La extraña y muy misteriosa desaparición de...

Autor: Quetzalli

Resumen: La reseña de lo que hizo Harry cuando estaban ocupados Severus y Remus buscando la Hoz y la Espada. Y el conjuro druida para el que se necesitan.

Parejas: Harry-Severus, Draco-Ginny, Hermione-Ron, Remus-Ámber Kernell

Disclaimer: Los personajes son propiedad de J. K. Rowling y Warner Bros. Yo sólo me divierto un poco.

Spoilers: Ninguno. Juro solemnemente que no hay ninguno aquí, todo lo que viene en este capítulo ha sido dicho en libros anteriores al príncipe mestizo.

N/A: Aquí estoy de nuevo con todas las explicaciones de para que son la Hoz y la Espada, sólo quiero aclarar que investigué estos elementos antes de agregarlos al fic, aunque claro en adaptación libre. Besos y espero que lo disfruten.

Capítulo 17
Las Cartas

En sus ojos brillaba una luz que parecía haberlo abandonado, aquello era tan claro para Hermione como el resplandor del sol.

Lo insólito era que Harry había vuelto a ser el mismo de antes después del partido de quidditch y ella dudaba mucho que fuera coincidencia la desaparición del Libro que tenía medio castillo de cabeza.

-Suficiente Harry –lo acorraló con la ayuda de Ron, Ginny y Draco en el pasillo que venía de las mazmorras al Gran Comedor, justo después de que Molly y Arthur arribaran vía Flu para hacer las paces con Percy y tomaran posesión de las habitaciones Malfoy.

-¿Vas a confesar sí o no? –intervino Ron cruzando los brazos sobre su pecho en una actitud amenazante.

-No sé de que hablan yo...

-¡Lo sabes perfectamente! –insistió Hermione-. Sólo el profesor Dumbledore, Remus y tú pudieron acercarse lo suficiente a Snape como para burlar su vigilancia y honestamente dudo que ellos le hayan robado su Libro.

Harry permaneció recargado en el muro acechado como un conejo por el grupo que parecía dispuesto a acusarlo ante los aurores. Hasta que la situación le pareció lo suficiente ridícula y comenzó a reír a carcajadas, lo que le ganó el intercambio de miradas preocupadas entre sus amigos.

-¿Cómo lo descubrieron? –preguntó apenas recuperó el aliento-. Engañé a todos.

-Lo supimos cuando Snape vino a descubrir si el ladrón era Percy –explicó Ginny preocupada por Harry que no dejaba de reír.

–Si el último sospecho era ese estúpido entonces el verdadero culpable debía de ser alguien mucho más inteligente y poderoso –agregó Draco.

-Así que por eliminación debías ser tú –concluyó Hermione..

-¿Bien? –insistió Ron.

-Si fui yo –aceptó Harry para explicarles a sus amigos todo el conflicto.

-¡Oh, Harry! –gimió Hermione al abrazar la delgada figura del moreno–. Debiste decirnos lo que sucedía, ¡pudimos ayudarte!

-Había un sello de silencio ¿cierto? –musitó Draco sin dejar de estudiar el lenguaje corporal de Harry que se tensó de inmediato para relajar su postura en segundos.

-Deben creer que soy un completo estúpido por haber permitido que esto avanzara tanto –dijo Harry entre el cabello de Hermione que seguía abrazándolo-, pero la verdad es que lo amo y no podía privarlo de ese Libro hasta que tuviera la solución a mi problema.

-¿Y? –preguntó Ron.

-Va a destruir el Libro por mí –respondió Harry con la mayor de sus sonrisas.

-¡Harry eso es fabuloso! –chilló Ginny uniéndose a Hermione en un abrazo colectivo.

-Amigo lamento decirte que estás perdido –dijo Ron dándole una palmada en la espalda- Snape en verdad debe amarte.

-Lo sé.

-Y supongo que deber haber ciertos requerimientos especiales para terminar con un objeto mágico tan maligno –comentó Draco esbozando una sonrisa cómplice-. Vas a necesitar ayuda.

-Espero que mis amigos puedan ayudarme.

-Cuenta con ello Harry –afirmó el rubio liberándolo de su esposa y su próxima cuñada.

Harry los condujo hasta los baños de Myrtle la Llorona y aún cuando debía de tener un muy buen motivo para estar ahí Draco sólo pensaba en aquella vez cuando él y Ginny lo encontraron tambaleándose en un estado muy inconveniente en ese lugar.

-No fue mi mejor momento, aunque tampoco fue mi culpa –le confió Harry con un guiño como si pudiera leer su pensamiento.

-¿Harry qué hacemos aquí? –se quejó Ron sin darle oportunidad a Draco de decir nada mientras él y Hermione cerraban los grifos que Mytle había dejado abiertos.

-Me ayudan a recuperar lo que necesito para consagrar mi Roble.

-¿Estás loco? –gritaron Draco y Hermine simultáneamente.

-Si necesitas un roble deberías buscar en el Bosque Prohibido –agregó Ginny.

-Lo sé y quiero decirles que ya he seleccionado el Roble correcto, pero necesito encontrar algo más...

-¡No me digas que Harry Potter tiene un diario secreto! –exclamó Draco gozando con el sonrojo que cubrió el rostro de Harry.

-¡Claro que no! –afirmó Ron en defensa de su mejor amigo-. Harry no tendría una de esas cosas de niña.

-Te recuerdo que el último diario que terminó ahí era de un hombre, uno especialmente malvado –riñó Ginny a su hermano- y tener un diario no es motivo de vergüenza.

-Lo acepto –dijo Draco con una sonrisa burlona-. Entonces... ¿donde está tu diario?

-No es ningún diario –comentó Harry desde el suelo donde se había sentado tratando inútilmente de ser tragado por el suelo-. Son unas cartas y... esperaba que me ayudaran a recuperarlas.

-¿Eso es todo? No tenías que traernos hasta aquí Harry –dijo Hermione confiada-, tan sólo debiste decirnos por donde están.

Harry no levantó el rostro, se limitó a extender el brazo, señalando con el índice al lavabo que estaba justo frente a él.

-¿La Cámara de los Secretos? –vociferó Ron- ¡Acaso has perdido la razón o estar con Snape te ha secado el cerebro?

-¡Ron!

-No lo defiendas Hermione –insistió el pelirrojo-. ¿Por qué tenía que ser en la Cámara de los Secretos?

-Eso es obvio Ron –dijo Draco- porque no quería que nadie encontrara la historia de su vida.

Los hermanos Weasley tuvieron la decencia de mostrar su duda en espera de que alguien explicara lo que estaba sucediendo.

-Harry dijo que necesitaba un Roble –dijo Hermione y al no obtener mayores respuestas agregó exasperada– por favor ¿es que no saben nada? Eso significa que van a realizar una ceremonia druida y debe consagrar el roble.

-Sólo hay dos modos de consagrar un roble –continuó Draco sin apartar la vista de Harry, uno es que tu padre lo siembre después de tu nacimiento enterrando el cordón umbilical bajo el cobijo de sus raíces...

-Y la otra es que entierres tu vida siendo adulto –terminó Hermione aunque tuvo que alargar la respuesta ante la expresión horrorizada de Ron-, ¡por Merlín simbólicamente! en un escrito detallado que puede ser un diario o...

-Cartas... son cartas que escribí hace tiempo y no tuve tiempo de entregar... –dijo Harry en un murmullo-, eran para Sirius...

El grupo guardó silencio por un momento permitiéndole a Harry recuperarse, hasta que Ron consideró había pasado demasiado tiempo y con su usual desenfado disolvió la pesadez que estaba creándose.

-¿Y bien? ¿Qué estamos esperando? Tan sólo hay que sacarlas de ahí así que abre la Cámara Harry y muéstranos el camino –dijo con una sonrisa confiada.

-No es tan sencillo chicos –explicó Harry-, yo estaba algo... alterado la última vez que estuve aquí y... digamos que no quería saber nada más de esas cartas así que... yo...

-¡Estás divagando Potter! –dijo Draco más asustado de lo que fuera que hubiera hecho Harry que exasperado por su falta de elocuencia.

-Lance un conjuro para evitar la entrada a la Cámara, alguien que haya realizado magia recientemente simplemente no puede pasar, así que sólo puede entrar Filch y...

-Yo –lo interrumpió Draco aliviado de que sólo fuera eso-. En verdad eres un tipo afortunado Harry, porque tengo todo un día sin hacer nada de magia.

-Apenas puedo creer que hayas cumplido con el trato –Hermione comentó conteniendo cada músculo de su cara para no delatar lo que estaba pensando.

-No debiste dudar Granger, quiero mi oro de vuelta y con intereses –sonrió Draco extendiendo la palma de su mano a la joven que se limitó a cruzarse de brazos.

-No acostumbro llevar tanto dinero conmigo Malfoy.

-De cualquier modo deberías llevar tu varita, una vez dentro puedes usar magia y vas a necesitarla –interrumpió Harry no queriendo saber más de esa nueva faceta de su amiga.

-Harry Potter dime que no te atreviste a poner trampas y cosas como esas –lo riñó Ginny al más puro estilo Molly Weasley.

-No, pero... las guardé entre los pilares con forma de serpiente de la Cámara y...

-¿Acaso no estabas en un estado muy poco conveniente para estar trepando entre cabezas de serpientes gigantes? –gritó Ron.

-¡Por favor Ron! –exclamó Harry-. Utilicé magia, las levité hasta allá.

-¿Y de cuántas cartas estamos hablando? –dijo Draco avanzando hasta el lavabo que Harry había señalado.

-Son tres –suspiró Harry-. Dos para Sirius y una para Severus y te advierto que no debes tocarlas.

° ° ° ° °

El pasillo era oscuro y tenebroso como le había contado Ginny, pero extrañamente despejado. Draco esperaba encontrar alguna de las mudas de piel del basilisco o tener que pasar entre varios escombros y en su lugar sólo había una fina capa de polvo cubriendo el pasillo.

-Potter si que está loco –dijo para sí- mira que bajar hasta aquí a hacer limpieza.

Avanzó por el corredor sin mayores contratiempos hasta encontrar la entrada a la Cámara Secreta que, como Harry había dicho , estaba abierta.

Una vez dentro no pudo menos que maravillarse ante el espléndido trabajo de Salazar Slytherin en crear semejante lugar.

Con cierta actitud reverente caminó por en medio del pasillo formado por las serpientes hasta quedar en medio, entonces levantó la varita y concentrándose en el nombre del destinatario en el sobre convocó:

-Accio cartas a Sirius Black.

Draco extendió el brazo de inmediato para atrapar las dos misivas que flotaron hasta él con ayuda de su túnica, aunque una de ellas dio un giro inesperado intentando escapar por lo que los instintos de quidditch de Draco se impusieron y con un rápido movimiento logró capturar en pleno vuelo la carta fugitiva.

Sonrió satisfecho de sí mismo hasta que de la carta capturada comenzó a surgir un resplandor verdoso que lo cubrió de inmediato proyectando directamente en su mente imágenes y sentimientos de lo que debía haber escrito, rodeándolo en una cacofónica vorágine que sólo cesó cuando, en un acto reflejo de protección, Draco soltó el sobre dejándolo caer a sus pies.

-Maldito Potter, cuando lanzas una advertencia es en serio –musitó con cierta admiración.

Una vez más levantó la varita para atraer la carta dirigida al profesor Snape cuidando mucho de no tocarla. Una vez concluida la empresa, regresó sobre sus pasos hasta llegar al inicio de su pequeña excursión y de ahí al baño donde lo esperaban sus amigos.

-¿Por qué nunca dijiste que viviste en una alacena? –le preguntó a Harry apenas salió de la entrada secreta.

-Porque no quería que nadie se burlara o tuviera lástima de mí –respondió Harry justo después de ordenarle al lavabo regresara a su lugar-. Te advertí que no tocarás las cartas.

-Esa en específico intentó escapar –se defendió Draco.

-¿Vivías en una alacena? –chilló indignada Hermione- siempre dijiste que era una habitación pequeña.

-Cuando recibí mi invitación a Hogwarts me dieron esa habitación –aceptó Harry derrotado-, no quería preocuparlos con algo así. Pero quise compartirlo compartirlo con Sirius porque esperaba que él...

-Entendiera como tu padrino –dijo Ron por todos los presentes.

° ° ° ° °

Harry partió al Bosque Prohibido completamente solo como era necesario para poder consagrar el Roble. No tenía que buscarlo, muchas veces había ido al claro donde Hagrid les había hablado de los trestals por primera vez para sentarse a la sombra de un frondoso roble que casi consideraba suyo.

Lo encontró especialmente verde, como si hubiera estado arreglándose para ese encuentro. Así que Harry hizo lo de siempre, se sentó a su sombra para hablar con el árbol.

Después de bastante rato se inclinó frente al árbol y cavó entre sus raíces con sus propias manos, como se esperaba, para depositar las cartas mientras dejaba fluir su magia con el árbol para consagrarlo como su Roble, ya después le comunicaría la ubicación exacta a Severus para que hiciera el dolmen.

° ° ° ° °

Severus completó el último trazo de las runas correspondientes en el dolmen que cobijaba ahora a Harry. Ambos habían estado en ese claro dentro del Bosque Prohibido donde el mismo Severus había colocado las piedras en la forma correcta antes de que Harry se sentara dentro de ellas por unas cinco horas, el tiempo que había tomado trazar todas y cada una de las runas que adornaban ahora el dolmen, el suelo a su alrededor y las partes visibles del cuerpo de Harry que vestía una túnica de ceremonia druida.

Albus se permitió una sonrisa al contemplar la hazaña.

No era que le asombrara la perseverancia de Severus para no detenerse ni un momento en el laborioso arte de trazar las runas y construir el dolmen, por el contrario no tenía ninguna duda de que realizara la acción. La verdadera hazaña era de Harry que había logrado encontrar el corazón del hombre y ablandarlo lo suficiente para que realizara esa labor que representaba el verdadero rompimiento de Severus Snape con las artes oscuras a las que había amado por sobre todas las cosas desde que era pequeño.

Un sollozo a su izquierda le hizo recordar que no estaba solo. Hermione Granger seguía intentando controlar las lágrimas que surcaban su rostro y Albus no pudo dejar de preguntarse nuevamente cual era el verdadero motivo de su llanto: el problema de su mejor amigo o la destrucción de un manuscrito invaluable al que nunca podría tener acceso.

Augusto Wiskers como encargado del departamento de Regulación de Magia Oscura en el ministerio de Magia atestiguaba el procedimiento con la misma solemnidad que se requiere para un velorio lo que era completamente comprensible. Él y Severus habían discutido demasiado el destino del Libro y no fue hasta que Albus amenazó con hacer del dominio público que la causa del fallecimiento del joven héroe y salvador del mundo mágico era el deseo del Ministerio por controlar un libro altamente peligroso que podría traer otro Lord Oscuro, lo que lo hizo recapacitar y aceptar que se destruyera el Libro.

Percy Weasley tomó algunas notas antes de continuar su labor de fotografiar el proceso. Su reporte sería el mejor testimonio de lo que el Ministerio hacía para garantizar la paz y si alguien le hubiera preguntado a Albus en ese momento, él hubiera dicho que ese reporte sería el libro más vendido en años venideros. Claro que nadie le preguntó y él todavía podía equivocarse, después de todo no era adivino.

Severus bajó la varita dejando que sus brazos cayeran a sus costados en un esfuerzo por recobrar fuerza antes de continuar. El tenue resplandor del sol ocultándose entre las copas de los árboles era suficiente para mostrar en su rostro la decisión que sentía.

Ahora sólo faltaba esperar a la luna.

Draco Malfoy entrelazó una mano con la de su esposa llevándola hasta sus labios para besarla con galantería. Albus estaba lo suficiente cerca para escucharlo decir:

-Recuerdo la última vez que me acompañaste a mirar un atardecer.

-Yo también y si Harry lo hubiera sabido quizás no habría elegido el nombre de Dawn para nuestra hija.

-¿Qué dices? Precisamente por eso fue el nombre perfecto cariño.

-¿Crees que todo saldrá bien?

-No tengo la menor duda –aseguró Draco con otro beso en la frente de la joven señora Malfoy y Albus sintió en su corazón que él tenía razón.

° ° ° ° °

La estrella de la tarde empezó a brillar indicando a Remus que podía acercarse al dolmen. En su calidad de padrino debía verificar cada trazo hecho bajo el resplandor del sol a la luz de su varita en medio de una total oscuridad y eso fue precisamente lo que hizo después de dar un afectuoso apretón de hombro a Severus para infundirle confianza.

Mientras Remus se sumergía en la cuidadosa tarea de verificar los trazos, Severus fue libre de acercarse lo más posible a Harry que había permanecido en silencio todo el tiempo, contentándose con mirar el trabajo de Severus al permanecer sentado dentro del refugio del dolmen con las piernas cruzadas en flor de loto con la Espada clavada en el suelo frente a él.

Era tal la fuerza de esa mirada que no importaba estuviera en un rostro pálido y demacrado. Al instante en que Severus se acercó sintió que si alguna duda quedaba de su decisión, se desvanecía ante esos ojos bañados ahora por la luz de la luna que lo miraban embelesados.

-Si alguien me hubiera dicho que ibas a cambiar el objeto mágico que más has deseado por mi vida cuando tenía doce años me habría muerto de la impresión –comentó Harry intentando no a perder la concentración y buscar tocar a Severus.

-Si alguien hubiera siquiera mencionado la posibilidad, créeme estaría en San Mungo con varios especialistas intentando devolverlo a una forma semihumana después de que yo lo hubiera maldecido.

-Es un alivio que nadie lo profetizara entonces.

-Quizás Trelawney lo hizo pero Albus ordenó que nadie la escuchara ni asistiera a sus clases hasta que termináramos de destruir el Libro.

-¡Las clases de Adivinación están suspendidas! ¿Por qué todo lo bueno de una clase sucede cuando ya no estoy inscrito en ella? –se quejó Harry acompañado por la suave risa de Severus.

-Lamento interrumpirlos pero debo informarles que todo está en orden y la luna ya es visible entre la copa del Roble elegido–dijo Remus sin ocultar la sonrisa que cubría su rostro que se extinguió en las tinieblas cuando apenas pronunció un Nox.

En un fluido movimiento Severus se alejó de Harry hasta una piedra plana que estaba frente al joven, justo a sus pies, ahí colocó el Libro con cuidado de mantenerlo abierto en la página donde había quedado escrito su destino y el de Harry con el mortal conjuro de Voldemort.

Con un último suspiro de añoranza y la convicción de que estaba haciendo lo correcto se puso de pie frente al libro dándole la espalda a Harry mientras miraba a la luna, se despojó de su habitual túnica negra revelando un manto blanco con bordados dorados y plateados que se entrelazaban en los puños lo que le daba un aire de majestuosa sabiduría que ninguno de los presentes recordaba haber visto con tan fuerza en él.

Sin embargo la transformación de Severus Snape no fue completa hasta que abrió la boca y su voz hizo vibrar incluso a los árboles y las piedras, a los magos y brujas que sintieron que su magia reconocía las palabras y unía al antiguo rito.

-Hoy en el comienzo del Beltane entrego este Libro con humildad sabiendo que la oscuridad reinante no es eterna. El ciclo termina y lo único que permanece es la tendencia al cambio que nos permite superar a la adversidad.

Ruego porque con el fin de esta época de dolor y penurias que nos brindará el nuevo amanecer el alma pura del inocente se libere del maleficio que lo acosa y persevere con su fuerza renovada y la deuda pagada.

Las runas grabadas en la piedra que sostenía al Libro comenzaron a brillar en un tenue resplandor apenas visible al terminar Severus de pronunciar la primera parte del rito. Este resplandor se extendió levemente por cada una de las runas hasta que, como el pabilo de una vela, se extinguió en un santiamén cuando Severus sacó de entre su manto la Hoz de oro y la colocó sobre el Libro adquiriendo un brillo azulado que también se consumió al separarse del antiguo manuscrito.

Con paso decidido, Severus dio la vuelta y se encaminó hasta el Roble que había preparado con anterioridad Harry. Los trazos visibles que adornaban las piedras entre sus raíces, comenzaron a refulgir a la par de la Hoz, reconociéndola y permitiéndole paso en una muda invitación a continuar con el conjuro. Todo el Roble parecía vibrar mientras sus ramas murmuraban suavemente, acompañando cada paso que Severus daba hacia él y aunque nadie lo viera, sabían que las piedras también brillaban entre las raíces y la tierra.

Después de una leve reverencia, Severus cortó con mucho cuidado el muérdago entre sus ramas al tiempo que lo depositaba en paños que llevó hasta la piedra donde estaba el Libro.

Una vez que los paños se posaron a su alrededor y la Hoz fue colocada en el suelo entre la piedra del Libro y el dolmen, Severus levantó los brazos sobre su cabeza y una niebla mágica surgió desde el miso suelo difuminando todos los contornos visibles hasta que fue apenas visible para los testigos.

-Ante ustedes renuncio al Libro Oscuro del Señor Tenebroso auto nombrado Lord Voldemort, conocido antes como Tom Molorvono Riddle, en donde selló todos sus conocimientos oscuros.

Conjuro a los fuegos de Beltane para que consuman su poder maligno y nos liberen de su influencia trayéndonos la plenitud que el destino nos depara y liberando la verdadera armonía -rugió la voz de Severus provocando que en un instante estallaran entre las colinas, sobre el dolmen y el la roca, columnas de fuego que giraban sobre sí mismas en espirales parecidas a pequeños tornados que rompieron por completo la oscuridad revelando una maravilla.

En el blanco manto de Severus se marcó con el mismo fuego de Beltane un símbolo en su pecho a la altura de su corazón, dibujado con los mismos bordados dorados y plateados, tenía tres ramas que surgían de su centro y se entrelazaban sobre sí mismas en una formación triangular.

-¡Un Triskeles! –musitó asombrado Dumbledore sin poder contenerse.

-Eso es imposible hace siglos que no se revela ninguno de esos símbolos en un mago –rebatió Augusto Wiskers aún comprendiendo que era verdad lo que veía.

-Sin embargo es claro que Severus es un Caballero de Triskeles –afirmó Dumbledore-, aunque no debería extrañarnos, su familia tiene descendencia druida muy antigua.

Ron y Ginny sintieron suficiente curiosidad por querer averiguar que significaba el famoso símbolo de Triskeles, pero se guardaron de preguntarle a Hermione o Draco en ese momento porque Severus avanzó hasta el dolmen y el fuego sobre él alumbró su rostro reflejando a un hombre de cabello y ojos negros que refulgían por igual entre más se acercaba a la figura inmóvil de Harry para hacer algo totalmente inesperado, que no estaba marcado en el ritual y que sin embargo, a juzgar por le fuerza con que se avivó el fuego sobre el Libro, aumentó su eficacia.

-Harry James Potter ¿aceptarías compartir el resto de tu vida conmigo y unirte a mí en matrimonio?

-Con todo mi corazón y mi alma –respondió Harry aceptando el ofrecimiento y las manos de Severus sobre las suyas que se posaron sobre el mango de la Espada haciéndola refulgir con el mismo resplandor que antes encarnara la Hoz.

Severus Snape nunca había sentido que dejar algo podría hacerlo tan dichoso y sin embargo, al renunciar al Libro estaba encontrando todo lo que necesitaba para ser feliz.

-Destrúyelo –le dijo a Harry soltando sus manos y la Espada para tomar su lugar bajo el dolmen.

Con esa señal Harry salió del dolmen envuelto en el mismo resplandor que consumió la modesta túnica que vestía hasta reducirla a cenizas quedando sólo vestido con el pantalón del uniforme del colegio y en su torso desnudo con el fuego mágico quedó trazado un antiguo símbolo de la espada druida.

-¡Un Caballero de Espadas! –exclamó Wiskers sin poder dar crédito a sus ojos.

-Parece que estos muchachos están llenos de sorpresas –reconoció Dumbledore contemplando como la delgada figura de Harry se lanzaba con fuerza y decisión sobre el Libro y de un tajo, lo cortaba liberando su poder en un viento oscuro que giró sobre sí mismo hasta ser consumido por completo por el fuego de Beltane que se encargó de esparcir hasta el último vestigio de ceniza.

° ° ° ° °

Continuará

N/A: ¡Lo logré! Y con esta capítulo llegamos a la antesala del gran final que será el próximo capítulo y en el que todavía hay varias sorpresas.

A propósito si alguien quiere saber como es un triskeles puede o buscarlo en la red o aquí: http/www.azuregreen.biz/images/JN2074.JPG