Capítulo III: "El capricho más caprichoso"
"LS"
Como la suave brisa que agitaba las cortinas, me balanceaba, soñador, entre telas sedosas y dulces promesas, imaginando su rostro frente al mío, exhalando sus suspiros, saboreando su aliento. El sol parecía sonreír en lo alto, gozando junto a mí, llenándome de vigor, prometiendo una espléndida mañana. Por más que las nubes cubrieran el cielo de un gris perla, por más que la lluvia se desatara, furiosa, sobre mi cabeza, aunque el mundo estallara en un caos infinito…nada, absolutamente nada podría arrebatarme el ensordecedor golpeteo de mi corazón, el feliz aleteo de mariposas en mi cuerpo. Esa pura sensación que nada podría salir mal cuando el amor llamaba a tu puerta. Sentado en mi cama, recordaba mis estúpidos e inútiles intentos por escuchar su voz, por confesarlo mi amor sin fronteras. La tentativa de besar su rostro inmaculado era demasiado fuerte. Al acercarse, sentía como el rubor subía por mis mejillas, mientras mi garganta fallaba en emitir sonido alguno. Por razones que no entendía, o no quería entender, no lograba articular palabra. Me quedaba allí, estupefacto frente a ella, mascullando algo incomprensible, pidiendo disculpas por no haber hecho nada. Y ella me observaba recelosa y confundida. Sus ojos de niña me escrutaban, tratando de entender mi reacción. Pero yo le daba la espalda y echaba a correr, sintiéndome un infante de cinco años, sin poder confesar una travesura, oyendo las risas nerviosas de sus compañeras, burlándose de mí.
-Oye-interrumpió Alan- ya es de mañana así que mejor deja de soñar un poco ¿aún sigues pensando en esa muchacha?
-Por supuesto que no-mentí, a medida que mis ojos rehusaban su mirada-solo pensaba en la clase de Pociones, creo que este año no será tan fácil como el anterior ¿no crees?
-Nada será igual que el año pasado, pero no evadas mi pregunta, te conozco demasiado bien como para darme cuenta que no estabas pensando en pociones precisamente ¿Qué diablos te ocurre con esa chica, ya han pasado meses desde que la viste por primera vez y aún no has podido ni siquiera dirigirle la palabra…
-Lo sé-contesté enfadado-no entiendo que es lo que ocurre, la veo caminando por los pasillos y me dirijo decidido a hablarle, pero cuando me acerco lo suficiente, mi corazón no para de latir fuertemente, comienzo a jadear como un idiota-me encogí de hombros-no se como explicarlo…es como si algo me detuviera¡simplemente no puedo hablar con ella! Sé que luzco como un inmaduro cuando me voy corriendo, pero no puedo evitarlo¿es entendible?
-No lo creo, tienes razón al decir que pareces un imbécil cada vez que intentas conocerla, pero si lo piensas bien¿no crees que es mejor que te ocurra esto?
-¿Mejor¿Cómo puede ser mejor si no puedo hablarle a la muchacha que me atrae?
-Piénsalo bien-dijo sentándose a mi lado-es solo una niña, tiene la edad de mi hermana, y tu, nosotros, tenemos ya catorce años, no creo que sea apropiado que salgas con una chica tan pequeña¿nunca se te cruzó por la cabeza?
-¡Por supuesto que sí!-grité-¿crees que no me destroza el alma cada vez que pienso en su edad? Sé que es solo una niña de once años, y verdaderamente no puedo entender porqué me gusta, es ridículo…pero no puedo evitarlo, la veo y el pulso se me acelera, comienzo a sudar por todos lados. Quizás deberíamos ser amigos por un tiempo, solo hasta que ella crezca y se de cuenta que estamos hechos el uno para el otro…
-Amigo, estas demente¿te das cuenta lo que acabas de decir?-me miró arqueando las cejas-¿Cómo puedes saber que son el uno para el otro? Ni siquiera la conoces, nunca hablaste con ella, puede ser que termine siendo la muchacha más antipática y miserable de toda la escuela¿nunca se te ocurrió?
-Jamás, no se como pero tengo la certeza que es la única chica para mi, sé que somos el uno para el otro, es su nombre, su nombre me dice algo…como si la conociera desde siempre, como si el destino hubiera querido que estemos juntos
-Sigo creyendo que estás loco, pero lamentablemente-acotó con ironía-eres mi amigo, y seguirás siéndolo a pesar de todo, así que como deber de amigo debo recordarte que es de mañana y que por más enamorado que estés, hay algo llamado desayuno, y clases, de Historia de la Magia exactamente ¿por qué no despiertas a esa marmota?-señaló a Matt-
Mi amigo Matthew era algo digno de verse. Podía dormir veinticuatro horas seguidas, sin levantarse siquiera para ir al lavabo, lo que era bastante inconveniente para nosotros, puesto que había que despertarlo cada mañana, y realmente era todo una odisea. Me paré al costado de su cama, viendo como un hilito de saliva bajaba por su rostro, sus labios estaban curvados por una sonrisa divertida y sus globos oculares se movían levemente detrás de los párpados. Seguramente estaría soñando con alguna chica, esos sueños eróticos que tanto nos "iluminaba" cada mañana en la mesa del desayuno. El era el peor de todos nosotros, chica que se cruzaba, era una potencial novia, aunque desafortunadamente tenía poca suerte en ese terreno. Alan era todo lo contrario, demasiada suerte, le decíamos…pero era razonable y entendible. Su aspecto físico era suficiente para conquistar a cualquier muchacha, tuviera la edad que tuviera, a ninguna parecía importarle la personalidad que tenía, a pesar que rebosaba de buen humor y era una de las personas más divertidas que conocía. Sin embargo a él no se percataba de lo atractivo que era, ni reparaba en todas las muchachas que lo observaban con ojos ardientes de deseo. No. Una sola le llamaba la atención, y solo esa. Y nosotros éramos los únicos que lo sabían. En secreto por supuesto.
-Matt-llamé-despierta, tenemos que bajar a desayunar y tú tardas años en prepararte…
No surtió ningún efecto, estaba en la misma posición que antes.
-Amigo-volví a llamar, pero esta vez sacudiéndolo un poco-dije que te despiertes, vamos, has dormido doce horas seguidas, no puedes estar tan cansado, no haces nada en todo el día…
Esta vez se movió solo un poco, pero contrariamente a lo que yo creía-que iba a despertarse-siguió durmiendo como si nada hubiera sucedido. Comenzaba a impacientarme. Por suerte, Alan ya había salido del lavabo y observaba sonriendo la escena.
-Apártate-me dijo tomando mi brazo-déjamelo a mi.
Acerco su rostro al de Matt, y inspirando todo el aire que había en la habitación, le gritó sin piedad en el oído, a lo que Matt se levantó de un salto, aturdido, con los ojos desorbitados de confusión.
-Te lo dije-murmuró Alan-despertar a la marmota es mi trabajo
Matt le dedicó una mirada de furia y corrió hacia el cuarto de baño para preparase. Mientras cepillaba sus dientes no pude evitar preguntarle
-¿Qué estabas soñando que tenías esa cara de satisfacción?
Se enjuagó y limpió la cara entes de responderme:
-Lo que sueño todas las noches-dijo sonriendo-con la hermana de Alan
-Eres un maldito pervertido-exclamó el en un arrebato de cólera-¿cuántas veces debo repetirte que no me gusta que pienses en mi hermana de esa manera?
-Oh vamos-interrumpí-sabes que solo lo hace para molestarte, no es que sueñe con ella-dije dudando de mis propias palabras-es solo una niña, no creo que le gusten ese tipo de chicas¿verdad?
-Por supuesto que me gustan-contestó Matt arruinando la paz nuevamente-me fascinan las rubias de ojos azules
-O te callas o te mato en este momento, ahora, bajemos a desayunar que me estoy muriendo de hambre
Y con esta declaración tan oportuna dimos por concluida la típica conversación de todas las mañanas.
"LS"
Al llegar al comedor, Anna ya estaba esperándonos, como siempre, en nuestro lugar predilecto. Como siempre, había reservado el espacio continuo al suyo para que nos sentemos junto a ella. Le dimos los buenos días con rapidez, ansiosos por comenzar a comer todo lo que se nos ponga delante. Ella revoleó los ojos, acostumbrada ya a vernos comer desaforadamente, como si fuera la primer comida que probáramos en años. Mientras nosotros no pronunciábamos palabra, ella metió la mano en su morral y sacó de allí tres pergaminos, y nos los extendió a cada uno. Como siempre. Era casi imposible para mí imaginar la vida sin ella, y estaba seguro que para los muchachos era lo mismo. Nuestra mejor amiga Anna, la que nos ayudaba constantemente, la que nos daba consejos amorosos, la que nos acompañaba en nuestras travesuras, la que corregía nuestras tareas. Así era ella, alegre y desinhibida. No le importaba corregir nuestros trabajos, porque sabía que se lo agradeceríamos eternamente. Además solo se fijaba en la ortografía, nunca, nunca habíamos podido convencerla de que los redacte ella, ya que, como nosotros, no le atraía demasiado la idea de estudiar. Al contrario de lo que nos habíamos imaginado al principio, cuando la conocimos, no era una "come libros" sino que solo nos diferenciábamos porque ella era más atenta, y dedicada que nosotros. Rara vez llegaba a alguna clase sin tener los deberes en perfecto orden. Era una chica a la cual le molestaba en sobremanera hacer las cosas a último momento. Pero en cuanto el año escolar terminaba, se olvidaba por completo de los libros y era uno más de nosotros, incluso jugaba al quiddich tan violentamente o peor.
Le di las gracias con un beso en la mejilla, así como lo hizo Matt; Alan sin embargo, pronunció unas escuetas palabras de agradecimiento y salió disparado hacia la clase, seguido de cerca por Matt. Yo, entretanto, recorría con la mirada la mesa de Slytherin, buscando, por supuesto, a la muchacha de mis sueños.
-No esta aquí-me dijo Anna en un susurro-llegaste tarde. Cuando yo bajé ella ya había desayunado y estaba levantándose para irse, lo siento
-No te preocupes-contesté decepcionado y maldiciendo interiormente a Matt por tardar tanto-estoy seguro que me la encontraré más tarde
- No te entiendo Darren, estás todo el día buscándola y cuando finalmente la encuentras, te quedas parado frente a ella sin decir una palabra, tengo que confesar que te ves bastante estúpido haciendo eso
Sinceridad. Otra de las magníficas cualidades de Anna.
-No hace falta que me lo digas-dije fingiendo estar enojado-¿crees que no me doy cuenta¿Qué hay de ti¿piensas contarme alguna vez sobre el misterioso muchacho al que secretamente anhelas?
-Todavía no-contestó rápidamente-cuando sea el momento oportuno lo haré, pero no hablemos de eso, dime que diablos le ocurre a Alan que parece tan…esquivo
-¿Alan, no lo se, supongo que hoy se habrá levantado de mal humor, debe ser esa la razón-mentí ya que sabía exactamente que le sucedía-será mejor que nos apresuremos o llegaremos tarde
-Claro-se irguió sin dejar de mirarme con esos ojos verdes tan bonitos que tenía-vamos
La clase de Historia de la Magia transcurría tan lentamente como cabía esperar. De todas las clases que había en el colegio, probablemente ésta era la más aburrida. Ya comenzaba a cabecear, cuando la profesora Mc Gonagall hizo su entrada en el aula, pidiendo permiso para dirigirse al alumnado.
-Alumnos-comenzó, aclarándose la garganta-no se alegren demasiado pues la clase no será interrumpida demasiado tiempo-advirtió seguramente observando nuestros rostros esperanzados-solo he venido a avisarles que las clases de la tarde han sido canceladas, en su lugar, queremos que todos, y con todos me refiero a cada uno de ustedes, se dirijan al Gan Comedor, tenemos una agradable noticia que comunicarles.
Al unísono todos comenzamos a indagar a la profesora de que se trataba lo que tenían que comunicarnos, pero por más que insistiéramos sin cesar, no dijo una palabra.
-¿Qué crees que sea?-me preguntó Anna al oído-
-No tengo idea-respondí-pero espero que tenga algo que ver con la cancelación de los exámenes de fin de curso
-No te hagas ilusiones, es más probable que nos agreguen exámenes antes que quitarlos, quizás nos dejen ir a Hogsmeade de nuevo ¿no crees?
-Puede ser, pero para serte sincero, esas visitas a Hogsmeade ya no me entusiasman demasiado-admití-
-¡Darren Dallier!-exclamó el fantasmagórico profesor Binns-¿podría ser tan amable de repetir lo que la señorita Jones ha dicho?
La verdad no lograba recordar ni una parte de lo que Ceridwen había dicho. Por suerte la campana tocó en el momento justo y me libré de lo que seguramente sería una represalia por parte de Binns. O eso creí.
-Muy bien-exclamó el profesor-pueden retirarse, usted, Dallier-me dirigió una dura mirada-tres pergaminos acerca de caza de muggles en el siglo XV para la próxima clase.
No había tenido tanta suerte después de todo.
"LS"
Esa misma tarde, Alan, Matt, Anna y yo nos apresuramos a presenciar el misterioso anuncio que tendría lugar en el comedor. Nos resultó extraño ver a todos y cada uno de los profesores en su lugar habitual de la mesa, con Dumbledore en el centro.
Cuando todo el colegio estuvo sentado en su respectivo lugar y mesa adecuada, el director se levantó de repente, y, apoyó sus manos, cansadamente en el atril.
-Como todos ustedes ya saben, bueno quizás los de primer año no-se corrigió mientras yo me ruborizaba al escuchar la palabra "primer año"-todos los años celebramos la Navidad con una pequeña fiesta. Nada demasiado ostentoso. Sin embargo, y estoy seguro que esto los entusiasmará mucho, he discutido este asunto con todo el personal del colegio y hemos llegado a la conclusión, y personalmente creo que es una gran idea, que este año, iremos más allá de la rutina. Este año, queridos alumnos, organizaremos una fiesta de Navidad mucho más espectacular que las anteriores. Pensamos seriamente este asunto por mucho tiempo, y fue la profesora Mc Gonagall quien amablemente sugirió la idea de obsequiarles a los estudiantes una reunión un poco más "significativa" por llamarlo de alguna forma. Seguramente se preguntarán porque los hemos citado siendo que podríamos haber anunciado nuestra decisión de otra manera menos multitudinaria. No obstante, seguimos creyendo que nuestro alumnado es muy imaginativo y pensamos que sería muy bueno de nuestra parte dejar que ustedes sugieran ideas, puesto que esta fiesta no es para nadie más que para ustedes mismos. Las pautas son las siguientes-hizo una pausa para retomar aire y continuó-debe ser, indudablemente, un baile, y con baile me refiero a música, a parejas bailando y demás; hora, lo que queremos que ustedes hagan es pensar en un tema que caracterice dicho baile.
Todos nos miramos desconcertados. Era la última cosa que nos hubiéramos imaginado que nos dirían. Era increíble. Íbamos a tener una fiesta, una verdadera fiesta de Navidad. Comenzamos a aplaudir y a vitorear a los profesores que nos miraban con honesta felicidad en sus rostros.
-¿Qué les parece un baile de disfraces?-comentó uno de los alumnos de Ravenclaw
-Buena idea señor Linstom, pero personalmente, si me dejan hacer una sugerencia-dijo Dumbledore-creo que un baile de máscaras sería perfecto
Nos miramos boquiabiertos, asintiendo. Claro que era perfecto. El comedor se transformó en un bullicio ensordecedor. Volvimos a aplaudir, aceptando la idea del director y sintiéndonos realmente dichosos.
-Está decidido entonces-continuó-tendremos un baile de máscaras. Por supuesto que será necesaria una visita a Hogsmeade para que puedan comprar sus atuendos, si es que no tienen ya alguno escondido en sus maletas. Discutiré la fecha con la subdirectora y mañana en el desayuno les comunicaremos la decisión. Ahora sí, pueden irse.
Como anonadados fuimos vaciando el Gran Comedor. Mis amigos y yo nos encaminamos hacia nuestra sala común cuando tropecé con esos ojos negros que tanto me atrapaban. Al devolverle la mirada, dio vuelta la cabeza y pude observar como un hombre mayor que parecía ser su padre le hablaba con dureza, haciendo que sus párpados se contengan en lágrimas. Ordené a los demás que vayan sin mí y comencé a acercarme a ella, con el mayor sigilo posible. El griterío de los alumnos ensordecía mis pasos. Cuando estuve lo suficientemente cerca pude estudiar el rostro de aquel hombre. Di un respingo. Extraordinariamente me resultaba conocido. Era un recuerdo vago y no podía distinguir su procedencia, pero tampoco podía dejar de pensar en sus ojos tan fríos como un cielo nebuloso, en su larga cabellera, cuidadosamente peinada. Tenía un porte muy masculino y altanero, como de esas personas que caminan sin verte, porque no eres lo igual de importante que ellos. Como si oyera mis pensamientos, el hombre dejó de hablar por un momento y clavó sus feroces ojos en mí. Me estudió de pies a cabeza con un mohín de desagrado en su rostro perfecto, despreciando a alguien como yo, alguien que no entraba en su misma categoría. Ella hizo lo mismo.
-¿Lo conoces?- inquirió, molesto-
-Por supuesto que no abuelo-contestó ella con soberbia-no es de nuestra clase
El corazón se me retorció de tristeza al oír semejante declaración. No. No ella, no la etérea, frágil y bella muchacha de mis ilusiones.
Siguieron discutiendo en mi presencia, fingiendo que yo no estaba allí, mientras mis piernas no se movían, mis labios no articulaban palabra y, otra vez, volvía a parecer un idiota.
Finalmente, el hombre me echó nuevamente una larga mirada, advirtiéndome que no tenía nada que hacer en ese lugar, pero mi cerebro seguía en otro lado, tratando de recordar ese rostro que se confundía con otros y que tan lejano parecía. Con lentitud comencé a caminar hasta la sala común, sintiendo como un par de ojos se clavaban en mi nuca y me perseguían dondequiera que vaya. Voltee la cabeza para enfrentarlos y decirles que dejen de molestarme con esos ojos tan fríos. Cual grande fue mi confusión al darme cuenta que no había nadie en ese lugar, salvo un silencio mortal, como la bruma que semejaba levantarse torno a mí.
"LS"
Hola, como están tanto tiempo, se que me tarde una eternidad en actualizar, pero se me hacía imposible escribir algo con tantas cosas para estudiar. Espero que les haya gustado, por favor dejen RR, que sin ellos, no tiene sentido seguir porque no sabría que opinan! Nos veremos en el próximo capítulo y por favor no se pierdan el baile, pueden ocurrir muchas cosas más que curiosas…
-NanetaMalfoy-
