La extraña y muy misteriosa desaparición de...

Autor: Quetzalli

Resumen: Lord Voldemort ha caído y con él, el destino de los mortífagos es tan incierto como el escape de Harry de los terrenos tenebrosos, afortunadamente para él Severus y Remus están a su lado aún cuando no tengan idea de como ayudarlo.

Parejas: Harry-Severus, Draco-Ginny, Hermione-Ron, Remus-Ámber Kernell (si yo la inventé).

Disclaimer: Los personajes son propiedad de J. K. Rowling y Warner Bros. Yo sólo me divierto un poco.

Spoilers: Ninguno. Juro solemnemente que no hay ninguno aquí, todo lo que viene en este capítulo ha sido dicho en libros anteriores al príncipe mestizo.

Capítulo 12
Mortifagos

-¿Dónde...? –alcanzó apenas a balbucear Harry en cuanto logró enfocar medianamente la vista. Se sentía confundido y aún no lograba centrar todos sus sentidos.

-¿Estamos? Excelente pregunta Potter, confío que tengas la respuesta o vas a lamentarlo seriamente cuando regresemos al colegio y pueda imponerte un buen castigo por tu imprudencia.

Harry alcanzó a esbozar una sonrisa, las palabras de Severus eran tan agresivas como siempre, pero a estas alturas él era capaz de detectar el ligero alivio en sus palabras cosa que no era difícil tomando en cuenta que el austero profesor de pociones seguía sujetándolo entre sus brazos mientras frotaba la palma de su mano en su frente haciendo pequeños círculos sobre su cicatriz.

-No veo nada.

-Toma –ofreció Remus sus lentes. Hasta el momento en que los tuvo en su mano Harry descubrió que no los tenía puestos.

Todo era demasiado extraño, tenía conciencia de su cuerpo, lo sabía, pero de algún modo sabía que no era exactamente el mismo cuerpo, como si el Harry que estaba recostado en las piernas de Severus fuera alguien diferente, un pensamiento por demás perturbador. Consternado Harry decidió preocuparse por eso después, por el momento tenía que descubrir lo que Severus había tratado de decir cuando recuperó la conciencia.

-¡¿Pero qué demonios! –alcanzó a decir Harry al intentar incorporarse de un salto lo cual fue imposible porque Severus se lo impidió aumentando la fuerza del abrazo con que lo sostenía. Sólo entonces Harry notó el gusto metálico de la sangre en su boca; pasó una mano sobre esta siguiendo la ruta del tibio líquido vital hasta su cicatriz, en donde la mano de Severus seguía con labor.

-Por tu impresionante despliegue de elocuencia deduzco que no tienes idea de cómo llegamos aquí –musitó Severus dedicando una mirada a Remus, el cual tenía ese tinte ansioso que sólo mostraba cuando no tenía idea de qué hacer.

-¿Acaso nos atacaron?

-No sabe –corroboró Remus verdaderamente preocupado.

-Mientras tú te entretenías explorando la mente del Señor Tenebroso, sucedió algo inesperado –explicó Severus con ese aire melodramático que le gustaba usar frente a Harry para amedrentarlo-. Un rayo de luz verde...

-Del mismo verde que el Avada Kedavra –intervino Remus.

-...salió de tu reloj y te golpeo –continuó Severus-, Lupin me ayudaba a buscar una posición más cómoda, pesas más de lo que aparentas –dijo en un cínico murmullo-, cuando eso sucedió, así que fuimos alcanzados por el rayo también y afectados por su magia.

-No entiendo –balbuceó Harry, el piso había dejado de moverse más la inquietud seguía.

-Nos transportó aquí –resumió Severus ayudando a Harry a ponerse en pie, alisó su túnica verificando que estuviera en perfecto estado, una vez satisfecho lo acercó hacia sí y depositó un breve y tierno beso en los labios del joven.

-¿Y dónde estamos?

-Si supiera no te lo habría preguntado.

-Decidimos no movernos hasta que despertaras o fuera completamente indispensable –dijo Remus.

Harry decidió que era imperativo descubrir en qué nuevo problema se había metido, sin moverse convocó un lumus que produjo un tenue resplandor, apenas suficiente para ver sin ser vistos.

-Muy ingenioso, imprudente pero ingenioso -una sonrisa acompañó el comentario de Severus y Harry lo tomó como un cumplido.

Decidiendo concentrarse, los tres comenzaron a estudiar el lugar, una cámara enorme a juzgar por la lejanía del techo y las paredes que estaban ricamente adornadas con grecas y capiteles de influencia clásica, el piso de mármol estaba adornado por un camino de figuras en distintos tonos que indicaban una línea a modo de camino. Un gran candil tintineaba sobre sus cabezas como si los colgantes de cristal que lo decoraban fueran pequeñas campanitas en espera de que alguien prendiera las velas que sostenía.

-Parece la mansión de un mago –comentó Remus esperando que Severus no dijera que era de Voldemort, pero el silencio de Severus sólo lo preocupó más.

Los pies de Harry comenzaron a moverse por el salón como si conocieran el camino, de la misma forma automática que usa alguien que conoce bien el camino, Severus y Remus lo siguieron de cerca, preocupados por la falta de charla de Harry que avanzó hasta llegar frente a un reloj de arena incrustado entre el mármol, los mismos adornos del piso formaban las runas necesarias para el conjuro, las paredes estaban cubiertas de los símbolos correctos. Fuera de eso el lugar estaba tan vacío que el estante lleno de pociones, el escritorio de trabajo lleno de pergaminos y el trono de madera labrada con ribetes dorados en donde estaba Lord Voldemort, destacaban como si estuvieran rodeados por luz fosforescente.

-No puedo creerlo –susurró Severus consternado de ver la otra figura poderosa de mago oscuro yaciendo como un muñeco de trapo en el trono, los ojos abiertos con sorpresa y una extraña sonrisa en sus labios. Lo más extraño era la sonrisa que daba a aquellos ojos un cierto aire de nostalgia, como si intentara recordar algo agradable.

Harry llegó hasta el cuerpo inerte de Voldemort antes de que sus compañeros pudieran reaccionar, dirigió un leve rayo luminoso directamente a los ojos del asesino, tocó su cuello y sujetó su muñeca entre sus dedos. Queriendo cerciorarse corrió el riesgo de lanzar un conjuro haciendo un rápido chequeo al cuerpo, la luz blanca que lo rodeó pronto se oscureció y desapareció en una voluta de humo.

-Está muerto –dijo en un suspiro aliviado. Había completado la profecía y salido con vida de la batalla final casi sin darse cuenta-. Todo ha terminado.

Severus no podía dar crédito a las palabras de Harry, como un ansioso torbellino realizó las mismas pruebas que Harry, comprobó la falta de magia y por último, sujetando la mano de Harry entre la suya, levantó la manga de su túnica que cubría la marca tenebrosa.

-Se ha ido –murmuró como si temiera que al decirlo fuera a despertar de un sueño.

-¡Ahora ya no hay nada de qué preocuparse! –exclamó Harry lanzándose al cuello de Severus que aferró como si en ello se le fuera la vida.

-Yo no estaría tan seguro –comentó Remus en el más puro estilo Snape lo que sorprendió a los magos interrumpiendo el beso que estaban dispuestos a compartir en ese momento-. Estamos frente al cadáver de Voldemort en el salón más seguro que pudo preparar para enfrentarse a Dumbledore. Debemos estar en su base de operaciones.

-Este lugar debe estar rodeado de mortífagos –terminó Severus entendiendo cabalmente la extensión del problema.

-¿Sentiste algo en tu brazo que te diera algún indicio de la desaparición de tu marca? –preguntó Harry frotando levemente la piel todavía expuesta.

-Nada –respondió Severus comprendiendo el razonamiento de Harry-, aún no deben saber que él ha muerto.

-Van a atacarnos con todo si salimos de aquí.

-Eso creo Remus y conociéndolo, esta casa debe estar protegida para evitar que nadie pueda desaparecer si no ha sido autorizado.

-Lo que vuelve este escape más emocionante.

-Deja de ser tan infantil Potter –dijo Severtus regresando a su papel de centrado profesor de pociones, temido espía y hombre preocupado por poder vivir sin temer por su cabeza.

Los tres recorrieron con paso cauto el mismo sendero esperando encontrar la salida. Fue cuando Severus notó el detalle que había pasado por alto, la razón por la que no había relacionado ese salón con la base del Señor Tenebroso ¡sus pasos resonaban en el salón! El sonido regresaba a ellos claro, no era más un golpe seco, un murmullo lejano que buscaba avivar el miedo. Haciendo acopio de valor, levantó la varita hacia el candil y prendió las velas.

La luz que produjeron se propagó por el lugar, contagiando a sus compañeros de menor tamaño y consiguiendo iluminar todo el recinto, revelando las paredes ricamente adornadas y las costosas pinturas que los observaban ansiosas, esperanzadas y felices.

-Su poder se ha ido por completo –comentó Severus antes de que alguien le pidiera una explicación-. El eco en las paredes era un murmullo denso, apenas audible, y la luz, apenas visible, tenía un resplandor verdoso.

-Iluminado este lugar no se ve tan mal, ¿tú que dices Harry? –la pregunta de Remus quedó volando, sin respuesta pues el joven gryffindor avanzó con paso seguro hasta una columna que antes había pasado completamente desapercibida.

Con inusual calma y cuidado Harry pasó la punta de los dedos por la lisa superficie de la columna, una vibración lenta pareció emerger de ella como una suave tonada mientras la blanca piedra se desmoronaba en pequeños trozos hasta ser reducida a polvo. Severus y Remus se acercaron a él descubriendo el oscuro corredor que ocultaba la columna.

-Sólo Voldemort podía moverla, así que tuve que destruirla –declaró Harry.

-¿Cómo lo supiste? –Severus estaba a punto de gritarle a Harry que había sido más imprudente que de costumbre, que cientos de mortífagos podrían haber estado en ese pasillo, pero las mirada confiada de Harry lo detuvo.

-Cuando lo vencí, recuperé algo de mí que me robó cuando intentó matarme la primera vez... creo que hay algunos recuerdos que esa parte mía tenía –contestó con aire ligeramente ausente y sin esperar más a los adultos se adentró en corredor.

Al principio, tuvieron la sensación de haber regresado a Hogwarts, el pasillo era muy similar a las mazmorras, aún así al adentrarse las paredes fueron perdiendo su fachada de piedra pulida mostrándose cada vez más desnudos hasta que su única cubierta era el escaso musgo que se aferraba a los pedruscos.

-¿Tienes idea por donde vamos? –preguntó Remus cuando se percató de que el aire se volvía más denso y viciado.

-Me parece que a lo más profundo de este lugar –respondió Harry.

-Por muy tentadora que resulte la propuesta de explorar el terreno enemigo, considero más prudente buscar la salida –musitó molesto Severus.

-No tu piensas que lo mejor será llegar a lo más profundo de esto –dijo Harry aumentando la velocidad de sus pasos-. Estás ansioso por entrar al laboratorio secreto de Voldemort en donde están valiosas notas ancestrales de magia oscura y pociones junto con cierto conjuro que tiene por objeto enfermar a los más débiles de magia.

Severus no acostumbraba permitir que alguien le hablara así sin recibir un comentario mordaz, pero esta era una situación completamente distinta. En un par de segundos encabezaba la marcha sin saber que lo motivaba más: los niños o los escritos con los que había soñado por años, los mismos que él le prometió cuando aceptó ser su mortífago. Desde que aceptó la marca tenebrosa sólo los había visto en una ocasión compilados en un grueso libro de cuero negro, lo suficiente para saber su valor.

A partir de ese momento el camino fue más corto y angustiante, las paredes de la caverna exhibían picos amenazantes, quizás una de las muchas protecciones que se habían extinguido junto con Voldemort.

Por fin, se encontraron de frente con una puerta metálica decorada con una enorme serpiente enroscada en posición de ataque. Harry avanzó hasta ella, al quedar a un paso de la puerta los ojos de la serpiente se abrieron al tiempo que emitía un siseo amenazador.

-¡Déjanos pasar! -ordenó Harry en pársel.

-Sólo la magia del amo puede abrir la puerta, si quieres pasar y no tienes su permiso te devoraré.

Harry lo pensó un momento, obviamente Voldemort había contado con que él hablaba pársel también y había colocado esa medida en caso de que llegara hasta ahí. con lo que no contaba es que al momento de hacer el conjuro aún tenía algo de magia de Harry así que había una remota posibilidad de que la serpiente sintiera que tenía permiso de su amo... o que lo matara por intentarlo.

-¿Sucede algo? –preguntó Remus cuando Harry pareció dudar ante abrir o no la puerta.

-Espero que no –Harry colocó su mano sobre la cabeza de la serpiente y empujó la puerta, concentrándose en la reciente batalla y en el poder que acababa de serle devuelto. Los ojos de la serpiente brillaron mientras abría sus fauces mostrando los colmillos más Harry no retiró su mano. Tras unos segundos un picaporte apareció dentro de la boca de la serpiente, sus ojos se apagaron y Harry dejó libre el aliento que no sabía había estado conteniendo.

-Debió estudiar arte dramático –musitó para sí mientras giraba el picaporte y abría la puerta jalándola hacia sí, revelando la cámara que había sido el laboratorio privado de Lord Voldemort.

Severus fue el primero en entrar al lugar, asombrado de los múltiples instrumentos que brillaban con el precioso contenido de miles de pociones, cada una más rara que la anterior. Un caldero dorado se encontraba apagado en el centro, aunque aún era evidente que había sido usado un mucho tiempo atrás ya que refulgía de limpio. Las paredes estaban cubiertas de estantes creados de la misma roca que la habitación y contenían algunos instrumento oscuros tan raros que sólo se sabía de ellos por los textos antiguos. Las azules llamas de un fuego mágico iluminaban el lugar en una chimenea de la misma piedra, no creando humo, sólo el calor que daba a la habitación una temperatura agradable.

Frente al fuego había un elegante sillón y a su lado una mesita sobre la que estaba el libro. Severus había esperado tanto tiempo por él que no puedo evitar avanzar hasta la mesita para reclamarlo; sin verificar por trampas ocultas se lanzó hacia él completamente hipnotizado. Harry lo siguió divertido, jamás había visto esa mirada en Severus, era tan semejante a la de Ron cuando vio la saeta de fuego que entendió de inmediato su deseo por ese libro. por un momento estuvo tentado a reprenderlo por no localizar posibles hechizos de seguridad, pero decidió no decir nada y hacerlos él.

Severus tomó el libro y se sentó en el sillón incapaz de alejarse mientras verificaba que fuera el correcto y no un engaño, estaba tan absorto en los antiguos manuscritos que apenas aceptó la petición de Harry y Remus de no hacer nada mientras ellos recolectaban los datos de la poción y el hechizo que estaba afectando a los niños. Era algo egoísta ¡y qué, era casi como recibir el mejor presente navideño de toda su vida.

En algún momento una figura estuvo de pie frente a él mitigando la luz que provenía de la chimenea en un vano intento por llamar su atención, cerciorándose de lo inútil del intento, la figura extendió un brazo hasta tocarlo en el hombro. Esta vez, Severus no pudo evitar levantar la mirada para encontrar el rostro de Harry sonriéndole con benevolencia.

-Será mejor que lo termines en Hogwarts, todavía tenemos que escapar de aquí.

Escapar, cierto, con el libro, se recordó Severus mientras se levantaba y atrapaba a Harry en un abrazo discreto sujetándolo por la cintura. Entonces sintió una calidez llenándolo, algo tan especial que Harry debió sentirlo también porque sus ojos brillaron con mayor intensidad.

Estaba perdido, realmente amaba a Harry Potter.

Remus ya los esperaba afuera de la cámara y también le sonreía, Severus bufó fastidiado mientras observaba a Harry cerrar la cámara. Hasta ese momento notó que la habían vaciado por completo, los bolsillos de las túnicas de sus compañeros debían estar repletos de cosas encogidas. Miró el libro con detenimiento antes de reducirlo al tamaño de un plato pastelero y lo guardó cerca de su corazón.

-Vamos –lo apresuró Harry apenas hubo terminado obligándolos a recorrer a toda prisa el corredor hasta el trono de Voldemort donde todo seguí en el mismo estado, la puerta exterior cerrada indicaba que nadie había ido a molestar al Señor Tenebroso, una orden suya seguramente.

Harry decidió que había llegado el momento de jugarse el todo por el todo, dedicó una última mirada a la figura quebradiza de Voldemort antes de poner las palmas de sus manos sobre la puerta principal abriéndola en un movimiento. Sólo el rechinar de los goznes indicaron que algo había sucedido, con no poca precaución, los tres magos salieron a un corredor completamente vacío.

-No es lo que esperaba, pero tampoco me quejo –dijo para sí Remus ganándose una mirada de reproche de Severus.

-Confía en mí, tampoco es una buena noticia.

Pero todo indicaba lo contrario, en lugar de una sangrienta lucha por recuperar su libertad, lo único que encontraron fueron pasillos silenciosos en donde una fina capa de polvo comenzaba a acumularse. Fuera de algunas arañas que comenzaban a tomar dominio de algunas paredes, el lugar estaba completamente desierto.

-Que extraño, usualmente hay uno o dos guardias por aquí –Severus en su papel de guía los había conducido primero por los lugares que creía más seguros y después, se había arriesgado a llevarlos por los corredores principales con una pregunta rondando insistente en su cabeza ¿dónde están los mortífagos?

-Es más extraño este olor –esta vez Severus se detuvo para mirar a Harry como si tuviera otra cabeza. ¡Él no había notado el olor y se suponía que era el Maestro en Pociones!

Remus también se detuvo e inhaló con fuerza, retuvo el aire y lo liberó, sus ojos brillaron por un momento con el reconocimiento del misterioso olor, el mismo que Severus ya había identificado.

-Por aquí –indicó Remus tomando el mando de la comitiva.

Harry estaba confundido ¡se suponía que estaban huyendo! Y ahora se lanzaban a toda velocidad a sabrá Dios donde sin el mínimo cuidado, incluso se escuchaba el eco de los pasos de Severus ¡y el hombre prácticamente nunca hacía ruido o corría!

Justo cuando estaba a punto de abrir la boca para quejarse, llegaron a la puerta que conducía al salón principal. Severus y Remus intercambiaron una mirada preocupada antes de abrirla juntos revelando la escena más macabra que Harry hubiera visto en su vida.

Un gigantesco pentagrama estaba trazado en el piso de mármol blanco y reluciente como espejo, del mismo modo que en la habitación del trono; varias runas antiguas protegían el conjuro para evitar que fuera removido por cualquiera que estuviera dentro del pentagrama el cual debió haberse levantado como una barrera imposible de atravesar a juzgar por las posiciones de los cuerpos mortífagos.

Porque habían sido mortígafos los atrapados dentro del conjuro que debió alimentar a Voldemort de su poder extra en la prolongada batalla contra Dumbledore. La mayoría de ellos parecían estar recargados en una pared invisible, intentando escalarla con sus manos que ahora parecían garras, algunos incluso se habían arrancado las uñas en un vano intento por escapar mientras intentaban escarbar en el mármol, una tarea imposible.

Otros estaba arremolinados en medio del pentagrama o en alguna punta abrazándose o con las manos juntas, quizás para reconfortarse unos a los otros. Pero había algunos más, los que pertenecían al círculo interno que estaban de pie, con los brazos cruzados o, en el caso de Bellatrix Lestrange, con las manos en alto.

En lo que todos coincidían era en el terrible rictus de dolor en sus rostros y en que estaban muertos, todos y cada uno de ellos.

-D-di...jo que era... neces-ario –apenas alcanzó a balbucear una figura reclinada en una esquina del enorme salón, Severus se acercó con paso seguro, sosteniendo la varita en alto, pero la figura no se movió ni levantó, apenas tosió con fuerza y su voz tomo un tinte mucho más ronco-. Dij-o que acaba...ría con Dum...bledo...re, pero no dijo có...mo.

-Utilizó hasta el último rastro de magia de cada mortífago para mantener su ventaja contra Voldemort –declaró Harry mientras intentaba entender los motivos de Voldemort al sacrificar a todos sus mortífagos.

-No tenían... sus varitas –musitó el hombre recuperando su voz chillona por un momento, Harry no tenía que verlo para saber quien era, confiaba en que Severus se encargaría de Colagusano mientras él intentaba superar todos esos gritos en agonía que aún se dibujaban en las bocas de los mortífagos. Algunos eran muy jóvenes, un año o dos mayores que él, tantas vidas desperdiciadas por una locura.

-¿Por qué te salvaste? –la voz de Remus nunca había sido tan fría, ni siquiera en aquel encuentro en la casa de los gritos donde quiso matarlo junto con Sirius.

-¡Yo tenía que activar el conjuro! –gritó Colagusano con desesperación, levantándose de un salto. Al suelo cayeron cientos de varitas que rodaron dispersándose a su alrededor-. ¿Creéis que yo quería hacerlo? ¿estar aquí sin poder salir, escuchando sus gritos y los míos sin poder hacer nada? –entonces levantó su brazo derecho y Harry entendió por qué se le escaparon las varitas. La mano plateada que Voldemort le dio había desaparecido.

-¡Y ahora está muerto! –lloriqueó arrojándose de nuevo al suelo y cubriéndose como un niño- ¡Todo está perdido! ¡Yo estoy perdido!

-En eso coincidimos –declaró Severus- Azkaban te espera.

La risa ronca de Colaguso inundó el salón lleno de muerte al tiempo que levantaba apenas la mirada hacia Severus y después a Harry, en una mueca irreal que le daba un aspecto aterrador.

-No llegaré a Azkaban –afirmó-. Yo active el conjuro ¿recuerdas? También estoy ligado a él, me estoy desmoronando y no tendré si quiera el placer de morir antes de convertirme en un espectro.

Mientras hablaba los tres magos contuvieron le repulsión clara del momento, los mortífagos habían sido drenados, ahora eran momias que quedaban en pie como grotescas esculturas, pero Colagusano estaba vivo y muerto a la vez porque el olor de muerte que llenaba el salón era el suyo, el de su piel que caía en pedazos como si fuera una serpiente perdiendo sus escamas, dejando visibles los músculos internos que tenían la apariencia de estar gangrenados. Literalmente se estaba cayendo en pedazos y lo único que hacía era reír como un demente, mientras el escaso cabello de su cabeza caía al suelo seco y quebradizo.

-¿Saben por qué aún no he muerto? –preguntó de repente, la escasa pie que quedaba en su rostro estaba tan opaca que la pregunta parecía hecha por una burda imitación e un fantasma. No esperó una respuesta, extendió la mano que le quedaba señalando a Harry y declaró con triunfo:- ¡Por él! Se supone que aún tengo una deuda de mago-

Y nuevamente su burda risa retumbó con fuerza, hasta que sus ojos pequeños brillaron con locura, mientras la mueca se ensanchaba en lo que le quedaba de rostro.

-Pero ya sé lo que debo hacer, lo supe en cuanto cruzaron la puerta. Tengo que decirte que este no era su único conjuro que robaba algo a los magos, tenía otro, aún más poderoso porque era imperceptible para el mago afectado, pero lo era todo para él... era su secreto de la vida eterna.

Y con estas últimas palabras sus ojos se oscurecieron mientras caía al suelo su cuerpo sin vida.

Harry estaba más que consternado, nunca pensó que vería a ese hombre morir así, por momentos llegó hasta él la imagen de Scabbers y de los chiquillos que lo levantaron en alto felicitándolo por haber contribuido a una batalla contra los slytherin.

Sus padres habían sido vengados, Sirius había sido vengado y Harry supo sin lugar a dudas que la venganza era más bien repugnante, vacía y carente de vida. Y que la guerra nunca podía haber tenido menos sentido, casi sintió pena por los mortífagos atrapados por la ambición de su amo y sin poder evitarlo más cruzó la puerta más cercana hasta salir de ese maldito lugar, intentando huir de la agonía hasta que, destruyendo una última puerta, el resplandor del sol llegó hasta él cegándolo por un momento, recordándole que había un mundo fuera de esa mansión en donde aún había vida.

Severus llegó hasta su lado poco después, casi sin tocarlo lo atrajo hacia sí y lo consoló en un abrazo reconfortante, mientras lo sostenía en silencio sólo frotaba su espalda en pequeños círculos y acariciaba su cabello. Cuando Harry dejó de temblar entre sus brazos lo obligó a levantar la mirada; no había llorado, pero estaba muy impresionado todavía.

Besó sus párpados antes de decir:

-Ya terminó Harry, todo ha terminado.

° ° ° ° °

Continuará

N/A: ¡Pero Severus está muy equivocado! Wua ja ja ja. Está bien, no falta mucho para el final, pero todavía falta, este fue un capítulo muy diferente a lo que había sido esta serie, pero créame era necesario y más adelante sabrán porqué, aunque también fue mucho más complicado, pero ya está aquí.

Ahora sólo me falta decir una cosa: Por favorcito alimenten mi yo escritor, ahora está muy hambriento y necesita sus comentarios para subsistir.