"Lágrimas de Sangre"

Capítulo I : Un mar de confusiones

(presente)

"LS"

La noche era maravillosa. El cielo semejaba un telón de suave terciopelo negro con diminutas piedras sonrientes salpicadas al azar. Ni una sola nube empañaba el perfecto silencio y la reconfortante tranquilidad que la luna, allí a lo lejos, me infundía, arrullándome en sus blancos brazos. La cálida brisa veraniega soplaba incansablemente, produciéndome pequeños escalofríos, mientras un leve cosquilleo bajaba por todo mi cuerpo. Me quedé allí tendido en el blando césped de nuestro diminuto jardín, y en mi mente aparecían una y otra vez miles de imágenes pasadas. Hogwarts, las clases de Pociones, mis mejores amigos, los maravillosos momentos de los que había sido parte en los últimos tres años. De repente, caí en un estado de somnolencia donde las sombras me cercaban, susurrando en mi oído, contándome largas historias que recordaba vagamente. Todo se volvía confuso y podía verme a mi mismo, muchos años atrás, de la mano de mamá y papá caminando bajo el abrasante sol, rebosando de alegría. Poco podía recordar de mi padre. Cada vez que intentaba hacerlo su rostro se convertía en un borroso manchón que se mezclaba con otros rostros conocidos. Recordaba a un hombre rubio, de finos cabellos del color del sol, alto y corpulento, sonriéndome con sus perfectos dientes blancos y sus ojos de cielo celeste. Sabía que la fotografía que mamá tenía de él era lo que verdaderamente se proyectaba en mi mente. Pero la sensación de sentirme protegido y amado, eso lo recordaba muy bien. Era un sentimiento cálido e inexplicable que desapareció el mismo día en el cual papá había muerto. Yo era solo un niño, pero jamás podría olvidar aquella noche que mamá me sentó en sus rodillas, y con una extraña expresión de dolor en el rostro me explico que había sucedido. Mi querido padre, Jacques Dallier, había sido encontrado, muerto en el callejón trasero del hospital en el que trabajaba. Los forenses informaron que su muerte era de lo más extraña, puesto que aparentaba ser un infarto por más que la autopsia no haya identificado un solo síntoma. Papá estaba en un perfecto estado de salud y resultaba casi inverosímil pensar que su muerte había sido provocada por eso. Sin embargo mamá parecía dispuesta a aceptar las débiles explicaciones de los médicos, alegando que nda podía hacerse ya más que acostumbrarse a la pérdida. Aceptó su muerte de una forma desinteresada, como si ya hubiera sabido de antemano que tarde o temprano, papá iba a morir de esa manera.

Cuando fui lo suficientemente grande para formular preguntas, le comenté mis inquietudes. Me dijo que aún era muy chico para comprenderlo pero que, algún día, conocería y entendería la verdad de los hechos. Y eso había sido todo. Nunca volví a preguntar y ella nunca volvió a desempolvar el tema de mi padre. Vivimos como una familia, ella y yo hasta el día de hoy. Pero no puedo dejar de pensar en que nada concuerda, que hay algo oculto en los oscuros rincones de la casa, ansiosos por ser descubiertos. Pero en vez de investigarlo, me quedo aquí, tendido en la grava, con la luz de la luna como único testigo de mis pensamientos, temeroso de encontrar algo desagradable y triste bajo el manto de la felicidad que mi familia procura mantener. Alguna fuerza invisible que me frena cada vez que trato de buscar las respuestas en los labios de mamá. Por eso espero y espero a que llegue el día en el cual todo salga a la luz, todo sea perfecto y verdadero, el día en que mi madre pueda mirarme a los ojos y no ver aquello que la hace romper en llanto, sino verme a mi, su hijo, tal cual soy. Yo, Darren Dallier Granger.

El ruido de motor de nuestro auto me arrebató mis pensamientos. Suspiré, fastidiado por haber sido interrumpido y me incorporé de un salto, echando a correr hacia la casa que no hacía mucho mamá había comprado. Era un lugar bastante acogedor, una pequeña casita con espacio suficiente para dos personas y un ama de llaves, que por supuesto, no teníamos. Me alegraba vivir en una casa con jardín donde podía pasar horas y horas echado en el suelo encontrando formas en las vaporosas nubes. Cuando vivíamos en el diminuto apartamento mi imaginación se chocaba con las estrechas paredes y me sentía ahogado, tanto, que era absurdo contar las pocas horas que pasaba allí. Entré por la puerta de atrás tratando de hacer el menor ruido para sorprender a mamá que seguramente estaría recostada en el sillón de la sala de estar, con un vaso de algún líquido que endulzara su fatídico día. Era una rutina que compartíamos noche tras noche, cuando yo estaba en casa. Ella llegaba, se servía algo y me relataba su cansado día de trabajo mientras yo la escuchaba desde la cocina y preparaba una suculenta cena, lo mayor que mis habilidades culinarias me permitiesen. Cuando la comida estuvo lista la llamé para que se siente en la mesa. Al cruzar la puerta de la cocina me miró, perpleja y sus ojos se llenaron de lágrimas. ¿Qué había visto en mí esta vez? Me quedé en mi lugar, sosteniendo su mirada, intentando descifrar lo que pasaba por su mente.

-¡Santo cielo! –exclamó- cada día estás más apuesto cariño

-Lo sé mamá- repliqué con fastidio- me lo dices todos los días

-Entonces vuelvo a repetirlo, cada día que pasa te pareces más a tu padre –dijo con un hilo de voz

-No lo creo mamá –murmuré dirigiéndome al espejo que teníamos en la sala- tengo tus cabellos, quizás me asemeje en la cara, pero mis ojos, es extraño, no tengo ni los tuyos ni los de papá

-Tienes el par de ojos grises más bellos que jamás he visto. Tu abuelo los tenía así, o eso me ha contado tu padre

-También me lo has dicho miles de veces, pero nunca me das pruebas de eso

-¿Otra vez con lo mismo Darren? Sabes muy bien que no tengo una sola fotografía de tu abuelo¿no puedes simplemente creer lo que te digo?

-Si, te creo – mentí-pero dejemos este tema, cenemos en silencio y luego nos iremos a dormir, habrás tenido un día muy ajetreado

-Ni que lo digas-contestó mientras se llevaba el tenedor a la boca- pero te soy sincera cariño, ahora que estás más grande las chicas harán fila para poder pasar un rato contigo. Eres alto, corpulento, tienes unos fantásticos cabellos color de miel y con esos ojos de plata, nadie podrá resistirse, me recuerdas a …-se interrumpió-

-¿Qué¿a quien te recuerdo? –pregunté desesperado por que me cuente algo de su pasado- dímelo

-A nadie amor, cómete tu cena, esta deliciosa. Estoy segura que si fracasas como mago siempre podrás dedicarte a la cocina – rió entre dientes-

Mientras mamá terminaba de limpiar y acomodar los utensilios de cocina, me dirigí hacia el cuarto de baño y observé mi rostro en el espejo. Mamá tenía razón. Mis facciones eran casi perfectas. Mi cabello de miel se confundía en tonos rojizos y dorados, tenía los labios rosa, rebosantes de salud, ni demasiado finos, ni demasiado gruesos, aunque si inclinaba un poco la cabeza y hacía un mohín mi rostro se transformaba en algo desagradable, malévolo. Luego estaban mis ojos, esos ojos que a nadie le pertenecían, la evidencia que no me parecía en nada a mi padre. Las líneas del rostro de mi madre, sus cabellos, y los ojos resplandecientes de ¿mi abuelo? Probablemente. Me alejé un poco más y contemplé mi figura en la imagen. Era bastante alto y corpulento a pesar de mis 14 años, tenía un físico sorprendente, los músculos fuertes y torneados debido principalmente a mi afición por el deporte y el contacto con la naturaleza. Me encogí de hombros. Quizás mamá tenía razón en afirmar que sería un imán para las chicas. Lamentablemente ninguna chica era un imán suficiente para mí.

"LS"

Deliraba con la mera sensación de volver a subirme a ese tren. Faltaba apenas una semana para el comienzo de clases pero mi mente se encontraba allí, en Hogwarts, donde volvería a ver a mis amigos, a sacar excelentes notas en clase y a jugar al Quidditch. Aún podía recordar el día que le anuncié a mamá que me habían elegido como buscador. Comenzaban las vacaciones de verano y había terminado mi segundo año con todas notas sobresalientes. Estaba seguro que absolutamente nadie creería que una persona tan intelectual como yo se le dieran tan bien los deportes. Entonces cuando me presenté una tarde a las prácticas del equipo de Slytherin todos se habían burlado de mi, me hostigaban, echándome en cara lo tan estudioso que era y lo tan torpe que seguramente sería jugando a algún deporte. Cuanta satisfacción había experimentado al ver sus perplejos y asombrados rostros, mientras estudiaban boquiabiertos lo increíble que Darren Dallier podía ser subido a una escoba. Y así fue como comencé a formar parte del equipo. En el puesto de buscador. Embriagado de emoción corrí a la lechuzería y escribí una larga y detallada carta a mamá, quien se alegraría muchísimo al notar como su hijo triunfaba una vez más. Pero no fue así, en cambio, recibí una de las respuestas menos alentadores de mi vida. La carta rezaba: "Querido Hijo, no creo que el Quidditch sea un deporte para ti. Creí que eras más inteligente que los demás y solo prestarías atención a tus estudios. Estoy muy decepcionada, pero me imagino que no harás caso de lo que yo te diga, sino que harás lo que tú quieras. Lamento no poder ser más comprensiva, pero no quiero engañarte y felicitarte por algo que no pienso sea correcto. Espero con ansias tu regreso. Te quiere más allá del cielo, Mamá"

Me sentía completamente rechazado ¿Por qué mamá no comprendía lo que yo quería? Amaba los deportes. Obviamente siendo muggle hubiera preferido jugar al fútbol pero ahora estaba en el mundo mágico y si quidditch era el deporte que había entonces eso era lo que iba a hacer. Maldecí para mis adentros por no tener una madre más compañera y menos sobre protectora. Pero nunca se lo dije y nunca más el quidditch fue tema de conversación.

-Cariño¿Qué haces¿otra vez inmerso en tus pensamientos¿Cuándo comenzarás a vivir en este mundo? –gritó mamá desde la ventana

-Lo siento mamá, estaba pensando en algo

-¿Alguna chica? –preguntó con picardía

-No-me ruboricé-en otra cosa

-¿Tienes todo preparado ya? Me imagino que si- se respondió a sí misma- siempre tienes todo preparado un mes antes por lo menos

Era verdad. Hacía ya dos semanas que mis valijas estaban hechas. Me voltee para observar su rostro, oculto entre los rayos del sol.

-Si, tengo todo listo, falta arreglar unos detalles y eso es todo.

-Perfecto, entonces no tendrás reparos en venir a pasar un rato con tu querida madre ¿verdad?

Negué con la cabeza. Prefería estar en el jardín a estar con ella, pero no quedaba otra opción. La quería demasiado para decepcionarla.

-Enseguida voy

Subí dando grandes zancadas por la empinada escalera que conducía a su cuarto. Mamá se encontraba en su cama, rodeada de montones de papeles y fotografías. "Maravilloso-pensé-otra tarde recordando lo feliz que era en Hogwarts y lo desdichada que es ahora"

Me hizo un ademán para que me siente a su lado y comenzó a mostrarme, de a una, fotografías de ella luciendo el uniforme de la casa Gryffindor. Todas parecían iguales, en todas se apreciaba la misma escena. Ella cargando libros. En la biblioteca, en su sala común, en la clase de Defensa Contra las Artes Oscuras, en el patio, en el Expreso de Hogwarts, con su insignia de prefecto. Pero había dos que me llamaban particularmente la atención. Una era de ella, pero estaba acompañada por dos muchachos que serían de su misma edad. Uno en cada lado. A su derecha estaba el chico de cabellos rojos como el fuego,con una amplia sonrisa en el rostro, era una sonrisa de orgullo, de felicidad. Sus ojos me recordaban al cielo invernal y al vasto océano, azul profundo. El otro muchacho era un poco más alto y flacucho, pero bastante guapo. Tenía unos enmarañados cabellos negro azabache y unos brillantes ojos verdosos. Su expresión parecía incómoda, como si el hecho de posar para una fotografía sea algo de lo más absurdo, pero definitivamente lo que más me intrigaba era la extraña marca que tenía en la frente, una especie de rayo.

-¿Quiénes son los que están contigo? –pregunté alcanzándole la fotografía

La expresión de mi madre cambió súbitamente y un dejo de tristeza cruzó su rostro. Pestañeó varias veces antes de contestar.

-Eran mis compañeros de curso. El que está a la derecha es Ron Weasley, el muchacho más dulce que conocí en mi vida, el de la izquierda se llama Harry.

-¿Qué diablos tiene en la frente?

-Oh –dijo como si fuera obvio- es una marca de un accidente que padeció cuando apenas tenía un año, nada grave

-¿Y donde están ahora?

-Muertos, hace tiempo murieron

-Mamá-comencé con cautela -¿Cómo es que nunca me cuentas que pasó después de tus 16 años, es como si dejaras de existir por un tiempo para luego volver el día que conociste a papá¿ o acaso lo conociste a esa edad?

-No cariño lo conocí después, pero digamos que mis dulces dieciséis no fueron tan dulces

Preferí no ahondar más. Volví a concentrarme en las fotografías desparramadas por doquier y encontré la otra que tanto me gustaba. Estaba tomada en el comedor del colegio, con mamá al frente, sonriendo a la cámara, sin embargo no era eso lo que me atrapaba sino lo que había detrás de ella o la persona que estaba detrás. Era un muchacho rubio platino, de Slytherin según adiviné por su uniforme, quien observaba a mamá con una expresión anhelante en sus ojos. Unos ojos extrañamente parecidos a los míos, aunque no iguales. ¿Quién era y porque miraba a mamá de esa manera?

Me pareció que mamá se dio cuenta lo que estaba viendo puesto que me sacó de las manos la fotografía con gran rapidez y guardó todo en el álbum que celosamente guardaba en uno de sus cajones del escritorio, bajo llave.

-¿Quién era ese muchacho¿Por que te miraba de esa forma?

-¿A que te refieres¿De que forma me miraba?

-No lo sé –medité-como si supiera un secreto, no puedo explicarlo muy bien

-Entonces mejor no lo hagas-replicó cortante-ahora ve al mercado, te dejé una lista sobre la mesa y dinero hay en mi cartera¿de acuerdo?

-Como quieras mamá

-Cuando vuelvas necesito hablar de algo importante contigo

-¿Sobre que?

-Cuando vuelvas cariño, cuando vuelvas…

"LS"

No podía dormir. Era la noche previa a tomar el tren que me llevaría a Hogwarts y a pesar de haber pasado por esa experiencia por tres años, aun sentía el molesto hormigueo de los nervios en todo mi cuerpo. Daba vueltas en la cama una y otra vez, pero era inútil. Sabía que esa noche no podría conciliar el sueño. Me levanté de la cama, agarré un sweater de la silla y caminé escaleras abajo con la esperanza de encontrar todo en silencio y así poder disfrutar de una larga noche observando las estrellas. Aligeré el paso al encontrarme con la puerta de la habitación del ama de llaves Peggy Jenkins y me pregunté porque mamá había hecho tanto alboroto esa tarde si lo único que quería hablar conmigo era sobre la contratación de una persona que la ayudara con los quehaceres domésticos. Sacudí la cabeza, recordando que mi madre era propensa a exagerar las cosas y que era lógico que ese tema lo etiquetara como "muy importante". Personalmente, me daba lo mismo contratar a alguien como no ya que mañana ya no viviría en esa casa y seguramente cuando volviera mamá se habría cansado o aburrido de Peggy y ya la habría echado. Al llegar a la sala de estar bostecé ruidosamente porque nadie podía escucharme desde allí y fui hasta la cocina a prepararme algún bocadillo que me haga conciliar el sueño. Estaba a punto de llenar un vaso con leche tibia cuando a mis oídos llegaron unos ruidos agudos, como a sollozos. Al principio no le di importancia pero al darme cuenta que seguían sin parar me preocupé. ¿Quién estaría tan triste para lloriquear de esa manera? Corrí hasta el dormitorio del ama de llaves pero lo único que podía escuchar eran los largos ronquidos que profería. Me estremecí al imaginar a esa mujer alta y regordeta en la cama que alguien. Volví sobre mis pasos y por alguna razón no definida subí los escalones que conducían al cuarto de mamá y me horroricé al comprobar que los llantos provenían de su interior.

Con sumo cuidado empujé la manija de la puerta y son hacer ruido observé lo que acontecía. Mamá estaba parada frente a su escritorio sosteniendo algo contra su pecho. En la penumbra pude adivinar que era un libro, un libro que jamás había visto. Pensé que seguramente era una de esas novelas románticas que hacían llorar a las mujeres y decidí dejarla sola, pero algo me detuvo. Permanecí en el umbral de la puerta, sin ser visto, mientras mi madre limpiaba su nariz con el revés de su bata de baño y lloraba desconsoladamente.

-¿Por qué tuviste que abandonarme¿Por qué no me dijiste lo que sentías¿ es que no te das cuenta que hubiera dejado todo por ti?

¿A quien le estaba hablando? No había nadie más que yo en la habitación ¿o me hablaba a mí?

-Mamá-dije en un susurro-¿de que hablas?

Pero ella no se percató de mi presencia y reanudó su conversación con el misterioso libro

-Yo te amaba, sigo amándote. Te prometo que algún día me vengaré, le haré pagar a Harry todo el mal que nos infundió

¿Con quien hablaba¿Quién era Harry¿el de la cicatriz?

-Mamá…

Esta vez sí me escuchó. Al verme apoyado en el marco de la puerta me miró con ojos desorbitados, como si hubiera despertado de un largo sueño y no entendiera que estaba haciendo yo allí. Clavó sus ojos en los míos.

-Darren-murmuró-¿Qué estás haciendo?

De repente percató que aún tenía el libro entre sus manos y corrió a guardarlo en su escritorio y cerrar el cajón con llave

-¿Qué sucede mamá¿te encuentras bien?

-Si, si- se apresuró a responder-fue solo una pesadilla, ya puedes ir a la cama

-¿Necesitas algo¿con quien estabas hablando¿Quién es Harry?

-No se de que me hablas cariño, debes estar muy nervioso por mañana, ahora necesitas descansar, vamos, ve a dormir

-Pero…

-Nada de peros

-¿Cuál era el libro que estabas leyendo?-pregunté con la intención de saber algo por más mínimo que fuera

-¿Libro? No estaba leyendo ningún libro-dijo arqueando las cejas-así que o te vas a la cama o me verás enojada, tú eliges

-Buenas noches madre, que descanses bien

Y volví a mi dormitorio. Que extraño había sido eso. ¿De quien estaba hablando mamá¿A quien amaba tanto¿Por qué no quería responder mis preguntas?

¿ A papá¿ a ese tal Ron¿a Harry? De una cosa podía estar seguro. O mamá estaba realmente desquiciada o me estaba ocultando algo.

Y así con un remolino de dudas en mi mente me quedé dormido.

"LS"

Hola! Como están? Perdón por tardarme tanto en actualizar pero es que estaba de vacaciones! Espero que les haya gustado el primer capítulo, y trataré de actualizar lo antes posible. Gracias por leerme y por favor necesito sus reviews. Un abrazo.

-NanetaMalfoy-