Capítulo 2: Un favor
Al día siguiente.
La cabeza le dolía, si de por si dormía poco. Esta vez no había cerrado los ojos para nada. Durante su registro a la jornada, estuvo preguntando si alguien deseaba ser un "invitado" para alguna lección especial. La verdad, sólo quería que alguien lo cubriera para poder dormir un poco e intentar digerir lo que había sucedido ayer, y lo que tenía que hacer ese día para que aquello no sucediera de nuevo.
Nadie se ofreció, tenía que dar la clase.
—Sensei… —, Uraraka llamó un tanto nerviosa.
El maestro contestó con un ¨eh?¨ sin voltearse ni dejar de escribir.
—Sensei…. —, Mina era ahora quien lo llamaba con duda.
El resto de la clase estaba que se le resbalaba la gota por la sien. El pizarrón estaba lleno de garabatos inentendibles, y era incrédulo para ellos ver que su maestro seguía escribiendo jeroglíficos en modo zombi.
—Recuerdeshddh que tiene dosh miutos pa- escrebir poque logo lo bor —. El escrito del plumón se fue en parábola, mientras el maestro azotaba en el suelo ante a todos sus alumnos.
—Se quedó dormido sin entrar a su bolsa —, Izuku dijo aun impactado.
—Esto es grave, ribbit….
—¿Deberíamos llevarlo a enfermería? —, preguntó Toru.
—Nah, sólo está dormido, como siempre lo hace —, respondió Hanta.
Mezo extendió sus extremidades y creó varios dedos que chasqueó en la oreja del maestro.
—Y bien dormido.
—Hanta pudiese pegarlo al techo y no se daría cuenta hasta despertar—, comentó Jiro.
Hanta, Denki, Mineta, Kirishima y Bakugo sonrieron maliciosos y comenzaron a acercarse al profesor, pero el paso se les fue cortado por, Ida, Momo y Todoroki.
—Ni se les ocurra —, dijeron los tres al unisonó.
—Ay si ay si, los nerdos protegiendo al profe —, Bakugo se mofó.
—Solo será una bromita —, dijo Denki.
—Sería divertido ver eso ¿Pero saben que no lo va ser? El castigo que vendrá después —, dijo Tokoyami.
—Tokoyami tiene razón, mejor dejémoslo descansar —, dijo Midoriya. Cuya mirada empezó a fruncirse más, era extraño que su maestro hubiese caído así, y justo después de haberse mudado y estar a cargo de Eri chan, se preguntaba si eso tenía algo que ver.
Tres horas después.
Aizawa despertó sobre un sillón-cama, y lo primero que sintió fue un punzante dolor en su cabeza. El olor a café era inconfundible. Estaba en la sala de maestros, aquello lo confundió. Lo último que recordaba era estar escribiendo la lección en el pizarrón. Al sentarse, algo se resbalaba por su cabeza, al sostenerlo, notó que era una compresa fría. Al mirar al frente, se dio cuenta que en la mesilla estaba un bento, junto a un té verde aun humeando.
—Ya despertaste.
Giró a su derecha. Hizashi se acercaba a él con su propio almuerzo, era una bolsa de comida rápida donde, sacó una hamburguesa y un refresco.
—¿Qué me pasó? —, preguntó Shouta quitándose la compresa.
—Te quedaste dormido en medio de la lección, te golpeaste la cabeza y perdiste la conciencia. Chiyo dijo que no era grave y podías recuperarte por tu cuenta. Come, se te va enfriar.
—Gracias. Provecho —, dijo antes de darle un sorbo a su té y dar unos cuantos bocados.
—¿Todo bien? —, Yamada rompió el silencio.
—¿Mh? —, indagó Eraser aun masticando.
—Cuando azotas es porque sobrepasaste tu límite de desvelo. ¿Qué pasó?
El rubio lo conocía tan bien, que casi era criminal. Al sentirse descubierto no pudo evitar bajar el rostro y entristecer un poco la mirada, aunque no paró de comer para verse ocupado y no contestar de inmediato. Cosa que alarmó a Hizashi, sea lo que estuviese perturbando al azabache, lo estaba lastimando de una manera seria.
—Hizashi… —, Shouta rompió el silencio, casi en un susurro.
—¿Si? —, Yamada dijo, acercándose su rostro un poco más a su amigo, esperando saber con ansias que era lo que le hacía tanto mal.
—¿Te gustan los gatos? —, le preguntó.
La pregunta extrañó al vocero, sabía el gusto del borrador por los curiosos felinos, pero jamás se había molestado en preguntarle su gusto por ellos.
—Pues, son muy lindos y es divertido ver lo que la gente sube en la red, pero nunca me he puesto a pensar en tener el propio, ¿Por qué la pregunta?
Tras dar un suspiro un poco dolido, Aizawa dijo.
—Eri es alérgica a Chaplin. No puede quedarse conmigo…
Ante la noticia. Mic se llevó ambas manos a sus mejillas y dio un grito ahogado.
—¡Oh my god! ¡Pero si Chaplin es tu vida! —, dijo indignado.
—¡Lo sé! —, dijo Shouta azotando su frente contra la mesa y agravando su dolor de cabeza—. No quiero dejárselo a cualquiera, ¿Puedes cuidarlo por mí? Yo cubriré sus gastos.
Más que petición, la voz de Aizawa sonaba a suplica. Hizashi entristeció la mirada en respuesta, aun recordaba la razón por la que Shouta adoptó a Chaplin en primer lugar. Fue poco después de la muerte de Oboro. El borrador quería recuperar aquel gato que el crea nubes recogió aquella vez que cursaban el segundo año, y Nemuri terminó quedase con él, pero para cuando Shouta le pidió ese gato a Midnight, ella ya se lo había dado a alguien más.
Shouta quedó destrozado, en verdad quería aquel gatito como último vestigio de su conexión con su fallecido amigo, para tratar de animarlo. Él lo llevó a control animal a que adoptase uno de ahí, y aun así el joven azabache se fue al extremo, adoptando a Chaplin porque iba ser sacrificado por un defecto en su patita trasera. La cual parecía estar volteada. No fue fácil encontrar un veterinario que quisiese darle tratamiento. Al igual que control animal, querían dormirlo, diciéndole que la rehabilitación era muy larga, pero Eraser tenía todo el tiempo en el mundo para darle una segunda oportunidad a ese gatito. El cual hoy en día caminaba a la perfección, y nadie se imaginaría que nació con la pata torcida.
Para Yamada, no había duda de que Chaplin lo ayudó a sobrellevar aquella perdida, y aunque cuando de responsabilidades se trataba, el vocero no era el mejor. Era lo menos que podía hacer por Aizawa. Quizá con acceder, tal vez, existía esa pequeña probabilidad de que pudiese cambiar la forma en que lo percibía, o probablemente aún estaba afianzado a aquel sueño de querer que lo reconociera como algo más que un amigo.
Demonios, ni siquiera había tenido el valor de decirle sus preferencias. Aunque en estos tiempos ya nadie parecía importarle que tipo de calor uno quería bajo la cobija. Cuando se trataba de esos temas. Aizawa era una hoja en blanco. Jamás había comentado algo al respecto, y forzar el tema sonaba a desastre en la mente del rubio. Sólo tenía aquella referencia de lo que sucedió hace diez años. Un proyecto que apoyó sin cuestionar, aunque en su tiempo le carcomió el alma, llegando a pensar que lo perdería para siempre. Aunque de saber lo que iba suceder y provocarle a su preciado azabache, quizá lo mejor hubiese sido oponerse.
—¿Y bien? —, Shouta preguntó. Sacando al otro de sus pensamientos.
—Yo, yes. Claro que lo haré ¿Por qué yo no haría algo por ti? Soy tu mejor amigo ¿Right?
—Sí, Hizashi, lo eres. No sabes lo mucho que significa para mí que quieras cuidarlo. Te lo llevaré junto con sus cosas al terminar las clases.
—Bien. All Might te está supliendo, están en el campo deportivo. En acondicionamiento físico.
Al dar el último bocado, el azabache agradeció a su amigo por la comida y se fue a reunir con su clase.
Pasadas las 5pm. Aizawa iba rumbo al apartamento de su amigo, el cual no quedaba tan lejos de la preparatoria. Aunque, de su antiguo apartamento a la casa de Hizashi, si solía ser un tramo largo. Aun no podía creer que tenía que dejar a su Chaplin encargado, pero mantuvo la frente en alto y siguió el camino. No iba a quebrarse sin antes llegar.
—Y estas son sus bolsitas de pescado fresco, ya están racionadas. No le des más aunque te pida, se le van a ensuciar los dientes. Si te insiste mucho, le das un tercio taza de croqueta y nada más. Este es su rascador, su arena, repuestos para el arenero. Sus juguetes.
—Vaya —. Yamada rio nervioso al ver todo lo que había traído. Shouta siempre fue un hombre modesto, insípido, de pocas pertenencias. Le sorprendía ver la cantidad de tiliches que le compraba a su gato. De hecho, empezó a cuestionarse cuanto de su cheque estaba dedicado a consentirlo—. No sabía que un gato requería tantas cosas.
Aizawa miró hacia arriba un tanto melancólico.
—La verdad no requieren tantas, pero bueno, ya sabes. Uno intentando llenar vacíos…
La expresión del rubio dio un giro radical, mostrándose sorprendido. No esperaba que el desvelado hiciese una referencia a su pasado de una manera tan casual. Quizá era su forma de decirle lo cómodo que se sentía a su lado, eso, o ya se estaba imaginando cosas otra vez.
—Shouta, no digas eso. No estás solo —. Se cortó pensando si debía decirlo, pero el impulso terminó ganándole—. Me tienes a mí.
Shouta le dedicó una débil sonrisa.
—Lo sé… —, dijo mirándolo.
Hizashi le regresó la mirada, quedamos ambos viéndose a los ojos.
Muy en el fondo, el desvelado sabía que Hizashi muy probablemente estaba consciente que estaba intentando retener sus emociones. ¿Pero saben que era lo que más le llegaba al corazón? El hecho de que no despreciara a Chaplin por ser un simple animal que escupe bolas de pelo, y tira cosas al suelo. En toda su interacción jamás puso balanzas, nunca le dijo que Eri era más importante y deshacerse del gato era lo correcto. Todo esto estaba sucediendo porque él, el azabache, así lo quería, y aunque le doliese e Hizashi estaba consciente de eso. Lo estaba apoyando sin cuestionar, como siempre lo había hecho todos estos años, y eso le provocaba una sensación rara en el pecho, convirtiéndose después en un tipo vaivén en el estómago.
Un vaivén que le pedía a gritos que lo abrazara, que le dijera lo agradecido que estaba, que le dijera lo mucho que significaba su compañía, que no quería perderlo. Que quería…
Suspiró de manera leve, casi en grito ahogado -tipo leve susto- al armar ese último pensamiento.
Que estuviesen juntos.
¿Desde cuándo quería que estuviesen juntos de esa manera? O más bien ¿Desde cuándo lo quería pero sólo le daba vueltas al asunto sin ponerse a pensarlo de manera seria? Seguir pensando en ello sólo provocaba que la intensidad del punzón de su estómago aumentara al punto se sumirse un poco.
Al notar que se estaban viendo uno al otro como idiotas. Eraser finalmente rompió el contacto visual con una mirada bailarina y una repentina bocanada de aire.
—Ah-a-¿Alguna pregunta de cómo cuidar de Chaplin?
El rubio sacudió la cabeza de repente, saliendo también del bobo trance.
—Ah… no no, todo bien.
—Bien… —, Aizawa dijo a un poco incomodado por su reciente realización.
¿Se sentía atraído por Hizashi? ¿Atraído del verbo más que amigos?, su mirada volvió a bailar. El rubio era el único que tenía que podía llamarlo amigo cercano, tener un sentimiento así y que no fuese reciproco lo arruinaría todo, y en definitiva, no estaba dispuesto a perder su amistad. El héroe de la voz era extrovertido, si perdía un amigo, ganaba otros dos, pero si Aizawa perdía un amigo, se quedaba solo.
—Shouta… —. El llamado lo hizo crisparse un poco, como teniendo miedo que el vocero haya podido leer sus pensamientos—. Estaba pensando ¿Estarás libre mañana? Hace mucho que no vamos a beber al Kloma.
La mirada del azabache se iluminó, y en un impulso de idiotez estuvo a punto de decirle que sí, pero su agenda estaba llena y las responsabilidades son primero.
—No puedo, recuerda que entreno a Shinso por las tardes, de hecho. Le dije que llegaría tarde hoy para poder dar esta vuelta.
El rubio hizo lo mejor posible por no mostrar decepción, pero Shouta logró notarlo.
—Oh, bueno, no importa —, dijo Yamada forzando una sonrisa—. Ya casi es hora de que metas su solicitud de cambio de curso ¿no? M-Mejor concéntrate en eso. ¿Qué tal si tú me dices cuando tengas tiempo?
El azabache asintió
—Yo te aviso —, dicho esto, se agachó para atender al gato que no dejaba de restregarse en él—. Bien Chaplin, aquí te quedas.
—Nyaar.
Shouta se mordió el labio, estuvo mentalizándose todo el día para no hacer una escena, pero en los dieciséis años que llevaban juntos, jamás pensó que tendrían que separarse. Apretó los ojos, exprimiéndose las delgadas lagrimas que ya tenían tiempo acumulándose en sus cuencos, le dio un beso en la cabecita, después se puso de pie.
—Hasta luego mi michi —, dijo con un hilo de voz.
