Capítulo 7: Golpe de realidad

Diciembre ya estaba por concluir, y con ello el año. Sus alumnos ya habían presentado su prueba en conjunto. Shinso incluido, el cual quedó aprobado cambio al curso de héroes. Pronto lo vería en los campos, aunque aún no estaba seguro si sería asignado con él en el A o se iría al B. De igual manera. Le daría seguimiento.

—Bueno, clase —, Aizawa comenzó—. Ya todos aprobaron su último examen, ya no hay nada que hacer, pero el calendario escolar aún no termina, así que nos tenemos que seguir viendo la cara un par de días más antes de la posada. Después todos se van a sus casas y no los veré por aquí hasta que sean alumnos de segundo año. Debido a que ya tienen sus licencias provisionales quizá los vea en el campo. No me hagan quedar en ridículo.

Mina levantó la mano

—¿Si Ashido?

—¿Nos va a seguir dando clases en segundo año?

Después de un breve silencio, el maestro respondió.

—Eso no depende de mí. A veces soy maestro de planta en un grupo. A veces sólo imparto unas materias en otros.

—Awwn ¿Entonces ya no lo vamos a ver tanto? —, preguntó Jiro.

—Puede que sí, puede que no —, Aizawa continuó mientras acomodaba una pila de hojas. Al alzar la vista, vio a su clase un poco decaída por la noticia—. Ah por favor, siempre es lo mismo, dicen que me van a extrañar y después conocen a los profesores de más arriba y se olvidan de mí.

—¿Después de todo lo que pasamos este año? No creo que podamos simplemente olvidarlo —, dijo Izuku.

—Midoriya tiene razón ¿Acaso en años anteriores tuvo una clase que obtuvo sus licencias provisionales tan pronto? Ribbit.

Aizawa desvió la mirada y respondió.

—Mhh. No.

—Entonces, admítalo. Somos especiales —, dijo Bakugou con una gran sonría victoriosa.

—Tienen mucho potencial. No lo negaré, llegarán muy lejos si se lo proponen. En fin. Para aprovechar este tiempo que nos queda, aparte las piscinas. Estaremos el resto de las horas ahí.

Los ojos de la clase se iluminaron. Algunos de mentes pervertidas ya se estaban imaginando las piscinas acondicionadas como saunas para aquel invierno. El grupo se alistó y como acto de unidad. Toda la clase se agarró de las manos y juntos se aventaron al agua, para después salir saltando de ella en pánico.

—¡Sensei! ¡El agua esta fría! —, Bakugou se quejó temblando como todos los demás.

—Claro que iba estar fría ¿Creyeron que esto iba a ser por diversión? Esto un ejercicio de resistencia. Ahora muevan esas piernas y naden —, ordenó Shouta.

—Esto no es justo… —, se quejó Denki.

—Debieron sospecharlo en el momento que le dijo a Todoroki que acompañara a Tsuyu a la piscina contraria —, dijo Momo.

—Tsuyu necesita trabajar su resistencia de una manera diferente a la de ustedes, ahora muévanse —, el maestro dijo.

Izuku levantó la mano.

—Sensei yo

—Lo sé Midoriya, puedes retirarte cuando sea la hora.

Llegado el almuerzo.

Aizawa estaba de vuelta en la sala de maestros. Firmando y confirmando las calificaciones finales, ya para darle una patada a su clase y dejarán de preocuparse por eso. Por su parte, suspiró aliviado al asegurarse de que Shinso se encontraba entre la lista de reinscritos, esta vez en el curso de héroes.

Con aquella misión cumplida, ahora podía dedicarle más tiempo a Eri. En específico, su educación básica y entrenamiento de su don. Mirio había estado asistiéndole con lecciones simples. Leer y escribir, sumar y restar. Algo que podía enseñarle sin que él estuviese presente, y que decir que revisar sus pequeños trabajos era un deleite. Claro, su caligrafía no era la mejor, pero sólo tenía siete años. A comparación de los ensayos que tuvo que revisar todo ese año con su clase. Qué horror. Midoriya era un disléxico confundiendo la ´d´ y la ´b´, Tenya confundía las palabras ¨consejo¨ y ´¨concejo¨. Denki no tenía ni la más remota idea de lo que era la ortografía. Kirishima sabrá dios con qué tipo de lápiz escribía que toda palabra estaba tan remarcada que con cualquier movimiento se rompía la hoja. Bakugou nomas le entregaba una hoja con patas de araña que sólo alguien como Recovery Girl podía entender. Los dones de Tsuyu y Mina seguían manchando las hojas, entre otras observaciones que por más que se las repetía seguían haciendo lo mismo.

Suspiro, bueno eso ya pasó. Si tenía suerte y aun les daba clases, preferiría unas materias que no fuesen teóricas para no seguir viendo sus atrocidades escritas.

—Darling —, escuchó en canturreo—. Buen día.

—Hizashi… —, Shouta empezó—. Entiendo que haya un sentimiento mutuo, pero por favor. Estamos en el trabajo. No quiero problemas.

Hizashi sonrió leve.

—Entiendo.

—Ah aquí estas —, escucharon a Nezu acercarse—. ¿Cómo te sientas Shouta? ¿Listo?

Aizawa parpadeó confundido.

—¿Listo para qué?

—La visita —, dijo el director, al ver que su empleado no tenía idea de lo que hablaba, le preguntó—. ¿No leíste la carta que te dejé hace días?

Aizawa dio un pequeño salto al recordar lo sucedido días atrás.

"Llegó correo"

"Ponlo en el escritorio de mi habitación, lo revisaré en la noche"

Se peinó hacia atrás con ambas manos. No las leyó.

—Ahhh… —, murmuró al verse acorralado.

Nezu asintió negativamente antes de decir.

—El trabajador social vendrá a verlos hoy.

La sangre se le fue al piso. ¡¿Qué?! ¡Pero si no estaba listo! Era muy pronto. No había llevado a Eri al hospital recientemente ¿Cierto? Ya ni sabía.

—Mic ¡Cúbreme! Los alumnos están en la piscina. Lo siento señor Nezu, tengo que… ¡Oh por dios! —, dijo antes de salir corriendo de la sala de maestros.

—Nadie puede negar que quise ayudarlo avisándole con tiempo —, dijo Nezu mientras asentida de forma negativa.

—El trabajador social lo va colgar de las bolas —, Mic comentó.

—Le va a cortar las bolas…. —, Nemuri dijo desde lejos.

Sin dudas aquel pánico lo hizo cometer acciones erráticas, lo primero que hizo fue revisar su propio historial. Tanto de maestro como de héroe. Vaya que dentro de la U.A. tenía su fama por el asunto de las expulsiones temporales. Se sentía a salvo en ese aspecto, Eri no era una estudiante apuntando a ser héroe, o por lo menos. No ahora. Era una niña aprendiendo a leer y escribir, a esa edad podía tolerar patas de araña y dislexias, es lo normal.

Como héroe, no tenía alguna batalla que significase un problema, pero siempre se destaca su estilo de combate y su tendencia a la brutalidad física. Lo segundo lo preocupaba ¿Qué tal si quieren usar eso en su contra para decir que es un hombre violento y que era propenso a agredirla físicamente? Se sacudió la cabeza, aquellos nervios nomas le estaban haciendo pensar en lo peor.

Después de estudiarse, encontrar posibles puntos rojos y averiguar cómo tratarlos si le preguntaban. Fue al mercado por víveres, asegurar que tanto la alacena como la nevera estuviesen llenos. No acostumbrara tener provisiones de reserva, compraba al día como toda persona japonesa lo hacía, pero no iba arriesgarse con que usaran una nevera o una alacena casi vacías como acto de negligencia. También compró protectores para los tomacorrientes. Aunque Eri nunca había mostrado curiosidad por ellos, tampoco se iba arriesgar. Cuando llegara, también tenía planeado poner las macetas que estaban en la ventana afuera de la casa, no será que le dijeran que ¨las plantas robaban oxigeno por las noches¨ entre otras estupideces de creencia popular.

Pero ni su improvisado ensayo lo había preparado para esto. Al llegar a su casa, había alguien en la puerta, una mujer más o menos de su edad, cabello negro corto y ojos cafés, en traje y portaba una carpeta. Se miraba muy irritada.

—¿Puedo ayudarle en algo? —, dijo él llegando con las cosas.

—¿Aizawa Shouta?

Esa forma en la que le preguntó. Trago saliva, dándose cuenta de a quien tenía enfrente. Se limitó a asentir silencioso.

—Saito Mei, servicio social, tengo horas buscándolo. Fui al salón de clases, su horario indicaba que usted estaba trabajando. En cambio, encontré un suplente —, ella dijo.

—Yo, este… —, murmuró el azabache, que manera de empezar.

—No hable, su cara me lo dice todo ¿Pasamos? —, dijo mientras extendía un brazo en dirección a la puerta.

Shouta le dio acceso. El ambiente estaba algo silencioso, pero el azabache estaba muy distraído con la señora como para darse cuenta.

—¿Algo de tomar? —, le ofreció a ella.

—Estoy bien, vayamos al punto —, dijo ella mientras se sentaba en el sillón y abría su carpeta—. Hay varias cosas que necesitamos discutir. Siendo su horario uno de los puntos de contención más alarmantes, pero empecemos desde abajo. ¿Cuántos viven aquí?

Shouta se sentó en el sillón que quedaba de frente a ella y le dijo.

—En este apartado, sólo ella y yo. Pasando el cuarto de lavado son los dormitorios de la clase 1-A —, Shouta respondió calmado.

—Bien. Usted está a cargo de la pequeña Eri a secas ¿No es así? La niña rescatada durante el operativo en la mansión Hassaikai, y cuyo don era usado para una droga anulatoria de dones.

—Correcto.

—Bien. ¿Ella convive con más personas aparte de usted?

—Es un poco tímida, aun con gente dentro de mi círculo, sólo se desenvuelve con personas que estuvieron involucradas en su rescate.

—¿Convive con niños de su edad?

—No.

—¿Por qué no?

—Está recibiendo clases particulares dentro de las instalaciones, no puede dejarlas sin mi compañía. Trabajo todo el día.

—Ya que lo está mencionando, pasemos al tema de su trabajo —, dijo ella.

—¿Algún problema con mi horario de trabajo?

—¿Le gustaría repetirlo? —, ella pidió.

El azabache se reclinó un poco en el sillón antes de contestar.

—Como maestro de planta de la U.A. doy clases de 8am a 3pm, con horario a disponer en caso de salidas por parte de la institución. De 4pm a 8pm doy asesorías adicionales. De 9pm a 5am es mi horario oficial de disponibilidad como héroe profesional. Si no soy convocado, organizó clases y califico tareas. En dado de ser convocado por la sociedad de héroes en horario de clases, la U.A. me lo da a conocer y ellos se encargan de encontrar un suplente.

—Ah-ha. En pocas palabras, en un día de agenda llena, usted trabaja diecinueve horas al día.

—Correcto.

—¿Me puede decir en qué momento usted se hace cargo de la pequeña Eri? Porque su certificado de custodia legal lo cataloga como tutor educacional. Usted le está proveyendo de educación básica —, ella dijo.

—Correcto.

—¿Y cuando sucede esto?

Aizawa se inclinó hacia adelante.

—Tengo un asistente, Mirio Togata. Es un estudiante estrella de la U.A. Está actualmente en sabático por motivos de salud. Está adelantando servicio social comunitario como mi asistente educativo en lo que su salud mejora. Él es quien le está dando las clases particulares, yo superviso y valoro los resultados junto con mi clase asignada.

La trabajadora alzó una ceja, no se miraba convencida, pero pareció dejarlo pasar.

—Ah-ha —, dijo mientras escribía en su hoja—. Ahora hablemos de su cuidado. ¿Tiene su carnet de vacunas?

—Sí. Un momento —, dijo él en lo que fue en breve a su habitación y buscó el pequeño folio para después regresar y entregárselo a ella.

—Cuando estuvo en el hospital, la pusieron al corriente con su esquema, su refuerzo de varicela es en seis meses, pero dado a que la primera dosis fue dada a la edad de la segunda doses, es propensa a padecerlo —, Aizawa explicó.

—Entendido —, dijo ella y siguió escribiendo—. El historial de Eri muestra indicios de abuso físico y psicológico por su guardián previo. Casos como estos resultan en niños con estrés post traumático, no es una condición fácil de tratar ¿Cómo lidia con sus ataques de depresión y ansiedad?

Aizawa bajó la mirada.

—No es sencillo. Tiene terror del sueño, moja la cama, no puede asearse sola. Si tiene hambre, no dice nada y se malpasa, soy yo quien debe preguntarle si quiere comer. Cuando dibuja, sólo representa vendas, jeringas y bisturís. Procuro nunca alzarle la voz, o mostrarme enojado si algo ocurre. Trato de explicarle su error y asegurarle que estoy ahí para ella.

—¿Tiene atención psicológica profesional?

—No pe-

—Debería de —, la trabajadora interrumpió y siguió escribiendo.

La mirada de Shouta se afiló un poco al ser cortado de manera tan abrupta.

—¿Le gustaría explicarme cómo fueron sus dos emergencias médicas?

Aizawa se masajeó la nuca antes de responder.

—La primera fue un choque anafiláctico al tener contacto con un gato, se desconocía de su alergia, recibió atención oportuna. La segunda. Fue un accidente, le daba lecciones a uno de mis alumnos y una de mis bandas la alcanzó. A veces los niños no hacen caso o entienden diferente.

—Bueno, eso será algo que me tendrá que confirmar ella. ¿Dónde está?

—Debe estar en su habitación tomando su siesta, voy por ella.

Dijo levantándose del sillón. La trabajadora aprovechó el momento para levantarse y revisar el resto de la casa.

Aizawa entró a la habitación de Eri, sólo para que se le detuviera el corazón al ver el lugar vacío. Pensó que ella y Mirio estarían ahí. No quiso entrar en pánico, o por lo menos, no admitir que estaba en proceso de. El apartamento no era grande, su habitación, la de ella, el baño, cuatro de tiliches, sala y comedor eran una sola habitación. A este punto ya era imposible ignorar su punzante corazón. Entró al cuarto de lavado y miró la puerta que daba acceso a los dormitorios. Quizá estaba con sus alumnos.

Sacó su móvil con la mano temblorosa y empezó a marcar a los dormitorios de al lado.

—Contesten, contesten… —, rezaba Shouta.

—¿Quién Habla? —, escuchó que le respondió una voz gruñona.

—¡Bakugou!

—¿Sensei?

—¡Bakugou! ¿Está Eri con ustedes en los dormitorios? —, Aizawa preguntó.

—No sé voy a ver —, el maestro escuchó como el explosivo le llamaba a los otros—, ¡Oe ¿Alguien sabe si Eri anda por aca?... Hey… —. Bakugou regresó con él—. Dicen que la vieron con Deku, aquí no está pero-

—¡Dame su maldito numero! —, dijo el maestro algo desesperado.

Tan rápido como se lo dieron empezó a marcar.

—Contesta… contesta —, volvía a recitar el azabache.

—¿Mochi mochi?

—¿Midoriya? ¡Midoriya soy tu maestro Aizawa! ¿Eri está contigo?

Después de un breve silencio escuchó.

—Sí, si esta.

El azabache suspiró aliviado.

—¿Puedes traerla devuelta casa?

—No lo sé….

—¿¡Como que no sabes!? ¡Carajo! —, exclamó el profesor perdiendo los estribos.

—U-usted la dejó venir conmigo y Mirio al Shogatsu…

Aizawa se separó del móvil con la cara perpleja, había olvidado por completo que la dejó ir con ellos al festival. Si tan sólo hubiese visto la maldita carta, si hubiese sabido que la trabajadora vendría, en definitiva no la hubiese dejado ir, por lo menos. No ese mismo día. Maldita sea, si Eri no estaba, la trabajadora sospecharía que le intentaba ocultar algo. Era hombre muerto.

—¿Sensei? ¿Sensei? ¿Está ahí? Puedo decirles qu-

—Olvídalo —, cortó el profesor.

—¿Mande?

—Olvídalo, no le digas nada de esto a ellos, que Eri se divierta mucho, por favor.

—Sense-

Aizawa cortó la llamada y derrotado regresó con la trabajadora.

—¿Y bien? —, preguntó ella después de observar las macetas de la ventana.

—Ella… —, él tragó saliva—. Está con unos amigos.

La declaración hizo que la cara de la trabajadora se desencajase.

—¿Sabe cuántos años tiene Eri?

—Hace unos días cumplió siete… —, respondía avergonzado.

—¿Esa es la edad en la que un niño puede ir solo con unos amigos? —, preguntó la trabajadora indignada.

—No… —, Aizawa respondió casi en susurro.

Aizawa volvió a sentarse en el sofá y se mantuvo callado con la mirada baja en lo que la trabajadora seguía escribiendo.

—Lamento decirle, que si un niño no está presente durante la visita, es una falta muy grave. Se le agentará otra cita, y espero que esta vez si la respete. De lo contrario, se le revocará la custodia, y se le hará una extensa investigación que puede resultar en la revocación de su licencia de enseñanza. Sin mencionar que esto le generara multas por negligencia infantil. Sé que tiene un velo que lo protege, pero mínimo de las multas no se salva, y eso va quedar en su historial por siempre, de igual manera estas faltas son graves y se los haré saber al resto. Que tenga buen día —, dicho esto, la trabajadora se marchó sin más, ni siquiera dejó que Aizawa le abriese la puerta.

Shouta se llevó todo su cabello hacia atrás, se recargó contra la pared, y se deslizó hasta quedar sentado en el suelo. Jamás lo habían humillado tanto en su vida. Por un momento quiso pretender que nada de esto era la gran cosa. Respiró profundo, se hizo su café de siempre y se retiró a su habitación para hacer su reporte semestral y de fin de curso.

Empezó con un ritmo acelerado, teniendo máxima concentración en esa hoja digital en blanco, todo en un intento de matar aquella opresión en el pecho y nudo en la garganta. A medida que seguía tecleando. El agua empezó a resbalar por sus mejillas en delgados hilos, acompañados de leves solloces. Él se limpiaba sus acuosos cuencos y continuaba con su trabajo. Forzándose a seguir. Eventualmente el arranque emocional se iría, o al menos eso pensó.

Se detuvo, sólo se detuvo, no podía ignorarlo más, aquel dolor le estaba comiendo el alma. Se sostuvo la frente con ambas manos, recargó los codos sobre el escritorio y las lágrimas que ahora salían a borbotones empezaron a mojar el teclado.

Aizawa se levantó de su silla y se tiró en la cama, hundió su cara en su almohada, y dejó salir un gran grito. Dolor, frustración, impotencia, enojo. Tantas emociones mezcladas en una sola exclamación que suplicaba que todo esto fuese una mentira. Con la garganta lastimada, se giró para quedar boca arriba con la mirada perdida en el techo.

—Soy una mala madre…

Cerró los ojos exprimiendo unas últimas y delgadas lágrimas.

—Por eso te fuiste, mi niña…