Una Dulce Navidad


El reloj marcaba las ocho y media, ya pasaban de la hora acordada y estaba un poquito alterada de escuchar las manecillas girar y girar sin la presencia de cierta persona aún en su habitación.

Marinette repiqueteó con sus dedos el escritorio y mordió la punta de sus uñas conteniendo los nervios. Bien, no era para tanto, estaba segura de que vendría, se o había prometido a ella y a sus padres.

Sin embargo, el que tardara más de la cuenta, la estaba poniendo nerviosa, no podía sentirse tranquila si él no llegaba.

«Le dije a las ocho en punto ¿Por qué tardará tanto?»

Y como si hubiese escuchado sus súplicas, unos toques en su trampilla se dejaron escuchar, seguido de un peso extra encima de su cama.

El gato negro bajó con cuidado la escalera de la cama mientras que Marinette corría hacia él para abrazarlo.

—¿Por qué tardaste tanto? — musitó en medio del abrazo.

El chico se rascó detrás de la cabeza y miró a su acompañante apenado.

—Tuve unos ligeros contratiempos. Son para ti — dijo y le extendió el hermoso arreglo de flores qué la chica tomó encantada. — Feliz Navidad,monamour.

—¡Oh, Chat! Son preciosas, gracias — sonrió abrazando su regalo — las pondré en agua. Ven, mamá y papá están esperando para servir la cena.

La actitud del gato cambió ante la mención de los padres de la chica, por un momento había olvidado que había ido exclusivamente a presentarse como el novio oficial de Marinette, y esta misma organizó una cena para revelar la gran noticia.

—¿Chat? ¿Estas bien? — preguntó la chica llegando hasta él y mirando sus ojos llenos de terror, sus pupilas estaban contraídas y no dejaba de mover sus orejas falsas de un lado a otro con nerviosismo.

—No sé si esto sea buena idea Marinette — empezó a decir Chat Noir pasando una mano por su cabello en señal de nervios.

Marinette sonrió dulcemente y le dio un delicado beso en la mejilla.

—Mis padres te adoran, en especial mi papá — lo animó —todo saldrá bien gatito.

—Eso espero — murmuró intranquilo dejando que los brazos de Marinette envolvieran su bícep y caminaran juntos.

—Ven.

Ambos abrieron la compuerta de la habitación de Marinette y bajaron hacia la cocina, donde la madre de Marinette estaba tratando de que todo saliera perfecto con la comida. Lo extraño era que no estaba su padre.

—¿Mamá? — llamo Marinette llegando con su madre. — ¿Dónde esta papá?

La mujer destapó una de las ollas y probó el contenido antes de contestarle su hija.

—Esta terminando una orden cielo, en estas fechas so donde más pedidos se realizan, enseguida cerrará y vendrá. — le agregó un poco de sal al contenido de la olla y tapó dándose la vuelta para toparse de lleno con la imagen de Chat Noir y su hija y esta al ver el detalle que Marinette traía en las manos soltó una exclamación ahogada.

—¡Oh, que lindo obsequio, Marinette! Chat Noir es todo un detallista. Aún recuerdo que la primera vez, te trajo al igual que ahora una rosa, fue tan romántico — exclamó contenta.

—¡Mamá! — chilló Marinette avergonzada.

—Pero es verdad, querida —dijo Sabine con inocencia tomando las flores — mejor ponerlas en agua para que no se marchiten, un regalo tan precioso debe conservarse bien — y dicho esto se llevo las flores al fregadero para buscar un contenedor donde ponerlas.

Chat se sintió un poco menos nervioso y comenzó a reír ante la vergüenza de su novia.

—¡No te rías, gato tonto! — replicó Marinette con las mejillas rojas.

—Lo siento — dijo cubriendo su boca con sus manos para contener la risa.

Un ruido proveniente de la parte de abajo interrumpió su discusión, y luego la puerta abrirse, dejando entrar a un gran hombre con una camiseta celeste cubierta de harina y una expresión de felicidad en sus ojos, que se extendió más al ver al héroe en su sala sonriéndole nervioso, saludando al panadero con su mano.

—¡Oh, estas aquí! ¡Sí viniste! — enseguida corrió hacia el chico y lo levantó del suelo dándole un abrazo rompe-costillas que le quito el aire.

—¡Papá, lo estas asfixiando!

El hombre lo soltó y limpio la harina de su traje disculpándose rápidamente.

—¡Aquí esta mi chico favorito! No puedo creer que te animaras a venir a comer con nosotros esta noche, especialmente en esta temporada festiva.

El gato sonrió débilmente mirando de reojo a Marinette y carraspeó para responderle.

—S-Sí señor, supuse que, una cena no me caería mal — sonrió mostrando una hilera de dientes blancos al sonreír.

—¿Tu familia estuvo de acuerdo con ello? No quisiera ser el responsable de arruinar su propia cena familiar.

Al mencionar a su familia las orejas del gato bajaron recordando como su padre nuevamente pospuso la cena de navidad que tenían juntos por trabajo, hasta Nathalie se tomó la semana libre para pasarla con su familia, dejándolo solo. Esbozando una pequeña sonrisa triste se limitó a contestar.

—No se preocupe, mis padres viajan mucho por cuestión de trabajo, así que no estropeó ninguna cena de todos modos.

—Me parece maravilloso, y dime... — tomó al muchacho de los hombros y lo hizo caminar hasta la sala poniéndolo aún más tenso — ¿Como te va con Ladybug? ¿Has seguido mis consejos sobre conquistar su estomago con Croissants? — cuestionó.

—Eh-Ah yo... la verdad es que...

—¡Papá! — lo detuvo Marinette interponiéndose entre ambos — este, ¿Por qué no vas a cambiarte?, mamá y yo serviremos la cena en un minuto — sugirió luego de un largo silencio.

—Tienes razón cariño, volveré enseguida — soltó al héroe y salió en dirección al cuarto que compartía con su esposa para cambiarse la que tenía manchada de restos de harina.

—¿Estas bien minino? Mi padre a veces se le puede pasar un poco la mano con los abrazos, lamento eso — admitió algo apenada.

—T-Tranquila, princesa — le restó importancia el héroe tronando su espalda y haciendo una mueca graciosa al sentir el dolor viajar por su toda su columna vertebral.

—Auch...

Marinette sonrió y tomó al chico del brazo.

—Ven aquí, mi padre bajará en un momento, mientras que mamá y yo serviremos la comida — lo sentó en una de las sillas del comedor junto a ella. — pórtate bien y espera aquí mientras tanto ¿De acuerdo, gatito? — musitó la azabache golpeando su nariz.

—Lo que mi adorada princesa ordene — sonrió tomando esa misma mano que repiqueteo su nariz, para besar su dorso, haciendo reír un poco a la chica.

—Y que no se te olvide lo mucho que significa para mí que estés conmigo. — dijo acariciando las mejillas de su querido gatito con dulzura — no sé como será la vida en tu casa, pero quiero que sepas que ahora este es tu hogar también.

El héroe asintió y sonrió ampliamente aceptando el corto beso que Marinette le plantó en los labios antes de alejarse.

Tal y como dijo la chica, el joven quedó sentado en una silla tratando de no pensar mucho en lo que diría el padre de la chica al darse cuenta de que le había arrebatado a su "princesa".

Echó un enorme suspiro y se agarró la cabeza con las manos.

El señor Tom era una muy buena persona, pero sabía que cualquier padre en su sano juicio, enloquecería si viera salir a su hija con un chico al que no conocían ni su nombre, sobre todo si era su única hija. Por mucho que le hubiese emocionado su el enamoramiento que Marinette por él en el pasado, sentía que el resentimiento por haber rechazado a su hija en ese momento, todavía estaba presente en el panadero, y súper héroe o no, tomaría medidas extremas.

Rogaba porque cualquiera de esas medidas, no fuera el dejar de ver a Marinette. No lo soportaría. Ella era su vida, y ahora con diecisiete años recién cumplidos, creía que era una buena oportunidad para demostrarle al padre de Marinette que era un hombre decidido y responsable, y que podía cuidar perfectamente de su hija, aunque su identidad fuera desconocida, por ahora. Esperaba más adelante en el futuro poder sentarse en esa misma mesa, pero esta vez sin su máscara y sosteniendo un anillo de compromiso, porque no dudaba ni un segundo en que se casaría con Marinette, eso era un hecho.

Sintió un escalofrío cuando el señor Tom llegó a la mesa con un abrigado y divertido suéter de lana y una sonrisa bajo su bigote. Parecía tan tranquilo. Temía qué esa apariencia feliz y despreocupada, cambiara drásticamente ante la más mínima mención de su relación. Si el panadero creía que no era lo suficientemente bueno para su hija, su vida terminaría ahí mismo.

Ni siquiera planeó que las cosas sucedieran así. Sólo sabía qué un día, pasó de estaba enamorado de su compañera de batallas, a caer ante una mirada oceánica, qué podría competir con el más cristalino de los mares, para atrapar el corazón de cualquiera, y él no fue la excepción.

Sonrió levemente recargando su mentón en su mano enguantada. Ni siquiera tenía idea de qué ambos llegarían hasta este punto. Iniciaron su relación cómo amigos, un poco inusuales al ser él un héroe y ella una civil.

Haber aterrizado en su balcón, fue solo el inicio de una nueva historia, una a la qué no tuvo ningún problema en continuar. Aunque Marinette no tuviera poderes, Chat admitía que ella tenía una forma espectacular y creativa de solucionar los problemas, nunca rindiéndose. Eso era algo que admiraba profundamente de su princesa. Desde hace mucho antes de convivir tan cercanamente, él ya creía que era genial y que tenía un encanto atrayente, que la hacían ver realmente cómo una princesa moderna.

Sus conversaciones, su calidez, su manera de bromear, sus juegos y la risa melódica que emitía cuando se encontraban juntos, lo habían hecho caer por completo. Al principio creyó que su rara fijación, podía tratarse de una muy profunda admiración hacia la chica, y así lo había mantenido, hasta que una noche, pasó algo que en verdad, lo sorprendió.

Llegó a sentir celos y enojo. Sus labios y su frente siempre se fruncían al escuchar cómo la chica hablaba tan ensimismada de un chico de su clase, estaba tan enojado que ni siquiera se paró a pensar en quién era ese sujeto que acaparaba la atención de su princesa, sólo sabía que no quería seguir escuchando. Era una sensación desagradable que le producía acidez y lo llevaba a responder de manera tajante la línea de la conversación, haciéndolo ver cómo un verdadero idiota. Fue eso lo que desató su primera discusión, y lo qué los llevó a alejarse durante días.

En el instituto, ni siquiera había tenido el valor de mirarla en clase cómo Adrien, pero cuando lo hizo, se arrepintió al instante. Sus ojos, esos ojos que estaban siempre brillantes y limpios, estaban rojos, debido a las lágrimas, y su expresión triste y abatida, le rompió el corazón. Él la hizo llorar, había hecho llorar a su princesa.

Esa noche, se transformó lo más rápido que pudo, sin escuchar las quejas de Plagg y aterrizó de manera desesperada en su balcón. No esperaba un recibimiento cálido de parte de la chica, ni tampoco esperó que ella se derrumbara en sus brazos llorando y susurrando que no la volviera a dejar, ambos se mantuvieron unidos mientras se consolaban sin palabras, sólo con la simple presencia del otro, era suficiente para calmarse. Ese día, juró qué a partir de ese momento, nunca la haría llorar. Pasaría el resto de sus días, luchando por mantener viva a esa sonrisa que lo había conquistado.

Pocas semanas después, los coqueteos entre ellos dejaron de parecer bromas y comenzaron a tornarse más serios, las rosas que normalmente le traía en color: rosa o amarillo, pasaron a ser de un color rojo intenso, y los acercamientos entre ellos, frecuentaron, llegando a darles más significado a todos esos abrazos, roces, y los cortos besos qué efectuaban cuando ya no podían más con la curiosidad de saber que pasaría si acortaban la distancia de sus labios.

Fue una serie de eventos complicados, que pasaron demasiado rápido a su parecer, pero qué no dudaría ni un instante en volver a vivirlos, detalle por detalle.

—¿Esos suspiros son por Ladybug?

Sólo ahí se dio cuenta de que había estado inmerso en sus pensamientos frente al padre de su dulce princesa. Vaya primera impresión.

—N-No... yo... lo siento... y-yo sólo...— trató de rectificar su comportamiento, pero ya era tarde, Tom le palmeó la espalda soltando una risotada.

—No te avergüences de tus sentimientos, muchacho. Es algo de lo más natural en los jóvenes a tu edad — lo tranquilizó acercándolo a él pasando un brazo por sus hombros — tienes la misma expresión con la que miraba a Sabine el día que la conocí cuando tenía tu edad — se rió de sí mismo — me la pasaba distraído y suspirando a cada momento, hacía tonterías que me hacían ver cómo un verdadero idiota. Ah, aquellos tiempos en los qué creía estar caminando entre las nubes. Es verdaderamente un sentimiento agradable, ¿no es así, muchacho?

Chat notó a Marinette de reojo ordenar los platos desde la cocina, se veía muy concentrada en su labor y constantemente, un mechón de su cabello de salía de su flequillo, llevándola a acomodarlo mientras secaba los platos y los cubiertos. Lucía tan hermosa.

—Sí... — suspiró sonriendo inconscientemente en dirección a la chica.

—¡Que lindo amor de adolescentes! Ladybug es muy afortunada de tener a alguien con sentimientos tan sinceros — dijo Tom palmeando la espalda del chico.

Chat no se atrevió a decir nada por miedo a revelar de más, así que solo le sonrió al panadero torpemente a la vez que Marinette y su madre dejaban en la mesa cuatro platos con sopa de cebolla y uno de raclette, el quiche de jamón y tocineta y una pequeña porción de cannelés. Marinette le había comentado que siendo hija de unos talentos panaderos, cada cena de Navidad consistía en diferentes variedades de platillos chinos, franceses, españoles, entre otros. No acostumbraban a preparar la tradicional cena de Navidad como todos, tenían sus propias tradiciones. Y debía admitir que todo se veía absolutamente delicioso.

Cuando le dio un vistazo al raclette no pudo evitar pensar en Plagg y en su obsesión por el queso. Ese pequeño gato glotón debe estar en esos momentos maldiciéndose al no poder salir a comer.

Cuando su princesa le dejó sus porciones de comida y los cubiertos, le dio un guiño tranquilizante antes de sentarse a su lado y tomar su mano por debajo de la mesa entrelazando sus dedos.

Chat Noir sonrió apretando la delicada mano de su chica y renegando un poco al no poder sentir su calor y la suavidad de su piel, sin embargo, colocó toda su atención en los padres de la chica, estaban a punto de revelarles la verdad.

Tragó saliva sintiendo un nudo en la garganta, estaba muy nervioso, pero también asustado, no sabía como reaccionarían los padres de la chica.

Tomó un sorbo del delicioso té quemadameCheng preparó para humedecer su garganta y relajar sus nervios, era una fortuna que la madre de Marinette tuviera esa costumbre de acompañar sus comidas con un poco de té (una tradición China), los franceses no eran precisamente aficionados al té, así que era algo bastante agradable después de sudar frío y temblar como un Chihuahua.

Empezaron a comer de manera tranquila con los padres de Marinette preguntándole diferentes cosas a cerca de su labor de súper héroe, fue muy incómodo para Marinette que le preguntaran a Chat sobre su relación con Ladybug y Chat podía notarlo, así que sin que se dieran cuenta , cambiaba la conversación disimuladamente para evitar situaciones incómodas.

En toda la cena Chat había tratado más de una vez sacar el tema de su relación con Marinette, pero se acobardaba en el último segundo y terminaba diciendo otras cosas que ni al caso. Así hasta que llegaron al brindis donde les tocó agradecer por todas las cosas buenas y malas que pasaron ese año, y agradeciéndole a él principalmente por defender la ciudad un año más, el agradecimiento iba en realidad tanto para él como para su compañera, pero le encargaron decírselo en cuánto terminara su visita.

De la nada, el señor Tom se levantó de su silla emocionado al igual que la señora Sabine, quién había regresado de la cocina después de recoger todos los platos.

—Muy bien, habiendo terminado la cena, ya nada más queda cumplir la siguiente tradición de los Dupain-Cheng. "El concurso de casas de jengibre". Espero que se sientan preparados para esta dura competencia, porque ganaré nuevamente este año.

—¡Sigue soñando, querido! Esta victoria será mía esta navidad, hemos entrenado muy duro todo este año para este momento.

—Lo veremos más adelante, cariño ¡A empezar! — dijo Tom con seguridad corriendo hacia los hornos de la panadería junto a su mujer para preparar la masa de las galletas. Dejando a su hija sola con un súper héroe confundido.

—¿Casas de Jengibre? — preguntó Chat extrañado.

—Oh, ¿no te lo había dicho? Cada navidad papá, mamá y yo competimos para ver quién decora mejor una casa de galleta de jengibre, es una tradición y una muy buena estrategia para medir tu creatividad a la hora de decorar las galletas en la panadería.

—Vaya, suena divertido. — mencionó emocionado ante la idea de preparar algo con sus propias manos.

—Lo es. Papá y mamá harán las galletas, mientras que yo soy la encargada de preparar las herramientas que vamos a usar para decorar. Podemos ponerles lo que sea siempre y cuando se vean lindas. Siempre hacemos el concurso de manera individual, pero ahora que tenemos un miembro más, estoy segura que querrán que trabajemos en equipos. — sonrió emocionada.

—En ese caso, mi princesa... ¿le concedería el honor a este gato de decorar una casa de jengibre con usted? — preguntó divertido besando los nudillos de la chica que se echó a reír.

—Le concedo el honor,monsieurNoir. Sin embargo, tendrá que trabajar muy duro para ganar esta dulce competencia. — se mofó quitando su mano traviesamente.

—Teniendo a una compañera tan creativa e inteligente como tú, no me cabe duda de que ganaremos. — confesó haciendo caminar sus dedos por la extensión de su brazo — estoy seguro de que mi princesa hace las mejores casa de jengibre.

—Lamento desilusionarte,chaton, pero lamentablemente jamás he estado cerca de ganar estos concursos. — confesó.

—¿Ah, no?

Marinette negó.

—Papá ha sido el ganador por ocho años seguidos. Mientras que mamá solo ha ganado cuatro concursos.

—Pues este año, será diferente. Tienes a tu meowravilloso compañero decorador de casas de jengibre y él apostará todas sus nueve vidas, a que nuestra casa será la mejor. — animó.

—Nuestras casa... — murmuró Marinette dando un débil suspiro — lo haces sonar como si estuviéramos a punto de construir la casa de nuestros sueños, una en la que pudiéramos vivir juntos.

Las mejillas de Chat adquirieron un poco de color y no pudo evitar abrazar a su princesa desde su espalda.

—Lo haremos... quiero decir, vivir juntos. Te amo Marinette, no hay duda de que quiero pasar todos los días de mi vida contigo, a tu lado, despertando cada mañana contigo y ver esa sonrisa en tus labios siempre. — suspiró.

Marinette apresó los brazos de su minino sin dejar su posición inicial y se arrimó aún más su amplio pecho sintiendo esa misma calidez que sentía cuando ambos permanecían abrazados en su cama. Ambos tenían miedo de lo que podrían decir los padres de la chica si les decían sobre su relación, estaban seguros que no se lo tomarían mal, pero tampoco verían con buenos ojos que un extraño anduviera con su hija.

—Sé que lograremos que nuestra relación funcione. Y mis padres lo entenderán, así que no te preocupes — lo tranquilizó.

Se separaron justo en el momento en que Sabine los llamó a la panadería para esperar a que las galletas se hornearan, Chat en su afán de ser un poco más útil, insistió en querer ayudar a Marinette a sacar los ingredientes y los dulces que usarían para decoración, entre los dulces habían: caramelos de menta, bastoncillos, distintos tipos de chocolates, crema batida, frutos secos y algunas galletas y cupcakes en miniatura.

Los ojos de Chat brillaron al ver tantos tipos de dulces juntos, casi se desarmó cuando Marinette le dio a probar una pieza de chocolate en la boca por ayudarla a sacar tantas cosas.

Pronto el matrimonio Dupain llegó con varias bandejas con distintas formas que parecían partes de una casa pero hechas de galleta, se veían adorables. La pareja se miró conteniendo su emoción y asentó las bandejas en el mesón para dejar que se enfriaron un momento.

La señora Sabine juntó sus manos y observó a los adolescentes con cariño acercándose a ambos.

—Marinette, querida, hablamos con tu padre mientras preparábamos las galletas y decidimos que ya que tenemos un invitado extra este año... creímos que sería más divertido una competencia de parejas. Tu padre y yo haremos equipo, así que esperábamos que pudieras hacer equipo con Chat Noir para esta riña.

—Si el está de acuerdo, ¿no veo por qué no? — se encogió de hombros sonriendo por dentro mientras veía a su gatito de reojo.

—Sería un placer ser el compañero de mi prin-digo de mi amiga, de mi querida amiga Marinette, sí, por supuesto — rió nerviosamente colocando su mano en su nuca.

—¡Magnífico! Siendo así, prepárense porque la competencia va a comenzar. — anunció Tom.

Ambas parejas estaban en dos mesones distintos a varios metros para que pudieran trabajar en su propio espacio. Se colocaron una frente a la otra y tomaron una bandeja con las partes de la casa y una manga pastelera cada una junto a varios caramelos. Cuando el señor Tom dio la orden de empezar, ambos equipos comenzaron a trabajar en sus propias casas, uniendo las partes con crema pastelera.

Cuando Chat intentó armar las paredes de la casa, casi enseguida se desmoronó provocando un gruñido frustrado que hizo reír a Marinette, aprovechando que sus padres estaban tan concentrados en hacer su propia casita de jengibre, tomó las manos de Chat y le ayudó a levantar de nuevo la casa colocando más crema en los bordes para pegar las paredes.

—Tienes que hacerlo con cuidado — murmuró sujetando la casita de galleta entre sus dedos para enderezarla — por lo general la galleta puede estabilizarse si colocas poca crema, tienes que asegurarte de que la crema sea como pegamento.

El nerviosismo al entrelazar las manos de la chica con las suyas lo hicieron tragar nervioso.

—Ahora debes colocar el techo con cuidado y decorarlo con crema batida, como si tuviera un montón de linda nieve caída.

—Soy un desastre con esto — murmuró decepcionado bajando un poco la cabeza.

—Lo estás intentando y eso ya es mucho,minou. Hacer casas de jengibre no es una tarea fácil, son muy delicadas, pero para ser tu primera vez lo estás haciendo muy bien.

—¿En serio? — preguntó con esperanza.

—Claro que sí, gatito.

Ambos celebraron con un grito eufórico cuando la crema se endureció y la casa quedó firme y sólida, solo faltaba decorarlo y eso para Marinette era tarea fácil.

—Terminamos lo complicado, minino, ahora solo queda decorarla — cuando le dio un vistazo a sus padres se dio cuenta con horror que ya llevaban una gran parte de su casa decorada y estaba quedando muy bien, era como una réplica exacta de la panadería pero con decoraciones de crema, caramelo y regaliz.

Con rapidez hizo que Chat separara un monto de diferentes dulces en color rosa y verde y los colocó arriba del techo intercalando el rosa y el verde en secuencia, haciendo algunos detalles y colocando por toda la superficie algunos adornos de dulce en forma de muérdagos.

Hicieron una pequeña chimenea con pequeños ladrillos de azúcar y montaron un cupcake miniatura en la punta para terminar de decorar, las paredes fueron untadas con crema y tomaron dos bastones de dulce para el soporte de la casa en una especie de portón, ya luego se dedicaron a colocar en cada esquina más merengue blanco y pegando figuritas de unas lindas cabezas de gato color verde y algunas coronitas amarillas con detalles rosas que Marinette se había tomado la tarea de hacer.

Se alejaron un poco y observaron con orgullo lo que habían creado juntos, estaban manchados de crema y con los dedos pegajosos de tanto manipular caramelos, pero muy felices de haber terminado a tiempo, justo antes de que la alarma que habían puesto sonará indicando que se había acabado el tiempo.

Miraron al matrimonio Dupain y notaron cuán diferentes eran sus casas, la de Tom y Sabine era elegante, limpia y tenía mucho chocolate a su alrededor que provocaba devorar con ansias, mientras que la de Chat y Marinette era algo más desordenada y colorida, pero no menos bonita. De alguna manera habían logrado colocar todas las cosas que los representaban en cada detalle.

Tom al ver ambas casas terminadas, se sacudió las manos y las colocó en sus caderas orgulloso de ver lo que crearon su hija y el famoso súper héroe, no estaba mal.

—De acuerdo niños, ha llegado la hora de juzgar y elegir al ganador. ¿Listos para escuchar los resultados?

Chat miró alrededor y se extrañó por el comentario del panadero al no ver a nadie más allí más que a los padres de Marinette, así que se acercó a ella y le susurró al oído.

—¿Quién juzgará las galletas?

Marinette sonrió y señaló a su padre y a su madre que tenían dos tabletas en sus manos en una posición que le recordó mucho a Nathalie cuando fue a la escuela a juzgar los bombines de aquel concurso.

—Conozcamos a los jueces de hoy — indicó Tom encendiendo la pantalla y casi al instante apareció la imagen de su madre: Gina.

—¡Ciao! ¡Marinetta, mi preciosa hada! ¿Cómo has estado,dolcezza? ¡Felices Pascuas!

—Mamá, es navidad. — explico nervioso Tom acercando su cara a la pantalla.

—¿Navidad? Oh, ¿cuanto tiempo ha pasado desde mi última llamada? — inquirió confusa agarrándose del mentón.

—Olvídalo mamá, necesitamos un juez para que decida que casa de jengibre es la ganadora esta navidad y apuesto a que te sorprenderás de quién participó haciendo equipo con mi niña este año.

—¡Mammamía! ¡Pero si es el gatito! ¿Cómo estás minino?

—Hola señora — saludó alegremente.

—Ahora les presentamos a nuestro segundo juez. Sabine... — le indicó a su esposa que presionara el botón en la pantalla y el abuelo de Marinette apareció con el ceño fruncido y el rostro al revés.

—¿Ronald? — lo llamó Sabine haciendo que el hombre abriera los ojos y mirara por toda la habitación.

—¿Quién está ahí? — preguntó al vacío — ¿Por qué está cosa estaba haciendo ruido?

—Papá tranquilo, soy yo... estas con la pantalla al revés solo presiona la rueda en forma de flecha para rotar la pantalla.

Chat observó con diversión como con paciencia el señor Tom y la señora Sabine explicaban con paciencia al abuelo de Marinette como tenía que usar la tableta que le regalaron la navidad pasada.

Ya cuando estuvieron seguros de que el hombre supiera usar apropiadamente el aparato, le informaron que sería el segundo juez en este inusual concurso.

Y por último el tercer juez, había sido el tío de Marinette, Wang Cheng, quien ahora mismo estaba en la pantalla saludando a toda la familia con una notable mejora en su francés que les facilitó a todos el poder entenderlo, Chat Noir sonrió al ver a todos la familia de Marinette junta, todas eran personas maravillosas que amaban a Marinette, él esperaba poder formar parte de aquella familia muy pronto cuando les contara sobre su relación con Marinette, cuando derrotara a Hawk Moth, les revelaría su identidad y podría estar junto al amor de su vida por el resto de sus días.

Comentó a deambular en sus pensamientos sin saber que Ronald y Gina y habían dado sus votos quedando un empate en donde el tío de Marinette tendría la última palabra. Estuvo tenso por segundos sin saber si debía hacerlo ahora o no, era un momento familiar y agradable pero también quería dejar saber el otro motivo por el que estaba allí, no creía ser capaz de dormir tranquilo sabiendo que le estaba mintiendo a esas personas acerca de su relación con su hija, así que antes de que el tío de Marinette tomara una decisión gritó.

—¡Esperen!

Todos voltearon a mirarlo con sorpresa tras ese inesperado grito, lo que hizo que se pusiera más nervioso pero no por eso estaba dispuesto a dejar de hablar.

—Antes de continuar con esto tengo que confesar algo... — comenzó a jugar con la tela ajustada de su traje y respiró profundamente — el motivo por el que vine no fue únicamente por la invitación a cenar.

Los padres de Marinette lo miraron extrañados h no era para menos, ambos no podían estar más confundidos por la actitud del héroe, pero lo dejaron proseguir.

—Hace unos meses, caí sin querer en el balcón de su residencia buscando estar solo por unos instantes, tenía poco rato de haberme peleado con mi pa- — se calló un instante y luego continuó —... con mi familia, y no quería que nadie me viera en un estado tan deplorable, no fue nada intencional, sin embargo agradezco que su hija me haya recibido con los brazos abiertos aquella vez en la que me sentía tan solo, es bastante difícil para mi celebrar estas fechas porque me recuerda lo rota que está mi familia... estar con Marinette esa vez me hizo sentir como en casa. — sonrió hacia ella — Marinette es en verdad un ser de luz capaz de iluminar a cualquier persona sin importar que tan rota esté... y por eso merecen saber que desde hace muy poco... descubrí que los sentimientos que tengo por Marinette son mucho más fuertes de lo que yo esperaba, ella ha sido el motivo por el que me esfuerzo en cada batalla de akuma y es la que me da las fuerzas necesarias para no renunciar a la esperanza de creer que mi familia pueda ser la misma que era antes.

Los familiares se quedaron en un silencio abrumador que se rompió cuando Chat se dispuso a terminar de revelar el motivo por el que había asistido a esa cena navideña.

—Sé que podría parecerles extraño que venga aquí con la intención de decirles que estoy enamorado de su hija, pero así es... Marinette se ha convertido en una parte importante de mi vida a la que no pienso renunciar — para ese punto Marinette, quien había estado igual de callada que sus familiares, y estaba dirigiéndose hacia él con los ojos llorosos y abalanzándose a sus brazos para sollozar sobre su pecho.

Gina estaba murmurando algo en italiano que nadie entendió y Sabine tenía la mirada fija hacia la pareja con la expresión más dulce que una madre podía dar, mientras que Tom permanecía serio caminando hacia ambos para terror de Chat Noir, quien creyendo que se había enfadado, procuró cerrar los ojos y abrazar a Marinette tan fuerte como pudo, solo para abrir los ojos con sorpresa cuando sintió un abrazo suave que los envolvió tanto a él como a su hija.

Cuando el señor Tom cruzó una mirada con el súper héroe, sonrió genuinamente planeando el hombro del chico.

—Eres un buen muchacho Chat Noir, no solo por el hecho de ser un súper héroe, sino porque posees un corazón más noble que cualquier otra persona pudiera tener — al escuchar las palabras salir de la boca del hombre Chat sintió deseos de llorar — estoy seguro de que a tu lado, Marinette será muy feliz, no importa quién esté detrás de esa máscara, mientras tengas el corazón de mi hija en tus manos y la ames de manera sincera, siempre tendrás un lugar en esta familia.

Sabine se unió a ellos dándole un abrazo sincero a Chat Noir mientras que Marinette no dejaba de temblar y llorar de alegría en su pecho, tener la aceptación de esa familia había sido como si le hubiesen dado la entrada al cielo, tanta bondad.

—Le prometo señor Dupain, que haré muy feliz a su hija, se lo prometo — logró decir con la voz quebrada mientras presionaba su mejilla contra la cabeza de su preciosa Marinette.

El hombre río y pasó un brazo por los hombros de su esposo observando feliz a la pareja.

—Sé que lo harás muchacho, siempre supe que mi hija algún día conocería a su príncipe, ese con el que tanto soñaba cuando era niña. Bienvenido a la familia, hijo.

—¡Este sí que es el mejor regalo de navidad! — exclamó Sabine aplaudiendo felizmente tomando su celular y apuntando a todos — Sonrían para la foto de navidad.

Y desde ese día, la familia Dupain adoptó a uno de los héroes de París para pasar a formar parte de su familia, sin saber que más adelante, adoptarían de verdad al heredero Agreste, el joven quedó huérfano al descubrir que su padre había sido el gran villano de París todos esos años, y por el que gracias a su negligencia, logró conseguir a una familia más amorosa y cálida con la que pasaría las navidades más especiales por el resto de su vida junto a la única dueña de su corazón.

...

¡Feliz Año mis amores!

Para celebrar este año con ustedes, les traigo este pequeño one shot de navidad (sí, sí, ya sé que la navidad ya pasó pero igual no me quería quedar sin publicar nada).

Así que espero que en serio lo hayan disfrutado, espero que este año pueda terminar finalmente de escribir las historias que me faltan así como las historias que tengo en conjunto, y por supuesto que las personitas que me siguen cumplan todas sus metas, considerando lo difícil que fue el año para todos, en verdad les deseo lo mejor este año.