Titulo: La Llave Suprema
Resumen: Tamao es una princesa que ha perdido lo más valioso y ya no siente deseos de vivir, en cambio Ren morirá pronto a causa de una maldición, pero antes de que esto suceda hará todo lo posible para poder evitarlo.
Declaimer: Shaman King pertenece a su respectivo autor esta historia la hice por diversión y nada mas.
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CAPITULO 13
El clima había cambiado drásticamente la última semana, ahora el ambiente se había tornado por demás frío mientras que densos nubarrones grisáceos empezaban a formarse en el cielo extendiéndose a todo lo largo del horizonte y dando por consiguiente paso a la ultima estación del año que marcaría el inicio del invierno.
Ese día en especial era de suma importancia para el reino del sur puesto que recibirían la visita de la que se vislumbraba como la futura esposa del príncipe heredero a la corona de Cilión y por ordenes explicitas de la reina el castillo así como sus alrededores debían estar impecables para su recibimiento, así que sin excepción todos en el palacio se encontraban mas que atareados.
Quedaban solamente dos semanas para que el plazo que la reina le diera a su hijo mayor finalizara, así que aparte de los preparativos para la coronación también estaban los de la boda que se llevaría a cabo el mismo día un mes y medio mas adelante.
Justo cuando se dio la última verificación de que todo estuviese en perfecto orden a lo lejos uno de los guardias diviso la caravana que escoltaba a la princesa de Miune, inmediatamente este mando informar a su soberana que ya esperaba pacientemente su llegada.
La hermosa mujer de cabellos violetas salió a su recibimiento apenas el carruaje ingreso a los jardines principales del palacio, los escoltas de la caravana se hicieron a un lado para que solo el coche real se acercara a la entrada principal.
Cuando finalmente se detuvo, quien primeramente descendió del carruaje fue el rey del Oeste, había acompañado a su hija para formalizar su compromiso matrimonial a penas el príncipe volviera de su viaje.
Segundos después bajo la hermosa princesa de largos y ondulados cabellos, los cuales eran tan negros que daban un gran contraste con el nacarado tono de su piel, mientras que a su rostro semi ovalado lo adornaban un par de bellos ojos grisáceos y unos delgados labios que estaban sutilmente pintados por un color rosa pálido.
Su delgada figura se encontraba revestida por un vestido azul celeste de amplio vuelo con transparencias en el forro de tonos más oscuros mientras que a su cabeza la cubría un sombrero de viaje que hacia juego con su chalina de tejido azul.
Descendió con tal elegancia que mas de uno quedo deslumbrado por su presencia, incluyendo al par de hermanos gemelos que no pudieron apartar la mirada de la chica.
La reina camino un pequeño tramo para recibir a sus honorables huéspedes mientras su dama de compañía, así como su sobrina y su pequeña hija de siete años se quedaban de pie a sus espaldas.
- Es un honor para nosotros que pudieran acompañarnos hoy – hablo sin mas la bella mujer apenas estuvo frente a su invitados realizando una reverencia formal que ellos correspondieron de igual forma.
- El honor es nuestro, gracias por su amable invitación – dijo cortésmente el hombre de aspecto serio el cual compartía una fisonomía muy parecida a la de su hija.
- No tiene porque agradecerlo… no sabes la alegría que me da al fin conocerte – se dirigió especialmente a la joven que ahora estaba a las espaldas del soberano de Miune.
- El gusto es mío su majestad – hizo una pequeña reverencia para mostrar sus respetos a su anfitriona sonriéndole un poco.
- Supongo que deben estar agotados por el viaje...
- Si, lo cierto es que fue un viaje un poco extenuante – contesto con tranquilidad el hombre de complexión alta y robusta.
- En ese caso creo que lo mas conveniente es mostrarle sus habitaciones para que puedan descansar y estar preparados para esta noche – dijo sonriente mientras el rey asentía con un pequeño movimiento de cabeza – espero no les incomode, pero he preparado una pequeña recepción para darles la bienvenida.
- Por supuesto que no, al contrario – se apresuro a decir el rey - si no le molesta su majestad, me gustaría tener una pequeña charla con usted antes.
- Me parece bien... en ese caso Ana, mi dama de compañía le mostrara a la princesa Kira su habitación – al momento de la mención esta se acerco a la princesa e hizo una pequeña reverencia.
- Sígame por favor su majestad – le indico la rubia con amabilidad a la muchacha de ojos grises pero sin dejar de lado la seriedad que la caracterizaba.
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Lo primero que hizo al entrar la chica de cabellos negros fue inspeccionar minuciosamente el lugar, mirando de reojo y con un dejo de altivez el interior del palacio mientras seguía con calma a su guía.
- Llegamos... su majestad designo esta habitación especialmente para usted – la joven seguía con ese aire de petulancia mientras daba un detenido vistazo a la habitación - ¿sucede algo malo? – cuestiono la rubia al ver el semblante de desagrado en la princesa.
- No lo sé, esperaba otra cosa… – paso la vista desdeñosamente de un lugar a otro – digamos algo un poco mas sugestivo, lo supuse ya que mi padre me comento Cilion era uno de los reinos mas ricos y poderosos de toda la región – hablo con suma arrogancia como si considerara poca cosa la amplísima y mas que magnifica habitación.
- Si esta habitación no es de su agrado puedo mostrarle otras – la rubia se molesto un poco por el comentario y sobre todo al ver la forma tan vanidosa en que se expresaba la chica.
- Dejémoslo así, que tal si las otras están en peor estado que esta – se cruzo de brazos e hizo una mueca de enfado mientras veía de una forma un tanto despectiva a la joven de cabellos dorados.
- En tal caso me retiro, con su permiso – hizo una pequeña reverencia pero antes de salir la otra la detuvo rápidamente.
- ¡Espera...! – la chica parecía ser bastante altanera a los ojos de la muchacha rubia – yo no he dicho que puedas retirarte, aun no has desempacado mis cosas.
- ¿Disculpe? – pregunto con un poco de incredulidad y mas que eso con enfado, nunca nadie antes se había atrevido a tratarla de una manera tan soberbia, ni siquiera el príncipe que solía tener un carácter de los mil demonios.
- ¿Acaso crees que tu futura reina desempacara las maletas por si misma?... ¿no verdad? – a pesar de estar en extremo furiosa no dijo nada por el respeto que le infligía su linaje, solo vislumbro calladamente por unos momentos la figura engreída de la chica que tenia al frente – si mal no sé para eso están ustedes, las mucamas – bien esa fue la gota que derramo el vaso.
- Lo siento mucho creo que fue mi error – hablo con relativa tranquilidad la rubia mientras le miraba fijamente con sus hermosos ojos negros.
- Acepto tus disculpas... – empezó a hablar la pelinegra y de hecho iba a decir algo más pero la otra no la dejo.
- Si, creo que fue un error de mi parte no aclararle que yo soy la dama de compañía de su majestad, así que solo ella y nadie mas puede darme esa clase de ordenes, si me disculpa me retiro en estos momentos, ahora tengo que cumplir con un especial mandato de "mi reina" - contesto fríamente y haciendo especial énfasis en el final de la oración, mas sin faltarle en ningún momento al respeto – le diré a una de las "mucamas" le ayuden a desempacar, con su permiso – fueron sus ultimas palabras para salir completamente del lugar.
- Pero que se habrá creído esa altanera – la muchacha de negra cabellera demostraba bastante molestia e irritación por lo que no pudo evitar hacer una rabieta por demás infantil – pero en cuanto sea reina juro que la despediré sin ninguna contemplación.
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La joven rubia camino con dirección a una pequeña estancia de servicio para ordenarle a una de las mozas fuera ayudar a esa chica engreída, en ese omento juro que se desquitaría de alguna manera de ella ya que ahora le importaba un comino si era la princesa de todo el planeta o futura reina de Cilión, aunque lo ultimo aun estaba por verse.
Se encontraba tan furiosa y concentrada en si misma que no se percato de la figura del chico que tenia al frente hasta que este le saco de sus pensamientos.
- ¿Y que impresión te causo nuestra próxima soberana? – dijo con algo de burla el muchacho de largos cabellos castaños a lo que la otra solo le dirigió una mirada congelante – ¿no te pareció una buena elección?
- Solo te diré que en cuanto el príncipe Ren la conozca quedara "impresionado" por tu elección – le miro con una mediana sonrisa irónica dibujada en los labios – y créeme que te dará las gracias personalmente.
- ¿A que te refieres? – la rubia no solía actuar de esa manera, de hecho el castaño pudo notar las chispas de coraje que casi salían de los negros ojos de la muchacha.
- Ya veras a lo que me refiero durante la recepción de esta noche – se expreso con bastante sarcasmo – ahora me tengo que ir, debo encontrar a una de las mucamas para que le ayude a desempacar a nuestra "próxima soberana", sus delicadas manos no están hechas para hacer esa clase de labores.
El joven castaño solo sonrió mientras veía como la de dorados cabellos se alejaba a largas zancadas del lugar manteniendo los puños fuertemente apretados y con el entrecejo bastante fruncido.
- Solo espero no haber cometido un error con esa chica je je je – mantuvo su semblante sonriente, pero después de reflexionar las palabras de rubia sintió una pequeña espinita clavarse en su espalda – me va a matar.
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Las horas del día transcurrieron con algo de calma, la pequeña recepción organizada por la reina dio inicio a las seis de la tarde, entonces los primeros invitados comenzaron a llegar hasta que poco a poco fue llenándose el pequeño recinto tras el salón principal de palacio el cual a pesar de ser chico a comparación del otro estaba maravillosamente adornado para la ocasión.
La reina como buena anfitriona que solía ser, recibió personalmente a cada uno de los mas o menos treinta invitados y a su lado como siempre estaba su dama de compañía que lucia un hermoso vestido de satín color ciruela mientras que su cabello estaba cuidadosamente recogido y de el pendían algunos adornos que complementaban la joyería que utilizaba.
En esa ocasión la reina había permitido que su pequeña hija los acompañara al ser solamente una cena de bienvenida para el soberano de Miune y su adorable hija de dieciocho años de edad, quien por el momento se disentía como la prometida del príncipe.
Muchos de los presentes, en especial los representantes del consejo estaban mas que felices con la noticia al ver mucho mas claro el futuro de su reino, desde que se había dado la noticia que el heredero a la corona tenia una prometida la presión así como las duras criticas a la reina habían cesado, por lo que ahora solo esperaban conocer a la elegida.
La ceremonia tenia mas o menos una hora de haber comenzado cuando la joven de cabellos como el ébano hizo su triunfal aparición en las escalinatas principales del salón, estaba enfundada en un bellísimo vestido color lavanda de raso que acentuaba de maravilla sus ojos grisáceos, muchas miradas se prendaron de su hermosa y grácil figura, mientras tanto ella dejaba entrever una actitud de preponderancia y mucha seguridad al descender.
Su padre fue quien finalmente la recibió al final de las escaleras y después de algunos comentarios y varios elogios hacia su persona dio inicio la cena.
La reina ocupo el lugar de su hijo en la cabecera de la mesa mientras que su dama de compañía y su sobrina se sentaron juntas a su lado, así mismo su pequeña hija que estaba al frente de las dos y al lado de ella los gemelos Asakura que desempeñaban importantes cargos dentro de la vida de palacio.
Al otro extremo de la mesa estaba el soberano del Oeste y a su lado su hermosa hija... los demás regidores y consejeros estaban distribuidos a lo largo de la enorme mesa para treinta personas.
La cena comenzó sin contratiempos teniendo como aperitivo varios de los platillos típicos de la cocina ciliense, todo iba de maravilla hasta que la princesa de Miune hizo un pequeño desaire a la comida de su anfitriona que inmediatamente lo noto.
- ¿Querida no probaras tus alimentos? – la reina hablo con voz fuerte desde el otro extremo de la mesa haciendo que mas de uno volviera disimuladamente su mirada hasta la joven.
- No quiero ser descortés su majestad pero la verdad es que no tengo mucho apetito – fingió una sonrisa aunque mirando con algo de repudio la comida que tenia al frente, cuyo pequeño detalle no paso desapercibido por la reina y sus allegados.
- Entiendo – la hermosa mujer solo sonrió como cortesía pero no le había agradado nada la forma como se expreso – ¿acaso te sientes mal? – antes de que dijera nada el rey se adelanto.
- Lo que sucede es que mi pequeña Kira no se ha sentido muy bien desde que salimos de Miune – la quiso justificar rápidamente para que no pasara a mayores términos aquel malentendido.
- Ya veo... – dijo sin tratar de hacer mucho alboroto por ello puesto que lo que menos quería era hacer sentir incómodos a sus invitados.
Después de presenciar aquella escena en los labios de la rubia no pudo evitar dibujarse una pequeña sonrisa sarcástica dirigiéndola especialmente al muchacho de largos cabellos que capto inmediatamente el mensaje de lo que quería decirle, supuso que al traducirlo diría algo así como "te lo dije" su hermano menor solo miro confundido a su prometida pero tampoco dijo nada.
La velada prosiguió con algo de incomodidad por parte de la reina al ver que ninguno de los platillos ofrecidos eran del agrado de la muchacha pelinegra que solo ponía una sonrisa un poco fastidiosa cuando se ofrecía el siguiente plato.
Se sintió un poco aliviada al terminar la cena ya que posteriormente todos pasaron a una pequeña estancia contigua donde siguió el informal evento que finalizaría con té para los invitados.
Muy pronto se formaron algunos círculos de charla, en uno de ellos estaba la reina con su pequeña hija y su futura nuera, mientras que en otro estaban la joven de dorados cabellos con su prometido acompañados de la de rojizos ojos y en un espacio mas apartado estaba el castaño de largos cabellos conversando con el rey de Miune y varios miembros del consejo.
- Su hija es sumamente adorable su majestad – dijo la muchacha de ojos grises poniéndose a la altura de la pequeña y presionando fuertemente sus mejillas hasta dejarlas un poco rojas.
- Gracias... – miraba con consideración a su pequeña que acariciaba con suaves círculos sus adoloridas mejillas.
- ¿Qué edad tienes corazón? – pregunto con una sonrisa por demás fingida, queriendo ganarse de alguna manera la confianza de la niña puesto que le habían dicho se le facilitarían considerablemente las cosas con el príncipe si se ganaba el afecto de ella.
- Tengo siete años y mi nombre es Jun, no corazón... – le miro con desdén, realmente no le había causado una muy buena impresión.
- Que jovencita tan linda... – intento atacar de nueva cuenta con los pellizcos en las mejillas pero esta la detuvo al girarse rápidamente a su madre.
- Ya tengo algo de sueño – dijo repentinamente la peliverde con pequeños bostezos y tallándose los ojos, pero viendo de forma suplicante a su madre.
- Tienes razón, creo que ya es hora de que te metas a la cama – acaricio con indulgencia sus largos y sedosos cabellos que ahora lucían unos bucles en un peinado algo elaborado – Ana... por favor lleva a Jun a su habitación – se dirigió gentilmente a su persona de mayor confianza en todo el palacio.
- Si no le importa tía, yo me encargo de acostar a Jun – se ofreció amablemente su sobrina antes de que la mencionada dijera algo – yo también tengo algo de sueño y ya deseo retirarme.
- Esta bien Jeanne... – sonrió mientras la niña tomaba una de sus manos para salir posteriormente del lugar luego de haberse despedido de los presentes como era debido.
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- ¿De verdad mi hermano se va a casar con esa bruja? – hablaba la pequeña mientras se masajeaba todavía una de sus mejillas causándole con su acción una pequeña risita a la joven que la llevaba de la mano.
- Calma Jun que ella no es una bruja, recuerda que no podemos juzgar a nadie antes de conocerlo – la muchacha trato de suavizar la situación puesto que la pequeña que tenia al lado parecía estar muy enojada – su carácter parece ser un poco difícil pero nada mas.
- Pues a mi no cayo nada bien... – decía la peliverde mostrando todavía bastante enfado – yo prefiero que mi hermano se case Tami...
En pocos minutos llegaron a la habitación de la princesa, de hecho ahora su prima la cambiaba de ropas para ponerle la pijama encima.
- ¿Tami? – pregunto con algo de curiosidad la joven novicia tratando de descubrir quien era esa famosa Tami a la que Jun parecía admirar tanto.
- Tami es una amiga a la que quiero mucho, además ella es mucho más bonita y amable que esa tonta princesa – una enorme sonrisa se dibujo en los labios de la pequeña.
- ¿Y que edad tiene Tami? – siguió preguntando ya que creyó esta era una niña de la edad de Jun.
- No lo sé... – puso un dedo en sus labios adoptando una aptitud bastante pensativa – creo que a de ser mas o menos de tu edad.
- Enserio... – la joven sonrió con gentileza mientras arropaba a la pequeña – ¿y como fue que la conociste?
- Fue hace como dos meses mas o menos, mi hermano la trajo al palacio para que la curaran porque alguien la había herido en el bosque – la muchacha se sentó en el borde de la cama de la pequeña mientras esta terminaba su relato – aunque solo estuvimos juntas por unas horas me cayo muy bien y cuando le pedí que fuera mi amiga ella acepto gustosa, pero tuvo que irse al día siguiente.
- Ya veo... – le dijo comprensivamente al ver como su rostro se había puesto un poco triste al decir lo ultimo.
- Pero ella me prometió que regresaría para jugar conmigo, es por eso que mi hermano no puede casarse aun… no hasta que Tamao regrese y él vea que ella es mucho mejor que esa princesa de Miune...
- ¿Tamao? – pregunto confundida ya que el nombre le resultaba bastante familiar – en algún lugar eh escuchado ese nombre¿dónde seria?
- ¿Acaso tu conoces a Tamao, Jeanny? – le miro muy interesada.
- Eh... no, me temo que no – le dijo con una ligera sonrisa en los labios – es solo que siento que ya había oído ese nombre en otro lugar, eso es todo.
- No importa, de todas maneras yo voy a hacer hasta lo imposible para que mi hermano no se case con esa bruja – sonrió extrañamente puesto que su cerebro ya estaba maquilando un plan para deshacerse de su adorada cuñada.
- ¿Jun que estas pensando? – le miro un tanto intrigada la peliplateada sin que la extraña sonrisa de su prima desapareciera de sus labios.
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La cena finalizo un hora después de que la pequeña princesa se retirara a su recamara, todos los invitados se habían ido ya a sus hogares, mientras que los residentes del castillo se retiraron a descansar a sus respectivas habitaciones, todos exceptuando a la joven rubia que aun hacia compañía a la reina.
- Al fin término todo – hablo la hermosa mujer de cabellos violetas mientras su dama de compañía le ayudaba silenciosamente a mudarse de ropa – ¿qué te pareció? – le pregunto de repente haciendo que la rubia solo la mirara un poco confundida
- ¿A que se refiere su majestad?
- Me refiero a Kira Segawa – se volvió hasta quedar frente a ella luego de que esta le ayudara a ponerse su camisola.
Le miro por unos segundos de una manera expectante, le gustaba escuchar las opiniones de su acompañante puesto que siempre tenía un punto de vista objetivo y conciso al ser sumamente madura para sus escasos dieciocho años.
- Lo siento su majestad, pero creo que en esta ocasión me reservare mi comentario – hablo con la seriedad acostumbrada a lo que la mujer solo dio un pequeños suspiro.
- La va a odiar ¿verdad? – parecía estar afirmando lo obvio por lo que le miro sumamente angustiada.
- ¿De verdad quiere que le conteste? – una mirada indulgente fue lo único que obtuvo de la joven.
- ¿Qué vamos a hacer? – se desplomo en un diván que estaba al frente de su cama, dejando entrever en sus acciones una gran mortificación – no podemos echarnos para atrás ahora, si lo hacemos el reino del Oeste lo tomara como una grave ofensa de nuestra parte y sobretodo al ser nuestro reino quien concertó el acuerdo.
- Por favor su majestad no se deje vencer ahora – la chica se puso a su altura tratando de darle consuelo ya que además de ser su reina también era su protectora, de hecho ella siempre la había visto como su segunda madre luego de que la acogiera bajo su tutela años atrás – recuerde que ella aun es una candidata y por consiguiente siempre hay la posibilidad de que ellos sean los que se opongan al matrimonio.
- Si, quizás tengas razón… ¿pero como le vamos a hacer para que eso suceda?
- Posiblemente por el momento no podamos hacer nada – una enigmática sonrisa se dibujo en sus labios arrojando inmediatamente sobre ella toda la atención de la mujer de violáceos cabellos – pero... que le parece si antes de anunciar el compromiso dejamos que se conozcan… digo, que el príncipe y ella convivan durante una semana antes de dar la noticia a todo el reino.
- Ana no se que haría sin ti... – la mujer le devolvió la sonrisa con complicidad – después de todo si ella no quiere casarse al cabo de ese tiempo nosotros no presentaremos ninguna clase de inconformidad.
- Ya vera como todo va a salir muy bien...
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Había transcurrido una semana ya desde la primera nevada de la temporada y casi tres desde que los jóvenes viajeros habían abandonado la posada en compañía de su nuevo integrante, que sin querer se les unió a la búsqueda.
Sin embargo los ánimos de los tres viajeros se habían vuelto un tanto caóticos, sobre todo con las frecuentes disputas entre el joven peliviolaceo y el chico peliazul que siempre discutían hasta por cosas que aparentemente no tenían importancia.
Llevaban la mayor parte del día cabalgando sin sentido alguno o al menos eso era lo que el ainu pensaba al considerarse bastante escéptico en la veracidad de esa brújula descompuesta, no tardando mucho en hacer notar su total desacuerdo.
- ¿Estas seguro que esta es la dirección correcta? – hablo con cierto fastidio el de cabellos celestes mientras que el otro solo lo ignoro y siguió su trayecto sin prestar la menor atención a sus palabras - ¿estas sordo o que!
Sin duda la que más sufría con esta situación era la joven princesa que a menudo quedaba envuelta en alguna de sus muchas discusiones sin saber el motivo por el que esos dos no podían llevarse bien.
- Por favor Horo no empieces con esto... – decía la pelirosa tratando de serenar un poco el ambiente tan tenso – confió en que el joven Ren sabe perfectamente lo que hace.
- ¿Qué no empiece...? – la miro incrédulamente, aun no entendía la razón del porque esta siempre salía en defensa de ese sujeto – Tamao llevamos semanas caminando en círculos y quieres que no le reclame ¿qué es lo que pasa contigo¿acaso no te das cuenta de que estamos perdidos y que ese sujeto no tiene la menor idea de donde estamos?
- Como te dije antes yo confío plenamente en el buen juicio del joven Ren – hablo con la misma tranquilidad, provocando que el peliazul se calmara también, por mas que quisiera estar enfadado con ella no podía hacerlo.
- Muy bien pero si no tenemos algún rastro yo... – se callo al ver que la joven no le hacia el mas minino caso al tener fija la mirada en la figura de su guía el cual se había detenido por completo.
- Joven Ren ¿qué sucede? – encamino su caballo hasta quedar a un lado del ambarino.
- Estamos cerca... – le sonrió a la pelirosada con mucha satisfacción reflejada en su semblante inevitablemente ella devolvió la sonrisa al entender perfectamente el mensaje.
- ¿Cerca de que? – el otro chico se mostró un poco enfadado al sentirse un poco excluido de aquella conversación por lo que él también se acerco a ver lo que ocurría.
El violáceo lo ignoro completamente como solía hacerlo, descendiendo del caballo y caminando un pequeño tramo de vereda entre los bancos de nieve que se habían formado por la última tormenta ocurrida dos días atrás.
Miro con detenimiento la brújula, desde hacia un rato esta estaba actuando de una forma muy extraña, el sentido de la dirección se había vuelto totalmente loco, girando sin detenerse y con mayor velocidad según se encaminaba mas al frente.
Los otros jóvenes imitaron su acción descendiendo ellos también de sus caballos y siguiéndole de cerca hasta que este finalmente se detuvo, fijando completamente su vista al frente.
El muchacho de cabellos celestes estaba a punto de cuestionar sobre sus acciones al ambarino cuando el también poso su vista hacia la misma dirección para ver que era aquello que había llamado tanto la atención de sus otros acompañantes.
Se encontró sumamente sorprendido cuando miro con mas detenimiento el lugar, sin previo aviso corrió hasta quedar en el medio de lo que parecía ser un cementerio donde varias hileras de cruces se extendían a lo largo del terreno, al otro lado del campo se podía vislumbrar los restos de lo que alguna vez fueron casas y que ahora estaban completamente derruidas por el paso de los años.
La muchacha camino con cierta lentitud hasta situarse atrás de él, acción que el ambarino imito siguiéndole de cerca sin atinar aun el por qué el chico ainu había mostrado ese comportamiento tan extraño.
El peliazul tenía la mirada completamente perdida en el piso mientras algunos mechones caían a su ensombrecido rostro, la chica no pudo evitar preguntarle sobre sus acciones que la tenían hasta cierto punto desconcertada.
- H-Horo ¿todo esta bien? – le dijo con suavidad aunque con un poco de incertidumbre entremezclada mientras que el violáceo se mantuvo al margen de la situación.
- E-este lugar... – titubeo un poco aunque finalmente volvió su vista hacia ella – este lugar es mi aldea...
- ¿Tu aldea? – la chica al igual que el ambarino se mostraron sumamente sorprendidos por aquello.
- Así es... – su rostro estaba sombrío, algo no muy común en él ya que no importase la situación en la que se encontrasen este siempre se mantenía con el semblante en alto – ...y esta es la tumba de mi padre... – se giro a la cruz de madera que estaba a su frente la cual de alguna manera sobresalía de entre todas las demás que eran alrededor de cien.
Todo quedo en absoluto silencio y a pesar de eso ninguno se dio cuenta de la cuarta presencia en el lugar, era alguien que los observaba con sumo cuidado desde hacia unos meses atrás y que sin lugar a dudas tenia un interés muy especial en ellos, pero sobre todo en los dos príncipes.
Los ojos rojos del animal se clavaron principalmente en la joven de cabellos rosados no separando su vista de ella aun cuando inesperadamente voló de la rama en que estaba parado hasta la cúspide de uno de los tantos pinos que rodeaban el lugar, los jóvenes no dieron mayor importancia ya que vieron era solo un cuervo que seguramente estaba en busca de su próxima presa.
Sin siquiera imaginar que su verdadera misión era otra muy distinta, el tener vigilados a aquellos viajeros y proyectar todas las imágenes recopiladas a través de sus ojos hasta una pilastra en el medio de una habitación que se encontraba en un lúgubre castillo a pocos kilómetros de ahí, donde un temible individuo observaba detenidamente cada uno de sus pasos, un maquiavélica sonrisa se dibujo en rostro de esa sombría silueta, a partir de ese momento este daría marcha a la siguiente fase de su plan.
Continuara...
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Han de pensar que la escritora se volvió loca, pero no, como diría mi buen Touya Kinomoto… en este mundo no existen las coincidencias solo lo inevitable (o era algo mas o menos así (n.nU), en fin ya no me meto con otras series que ahora no vienen al caso, solo espero que les haya gustado el capitulo y agradezco de antemano sus comentarios, por el momento eso fue todo, nos vemos en el próximo capitulo.
