Después de no se cuantos meses por fin pude terminar esta historia (XD), la verdad aun no sé como se fue alargando y alargando, pues saben, en un principio tenia pensado que seria una historia corta de unos diez capítulos mas o menos, pero como siempre las cosas nunca sale como uno las planea, como sea... (ú.u)
Antes que nada quise hacer este pequeño paréntesis para agradecer a las personas que durante este tiempo estuvieron apoyándome con sus comentarios y para darles las gracias es que quiero dedicarles este capitulo a ustedes, ya al final hablare mas detalladamente o si no esto nunca empieza, así que aquí va, el capitulo final...
NOTA IMPORTANTE: Antes de que se me olvide necesito hacerles una pequeña advertencia (n.nU), este capitulo contendrá pequeñas insinuaciones de Lemon, aunque será realmente mínimo (o al menos eso creo (¬¬U) de todas formas les aviso, por lo que si no les gusta, advertidos ya están (XD), ahora si y sin mas preámbulos que comience el final...
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Titulo: La Llave Suprema
Resumen: Tamao es una princesa que ha perdido lo más valioso y ya no siente deseos de vivir, en cambio Ren morirá pronto a causa de una maldición, pero antes de que esto suceda hará todo lo posible para poder evitarlo.
Declaimer: Shaman King pertenece a su respectivo autor esta historia la hice por diversión y nada mas.
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CAPITULO 21
Las dos semanas sugeridas por la reina del Norte como plazo final para la celebración del matrimonio entre la princesa de aquel reino y el príncipe del Este pasaron rápidamente, el día indicado había llegado y ahora todo estaba listo para la realización de la boda a llevarse a cabo en Zairent.
Esta vez se había cuidando hasta el mas mínimo detalle, procurando que no existiese ninguna clase de contratiempo, desde la ceremonia en la pequeña catedral hasta la fiesta y el banquete después de la cortejo nupcial.
El festejo estaba tan perfectamente organizado que parecía una maravillosa fantasía sacada de un cuento de hadas, mas sin embargo eso solo era una simple fachada para los invitados y demás aldeanos del reino, pues lo cierto era que los jóvenes contrayentes experimentaban el peor día de sus vidas.
Tal y como fue planeado, la ceremonia comenzó exactamente a las seis de la tarde, momento en que la marcha nupcial anuncio el arribo de la hermosa novia a la iglesia, misma que lucia espléndidamente adornada para la ocasión con arreglos de flores blancas recubriendo el interior del edificio.
Al instante los invitados se pusieron de pie para escudriñar con la vista a la recién llegada que caminaba a pasos lentos, pero de cierta forma decididos hacia el altar, donde su prometido y muy pronto esposo le esperaba pacientemente.
La joven portaba un bellísimo vestido blanco de satín, con bordados variados en hilo de seda y pedrería preciosa, situados estratégicamente en el corsé y la bastilla del vestido, su hermoso rostro estaba oculto tras el velo con encajes que complementaba su ajuar de novia.
Durante el lapso de tiempo que duro su recorrido todas las mirada se prendaron de la grácil y elegante que lucia la figura de la muchacha y de la seguridad que demostraba al dar ese paso tan importante en su vida.
Llegando de esta manera al altar donde el chico de cabellos verdes la recibió gentilmente pero tomándola enérgicamente de la mano para posteriormente dirigirse juntos a donde el sacerdote ya los esperaba, y así fue como ocuparon su lugar en los reclinatorios para en definitiva dar inicio a la tan esperada ceremonia.
- Queridos hermanos, nos hemos reunido aquí para celebrar la unión sagrada de estos jóvenes que a partir de este día unirán sus vidas en sagrado matrimonio... – comenzó a recitar el sacerdote mientras daba a los presentes el rito de bienvenida – bienvenidos seáis todos, familiares y amigos...
Mientras tanto un jinete atravesaba rápida y vertiginosamente la frontera que separaba el reino del Sur y el reino del Norte, un camino peligroso para él, pero que era necesario traspasar para poder cumplir con la meta que tenia en mente...
La ceremonia religiosa continúo sin ninguna clase de contratiempo a pesar de que el jinete se acercaba más y más a su cometido…
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- Cuando por fin este llego al lugar planeado, descendió lentamente de su caballo y entonces entro en el gran edificio que tenia al frente... – de pronto la mujer de extraños pero hermosos ojos color fucsia detuvo su relato.
- ¿Y que paso después? – un emocionado niño de cabellos lilas que se encontraba casi al borde de la cama escuchaba sumamente atento lo que su madre le narraba.
- Creo que eso lo dejaremos para mañana, ya es muy tarde y a tu padre no le gusta que te desveles tanto... – dijo con calma la hermosa dama mientras le dedicaba una bella sonrisa al pequeño.
- ¿Pero mamá...? – replico el chico botando a un lado de la cama las cobijas con que estaba cubierto y apresurándose a penas estuvo libre hasta quedar junto a su madre que estaba sentada en una bella silla mecedora de caoba del otro lado – no puedes dejarme así, necesito saber que paso después... – la mujer le dedico una nueva sonrisa y se acerco a él.
- Y lo sabrás... pero mañana – abrazo de forma protectora a su hijo de cuatro años y lo cargo para depositarlo nuevamente en la cama, arropándolo y dándole la bendición – que descanses... – acaricio sus cortos y alborotados cabellos.
- Pero... – quería protestar por aquello mas sin embargo se callo automáticamente al sentir los afables labios de su madre posarse sobre su frente.
- Buenas noches Shing… – se separo lentamente y se despidió del infante por última vez para posteriormente con algo de calma dirigirse a la salida.
- Buenas noches mamá... – el jovencito sonrió tiernamente mientras despedía a su madre antes de que saliera completamente.
La hermosa mujer de largos y lacios cabellos dirigió sus pasos hasta su habitación, la cual quedaba al final del mismo corredor en la que se encontraba la de su hijo.
Estaba algo agotada, de hecho fue uno de los días mas difíciles y por demás cansados para ella, pues los diferentes compromisos que ahora tenia como soberana la mantenían muy ocupada casi todo el tiempo, no obstante eso no le impedía que cada noche ella misma se encargara de acostar a su pequeño.
Giro lentamente la manija dorada de la puerta para entrar a la majestuosa habitación que se encontraba al otro lado del umbral.
Esta estaba exquisitamente adornada con diferentes grabados en los pilares de mármol, era bastante amplia, decorada con muebles de caoba y ciprés tallados cuidadosamente en alto relieve, tapizados en colores marfil y marrón, complementando a la perfección el color blanco de las paredes.
En el centro de la habitación estaba la inmensa cama matrimonial, rodeada por cortinas de velo transparente y adornada con cojines en tonos parecidos a los del mobiliario aunque con algunos toques dorados en las borlas de las esquinas.
La mujer camino con lentitud y pesadez hasta una de las cómodas de caoba, abrió el cajón superior para sacar una larga camisola de seda color crema, estaba tan cansada que no se percato de la otra persona que también se hallaba en el mismo lugar.
No lo supo realmente hasta cuando este sigilosamente se ubico a tras de ella e inesperadamente la rodeo con sus fuertes brazos, provocando con su acción que la mujer de rosada cabellera se sobresaltara un poco y por lo repentino del contacto pegara un pequeño grito...
- Tranquilízate Tamao soy yo… - dijo con relativa calma el hombre a sus espaldas al ver el enorme susto que sin querer le causo a la joven mujer.
- Me asustaste – hablaba ella tratando de tranquilizarse al reconocer la voz de aquel chico, al momento puso ambas manos sobre su pecho pues estaba algo agitado por el susto, cuando por fin se tranquilizo un poco dio un hondo suspiro entremezclado con algo de resignación, no era la primera vez que ese joven la tomaba por sorpresa.
- Lo lamento... – él sonrió levemente mientras la abrazaba mas fuerte descansando su barbilla en el hombro de la mujer – ¿me extrañaste?
- Por supuesto que lo hice – se apresuro a decir fingiendo un poco de enojo en su tono de voz empleado – ¿por que tienes que ser tan desconsiderado conmigo? – se giro lentamente sobre sus talones para corresponder de igual forma al abrazo, aferrándose así al pecho del gallardo hombre que tenia al frente.
- Pero si solo estuve fuera por dos semanas... – él inmediatamente quiso justificarse aunque demostrando suma tranquilidad y sin dejar de abrazar a la joven mientras aspiraba el dulce olor a jazmín que de ella se desprendía.
- ¿Y eso te parece poco! – la mujer se separo inesperadamente de él, demostrando bastante enfado en sus palabras asimismo como en sus acciones pues se cruzo de brazos y le miro indignadamente con el entrecejo un poco fruncido – Shing y yo te extrañamos mucho Ren...
- No te enojes conmigo... – curvo un poco la comisura de sus labios al ver la infantil rabieta que le hacia su esposa en esos momentos – créeme, yo también los extrañe – le dijo con voz suave, acercándose cautelosamente a ella para acariciar con suma delicadeza el fino rostro de su amada, al momento que miraba con cierto detenimiento sus sonrosadas mejillas.
Esta se turbó un poco al sentir las gentiles caricias de su marido que le sonreía complacido al notar el intenso sonrojo que le había provocado con ese simple gesto de su parte, la contemplo durante unos segundos mas, acercándose con lentitud hasta su bello rostro, para solo segundos después rozar con los suyos, sus carnosos labios que desprendían un singular sabor a cerezas, profundizando poco a poco en aquel beso de una forma bastante apasionada.
- M-mentiroso... – se expreso casi en un susurro debido a la falta de aire, aunque igualmente con una pequeña sonrisa dibujada en los labios cuando el apuesto hombre se apartaba de ella – si me hubieses extrañado como dices no habrías tardado tanto – como en otras tantas ocasiones anteriores no pudo evitar perderse en los profundos ojos dorados del violáceo...
- En tal caso señora Tao... ¿qué le parece si recuperamos el tiempo perdido? – inesperadamente la tomo por la espalda y la cargo en sus enérgicos y varoniles brazos conduciéndola a través de la habitación.
- ¿Q-qué haces Ren? – trataba de objetar ella pues estaba toda sonrojada por la repentina maniobra aplicada por su marido – b-bájame...
- Como usted diga... – después de varias quejas y algunas suplicas este finalmente la soltó, depositándola con mucha suavidad en la enorme cama matrimonial, no obstante no la libero completamente ya que este quedo encima de ella, no apartando un solo momento su dorada mirada del ruborizado rostro de su mujer.
- Eres un tonto... – murmuro ligeramente avergonzada al tener la entera humanidad de su marido arriba de ella, muy a pesar de gozar ya casi seis años de feliz matrimonio, ese tipo de acciones tan sorpresivas por parte de él aun la ponían muy nerviosa.
- Tal vez...– le regalo una hermosísima y seductora sonrisa que a la vez estaba cargada de ternura, de esas encantadoras sonrisas que solo le dedicaba a ella y a nadie mas... acercándose de nueva cuenta a su rostro hasta que quedo justo a la altura de su oído izquierdo – pero soy el tonto mas feliz sobre la tierra – le susurro de forma casi inaudible al oído, erizándole la piel al instante con el seductor tono utilizado.
Al sentir ese cálido aliento sobre su tersa y nívea piel la joven no pudo evitar estremecerse y dejar escapar un pequeño suspiro, de alguna manera esto insito al violáceo a ir un poco mas allá, rozando con pequeñas caricias el cuerpo de su amada al mismo tiempo que recorría cada rincón de su cuello depositando en el sutiles pero apasionados besos.
- Ren... – dijo en un pequeño murmullo afianzándose fuertemente a la espalda del gallardo hombre y animándolo de esta manera a continuar.
Él entendió el mensaje y siguió brindándole vehementes caricias y besos a la par que luchaba desesperadamente por desatar todas las cintas del molesto corsé que aparte del fondo blanco del vestido, le apartaban de la piel desnuda de su joven esposa.
Esta por su parte se ocupaba hábilmente de desabotonar su camisa, deshaciéndose en pocos segundos de ella, en ese momento el violáceo pudo sentir el suave tacto de sus delicadas manos recorrer y delinear con sus dedos cada curvatura de su ahora desnudo y bien formado pecho, proporcionándole múltiples sensaciones placenteras que lo recorrían de pies a cabeza como una descarga eléctrica, atareándole así en su complicada labor de eliminar de una buena vez por todas esa estorbosa prenda de vestir.
Cuando finalmente pudo deshacerse del fastidioso corsé, un pequeño sonido proveniente de la puerta principal lo saco enteramente de concentración…
- Cof... cof... cof... – ambos esposos se quedaron fríos por la pequeña interrupción, la chica se aparto lentamente mientras se acomodaba como podía la poca ropa que aun le quedaba.
- ¿S-Shing...? – tartamudeo la mujer que ahora se encontraba muy apenada y mas roja que un tomate por aquella situación tan bochornosa – ¿q-qué haces aquí?
- L-lo lamento – el también estaba un poco apenado por ser tan inoportuno – no quería interrumpirlos… - los miro por unos segundos y continuo – p-pero… es que no podía dormir...
- ¿Y no pudiste haber tocado la puerta antes de entrar? – aunque avergonzado la acostumbrada voz seria del ambarino se escucho tranquila, este se recorrió hasta quedar sentado en la orilla de la cama mientras que su mujer se ponía calmadamente de pie.
- P-perdón papá... no sabia que ya habías regresado – el niño bajo la cabeza en señal de disculpa y arrepentimiento
- ¿Y por qué no podías dormir? – en ese instante y como siempre justo a tiempo, intervino la gentil voz de su madre.
- E-es que... es que quería saber el final de la historia – jugaba inquietamente con sus dedos debido al nerviosismo, mirándoles con la cabeza baja.
- ¿Historia? – el violáceo pregunto de una forma neutral mientras se sobreponía de nueva cuenta la camisa blanca de lino que traía puesta un par de minutos atrás, viendo inquisitivamente de reojo a su esposa.
- Ah, ya veo... – la pelirosa le devolvió divertidamente la mirada a su marido y le sonrió dulcemente a su pequeño – en tal caso jovencito creo que te contare lo que paso después de la boda para que puedas dormir tranquilamente.
- ¿Boda? – el hombre siguió preguntando pero al parecer ninguno de los presentes estaba dispuesto a responderle, o al menos no por ahora.
- ¿De verdad! – levanto la mirada sumamente emocionado y corrió hasta su madre para abrazarla – gracias mamá.
- Si... – ella se agacho a su altura y correspondió de igual manera el abrazo – solo deja ponerme mi camisón para dormir ¿de acuerdo?
- Sip... – la mujer tomo la pijama que desde un principio pensaba ponerse, después se dirigió a un pequeño baño contiguo a la habitación, dejando solos en ese momento a los hombres más importantes de su vida.
- Y bien... ¿como te portaste en mi ausencia Shing? – le hablo apaciblemente el violáceo a su pequeño hijo, al mismo tiempo que lo cargaba para justo después sentarlo sobre sus piernas.
- P-papá, e-este... pues yo... je je je... – le sonrió un poco nervioso, lo que no era una buena señal.
- Y bien... - el violáceo lo miro fijamente alzando una ceja, indicio seguro de que lo mejor era hablar con la verdad, el chico dio un hondo suspiro lleno de resignación para posteriormente contarle lo ocurrido.
- Me pelee con Hanna... – dijo algo abochornado bajando automáticamente la cabeza.
- ¿Se puede saber por qué fue la pelea? – se expreso con la misma tranquilidad de antes lo que en cierta medida le dio la confianza necesaria a su hijo para seguir con su explicación.
- Yo no quería, pero es que él se la pasa molestándonos a Kaede y a mi... dice que ella es mi novia y eso no es cierto – se expresaba con bastante indignación, causándole mucha gracia al violáceo quien estaba luchando para mantener su semblante impasible y no reírse de los gestos que hacia su primogénito.
- ¿Enserio? – el ambarino se mostró bastante interesado en el tema - ¿y de verdad la pequeña Kaede no te gusta?
- ¡Por supuesto que no...! – alzo la voz lo mas que pudo mientras un color carmesí se apoderaba de todo su rostro, esto ocasiono que el violáceo no pudiera contener más una pequeña sonrisa – ella no me gusta.
- Si tu lo dices, yo te creo… aunque si quieres puedo pedirle a Hao que te admita en la familia – la forma en que dijo lo ultimo hizo al pequeño enfadarse aun mas.
- ¡Papá...! – se volvió a verlo reprochadoramente y aumentando el rojo de sus mejillas.
- Esta bien, si no quieres no le digo... – sonrió totalmente divertido al ver las muecas de disgusto en su infantil rostro.
- Gracias – se cruzo de brazos dándose algo de importancia – además que yo solo tengo ojos para mamá.
- No me digas…
- Sip, nadie es tan bonita como mamá – seguía con ese aire de seguridad y supremacía en todo lo alto – aunque es una lastima que tenga que compartirla contigo... – murmuro inaudiblemente mientras lo veía de reojo.
- ¿Dijiste algo? – pregunto fríamente el violáceo borrando toda clase de emoción en su semblante.
- No… no… nada… no dije nada… je je… - volvió a reír con aquel nerviosismo tan característico, que de alguna forma le recordaba mucho al que era poseedora su esposa cuando la conoció.
- Eso pensé... – acaricio su lila cabellera y la revolvió un poco - ¿cuidaste bien a tu madre en mi ausencia?
- Por supuesto, tal como lo prometí no le quite la vista ni un solo momento – sonrió satisfactoriamente al considerar haber hecho un excelente trabajo en la misión encomendada por su padre hacia dos semanas atrás.
- Valla que me cuido… - de repente se escucho la dulce voz de la pelirosa entrar en la habitación y por consiguiente incluyéndose también en aquella conversación que parecía tan amena entre padre e hijo – no quiso ni siquiera ir a jugar con Hanna y Kaede por estar a mi lado.
La joven mujer se encamino hasta quedar enfrente de su marido y su pequeño mientras tejía su larga y sedosa cabellera rosada.
- ¿Verdad Shing? – sonrió la mujer con complicidad.
- Bueno pues es que se lo prometí a papá…
- Así que es tu culpa – volvió la mirada al joven ambarino que simplemente la esquivo fijando su vista en otro punto de la habitación.
- Solo le encomendé una pequeña tarea y la cumplió tal como se lo pedí – dijo con cierta indiferencia volviendo su mirada nuevamente a la figura del pequeño que aun tenia sentado en sus piernas – como sea, nos ibas a contar una historia ¿no es así Shing?
- Es verdad... – dijo él colgándose al cuello de su padre al momento que este se ponía de pie para cargarlo y situarlo segundos después a su lado, justo en el medio de la cama.
- Muy cierto... por favor recuérdame en que me había quedado – le pregunto al chico mientras ella también se recostaba al otro lado de los dos.
- Te quedaste en que el jinete había llegado... – dijo el niño de cabellos lilas ligeramente emocionado y tomando las cobijas mientras su padre lo arropaba.
- Pues bien, el jinete se detuvo finalmente y como dije antes descendió lentamente de su hermoso caballo blanco para ubicarse justo en la entrada de ese enorme edificio que tenia al frente – de esta manera la pelirosa siguió con el relato que había dejado pendiente unos minutos atrás – camino con lentitud al lugar, mientras descubría su rostro que hasta entonces estuvo oculto tras la capucha de su capa negra...
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Cuando por fin se armo de un poco de valor ingreso al sitio, encontrándose con una maravillosa fiesta del otro lado, repleta de hermosas princesas y doncellas que esperaban pacientemente su turno para que el apuesto príncipe que estaba en el medio del salón las tomara en cuenta, puesto que esa misma noche elegiría de entre todas ellas a la que seria su prometida y futura reina al romper inmediatamente después de que regresara su compromiso con la princesa del reino del Miune.
El joven príncipe a pesar de su gallardía y distinción, lucia muy serio y con la mirada perdida en el espacio infinito de la nada... si te soy sincera creo que estaba hasta cierto punto fastidiado por estar ahí, pero es que ya no había marcha atrás, hizo una promesa a su madre y tenia que cumplirla, su cumpleaños numero veinte seria en tan solo una semana y ese baile era decisivo para el futuro de su pueblo, aunque si bien ya no existiera una maldición de por medio.
El joven o mejor dicho la joven encapuchada se despojo de su túnica en la entrada principal, entregándosela en el recibidor a uno de los tantos sirvientes. Sus nervios estaban a flor de piel y aumentaban a medida que se acercaba al principio de la escalinata que conducía al enorme salón donde la fiesta ahora se desarrollaba.
Al llegar ahí ocasiono sin querer que muchas de las miradas de los presentes se clavaran inevitablemente en su persona.
- La princesa imperial del reino de Zairent... Tamao Tamamura – anuncio finalmente el sirviente que informaba la llegada de los invitados, posteriormente a la mención ella descendió con lentitud la enorme escalinata que atravesaba el hermoso salón, estaba en extremo incomoda al sentir como todas las personas que estaban ahí la miraban con cierto recelo, aunque muchas mas estaban sorprendidas y hasta algo indignadas por su presencia en el lugar.
La chica podía sentir sus mejillas arder por el nerviosismo de estar en un lugar donde al parecer no era bien recibida, sin embargo todo termino después de descender completamente a la planta baja del salón, donde el apuesto príncipe ya estaba ahí para recibirla.
El muchacho le ofreció gentilmente tomar su mano haciendo una pequeña inclinación... cuyo efecto provoco un mayor asombro a los mas de doscientos espectadores que estaban igual de atentos a cada uno de sus movimientos.
Ella acepto gustosa, ofreciéndole la mejor de sus sonrisas al estar sumamente feliz por el gesto que tuvo para con ella, todo el nerviosismo y las dudas que habían asaltado a su cabeza desaparecieron como por arte de magia al solo mirar que el joven ambarino correspondía aquella sonrisa de igual manera, dándole en ese momento la confianza y seguridad que tanto necesitaba.
Los presentes estaban boquiabiertos con lo ocurrido, incluso la reina madre, la cual no veía una sonrisa tan sincera en el rostro de su hijo desde que era un pequeño niño, después de todo no se equivoco al dejar que los dos jóvenes emprendieran solos aquel viaje cuatro meses atrás.
Los príncipes se dirigieron al medio de la pista de baile, la orquesta empezó a tocar por indicaciones de la reina que estaba mas que feliz por el súbito cambio en el comportamiento de su hijo mayor.
El chico la tomo con el mayor cuidado y la condujo con maestría por toda la pista, siguiendo a la perfección el compás de la música.
- Me tenias bastante preocupado, creí que ya no vendrías... – le dijo bajamente el violáceo, de tal manera que nadie mas que la chica pudiera escucharlo – empezaba a pensar que el mensaje no había llegado y ya estaba a punto de salir a buscarte...
- L-lo lamento, se me complicaron un poco las cosas y por eso no pude llegar antes – hablo igual de bajo un poco sonrojada – aunque no se si fue tan buena idea venir – al momento que decía aquello dirigió un pequeño vistazo a los presentes que en ningún momento apartaron su mirada de los príncipes.
- No te preocupes por ellos... después de todo soy yo el que elijo con quien estar esta noche ¿no es así? – le sonrió nuevamente y en ese pequeño instante la joven se percato que ya no quedaban vestigios de aquella ironía que frecuente utilizaba al sonreír, sino que sus sonrisas para con ella eran en verdad sinceras.
- Supongo que sí... – respondió muy feliz al mismo tiempo que la pieza de baile terminaba.
- ¿Tamao... te gustaría acompañarme al jardín? – hablo con suma serenidad – así nos alejaremos un poco de todo este barullo.
- E-esta bien – sin preámbulos tomo el brazo del muchacho que la condujo a las afueras de palacio, no pudiendo evadir en su recorrido las miradas de todos los presentes que incluso detuvieron sus propias actividades para verles mas que atónitos.
- ¡Yoh...! – llamo de pronto la reina al chico de cabellos castaños que era el nuevo jefe encargado de la seguridad de palacio.
- ¿Si su majestad...? – pregunto con cierta inquietud el menor de los Asakura.
- Encárgate por favor de que nadie moleste a mi hijo esta noche – dijo con cierta calma pero de alguna forma la orden dada era estricta.
- Como usted ordene... – sonrió con beneplácito el muchacho al percatarse de las verdaderas intenciones de su majestad.
Antes de salir a la intemperie, la joven se recubrió con una abrigadora capa color guinda que el chico pidió explícitamente le trajeran momentos atrás a una de las mozas, ya que en sí, el clima frío no era muy benevolente con el hermoso vestido de satín de tenue color rosa sin hombros que esta portaba.
No había nevado en varios días y por esta razón los caminos de los jardines eran bastante transitables e igual estaban muy bien iluminados con antorchas situadas estratégicamente en varios puntos del lugar, facilitando de esta forma su recorrido, los chicos se adentraron en uno de los tantos jardines, de hecho era el que estaba situado justo en el centro, un inmenso laberinto del que solo el ambarino sabia la salida.
- El palacio es muy hermoso... – hablo maravillada al ver los alrededores sin soltar un solo momento el brazo de su acompañante.
- Me alegra que te guste – dijo sin quitar la vista del frente
- ¿Joven Ren puedo preguntarle algo...? – el violáceo inesperadamente detuvo su paso y la miro de reojo un poco enfadado, desconcertando por unos instantes a la chica debido al imprevisto cambio en su semblante.
- Ya te había dicho antes que no es necesario que utilices tantas formalidades para dirigirte a mi, dime simplemente Ren...
- E-esta bien Ren... – le dijo nerviosa aunque muy feliz ya que era la primera vez que le llamaba con tanta familiaridad.
- Y bien... ¿qué es lo que querías preguntarme? – hablo seriamente mientras retomaba su paso.
- ¿Yo quería saber si usted...? – una mirada desaprobatoria por parte del ambarino hizo que esta rectificara automáticamente – ¿quiero decir si tu...¿si tu sigues sintiendo lo mismo por mi?... – la muchacha se sonrojo de sobremanera tratando de corregir sus palabras al instante – es decir... si todo lo que dijiste ese día era verdad.
El joven guardo silencio unos momentos sin tratar de detenerse o darle alguna seña de querer contestarle, eso provoco que la pelirosa se decepcionara un poco y bajara la cabeza bastante apenada al sentir que su pregunta estaba fuera de lugar, ocultando así su tristeza tras algunos mechones que caían sutilmente sobre su rostro.
- Llegamos... – dijo repentinamente el violáceo al llegar justo al centro del jardín donde una bellísima fuente de mármol adornaba el lugar, alrededor de la misma había varias bancas desde donde se podía observar mejor el agua que caía de los jarrones sostenidos por las detalladas estatuas de tres ángeles que estaban en el medio de la fuente.
La joven tomo asiento en una de las pequeñas bancas que solamente tenían el espacio suficiente para dos personas, seguía con la vista en el piso, se sentía incomoda y algo cohibida por haber hecho esas preguntas tan personales para ambos y no recibir una respuesta por parte del ambarino.
- Tamao... – el chico se situó justo al frente de ella y aclaro un poco su voz – y-yo... pues todo lo que dije – ahora el que estaba considerablemente nervioso era él, este no estaba acostumbrado a hablar tan abiertamente sobre sus sentimientos por lo que dio un hondo suspiro y continuo – todo lo que te dije aquel día era la verdad...
- Ren... – al escucharlo decir aquello por fin levanto su rostro para mirarlo de frente con una enorme sonrisa en sus labios... el joven por su parte aunque estaba bastante apenado y sonrojado por lo que acababa de decir se inclino apoyando una de sus rodillas en el piso para quedar a la altura de la joven.
- Tamao tu eres la persona mas importante que existe para mi... – la miro de frente tomando fuertemente sus pequeñas manos entre las suyas, sin importarle en esos momentos lo que implicaba para él decirle todo aquello y abrirse por primera vez ante alguien – te amo como jamás pensé hacerlo y no quiero que vuelvas a apartarte de mi lado...
- Y-yo también te amo Ren... – le dijo con voz suave y con pequeñas lagrimas en los ojos sintiendo como una enorme felicidad empezaba a invadirla por todo su ser.
- ¿Tamao...? – el saber que ella correspondía sus sentimientos igualmente lo insito a proseguir – ¿aceptarías casarte conmigo?.
Sin decir nada ella se acerco lentamente a él, cosa que sorprendió bastante al violáceo, sobre todo al sentir los tiernos labios de la joven posarse sobre los suyos, a penas pudo reaccionar este le correspondió de igual o mayor forma, de esta manera los dos quedaron fundidos en un largo y prolongado beso que solo la falta de oxigeno pudo terminar.
- ¿Debo tomar eso como un si? – sonrió complacido al sentir todavía el dulce sabor a cerezas de los labios de la joven.
- ¿Tu que crees? – le dijo esbozando la mas hermosa de las sonrisas – si, por supuesto que acepto ser tu esposa, nada me haría mas feliz en este mundo que compartir el resto de mi vida a tu lado – al escucharlo, el violáceo fue quien tomo ahora la iniciativa dándole un apasionado beso para demostrarle todo lo que en ese momento estaba sintiendo.
La boda se realizo una semana después tal como se tenia previsto, fue una bella ceremonia en la incluso la reina del Norte estuvo presente, claro esta que luego de aclarar los malentendidos y de que la princesa le contara como había ocurrido todo...
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- Con la unión de los príncipes llegaron a su fin los largos años de disputas entre ambos reinos, conformándose así uno solo que es lo que ahora se conoce como el reino central o mejor dicho el reino de Feilang, el cual no es otro que el antiguo palacio del hechicero Yuerame y es donde actualmente vivimos...
- Valla... es increíble – decía de repente un emocionado chico de cuatro años.
- Lo mismo digo – una mediana sonrisa se dibujo en el rostro del apuesto hombre que estaba al lado del pequeño – creo que ese sujeto tuvo mucha suerte al casarse con una princesa tan hermosa e inteligente como ella – el ultimo comentario además de la insistente e irresistible mirada de su marido hizo a la mujer sonrojarse un poco.
- ¿Pero que paso con la otra boda? – intervino nuevamente el infante rompiéndose así el contacto visual entre sus padres – si, la del príncipe de Zeiria... yo pensé que si se había casado con la princesa de Zairent...
- Ah, es verdad, casi lo olvido... – miro con dulzura al pequeño y continuo su relato – pues la boda siguió tal y como estaba planeada...
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Justo cuando llego el momento de dar el consentimiento por parte de ambos para la unión final de sus vidas, el novio descubrió el rostro de la hermosísima novia, haciendo que mas de uno se desmayara por la impresión al ver quien estaba frente al chico peliverde, el cual tenia una amplia sonrisa dibujada en el rostro al ver lo bella que lucia la que a partir de ese día seria su esposa...
- Yo, Lizerg, te acepto a ti Pilika como mi esposa y prometo serte fiel en lo prospero y en lo adverso en la salud y en la enfermedad, y amarte y respetarte todos los días de mi vida...
El rey del Este estaba bastante incrédulo con lo que estaba ocurriendo y por supuesto que la reina de Zairent estaba en peor estado al no saber el nuevo paradero de su única hija que por segunda ocasión había escapado a su compromiso, pero sin duda el mas afectado era el hermano mayor de la ahora contrayente al cual casi le da un colapso nervioso de la impresión.
- Yo, Pilika, te acepto a ti Lizerg, como mi esposo y prometo serte fiel en lo prospero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad, y amarte y respetarte todos los días de mi vida...
- Que el Señor confirme este consentimiento que habéis manifestado frente a la Iglesia y cumpla en vosotros su bendición, lo que Dios acaba de unir, no lo separe el hombre... – y con estas ultimas palabras del sacerdote la unión de los dos fue validada ante una consternada audiencia y unos muy felices nuevos esposos...
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- Después de la boda ellos fueron a vivir al reino de Zeiria, donde ahora aquel príncipe es el rey luego de morir su padre cinco años después, la joven reina espera a su tercer hijo y su marido esta mas que feliz con esto.
- Creo que lo ultimo ya no lo escucho – dijo con la tranquilidad de siempre el violáceo, contemplando al pequeño que ahora yacía profundamente dormido en medio de él y su esposa.
- Al final le gano la batalla el sueño... – decía la pelirosada mientras le daba un nuevo beso de las buenas noches en la frente.
- Lo mejor será dejarlo donde esta... porque si se despierta volverá al ataque con un sinnúmero de preguntas – el violáceo acaricio los cabellos lilas del niño – este pequeño monstruo luce tan tranquilo cuando esta dormido.
- Sabes, me recuerda mucho a ti al verlo de esta manera – el violáceo le volvió la mirada un poco desconcertado a lo que ella solo le contesto con una indulgente sonrisa.
- Creo que es hora de que nosotros también tratemos de dormir, ha sido un día bastante cansado para ambos... – decía él mientras apagaba la luz de las velas que aun iluminaban el ambiente de penumbras en la habitación.
- Si... – la joven contesto de una forma bastante distraída lo que inmediatamente fue apreciado por el violáceo.
- ¿Qué sucede? - la miro de reojo al momento que se acomodaba mejor en la cama.
- Pensaba en si ya nacería el hijo de Pilika... – decía al momento que ella también adoptaba una mejor postura para dormir – es maravilloso el nacimiento de un bebé ¿no lo crees?
- Seguro... aunque eso solo sea el primer día, después es un martirio no poder dormir por estarlo lidiando toda la noche... – se expreso con algo de sarcasmo.
- Pero Ren... ¿no te gustaría que tuviéramos otro hijo? – se volvió al chico el cual a pesar de la oscuridad se podía vislumbrar a la perfección debido a la luz que producía la fogata que permanecía prendida en la chimenea para hacer un ambiente mas confortable, eso y los caprichosos rayos de la luna llena que se colaban por la terraza.
- No lo creo... – se expreso con calma – el que ya tenemos me mantiene bastante ocupado y casi me vuelve loco, no quiero pensar lo que pasaría si tuviéramos otro.
- Ya veo... – hablo con suma tristeza, lo que no paso nada desapercibido por el violáceo detectando inmediatamente al cambio en el tono de la voz de su compañera, sin embargo este guardo silencio por unos momentos mas hasta que decidió continuar.
- Aunque en dado caso de que llegase a pasar... – capto nuevamente la total atención de la joven que se mantuvo a la expectativa en todo momento de lo que este le iba a decir – igual lo aceptaría gustoso y lo quedaría tanto como quiero a Shing...
- ¿De verdad! – su semblante cambio radicalmente a uno de felicidad extrema.
- Por supuesto... – ratifico él y prosiguió – ahora dime ¿cuándo será?
- Eh... ¿d-de...¿d-de que hablas? – pregunto con bastante nerviosismo un indicio evidente de que esta sabia muy bien a lo que se refería el otro.
- Sabes perfectamente de lo que hablo – se escucho bastante serio – cuando llegue pude conversar unos momentos con mi madre y me ha dicho que no te has sentido muy bien los últimos días...
- S-si... e-es cierto... y-yo creía que solo era algunos malestares pasajeros por lo que no hice mucho caso – empezó a decir después de tartamudear un poco y dar un hondo suspiro – pero al ver que las molestias no desaparecían empecé a sospechar otra cosa y hasta ayer pude confirmar mis dudas.
- ¿Entonces tu...? – se levanto aun con algo de incredulidad, sentándose en la cama para poder contemplar mejor la fisonomía de su bella esposa y por consiguiente tener la certeza de que sus dudas fueran ciertas.
- Así es Ren... – sonrió con nerviosismo devolviéndole la mirada – tendremos otro bebé en siete meses mas o menos.
El violáceo no dijo nada, se quedo estático por unos momentos, procesando de alguna manera la información obtenida, cuando medio reacciono se acerco a ella con mucho cuidado para no despertar al infante que yacía profundamente dormido entre los dos dándole un prolongado beso a su esposa, con lo cual intentaba expresar toda la felicidad que le causaba escuchar la noticia.
No obstante un pequeño movimiento por parte del chico que tenían en el medio hizo que se separaran automáticamente.
- Créeme... mañana yo mismo lo meteré a la cama y serrare su puerta bajo llave – miro con detenimiento y cierto recelo al pequeño bulto que se había afianzado al cuerpo de su esposa, la cual solo le sonrió de manera un tanto comprensiva.
- Tendrás que tener mucha paciencia, recuerda que viene otro en camino...
- Si... – dio un pequeño suspiro de cansancio al momento que se recostaba nuevamente – aunque si sobreviví a la maldición de Yuerame creo que puedo batallar con un nuevo Shing otra vez.
- En eso tienes razón – le dijo con una pequeña risita divertida pues aun podía recordar con claridad el comportamiento casi histérico del violáceo cuando nació su primogénito – lo mejor será dormirnos ya, recuerda que mañana vendrán Horo Horo y Marion de visita...
- ¿Ya pasaron los seis meses...? – dijo con algo de fastidio - ¿por qué no me avisaste para alargar mi viaje una semana mas? – se expreso burlonamente, cosa que solamente utilizaba cada vez que veía al peliazul.
- Ren... – la mujer se volvió a el mirándole de forma reprendedora – no te quejes porfavor, tu estuviste mas que de acuerdo en que Horo se hiciera cargo de administrar la región norte del reino, por otro lado solo vendrá a presentar su informe semestral.
- Ya ni me lo recuerdes... – serró pesadamente los ojos con algo de disgusto y dándole la espalda a la chica.
- No entiendo por que Horo y tu no pueden llevarse bien, sabes... los dos tienen mas cosas en común de lo que crees...
- Si, como no – se expreso con mas que evidente sarcasmo.
- Créeme, la única diferencia es que él demuestra lo que siente y tu no...
- Tamao no empecemos otra vez con esto... – sin querer la joven había dado pie a una pequeña discusión.
- Solo te estoy diciendo lo que creo, no es para que te molestes...
- Es que siempre que viene ese sujeto tiendes a compararme inmediatamente con él.
- Yo no te comparo, solo digo que los dos tienen muchas cosas en común...
- Pues no me importa, así que déjame dormir de una vez... – dijo denotando bastante fastidio en sus palabras.
- Ren... Ren... ¿me escuchas? – lo llamo varias veces mas no recibió respuesta de su parte, aunque sabia perfectamente que este estaba bien despierto – ¿porque siempre tienes que ser tan terco y obstinado? – la pelirosa aun con voz tranquila parecía estar perdiendo un poco la paciencia.
- ¿Disculpa? – se giro bruscamente hasta quedar de frente a ella – pero yo no soy el obstinado, no puedes obligarme a que me caiga bien una persona solo porque tu lo dices...
- No es que yo lo diga... – la mujer se defendió con rapidez ya que en su estado estaba mas sensible que de costumbre – es que eres así con todo el mundo, te comportas tan frío y distante que hay muchas personas que te temen por tu carácter.
- Valla... ¿no crees que esperaste mucho tiempo para mostrar tu inconformidad por eso..?. – el violáceo se sentó en el costado de la cama con un semblante bastante enojado – cuando te pedí matrimonio conocías a la perfección mi carácter y aun así aceptaste casarte conmigo...
- Por supuesto que lo sabia, pero creí que con el tiempo tu cambiarias un poco tu manera de ser... – en todos sus años de matrimonio la chica jamás mostró semejante enfado y mucho menos había discutido así con su marido.
- Por lo que veo, ya no tiene caso alguno seguir hablando de esto... – la voz del ambarino se escuchaba sumamente fastidiada poniéndose de pie rápidamente.
- Espera Ren ¿a donde vas? – sin pensarlo la chica se sentó en la cama mientras veía como su esposo se dirigía a la puerta que daba al pasillo principal, estaba a punto de decir otra cosa pero fue interrumpida por un adormilado niño de cabellos lilas y ojos violeta que se había despertado por la discusión.
- Ah... pero que escandalosos son... – el chico parecía muy molesto, con algo de lentitud se recorrió hasta quedar en la orilla de la cama – mejor me voy a dormir a mi recamara, es imposible dormir con el ruido que hacen.
Descendió de la cama hasta tocar con sus pies descalzos el piso de mármol color arena, para posteriormente encaminarse a la puerta principal con pequeños y tambaleantes pasos al estar mas dormido que despierto.
- No vuelvo a dormir con ustedes ni aunque me lo pidan... – murmuraba muy enojado al momento que salía de la habitación, mientras que sus padres lo veían silenciosamente con cara de asombro y confusión entremezclado con algo de vergüenza y sobre todo mucha gracia por los gestos del chico que ya serraba la puerta tras de él.
La mujer de largos cabellos rosados se puso también de pie y se encamino lentamente a su marido que aun estaba un poco confundido por la situación y con cara de no haber entendido nada de lo ocurrido.
- Ren... – la dulce y serena voz de la chica lo saco de su ensimismamiento girando su cabeza rápidamente hasta el lugar donde estaba ella – p-perdona por lo de hace un momento – junto sus manos con nerviosismo y bajo la cabeza bastante apenada – creo que estoy un poco susceptible, además de que no tenia ningún derecho en decir todo lo que te dije.
El violáceo la contemplo por unos momentos, valla que lucia realmente hermosa bajo los rayos plateados de la luna, una mediana sonrisa se le dibujo en los labios haciendo pequeños ademanes negativos con la cabeza.
- Perdóname tu a mi, pues debo admitir que muchas veces mi orgullo puede mas que yo – la joven levanto la cabeza y le miro con ternura.
- No volvamos a pelear, por favor... – dijo con los ojos cristalinos abrazándolo fuertemente, el joven la recibió de forma gustosa correspondiendo el abrazo y besando su cabeza.
Durante un largo rato permanecieron así, entablando una conversación callada a través de las diversas caricias y pequeños besos que el violáceo depositaba sutilmente en el estilizado cuerpo de la muchacha que gustosa se dejaba llevar por las muestras de afecto que el otro le profesaba.
Este solo se detuvo por unos momentos para ver de nueva cuenta a la joven, notando por la tenue luz de la luna el encantador color carmesí que se apoderaba de sus mejillas, la tomo por la cintura al momento que sus miradas se entrecruzaban nuevamente, conduciéndola con pasos lentos hasta su lecho íntimo en donde prosiguieron con la tarea que habían dejado pendiente hacia unos minutos.
Culminando aquella noche de pasión con la mayor prueba de su mutuo amor al unificar por un pequeño lapso de tiempo sus almas y su cuerpo en un solo ser, de esta forma quedaron suspendidos en un extraordinario espacio alterno en el que solamente existían ellos dos y nadie mas, teniendo como únicos testigos desde varios años atrás o mas bien dicho desde que comenzó su accidentada travesía de conocerse, a la oscuridad de la noche y el reflejo plateado de la luna llena.
Sin duda la vida les había puesto en su camino numerosos obstáculos para poder llegar a ser felices, por lo cual ahora trataban de disfrutar al máximo cada minuto que pasaban uno al lado del otro, y lo seguirían haciendo hasta el día en el que los dos serian inevitablemente separados por el destino, pero aun después de la muerte seguirían unidos y seguirían complementándose ya que desde un principio fueron hechos el uno para el otro.
FIN
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Y ahora si, con esto concluyo la historia, ojala y les haya gustado el capitulo final, se que algunos ya esperaban un final trágico, (no se les hizo (XD), y aunque me cataloguen de cursi, simplemente no podía darle un final triste, porque yo misma como me eh decepcionado y me ha dado coraje a veces cuando hacen eso con una historia que me gusta, como por ejemplo una que acabo de terminar de leer, tanto batallar todos los capítulos para que al final me salgan con que la protagonista se muere (> )... (creo que eso ya es harina de otro costal, así que mejor prosigo con lo que tenia que decir (n.nU)
Por otro lado y como dije al principio quiero hacer algunos agradecimientos especiales, por lo que aquí va la lista (XD), gracias a: Palin Mounet, ire yamichii, Haine Asakura, Andrea Nefisto, Akima Dehmel, F-LoVeR, Sara-Asakura, ceci-usui, Megumivks, TamaoRaven, Gabe Logan, HANNA LI.ASAKURA, Princess Nausicaa, Mariale, sakura waters, eli kyouyama…
Ya son muchas las gracias pero créanme que siempre tuve muy en cuenta todo lo que me decían, por lo que de veras espero que no los haya decepcionado con este capitulo ya que por ustedes fue que termine esta historia y de antemano espero sus reviews que como ya lo eh dicho antes siempre son muy bien recibidos por mi, pues sus comentarios siempre me dan ánimos de seguir con mi locura de seguir escribiendo.
Y si bien en ocasiones los dejaban para corregirme por decir alguna cosa que no era (n.nU), como cada vez que se me iban las cabras a la hora de poner acentos (y sabrá Dios cuantos mas se me hayan ido en este capitulo (XD), como único punto a mi favor eh de decir que nunca eh sido buena para español (T.T), sobre todo la ortografía que siempre ha sido uno de mis mayores dolores de cabeza, es por eso que doy mayores gracias a ustedes ya que sus comentarios me ayudaron mucho para mejorar en ese aspecto (n.n).
Ahora si, ya me voy, y no digo adiós porque quizás nos veamos mas pronto de lo que creen pues mi cabecilla ya esta ideando dos nuevas historias para esta pareja en especial (XD), aunque aun no se para cuando las escribiré ya que aun tengo que continuar un par de historias que tengo pendientes (n.nU), creo que eso era todo lo que tenia que decir, me despido diciéndoles hasta en una próxima vez y de nuevo gracias por todo...
Atte. usagui-star.
"No hagas de tu cerebro un archivo para pensamientos ajenos, sino el laboratorio de tus propias convicciones..."
