Capítulo 6: Lecciones

Después de otra penosa sesión de repaso, el profesor firmó sus horas y salió del edificio. Normalmente de ahí se iba directo a esperar a Shinso, pero había hecho una promesa aquella mañana. Al ir por los pasillos, miró al joven venir de frente, por lo que le dijo.

—Shinso, te veo en el campo, espérame ahí. Tengo que hacer algo antes.

El lava cocos estuvo a punto de preguntarle algo, pero el móvil del profesor sonó. Desvió la mirada y recargó su mueca a la derecha mientras miraba al mayor atender su llamada. Esto ya se había convertido en una costumbre. Era como si su entrenamiento ya no importara. Las cosas empeoraron al oír un pedazo de la conversación.

—Dile que no se desespere y que voy en camino… dile que la quiero.

No era quien para interrumpir en la vida de otros, menos en la vida de un adulto, pero aquello ya le explicaba varias cosas. Había alguien más en la vida de su mentor, y ese alguien claramente vino después de su compromiso con él. A pesar de eso, no pudo evitar sentirse menos preciado. Jamás había tenido altas expectativas sobre sus estudios, el profesor Aizawa llegó con la oferta y él no pudo resistirse. Él le dio algo que había perdido hace mucho tiempo, la esperanza de ser un héroe, y era ese miedo de que el sueño se le volviese a ir. Por la que le era imposible no sentir algún resentimiento hacia aquella persona que no conocía, pero le estaba robando tiempo de caridad con su mentor.

Para cuando Shouta cortó la llamada, vio que su alumno ya iba algo lejos por el pasillo.

—Nos vemos en un momento —, le dijo en voz alta.

Hitoshi sólo alzó el brazo en señal de que lo escuchó y siguió su camino.

En casa.

Mirio le abrió la puerta y lo recibió sonriente.

—Sensei

—¿Y Eri? —, preguntó el azabache.

—Se está lavando los dientes, en un momento sale —. Aprovechando que estaban solos, le comentó—, Hoy fue un día eh… Raro. Eri me dijo que quería pasar más tiempo conmigo.

Shouta hizo lo mejor posible por no descomponer su postura, sabía a la perfección a que se refería, se mantuvo callado y lo dejó continuar.

—Pensaba invitar al resto del Big 3 al Shogatsu de este año, pero, bueno. Ya que Eri desea que pasemos más tiempo juntos. Estuve pensando mejor invitar a Midoriya y que los tres fuésemos al festival. ¿Qué le parece? ¿La dejaría ir con nosotros?

Aizawa desvió la mirada, él no era fiestero. Jamás llevaría Eri a ese tipo de lugares, pero en efecto, era el tipo de distracción que la pequeña necesitaba.

—Claro.

Togata sonrió de oreja a oreja

—¡Excelente! Quiero que vea la inauguración, así que iremos antes de la posada de la U.A. Saldríamos por la tarde, volveríamos antes de la medianoche. Espero que no le moleste dejar a Midoriya salir temprano para alcanzar el camión de mediodía.

Aizawa se masajeó la nuca.

—Sólo por esta vez, haré una excepción con el joven Midoriya.

Mirio lo reverenció.

—¡Muchas gracias! Sensei —, dicho esto, el joven se retiró.

El profesor se quedó esperando afuera de la casa, hasta que la pequeña hizo acto de presencia.

—¿Lista? —, él le preguntó.

Ella asintió.

—Bien, vamos —, dijo él extendiéndole la mano.

La pequeña entristeció un poco la mirada y la desvió. Eso provocó que el desvelado diese un suspiró cansado, y mejor pasó a cargarla en sus brazos. El ánimo de ella cambió al instante, regalándole una sonrisa discreta.

La caminata hacia el campo fue silenciosa, parecía que lo único que Eri quería era disfrutar los latidos del corazón de Aizawa. Este por su parte, no hizo mayor esfuerzo por escandalizar el trayecto. Aunque el mayor tuvo que interrumpir el contacto físico una vez llegando, lo primero que se encontraron sus secos ojos. Fue a su pupilo colgado bocabajo con las bandas casi cubriéndolo como capullo.

—Ya casi te salen alas —, comentó el maestro.

—¡Cállese y sáqueme de aquí! —, exigió Hitsohi.

El maestro activó su don mientras se cruzaba de brazos, el joven se oía irritado por lo que era propenso a activar su don sin querer, se recargó contra otro tronco y le dijo.

—¿Por qué debería? Si por mí fuera, te quedas ahí hasta el día del examen.

Hitoshi gruñó mientras seguía meciendo el capullo de un lado a otro, se miraba tan ridículo que, si el maestro no supiese quien estaba enredado ahí. Juraría que era Bakugo.

—¡Todos están apretados, ninguno se zafa! —, se quejó el alumno.

—Si encuentro la banda floja ¿Qué te hago? —, retó Aizawa.

—Sensei y-

—Si encuentro la banda floja ¿Qué te hago? —, recalcó de nuevo Eraser.

Hitsohi tragó saliva. Tanto énfasis sólo podía significar que en efecto, su maestro ya había identificado la banda floja que debía tirar para que todas las demás lo liberaran. Tenía que pensar, seguir intentando…

—¿Ves que no fue tan difícil? Ahora muéstrame como te enredaste —, pidió el maestro.

—¿Ha? ¿Y cómo voy a saber eso? Sólo me enredé mientras intentaba retractar las tiras después de una maniobra aérea —, respondió Hitoshi.

—Si algo compartes con el resto de mi clase, es que estas igual de meco. Te vas a enredar sí o sí. Así que vuélvelo a hacer. Muévete, ocupo ponerme gotas —, dijo Aizawa mientras dejaba sus ojos descansar.

Shinso gruñó frustrado. Entre ellos había una regla simple, Aizawa no podía deshabilitarlo todo el entrenamiento para entablar una conversación fluida. Le daba consejos, y demostraciones, pero cuando los ojos del sensei estaban en reposo. Quedaba nuevamente a oscuras.

—Mantente atrás Eri. Esas bandas pueden llegar a alcanzarte —, el maestro dijo teniéndola a sus espaldas, realmente no dándose cuenta que tanto se había alejado.

—A ver… —, dijo Hitsohi empezando de nuevo —. Se jala la banda del medio, y el resto se separa, los extremos deben quedar suspendidos a la altura de los hombros.

Lanzó ambas bandas, atándolas a un tronco e impulsándose hacia arriba para aterrizar en ese árbol. Se balanceó un par de veces antes de que las tiras dejaran de responderle. Las bandas se tensaron y lo jalaron hacia atrás, enredándose en el proceso. Ahora, en vez de quedar suspendido como capullo. Cayó al suelo.

Aizawa se acercó a su adolorido pupilo. Eri lo siguió.

—Ya vi cuál es tu error. Cuando retractas, tuerces las bandas, eso hace que no encajen en posición y se enreden —, dijo Aizawa mientras liberaba sus propias bandas para una demostración—. Cuando lanzas, las bandas están estiradas y lisas, pero al retroceder dejas la banda torcida como cuerpo de tornillo. Tienes que retractar con los brazos estirados y que haga una parábola luego jalas hacia atrás as-

Se interrumpió así mimo al sentir que sus bandas habían chocado con algo atrás suyo, y el agudo llanto confirmó lo que había hecho por error. Se volteó al mismo tiempo que soltaba el grito ahogado más escandaloso que jamás hubiese hecho.

—¡Eri! ¡Niña! —, Shouta exclamó en lo que se arrodillaba a socorrerla —. ¡Te dije que te hicieras para atrás!

—Lo hice… —, dijo ella entre llantos.

—¡No fue suficiente! Déjame verte el rostro —. Con un poco de dificultad, consiguió separar las manitas de aquella cara, revelando una gran línea sangrando de manera horizontal —. Dios mío…

—Le pego con el puro filo sensei…. —. Hitoshi comentó.

—Kiss

Eri gruñó leve al sentir aquellos exagerados labios besarle la frente.

—Listo pequeñita —, anunció Chiyo.

—Gracias.

—Ten toma una galletita, voy a hablar con tu papá —, dijo Recovery Girl antes de retirarse.

La cara de la pequeña quedó paralizada en una expresión de profundo terror, pues al oír la palabra papá. Una sola imagen se venía a su cabeza

¨¡Ven con papá!¨

La taladrante voz de Overhaul arremetió en su mente, y con ello un miedo irracional a querer huir a toda costa. Saltó de la cama y salió dispara sin rumbo.

En los pasillos de enfermería, Chiyo se reunió con el profesor, por la cara que venía cargando ella, él ya suponía que no tenía cosas buenas que decirle.

—Por el amor de dios Aizawa ¿Cómo pudiste cometer tal descuido? Agradece que no le atravesaste el cráneo —, ella dijo.

—No era un movimiento ofensivo, además las bandas no están diseñadas par-…

La anciana lo interrumpió pegándole en la cabeza con su bastón.

—¡Eso no es excusa!

—¡Argh! ¡Lo sé! —, dijo el otro sobándose la cabeza—. Fue un accidente, es todo lo que puedo decir…

—Shouta, Shouta, Shouta… De verdad espero que esto no se vuelva una costumbre —, dijo mientras asentía en negativa.

—¡N-no lo será! Chiyo, yo-

—Supe lo del choque anafiláctico —, ella interrumpió.

Aizawa se quedó sin palabras, querer defenderse sería quedar aún más mal, por lo que dejó que ella continuara.

—Shouta, debes tener mucho cuidado —, dijo ella cambiando su tono de voz a uno severo—. Los reportes médicos de niños en custodia de personas ajenos a los padres, son revisados de manera constante por servicios infantiles, no son muy tolerantes con los accidentes y llevas dos en menos de un mes.

Aizawa sintió que se le abría un agujero en el pecho. No se había puesto a pensar en eso, supuso que Nezu se encargaría de la burocracia de la custodia, y a lo mucho lo llamaba a él para una firma o dos. ¿Pero una visita de un trabajador social? En definitiva, eso era algo que Nezu no podía cubrir por él. Las auditorias no eran nuevas para él, como maestro tenía bastantes, era parte de mantener los estándares educativos de la U.A., pero ¿Qué una persona venga a tu casa a asegurar de que seas competente para criar a un pequeño? Oh no, eso era algo del cual no estaba preparado para nada, y la sola idea de ser auditado por uno ya le jalando la sangre a los pies.

Estuvo a punto de responderle de manera torpe a la enfermera, cuando vio que Eri les pasó de largo corriendo por el pasillo.

—¡Eri! —, gritó el profesor confundido ¿Por qué estaba corriendo así? Como si estuviese huyendo de algo. Fue tras ella sin más.

Eri por su parte seguía corriendo sin ver al frente.

—No quiero ¡No quiero! —, gritaba ella mientras las voces continuaban retumbándole el pensamiento.

"Debiste quedarte Eri"

"¿Ahora quien va evitar que todos mueran?"

"Todos morirán por tu culpa"

Las voces cesaron con la caída de sentada que dio, y con ello un dolor le recorrió la espalda. Ella miró al frente, dándose cuenta que había tropezado con alguien y un alguien que ya conocía. Ella se quedó en el piso, con ambas manos en el pecho y sin moverse, mientras ambos cruzaban miradas.

—Yo te conozco —, dijo el chico mientras le apunta—, Tú estabas con Midoriya en el festival.

Con oír que conocía a uno de sus héroes, ella logró relajarse un poco ahí en el suelo.

—¡Shinso! —, Aizawa dijo mientras los alcanzaba, mientras pasaba atender a la pequeña en el suelo, la levantó y le sacudió el polvo—. ¿Te lastimaste?

Eri asintió de manera negativa.

—¿Por qué saliste huyendo así? No puedes hacer eso, Eri.

La pequeña bajó la mirada y la entristeció. El desvelado estuvo a punto de preguntar qué le sucedía, pero su alumno se le adelanto.

—¿Es su hija?

Por su tono de voz, supuso que podía confiar en él. Aizawa giró a ver al joven y sin activar su don puso a Eri enfrente de él, colocando ambas de sus manos en los hombros de la pequeña.

—Shinso, ella es Eri —, le contestó—. Eri, Shinso.

Shinso se arrodilló a la altura de ella, tras observarla, rio nervioso y le pinchó la nariz de forma juguetona.

—¿Era ella de quien hablaba por teléfono? —, preguntó el pupilo.

—¿Creíste que era una novia? —, Aizawa no se tardó en indagar.

Después volverse a poner de pie y sobarse la nuca el joven, Hitoshi confesó.

—La verdad, sí. La manera en la que abruptamente empezó a cortar las sesiones de entrenamiento. Me hizo sentir inseguro, creí que estaba perdiendo la fe en mí —. Lo reverenció antes de continuar—, Me disculpo por mis malos pensamientos.

—No hay de que disculparse joven Hitoshi, pero soy tu maestro. Si tienes dudas, pregunta, sabes que yo sí puedo contestarte sin importar la intención.

Shinso sonrió.

—Lo tendré en mente, sensei…

Aizawa asintió.

—Nos vemos el sábado por la mañana entonces.

—Así será —, dijo el joven antes de darles la espalda y continuar su camino a casa.

Después de verlo partir, el desvelado fijo su mirada en Eri.

—Es un chico agradable, incomprendido y temido por la naturaleza de su don, pero tiene un gran corazón —. Se agachó para coger a la pequeña en sus brazos—. Así como tú.

—¿Todos me temen por mi don? —, la niña preguntó.

—Me refería al gran corazón —, aclaró el maestro.

—¿Yo tengo corazón?

—Claro, ¿Por qué no tendrías uno? —, preguntó él.

—Me quitaron el corazón en la tina fría —. La cara de Aizawa no podía verse más perturbada por la declaración, lo que le permitió a ella continuar con su dulce voz—. No sé si me lo volvieron a poner o si ya no lo tengo…

—Ah…Yo-Lo tienes, Eri, estoy seguro que lo tienes —, dijo en un intento de terminar la conversación y le acarició el rostro le dijo—. Vámonos.

Mientras salían del área de enfermería, vieron a un rubio entrar a ella cargando una caja.

—¡Zachi! —, ella dijo.

—Eri, no se le dice así a un adulto —, Shouta dijo.

—Chill. No pasa nada —. El rubio la despeinó —, Hola pequeña ¿Qué haces por aquí?

—Aizawa-san me pegó en la cabeza —, ella dijo.

Hizashi sólo direccionó su mirada a su compañero.

—Lo hace sonar más feo de lo que en realidad fue —, se defendió el otro adulto.

—Le pegaste con el filo de la bandas —, dijo Chiyo mientras recibía la caja que Hizashi le traía.

—Gracias —, musitó el azabache entre dientes.

—Pero fue un accidente ¿No es así? —, preguntó el vocero. A lo que la pequeña asintió—. Es lo que importa, aquello no se hizo con la intención de lastimarte. Discúlpalo, Eri. El señor Aizawa está aprendiendo a ser papá.

Al oír aquella palabra, Eri volvió a estremecerte. Forcejeó con Aizawa para soltarse y volver a salirse corriendo.

—¡Eri!

Ambos hombres fueron por ella hasta alcanzarla y detenerla.

—¿Qué pasa Eri? —, Shouta le preguntó.

—No quiero —, dijo ella.

—¿No quieres qué? —, le preguntó otra vez

—¡Ni quiero que usted sea mi papá! —, ella gritó.

Aquellas palabras le atravesaron peor que una apuñalada. Ahora entendía porque quería irse con tanta urgencia. Simplemente ella no quería estar con él. ¿Le intimidaba su aspecto? ¿No la consideraba parte de aquellos héroes que la salvaron? Tantas preguntas que deseaba hacerle en ese mismo instante para intentar comprender que tanto era su fallo hacia ella.

Hizashi miró impotente como Shouta se desmoronaba por dentro con una cara que intentó hacerla ver neutral, pero tenía la misma cara que el rubio ponía cuando miraba un insecto y hacía todo lo posible por no gritar. Era esa expresión que decía que se estaba embotellando el dolor.

—Eri, cariño —, el rubio finalmente habló para relajar la tensión—. ¿Por qué no quieres que Aizawa sensei sea tu papá?

—Los papás lastiman —, la pequeña dijo en lo que se abrazaba así misma—. Él no puede ser mi papá porque no me lastima. Si él es mi papá me va a-

—¡No! —, Eraser dijo en lo que se arrodillaba de sopetón para acariciarle la mejilla—. Eri, yo jamás te…

No pudo terminar la frase ¿Cómo se atrevía a decirle tal cosa? Si acaba de darle tremendo madrazo con su equipamiento. Le acarició sus cabellos antes de abrazarla.

—No todos los padres son así, Eri —, Hizashi dijo mientras se arrodillaba y abrazaba a ambos.

Ella siguió asintiendo de forma negativa mientras seguía aferrada al pecho de Aizawa.

Después de aquel episodio que tuvo la pequeña. Hizashi por fin tuvo una idea con lo que el azabache estaba lidiando. Conclusión: Era de cuidado, bastante cuidado. Tanto, que no sé sintió cómodo dejándolo solo, y lo acompañó a lo que sea que tuviese que hacer fuera de la escuela.

Eri se había quedado dormida en los brazos de Shouta, probablemente el beso de Recovery contribuyó a que su cuerpo necesitase descansó. Llegaron a una repostería.

—¿Puedes recoger un pay de manzana? Tengo los brazos ocupados —, dijo el azabache.

—Pensé que odiabas el pay —, dijo Hizashi en lo que tomaba uno de la nevera.

—No es para mí —, respondió Shouta.

Llegando a casa. Eri seguía dormida, Aizawa le puso la pijama y pasó a recostarla en la cama, dejándole una rebanada de pay y un vaso de leche en el buró de al lado antes de salir de la habitación. Al regresar a la sala, se encontró con Hizashi engullendo a grandes bocados una rebanada.

—Me das asco —, dijo el azabache en lo que pasaba a hacerse un café.

—Huy si, huy si —, se burló Hizashi después de tragar—. Que nadie vea que llenas ese café hasta el hartazgo de crema.

—Cállese —, contestó Shouta mientras se removía sus bandas y las alzó en un estante. Dejando salir un suspiro al darse la vuelta y encarar al ojiverde.

—¿Día duro? —, preguntó el rubio.

—Todos la ven como una niña feliz, un poco tímida pero feliz. Nadie tiene idea de lo que sufre por dentro —. Aizawa dejó su café en la mesita y se sentó a su lado, —. Es difícil lidiar con una cara que nadie más ve…

—Yo la vi Shou… Y no me cansaré de repetir que no estás solo —, Hizashi le dijo mientras lo tomaba de una mano.

A pesar del consuelo. Aizawa no cambió su semblante, desvió la mirada, bajó el rostro y dijo.

—No soy Togata, no soy Midoriya, no soy tú, yo, yo... —, cerró sus puños que descansaban en sus muslos y adolorido dijo—. No puedo hacerla feliz…

—Shouta…

El rubio no pudo resistirlo más, se puso enfrente de Eraser. Lo sostuvo de las mejillas y volvió a besarlo sin previo aviso. A pesar de caerle un poco de sorpresa, el desvelado no se resistió al contacto, en lo que menos pensó, él ya estaba recostado en el sofá con Hizashi encima.

—No sufras Shou… —, le susurró para poco después volver a unir sus bocas, y atreviéndose a aventurarse recorriendo sus manos a lo largo del cuerpo de Aizawa.

El contactó le provocó escalofríos al de cabellos negros. Una sensación que no le desagradaba, muy en sus adentros, aquello lo disfrutaba por el simple hecho de hacer olvidar sus problemas por unos momentos. Aun no se decidía si hacerlo oficial. No porque no le interesase el rubio, eso estaba claro, pero tener a Hizashi a su lado como pareja significa otro compromiso del que no sabía si lograría cumplir, o fallaría miserablemente como lo estaba haciendo con Eri.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por la mano del rubio, quien ya le estaba acariciando los muslos, y con toda la intención de seguir si se lo seguía permitiendo.

—Zashi… —, dijo entre suspiros.

—¿Mhh? —, respondió el otro mientras le besaba el cuello.

—Detente —, el azabache advirtió.

Hizashi le sonrió malicioso, mostrándole que en realidad, no estaba dispuesto a hacerle caso e incitarlo un poco más. Sin embargo, lo que terminó cortándole las alas fue oír la puerta del cuarto de la pequeña abrirse. El rubio casi daba un saltó mientras jalaba al azabache para ambos quedar sentados.

El repentino cambio de posición le causó a Eraser un poco de vértigo, pero se compuso justo cuando la pequeña iba haciendo acto de presencia, con el plato y el vaso vacíos en sus manos

—Eri —, Shouta se aclaró la garganta y con su cara indiferente de siempre le preguntó—. ¿Te gustó el pay?

Después de un silencio incomodo, ella respondió cabizbaja.

—Si… —, la pequeña dijo en un tono apagado, yéndose de largo para lavar su plato y vaso.

La expresión triste de Eri contagió al azabache, entristeciendo su mirada una vez que ella se retiraba. Hizashi, viendo con claridad el error de su amado. Le golpeteó el hombro para llamar su atención.

—Observa —. Se levantó del sillón y fue a la cocina que estaba justo al frente, donde la pequeña intentaba poner una silla para alcanzar el sink.

—¡Yo te ayudo chiquita! —, le dijo Hizashi con una gran sonrisa mientras la ayudaba a ponerse de pie en la silla—. ¿Te gustó la tarta?

Eri volteó a ver al rubio, encontrándose con su carismático rostro. Ella le regaló una gran sonrisa mientras le respondía.

—¡Si! ¡Mucho!

Yamada la acercó a él para frotar sus narices entre risas.

—¡Qué bueno! Ahora a lavarse esos dientitos antes de dormir.

Con escuchar dientes, la expresión de la pequeña cambió, no era de tristeza ni preocupación. Más bien, una duda.

—¿Qué pasa Eri? —, le preguntó el rubio.

—Hamm… —, la pequeña murmuró antes de limitarse a mostrar su dentadura, y como su lengua pasaba por debajo de uno de sus dientes frontales. Cosa que hizo Yamada soltar un grito emocionado.

—¡¿Ya viste Shouta?! Eri está mudando si primer diente.

—¿Eh? —, Aizawa se acercó a ambos, comprobando el estado de la dentadura de la niña—. Cierto…

—¿Cuánto tiempo llevas así? —, le siguió preguntando el vocero.

La pequeña hizo la pose de Tsuyu antes de contestar.

—Antes se movía poquito, pero desde que Aizawa-san me pegó…

—¡Ah! Ya entendí —, Hizashi la interrumpió antes de que la conversación se volviese agria—. ¿Qué tal si te lavas esos dientitos, luego te llevo de avioncito a la cama?

—¿Qué es un avioncito? —, preguntó.

Hizashi siguió sonriéndote.

—Lávate los dientes y verás.

Una vez que lo hizo. El rubio cargó a la pequeña encomendándole que extendiera los brazos mientras el daba vueltas por todos lados.

—¡Yo te llevo a la camita! Ñyuuuuuñyuuuuuu —, decía Yamada imitando el ruido de un motor de avión.

Eri no dejaba de reír en lo que Yamada daba sus vueltas por el pequeño apartamento, esto era muy parecido a los juegos Mirio, y lo estaba disfrutando al máximo. Eventualmente entraron a su habitación y la acostó en la cama. Aizawa los siguió y se quedó en el quicio de la puerta.

—Bien pequeña, es hora de que duermas —, sin pensarlo, le dio un beso en la frente—. Descansa.

—Yamada-san —, Eri dijo antes de que dejara la habitación.

—¿Si?

Ella jugueteó un poco con la sábana antes de preguntarle.

—¿Va venir mañana?

La pregunta hizo al azabache desviar la mirada en decepción.

Hizashi curvó sus labios hacia ella.

—Ya veremos. Dulces sueños —, dicho esto, cerró la puerta. Después le señaló a Shouta para que volvieran a la sala—. ¿Viste lo que hice?

—Eso creo… —, contestó cabizbajo el otro.

Hizachi le levantó la barbilla.

—Los niños imitan. Shouta. Sonríe darling. Verás que ella empezará a hacerlo cuando tú lo hagas —, dijo mientras le pasaba un cadejo negro detrás de la oreja.

Como amaba Shouta esa cara tan confiada, y ese momento con Eri sólo comprobó lo que ya sabía. Hizashi debería cuidarla, hacerse cargo, él si la hace feliz.

—No dudes de tus capacidades —, continúo el rubio como si le hubiese leído la mente y pasó a robarle otro beso—. Debo irme, mi show empieza en dos horas y el estudio me queda lejos.

Shouta asintió intentando forzar una sonrisa.

—Hasta pronto.