La extraña y muy misteriosa desaparición de...
Autor: Quetzalli
Resumen: Ha llegado la Navidad y Harry tiene un inesperado obsequio para los Malfoy esperando por ser abierto.
Parejas: Harry-Severus, Draco-Ginny, Hermione-Ron, Remus-Ámber Kernell (si yo la inventé).
Disclaimer: Los personajes son propiedad de J. K. Rowling y Warner Bros. Yo sólo me divierto un poco.
Spoilers: Ninguno. Juro solemnemente que no hay ninguno aquí, todo lo que viene en este capítulo ha sido dicho en libros anteriores al príncipe mestizo.
N/A: Muchísimas gracias a todos ustedes que se han tomado el tiempo de seguir esta historia. Quiero que sepan que tengo atesorados todos y cada uno de sus comentarios y en especial este capítulo lo dedico a Tenshi Lain que verá varias respuestas a sus comentarios aquí.
Capítulo 9
Madame Pomfrey
-¡Felicidades jóvenes osados! ¡Yo los saludo con el respeto que merecen! –Se escuchó la voz jovial dirigirse a cierto grupo de séptimo grado, El hombre llegó hasta ellos con inusual gracia, atrayendo la atención de casi todos los presentes sobre él. Cuando llegó hasta ellos hizo una elegante reverencia en su dirección, sin importarle en lo más mínimo que estuvieran en medio del Gran Comedor, ante la mirada curiosa de los pocos alumnos que habían bajado a desayunar.
-¿Remus te sientes bien?
-Por supuesto bella y perspicaz Hermione -Remus estaba radiante, rejuvenecido, en pocas palabras, desconocido.
-¿Y James? -Preguntó Draco dedicándole una mirada inquisidora. Remus sin embargo, no pareció molestarse ante el interrogatorio, sino que sonrió aún más. El resto del alumnado había dejado de prestarles atención concentrándose en sus propios asuntos, cosa que arrancó una sonrisa de triunfo en el rostro del antiguo hombre lobo.
-¡Oh, está siendo consentido por su futuro padrino! No me miren así, obligué a Harry a confesar el por qué siguió perdiendo puntos Gryffindor a pesar de que estaba en la enfermería.
-¿Y a qué debemos la felicitación? -Preguntó Ginny sabiendo que detrás de la animosidad de Remus se escondía un secreto que pedía a gritos ser revelado.
-¿No saben? -Se ensanchó aún más la sonrisa en los labios del hombre- ¡Hoy es Navidad!
-¡Ah, eso! -Dijo Ron con desgana-. Pensamos que sería algo más interesante.
-¿Bromeas? ¿Acaso hay algo que les de más felicidad en estos momentos?
-Sólo un par de cosas -comentó Ginny con voz soñadora. Una risita nerviosa se le escapó a Hermione sacando a Ginny de su ensueño. Draco rompió a reír.
-El retorno de nuestro valiente héroe -dijo Ron imitando la voz de su hermana- será una dicha incalculable que sólo será opacada por el nacimiento de nuestro muy deseado primogénito.
-¡Oye! Que soy yo el protagonista del alumbramiento de ese niño.
-Harry dijo que será una niña -canturreó Hermione disfrutando del desconcierto del rubio.
Los cuatro comenzaron una animada discusión sobre el sexo del futuro bebé Malfoy ante la divertida mirada de Remus quien dejó de prestarles atención para volver el rostro hacia la entrada del Gran Comedor y decir en voz baja cayeron. A esta señal, una silueta alta y oscura avanzó con paso seguro en dirección al animado grupo.
-¡De ningún modo aceptaré como única la palabra de Potter! -Concluyó Draco-, es un mago poderoso, no lo niego, pero aún no es un sanador calificado y no permitiré que él sea quien tome el control de este nacimiento.
-Si yo fuera tú, no cantaría victoria tan pronto Malfoy. ¿Quién sabe si sea yo el único a tu lado en "el gran momento"?
La voz logró su objetivo, sorprender a sus amigos hasta el punto de dejarlos sin palabras. Lo cual no duró mucho porque los cuatro se levantaron de un salto y Harry recibió un abrazo colectivo después de ser casi ahorcado por Draco.
-¡Eso es para que no vuelvas a hacer nada parecido de nuevo! Hasta el bebé se sorprendió y me pateó -se quejó Draco.
-¿Te quejas por tan poco? -Bromeó Harry- si James no tiene una pelota de fútbol cuando crezca será un verdadero desperdicio.
-¡Eso si que no Harry! Me niego a que alejes a mi hijo del noble sendero del quidditch -reclamó Remus con una mirada severa que se veía tan extraña en él como para arrancar una nueva ronda de carcajadas.
° ° ° ° °
Después de la entrada triunfal de Harry en el Gran Comedor, el grupo se desplazó a la habitación Malfoy para tener mayor libertad y espacio.
En el camino Harry se enteró que nadie lo había extrañado porque estaba circulando un curioso rumor en donde él había resultado herido por haber participado en la batalla del Expreso. La historia narraba con lujo de detalles como Harry había escuchado el desconcierto de los profesores y, decidido a ayudar, había montado en su Saeta de Fuego, volando al encuentro de la batalla y rompiendo los relojes del conteo por la copa en el proceso.
-¡Que locura! -Musitó Harry- ¿Quién idearía algo así?
-Yo.
La declaración de Remus consiguió detener el avance del grupo. Los cinco jóvenes vieron que el hombre frente a ellos era más merodeador que maestro, algo que resultó en cierto modo, perturbador.
-No me miren así, muchos escucharon la pequeña declaración de Minerva sobre Harry y los relojes y aún más notaron que estaba recluido en la enfermería. ¿Qué querían que hiciéramos? Tuvimos que inventar algo y a mí se me ocurrió esa pequeña aventura.
-¡Pequeña! Por lo que he escuchado van a terminar diciendo que salía a enfrentar a Voldemort.
-Algunos ya lo están diciendo -comentó Ginny con picardía.
-¿Ves?
-¡Oh Harry! No seas tan quisquilloso. Necesitábamos dar explicaciones y no es una mentira del todo. ¿O preferirías que todo el colegio supiera que estuviste en la enfermería para recuperarte de un parto difícil? Además fue idea de Dumbledore.
Harry enrojeció ligeramente y encabezó la marcha intentando ignorar la actitud triunfal que Remus debía estar exhibiendo.
Cuando llegaron a su objetivo Remus volvió a hacer una florida reverencia permitiendo el paso de la comitiva al interior de la habitación pero sin entrar él mismo.
-Misión cumplida -comentó- ahora entregaré mi reporte al profesor de pociones que vendrá a recogerte a la hora pactada. -Y agregó en tono confidencial- Será mejor que me de prisa o Severus estará demasiado fatigado después de cuidar a James toda la mañana.
Con estas palabras a modo de despedida, Remus se aseguró de que Harry estuviera dentro de la habitación una última vez antes de cerrar la puerta
-Jamás debí curarlo –se quejó en voz alta Harry-. ¡Ha estado imposible y cada vez se pone peor!
Ese fue su último reclamo al ser absorbido por la bulliciosa conversación de sus amigos, que de común acuerdo habían pactado olvidar la guerra para concentrarse en ser un grupo de adolescentes descuidados.
El árbol que engalanaba la habitación daba la ilusoria idea de que estaban en vísperas de navidad puesto que estaba repleto por una inmensa montaña de presentes en espera de ser abiertos. Harry señaló el detalle obteniendo por respuesta que el grupo había decidido abrirlos hasta que el resto de la familia se reuniera esa misma tarde. Cosa que no tardó mucho en suceder aclarando las dudas de Harry.
Aunque supiera que era completamente inútil, había estado preguntando cada día obstinadamente cuando le permitirían abandonar la enfermería. Durante todo ese tiempo Severus había sido el encargado de lanzarle una mirada peligrosa para recordarle que aunque lo deseara no podría salir hasta que se hubiera recuperado más.
Por eso, cuando lo dieron de alta en Navidad, consideró que era más por ser navidad que por su pronta recuperación ya que fue advertido y amenazado con no realizar ningún tipo de hechizo, además de llevarse miles de recomendaciones de Poppy que estaba muy angustiada, como siempre, con que fuera demasiado pronto para que Harry saliera.
Entre las múltiples indicaciones estaba el que tenía prohibido esfuerzos físicos, pero por una pequeña fracción de segundo, Harry consideró que debieron prohibirle los abrazos. Ser aplastado por más de cuatro Weasleys al mismo tiempo no debería ser sano. Algo también notó Molly Weasley al exigirle a su prole que se comportaran y dejaran a Harry respirar.
En cosa de unas horas la habitación Malfoy se vio terriblemente pequeña para contener a la multitud que se había reunido ahí, no sólo estaban todos los Weasley (sin contar a Percy), sino también Fleur, Harry, Ron, Hermione, Draco y, de modo sorprendente, la señora Malfoy que ya no parecía ser tan estirada y tenía su nariz a una altura normal.
La presencia de Narcisa Malfoy obviamente no opacó la felicidad que desbordaban los Weasley, y para sorpresa de Harry, sus modos elegantes y calmados se acoplaban perfectamente al escandaloso Weasley, como si toda su vida hubiera pertenecido a esa familia.
Familia. La palabra siempre creaba un hueco en el corazón de Harry y por un momento sintió que estaba usurpando la felicidad ajena, casi deseó que Severus viniera a sacarlo antes de tiempo, incluso consideró la posibilidad de decirle a la señora Weasley que se sentía mal para salir de esa habitación que comenzaba a asfixiarlo con tanta dicha, aunque tuviera que volver a la enfermería.
-Relájate –Harry volvió la cabeza hacia la suave voz que había hablado sólo para encontrarse el sereno rostro de la señora Malfoy que lo miraba de reojo mientras fingía que su atención estaba fija en su hijo abriendo algunos de los paquetes al lado de su esposa.
-¿Disculpe?
-No eres el único que se siente fuera de lugar –continuó ella mirándolo por primera vez-. Pero ellos son felices de tenernos a su lado, eso bien vale el pequeño sacrificio de tragar la envidia que sentimos de su dicha ante nuestro vacío.
Era cierto, y por alguna extraña razón, Harry sintió que el deseo de salir corriendo de esa habitación se había ido conforme escuchaba a la señora Malfoy. Entonces empezó a sentirse un poco culpable, todos esos años de rivalidad con Draco habían ocasionado que él insultara muchas veces a la mujer que estaba sentada a su lado, una verdadera desconocida para él, pero eso no le disculpaba todas las cosas desagradables que había dicho a alguien, que viéndola de cerca no era una mala persona.
Narcisa Malfoy sonrió con indulgencia al ver la cantidad de sentimientos que pasaban por el rostro del joven señor Potter. Había esperado tener que soportar una cantaleta de sus aventuras en esa reunión, del mismo modo en que había soportado todas las cantaletas de Lucius. Descubrir que el joven era más bien callado y que estaba inquieto la había sorprendido lo suficiente para que, picada por la curiosidad, se acercara a hablar con él.
Un leve rubor cubrió las mejillas de Harry ante la sonrisa de la señora Malfoy y decidió que no valía la pena desperdiciar la compañía, así que empezó a entablar una conversación con ella para descubrir que el buen corazón de Draco se había mantenido oculto, pero a salvo, gracias a su intervención.
Media hora después eran amigos. Continuaron charlando animadamente sobre cosas sin importancia hasta que fueron interrumpidos por un grito.
-¡Wow! ¿Cómo lo conseguiste Potter?
-Draco, es descortés que sigas llamándolo por su apellido –lo riñó Ginny.
-Algunas cosas son más sencillas de conseguir si eres Harry Potter –sonrió con indulgencia y algo de orgullo el joven gryffindor.
-¿Un Teddy Bear azul original primera edición?
-¡No sabía que fueras un coleccionista de osos Draco! –Exclamó Harry verdaderamente sorprendido de la revelación, su interlocutor tuvo la gracia de colorear un poco sus mejillas antes de contestar-. Su creador era un mago y se dice que colocó en algunos de los osos que fabricó un pequeño conjuro feliz...
-Que garantiza horas de amor y compañerismo entre el oso y su dueño volviéndolos amigos inseparables por años –concluyó Narcisa el pequeño discurso de su hijo, luego agregó con cierta travesura cómplice que sorprendió a todos, menos a Harry que empezaba a conocerla mejor-. Draco tuvo uno que sufrió un fin desafortunado, desde entonces ha estado buscando otro Teddy Bear primera edición.
-¡Vaya! No lo sabía Draco, pero siento desilusionarte, el Teddy es para Dawn -todas las risas que habían empezado con la revelación de que Draco Malfoy había amado a un oso terminaron abruptamente ante la declaración de Harry.
-Así que Ron ha tenido razón todo este tiempo y si tienes una novia secreta Harry –bromearon Fred y George a coro.
-¡Claro que no! –Respondió Harry ofendido- Dawn es mi futura ahijada, pero como falta poco para que conozca a su padrino decidí enviar su regalo un poco antes.
-¡Señor Potter todavía no nace mi nieta y ya vas a empezarla a consentir! –Exclamó Narcisa horrorizada-. Debí haber pensado en eso antes o ella va a terminar queriéndote más a ti que a mí.
El lugar se llenó de risas ante la broma, logrando que Narcisa sintiera que por fin estaba integrándose a la nueva familia de su hijo.
-¡Oh no! –Chilló Draco-. ustedes no van a empezar a arruinar su educación.
-¿Por qué no Draco? –Se integró Molly a la conversación-. Después de todo sus padres son quienes deben encargarse de su educación y los abuelos...
-...y padrino.
-...son los encargados de consentirlos. A propósito, precioso nombre Harry, pero aún no sabemos el sexo del bebé.
-Harry ha insistido en que será una niña mamá.
-Lo será –garantizó Harry de nuevo con una sonrisa radiante de las que Draco quería prohibir.
-No intentes cambiar la conversación Harry –dijo Draco fingiendo estar molesto- ¿quién te vendió este Teddy?
-El Ejército de Salvación –dijo Harry en un suspiro derrotado y un poco avergonzado-, el verano pasado, no costó mucho –confesó- pero tuve que restaurarlo y como ese es uno de mis pasatiempos... por eso lo compré.
-Un Teddy Bear no puede ser arreglado con magia –musitó Draco comprendiendo que Harry debió comprar el oso no para su bebé, sino para el pequeño James, el bebé que tenía que dejar ir.
-Por eso es divertido repararlo hasta que quede como nuevo, aunque no sabía nada del hechizo feliz y no tengo idea si siga ahí.
-Permíteme –intervino Narcisa, tomo el oso, hizo una floritura con la varita y sonrió cuando el muñeco se vio envuelto en un resplandor azulado-. Sí, ahí sigue, tienes talento Harry, sería un excelente restaurador, ese oso parece nuevo.
Harry sonrió tímidamente ante el cumplido y empezó a contestar las preguntas que el señor Weasley le hacía, interesado en descubrir si Harry podía reparar algunos de los objetos que había acumulado en su colección. La señora Malfoy participó animadamente en esa conversación, intrigada por el modo en que Harry había reparado al oso sin magia y Bill preguntó preocupado porqué Harry visitaba ejércitos muggles, por lo que Harry le explicó que el Ejército de Salvación no tenía nada que ver con la milicia, sino con la ayuda.
Mientras tanto Draco, Ginny, Ron y Hermione intercambiaron miradas preocupadas y llegaron a un silencioso acuerdo.
-Es un regalo muy valioso –dijo Draco intentando que su voz no traicionara lo que sentía por tener que dejar ir a tan precioso obsequio-, quizás quieras conservarlo para cuando tengas a tus propios hijos.
-No digas tonterías –rechazó Harry fingiéndose ofendido-. Además no es el único oso que tengo.
-¿Tienes otro Teddy Bear azul primera edición? –El asombro de Draco era tan grande que cualquiera diría quería lanzarse sobre Harry para conseguir el otro oso.
-Tú si que eres un coleccionista –afirmó Harry divertido por la situación-. Tengo dos más -dijo con orgullo saboreando la expresión hambrienta de Draco- uno café y otro con forro a cuadros, pero aún no he empezado a repararlos así que no me pidas ninguno porque no te lo daré aunque palidezcas hasta casi volverte invisible.
Aquello era cierto, Draco estaba agitado y pálido, su madre le dirigió una mirada de advertencia, muy parecida a la que Ginny puso y con eso decidió dar por terminado el tema de los Teddy Bears y pasar al más seguro terreno de los obsequios, así que tomó el último de los paquetes que estaban bajo el árbol. Ginny entendió lo que él quería hacer y juntos se lo entregaron a Harry que los miró sorprendido.
Un silencio había tomado por asalto el lugar, todos los ojos fijos en las manos de Harry que develaron con cuidado una caja de cuero negro. Nervioso, el joven la abrió con cuidado para encontrar una tabla metálica del tamaño de un libro (como los de Harry Potter .). Pasó con cuidado sus dedos por la pulida superficie de la tabla metálica, descubriendo algunos símbolos labrados en ella.
-Es...
-Una tabla de sanación –corroboró Ginny con una sonrisa, ella había elegido el obsequio y Draco había estado de acuerdo en que era lo que Harry necesitaba-, Madame Pomfrey dijo que todos los sanadores necesitan una de esas, así que decidimos adelantarnos y dártela de una vez.
-Gracias.
° ° ° ° °
-¿Te divertiste?
-Mucho, pero sólo después de que tragarme la envidia y descubrir que la señora Malfoy en una linda persona. Pensé que estarías en la reunión.
-¿Y verme rodeado de Weasleys? No gracias, además tenía mucho que hacer.
-¿Jugar con James?
-El niño tiene poco más de una semana de nacido, no esperarás que sea un digno oponente mío en ajedrez.
-Claro Severus, lo que tú digas –comentó Harry intentando cubrir la sonrisa que quería salir a flote ante las palabras del hombre.
-Pensé que volvería a la enfermería –dijo intentando cambiar la conversación hacia terrenos más seguros.
-Poppy autorizó que volvieras a tu torre siempre y cuando te comportes.
Siguieron caminando en silencio unos metros, deteniéndose por breves segundos al final de una escalera que había agitado bastante a Harry.
-Creo que no voy a aguantar subir hasta la torre –murmuró Harry con cierta angustia.
Severus comprendió sus palabras, había subido tres pisos y obligarlo a más sería una soberana estupidez. Miró a su alrededor antes de pasar un brazo por la cintura de Harry que lo miró sorprendido, ignorando por completo el desconcierto en los ojos del joven, pasó el otro brazo por sus piernas y de un solo movimiento, lo levantó del piso.
-Esto no quiere decir que me llevarás a tu habitación ¿verdad? –bromeó Harry nervioso, siempre se sentía así cerca de Severus, pero estar en sus brazos era tan surrealista que lo hacía sentirse completamente desprotegido.
-Apenas puedes caminar y te atreves a pensar que te llevaré a mi habitación en donde quisieras quedar exhausto.
-Supongo que eso quiere decir que no.
Harry se acurrucó en el pecho de su profesor, aspirando el aroma del hombre, sintiéndose seguro y feliz. Severus seguía manteniéndose algo distante con él, pero aún se interesaba y Harry sentía que era cuestión de tiempo para que lograra perdonarlo por completo y volvieran a reanudar su romance.
No dijeron nada mientras se dirigían a la enfermería, el lugar más cercano desde donde estaban, no lo necesitaban, era una de las razones por las que estaban juntos, podían pasar largos períodos de tiempo simplemente disfrutando e su compañía, sin arruinarlo con palabras vacías que sólo quisieran llenar un momento igual de vacío.
Severus sonrió para sí mientras sostenía a Harry contra su pecho, hubiera sido más sencillo utilizar un hechizo que llevarlo en brazos, pero eso no era lo suficientemente bueno para llenar su corazón de la calidez que emanaba de Harry. A unos metros de la enfermería se detuvo y bajío el rostro buscando los labios del joven que no se hicieron del rogar y se abrieron ante los suyos fundiéndose en un delicioso beso.
-Feliz Navidad Harry –dijo cuando ambos se separaron buscando un poco de aire.
-Justo el regalo que estaba esperando recibir –susurró Harry sin ocultar su dicha-. Supongo que esto quiere decir que ya fui completamente perdonado.
-Si, creo que ya has aprendido la lección –bromeó Severus apretándolo contra su pecho mientras reanudaba su marcha.
En pocos minutos cruzaron el umbral de la enfermería, pero Severus no dejó que Harry lo soltara, aunque era claro que él quería recorrer esa distancia por sí mismo, lo llevó hasta su cama. En cosa de segundos apareció Madame Pomfrey con su habitual mirada preocupada.
-Antes de que comience el interrogatorio –dijo Severus- no le ha pasado nada, pero se agitó mucho subiendo unas cuantas escaleras y por eso decidí traerlo aquí en lugar de llevarlo hasta la Torre.
-Bien Harry –dijo la matrona con ese aire de superioridad que ponía cuando sabía que tenía la razón-, parece que vas a hacerme compañía unos días más.
-¿Podré ir a la celebración de Año Nuevo?
-Ya veremos.
° ° ° ° °
Una serie de ruidos lejanos empezó a inquietar el sueño de Harry, había estado conversado animadamente con Severus por una hora antes de que Poppy dijera que había sido suficiente y le ordenara dormir.
Los ruidos comenzaron a crecer de intensidad, mientras eran acompañados por algunos gritos y sollozos lejanos, y por lo tanto ininteligibles. Confundido, Harry se incorporó y buscó sus lentes.
La urgencia en las voces lejanas terminaron por despabilarlo, por lo que salió de su cómoda cama y se puso la bata encima, justo a tiempo para ver entrar en la enfermería la forma levitante de Draco Malfoy.
-¡Madame Pomfrey! –Llamó Harry al darse cuenta de que Draco era levitado por Bill y que detrás de él venían todos los que habían estado en la reunión navideña.
El mismo llamado de Hary se repitió en cada uno de los inesperados visitantes, pero ninguno de ellos consiguió su objetivo, Madame Pomfrey no apareció. Sin pensarlo mucho, Harry corrió hasta la oficina de la enfermera para encontrarla vacía.
Eso sí que era inusual, Poppy jamás dejaba su oficina, Harry buscó algún indicio de su paradero, llamó a la puerta de su habitación que estaba a un lado del despacho ¡y nada!. Confundido, regresó hasta el lugar donde estaba la conmoción, al parecer todos habían tenido la misma idea y estaban buscando por toda la enfermería a Madame Pomfrey con el mismo resultado. Ella no estaba.
Haciendo acopio d todo su valor, Harry se acercó a la cama en que Draco estaba gritando, había bromeado sobre el tema, conocía el procedimiento, pero jamás pensó que realmente él sería quien recibiría a la pequeña Dawn.
-¿Cuándo empezaron las contracciones? –Preguntó aparentando una calma que no sentía y empezando a revisar a su antiguo rival.
-¡Con Ted-dy! –Gritó Draco.
-¿Y hasta ahora vienes aquí? –Lo regañó Harry.
-¡N-noo lo sabí-a! –Se defendió Draco.
Harry contuvo el impulso de girar los ojos y comenzó a revisar a Draco, su magia había creado ya el canal de parto con lo que descartaba por completo intentar detener el alumbramiento. Lo que era peor, estaba demasiado dilatado lo que no era muy bueno tomando en cuanta su inexperiencia. Comenzó a contar la distancia entre las contracciones mientras revisaba el canal mágico.
Ginny sollozaba a su lado diciendo que las contracciones se suponían debían ser más dolorosas para que pudieran darse cuenta. Ron vociferaba llamando a Madame Pomfrey, Molly limpiaba la frente de Draco y Narcisa intentaba controlar a los gemelos que corrían de un lado a otro de la enfermería. Ahora entendía Harry lo que sentía Poppy, desesperado lanzó un hechizo paralizador en todos los presentes excepto Draco y les ordenó salir de ahí o no se hacía responsable. Quitó el hechizo y todos salieron.
Antes de que se retirara Ron, Harry lo detuvo pidiéndole que buscaran a Severus y a Remus. Y contrario a lo que esperaban, le pidió a Hermione que se quedara para ayudar. Todos los demás se encontraron afuera de la enfermería viendo la puerta y escuchando los gritos que salían del interior.
-Bien, esto es lo que haremos –dijo Harry.
° ° ° ° °
Ron regresó unos quince minutos después de haber sido echado de la enfermería con la mala noticia de no haber logrado localizar a Snape, pero con Remus corriendo a su lado. A penas llegaron a la enfermería, pasó su hijo a los brazos de Molly y se adentró al lugar abriendo la puerta con cuidado, aunque no el suficiente, porque un chillido salió de ahí.
Era potente, era agudo y de ningún modo era de Draco.
El tiempo se detuvo un instante para todos los que estaban fuera, y volvió a su marcha cuando Hermione emergió por la puerta, el pijama salpicado de sangre y una sonrisa radiante en el rostro.
-Están bien, Harry y Remus los están atendiendo ahora –dijo cansada, pero feliz, se sentó en una de las sillas que estaban en el corredor y empezó a llorar.
-Y-yo estaba tan asustada... casi no hice nada... apenas pasar unas toallas y estuve lejos, sosteniendo la mano de Draco, ayudando a Harry a contar, pero nada más.
-¿Esto es normal? –Había cierto temor en la voz de Fred.
-Según Harry sí, dice que no todos los embarazos son iguales y tampoco lo tienen que ser los partos, dijo que fue una suerte que incluso se diera cuenta porque pudo haber avanzado esto sin que lo notáramos.
-¿Lo viste? –Preguntó Ginny- al bebé.
-No, Harry estaba atendiéndolo cuando entró Remus y me dijo que podía salir.
Molly y Narcisa seguían sentadas con los labios apretados y las manos entrelazadas, las dos habían tenido hijos antes, sabían lo que sucedía dentro, pero habían estado tan asustadas que no pudieron ser de ayuda y, de pronto, la noticia entró de llenó a su conciencia.
-¡Ya nació! –Gritaron a un tiempo antes de darse un abrazo lleno de dicha.
Esa era la declaración que todos estaban esperando. El señor Weasley sonrió con orgullo mientras Bill y Fleur se abrazaban y besaban con complicidad, Charli y los gemelos chocaron sus manos y Ron se sentó junto a Hermione, rodeando sus hombros con su brazo, invitándola a que recostara su cabeza en su hombro. Ginny comenzó a llorar de felicidad antes de decir:
-Nació el veintiséis de diciembre.
-Pesando dos kilos y setecientos gramos, con excelentes reflejos, maravillosos pulmones y un buen apretón de manos –confirmó Remus, saliendo a ver al grupo-. La mamá puede pasar, Harry ha terminado con las pruebas y de limpiar a tu preciosa hija.
-¡Harry tenía razón! –Se quejaron los gemelos que habían esperado un niño a quien corromper.
-Ni se atrevan a pensar en convertir a mi niña en una amenaza como ustedes –advirtió Ginny.
-¡Qué gran idea! –Dijo Fred.
-¡Una amenaza femenina! –Agregó George.
Molly comenzó a regañarlos mientras Ginny era guiada por Remus por la enfermería hacia una cunita de la que emanaba una cálida temperatura.
Con algo de miedo se acercó a la cuna y se asomó al interior para encontrarse con la criatura más bella que había visto en su vida, un pedazo de su corazón y el de Draco que lloriqueaba con fuerza.
-¿Por qué no la cargas? –Incitó Remus al tiempo que aplicaba un hechizo esterilizador a la ropa de Ginny.
Ella se agachó con cuidado, tocando la suave cabecita con las yemas de sus dedos, mientras deslizaba una mano por debajo de la bebé para levantarla. Era tan pequeñita y frágil, pero era suya, su pequeña hija. Dawn, Harry había elegido un precioso nombre para la pequeña.
Dawn dejó de llorar en cuanto sintió el cálido abrazo de su mamá y escuchó su voz susurrante. Ginny estaba tan feliz, que sólo pensaba en compartir su felicidad con Draco.
-Ya puedes pasar a verlo –se escuchó la voz de Harry cerca de ella, como si hubiera adivinado su pensamiento.
Descorrió la cortina permitiéndole ver la figura cansada, pero feliz del hombre que amaba, sin pensarlo dos veces, Ginny llevó consigo a la pequeña que depositó en los brazos de Draco.
Jamás había visto esa mirada en los ojos grises, Draco pasó con cuidado una mano por la carita de Dawn, estaba feliz, orgullos, asustado y agradecido. Levantó su rostro hacia Ginny y la besó ligeramente.
-Gracias -susurró- ustedes han sido el mejor regalo que he recibido en mi vida.
-Lo sé, no nos mereces pero te queremos igual –bromeó ella.
-Sólo hay algo que me molesta –dijo él-. ¿Por qué Potter tiene que acertar siempre?
-Porque será un gran sanador y un excelente padrino para Dawn –concluyó Ginny.
La bebé en sus brazos apretó un dedo de papá para indicar su aprobación sobre el tema. Draco supo entonces que Harry Potter había entregado el mejor obsequio esa Navidad y no estaba hablando e un extremadamente raro oso de felpa.
° ° ° ° °
Continuará
N/A: Bien, parece que tengo cierta obsesión con la Navidad, porque pasan cosas importantes en mis historias en esas fechas, pero es completamente intencional si sacan cuentas así debía de ser por la fecha en que se embarazó Ginny, justo antes de salir del vacaciones por finales de abril o principios de mayo.
Ahora, como deben haber notado, siempre hay un desaparecido en este fic que le da nombre al capítulo, al principio se decía el nombre del desaparecido al principio, pero ahora quise dejarlo al final para cambiar un poco el ritmo ¿les gustó así?
Dawn significa amanecer
