La extraña y muy misteriosa desaparición de...

Autor: Quetzalli

Resumen: Harry ha decidido arriesgar el todo por el todo buscando enfrentar a Voldemort con tal de salvar la vida de Dumbledore y proteger a Howgarts.

Parejas: Harry-Severus, Draco-Ginny, Hermione-Ron, Remus-Ámber Kernell (si yo la inventé).

Disclaimer: Los personajes son propiedad de J. K. Rowling y Warner Bros. Yo sólo me divierto un poco.

Spoilers: Ninguno. Juro solemnemente que no hay ninguno aquí, todo lo que viene en este capítulo ha sido dicho en libros anteriores al príncipe mestizo.

Capítulo 11
Voldemort

Una representación mental de Harry se materializó en medio de un sendero cubierto de niebla que apenas permitía reconocer algunas ramas secas flotando alrededor lo que indicaba la proximidad de árboles. El suelo que lo sostenía se sentía blando y húmedo, como si estuviera pisando arena húmeda. Todo tenía un resplandor grisáseo nada agradable que transmitía cierta frialdad por doquier.

Por un momento Harry permaneció quieto, intentando acostumbrarse a sentir el frío y la humedad, algo que nunca había sucedido cuando entraba a los recuerdos en un pensadero. Claro que ahora estaba en una mente y eso debía hacer las cosas más intensas, lo entendía pero eso no facilitaba las cosas.

Estaba dentro de otra mente, en un nivel de conciencia que le permitía materializarse como un pensamiento. Harry se preguntó si el tomar control de alguien sería similar, como cuando Voldemort tomó control de su cuerpo para intentar que Dumbledore lo matara en el Ministerio de Magia.

Voldemort, esta debía de ser su mente, comprendió Harry ante el desolado paisaje. Tenía mucho conociendo a los dos poderosos magos para saber que la mente de Dumbledore era un sitio más ordenado y alegre, lo que quería decir que su mentor estaba luchando en terreno enemigo. Eso era una clara desventaja.

Harry sacudió los brazos para verificar su control sobre esa imagen suya; saltó y trotó un poco hasta que, satisfecho por los resultados, emprendió la marcha localizando la impresión mágica de Dumbledore.

No había avanzado más de unos metros cuando comprendió que estaba en un retorcido y meticuloso laberinto, algo que esperaba conociendo la fascinación que Volfdemort sentía por los juegos mentales. Su mente, su mundo, sus reglas.

Un presentimiento lo golpeó con fuerza al darse cuenta de que lo más probable es que entre más se moviera más se perdería alejándose de Dumbledore. Harry hizo una mueca de disgusto comprendiendo que estaba en la propia versión de la trampa del espejo de Erised de Voldemort, su particular venganza, una excelente ratonera que mantendría a Dumbledore cautivo hasta que las dos horas caducaran para evitar la pelea contra él, y coronarse ganador de su energía mágica.

Harry estaba convencido de haber descubierto el truco, lo malo era que seguía parado sin tener idea de que hacer. Cruzó los brazos molesto y se sentó en aquel suelo helado pensando en que Severus debería ser quien estuviera ahí, él no tardaría en encontrar un modo.

"Eres un inútil Potter, no tengo idea de porque pierdo mi tiempo contigo, jamás podrás realizar una sencilla tarea como aclarar tu mente, eres tan..."

Harry se levantó de un salto al escuchar eso, había estado recordando a Severus y él había surgido de la nada para reprenderlo porque él... lo había imaginado. Una ligera sonrisa de triunfo se estampó en su rostro, ¡estaba dentro de una mente, de una con la que compartía un cierto vínculo.

Se sacudió la túnica molesto por no darse cuenta antes, estaba húmeda, pero él quería que estuviera seca, cerró los ojos concentrándose en ese pequeño detalle. La túnica se secó de inmediato.

"Aclara tu mente" insistió el Severus imaginario. Harry cerró los ojos y comenzó a controlar su respiración, contando lentamente los tiempos en que inhalaba y exhalaba.

Un ligero mareo lo rodeó justo cuando el piso se desvaneció bajo sus pies. Harry siguió concentrado en su respiración, a pesar de la tremenda curiosidad que sentía por el ulular del viento helado que lo rodeaba y la carencia de un apoyo, como si estuviera cayendo de su escoba.

En algún momento de esa nada una mano se posó sobre su hombro, una ligera corriente mágica cruzó hacia él y fue sólo cuando la ubicó que abrió los ojos.

-Buen trabajo Harry, veo que has estado practicando.

-Todas las noches profesor.

-Me alegra escuchar eso –comentó Dumbledore como si estuviera en su oficina, bebiendo una taza de té y no en medio de una batalla mental.

-Supongo que ha pasado más tiempo del previsto.

-Le queda poca arena a su reloj –dijo Harry a modo de explicación, más supo de inmediato que Dumbledore quería la escala comparativa-. Tienen una semana desaparecidos.

-Mucho más de lo que creí, supongo que no estoy ganando.

Harry sabía exactamente a que se refería Dumbledore, se aclaró la garganta y enfrentó la mirada azul del profesor, sus ojos habían perdido algo de su antiguo brillo, indicio claro de lo fatigado que debía estar.

-Se ha desatado una epidemia de resfriados mágicos, la mayoría de los primeros y segundos años han perdido control aumentando los casos de magia accidental y muchos huesos se han roto con facilidad en estos días.

-Muy astuto Harry, descubriste que no he podido contener todo el poder del conjuro y supongo que comprendes exactamente la gravedad de la situación.

-Debemos salir de aquí profesor.

-Para eso tengo que enfrentar a Voldemort.

Harry lo sabía, pero eso no lo hacía más fácil. Golpeó el piso arenoso con fuerza molesto por seguir aparentemente en el mismo sitio, incluso las volutas de niebla eran las mismas. La mente de Voldemort era un lugar horrible, por lo menos su túnica seguía seca.

-¿Y qué estamos esperando? –dijo comprendiendo que había un modo de encontrar a la serpiente sin adentrarse más en su madriguera.

Se arrodilló y enterró sus manos entre la arena ilusoria, era gruesa y tenía trozos de vidrio dándole una apariencia irreal. Harry sabía que debía tener cuidado, cerró los ojos y se concentró en un pensamiento feliz, como si se preparara para lanzar un patronus.

Y eso fue lo que hizo.

Un ciervo plateado galopó hacia ellos surgiendo de entre la niebla, su resplandor era cálido y sus pasos fuertes. El patronus se detuvo a un lado de Dumbledore instando al mago tocarlo. A penas había puesto una mano sobre el ciervo cuando otro idéntico surgió del mismo punto que el anterior. Dumbledore sentía sus fuerzas renovadas cada vez que un nuevo patronus se acercaba y lo tocaba con el hocico.

-Son demasiados –dijo cuando surgió el séptimo patronus- no deberías agotarte.

-No lo hago –respondió Harry que seguía con las manos enterradas en la arena– estoy usando "nuestra conexión especial" para crearlos.

-Quieres crearle un dolor de cabeza –comprendió Dumbledore-. Será mejor que te detengas antes de que...

Harry soltó un grito cuando los cristales en la arena comenzaron a crecer como puntas filosas de medio metro de largo. Apenas tuvo tiempo suficiente para sacar las manos y evitar que fueran rebanadas por esos cristales que se lanzaban hacia ellos atacado a los patronus los cuales se concentraron en protegerlos, rodeándolos por completo para absorber el impacto.

Cuando los cristales dejaron de atacarlos, los ciervos se disiparon junto con la niebla de la que habían sido formados. Una oscuridad profunda los envolvió y una cruel carcajada llenó esa nada casi palpitante antecediendo la entrada de Lord Voldemort.

-Siempre supe que tenía demasiado gusto por el dramatismo –dijo Harry incapaz de pensar en otra cosa que en el rostro casi serpentino, más no del todo desagradable, de Voldemort quien vestía una fina túnica negra con ribetes dorados que lo hacía ver más alto de lo que Harry recordaba, más alto que ningún jugador de baloncesto, ese fue el detalle que capturó a Harry cuando comprendió que esa era la representación mental que Voldemort tenía de sí mismo.

-Yo siempre supe que eras lo suficientemente estúpido como para caer en mi trampa Potter –dijo Voldemort ignorando los esfuerzos de Harry por no reír-. No deberías estar tan contento Potter, no te queda mucho tiempo de vida.

Voldemort fijó su atención en Dumbledore, quería tener un contrincante medianamente cuerdo, no había esperado que vencer a Harry fuera tan fácil, obviamente el muchacho no había logrado llegar hasta ahí sin perderse.

-Así que estamos justo donde empezamos –le dijo al mago mayor. Dumbledore no se movió, su rostro impasible sin dejar una sola emoción al descubierto.

-Justo donde debíamos estar antes de que huyeras Tom.

-Yo no lo llamaría huir, solo me alejé temporalmente. No esperaba que lograras encontrarme de nuevo, al parecer sirvió de algo –dijo lanzando una mirada de desprecio a Harry que había perdido la batalla con su risa y estaba prácticamente tirado en el piso imaginario.

Dumbledore también estaba desconcertado, no hacía mucho que Harry había estado completamente bien y ahora parecía haber perdido la razón; apartó la mirada del joven cerrando su mente y su corazón, demasiado dolor tendría que enfrentar después, no debió haber dejado que convocara tantos patronus.

-Así que este es el encuentro definitivo.

-Yo no usaría esa palabra Dumbledore, es muy terminante. No creo que llegues a ver el encuentro definitivo, no vivirás lo suficiente –dijo lanzando un destello verde hacia Dumbledore que desapareció en un revuelo de su capa para materializarse a unos metros de Harry, lo más lejos del joven que miraba la batalla con ojos abiertos como un niño que descubre la impactante majestuosidad de un espectáculo circense.

Dumbledore lanzó tres maldiciones contra Voldemort, cada una en un sentido diferente. Voldemort las esquivó con facilidad desapareciendo en tres ocasiones distintas, lo que también lo hizo perder el punto exacto de Dumbledore que logró golpearlo con una tercera maldición que lo lanzó unos metros.

-No permitiré que lastimes a los niños Tom.

Esa fue toda la advertencia que Dumbledore hizo antes de lanzas una serie de conjuros que Harry no había tenido el privilegio de conocer por lo que empezó a analizarlos con avidez, sintiéndose por un momento tan sediento de conocimiento como Hermione. Voldemort se recuperó de inmediato contraatacando con una variedad de maldiciones oscuras, era claro que no estaba jugando en absoluto.

Varias explosiones se llevaron a cabo alrededor de Harry, producto de disparos residuales que no habían logrado alcanzar al profesor. Dumbledore se movía con una velocidad inusual para su edad mientras hacía surgir columnas doradas que se lanzaban a golpear a su contrincantes. Voldemort fue más ingenioso, creando réplicas de sí mismo que se interpusieron entre las columnas, de inmediato cada columna capturó el obstáculo envolviéndolos como si fueran avispas en ámbar.

Para ser la segunda vez que tenía el privilegio de verlos combatir Harry estaba asombrado, ambos eran excelentes, ágiles y rápidos, determinados y centrados. Cada conjuro era más increíble que el anterior y no perdían fuerza aunque estuvieran manejando más de cuatro hechizos al mismo tiempo. Su conocimiento ofensivo y defensivo era impresionante y aún así... Harry sonrió ante su descubrimiento.

Si había pasado una hora o quince minutos era imposible de saber, pero los combatientes no mostraban signo de saber nada que estuviera fuera de la pelea, justo lo que Harry había esperado. Durante todo el combate se había mantenido lo más quieto posible, deslizando lentamente sus manos hasta el misterioso suelo que ahora era sólido y frío como el mármol. Con las palmas abiertas tocándolo había estado cambiando la configuración del campo de batalla tan lentamente que Voldemort no lo había notado quizás pensando que él mismo había desarrollado ese piso para su mayor comodidad.

Harry permitió que su magia corriera libremente empezando a tomar el control del lugar, usando un eufemismo, tomando venganza por la invasión a su mente cuando tenía quince años. Esperó justo cuando Dumbledore lanzó un rayo azulado con el poder de paralizar a un gigante para crear una sólida superficie reflejante detrás de Voldemort, cuando éste esquivó la maldición de Dumbledore fue golpeado por la espalda por el hechizo rebotado en la barrera. Entonces se dio cuenta de que Harry estaba más cuerdo y despierto de lo que aparentaba, fijó su atención en él sólo para descubrir una mirada de seria en los ojos verdes.

-Así que decidiste participar –siseó y una serie de víboras surgieron alrededor de Harry danzando peligrosamente hacia él.

-No te temo –musitó Harry enterrando sus manos en el suelo-. ¡Stupefy!

Algo inesperado sucedió entonces, la figura de Voldemort quedó estática y las serpientes dejaron de bailar, para desaparecer en fino polvo dejándolos solos. Dumbledore logró alcanzar a Harry sorprendido por el súbito cambio de escenario.

-¿Harry?

-Tenemos que irnos antes de que despierte, no creo que esto dure mucho –declaró Harry levantando la mirada sin despegar sus manos del piso.

Dumbledore no se molestó en hacer más preguntas, sólo cerró los ojos, buscando su propia huella mágica para regresar su conciencia a su cuerpo. Una sonrisa de triunfo le indicó a Harry que lo había logrado.

-Después de ti Harry –indicó el anciano mago.

-Tengo que mantener esto, usted primero –declaró Harry con decisión- no tiene mucha arena su reloj y yo tengo mi propio seguro de vida.

No entendiendo todas las palabras de Harry, Dumbledore se concentró en regresar; su cuerpo comenzó a desvanecerse lentamente como si fuera un dibujo al carboncillo que alguien estuviera borrando empezando con sus pies para terminar con su cabeza. Justo cuando estaba desapareciendo sus ojos alcanzó a ver una sombra oscura que se levantaba detrás de Harry, intentó advertirle, pero su boca ya había desaparecido y también el resto de él.

° ° ° ° °

Abrió los ojos e inhaló una profunda bocanada de aire, todo su cuerpo protestó ante el súbito movimiento después de la inmovilidad a la que se vio forzado. Las piernas le fallaron y unos brazos lograron sostenerlo antes de que se desplomara en el suelo.

-¡Albus! –chilló Poppy comenzando a revisarlo sin tardanza.

-Ha-Harrry...

-Shhhh, tranquilo –musitó la enfermera convocando muchos conjuros para reanimar sus cansados músculos-. No debes hablar.

-Vo-ld... ata-ca –balbuceó Dumbledore antes de perder el conocimiento, la barrera mágica se tambaleó y debilitó hasta desaparecer. Remus dirigió una mirada preocupada a los brazos de Severus, en donde Harry continuaba estático.

-Sigue dentro ¿por qué no ha salido?

-¿No es obvio Lupin? Está peleando contra el Señor Tenebroso.

-¿No puedes sacarlo de ahí?

-Sólo podré cuando se acabe la arena de su reloj –dijo Severus ocultando su rostro entre la cortina de su cabello negro, Remus no tenía que verlo para saber que estaba controlando el impulso de sacudir a Harry.

° ° ° ° °

-Muy ingenioso Potter, una mente no puede combatir si ha perdido la conciencia. Lástima que no durara tanto como esperabas.

-¿Quién dice que no duró justo lo que esperaba?

-Cierto, tu deber era salvar a Dumbledore el mago que guía le resistencia en mi contra. Aunque no es él quien me importa, sino tú. Como le dije al vejete, no verá la batalla final.

Harry estaba de pie, siguiendo a Voldemort con la mirada, como quien vigila a un animal salvaje en un lugar hostil. Lo supo desde que descubrió la decepción de Voldemort cuando lo creyó demente, la trampa no era para Dumbledore, sino para él.

-Supongo que será la última vez que uno de nosotros se mete en la mente del otro –comentó Harry.

° ° ° ° °

-No está bien –susurró Severus apartando un mechón de cabello de la húmeda frente de Harry.

Apenas Dumbledore había perdido el conocimiento, Harry había comenzado a estremecerse en una serie continúa de movimientos sin control, espasmos que lo sacudían por completo haciendo que fuera difícil sostenerlo, Severus tuvo que recostarlo para no dejar de abrazarlo.

Por debajo de los párpados los ojos de Harry se movían sin control, su respiración agitada hacía que su pecho subiera y bajara sin cesar. La peor pesadilla de Severus hecha realidad, por ningún motivo quería que el joven se enfrentara solo al monstruo y ahora, lo único que podía hacer era sostenerlo.

-Tenemos que ser pacientes y esperar lo mejor –intentó consolarlo Remus.

-¡Estoy cansado de esperar! –gritó Severus-. He esperado toda una vida por Harry sin saberlo –agregó en un leve murmullo apenas audible-, ahora lo tengo a pesar de todo lo que nos separaba... cuando lo encontré, no pude acercarme como lo hubiera deseado, demasiados prejuicios y tanta amargura. ¿No lo entiendes Remus! –dijo usando el nombre de su antiguo enemigo-. Él es todo lo que necesito y todo lo que quiero.

Mientras hablaba, Severus apretaba más a Harry entre sus brazos, respirando entre su cuello la fragancia del joven.

-Ni siquiera he hablado con él de lo que siento... ¡pero es que apenas entiendo lo que siento por él!

-Escucha debes dejar de preocuparte tanto–dijo Remus apretando su hombro para confortarlo-. Pero Severus, si no puedes imaginar tu vida sin él, si puedes verte envejeciendo a su lado, si es lo primero en lo que piensas en las mañanas y lo último que quieres a tu lado en la noche, aunque suene como un cliché que pueda sonar, entonces yo diría que lo amas... y creo que Harry lo sabe aún cuando nunca se lo hayas dicho, por eso te ha encargado su vida.

Severus depositó un casto beso en la frente de Harry, el joven sonrió ligeramente sin abrir los ojos, relajándose ligeramente en el abrazo protector.

-Quería formalizar un compromiso con él cuando descubrimos que estaba embarazado, estaba tan molesto que no quiso oírlo y cuando supe que el niño era tuyo quise matarte sin contemplar nada, hasta que menciono a Ámber y entendí lo equivocado que estaba... Es sólo que nunca antes había amado.

-¿Por qué lo alejaste entonces?

-Porque quería que ese niño fuera mío –Severus enfrentó la mirada profunda de Remus para decir con una sonrisa limpia-, aún lo quiero así, gracias por nombrarme su padrino.

-Harry se opuso cuando Poppy indicó que era mejor para él renunciar al bebé.

-Eso ha sido mucho más duro para él, pero saldrá adelante, siempre se sale con la suya.

-¿Entonces por qué has pospuesto ese compromiso? –insistió Remus.

-Por cobarde, tengo tanto miedo de perderlo...

-Debes confiar más en Harry, respeta sus sentimientos, él regresará porque te lo ha prometido.

° ° ° ° °

-Así que eso es todo lo que puede hacer el famoso Harry Potter –se mofó Voldemort, había acorralado a Harry entre una legión de serpientes, cada una mayor que la anterior-. Bien supongo que no debemos postergar esto más.

En ese momento todas y cada una de las serpientes se lanzó contra Harry que se había quedado quieto, sin oponer resistencia. La mas cercana de las bestias producidas por Voldemort dio un estirón como impulsada por una fuerza insólita, abriendo sus fauces y mostrando los colmillos que buscaba enterrar en la pierna del joven. Más sin embargo, las filosas dagas llenas de veneno no llegaron a tocar la piel de Harry, todas las serpientes quedaron estáticas a una distancia considerable, clavadas en una barrera mágica que pulsaba lentamente, absorbiéndolas y con eso, incrementando el grosor de la barrera que rodeaba a Harry.

Voldemort no perdió tiempo en análisis que consideraba inútiles, una secuencia continúa de maldiciones golpeo el escudo de Harry intentando inutilizarlo en vano. Más cada impacto aumentaba la fuerza de esa barrera.

-¿Qué esperas Potter? ¿Acaso crees que tus patéticas defensas podrán contra mí, un experto en Legilliimens? Te conozco, he descubierto cada pensamiento que intentas proteger con tus pésimas dotes de Oclumancia, se cuales son los pensamientos felices que utilizas para crear tus patronus y no podrás vencerme. ¿Entiendes? Será mejor que te rindas ahora.

-Te equivocas Voldemort –dijo Harry levantando la cara con dignidad, mostrando una sonrisa confiada que sorprendió completamente a su enemigo-. No sabes nada.

La barrera del joven gryffindor comenzó a concentrarse sobre su núcleo, llegando a ser del tamaño de una snitch en la mano de Harry.

-Soy yo quien sabe que aún sigues siendo un niño enojado con el mundo que creció en un orfanato, yo quien conoce las pesadillas que usas para formar cada una de tus serpientes debiluchas y yo quien comprende mejor que tú la oscuridad que te consume sin descanso. ¿En verdad creíste que utilizaría mi mejor patronus en una batalla preliminar?

Los ojos de Harry resplandecieron de un modo peligroso que Voldemort no esperaba, una sombra de alguien conocido cuyo nombre se escapaba de su comprensión en ese momento. Algo de lo que estaba sucediendo era muy importante y él no lograba entender que el estremecimiento que lo recorría era a causa del miedo que había ignorado por tantos años y que comenzaba agolparse en su razón, emergiendo de todas partes a causa de la orden de Harry.

Las sombras que emergieron gritaban acusaciones y reclamos, Voldemort sintió que intentaban detenerlo, herirlo y destrozarlo, agarrando su túnica, jalándolo hacia el interior del infierno que tanto horror le causaba, el mismo que siempre había querido evitar buscando la inmortalidad. No esperó más, el mocoso podía esperar a que relegara las sombras de su pasado al olvido en donde las tenía selladas.

-Te he engañado bajo tu propia nariz –lo escuchó mofarse-, verás no soy tan mal oclumencista, pero si hubiera cerrado toda mi mente lo habrías sabido y no te hubieras confiado. Dejé unos cuantos recuerdos en la superficie para que los descubrieras.

La voz de Harry parecía vibrar en cada rincón, la proyección mental de Voldemort lo ignoró lanzando cuanta maldición conocía con el afán de hacer retroceder a las sombras más fuertes, muchas de las cuales tenían el aspecto que alguna vez tuvo.

-Soy yo quien te agradece el lugar de combate, de otro modo no habría podido reavivar las dudas que te consumen.

-¡NADIE PUEDE JUGAR CON MI MENTE!

-Yo sí, algo de ti está en mí y viceversa.

Esa fue la declaración que levantó todas las alertas de Voldemort, dejó de luchar contra sus miedos para volver toda su atención en Harry, la snitch era cada vez más brillante, era su luz la que liberaba a las sombras, más fue su sonrisa la que le preocupó al darse cuenta del poder que le había dado a ese escuálido mago.

-Sí mucho poder –dijo Harry confirmándole su peor temor ¡el mocoso sabía lo que estaba pensando!

Voldemort se detuvo intentando recobrar el control de su mente, cualquier otra cosa había perdido interés, debía expulsar a Potter antes de que fuera demasiado tarde.

-Descuida, no pienso quedarme mucho aquí –aseguró Harry. Levantó la snitch a la altura de su pecho y la soltó.

La pequeña esfera luminosa flotó hasta llegar a Voldemort. El mago tenebroso no podía evitarla, emanaba una calidez desconocida que le quemaba.

-Te regalo un verdadero patronus antes de irme –dijo Harry y la esfera creció hasta formar un ciervo tan alto como Voldemort.

La luz lo cegaba, quería gritar, huir de ese patronus que estaba lleno de un poder desconocido, el poder de la profecía, se dijo Voldemort intentando defenderse de una magia desconocida que lo lastimaba sin que él pudiera evitarlo, que lo rodeaba consumiendo su poder hasta que el ciervo fue absorbido por su piel y él no fue capaz de controlar el grito que salía de sus mismas entrañas.

Harry caminó hasta la figura inmóvil de Voldemort, el mago tenía el rictus de un grito silencioso en su rostro. Al llegar a él, Harry sabía que debía irse, sentía a Severus llamándolo con insistencia, pero no podía dejar a Voldemort así, era el momento de terminar con todo.

Se inclinó a su lado y con algo de indecisión, lo abrazó.

-Te perdono –susurró antes de empezar a desvanecerse del mismo modo que lo había hecho Dumbledore antes.

Se sentía completo, no sólo por haber hecho lo correcto, sino porque sabía que había recuperado una parte de él que le había sido robada de niño. Lo último que vio antes de que sus ojos se desvanecieran fue un pequeño Tom Riddle agitando su mano para despedirse, mientras el resto de las sombras que eran la mente fragmentada del otrora Señor Tenebroso se fusionaban a la figura serpentina, menos que humana de Voldemort.

° ° ° ° °

Continuará

N/A: Bien, este fue el capítulo con mayor acción de esta serie, espero y confío que haya sido de su agrado, tuvo sus dificultades y eso me encantó, no estaba muy segura de él al principio porque casi todo se lo lleva Harry y entonces ¡zas! Severus se coló con sus preocupaciones.