que describió de ese muchacho, bien parecido, amable y se ponía nervioso cada vez que le hablaba sobre mi...

- Ya veo...

- Lo único que no me cuadro fue lo de la cabellera corta y el chico que viajaba con él, pero ahora me queda claro – dio un vistazo despectivo al ambarino antes de seguir con la explicación, el otro solo mostró indiferencia ante el gesto – ¿y bien ahora me dirás por qué huiste de palacio?

- Yo... tenia que hacerlo... – bajo la cabeza pero sin titubear un solo momento en lo que decía – debía terminar con mi misión antes de que uniera mi vida con la de Lizerg...

- ¿Misión? – dijo sumamente sorprendido al percatarse que ella no tenia intenciones de volver a casa aun – ¿tienes idea de lo que paso después de tu repentina huida?... a raíz de eso todo el palacio esta completamente desquiciado... – le hablo enérgicamente pero de forma un tanto suave para no ofenderla.

- Lo lamento pero...

- En este momento estamos en estado critico, el reino del Este amenazo con desatar la guerra en dos semanas si no regresas – las ultimas palabras hicieron que esta girara rápidamente la cabeza hacia el chico.

- ¿Pero por qué? – lo miro sorprendida y sin comprender el motivo.

- ¿Te parece poco haber dejado plantado al príncipe en el altar? – la reprendió inmediatamente – el rey de Zeiria estaba sumamente molesto por tus acciones, de no ser porque el príncipe Lizerg pidió una prorroga en este momento estaríamos combatiendo.

- ¿De vedad hiciste eso? – hablo repentinamente el violáceo que hasta ahora se mantuvo al margen de la situación, miro de reojo a la joven que estaba totalmente cabizbaja para posteriormente continuar – cada día que pasa me sorprende mas hasta donde puedes llegar para vengarte de Yuerame…

- ¿Yuerame¿estuviste buscando a Yuerame? – la chica permaneció callada sin tratar decir nada, al verla el peliazul solo dio un enorme suspiro de resignación – Tamao lo de tu padre fue solo un accidente... Yuerame no existe, es solo un cuento de hadas...

- No... ¡eso no es cierto! – defendió su postura de inmediato – Yuerame lo mato, él lo hizo… – le miro desesperada pero al parecer este no estaba muy convencido de sus palabras – por favor joven Ren dígale que es verdad, que Yuerame si existe... – se volvió con ojos suplicantes al ambarino el cual solo contemplo por unos momentos sin decir nada... – por favor... – el chico peliviolaceo guardo silencio por unos segundos mas y finalmente intervino.

- Tamao tiene razón... – dijo sin mas haciendo que a la chica se le iluminara el rostro al ver que la apoyaba – ese sujeto es tan real como tú o como yo...

- ¿No me vas a decir que tu también crees en esas patrañas...? – el chico peliazul seguía con serias dudas sobre la veracidad de sus palabras.

- Si lo quieres creer o no ese es tu problema – dijo secamente el violáceo mientras se ponía repentinamente de pie...

- ¿Joven Ren a donde va? – pregunto con cierto desconcierto la joven de rosados cabellos.

- Voy por mis cosas, tengo que partir ahora mismo – se giro con dirección a las escaleras dispuesto a marcharse.

- ¿Pero el doctor Fausto dijo...? – quiso objetar mas una mirada congelante del violáceo la detuvo en seco, posteriormente este siguió su camino a la planta alta de la posada ante la mirada cohibida de la muchacha.

- Ahora me dirás quien es él... – dijo calmadamente el ojinegro a penas desapareció el otro en el corredor al final de las escaleras, adoptando de cierta manera una postura mas relajada apoyando su rostro en una de sus manos mientras le miraba fijamente.

- ¿C-cómo que quien es...? – sonrió nerviosamente evadiendo un poco lo dicho por su amigo.

- Sabes a lo que me refiero – le miro de forma inquisidora haciendo que se pusiera aun mas nerviosa – quiero saber donde lo conociste y que tipo de relación hay entre ustedes...

- ¿D-dónde lo conocí?

- Si... en la maravillosa explicación que diste hace unos momentos omitiste completamente esa pequeña parte, por lo que me interesa saber donde fue.

- Gulp... – la chica trago saliva antes de continuar – H-Horo, je je je... – rió nerviosamente anteponiendo todavía mas dudas para contestar – creo que me vas a regañar otra vez... – bajo la cabeza y dio un hondo suspiro evadiendo así la insistente mirada del chico.

- ¿Quién es él? – pregunto con la mayor seriedad que pudo...

- E-él... – dudo un poco en contestar – él es... Ren Tao...

- ¿Tao? – al principio no entendió muy bien pero inmediatamente comprendió de quien se trataba - ¿dijiste Tao! – se expreso con mayor sorpresa a lo que ella solo hizo un ademán afirmativo con la cabeza para confirmarlo – no... por favor dime que no es de los Tao que creo que es...

- M-me temo que si... – hablo bajamente al ver el rostro de frustración del chico de cabellera celeste – el joven Ren es el príncipe heredero a la corona de Cilión.

- Por dios Tamao en que estabas pensando – aun no cabía en su asombro – ¿como se te ocurre estar viajando con el enemigo...? ahora entiendo porque mostró tanta sorpresa cuando le dije quien eras...

- Por favor Horo, las cosas no son como... – no pudo terminar su frase ya que el chico seguía hablando sin parar no prestándole la más mínima atención a lo que esta trataba de decirle.

- Si tu madre se entera no solo tendremos que lidiar con Zeiria sino que también lo haremos con Cilión...

- Horo Horo...

- Claro, si no es que antes se les ocurre atacar a ellos...

- Oye...

- Seguro se aran los ofendidos porque te adentraste sin permiso en su reino...

- ¡Horokeu! – alzo lo mas que pudo la voz al ver que no le estaba haciendo el mas mínimo caso.

- ¿Qué? – al parecer ni siquiera noto que le había levantado la voz

- Nada de eso va a pasar, el joven Ren no seria capaz de hacer algo semejante...

- ¿Y como estas tan segura de que no lo ara? – la miro con algo de duda que inmediatamente se volvió paranoia al venírsele otras cosas a la cabeza – ¿no me digas que paso algo entre ustedes, porque te aseguro que lo mato si es que se atrevió a tocarte...

- Por supuesto que no... – se apresuro a decir totalmente sonrojada – ¿en que cosas piensas...?

- Llevas viajando mas de dos meses a solas con él ¿que quieres que piense...? – hablo deliberadamente sin pensar lo que decía.

- ¿Estas dudando de mi? – lo miro entre atónita y molesta por la insinuación.

- Pues por supuesto que no desconfió de ti... pero de él... – trato de justificarse mas solo logro empeorar las cosas ya que la chica se sintió bastante humillada al solo pensar que su mejor amigo estaba dudando de ella... – perdóname por favor... yo no quise...

Ella solo hizo ademanes negativos con la cabeza y se puso de pie totalmente indignada retirándose con extrema rapidez del lugar con miras al segundo piso, el chico quiso detenerla pero al solo verla a los ojos sintió un pequeño escalofrió y comprendió que lo mejor seria no decir nada mas, contadas veces se veía esa furia reflejada en el mirar de la joven.

La muchacha subió a pasos agigantados las escaleras, estaba tan molesta e inmersa en sus pensamientos que no se dio cuenta que entro en la habitación del ambarino, aunque claro, era lo mas lógico ya que la que Ryu alquilo para ella no la había utilizado por estar siempre al pendiente del chico violáceo.

- Como puede siquiera pensarlo... – murmuraba muy enojada.

- ¿Pensar que? – la fría voz del ambarino que estaba a sus espaldas la saco de sus pensamientos rápidamente, entonces se dio cuenta del lugar donde estaba.

- P-perdón creo que me equivoque de habitación – se excuso con rapidez mientras intentaba salir de ahí.

- Espera – la fuerte voz del chico de ojos ámbar la detuvo antes de que lograra salir completamente del lugar – ahora soy yo el que necesita aclarar ciertas cosas contigo.

- Creo que este no es el momento... – sonrió débilmente pero el semblante inflexible del otro borro rápidamente aquella sonrisa.

- No, a mi me parece mas que perfecto... – se encamino hacia ella provocando un mayor nerviosismo de su parte.

- ¿Por qué me mentiste? – la acorralo contra la puerta anteponiendo sus brazos a los costados de ella para que no pudiera escapar.

- Y-yo... yo no quería tener problemas, eso es todo... – desvió sus ojos hacia otro punto de la habitación para no mirarlo de frente ya que si lo hacia seguramente se alteraría mas de lo que ya estaba.

- Entiendo que lo hayas hecho mientras estuviste en el palacio¿pero por que guardaste silencio después?... – la miro fijamente tratando de encontrar alguna respuesta, mas esta seguía evitándolo y no parecía querer contestar

- ¿Por qué no me lo dijiste?... la verdad es que me importa un comino que seas la princesa de Zairent... – al oír esas palabras ella levanto su rostro para encontrarse con los hermosos ojos dorados del muchacho en los que extrañamente no estaba reflejado el frío y resentimiento que creyó él sentía – lo que no soporto es que me hayas mentido, eso es lo único que te reprocho.

- Lo hice... – dijo esta casi en un murmullo sin despegar sus ojos cristalinos casi al borde de las lagrimas de los del ambarino – lo hice por que no quería que me odiara... – sus palabras eran mas que sinceras cosa que no paso desapercibida por el violáceo que por mas incrédulo que quisiera ser, lo cierto era que creía cada cosa que ella le decía – me dolería bastante que usted me llegase a ver con odio o con resentimiento...

- ¿Y eso por que? – la voz del chico se suavizo un poco – no debería importarte lo que yo piense de ti ¿o sí? – este se fue acercando más y mas al rostro de la joven que pareció no percatarse ya que estaba como embobada por la penetrante mirada del chico.

- No debería... – su voz también se suavizo al sentir la proximidad del chico sobre su rostro no prestando la menor atención a lo que estaba a punto de decir – pero la verdad es que me importa mucho, porque yo lo... – sus rostros estaban separados por escasos milímetros que se volvieron kilómetros al escuchar los gritos de la chica pelirroja la que al parecer le estaba propinando una fuerte paliza al moreno por alguno de sus chistes.

El violáceo se separo un poco bajando pesadamente la cabeza y dando un hondo suspiro de resignación aunque manteniendo los brazos a los costados de la chica, mientras que ella solo trataba de ocultar su sonrojado rostro tras los mechones de sus rosas cabellos poniéndose a reflexionar lo que estuvo a punto de decir y lo que sin duda pasaría a continuación entre ellos...

- No, esto no esta bien – la joven serró fuertemente los ojos e inesperadamente lo aparto bruscamente de ella empujándolo hacia adelante, para posteriormente salir corriendo de la habitación a la vez que demostraba bastante desconcierto en su semblante...

- Tamao espera, yo no quise... – cuando se recupero de la sorpresiva maniobra de la chica trato de detenerla, mas fue demasiado tarde ya que esta desapareció en un abrir y cerrar de ojos cerrándole la puerta justamente en la cara...

- No quise ofenderte... – susurro al momento que apoyaba la frente en la puerta, en su rostro se dibujo una sonrisa por demás irónica, aunque finalmente él no hizo nada y de ninguna manera se disculparía con ella por algo que aparentemente no tenia la menor importancia para él¿entonces por qué sentía que había hecho algo realmente malo al tratar de besarla, pero sobre todo ¿por qué estaba tan frustrado al no conseguirlo?

- ¡Maldición! – dio un fuerte puñetazo en la puerta demostrando así toda su confusión y desconcierto ante sus pensamientos, pero sobre todo ante sus sentimientos.

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La joven corrió hasta llegar a su propia habitación cerrando su puerta bajo llave a penas estuvo adentro, aun podía sentir sus mejillas arder por la vergüenza de sus acciones tan reprobables, puso instintivamente su mano derecha sobre su corazón el cual latía desmesuradamente rápido por las emociones encontradas que sentía dentro de si...

Sintió como si un enorme peso cayera sobre ella, tal vez lo mejor seria regresar con Horo a Zairent y asumir sus responsabilidades para no dejar crecer aun más aquellos sentimientos que ahora la lastimaban.

Pero por otro lado no podía, se vengaría de Yuerame a como diera lugar, aunque... ¿realmente eso era lo que quería hacer, si era honesta consigo misma ya no sentía la misma sed de venganza de dos meses atrás, su corazón ya no sentía todo aquel rencor y ansiedad, de hecho se sentía extrañamente tranquila, sobre todo cuando estaba al lado de ese joven de hermosos ojos color dorado que ahora ocupaba la mayor parte de sus pensamientos...

- "No, definitivamente todo esto no esta bien..." – se reprochaba una y otra vez al cuestionarse seriamente sobre sus sentimientos – "según lo que dijo Horo, Lizerg aun espera mi regreso y yo no puedo defraudarle" – un debate bastante encontrado se llevaba a cabo dentro de si – "¿pero cuales son mis verdaderos sentimientos hacia él?..."

- "Le tengo mucho afecto, eso es innegable... sin embargo porque no puedo experimentar todas aquellas hermosas sensaciones que me hace sentir Ren..." – se sonrojo de sobremanera al llamar por primera vez al chico por su nombre, aunque técnicamente solo lo pensó ya que aun no era capaz de expresarlo en voz alta.

- "¿Por qué me siento tan confundida, por otro lado él no siente nada por mi?" – se dejo caer lentamente de rodillas recargándose en la puerta y abrazándose a ella misma mientras todos sus sentidos estaban mas que confundidos y alterados – "¿por qué me duele tanto pensar que él no me quiere si se supone que entre nosotros solo hay una especie de acuerdo?" – su rostro ensombreció, como extrañaba a Pilika en esos momentos, ella siempre estaba ahí cuando la necesitaba...

Aunque de una cosa estaba completamente convencida y esa era que no regresaría hasta no encontrar a Yuerame, no obstante eso significara seguir al lado de ese chico que creía no sentía mas que alguna clase de responsabilidad hacia con ella.

Hablaría con Horo Horo esa misma tarde y le comunicaría su decisión, pero estaba casi inequívoca a que este se opondría tajantemente a su resolución...

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El ainu se relajo un poco, en los últimos tres meses su princesa había experimentado considerables cambios de conducta y aun no asimilaba su nueva condición.

Empezando por su drástico cambio de aspecto, sinceramente aun no comprendía porque se había cortado su hermosa y larga cabellera, por otro lado estaba su carácter fehaciente y decidido, algo increíblemente nuevo para él ya que siempre había tenido presente que ella era una niña sumamente tímida e insegura.

Aunque debía admitir que estaba mucho mejor que la ultima vez que la vio, su rostro ya no denotaba toda aquella tristeza que demostró desde la muerte de su padre, de hecho pudo notar como el brillo en los hermosos ojos fucsia de la joven había regresado junto con sus sonrisas amables y sinceras.

Se estaba cuestionando seriamente si la aparición del chico o mejor dicho del que ahora tenia claro era el príncipe de Cilión, tendría que ver con aquel cambio tan drástico, y lo que era peor, el enorme coraje que sentía al solo pensar que entre ellos dos existiera algo mas que su supuesta misión, en parte ya se había hecho a la idea de que esta se casaría con el príncipe Lizerg, pero le incomodaba en extremo que sus sentimientos le llegaran a pertenecer a ese sujeto el cual sin lugar a dudas solo le causaría mas sufrimientos de los que ya tenia.

Duro mas o menos como media hora con toda clase de reflexiones hasta que la voz de una de las chicas que había conocido ese día lo saco de su ensimismamiento.

- Mary le trajo algo de beber – era la chica rubia de coletas en una mano traía una taza con lo que parecía era té y en la otra sostenía a un muñeco de trapo.

- G-gracias... – titubeo un poco antes de tomar la taza que la chica le ofrecía, jamás había conocido a alguien con tanta tristeza y melancolía reflejada en el rostro.

- ¿Mary se pregunta si la señorita Tamao se ira con usted? – se sentó a un lado del chico con una seriedad digna de un funeral.

- Eh... lo mas probable es que así sea... – le sonrió tratando de aligerar un poco aquella situación sin embargo esta seguía sin reflejar ninguna emoción en su rostro.

- Mary entiende... – bajo su mirada fijándola en la mesa, entonces el chico la contemplo mejor.

Al parecer era una joven de la edad de su princesa, a pesar de su triste semblante era realmente hermosa, de tez blanca con un fino rostro y unos penetrantes ojos color verde, al mirarla tan detenidamente no pudo evitar adentrarse mas en su extraña personalidad llegando a sentir cierta curiosidad por ella ya que esta siempre hablaba en tercera persona y nunca se refería a ella misma como tal.

- T-tu nombre es Mary ¿cierto? – titubeo un poco al ver el frío reflejado en sus ojos.

- No, el nombre de Mary es Marión Phauna – algo bastante complicado de entender a los ojos del muchacho de cabellos azules que seguía sin atinar el motivo por el que esa chica hablaba de esa manera.

- Ah... mucho gusto Marion mi nombre es Horokeu Usui – le extendió la mano cortésmente esta solo se le quedo mirando confundida – eh, ya veo... ¿puedo hacerte una pregunta? – se volvió a ella esta solo le miro con mas confusión – ¿Puedo saber de donde conoces a Tamao? – pregunto con algo de amabilidad, esta siguió mirándole de frente sin decir nada hasta que unos momentos mas tarde empezó a hablar.

- Mary la conoció cuando el señor Ryu le tendió una emboscada para quitarle sus pertenencias – dijo con frialdad.

- ¿Fue donde resulto lastimado ese sujeto? – pregunto apretando fuertemente la taza que traía entre sus manos, ella solo respondió con un ademán afirmativo sin que su semblante cambiara en lo absoluto – ¿y tu por qué estas con ella?

- El señor Ryu le encargo a Mary que cuidara de la señorita Tamao mientras el señor Ren se recuperaba, por lo que Mary le hecho compañía este tiempo...

- ¿Entonces tu...? – titubeo un poco ya que esa chica parecía ser de lo mas inofensiva - ¿tú perteneces a esa banda de ladrones?

- Así es, Mary ha estado con el señor Ryu desde que tenia seis años – respondió con relativa tranquilidad ella ante la mirada atónita del peliazul que aun no acababa de comprender como una chica tan hermosa y tan frágil estaba al lado de un ladrón.

- ¿Pero por qué vives con él?...

- Él ha sido muy bueno con Mary y siempre a cuidado de ella y de Chuck... – seguía diciendo con mucha seriedad.

- ¿Chuck? – pregunto un poco confundido ya que pensó a la mejor tenia un hermano o algo así.

- Si, Chuck es el mejor amigo de Mary – entonces le mostró un muñeco todo destartalado y con un ojo sacado, el ainu sonrió nerviosamente ya que empezaba a creer que esa chica estaba un poco mal de sus facultades mentales.

- ¿Es una broma? – se aventuro a preguntar aunque el rostro de la joven le estaba diciendo que lo que le decía era mas que la verdad

- Mary nunca bromea señor Horokeu... – dijo secamente causándole pequeños escalofríos al muchacho.

- Eh... puedes llamarme Horo Horo como todos los demás lo hacen – le sonrió un poco tratando de desviar el tema de conversación pero esta seguía viéndolo fijamente con la mirada vacía como si no estuviese prestando el mas mínimo caso a lo que el joven le decía – claro si tu quieres.

- Mary acepta señor Horo Horo...

- Eh... ah que bien – sonrió al ver que al menos habían avanzado en algo – ¿entonces puedo decirte Marión?

- Claro, Mary esta de acuerdo y se siente feliz de que la llame así – se expresaba convencida pero su semblante sombrío y el frío glacial de su mirada decían todo lo contrario.

Duraron con esa rara conversación por alrededor de una hora más en la que el joven ainu se entero de que esta había perdido a sus padres cuando tenia solamente cuatro años de edad en un terrible incendio, él inmediatamente dedujo que su extraña manera de expresarse era causada por alguna clase de trauma al ver a sus padres morir calcinados.

También supo que dos años después esta conoció al señor Ryu, como ella respetuosamente le decía y que él se había hecho cargo de cuidarla hasta ahora, junto con Kanna y Matilda que eran como sus hermanas mayores y aunque jamás pronuncio ninguna palabra como afecto o amor entendió rápidamente que las quería mucho.

Era increíble también para ella poder hablarle tan abiertamente a ese joven ya que a parte de su señor Ryu, a nadie mas le había contado todo aquello, por alguna razón desconocida se sintió un poco aliviada y feliz, aunque no lo demostrara en su rostro.

Desde que perdió a sus padres quedo atrapada, su cuerpo seguía creciendo pero su mente aun seguía siendo la de esa pequeña niña triste que vio morir a sus padres frente a ella, lo que causo hasta cierto punto ternura en los ojos del peliazul.

En si, los dos eran completamente opuestos, ella era una chica seria y quien la viera por primera vez podría decir que hasta en cierto punto calculadora al nunca demostrar mas que frialdad en su rostro mientras que por otro lado él chico era todo lo contrario, alegre, divertido y bastante extrovertido, a pesar de tan notables diferencia los dos parecía llevarse muy bien.

Su platica termino cuando la chica de cabellos rosados apareció nuevamente, esta ya se encontraba mas tranquila.

- ¿H-Horo...¿podemos hablar? – estaba nerviosa por lo que tenia que decir pero mas que nada por la reacción que sin duda tendría el joven.

- Con su permiso Mary se retira, señor Horo Horo, señorita Tamao... – la joven rubia se puso de pie haciendo una pequeña reverencia y retirándose con dirección nuevamente a la cocina donde seguramente la comida ya estaba lista.

- Hasta luego Marión – solo atino a decir el peliazul cuando esta ya había abandonado el lugar.

La pelirosa se oriento lentamente hacia él tomando asiento junto a él, frente a la enorme mesa de roble que era para doce personas.

- ¿Qué sucede? – le sonrió, aunque no sabia porque pero ya presentía lo que esta quería decirle, de todas formas quiso asegurarse.

- H-Horo... pues yo – bajo la cabeza debido al nerviosismo prosiguiendo con algo de lentitud – y-ya he tomado... ya he tomado una decisión – en ese momento levanto la cabeza y lo miro fijamente.

- ¿Qué fue lo que decidiste? – pregunto con calma.

- He decidido quedarme al lado del joven Ren y seguir buscando a Yuerame... – ahora el que bajo la cabeza fue el muchacho ainu, después de dar un largo suspiro le contesto.

- Pensé que eso ibas a decir...

- ¿N-no estas enojado conmigo? – pregunto algo sorprendida ya que ella se esperaba un gran alboroto causado por este sin embargo fue todo lo contrario.

- Por mas que quiera no puedo estarlo... – le sonrió apaciblemente y tomo sus manos entre las de él mirándole fijamente a los ojos, la chica solo le devolvió la mirada esperando atenta lo que este le tenia que decir – sabes Tamao es la primera vez que veo tanta determinación en ti, tal vez sea una equivocación de mi parte dejarte seguir con esta locura... pero tampoco puedo detenerte...

- Entonces tu... – sonrió ampliamente al escuchar las palabras de su amigo.

- Déjame terminar por favor – este siguió hablándole con la misma tranquilidad, ella solo afirmo con la cabeza a la petición... – también se que es mi obligación llevarte de vuelta al palacio, sin embargo pese a mi obligación y a mis pensamientos respeto la decisión que tomaste porque lo hiciste por ti misma y confió en tu buen juicio, así que no me queda mas que darte mi respaldo y ya veremos que pasara después.

- Gracias, gracias... – un repentino ataque de frenesí invadió a la chica y se lanzo contra él dándole un fuerte abrazo y un beso en la mejilla – muchas gracias Horo... – sonrió felizmente apretando con mas fuerza el cuello del muchacho.

Alguien observo atento tan conmovedora escena desde el segundo piso de la posada, el chico apretaba fuertemente los puños ya que una cólera desconocida para él se empezaba a apoderar de su ser, sintiendo la grande necesidad de partirle la cara a ese sujeto por haber osado siquiera tocar a su acompañante.

Y por otro lado estaba ella que parecía muy feliz al lado de él, ganas no le faltaron de correr a separarlos pero se contuvo, el gran Ren Tao jamás se rebajaría de esa manera ante nadie, se dio la vuelta rápidamente para regresar a su habitación y tratar de serenarse un poco.

Tenia que irse de ese lugar cuanto antes, y no solo era por el valioso tiempo que había perdido mientras estuvo convaleciente sino que también necesitaba apartarse lo mas lejos que pudiera de ella, ya que por su culpa este había perdido completamente el control que durante tantos años mantuvo sobre sus emociones.

- Tamao no puedo respirar... – dijo todo sonrojado y casi sin aire el muchacho haciendo que la chica se separase automáticamente de él – valla que tu y Pilika son iguales, siempre les gusta lanzarse sobre el pobre de mi y casi asfixiarme.

- Lo lamento, pero es que estoy muy feliz... – rió totalmente divertida al ver los gestos que hacia su amigo.

- Si, pero ni creas que vas a viajar tu sola con ese sujeto... – le miro de reojo mientras se reincorporaba nuevamente – esta vez yo te acompañare.

- E-esta bien... – dijo con la misma felicidad aunque dudando un poco – "solo espero que al joven Ren no le incomode" – rió nerviosamente al pensar aquello.

♦♦♦♦♦

Lo que alguna vez fue el dominio mas poderoso de toda la región solo quedaban sombras y desolación, era un sintió por demás sombrío y lúgubre, a donde se mirara no encontraría nada mas que tinieblas, lo que sin lugar a dudas algún día fue un perfecto palacio rodeado de admirables bosques y prados, un gran lago y hermosos riachuelos ahora solo quedaban ruinas y una gran sombra de oscuridad que lo envolvía todo.

Adentrándose mas en el enorme edificio que estaba en el medio del tenebroso bosque, se encontraba un gran salón rodeado de pilares y enormes ventanales cubiertos por pesadas cortinas obscuras que obstaculizaban el paso de la poca luz que se filtraba.

En un rincón del salón sobresalía la presencia de varias figuras, la principal de ellas se encontraba en lo que parecía ser un trono, el individuo observaba detenidamente lo que se reflejaba en la pilastra de mármol que estaba a su frente, inesperadamente una de las tantas siluetas se acerco con lentitud postrándose ante él, se veía algo agitado ya que al parecer acababa de llegar al recinto.

- Mi señor, eh regresado ya con varios informes de lo que me solicito hace tres días... – la figura que recién había ingresado al salón mostró su verdadera figura, dejando al descubierto un muchacho de ojos color miel cuya mirada era bastante sombría.

Era un chico de mas o menos diecinueve años de edad, complexión atlética, de tez bronceada, con largos cabellos castaños verdosos debidamente arreglados en una trenza, portaba una capa oscura que lo rodeaba completamente.

- ¿Qué averiguaste Nichrom? – sonrió con malicia el sujeto de cabellos negros que tenia al frente.

- Todo esta saliendo de acuerdo al plan, el rey del Este atacara en cualquier momento al reino del Norte... lo único que lo impide es la obstinación del príncipe que insiste en permanecer en Zairent – el chico hablaba con seriedad aunque una sutil sonrisa maliciosa se dibujaba en sus labios – sin embargo creo que eso no durara mucho.

- Excelente... ahora solo nos queda arreglar el asunto de nuestros apreciados príncipes – volvió su fríos ojos color azul a la pilastra que tenia al frente fijando completamente su atención en ella – a pesar de su pequeño contratiempo creo que todo resultara de acuerdo al plan.

- Eso parece... – le respondió tranquilamente el chico.

- Sabes Nichrom tengo otra pequeña tarea para ti... – se volvió nuevamente al muchacho el cual solo estaba a la expectativa.

- Usted dirá señor Yuerame...

Continuara...

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Hoy no tengo mucho que decir solo espero que les haya gustado el capitulo, quiero darles las gracias por sus contarios y por leer el fic, eso fue todo por ahora nos vemos el siguiente capitulo…