Titulo: La Llave Suprema
Resumen: Tamao es una princesa que ha perdido lo más valioso y ya no siente deseos de vivir, en cambio Ren morirá pronto a causa de una maldición, pero antes de que esto suceda hará todo lo posible para poder evitarlo.
Declaimer: Shaman King pertenece a su respectivo autor esta historia la hice por diversión y nada mas.
&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&
CAPITULO 12
Empezaba a atardecer ya en el pequeño poblado de Parche, las horas restantes del día transcurrieron con relativa calma y al parecer todos los ánimos de los ocupantes de la posada también se habían apaciguado con ello.
El chico peliviolaceo permaneció toda la tarde encerrado en su habitación, mientras que la joven pelirosa por su parte la paso al lado del chico de cabellos celestes el cual no acababa de creer todas las anécdotas y travesías por las que tuvo que pasar la joven los dos últimos meses.
Su princesa se había vuelto mucho mas comunicativa, parecía hasta emocionada al relatarle con lujo de detalle todos aquellos aspectos incluyendo los mas mínimos detalles, incluso algunos que parecían insignificantes pero que de igual forma él los apreciaba porque de verdad esta se veía muy feliz al narrarlos.
Sin notarlo debido a la amena platica de ambos en un abrir y cerrar de ojos llego el anochecer, la cena fue servida a las siete en punto donde dos de los inquilinos junto con los encargados de la posada degustaron de la exquisita cena que la joven pelirroja había preparado especialmente para los ocupantes, fue una feliz velada llena de risas y uno que otro golpe propinado al chico moreno.
Si... todo fue perfecto para la joven de rosas cabellos... todo, excepto quizás la presencia de cierto joven violáceo que brillo por su ausencia al no querer bajar para compartir los alimentos con ellos, de alguna forma esto hizo que la chica sintiera preocupación por él, sobre todo por lo ocurrido al mediodía.
Justo después de terminar la merienda la muchacha tomo una bandeja con comida para que el joven cenara, subió con tranquilidad las escaleras de madera y al llegar llamo en repetidas ocasiones a la puerta del violáceo mas este no le respondió.
- Joven Ren soy Tamao ¿puedo pasar? – llamo por ultima vez obteniendo los mismos resultados.
Después de literalmente armarse de valor abrió con algo de sigilo la puerta, le sorprendió un poco que la habitación se encontrara completamente en tinieblas puesto que ni siquiera la luz de una vela alumbraba el lugar, la muchacha ingreso al recinto con pasos lentos y cautelosos para no tropezar con algo.
- ¿Joven Ren esta aquí? – pregunto de nueva cuenta pero con la misma suerte, camino por un pequeño tramo del entarimado de madera cuando de repente la puerta se cerro de golpe y pudo sentir la presencia de alguien que se ponía justo a sus espaldas, al principio se asusto un poco pero se tranquilizo inmediatamente al saber de quien se trataba.
- ¿Qué es lo que quieres? – dijo fríamente el ambarino, ella solamente se giro sobre su eje para quedar justo enfrente de él.
- Y-yo... y-yo solo le traía algo de cenar – sonrió un poco con un ligero rubor en las mejillas, la chica estaba mas nerviosa de lo normal y en gran medida esto era al rememorar los sucesos acaecidos el medio día donde estuvo a punto de besar al muchacho.
- No tengo hambre... – por alguna extraña razón que la pelirosada no pudo comprender el violáceo estaba mas cortante que de costumbre.
- P-pero... – quiso saber la razón mas un nuevo comentario de él la abstuvo de hacerlo.
- Si eso es a todo lo que venias ya puedes marcharte – su voz sonaba tan insensible que ella no pudo evitar se le hiciera un nudo en la garganta y sus ojos se pusieran un poco vidriosos.
- D-disculpe... – su voz se entrecorto y ya no pudo mas, avanzo hacia él pasándolo de lado para encaminarse con rapidez a la salida de la habitación, dejando en una pequeña mesa que estaba a un lado de la puerta la bandeja con los alimentos.
La muchacha pensaba que este tal vez le tenia un poco de resentimiento por haberle ocultado su verdadera identidad, sin embargo estaba sumamente confundida ya que al mediodía él le mostró un comportamiento totalmente diferente.
- Tamamura... – la detuvo en seco ocasionándole que un escalofrió le recorriera la espina al notar inmediatamente la aspereza que utilizo para llamarla.
- S-si... – hablo ahogando pequeños lamentos y manteniéndose de espaldas a él para que este no notara las lágrimas que empezaban a rodar por sus mejillas.
- Solo quería comunicarte que he dado nuestro acuerdo por terminado... – la muchacha no pudo evitar estremecerse – a partir de mañana yo solo reanudare el viaje.
Aun con algo de incredulidad se volvió hasta él, tenia muy presente que todo aquello terminaría tarde o temprano pero es que no podía estar diciéndole eso, no después de todos los obstáculos que habían sorteado durante su tiempo juntos y mucho menos ahora que se había ganado la aprobación de Horo Horo, pero mas que nada no podían separarse porque todo su ser se negaba a aceptarlo.
- N-no... – murmuro bajando la cabeza sin que las lagrimas dejaran de brotar.
- ¿Qué dijiste? – pregunto el chico manteniendo su postura seria.
- No me separare de usted... – alzo su rostro y le miro de frente con tanta determinación que el ambarino se quedo en extremo sorprendido – no pienso hacerlo…
El chico le miro vacilante con una sonrisa bastante irónica dibujándosele en los labios, de verdad que no entendía a esa chica y empezaba a creer que sus ganas de vengarse del hechicero eran mucho mayores de lo que había imaginado, pero lo cierto era que lo hacia por otras razones muy distintas.
- No te estoy preguntando si quieres ir conmigo o no, te estoy avisando que se acabo nuestro viaje justos – alzo un poco la voz con el rostro sombrío y la mirada vacía – ¿puedes entender eso o necesitas que te lo deletree?
Ella aun no podía creer lo que estaba pasando, de hecho su mente aun procesaba las palabras del chico.
Se quedo expectante por unos minutos tratando de asimilar aquello, sus lagrimas no cesaban de caer y a pesar de la oscuridad en la habitación podía entrever los ojos vacíos y sin emoción del chico, quería objetar, todos sus sentidos le decían que lo hiciera para hacer entender a ese testarudo joven, pero se quedo callada, mirándolo detenidamente a contraluz de los pocos rayos de la luna menguante que se filtraban por la ventana.
- ¿Qué sucede? – pareció impacientarse al no recibir las quejas esperadas por parte de ella.
- ¿P-por qué...? – dijo casi en un murmullo al tener todavía hecho ese nudo en la garganta, el otro solo se le quedo mirando un tanto interesado por saber de una buena vez lo que pasaba por la cabeza de la chica.
- ¿Por qué, que...? – se acerco un poco mas ella, fue hasta ese momento que noto las lagrimas de la muchacha.
- ¿Por qué siempre tiene que ser tan cruel? – le espeto de golpe tomándolo por sorpresa no obstante se reincorporo inmediatamente.
- ¿Esa es todo lo que vas a decir? – se burlo de una forma tan hiriente que la hizo sentir peor de lo que ya estaba – y yo que pensé que me contestarías con algo más inteligente... pero al parecer sigues siendo solo una niña... – dijo lo ultimo con bastante sarcasmo.
La muchacha de ojos color cereza solo apretó fuertemente los puños, aun no podía asimilar el comportamiento tan hostil del ambarino hacia su persona, aunque este se arrepintió bastante de sus ultimas palabras, quiso acercarse a ella al notar que su llanto había aumentado, pero sobre todo al acrecentar un sentimiento de culpa dentro de si...
Estuvo a punto de acariciar sus mejillas para limpiar aquellas lagrimas y tratar de consolar a la joven que lucia tan dolida e indefensa, mas sin embargo se detuvo a medio camino apartando inmediatamente su mano pues su orgullo podía mucho mas que él.
- E-entiendo... – murmuro la chica captando inmediatamente la atención del violáceo – si eso es lo que realmente quiere ya no insistiré mas... – hablaba entre pequeños sollozos y con la mirada totalmente pérdida en el piso.
El muchacho guardo absoluto silencio… la joven tomo eso como su respuesta definitiva y comprendió prontamente que el muchacho de verdad ya no deseaba su compañía por lo que inmediatamente acato a salir del lugar, el solo hecho de permanecer frente a él le causaba un daño tremendo.
Atravesó con relativa rapidez el estrecho pasillo de la planta superior de la posada, solo dos puertas mas y se encontraría en su habitación, cuando por fin estuvo frente a ella entro serrando con desesperación la puerta tras de si.
Al fondo del sitio se encontraba la pequeña cama individual en la que finalmente se desplomo, aferrándose fuertemente a su almohada y llorando amargamente hasta que un par de horas mas tarde el sueño por fin le venció quedándose profundamente dormida con pequeñas gotas de agua salada aun rodando por sus sonrosadas mejillas.
- - -
El joven ambarino estaba mas que furioso, y no tanto con ella sino mas bien consigo mismo por haberla tratado de una forma tan ruin y miserable cuando sin lugar a dudas no se lo merecía, después de todo no tenia ningún derecho puesto que él había aceptado plenamente el trato impuesto por su madre con tal de cumplir su objetivo.
Estaba por demás desconcertado y sumamente frustrado... ¿por qué justo ahora tenia que hacerse toda esa clase de cuestionamientos, antes ni siquiera se hubiese inmutado por una cosa tan insignificante… pero es que esa chica le hacia perder toda clase de cordura sobre sus acciones.
Estaba tan concentrado en ella que su cerebro empezó a mostrarle un sinnúmero de imágenes donde le manifestaba a aquella dulce joven desde diferentes ángulos, examinando así los diferentes estados de animo de la muchacha al volverse frecuentemente participe de alguno de ellos y conociendo mas a fondo su personalidad.
De repente se mostraron ante sus ojos sus gestos amables, sus sonrisas desinteresadas y sinceras, su tristeza e incluso la felicidad extrema que en algunas ocasiones dejaba entrever a algún comentario o una acción sin importancia hecha por él.
En si, cuando la conoció pensó que era una chiquilla débil y sumamente frágil, siendo estos aspectos para él los más repudiados en una persona, pero que equivocado estaba ya que esa "chiquilla" resulto ser todo lo contrario, aun en sus momentos de flaqueza cuando empezaba a llorar sin control por cosas que no acababa de comprender.
De hecho nunca había tolerado que una mujer llorara frente a él, pero con ella en particular le dolía en el alma que lo hiciera y mucho mas después de enterarse todo lo que había sufrido alguna vez, simplemente se prometió que nada ni nadie volvería a hacerla sufrir y lo irónico del asunto era que él mismo ahora el causante de sus lagrimas y su sufrimiento.
Se recostó con sumo fastidio en su cama con la intención de apartar todos aquellos pensamientos molestos de su cabeza, tratando de fijar su completa atención en las fisuras que se hacían en la madera del techo para aburrirse y poder conciliar un sueño reparador... mas fue un rotundo fracaso ya que solo ocasiono nuevas imágenes le vinieran a la mente.
Ahora veía con cierta claridad aquellos momentos cuando la conoció dos meses atrás en su dificultoso primer encuentro, en ese entonces ella resulto levemente herida por lo que la llevo en brazos a palacio para que fuese atendida aun entre las muchas miradas de asombro por parte de los sirvientes para horas mas tarde presentarse como si nada en el comedor de la mano de su pequeña hermana.
Debía admitir que en aquella ocasión quedo deslumbrado por su exquisita belleza y distinción, sin embargo no presto mucha atención ya que seguramente nunca la volvería a ver, que equivocado estaba…
Posteriormente sufrió un abrupto cambio de personalidad plantándose valientemente frente a él y retándole de una manera que hasta el mas temible contrincante hubiese pensado dos veces antes de espetarle, sorprendiéndole aun mas al expresarle su forma de pensar tal y como ella lo hizo en aquella ocasión en la que inevitablemente se vio obligado a llevarla consigo... sucedieron tantas cosas desde entonces que el solo pensarlas ocasiono que la comisura de sus labios se arqueara un poco.
Después recordó sus dos primeras semanas de viaje juntos, en las cuales ella siempre trataba de hacer algo para aligerar la situación tan tensa causada por él mismo al negarse completamente a dirigirle la palabra... sin embargo ella se mantuvo firme, bueno o al menos eso fue hasta que finalmente estallo y por primera vez flaqueo ante él, demostrándole lo vulnerable que podía ser en algunas ocasiones.
Hasta entonces supo lo fácilmente que podía ser derrotado, si Hao llegase a verlo seguramente se burlaría sonoramente de su única debilidad, pero al mirar como aquella joven se derrumbaba frente a él y dejaba fluir sus lagrimas tan desconsoladamente quedo totalmente indefenso y aunque le costara trabajo creerlo por primera vez constato lo fácil que podía ser vencido... paso cansadamente una de sus manos sobre su rostro dejándola colocada en ese lugar por unos minutos tratando de cubrir parte de su cara, dejando solo al descubierto aquella sonrisa irónica que él pensó ya era parte de si.
Al seguir evocando aquellos recuerdos su mente se estaciono en un evento en especial no sucedido hace mucho tiempo, cuando la joven pelirosa descargo todos los sentimientos reprimidos que tenia por dentro y le narro como ese maldito le había quitado algo muy importante a ella también.
En sus casi veinte años de vida jamás se preocupo por alguien mucho mas de lo que lo haría por sus familiares y amigos, y ahora que lo recapacitaba con mas calma en aquella ocasión también estuvo a punto de besarla... no pudo evitar un pequeño sonrojo, pero es que al verla tan devastada sintió la gran necesidad de protegerla para que nada malo volviese a ocurrirle, solo intentaba consolarla no obstante las cosas no salieron como esperaba ya que esos acontecimientos conllevaron por si solos al casi beso.
Hubiese sido un momento para recordar, de no ser porque entonces hizo su intervención aquel loco de cabellera extravagante arruinándolo todo, mas quizás eso sirvió para acabarse de convencer que aquella chiquilla como en un principio la llamo, resulto ser todo lo opuesto a lo que su condición de mujer débil demostraba, puesto que supo manejar muy bien aquella situación en la que él salió lesionado.
Y cuando creyó que ya todo había pasado y que a partir de ese momento ya no tendrían ninguna clase de complicación apareció ese sujeto peliazul, dejando al descubierto la verdadera identidad de la muchacha, que no resulto ser otra mas que la princesa del reino enemigo.
Pero esto no le molesto tanto como lo que pudo notar inmediatamente y era que este la trataba con demasiada familiaridad aun a pesar de ser su princesa, mientras que ella parecía profesarle cierto cariño y si lo meditaba eso influyo en gran medida en la forma como la trato momentos atrás, estaba casi convencido que si ese individuo no hubiese aparecido su viaje habría continuado sin contratiempos.
Todo esto de alguna manera le frustraba, ya que no hallaba una razón valida para sentir ese enorme coraje al verlos tan juntos... ¿no se suponía que su trato hacia ella era única y exclusivamente de conveniencia, siendo así ¿por qué aun retumbaba en sus oídos la noticia de que ella estaba comprometida y que muy pronto se casaría con ese príncipe de pacotilla?
¿Acaso él no estaba pasando por una situación similar, y si bien al principio no le dio mucha importancia al escuchar la noticia de boca de la joven sintió la grande necesidad de apartarse cuanto antes de ella, fue por esta razón que los había dejado solos en el comedor, simplemente no podía concebir la idea de que las atenciones de su acompañante le pertenecieran a alguien mas.
Le hervía la sangre el solo imaginar a ese bastardo poner un solo dedo sobre la delicada piel de su compañera, simplemente le hacia querer matarlo y a pesar de no conocerle personalmente ya lo odiaba... quedando igualmente aturdido al albergar todos aquellos sentimientos...
¿Qué era lo que realmente sentía¿acaso podrían ser... celos, no... eso simplemente no podía ser, ya que en ningún momento debía entremezclar sus sentimientos con su misión, si lo hacia estaría involucrando ciertas emociones de afecto y simpatía que se negaba a sentir desde la muerte de su padre cuando hizo la solemne promesa de mantener sus sentimientos alejado de él para jamás volver a experimentar sufrimiento alguno, por lo que inmediatamente desecho aquella absurda idea de su cabeza pues no le traería nada bueno.
Se reprocho a si mismo una y otra vez mientras las horas seguían su marcha causándole insomnio al estar toda la noche pensando en ella, no pudiendo descansar para su inaplazable viaje.
Aun no amanecía y este ya estaba levantado de la cama paseándose como león enjaulado de un lugar a otro de la habitación porque simplemente no le era posible conciliar el sueño debido a una presencia incorpórea que hasta ahora sabia que tenia... su conciencia.
Salió de la habitación con rumbo a la habitación de la chica que seguramente en estos momentos estaba profundamente dormida, llamo con cierta cautela varias veces pero nada, entonces giro el pomo de la puerta y para su sorpresa esta estaba abierta.
Entro tan sigilosamente como si se tratase de un felino, traspasando el umbral lentamente e ingresando a la pequeña pero bien acondicionada habitación, a penas cerro la puerta volvió su vista al frente y entonces la vio, tal como lo supuso esta aun estaba descansando en los brazos de Morfeo, la contemplo por unos minutos cuestionándose seriamente si la despertaría o no.
Viéndola así tan detenidamente, pudo constatar lo que de antemano ya sabia pero no veía al siempre estar vestida con ropajes masculinos… lo increíblemente hermosa que era esta.
Como no sucumbir ante su níveo y fino rostro que parecía ser el de un verdadero ángel, sin notarlo sus pensamientos comenzaron a divagar nuevamente y entonces deseo poder verla así todos los días, despertando a su lado mientras que ella lo recibía con una tierna sonrisa dibujada en sus gruesos y bien delineados labios.
Hasta ahora se daba cuenta lo sorprendentemente deseables que eran esos labios para él, estaba tan absorto que no pudo evitar el impulso de tocarlos y sentir su suave tacto sobre sus dedos.
- "¿Pero que demonios estoy pensando?" – aparto inmediatamente su mano y sacudió bruscamente la cabeza para apartar todos aquellos extraños pensamientos que empezaban a asaltar en él – "es una niña por el amor de dios, no puedo estar imaginando esas cosas cuando Tamao esta a punto de casarse con otro".
Revolvió con desesperación sus violáceos cabellos emitiendo pequeños resoplidos de enojo puro, sin querer al final termino despertándola con aquellos ruidos que hacia, la joven en un principio vio con pereza la figura que tenia al frente, pero al aclararse un poco la imagen y percatarse de quien se trataba abrió los ojos de golpe y lo miro con algo de incredulidad.
El chico que todavía no podía creer que a esas alturas de su vida tuviera esa clase de conflictos existenciales no se percato hasta que ya era demasiado tarde que ella había despertado y le miraba con cierto recelo.
Se quedo mudo mientras que un color carmesí cubría su rostro por aquella vergüenza que empezaba a apoderarse de él, rodó sus ojos a todos lados de la habitación sin saber que hacer o decir exactamente para excusarse.
- J-joven Ren... ¿q-qué hace aquí? – le miro detenidamente sin desviar su vista de él un solo instante.
- Y-yo... y-yo estaba... – increíble pero cierto, ahora era él quien tartamudeaba – yo quería... bueno...
- ¿Si? – se preguntaba si estaría soñando ya que nunca había visto una reacción tan nerviosa en ese chico.
- Y-yo... quería decirte... – simplemente podía decir un sin numero de barbaridades y palabras hirientes, pero no podía pronunciar unas cuantas silabas amables ¿qué demonios le pasaba, definitivo, si Hao lo viera en esos momentos se burlaría de él para toda su vida.
La pelirosa lo miro atenta sin atreverse a decir nada ya que estaba de cierta forma expectante a lo que él le tenía que decir.
- Solo quería disculparme... – bajo la cabeza para tratar de ocultar entre sus mechones violáceos el evidente sonrojo que se había apoderado de sus mejillas.
- J-joven Ren... – no sabía si sentirse feliz o asombrarse ante la disculpa de ese chico.
- Perdóname Tamao... – no se atrevía a mirarle de frente, si lo hubiese hecho habría notado la amplia sonrisa en el rostro de la chica.
- D-descuide... no tiene por que disculparse, yo soy la que debería hacerlo por no haberle dicho quien era realmente.
- "De verdad ella cree que me enoje por eso, es mas despistada de lo que imagine" – ahora el sorprendido fue él – como sea, saldremos en una hora así que prepárate.
- Entendido… - sonrió felizmente y boto las cobijas a un lado de la cama poniéndose de pie ágilmente – entonces le iré a avisar a Horo Horo para que él también se prepare…
- ¿Perdón? – su sonrojo desapareció por completo e inmediatamente levanto la cabeza al oír el nombre del aludido.
- Je je je... creo que olvide decírselo – al chico no le agradaba para nada su risita nerviosa.
- ¿Decirme que? – su semblante frío y serio se asomó nuevamente.
- Vera joven... – la chica empezó a jugar nerviosamente con sus dedos al momento que hablaba – es que Horo insistió en acompañarnos y pues yo no pude negarme – estuvo a punto de mostrar su descontento mas su sentimiento de culpa se hizo presente nuevamente obligándolo a acceder sin poner objeciones.
- Esta bien... – apretó tan fuerte los dientes que casi se le despostillan por la presión ejercida – solo dile que se apresure porque ya no podemos perder mas tiempo – iba a ser un muy largo viaje.
- Esta bien – sonrió profundamente por las palabras del chico, su felicidad fue tal que sin pensarlo dos veces se abalanzo sorpresivamente sobre él – gracias, gracias, gracias...
El tono rojizo de sus mejillas se elevo a niveles exorbitantes al ver tal muestra de frenesí en la joven que pareció no percatarse de lo que había hecho porque así de rápido como lo abrazo también se soltó para ir inmediatamente a avisar al chico ainu.
Su primer acción luego de que ella se retirara fue la de tocar su pecho al sentir como su corazón latía desmesuradamente rápido mientras que sus mejillas comenzaban a arderle de tanta presión sanguínea en la cabeza.
Cuando por fin pudo medio reaccionar una extraña sonrisa se dibujo en sus labios al sentir una sensación muy cálida empezar a nacer dentro de él...
♦♦♦♦♦♦♦
El hombre estaba haciendo caso omiso a las insistentes palabras de su primogénito, ambos se encontraban en una estancia del castillo de Zeiria la cual servia como una sala informal para las visitas de algunos regidores, jefes de aldea, personas de la alta sociedad del reino, etc... esta se hallaba especialmente acondicionada para esta clase de actividades.
El hombre tenia la mirada perdida en un enorme ventanal que conducía a una pequeña terraza con vista a los jardines traseros del palacio, que si bien no era tan enorme como lo era el del reino del Norte, en su arquitectura destacaban un sin número detalles opulentos y distinguidos, resaltando la exquisita decoración del mismo.
- ¡Padre no puede hacer eso...! – el joven de cabellos verdes estaba mas que desesperado tratando de convencerle sobre cierta cuestión.
- Lo lamento mucho Lizerg pero el plazo que les había otorgado al los del norte ya finalizo no pienso hacer un nuevo aplazamiento – se expreso con algo de rudeza pero bastante seriedad el hombre de figura imponente.
- Dele aunque sea unos cuantos días más – sus expresiones denotaban su estado un tanto alterado ya que su padre le había obligado a regresar a Zeiria después de haber llegado a su fin las últimas semanas dadas de plazo.
- ¿Por que te empeñas en evitar esa confrontación si en dado caso tu eres el mas ofendido? – le miro severamente con el entrecejo un poco fruncido, empezaba a perder la paciencia ante la terquedad de su hijo – ¿tan encaprichado estas con esa princesa? – el joven no respondió, tenia que proteger antes nada la integridad de cierta joven de cabellos celestes.
- Por tu silencio veo que no es así ¿entonces que es lo que tanto te preocupa?
- Padre creo que tengo que hablar con usted...
Aunque si bien Pilika le había pedido encarecidamente guardar el secreto hasta que la princesa regresase para hablar primeramente con ella, tenia suficiente de farsas, ya no podía posponer aquel asunto por mas tiempo, le diría toda la verdad sobre su relación con la peliazul en ese preciso momento.
- Te escucho... – dijo recobrando cierta calma el hombre de cabellos verdes.
- Tengo que decirle la verdad sobre el motivo de que quiera permanecer en el reino de Zairent... – le miro fijamente sin mostrar ninguna clase de titubeo en lo que decía.
- ¿De que hablas? – se volvió a él un tanto intrigado al ver la seriedad con la que se dirigía el muchacho de ojos color esmeralda.
- Lo cierto es que yo no quiero a... – estaba a punto de responderle cuando alguien llamo inesperadamente a la puerta del estudio.
- Adelante... – el hombre mayor alzo un poco la voz para dar el acceso solicitado.
- Con su permiso su majestad... vine a informarle que todo ya esta listo, solo esperamos dicte sus ordenes – en el recinto entro un joven que inmediatamente capto la mirada de los otros dos varones que estaban en la habitación.
- Muy bien... enseguida estaré con ustedes Nichrom – respondió el rey al joven de cabellos café verdosos y ojos color miel.
El muchacho sonrió con un dejo de malicia mientras que el peliverde lo veía con bastante recelo, jamás le había agradado la actitud de ese sujeto... si bien era verdad se trataba de uno de los consejeros mas allegados a su padre, no le inspiraba la mas mínima confianza y estaba casi seguro de que él tenia mucho que ver con la decisión de declararle la guerra a Zairent.
- Entonces con su permiso me retiro – hizo una pequeña reverencia mirando burlescamente de reojo la cara del chico ojiverde antes de salir del lugar.
- Tendremos que dejar esta conversación para otro momento – la voz de su padre lo saco enteramente de concentración regresando nuevamente su atención hacia él.
- Pero padre esto no puede esperar... – trato de objetar el muchacho mas fue inútil.
- Lo siento Lizerg... ahora tengo que dirigir un ultimo mensaje a las tropas que se dirigirán al norte – se puso en marcha ignorando completamente las palabras de su hijo que trataba de llamar su atención a como diera lugar.
- Padre escúcheme por favor... – simplemente no quiso oírlo, dejándolo propiamente con la palabra en la boca – ¡Padre!
- Maldición – dio un fuerte puñetazo en la puerta mientras que lo único que venia a su cabeza era el rostro de la dulce doncella de cabellos celestes.
Tomando una precipitada pero sumamente determinada decisión se escabullo de palacio sin que ninguno de los guardias lo notara, después de tomar un caballo en los establos cruzo a toda velocidad el bosque rumbo al norte y con la única idea en la cabeza de llegar antes que su padre al reino de Zairent para ponerlos bajo aviso y poder asegurarse de que su amada Pilika estuviese a salvo.
Continuara...
&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&
A partir del próximo capitulo creo que le complicare un poco las cosas a todos los personajes, (bueno, eso si sale como lo estoy pensando por que a veces me salen otras ideas que no tiene nada que ver con la idea original(XD), eso fue todo por ahora, muchas gracias por sus comentarios espero que este capitulo les haya gustado y sino pueden decírmelo a través de sus reviews los cuales siempre son bien recibidos de mi parte y como dicen por ahí que el que mucho se despide pocas ganas tiene de irse, creo que ahora si me despido, hasta el próximo capitulo.
