Capítulo 4: Bocadillo
A la mañana siguiente.
—El desayuno está listo —, el borrador anunció dando los últimos toques a la mesa.
No acostumbraba hacer el típico "desayuno completo y nutritivo" mucho menos comer en la mesa. Iba como todos al trabajo con el pan tostado en la boca y se tomaba un jugo llegando al salón, pero ya no se trataba de él y su ley del mínimo esfuerzo para satisfacer sus necesidades. Sin mencionar que no estaba dispuesto a escuchar los dramas de Mirio, acusándolo de que la dejaba sin comer.
—¿Eri? —, dijo dirigiéndose a su habitación y tocar la puerta—. Eri ¿Estás despierta?
Al querer abrir la puerta, se encontró con la sorpresa de que la niña la empujó del otro lado. Evitando que entrara. Ella por su parte ponía todo su peso para intentar mantenerla la puerta cerrada, su mirada denotaba preocupación. Más por el recuerdo que aquel suceso le traía.
"Otra vez, Eri" La voz de Kai se proyectó en su mente "Sabes lo que pasa cuando haces eso"
—Eri ¿Qué pasa? ¡Eri! —, Shouta llamó.
Ella no contestó. Aunque hizo su mayor esfuerzo para mantenerlo afuera, su fuerza no se comparaba con la del adulto. Por lo que Aizawa se abrió paso sin más.
—¿Qué sucede? —, preguntó al entrar. Al mismo tiempo que le daba un vistazo a la habitación, nada parecía fuera de lo ordinario. Se arrodilló a la altura de la pequeña y le volvió a preguntar lo que pasaba. Después de insistir un par de veces, ella finalmente confesó muy asustada.
—Mojé la cama…
Aizawa desvió la mirada extrañado, no sabía que decir. No era un experto en niños, pero tenía entendido que a esa edad, ya no debería tener ese tipo de accidentes.
—No pasa nada, veré que puedo hacer. Ve a cambiarte y a desayunar —, le contestó.
—¿No está enojado? —, preguntó ella aun con la voz temblorosa.
El azabache negó con la cabeza. Al hacérselo saber, vio como la vista y lo hombros de la pequeña se relajaron, al mismo tiempo que dejó salir un pequeño suspiro. Sin más, ella acató las indicaciones de su guardián.
Una vez que Lemillion llegó, le dijo sobre colchón de manera discreta. El joven ya había pensado aplicar como intendente para hacer algo más que sólo cuidar de Eri dentro de la escuela, así que supuso que encargarle la limpia de la cama era un buen punto de inicio. Al zanjar el asunto. Aizawa pasó al salón de clases, donde sus alumnos ya lo esperaban.
—Bien, hoy veremos un tema muy, muy interesante —, dijo sin entusiasmo alguno mientras revisaba sus notas, y entregaba las tareas que revisó ayer.
—¿Analizaremos hazañas de rescate?
—¿Evolución de dones?
—¿Optimización de trajes?
—No. Hoy veremos el código legal aplicado a los actos de heroísmo —, corrigió el maestro.
El "Aaaw" colectivo y desaprobatorio retumbó en el salón.
—Vuelvan a hacerme un "Aaaw" y les juro que les aplicaré un examen adicional sobre este tema.
Una vez que su clase le dedicó una sonrisa forzada, la lección continúo.
Llegada la hora del almuerzo.
Aizawa se retiró a la sala de maestros a disfrutar el bento casero que se preparó, ya que tuvo que preparar desayuno, de una vez se hizo lo que comería más tarde. Mientras comía, no dejaba de pensar en lo que había pasado esa mañana, esa mirada de terror en ella. No era sano para su mente divagar lo que ella tuvo que soportar con Overhaul, pero en este corto periodo de tiempo. Los síntomas de un niño abusado estaban haciendo presencia, y la pregunta era, si era capaz de cargar con eso sin ayuda…
—¡Hey! My friend —, Hizashi saludó antes de sentarse a su lado—. ¿Cómo va todo?
Shouta alzó la mirada. Ver la cara entusiasmada del rubio lo contagió un poco, aunque apenas y curvó los labios. Yamada notó ese pequeño cambio, por más mínimo que fuese, ya le alegraba el día. Sin embargo, también se percató de que el borrador se estaba reservando el comentario.
—Yo… —, Aizawa intentó hablar, la verdad, no quería decir lo que pasó con Eri. Sentía que era algo que personal que solo debía quedarse entre ellos dos. Por lo que empezó a buscar una salida de aquel lio. Fue cuando recordó que ese mismo día se desocupaba temprano, su clase tenía lecciones con Ectoplasm y Cementoss antes de terminar el horario de clases. Quizá pudiesen hacer algo mientras, antes de que tuviese que regresar a entrenar a Hitoshi.
—Hoy salgo temprano. ¿Estás disponible? —, dio un pequeño salto nervioso al comprender lo que le estaba pidiendo, pero prefería quedar en ridículo por su cuenta. A confesarle aquel conflicto emocional que Eri le causaba, esa inseguridad de poder ser su guardián. Escondió su cara en su bufanda antes de continuar —. Por si… quieres… hacer algo…
Los ojos del rubio no podían verse más vivos. Aizawa le había tomado la palabra. Sinceramente, cuando le dijo "yo te aviso", supuso que fue su forma de decir "no gracias".
—Pues, a decir verdad, tengo que ir a supervisar un desembargue de material para los campos de entrenamiento. No es la gran cosa, puedes acompañarme, terminando podemos ir al bazar de artesanías. Ya sabes, el que queda a dos cuadras de aquí. Todavía tienen el puesto de ikayaki.
La sola mención del puesto acaparó la atención total del azabache.
—Hace mucho que no como ikayaki. Íbamos todos los jueves a comerlo cuando éramos estudiantes.
—I know —, el vocero respondió con una cálida sonrisa—. Vamos, los camiones no tardan en llegar.
Aizawa dio los últimos bocados y se terminó su té.
—Vamos.
Durante la descarga del material, a pesar de que la mayoría estaba guardado en cajas de gran tamaño. Las etiquetas daban un indicio para que era, y según sus sospechas, era para reforzar la seguridad de la escuela.
—Grrrr ya llegaron mis paquetes grrrrr —, comentó Ryo.
—Yes, parece que está todo —, dijo Hizashi revisando un portapapeles.
El perro le arrebató la hoja del inventario, dio un aullido y dijo.
—Pues ya no te ocupo, largo.
Yamada alzó los brazos y dio media vuelta
—Defuckingnada —, murmuró mientras se retiraba.
—Cuida ese lenguaje, aún estamos dentro de la escuela —, le dijo Shouta mientras lo seguía.
—¡Humphff! No sé porque accedí ayudar a ese perro faldero. Siempre me trata mal.
—Tú siempre ayudas cuando puedes. Es lo que me gusta de ti —, el azabache dijo casi en automático. Teniendo muy presente aquel momento tan difícil, en la que sólo contaba con el hombro del rubio. Si, eventualmente los demás se fueron enterando, pero de todas las personas. Hizashi estuvo ahí del día uno. ¿Por qué? Por qué era la única en la que podía confiar para eso.
Yamada se vio sorprendido antes de enternecer su rostro.
—¿Ah sí? No sabía que pensabas eso. Es. Lindo saberlo.
No fue hasta que escuchó el comentario de Hizashi, que Aizawa cayó en cuenta que habló de más.
—Sí, bueno, ah —. Shouta se aclaró la garganta—. ¿Iremos al bazar o no?
Hizashi se abalanzó sobre él y puso uno de sus brazos alrededor del cuello del otro.
—Let´s go!
Los dos hombres se encontraban caminando por la calle cerrada, la cual estaba repleta de vendedores ambulantes. Se fueron directo al puesto de calamares, ya que sabían lo atrayentes que solían ser los tiliches que se vendían ahí. Aun recordaban como Oboro siempre terminaba comprando tontería y media.
Con las brochetas en mano. Empezaron a caminar y ver los demás puestos con calma, o más bien, a tener una ronda nostálgica, pues si tenían que ser sinceros consigo mismos, dejaron de frecuentar ese bazar por traerles tantos recuerdos de su fallecido amigo.
Aizawa se detuvo al ver lo que creyó que vio. Era un pequeño puesto de joyería. Donde había un collar de plata, o más bien imitación, con un dije rojo en forma de silueta de gato. Aunque todo en ese puesto gritaba joyería de fantasía barata, no podía negar que le gustaba, y solo podía imaginarse a ella portándolo. Qué bonita se vería Eri con ese collar, combinaría perfecto con sus ojos.
—¿Verdad que si? ¿Por qué no se lo compras? —, el rubio dijo.
El borrador dio un pequeño salto ¿Qué demonios? ¿Habló en voz alta y ni cuenta se dio?
—Anda, estoy seguro que le gustará —, Hizashi insistió, sin embargo, Shouta siguió adelante, ignorándolo por completo.
Poco después, el rubio lo alcanzó y se sentaron en la banca que daba la vista a un parque, ahí procedieron a terminarse sus brochetas.
—Deberíamos retomar esto —, dijo el rubio dando el ultimo pedazo.
—¿Tú crees?
—Sí, venir todos los jueves por uno rico bocadillo —, dijo Hizashi.
El azabache se quedó mirando su ultimo bocado, sonaba interesante, pero…
—No creo que mi estómago pueda soportarlo.
—Awwwn —. Hizashi le pinchó la mejilla—. ¿Al pequeño Shouta todavía le hace daño la comida callejera?
Aizawa chasqueó los labios y se liberó del agarre amistoso. Después de una leve risa Mic continúo.
—¿Qué tal unos caseros? No sabrán tan buenos sin el polvo de la calle y el sazón del smog, pero te caerán mejor —, el rubio propuso.
—¿Cuándo? —, preguntó el azabache con la boca llena.
Hizashi estuvo a punto de proponer una fecha, pero recordando el horario apretado del otro, prefirió no hacerse ilusiones.
—Cuando tú puedas…
Eraser alzó la vista tragó su bocado para después decir.
—¿Este domingo? ¿En mi casa?
El rubio parpadeó sorprendido ¿Tan pronto? Wow. En todos estos años de amistad y de amor en secreto, estos últimos días habían sido un sueño. No hizo ningún esfuerzo por ocultar su sonrisa.
—Claro que sí, I'll be there.
—Bien, llegas y salimos a comprar las cosas.
El corazón del vocero ya estaba dando vueltas, no sólo lo invitaba a su nueva casa, también quería que salieran por los víveres. No recordaba la última vez que había convivido con él en un ambiente más íntimo.
Nuevamente sus vistas habían quedado entrelazadas. Verlo a los ojos incomodaba al azabache, esa sensación en el estómago no era agradable estando recién comido, si seguía así terminaría por vomitar, pero esa sonrisa como le encantaba. Deseaba poder sonreír de una manera tan natural y agradable como Hizashi podía hacerlo, si el vocero no fuese tan frívolo, hubiese optado por él para que cuidara de Eri, mientras que él sólo quedaría para la emergencia. Ella en definitiva, necesitaba aliguen positivo dispuesto a sonreír ante todo y ese alguien era una persona como el rubio.
Mic por su parte, era demasiado emocional como para resistirse. Mientras Aizawa lo miraba estático, aprovechó para colocar su mano en la mejilla del otro, y acercar su rostro a medida que el corazón no dejaba de latir de manera alocada. Quizá era el momento perfecto, pero su inseguridad mató la oportunidad de probar su suerte, sus labios estuvieron a punto de rozarse, pero terminó desviándose para susurrarle al oído.
—Llegas tarde.
Al oír eso. Shouta hizo la conexión al instante y dio un grito ahogado ante la realización, ¡Sus lecciones con Shinso! Se levantó de inmediato, corrió unos pasos antes de acordarse de algo importante, por lo que terminó regresando con el rubio unos segundos después.
—Casi lo olvido, toma —, dijo cediéndole una bolsa transparente con un ikayaki dentro.
—¿Compraste otra brocheta? ¿Para mí? —, dijo ilusionado el otro, pero Aizawa lo vio con ojos de escopeta.
—Es para Chaplin —, dicho esto volvió a partir carrera.
