Titulo: La Llave Suprema
Resumen: Tamao es una princesa que ha perdido lo más valioso y ya no siente deseos de vivir, en cambio Ren morirá pronto a causa de una maldición, pero antes de que esto suceda hará todo lo posible para poder evitarlo.
Declaimer: Shaman King pertenece a su respectivo autor esta historia la hice por diversión y nada mas.
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CAPITULO 15
Al cuarto para la media noche los jóvenes viajeros decidieron retirarse a descansar acostándose en los improvisados camastros que habían montado para dormir, necesitaban hacerlo luego de que durante horas repasaran cuidadosamente lo dicho en el libro encontrado por la tarde.
El resto de la noche transcurrió en relativa tranquilidad o al menos lo fue hasta un par de horas antes del amanecer, cuando algunos ruidos procedentes del exterior de lo que ahora era su campamento, despertaran al violáceo quien no dudo en ir a averiguar de qué se trataba.
Al sentir los casi inaudibles sonidos que hizo el chico al levantarse la pelirosa también abrió los ojos aunque de manera perezosa pues esta estaba mas inmersa en el maravilloso país de los sueños que en la realidad que le rodeaba, observo cuidadosamente como la figura del muchacho se ponía de pie caminando con pasos sigilosos hasta quedar a un lado de la ventana.
- Joven Ren... – le dijo casi como un murmullo al estar aun mas dormida que despierta pues no sabia si lo que veía era solo un sueño – ¿todo esta bien?
El chico giro la cabeza para mirar a la joven haciéndole un pequeño ademán con la mano de que guardara silencio, luego de ver como ella asentía centro su atención reiteradamente en lo que ocurría fuera de la casa.
Un nuevo sonido se escucho en las afueras pero esta vez fue mucho más estruendoso que el anterior alertando inmediatamente a la muchacha que no dudo en levantarse para saber lo que estaba pasando.
El chico ainu también despertó con aquel estrepitoso sonido lo que le obligo a preguntar prontamente lo que sucedía.
- ¿Qué fue ese ruido? – se levanto como un rayo de la cama para encaminarse hasta quedar junto al violáceo que aun observaba atentamente el exterior.
- Nos tienen rodeados... – fue lo único que salió de sus labios al momento que desenfundaba su espada y adoptaba una actitud defensiva.
- ¿Rodeados¿por quien? – el peliazul le miro un tanto confundido pues no entendía a ciencia cierta que le quiso decir el otro.
- Yuerame acaba de hacer su primera jugada – al instante los otros dos jóvenes entendieron el mensaje que les quiso dar el ambarino, tomando sus pertenencias en un santiamén y preparándose para lo que fuera que viniera.
Los tres chicos alertaron al máximo todos sus sentidos coordinándose de cierta manera para el inevitable combate que se avecinaba.
- Vienen por las llaves... – dijo en un pequeño susurro la chica, el violáceo solo asintió con un pequeño movimiento de cabeza antes de que el edificio en el que estaban resguardados retumbara al desplomarse sobre ellos el techo de paja y madera.
Por fortuna estos se encontraban a unos cuantos metros del punto de coalición, siendo solo afectada en cierta medida su visión luego de quedar envueltos en una espesa capa de polvo causada por el derrumbe del techo.
Cuando la cortina de polvo se disipo un poco dejo al descubierto un monstruoso animal alado y sobre este la figura de alguien que al parecer era quien lo controlaba.
La bestia tenia un cuerpo muy parecido al de un felino enorme pero en vez de pelo tenia plumas, con garras tan afiladas en las patas que podría descuartizar a quien se le pusiese en el camino sin siquiera titubear, mientras que su cabeza parecía la de un águila al igual que sus enormes alas, las que muy a pesar de su gran peso y enorme tamaño le permitían volar sin complicación.
- ¿Que demonios es esa cosa! – se expreso sumamente asombrado el de cabellos celestes mas sin embargo sus dudas fueron rápidamente disipadas por la figura que se encontraba montando a la bestia.
- Es un grifo... – el sujeto descendió del mítico animal dejándoles al descubierto su verdadera identidad pues los rayos de la luna que se filtraban por el boquete hecho en el techo iluminaron a la perfección su silueta.
En primera instancia se podía apreciar su mirada fría y bastante calculadora igual que la fisonomía de su rostro ensombrecido por los mechones castaños verdosos que caían sobre su frente y a pesar de aquello aquel joven no pasaba de tener la misma edad del violáceo.
- Lo mejor será que entreguen las llaves por las buenas... – en sus palabras se pudo apreciar un dejo de sarcasmo mismo que se veía delineado en la mediana sonrisa que ostentaba en los labios.
- ¿De verdad? – en ese momento se escucho una voz con un tono muy parecido al que estaba utilizando el chico peliverde – ¿y que te hace pensar que te las daremos tan fácilmente?.
- Es sencillo...– en su rostro se borro toda clase de emoción adoptando una actitud mucho mas fúnebre – si no lo hacen créeme que no dudare en aniquilarlos para obtenerlas...
- Pues que así sea... – el ambarino también desenmascaro su rostro sin emociones para mirarlo de frente con una actitud bastante desafiante.
La pelirosa se estremeció un poco al verle así, pues en sus hermosos ojos ámbar se podía apreciar un colosal vació, su semblante se volvió tan rígido que parecía el de un experto asesino apunto de exterminar a su presa sin un dejo de compasión.
- Entonces tomaras el camino difícil... – el joven echo mano de todo el sarcasmo del que era poseedor para burlarse del chico – por mi esta bien... – al decir aquello solo le tomo una fracción de segundos desenfundar su espada para llegar hasta donde el muchacho ambarino que ya lo esperaba para recibir su embestida.
Al chocar el filo de las espadas se pudo escuchar un golpe seco provocado por los metales, el fuerte sonido resonó por toda la habitación mientras el violáceo aguantaba fácilmente la presión que el otro estaba ejerciendo sobre la empuñadura de su arma logrando que en un ágil movimiento los dos se separaran.
- Esto será bastante interesante – la comisura de los labios del ambarino se curvo un poco mostrando una extraña sonrisa.
- Lo mismo digo... – el otro hizo exactamente el mismo gesto dejando algo confundidos a la muchacha pelirosa y al de cabellos celestes.
Sin esperar un solo instante mas los dos se lanzaron al mismo tiempo, proyectándose en el aire con hábiles y rápidos movimientos, muy pronto la cerrada batalla fue trasladada a las afueras del lugar donde cada uno continuo atacando y defendiéndose pues al solo haber un minúsculo margen de diferencia en su potencial y destreza el mas mínimo error por parte alguno constataría la inevitable victoria del otro...
Asimismo pero del otro lado el feroz animal acorralaba a los otros dos chicos que se habían quedado dentro de la habitación, poniéndolos en una especie de encrucijada a medida que se acercaba a ellos, el de cabellos celestes al igual que la pelirosa adoptaron una postura defensiva manteniendo al frente el filo de sus espadas.
- Tamao corre en sentido contrario mientras yo lo distraigo... – se expreso con determinación el ainu mas la otra no estaba muy convencida de hacer caso a lo que su amigo le decía.
- ¿Qué!... ¡Horo yo no puedo dejarte solo con esa cosa...! – replico al instante mirándole incrédulamente de reojo mas sin bajar en ningún momento la guardia.
- Tienes que hacerlo, como mi princesa mi mayor prioridad es protegerte – la joven no estaba muy convencida en hacer lo que este le decía por lo que no hizo el menor intento de apartarse.
- No me importa... no pienso dejarte digas lo que digas... – su rostro se puso serio demostrando bastante decisión en lo que acababa de decir, lo que solo podía significar que pasara lo que pasara esta cumpliría sus palabras.
- Tamao no te lo estoy pidiendo, es una orden... – dijo un tanto desesperado al ver como la bestia acortaba la distancia a solo un par de pasos.
- Pero Horo... – trato de objetar más el otro chico no la dejo.
- ¡Vete ahora Tamao! – le grito mas que exaltado, la chica se sorprendió un poco pues en su vida este le había elevando un solo decibel mas de lo normal la voz.
- Horo... – su lugar era al lado del chico pero este le pedía que se apartara de él ¿qué podía hacer, era lo único que podía pensar en esos momentos.
- ¡Ahora! – grito con mayor fuerza al momento que se lanzaba en un ataque suicida contra la descomunal bestia que tenia al frente, a la chica no le quedo mas que obedecer y salir corriendo en dirección a la puerta principal.
Al darse cuenta de aquello el animal le propino un fuerte zarpazo al muchacho peliazul impactándolo contra la pared como si se tratase de un muñeco de trapo.
El chico se estrello golpeándose con tanta fuerza que quedo instantáneamente inconsciente al llegar al piso, para su fortuna el grifo no utilizo sus garras por lo que el único daño recibido fue el del fuerte golpe en la nuca al momento del encontronazo con la pared.
La pelirosada corrió con todas las fuerzas que sus piernas podían dar y aun mas pues esta aumento la velocidad en un esfuerzo casi sobrehumano al percatarse de que el monstruoso animal ahora estaba persiguiéndola a ella.
La muchacha salió despavorida mirando con horror como la bestia le daba alcance, trato de interponer obstáculos en su camino para hacerle mas difícil poder atraparla mas fue inútil pues este solo alzo el vuelo para alcanzarla con mayor rapidez, justo en el instante que la tenia a su alcance esta se dejo caer al la superficie blanca del piso logrando esquivar con bastante suerte al grifo que paso a solo unos centímetros arriba de ella.
El ambarino no pudo evitar distraerse ante el algarabía causada por los escombros y la destrucción que dejaba a su paso el ser alado, ese instante de duda fue mas que aprovechado por su contrincante que no dudo en atacar realizándole un pequeño corte en el pecho con la punta de su espada.
Instintivamente dio algunos pasos hacia atrás al advertir el inminente segundo ataque que no tardo en ejecutarse, sin siquiera darle el tiempo suficiente para acoger una postura favorable puesto que sin querer tropezó con una piedra cayendo de espaldas al piso.
El joven de cabellos verdosos trato de propinarle la última estocada mas el otro lo detuvo anteponiendo oportunamente el filo de su espada para defenderse propiciando que aquel golpe no asestara directamente.
- Ríndete... – el muchacho de cabellos castaños verdosos mantenía todo su peso sobre su espada, solo seria cuestión de segundos para que el chico que estaba abajo cediera ante la presión.
- Nunca... – le dijo realizando un extraño movimiento en el cual jalo su espada contra la de él saliendo prácticamente disparadas a varios metros de donde ellos se encontraban.
Fue en ese momento que los dos quedaron en iguales condiciones, mas sin embargo el peliverde no desaprovecho para nada la ventaja que aun tenia sobre el ambarino al estar encima de él, tratando con rapidez de darle un fuerte puñetazo en el rostro por lo que el otro solo alcanzo a cubrirse anteponiendo sus dos brazos.
El chico estaba iracundo al darse cuenta de que no seria tan fácil derrotarlo como lo había pensado en un principio, creyó que a estas alturas y después de haber estado expuesto a la herida recibida unas semanas atrás ya se encontraría bastante debilitado por la maldición que recaía sobre él.
Forcejearon por algunos minutos mas hasta que el chico violáceo le aplico una fuerte patada en el abdomen que lo catapulto para enfrente cayendo abruptamente de espaldas, tiempo que el chico utilizo para ponerse de pie y correr hasta donde se encontraba su espada.
No obstante el peliverde no iba a dejar las cosas así, justo cuando el peliviolaceo recupero su espada el otro junto los dedos de su mano derecha acercándolos hasta su boca para dejar escapar un fuerte silbido que repicó en todo el lugar.
El chico violáceo alerto instintivamente todos sus sentidos ante el inesperado gesto del joven, adoptando seguidamente su postura defensiva al sentir la presencia de un sin numero de criaturas que lentamente lo estaban rodeando.
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Después de reincorporarse el joven ainu salió como pudo del lugar en que estaba para direccionar su paso tomando el sendero que la chica había tomado al escapar de su despiadado cazador.
Por su parte esta aun corría por su vida llevándole solo unos cuantos pasos de distancia al feroz animal, a lo lejos diviso la figura del joven ambarino el cual estaba totalmente rodeado por un sinfín de criaturas que ella en su vida imagino que existieran pues todas parecían ser mezclas de variados animales.
A pesar de aquello no titubeo en detener su paso pues no tenia ya mas camino para donde correr, solo le quedaba ir en línea recta y encontrarse con el chico de frente aunque ahora este se encontraba defendiéndose como podía de las bestias que le atacaban.
- ¡Joven Ren...! – grito ella lanzándose con su espada en todo lo alto sin importarle nada mas que ayudar a su compañero.
El chico le miro asombrado pues esta tenia un abrumador control sobre su arma, deshaciéndose sin mucho esfuerzo de las criaturas que se ponían en su camino, mas luego diviso la figura del enorme animal que la perseguía y entonces comprendió el porque esta se abría paso tan desesperadamente para llegar a él.
Cuando por fin llego al lado de su querido joven esta se refugio a sus espaldas sin que este dudara un segundo en interponerse entre ella y la bestia con tal de defenderla.
Al sentirla tan cerca pudo percibir el agitado estado en el que la chica se encontraba pues su respiración se podía escuchar bastante dificultada por el esfuerzo realizado al tratar de alejarse de su perseguidor.
- ¿Tamao te encuentras bien? – se expreso mas que preocupado al pensar que en cualquier momento la chica desfalleciera a causa del evidente agotamiento físico.
- S-si... – hablo casi en un murmullo sintiendo como el aire no alcanzaba a oxigenar lo suficiente sus pulmones.
- Quédate atrás de mi... – le dijo de forma protectora pues él se encargaría de resguardar la seguridad de su acompañante aun a costa de su propia vida.
- No hagan las cosas mas difíciles y entreguen las llaves – hizo de nueva cuenta acto de presencia el muchacho peliverde – ya no tienen ninguna posibilidad de ganar – se oriento con algo de calma hasta donde se encontraba el grifo.
- Digas lo que digas, jamás le entregare mi espada a ese bastardo... – el tono desafiante del ambarino no disminuyo ni un solo ápice lo que en cierta forma hizo que el otro se burlara descaradamente de él para disimular la rabia que le causaba la actitud tan altanera de ese chico.
- Entiendo... entonces ya no tendré mas consideraciones contigo... – sonrió maquiavélicamente para posteriormente ordenar a la bestia le atacara de frente.
El feroz animal lo envistió con toda su descomunal fuerza, al contacto y por la inercia del choque este soltó su espada cayendo a un par de metros de su posición original, después de eso el chico peliverde tomo tranquilamente la espada del piso y la enfundo en su cinturón para posteriormente montarse en el grifo al mismo tiempo que le ordenaba a las demás bestias retirarse del lugar.
- ¡Joven Ren...! – la muchacha miro la escena con mas que temor y preocupación por el bienestar del chico violáceo, inmediatamente quiso acercarse a él para revisar que no hubiese sufrido un severo daño pero de nueva cuenta el animal le serró el camino.
La pelirosa detuvo su paso en seco, lo ultimo que vio fue como el muchacho de verdosos cabellos se le acercaba con una sonrisa maliciosa en los labios para después de eso ya no saber nada mas pues quedo inconsciente al recibir un fuerte golpe en la nuca, cayendo desmayada en los brazos de aquel sujeto.
Viendo lo ocurrido, al ambarino le recorrió una enorme furia que lo hizo levantarse del lugar que se encontraba de un salto, pero entonces aquella bestia mitad águila mitad león alzo el vuelo quedando bastante retirado de su alcance en cuestión de segundos.
- Si la quieres de vuelta supongo que ya sabes que es lo que tienes que hacer... – el peliverde se mofo con bastante sarcasmo al notar que el rostro inflexible del otro se había transformado por uno de total desesperación, gesto que le causo bastante diversión a su retorcido sentido del humor.
- ¡Eres un maldito desgraciado...! – le grito con rabia pues en esas condicionas tan desfavorables no podía hacer nada por salvar a la chica – ¡ya tienes las llaves ahora déjala ir!
- Me temo que no puedo hacerlo... – se expreso con bastante cinismo mientras apartaba los cabellos que cubrían el rostro de la chica resaltando su belleza natural al ser iluminado por los nacientes rayos del sol – es una hermosísima criatura... – acaricio con delicadeza el perfecto rostro de la chica al advertir como aquellas insinuaciones encolerizaban mas a su ahora rival... – quizás hasta la haga mi mujer luego de que todo esto termine.
- ¡No te atrevas o te juro que te aniquilare con mis propias manos...! – su rostro lleno de ira demostraba que sus palabras frías eran mas que la verdad, el peliverde solo lo ignoro y retomo su camino hacia el palacio de su amo - ¡detente maldita sea! – salió corriendo atrás de él pero sin éxito pues en pocos segundo lo perdió de vista - ¡Tamao!
El joven cayo sobre sus rodillas totalmente derrotado y furioso consigo mismo al no poder haber hecho absolutamente nada para defenderla.
- ¡Maldición! – dio un fuerte puñetazo sobre el nevado terreno que yacía debajo de él, tratando en cierta forma de sacar toda la frustración y dolor que le causaba aquello.
El joven ainu al escuchar el grito del violáceo se encamino velozmente hasta el lugar de donde le pareció oír provenía este, encontrándose en su camino al peliviolaceo postrado en el piso con un semblante por demás sombrío y desalentador, busco a su princesa por todas partes sin éxito pues no le diviso por ninguna parte haciendo que inevitablemente preguntara sobre su paradero.
- ¿Y Tamao? – se expreso sumamente contrariado – ¿dónde esta Tamao? – le miro tratando de encontrar alguna respuesta mas este permanecía callado al no acabar de asimilar como la había perdido tan fácilmente – ¿me estas escuchando!
- Ese desgraciado se la llevo... – le respondió al fin y poniéndose dificultosamente de pie al empezar a resentir los estragos del tremendo desgaste sufrido en su cuerpo.
- ¿Cómo que se la llevo!... – simplemente no acaba de creer sus palabras - ¿a dónde?
- Al palacio de Yuerame... – le respondió con algo de frialdad, recorriendo con pasos algo torpes la travesía hasta donde descansaban sus caballos.
- ¿Y por qué no lo detuviste! – el joven de cabellos celestes le siguió de cerca mas el otro en ningún momento se volvió para mirarlo – ¿por qué demonios qué no lo evitaste? – lo tomo con algo de fuerza de un brazo para detener su paso haciendo que este forzosamente se girara para verle de frente.
- ¡Crees que no lo intente! – al final termino descargando toda su frustración reprimida contra el joven de ojos color negro – ¡trate de darle alcance pero ese maldito se alejo volando en esa bestia con alas!
- Pero... – el muchacho lo soltó sin presentar un solo argumento en su defensa puesto que él tampoco había hecho mucho por evitarlo, además de no tener nada mas que decir al mirar por primera vez una emoción que no fuese fastidio o frialdad en el rostro del otro chico, sino mas bien era desesperación misma que él también comenzaba a experimentar - ¿qué vamos a hacer Ren? – le dijo bajamente tratando se serenarse.
- Iré por ella y la traeré de vuelta – le hablo lo mas impasiblemente que pudo, tal vez para tratar de tranquilizarse él también.
- ¿Y se puede saber como es que piensas que lo vamos a hacer nosotros dos solos? – se incluyo pues el violáceo no podía dejarlo fuera de la jugada tan fácilmente, además de estar mas que sorprendido por las descabelladas palabras del que empezaba a considerar como su amigo – tu mismo pudiste constatar lo que puede hacer una sola de sus bestias y según el libro hay un centenar mas como ella...
- Tampoco te estoy pidiendo que me acompañes – se separo de él con disgusto, retomando inmediatamente su paso a las caballerizas.
- Entiende que es una completa locura... – replico de nueva cuenta el chico de cabellos celestes mas el ambarino solo le ignoro – al menos hay que pedir ayuda...
- No hay tiempo para eso... – el violáceo no estaba dispuesto a escuchar aunque si bien en el fondo sabia que el chico tenia toda la razón.
- ¿Que no vez que eso es justamente lo que quiere el hechicero que hagas? – insistió por ultima vez pero el otro a penas llego a las caballerizas ensillo en cuestión de minutos a su fiel corcel negro – bueno y si pedimos ayuda a Ryu, quizás su banda de ladrones pueda ayudarnos – dijo de repente al recordar como la rubia y el pelinegro les habían ofrecido su ayuda luego de despedirse en la aldea Parche.
- Eso nos retrasaría al menos un día de camino y no sabemos que tan lejos este la guarida del hechicero... – se volvió a él un tanto fastidiado por sus constantes intentos para hacerlo entrar en razón – además por si ya lo olvidaste la alineación de los planetas será mañana por la noche y él ya tiene dos de las llaves...
- Lo se pero... – no puedo de terminar de decir lo que quería ya que justo en ese momento el otro subió a su caballo y salió a todo galope con la dirección que mostraba el mapa que Tamao le había entregado la noche anterior.
- ¡Maldito testarudo...! – refunfuño al momento que él también se disponía a tomar su caballo – lo siento Alamí pero tu tendrás que esperarnos en este lugar... al menos hasta que encontremos a Tamao... – acerco la suficiente comida y agua para que el precioso animal perteneciente a la chica pudiese pasar un par de días hasta su regreso.
Luego de aquello monto su caballo y se fue a toda velocidad, tomando la dirección contraria a la tomada por el ambarino ya que su meta era llegar hasta al bosque donde la rubia le había dicho que podía encontrarla en caso de que necesitasen ayuda.
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Había transcurrido casi una semana desde que las tropas del reino del Este iniciaran su travesía al reino vecino del Norte, pero debido a las constantes tormentas de nieve fue dificultado considerablemente su paso, retrazándose así su llegada mas de lo pensado.
El chico de mirada esmeralda aprovecho estas condiciones para llegar antes que ellos al palacio imperial de Zairent, su única intención era tratar de advertir a la reina y poner a salvo cuanto antes a su amada joven de cabellos azul celeste.
Su caballo corría a toda velocidad, acelerando considerablemente su galope al divisar a lo lejos la entrada al reino del Norte, para minutos después atravesar vertiginosamente las estrechas calles de la ciudadela y llegar finalmente hasta las puertas principales de palacio.
A penas ingreso al recinto solicito con urgencia una audiencia con la reina, esta lo recibió sin prestar ninguna clase de inconveniente por lo que el chico entro en la enorme sala de juntas que ahora se encontraba vacía al estar tan cerca el final del día.
El joven se dirigió lo mas diplomáticamente que pudo a la soberana de Zairent para posteriormente darle un informe detallado de la situación que estaba a punto de desencadenarse a raíz de la inminente guerra.
- Su majestad hice todo lo que estuvo en mis manos para detener la invasión por parte de mi reino mas me fue imposible hacer cambiar de opinión a mi padre... – se expreso con bastante humildad el chico, mirando de frente a la reina que ahora se encontraba sentada en el trono reflexionando cuidadosamente las palabras del joven príncipe.
- Lo entiendo perfectamente y se que están en todo su derecho de hacer notar su inconformidad por el negligente comportamiento de mi hija... mas me hubiese gustado quedar en mejores términos... – la hermosa mujer de ojos como rubís masajeaba con insistencia las sienes de su cabeza al no saber que hacer exactamente puesto que desde que su difunto marido tomo el poder en sus manos el reino del Norte se había caracterizado por sus políticas pacifistas.
- Por mi parte también quisiera quedar en los mejores términos, pero la guerra que se avecina ya es casi inevitable es por eso que vine a advertirles para que estén preparados – le hablo con voz mas que seria poniéndose a la altura de la situación.
- De verdad le agradezco el que se haya tomado tantas molestias para avisarnos esto, sin embargo... y disculpe si es una completa grosería de mi parte, pero es que simplemente no entiendo por que lo hizo – la mujer le miro completamente desconcertada – ya que lo que acaba de hacer perjudicara considerablemente la relación entre usted y su padre puesto que podría tomarlo como una grave traición de su parte.
- Lo sé y créame que me cuestione seriamente sobre si brindarle esta información o no – el chico mostraba tanta madurez que era admirable – mas en este caso no solo su pueblo será afectado por las acciones de mi padre, puesto que inevitablemente mi pueblo también sufrirá a causa de esta guerra y lo que trato de hacer advirtiéndole es que antes de que eso ocurra los dos intenten resolver sus diferencias por otros medios.
- Un noble gesto de su parte... pero creo que esto ya no podrá resolverse de otra forma – sonrió con bastante tristeza la bella mujer pues ahora tenia que planificar una guerra cuando debería estar quizás esperando la llegada de su primer nieto.
- En ese caso no hay nada mas que yo pueda hacer... – compagino el muchacho al ver que su esfuerzo no resultaría de gran ayuda – solo puedo decirle que las tropas de mi padre estarán aquí a mas tardar mañana.
- Creo que será tiempo suficiente para organizar nuestra defensa – la mujer se levanto de su asiento para encaminarse hasta el lugar donde se encontraba el otro muchacho tomándolo afectuosamente de las manos – todo el pueblo del norte esta mas que agradecido por la valiosa ayuda que acaba de brindarnos.
- No tiene nada que agradecer su majestad, yo solo trataba de impedir esta guerra pero creo que mis esfuerzos no sirvieron gran cosa... – la mujer lo soltó moviendo negativamente la cabeza y con una mediana sonrisa en los labios.
- Supongo que debe estar exhausto por su viaje... le ofrezco, aunque ahora no sé si sea muy conveniente, quedarse aquí hasta que se tomen las medidas necesarias para resguardar la seguridad de los moradores de reino – le dijo con suma cortesía la imponente mujer que a pesar de estar en esa situación tan complicada demostraba una tranquilidad y fortaleza envidiables.
- Se lo agradezco y acepto gustoso su oferta... – se expreso con igual cortesía, después de indicarle a uno de los sirvientes que lo conducirán a sus respectivas habitaciones el joven hizo una pequeña reverencia y se retiro en completo silencio del lugar.
Cuando estuvieron afuera este le ordeno al mozo que se retirara al advertir la presencia de la joven de celeste cabellera, encaminándose con prontitud hasta quedar atrás de ella.
- Pilika... – la llamo inmediatamente provocando que esta se girara hasta quedar frente a él luego de escuchar su voz.
- Lizerg ¿qué haces aquí? – hablo en voz muy baja para que ninguno de los sirvientes advirtiera la forma tan familiar en que los dos se trataban – creí que tu padre te había pedido volver.
- Necesito hablar contigo... – le dijo seriamente lo que le causo un mal presentimiento a la chica.
- E-esta bien... – asintió ella al ver el semblante un tanto sombrío del príncipe.
- No puedo decírtelo aquí...
- Entiendo... – lo miro sumamente intrigada pues jamás había visto una expresión tan seria en aquel chico.
Lo jóvenes se separaron para posteriormente dirigirse a un lugar muy especial fuera del alcance de los curiosos, sitio que frecuentemente utilizaban para verse sin ser descubiertos por alguien de palacio.
El chico fue el primero en llegar al lugar acordado que estaba situado en las afueras del palacio, algún tiempo atrás ese sitio parecía haber sido un bello jardín pero ahora se encontraba abandonado y considerablemente derruido por el paso de los años.
Unos minutos mas tarde apareció la chica con la cual se había citado, esta estaba completamente envuelta por una capa azul marino que le cubría el rostro, pasando su identidad fácilmente inadvertida.
Al notar su presencia, el semblante serio del joven cambio radicalmente para demostrar una maravillosa sonrisa luego de ver como su hermoso ángel terrenal se descubría el rostro.
- Pilika... – murmuro con felicidad al observar como esta se acercaba hasta él.
La chica también se encontraba muy feliz de verlo nuevamente así que sin pensarlo dos veces se lanzo impulsivamente sobre él, aferrándose con fuerza a su pecho, el joven príncipe la recibió gentilmente pero con igual ansiedad rodeando al instante su cintura con su fuerte brazos y acercándola de forma posesiva hacia él.
Al sentirla tan cerca el chico no pudo evitar besar con ternura su cabeza aspirando con calma el dulce olor a rosas que se desprendía de los sedosos y brillantes cabellos azules de la joven, permaneciendo abrazados por un largo rato sin que ninguno se atreviera a romper el placentero silencio que les hacia sentir tan bien a ambos, pues disfrutaban infinitamente el abrigar la armoniosa presencia el uno del otro.
Aun cuando se separaron el observo con cierta tranquilidad el rostro de su amada, grabando una vez mas cada pequeño rasgo de su fino rostro, sosteniéndolo con suavidad entre sus manos para posteriormente depositar en sus carnosos labios un apasionado y prolongado beso que solo la falta de oxigeno pudo terminar.
- No sabes cuanto te extrañe Pilika... – le dijo casi en un susurro a medida que se separaba de ella.
- Yo también lo hice Lizerg – acaricio con delicadeza sus mejillas perdiéndose por unos instantes en la bellos ojos color esmeralda que tenia su queridísimo príncipe – ¿pero... qué era eso tan importante que tenias que decirme?
- Pilika tenemos que irnos de aquí cuanto antes – su rostro cambio completamente para demostrar la misma seriedad que había utilizado momentos atrás.
- Irnos ¿pero a donde? – la chica no comprendió muy bien las palabras del joven - ¿acaso tu padre descubrió nuestra relación?
- No, no es por eso... – se adelanto al ver el rostro lleno de angustia de la joven – es solo que mi padre decidió dar por terminado el plazo que le había dado a Zairent para que Tamao apareciera, en este momento se dirige hacia acá con todo el ejercito de Zeiria...
- No puede ser... – la muchacha se llevo ambas manos a la boca por la sorpresa - ¿y la reina ya lo sabe?
- Si, yo mismo se lo acabo de comunicar – tomo ambas manos de la joven apretándolas fuertemente contra las su pecho – es por eso que te pido que nos marchemos de aquí cuanto antes pues el ejercito de mi padre estará a mas tardar aquí mañana...
La chica lo miraba con insistencia tratando de encontrar en su rostro aunque sea un vestigio de que lo que decía era mentira, pero no, sus palabras eran mas que la verdad.
- No... no puedo... – le dijo casi al borde de las lagrimas puesto que por un lado y sin duda lo que mas quería era permanecer al lado del joven, pero por el otro no podía abandonar a las personas que por tanto tiempo habían sido su única familia.
- ¿Que estas diciendo? – el chico fue atravesado por las decididas palabras de la chica – entiende que estas en peligro...
- Lo sé... pero seria muy egoísta de mi parte el marcharme contigo y dejar a todas las maravillosas personas que siempre han estado cuidando de mi... – la joven no titubeo a pesar de que su corazón estaba despedazado al tener que rechazarlo – la princesa no me perdonaría si dejase sola a su majestad en estos momentos.
- Pero que estas diciendo... – el muchacho se molesto un poco al ver como la peliazul aun le tenia una enorme devoción a esa chica – a Tamao ni siquiera le importo botar todas sus responsabilidades con tal de huir de nuestra boda¿por qué tu ahora deberías de tenerle algo de consideración cuando ella no la tuvo para con ustedes?
- ¡Te equivocas...! – la chica aparto abruptamente sus manos – los motivos que tuvo la princesa para abandonar el palacio fueron de suma importancia, por eso...
- ¡Por eso que...! – el chico estaba empezando a perder los estribos ante la obstinación de la chica por mantener en todo lo alto la imagen de esa joven que a su parecer no se lo merecía – por eso no le importaron las consecuencias que tendrían sus inconscientes arranques de cumplir con una misión inexistente…
- Eso no es cierto... no te atrevas a juzgarla cuando a penas si la conoces, ella jamás haría a un lado a su pueblo por sus caprichos – le encaro de frente sin titubear en una sola de sus palabras – la princesa Tamao es la persona mas bondadosa y desinteresada que existe, a ella no le importa si tiene que sacrificar su propia felicidad para que su pueblo no tenga que sufrir...
- Pues valiente manera de demostrarlo – empezó a decir el chico con bastante sarcasmo sin medir las consecuencias del daño que le causaría a la joven con sus palabras – despierta Pilika, ya han pasado casi tres meses desde que ella se marcho y dudo mucho que algún día regrese...
- ¡No, eso es falso... – algunas lagrimas se asomaron en los bellos ojos azules de la chica – ella me prometió que regresaría y ella jamás ha roto una sola de sus promesas, si tu no quieres creerlo esta bien, no te obligare a hacerlo, pero no me pidas que te acompañe porque pase lo que pase y aun el castillo se destruya yo permaneceré aquí que es el lugar que me corresponde – hizo una pequeña reverencia para retirarse – con su permiso majestad... – la joven se dio la vuelta para salir cuanto antes de ahí ante la mirada estupefacta del muchacho.
A pesar de todos sus intentos por detenerla, el peliverde no pudo hacer gran cosa pues esta ya no quería escuchar nada que viniese de él, encaminándose a toda velocidad hasta el edificio de palacio donde la reina y los demás consejeros ya estaban organizando un plan de contingencia para tratar de contrarrestar las fuerzas ofensivas de sus enemigos.
Continuara...
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(Que empiece la guerra (XD), creo que eso es lo único que puedo decir por ahora y en cuanto a este capitulo no se por que, pero nomas no me acabo de agradar (u.uU), en fin… espero que por lo menos a ustedes si les haya gustado (n.n), hoy no tengo nada mas que decir, solo hago los agradecimientos acostumbrados a aquellos que se toman la molestia de leer el fic y mas a los que aparte me dejan un comentario, de veras gracias (XD), bueno ahora si me voy, hasta el próximo capitulo…
