La extraña y muy misteriosa desaparición de...
Autor: Quetzalli
Resumen: Hermione ha estado apostando y ahora ha llegado el momento de que pague sus deudas y reciba su merecido aunque sea algo diferente a lo que ella misma esperaba, después de todo tiene que esperar hasta que termine la boda de Harry con Severus.
Parejas: Harry-Severus, Draco-Ginny, Hermione-Ron, Remus-Ámber Kernell
Disclaimer: Los personajes son propiedad de J. K. Rowling y Warner Bros. Yo sólo me divierto un poco.
Spoilers: Ninguno. Juro solemnemente que no hay ninguno aquí, todo lo que viene en este capítulo ha sido dicho en libros anteriores al príncipe mestizo.
N/A: Tuve que cambiar de correo electrónico por si alguien quiere incluirme en su lista de msm el nuevo es: Ahora si ya no interrumpo para que puedan disfrutar el final de La extraña y muy misteriosa desaparición de...
Capítulo 18
Kreacher
Como todas las cosas secretas e importantes en Hogwarts, la noticia del "Romance que sobrevivió a todo mal" entre el profesor Snape y Harry Potter como empezaba a ser llamado, corrió por cada pasillo, pintura y armadura del colegio hasta salir al resto del mundo mágico cortesía de correspondencia entre los alumnos y sus padres y el Profeta que publicó un extenso reportaje, cortesía de Percy Weasley, que incluía fotografías de la ceremonia en donde los interesados habían quedado comprometidos.
—Detesto que esto suceda —se quejó Harry entre la pequeña montaña de notas felicitándolo que habían caído sobre él como una pequeña nevada de papel— ¿por qué siempre tienen que hacer tanto aspaviento sobre mí?
—Porque como héroe único y oficial del mundo mágico la gente quiere compartir tu felicidad, tus logros y... saber todos los detalles de primera mano —masculló Draco con una sonrisa.
—Por lo menos deberías estar contento porque tu "amado" no sufrirá ningún tipo de represalia ni amenaza como Hermione cuando Skeeter la difamó —garantizó jovialmente Ron— nadie es lo suficiente tonto o valiente como para molestar a Snape.
Las risas en la mesa de Gryffindor aminoraron ligeramente con la entrada de dicho profesor al Gran Comedor. Severus cruzó el lugar del mismo modo en que lo había hecho por años, ignorando las miradas curiosas e incrédulas que lo acompañaron hasta que llegó a su mesa, momento en el que las risitas estallaron de nuevo y los cuchicheos reiniciaron con mayor vivacidad.
Severus ni siquiera parpadeó.
—No sé como puede hacer de cuenta que nada sucede —musitó Harry ocultando su rostro entre sus manos.
—Lo que pasa es que a ti te molesta demasiado —Ginny palmeó amistosamente su espalda.
Harry siguió ocultándose entre sus brazos y la mesa dando pequeños golpecitos sobre la superficie de madera con su cabeza hasta que los murmullos aminoraron y Draco decidió regresar a los negocios.
—Y dime Hermione... ¿cuándo piensas pagarme lo que me debes?
Hermione no respondió inmediatamente, hizo a un lado la correspondencia sabatina de Harry para poder ver a Fred y George que, junto con el resto de la familia Weasley celebraban en Hogwarts el regreso del hijo pródigo; extendió el brazo con la palma abierta hacia arriba y los miró con autosuficiencia, al instante los gemelos palidecieron, voltearon la mirada hacia Draco y devuelta a Hermione hasta verse a sí mismos con la mayor sorpresa.
—¿Lograste hacer que Malfoy viviera un día como muggle? —balbucearon mientras ponían en sus manos una bolsa que tintineó cuando ella contó los galeones que le debía a Draco antes de entregarlos.
—No puedo creerlo —dijo Harry cuando su amiga se paró frente a él con el saquito de galeones frente a su nariz y la mano extendida.
—Veinte galeones Harry —el orgullo amenazaba con desbordarse de Hermimone.
Molly Weasley dirigió una mirada inquisitiva hacia los muchachos, aquello era por demás inusual y ella definitivamente no veía con buenos ojos lo que obviamente era el cobro de una apuesta.
—¿Qué sucede aquí? —preguntó estudiando al grupo.
—Hermione quiere que libere a Kreacher —explicó Harry sacudiendo la cabeza.
—¿HAS ESTA APOSTANDO TODO EL TIEMPO PARA COMPRAR LA LIBERTAD DE UN ELFO DOMÉSTICO? —Ron gritó horrorizado ante la cantidad de oro que Hermione ofrecía por esa criatura repugnante.
—Harry dijo que sólo liberaría a Kreacher por veinte galeones y si conseguía vencer a los gemelos y a Draco Malfoy en el mismo juego, con las mismas reglas, sin que se dieran cuenta —respondió orgullosa.
Harry dejó libre un suspiro, la miró con ojos tristes y sin tomar la bolsa de galeones abrió la boca de nuevo para hablar con voz calmada, casi como si no fuera suya.
—¿Estás segura de esto? Liberar a Kreacher puede ser algo muy distinto a lo que imaginas.
—Quiero que el pobre Kreacher sea feliz lo que le resta de vida, quiero que sea libre y como ya no hay que preocuparse porque guarde los secretos de la Orden, se merece que lo liberes Harry.
Un parpadeó lento siguió a sus palabras, Harry estiró la mano y tomó la bolsita con sus veinte galeones, se puso de pie y dijo:
—Hermione Granger acepto tu oferta por la libertad de Kreacher, el elfo domestico. A partir de este momento te entrego mi palabra y me comprometo a liberarlo la noche después de mi boda.
—¿HASTA CUÁNDO? —balbuceó Hermione mirándolo con una réplica exacta de la mejor mueca Malfoy.
—La familia de ese elfo debe ser tan antigua como los Black —comentó Draco asombrado— ¡Veinte galeones era una fortuna hace siglos!
—¿Y qué tiene que ver eso con la libertad de Kreacher?
—Todo Hermione —continuó Draco feliz de saber mucho más que la Sabe-lo-todo Granger—. Un linaje tan antiguo tiene reglas para todo, incluso para terminar un contrato.
—Por lo menos no tienes que esperar tanto Granger —dijeron los gemelos a coro—. Harry va a casarse pronto.
—Y una regalo de libertad por parte del novio es el mejor modo de que Kreacher sea en verdad libre —concluyó la Señora Weasley al ponerse de pie y abrazar a Harry ofreciéndole el consuelo que necesitaba en ese momento—. Eres muy generoso Harry y serás muy feliz.
° ° ° ° °
Después de ese día Hermione dejó de insistir en el tema principalmente porque confiaba en la palabra de Harry y porque los ÉXTASIS en puerta acapararon toda su concentración. Por su parte, Harry dedicó cada segundo libre que le daban los exámenes a planear su boda; él y Severus habían acordado que debían sellar su votos a la antigua usanza celta para honrar su nuevo compromiso con Hogwarts.
Remus y Severus habían llevado a Harry hasta la torre donde habían encontrado la Espada y la Hoz, sólo para encontrar una inscripción en el techo del recinto que les encomendaba la tarea de proteger el legado del colegio como la nueva generación de caballeros druidas.
Desde ese día, Harry subía a la torre para deleitarse en el estudio de los antiguos manuscritos que Rowena Ravenclaw había atesorado y Severus no podía sacar su nariz de entre los profundos tratados de Helga Hufflepuff a menos que Remus lo arrastrara del lugar o mejor dicho, James que balbuceaba alegremente cada vez que veía a la pareja.
—¿Lo ves Harry? —comentó Ginny la tarde previa al último examen de Astrología mientras él lo sostenía sentado sobre sus piernas—. Sólo era necesario que James se acostumbrara a ti.
El pequeño James jugueteaba feliz con el cabello de Harry balbuceando sin parar como sólo los bebés pueden hacerlo mientras Dawn bailaba alegremente a su lado. Harry sonrió con orgullo hacia sus amigos que parecían a punto de caerse de cansancio por las largas horas de estudio.
—¿En serio? Yo diría que él supo todo el tiempo que algo estaba mal conmigo —dijo Harry levantando a Dawn para tenerla sentada a su lado, ambos niños intercambiaron miradas traviesas antes de atacar simultáneamente el cabello del joven.
—¿De qué hablas Potter? —pregunto Draco para evitar reír ante la pequeña batalle que se llevaba a cabo por parte de los pequeños.
—Todos esos meses James y yo tuvimos una estrecha relación, era inevitable que él me conociera por mi magia no por mi persona. Cuando no nos dejaron vernos él se quedó sólo con el recuerdo de mi magia y después de la muerte de Voldemort mi aura mágica estaba fuera de control. Lógicamente yo no era la misma persona que él conocía y por eso no le agradaba.
—¡Pero qué niño! —chilló Hermione.
—Será un verdadero Merodeador cuando crezca —sonrió Remus.
—En ese caso tengo tiempo suficiente para retirarme, me dedicaré por fin a la investigación y quizás acepte un aprendiz —explicó Severus ante la sonrisa indulgente de todos.
Más tarde, cuando Harry terminó su examen de Astronomía, él y Severus se encontraron en las cocinas disfrutando una tarta de calabaza cortesía de Dobby.
—No tenías porque darles explicaciones, si hasta este momento no se habían dado cuenta de que los bebés conocen a sus padres por su magia es porque son demasiado estúpidos para saberlo.
—No seas tan duro con ellos Severus, aún son demasiado inexpertos.
—Y tu empiezas a habar como si fueras Dumbledore, definitivamente has estado demasiado tiempo bajo su influencia.
—Pero tu tienes más tiempo como su discípulo Severus.
—Anda búrlate de mi, como si toda esa correspondencia que me llega exigiendo te trate bien no fuera suficiente.
Dobby les ofreció un poco de leche con chocolate y desapareció con una sonrisa bajo la mirada escrutadora de Severus.
—¿Dónde está tu elfo?
—Me parece que Kreacher quiere abandonarme antes de que pueda darle su libertad —musitó Harry moviendo su cabeza ligeramente con pesadumbre.
—Has comprometido tu palabra, si no lo liberas podrías perder algo más que tu magia, deberías buscarlo.
—No te preocupes, tengo todo previsto —explicó Harry y agregó ante la ceja levantada de Severus—. Kreacher sólo puede pertenecer a la familia Black y el último Black es Draco, a quien he logrado convencer de que lo reciba temporalmente bajo su servicio mientras se cumple el plazo.
—Muy slytherin de tu parte. ¿Qué dice Kreacher?
—Que primero muerto a ser de una sangre sucia —suspiró Harry, Severus intuyó la confusión en el joven y dejó que la conversación se diluyera en el vació de un cómodo silencio acompañado por el suave humo del chocolate.
No había más que decir entre dos personas que se conocen tanto.
° ° ° ° °
El mundo de Harry se convirtió en una vorágine de sensaciones confusas en las que apenas fue consciente de su graduación. Estaba ebrio de felicidad y sólo podía concentrarse en tareas pequeñas a corto plazo sin sentir el temblor que acogía sus manos cuando pensaba en su boda.
Estaba a unas horas de unir su vida a la del hombre que amaba y no podía evitar sentir que una acidez subiera de su estómago hasta su boca, y lo peor de todo era que no estaba asustado por la boda. No, desde el momento en que Severus le propuso matrimonio bajo el dolmen supo que estaba tomando la decisión correcta para el resto de su vida.
Lo que en verdad lo tenía vuelto loco era la liberación de Kreacher.
Desde el instante en que Hermione se había levantado con una sonrisa y el dinero de sus apuestas en un saquito, entendió que no tendría tranquilidad hasta que pudiera liberar al elfo más terco que conocía. Kreacher no descansaría nunca siendo libre y era un misterio para él como su amiga, siendo tan inteligente, no podía comprenderlo. Liberar a Kreacher era insultarlo en su linaje y su honor, pero él había dado su palabra y el momento había llegado mucho más rápido de lo que él mismo deseaba.
Bajo el mismo dolmen donde habían acabado con la amenaza del Libro, frente a frente pronunciaron sus votos al amanecer del día siguiente a la graduación. Todo Hogwarts los acompañó para atestiguar su unión en una sencilla ceremonia druida donde se juraron lealtad por toda la eternidad. Dumbledore encabezando al Wizengamont dijo unas palabras llenas de sabiduría que se deslizaron entre los oídos de Harry como si los cubriera un suave velo de seda.
El mismo Ministro de Magia se presentó para "bendecir" la unión sólo porque la pareja decidió que negarle la entrada era un boleto seguro a meterse en problemas y ambos estaban cansados de pelear todo el tiempo cuando lo verdaderamente importante era que estaban juntos y que se tenían uno al otro.
La suave brisa de mayo los rodeó por completo al finalizar el intercambio de votos mágicos, envolviéndolos en un murmullo de hojas verdes y flores que se concentraron en sus muñecas entrelazadas hasta formar un lazo que se condensó en un par de pulseras con sus respectivos símbolos dentro de un triskeles.
—Te amo a pesar de la distancia y el tiempo por el simple hecho de que estás conmigo, a mi lado, para hacerme crecer como persona y para complementarme al ayudarme a crear un futuro verdadero —susurró Severus sólo para Harry.
—Te amo por ser mi vida y mi todo, por tomar cada pedazo de mi ser y unirlo para darle sentido a mi vida. No sería ni la mitad de lo que soy sin ti y estaré vacío si te pierdo —musitó Harry prácticamente en los labios de Severus cuando un beso lo obligó a callar y el bendito silencio de un beso selló por completo su amor.
El castillo parecía refulgir desde sus cimientos como alimentado por esa nueva alianza mágica que se había celebrado entre los nuevos herederos de la antigua magia. Cada grieta formada con el paso de los años sano como una cicatriz que desaparece después de mucho tiempo y de la lechucería una bandada de aves salió haciendo complicadas florituras en el cielo hasta que una pequeña lluvia de plumas cubrió a los novios imitando una delicada nevada.
Harry era tan feliz que se olvidó de Kreacher y de Hermione perdido como estaba en los profundos ojos de Severus hasta que cayó la tarde y se desvaneció en una noche iluminada por una preciosa luna llena ante la que Remus lloró, satisfecho por su libertad.
—Harry...
—Debes encontrar primero a Kreacher Hermione —la interrumpió Harry en cuanto ella se acercó— pide ayuda a Draco y llévalo a Grimauld Place, el profesor Dumbledore dejará la red flu de los Malfoy abierta a las once y media de la noche, los estaré esperando.
Si Hermione quiso rebatir el punto se lo guardó muy bien.
° ° ° ° °
—¿Estás seguro de esto? —preguntó de nuevo Severus mirando preocupado la delgada figura de Harry cubierta por una elegante túnica negra llena de decorados que desaparecían a la vista por ser del mismo color, una vestimenta tan distinta a la sencilla túnica druida blanca que hacía unos momentos lo había cubierto.
—Lo he prometido.
—Pero ahora que estamos casados yo puedo llevar a cabo esa promesa —repitió Severus.
—Lo sé, pero es algo que debo hacer o no estaré nunca tranquilo. Además no sabemos si realmente puedas hacer esto.
Remus se acercó a Harry, le entregó la Espada y lo miró de nuevo, con el mismo orgullo que un padre ve a su hijo, lo abrazó una última vez antes de apartarse de su camino para dejarlo pasar hasta la estancia de la noble y más antigua casa de Black.
Harry avanzó hasta quedar frente al cuadro cubierto de la difunta señora Black, pasó una mano sobre la tela y sin mirar a sus acompañantes la descorrió con un movimiento hasta quedar frente a la escrutadora y fría mirada de la señora Black que inesperadamente permaneció en silencio, con una mirada fría y un gesto serio en los labios que la hacían parecer mucho más aterradora que Molly Wesley riñendo a sus hijos.
—Ha llegado el momento de que todo termine.
—No te atrevas a juzgar a mi familia sucio media sangre.
Harry no contesto a las provocaciones, simplemente levanto su espada sosteniéndola por el mango de manera que la punta veía hacia el suelo para mostrarle a la señora Black el símbolo que tenía grabado, ella contuvo un gruñido de reconocimiento y guardó silencio mientras Harry tocaba el lienzo con la empuñadura.
—Cuando lleguen con Kreacher tráiganlos aquí —fue lo último que dijo Harry antes de concentrarse en romper cada pequeño conjuro que había descubierto en el cuadro.
A la hora prevista llegaron Hermione, Ron, Ginny y Draco llevando a empujones a Kreacher, quien no respondía ni a las órdenes de Draco a quien acusaba de traidor a la sangre, habían sido necesarios varios conjuros para evitar que elfo desapareciera y aún así habían tenido que cargarlo entre los cuatro, evitando sus patadas, para poder avanzar.
—Un Inmóvilus podría haber funcionado mejor señores —los recibió Severus con su usual modo despreciativo que usaba en clase.
—Hermione le lanzó uno y yo dos pero parece que es inmune a ciertos conjuros —explicó Draco apenas evitando que Kreacher lo mordiera.
—Por lo menos pudimos atarlo —concedió Ron a regañadientes—. ¿Dónde está Harry?
—Los espera en la estancia —musitó Remus sumándose al esfuerzo de arrastrar a Kreacher.
—¿Ni si quiera pudo esperarnos? —gruño Draco.
—En realidad eso es precisamente lo que está haciendo —dijo Severus al abrir la puerta para permitirles el paso.
Lo primero que el grupo notó al entrar era la penumbra que cubría la estancia, apenas lo suficiente para revelar las cortinas del cuadro de la señora Black descubiertas y frente a él, una figura erguida con porte soberbio y atemorizante.
—¿H-Harry? —tartamudeó Ginny impresionado por el repentino cambio de su amigo.
—No permito que los traidores a la sangre me dirijan la palabra.
Al escuchar esa voz dura tan distinta a la de Harry y al mismo tiempo algo similar la sangre de los presentes se congeló y Kreacher dejó de pelear.
—¿M-mi señora? —balbuceó el elfo.
—Ven Kreacher —dijo la sombra al tiempo que dibuja una floritura con su varita liberándolo de sus ataduras—. Sé lo que quieren hacerte.
—¡Señora! No permita que me entreguen a la sangre sucia o al traidor a la sangre, o peor aún que me humillen liberándome como si hubiera cometido alguna falta —gimoteó Kreacher corriendo a los pies de la figura.
Hermione levantó su varita y encendió las velas más cercanas a la entrada, lo que vio le arrancó una exclamación de sorpresa. Erguida, en todo su esplendor, la señora Black les dirigía una muestra de profundo desprecio mientras pasaba una mano sobre la cabeza de Kreacher.
—Ha pasado tanto tiempo y has sabido esperar por mi.
—Siempre, señora, siempre supe que al final vendría por Krecher, que no podría dejarme solo en medio de esta escoria que desprestigia su casa con su sola presencia.
Las mejillas de Hermione se colorearon de indignación, apenas podía comprender como Harry se había atrevido a tanto, aquello era cruel, molesta volvió la cara para evitar seguir viendo ese despliegue vergonzoso, nunca hubiera esperado que Harry se hiciera pasar por la señora Black para liberar a Kreacher, todo lo que tenía que hacer era darle una prenda, no jugar con la pobre criatura. Apunto de llorar sintió que alguien la tomaba del brazo y la obligaba a volver su atención al centro de la estancia donde Kreacher seguía quejándose entre hipidos ahogados.
No necesitaba ver más para saber que si seguía eso por mucho tiempo estaría demasiado enfadada con Harry por varios meses cuando un cabeceo de Ron la hizo notar una sombra encogida pegada a la pared, justo al lado del cuadro. Draco se encargó de encender la vela más cercana que apenas alcanzó a revelar el lienzo vacío y a Harry con una rodilla en el suelo, aferrándose a la espada en sus manos mientras sus labios se movían apresurados en palabras que ninguno de ellos podía escuchar.
—Sólo un Black de sangre puede liberarlo —explicó Remus con en un murmullo apenas audible—. Harry lo descubrió antes de que le pidieras la libertad de Kreacher, como sólo queda ese retrata ha liberado la esencia mágica de ella para cumplir con su palabra.
Hermione palideció más al escuchar esa declaración, liberar la esencia mágica de una cosa era muy peligroso al alimentarse de la propia magia. Ginny contuvo un sollozo intentando controlar la vorágine de sentimientos que el recuerdo de su primer año le traía y sólo el apoyo de su marido evito que cayera al piso al fallarle las piernas.
—No debí permitir que llegaras hasta este punto, debí cortarte la cabeza a mi muerte, cumplir mi palabra y no dejarte nunca Kreacher.
—No, no ama, no. No se culpe por los errores de ellos, no. Usted es buena, muy buena.
—La prenda —se escuchó por fin la voz de Harry.
—No te atrevas a darme órdenes media sangre.
—Entonces cumple con tu palabra, libéralo.
—¿Esperas que le entregue una pieza de ropa a mi más fiel sirviente porque tú lo ordenas? PATÉTICO MEDIA SANGRE, nadie insulta así nuestro linaje, ¿qué hará mi elfo con la vergüenza de la prenda? ¿Aún no lo has entendido? Su familia ha elegido servirnos —se vanaglorió la señora Black— ¿entiendes? Ellos eligieron perder su libertad por nosotros, por quedar bajo nuestro cuidado y proteger a nuestra familia. Despacharlo con un pañuelo es ofender la tradición de sus padres y los míos.
—¡PROMETISTE QUE LIBERARÍAS A KREACHER DE SU ESCLAVITUD! —repitió Harry, su pálido cubierto de sudor más sus palabras fuertes.
—Y siempre cumplo lo que prometo ¿crees acaso que no estoy cansada de ver como mancillan mi casa?
La señora Black dio la espalda a Harry y se inclinó ligeramente hacia Kreacher, de un modo casi cariñoso tomó su feo rostro entre sus manos mientras lo acariciaba.
—¿Quieres acompañarme de nuevo? ¿estar a mi lado por siempre, dejar de lado a esta gente? Tienes que elegir tú Kreacher.
—Mi señora no tiene que preguntar, prometí cuidarla y acompañarla desde que era usted una niña, no voy a romper mis promesas ahora, no.
La señora Black se inclinó aún más, hasta cubrir con su túnica el cuerpo de Kreacher en un abrazo cariñoso, como el de una madre a un hijo. Cuando se incorporó, sonrió autosuficiente hacia Harry, caminando de nuevo a su cuadro. En la mano de Kreacher había un pañuelo de lino bordado con el emblema de la noble y más antigua casa de Black.
—Entonces decide Kreacher y será mejor que lo hagas ahora —dijo ella avanzando hacia el lienzo como si atravesara una puerta. Harry se levantó y tocó de nuevo el lienzo con el puño de la Espada, al instante un destello emergió de ella y lo que parecía un puerta empezó a cubrirse con magia, el cuadro volvía a ser el mismo mientras se cerraba de las esquinas hacia adentro.
Kreacher miró el pañuelo en su mano. Era libre por la mano de su ama ¿y qué podía hacer él con el vacío que da la libertad?
—Ser libre es poder elegir permanecer siempre a su lado mi señora —dijo antes de lanzarse corriendo tras ella, justo en el momento en que Harry cerraba el conjuro que había liberado la esencia mágica de la señora Black y el cuadro volvía a ser una pintura en donde ahora un elfo doméstico muy feliz se inclinaba y le entregaba de vuelta el fino pañuelo a su dueña. Con el último vestigio de magia que quedaba del cuadro, el cuerpo sin vida de Kreacher quedó en el suelo, su espíritu estaba al lado de aquella a quien tanto había amado.
Hermione avanzó lentamente hacia el cuadro sin poder dar crédito a sus ojos. Pasó la punta de sus dedos sobre el lienzo antes de ponerse a llorar.
—Te dije que podría ser muy diferente a lo que esperabas.
—Debiste decirme que sucedería —lloró ella hacia Harry que apenas podía mantenerse en pie.
—No lo sabía, hablé con ella y dijo que Kreacher podía hacer muchas cosas con su libertad, hasta rechazarla.
—¡ENTONCES DEBISTE NEGARTE!
—Nunca te habrías dado por vencida y lo sabes —la consoló él cubriéndola en un abrazo—. Ahora es feliz y eso debería ser suficiente.
—¿Por qué esperaste hasta ahora Harry? —preguntó Ron para intentar aligerar la situación.
—Porque me habrían arrastrado a la pintora en su lugar sin la ayuda de Severus.
Nadie discutió ese punto. Severus caminó hacia su joven esposo, lo liberó de la sollozante figura de Hermione para sostenerla por los hombros captando toda su atención.
—Aún debes entender que en este mundo todo puede ser diferente a como crees Granger. Pero no es necesariamente malo. Después de todo, ese elfo obtuvo su mayor sueño, estar con el ser amado, no puedo imaginar un mejor destino.
—¡Cómo si a esa familia le interesara Kreacher! —insistió Hermione con desprecio.
—Le interesaba y mucho —todas las miradas se concentraron de nuevo en Harry que había logrado llegar hasta la escalera en donde se había sentado—. Después de... la muerte de Voldemort... Kreacher y yo tuvimos una... diferencia. Yo estaba muy alterado, mi magia estaba de cabeza y no lograba encontrar la paz, esa vez quise cortarle yo mismo la cabeza hasta que... entendí, él quería librarse de mí tanto como yo de él, pero simplemente no podía liberarlo sin romper varios contratos mágicos heredados y exponerme a una fea maldición... Así que vine hasta aquí y practiqué mi legeremancia con la señora Malfoy.
—¿Puede hacerse algo así con un cuadro? —interrumpió Ron sorprendido.
—Sólo cuando el retratado dejó una gran cantidad de su esencia mágica como este caso, por eso nadie podía remover el cuadro —continuó Harry—. Fue muy difícil vencerla, pero al final descubrí porque Kreacher le era tan fiel, verán él se comprometió a estar a su lado desde que ambos eran niños.
—¡Kreacher fue niño alguna vez! —interrumpió de nuevo Ron y esta vez recibió un codazo en las costillas cortesía de Draco.
—Ella estaba sola, una niña llena de riquezas sin amor. Él la amó de inmediato y se convirtió en su mejor amigo, su única ambición en la vida era acompañarla para que nunca volviera a estar sola y ahora...
—Ha visto realizado su mayor deseo Harry, eso es algo que debe enorgullecerte —dijo Remus ayudándolo a levantarse— y Hermione deberías estar satisfecha porque Kreacher es feliz.
Nadie dijo nada más al respecto, demasiados concentrados en analizar los recientes sucesos. Pronto estuvieron reunidos en la cocina compartiendo anécdotas más gratas que iban de los exámenes a la graduación, sin olvidar la boda.
—A todo esto —dijo Draco después de brindar por los recién casados— ¿Qué clase de noche de bodas es esta? Pasan de las cuatro de la mañana y a este paso no creo que puedan... hacer mucho.
—Vamos Draco, no los molestes deben estar demasiado cansados para divertirse —agregó Ron entre risitas bobas causadas por el firewiskey.
—Nosotros no dormimos en toda la noche —musitó Ginny para sí y enrojeció terriblemente cuando se dio cuenta de que había dicho sus pensamientos.
—Por muy tentadora que resulte su propuesta señora Malfoy, nosotros decidimos esperar hasta finalizar con este asunto para poder empezar una vida sin arrastrar cadenas —explicó Severus como si hablara con una niña de cinco años—. Y ya que lo menciona, creo que nosotros nos retiramos.
—¿Se van? —preguntó Hermione mirándolos con sorpresa.
—Por supuesto —sonrió Harry tomando la mano de su esposo para salir a la estancia donde el cuadro de la señora Black y Kreacher estaban, completamente inmóviles al desvanecerse el último vestigio mágico de su creadora.
Con un tierno gesto Severus ayudó a Harry a quitarse la túnica negra dejándola en el perchero de la entrada, junto a la suya, dejando a la vista la vestimenta muggle que engalanaba a ambos. Severus disfrutó por unos segundos las miradas estupefactas de su improvisada audiencia antes de dar la vuelta, ofrecerle una gabardina y su brazo a Harry para guiarlo hasta la puerta de entrada.
—Hasta luego —dijo antes de salir con su amado.
° ° ° ° °
Severus condujo a Harry por las calles de Londres, disfrutando la compañía y el silencio que los rodeaba, a esa hora de la madrugada sus pasos sonaban tranquilamente en la calle vacía. La neblina daba un aspecto etéreo a las calles y por algún romántico misterio, Harry se cobijó más en el pecho de su esposo rodeándolo por la cintura lo que hacía sus pasos más lentos algo que a ninguno de los dos le importaba.
—Estás demasiado fatigado —declaró Severus al sentir que el peso de Harry aumentaba conforme avanzaban—, será mejor que tomemos uno de esos transportes muggles.
—¿Falta mucho? —bostezó Harry—, no quisiera tener que soltarte aunque sea para entrar a un taxi.
Severu rió de buena gana ante el comentario antes de garantizarle a Harry que faltaban un par de cuadras para llegar.
—¿Me dirás al menos a dónde vamos?
—¿Y arruinar la sorpresa? Además ya hemos llegado —dijo Severus en medio de una silenciosa calle idéntica a otras tantas calles que habían recorrido hasta ese momento.
Harry se desperezó un poco para echar un vistazo a su alrededor y ubicar el punto exacto en donde estaba o por lo menos descubrir el nombre de la calle, con sus casas victorianas en perfecto estado; más Severus se lo impidió sujetándolo por la espalda en un gesto protector y posesivo mientras aspiraba el suave aroma del cabello oscuro de su amado hasta besar la invitadora boca con ansiedad, como si se tratara del más exquisito y raro elíxir.
Sin permitirle a Harry seguir con su análisis, lo alzó en un rápido movimiento para llevarlo en brazos hasta una de esas casas, subir la pequeña escalinata que parecía estarlos esperando y cruzar el umbral del lugar hasta la estancia, donde bajó por fin a Harry para volver a besarlo.
—Profesor Snape ¿acaso no fue aquello un gesto espontáneo, romántico y algo descuidado porque nos pudieron ver muchos muggles? —bromeó Harry en voz baja con el gusto de Severus entre sus labios.
—¿A las cinco de la mañana? ¿Por qué crees que te entre tuve tanto con tus amigos? A esta hora puedo darme el lujo de cumplir con ciertos requisitos y cursilerías sin dañar mi imagen.
—¡Así que tu imagen es más importante que yo!
—Sólo un poco —siguió jugando Severus mientras quitaba un mechón de cabello de la frente de Harry y dejaba a la vista sus hermosos ojos— aunque tu imagen parece que me cautiva mucho más.
Un nuevo beso cayó sobre Harry, esta vez en sus párpados que protegieron sus ojos del resplandor que emanaba de la mirada de Severus.
—¿Dónde estamos?
—Si tu quieres en nuestro hogar —ronroneó Severus—. Compré este lugar hace unos años, nunca lo he habitado pero siempre creí que podía llegar a ser útil, después Black ofreció su casa como base de la Orden y me olvidé de esta casa hasta que cierto gryffindor testarudo me hizo recordarlo.
—Está vacío —se escuchó el eco en las paredes intentando llenar la estancia aunque fuera con palabras.
—Para que juntos construyamos nuestro futuro —dijo Severus besando los dedos de la mano de Harry—. Nunca pude decorarlo, no encontraba nada que quisiera meter aquí hasta el Beltane, ahora no puedo esperar a ver cómo quedará este lugar. Pero hay algo si que supe que debía entrar —concluyó guiando a Harry por la escalera que se ofrecía invitadora a ser usada.
Arriba, el corredor desnudo permanecía aislado con todas sus puertas cerradas, todas excepto una, al final, donde un tenue brillo bailante parecía llamarlos. Harry se detuvo en el marco de esa única puerta abierta, completamente extasiado ante la vista del interior de esa habitación, la única que no estaba vacía.
Severus entró primero y extendió su brazo hacia Harry para invitarlo a pasar, a olvidar todo el vacío que había habido en sus vidas y llenarlo de amor, del mismo amor que parecía cubrir las paredes desnudas de esa habitación en dónde sólo había un colchón cubierto por sábanas que reflejaban pequeños brillos de las cientos de velas que flotaban sobre ellos bajo un cielo encantado que permitía la vista del amanecer que despuntaba en ese momento llenando de luz la habitación.
Sólo amor, era lo único que necesitaban para llenar esa casa y aquello era tan poderoso que Harry se lanzó a los brazos de Severus con fuerza, hundió su rostro entre la gabardina de su esposo y el fuerte pecho antes de fundirse en un abrazo lleno de pasión y tomar posesión de esa boca.
En casa, estaba en casa.
—Este es el mejor obsequio que alguien me ha hecho en mi vida, gracias —dijo Harry entre besos.
De algún modo ambos habían terminado recostados en el colchón, mirándose con avidez los cuerpos semidesnudos se detuvieron un momento como estáticos en el tiempo, contentos con la compañía que los complementaba a un nivel insospechado.
—Quiero obsequiarte algo —susurró Harry entrecortadamente.
—¿Es necesario que sea justo ahora? —bromeó Severus perfeccionando el arte de besar el cuello de su esposo.
—Si —fue la sencilla respuesta que obtuvo cuando Harry se levantó y buscó su gabardina abandonada en el suelo—. Es lo justo después de esto...
—Harry, no tienes que agradecer por cada detalle que tenga contigo, sé que no estás acostumbrado a que alguien se preocupe por ti, pero en verdad debes aprender a dejarte amar.
—Creo que puedo acostumbrarme a eso muy rápido —dijo Harry entregando un paquete envuelto con papel brillante plateado y un listón verde al sorprendido Severus que seguía sentado en la cama, con el cabello revuelto, la mirada confundida y los labios encarnados a fuerza de tantos besos.
—Supongo que no me dejarás en paz hasta que vea tu regalo —suspiró el hombre resignado mientras desenvolvía el presente.
Una repentina sensación de reconocimiento lo recorrió al ir desenvolviendo el paquete, había algo, en la forma y el peso de lo que estaba oculto dentro del papel que le parecía demasiado familiar. No pudiendo más con la inquietud que lo estaba embargando terminó arrancando el papel ansioso para encontrarse con un libro sobre sus piernas.
—No puede ser —musitó incrédulo— Esto es...
—Una copia del Libro de Voldemort —corroboró Harry con una tímida sonrisa.
—¿Pero cómo?
—¿Recuerdas todo el tiempo que pasaba en tu cuarto estudiando? Sólo buscaba una oportunidad...
—¡Es imposible que lograras duplicarlo! —insistió Severus.
—¿Quién dijo que lo dupliqué? Yo lo copié a mano.
—¿Cómo?
—Usando un muy interesante hechizo que descubrí por casualidad el día que me prestaste el Libro.
—¿Memorizaste un hechizo de magia oscura con sólo verlo una vez? —pregunto Severus escéptico.
—Digamos que... no es exactamente magia oscura, al parecer en ese Libro, Voldemort incluyó todos sus descubrimientos, hasta los que le parecían inútiles como el conjuro que usó mi madre para salvarme la vida y el que yo usé para "alentar el tiempo", lo suficiente para permitirme hacer muchas cosas en unos segundos.
—Como robarme el Libro bajo mis narices, muy astuto Harry —dijo Severus adentrándose en sus pensamientos con ese gesto adusto en el rostro. Por un momento Harry lo sintió adentrándose más y mas en sí mismo, hasta quedar fuera de su alcance.
Y tuvo miedo.
—¿Me perdonas? —balbuceó tímidamente intentando controlar todos sus temores.
Entonces Severus lo miró como nunca antes lo habían visto y supo que todos sus temores eran infundados.
—¿Perdonarte? ¿Por amarme hasta el punto de arriesgar tu vida para hacerle este obsequio a un amargado y cretino profesor se pociones como yo? Por eso empeoraste tan pronto, no quiero ni pensar la cantidad de magia que usabas cuando te habíamos prohibido usar magia en absoluto.
—No fue tanta —se defendió Harry sentándose, por fin, al lado de Severus y recargando su cabeza en el hombro de él.
Severus levantó sus manos hasta acunar entre ellas el rostro de Harry, o acercó al suyo y casi tocando sus labios con los suyos dijo:
—¡Merlín! No tienes idea de cómo te amo y no tenías que regalarme un libro para que lo descubriera.
—Me alegro porque dudo mucho que pueda conseguir otro igual de raro —musitó Harry antes de cubrir la insignificante distancia que los separaba en un beso lleno de mil promesas y una vida nueva para ambos en donde el pasado realmente había quedado a tras y por delante se levantaba el porvenir que juntos construirían.
° ° ° ° °
Fin
N/A: ¿Les gustó? Ahora necesito su ayuda para elegir la historia que tomará el lugar de La Extraña y muy misteriosa desaparición de... el motivo de este mensaje es que me digan si quieren que sea un niño o una niña, las candidatas son:
Pequeños milagros. Severus deja Hogwarts después de la segunda guerra para empezar una nueva vida. Cuando regresa, seis años después, tiene una encantadora niña de cinco años que se roba el corazón del sanador de guardia en la enfermería del colegio… Harry Potter. Sip, adivinaron, otro Severus/Harry.
Soñar no es suficiente casi la misma premisa anterior pero ahora el hijo de Severus ingresa a Hogwarts a los once años y termina siendo alumno de Harry Potter, el maestro más estricto e insufrible del colegio y sí, también es un Severus/Harry.
Aunque como ya mencioné las dos historias son muy diferentes entre sí, tengo planeado publicar ambas con una razonable diferencia de tiempo por lo que pido su cooperación para que voten y me digan cual quieren primero: niño o niña.
Lo único que me falta es agradecerles a todos ustedes por hacer de este fic algo tan especial, en serio, para ser una broma de cinco capítulos que llegara hasta aquí sólo por su apoyo... me quedo in palabras y les mando un fuerte abrazo, un besote y mis mejores deseos. Quetzalli .
