¡¡Hola a todo el mundo! Se me olvidó hacer esto en el primer capítulo, lo siento, debo decir que estos personajes no son fruto de mi imaginación y no me pertenecen, y además los utilizo sin ningún ánimo de lucro.

Capítulo anterior…

El príncipe Ryo llega a Micenas para asistir al nombramiento del próximo marido de la bella princesa Rika, ya que es uno de los posibles candidatos.

Llegó hasta ella, maravillado por su belleza. Los ojos de la princesa mostraban una expresión nueva, entre temor, estupefacción y admiración, lo que la hacía aún más adorable. Le tomó la mano, ella no se movió. La besó, sin dejar de mirarle a los ojos. Rika rezó para que aquel momento se hiciera interminable.

- Es un auténtico placer, princesa - dijo con una voz suave y grave a la vez.

-- Me enamoré de él. Así de sencillo. --

Grecia. Capítulo segundo.

---------------------------------------------------------------------------------------------

(Narrado por Rika)

Dioses, aquella cena fue una tortura. Tras haber recibido debidamente a la delegación de Tesalia, mi "madre" anunció que la cena se serviría al ponerse el sol en el patio, situado en el centro del palacio. Éste era un enorme jardín central, donde se habían dispuesto cuatro enormes mesas alargadas para albergar al más de un centenar de invitados, y que todos comieran cómodamente. Dispuesta de forma perpendicular al resto, en la cabecera del jardín se había colocado la mesa principal, donde comeríamos mi madre, yo, y algunos de los reyes más importantes, pero ya casados. En resumen: estaría expuesta a las miradas de mis pretendientes toda la noche.

Cuando todos nos hubimos sentado a la mesa, la música comenzó a sonar, las sirvientas comenzaron a servir la comida, y el vino corría libremente, aunque yo, por ser mujer, no podía probarlo. Tal y como me había temido, todas las miradas estaban vueltas hacia mí, y las pocas veces que levantaba la vista de mi plato, me encontraba con todas las caras de los presentes mirándome, cuchicheando, riendo, sonriendo y contemplándome con deseo y lascivia.

En esos momentos desviaba mi mirada, buscando los únicos ojos que me aliviaban, como si fueran un oasis en medio de la aridez de un desierto. Los ojos del príncipe Ryo, que a pesar de lo que me había contado mi sirvienta Jen, no demostraban el deseo de los demás: simplemente me miraban. Y parecía disfrutar con ello, no se cansaba. Su barbilla se apoyaba en la palma de su mano, y sólo me miraba, sin parpadear.

Fue entonces cuando se despertó en mí la picardía que todas las mujeres llevamos dentro. Comprendí que no sólo me deseaba, como los demás, sino que yo le intrigaba, y quería conocerme, en todos los sentidos. Además, no me producía el asco que me daba el resto de hombres allí presentes. Sí, se quería acostar conmigo. Pero había una diferencia abismal: yo también quería; pero no se lo iba a poner nada fácil. Decidí jugar un poco con él.

---------------------------------------------------------------------------------------------

(Narrado por Ryo)

"¿Está mirándome? Sí, me está mirando. Dioses, toda la noche sin probar bocado, sin poder dejar de mirarla... ¿qué tiene esta mujer? Sí, es muy hermosa. No, es la más hermosa del mundo. No puede haber nadie igual, nunca en toda la historia habrá una mujer más perfecta. Es un regalo de Afrodita... No debo dejar pasar esta oportunidad. Será mía, tiene que ser mía."

Me parecía imposible que en el mundo pudiera haber algo tan perfecto como aquello. Si yo era el hombre perfecto, Rika era la mujer perfecta. En ese momento descubrí que había algo más allá de las relaciones con vírgenes, muchachas... Comprendí que no quería irme de aquel palacio nunca, estábamos hechos el uno para el otro, y ni aunque me maldijeran todos los dioses del Olimpo la dejaría escapar.

¿Sería ese sentimiento lo que llaman "amor"? Ese dolor que tenía en el estómago cuando la miraba, que parecía miedo, pero sin serlo. Me temblaban y me dolían hasta las puntas de los dedos. Nunca me había enamorado. Pero con ella sentía algo diferente. Mataría al que quisiera arrebatármela.

"Oh, ¿por qué me mirará de esa forma tan seductora? ¿Tiene que hacer eso al suspirar? ¿Está intentando decirme algo?"

Seguía mirándome con picardía... decidí guiñarle un ojo. Al instante, bajó la cabeza, ruborizada. Sonreí; me gustaba mucho.

---------------------------------------------------------------------------------------------

(Rika)

¡¡Me había guiñado un ojo! ¡Será descarado! No se lo pienso consentir. ¡¡Idiota! lo había estropeado todo con ese gesto de prepotencia machista.

Ya no me apetecía seguir ahí. Aunque todos los invitados se habían emborrachado (menos Ryo, pues no le había visto tocar la copa ni una sola vez), y ya no me miraban, ahora me sentía incómoda por la presencia de Ryo. Le dije a Rumiko, que se sentaba a mi izquierda, que me retiraba a mis habitaciones porque estaba cansada, y gracias al cielo que no tuvo ninguna objeción.

Me levanté de mi asiento y salí del jardín, internándome en las galerías del castillo. Al fondo de un gran y amplio pasillo, donde éste se bifurcaba en dos pasillos opuestos, entre estos dos se erigía una escalera que conducía a las habitaciones de las mujeres. Continué caminando, mis habitaciones estaban en un ala solitaria del palacio, a petición mía: no me gustaba la gente y no me relacionaba con ella. No tenía puerta en mi habitación, pero sí unas cortinas de fina y suave tela superpuestas, de modo que no dejaban ver ni el interior, ni desde éste el exterior. Las atravesé, apartándolas con la mano; debían de ser unas seis o siete, no sé, nunca me había parado a contarlas. Jen no estaba, había sido llamada a las cocinas para preparar la cena.

---------------------------------------------------------------------------------------------

(Narrador neutro)

Al ver a la princesa levantarse de la mesa, Ryo no dudó ni un momento en hacer lo mismo e ir tras ella. Nadie advirtió su salida, todos estaban demasiado borrachos, incluido su padre, y la reina Rumiko estaba demasiado ocupada atendiendo las ebrias locuras de sus compañeros de mesa.

Siguiéndola, llegó hasta sus habitaciones. Ella había atravesado las cortinas de su habitación, y él no dudó en hacer lo mismo. Se encontró en una estancia amplia, muy bien decorada, con una cama en el centro, con la cabecera en la pared, un balcón tapado con una fina cortina, y con antorchas que, iluminando, daban un tono tostado a las paredes y a la piel de la princesa, que se encontraba de espaldas a él, quitándose las pulseras. Ni corto ni perezoso, se acercó sigilosamente a ella, y pasó sus manos por su cintura. Sobresaltada, la princesa se dio la vuelta, dando un suspiro de temor.

- ¿¡Qué haces aquí, insensato?

- Shh... - Ryo le puso un dedo en los labios - que te van a oír, princesa.

- ¡Vete ahora mismo y no diré a nadie que te he encontrado en mis aposentos! ¡Vete!

- No hay nadie en este lado del castillo, y nadie nos va a oír, ni nadie nos va a molestar - dijo Ryo en un susurro en su oído - Rika, eres más hermosa que Afrodita.

Rika se libró de su agarre, sonriendo.

- No tientes a esa diosa, Ryo, no admite rivales.

- La diosa me tiene en gran estima - dijo Ryo, sonriente - me ha regalado la mujer más hermosa del mundo.

- Sí - dijo Rika, mirándole a los ojos - mi madre es muy generosa. Pero tal vez ella le ha hecho un regalo a su hija, dándole un príncipe apuesto.

- ¿Estás hablando de Rumiko?

- Estoy hablando de Afrodita, príncipe. Soy su hija.

Decir que Ryo se quedó estupefacto es decir muy poco. ¿Cómo no se le había pasado por la cabeza? Las insinuaciones de su padre, y esa belleza imposible. Tenía que tener alguna parte divina, y qué podría haber sido sino el fruto de las múltiples aventuras de la diosa del amor con hombres mortales.

- N-no lo sabía - dijo por fin.

- Pues no es un secreto. Mi madre adoptiva es una cornuda. Y mi padre murió en el mar, víctima de la ira de Poseidón, que tuvo una aventura con mi madre y se puso celoso al saber que la diosa se acostó con mi padre mortal. La verdad es que no sé cómo se corrió la voz, pero el caso es que todo el mundo lo sabe - dijo Rika, bastante indiferente, y calló un momento. Segundos después, cambió radicalmente de tema -. Te he observado esta noche.

- Yo también a ti.

- Me has guiñado un ojo - dijo tremendamente seria.

- ¿Y qué? – se encogió de hombros el príncipe.

- Que no te lo consiento. – dijo severamente. Ryo se echó a reír, volvió a agarrar a Rika por las caderas y la atrajo hacia sí.

- Pues castígame, por favor – le susurró.

En ese momento se hizo el silencio. Ryo se inclinó sobre la princesa y empezó a susurrarle palabras que ella no alcanzaba a entender, pero con un tono tan sensual que hizo que le temblara hasta el último rincón de su cuerpo. Rika entrecerró los ojos involuntariamente, dejando escapar un suspiro al aire. Aunque ella permanecía inmóvil, Ryo recorría con las puntas de sus dedos la espalda de Rika, casi descubierta en su totalidad, provocando un estremecimiento de la princesa. Ésta experimentó un dolor cálido que surgía desde la zona del bajo vientre, y que se extendió por todo el cuerpo. Pero era un dolor agradable, aunque le hizo perder las fuerzas en las piernas.

Ante los ojos de Rika pasaron mil imágenes sobre lo que podía ocurrir aquella noche. Podía entregarse a ese hombre, o podía negarse. Si hacía lo primero, su futuro marido, en el caso de no ser él, le mataría por no llegar virgen al matrimonio. Sin embargo, ¿merecía la pena vivir una larga vida infeliz, antes que una corta pero con unos minutos de felicidad completa? ¿Debía arriesgar toda una vida por unos instantes? Si no lo hacía, se arrepentiría por siempre, pero al menos habría un "siempre". ¿Quería morir? No, quería vivir; sólo con él, pero quería vivir. Pero ésa era una posibilidad entre más de cien.

Madre, ayúdame... ¿Qué haría ella? Rika quería mucho a su divina madre, pero confesaba que era una golfa, así que ya sabía cuál sería su consejo: acuéstate con él, y luego ya veremos. Pero no era tan fácil. Ella estaba casada con el dios más feo de todos, con Hefesto, y le era infiel siempre que podía... pero a ella no podían matarla.

Y luego estaba el Tártaro. Si se acostaba con él, será muy feliz y le matarían, pero no iría al Olimpo con su madre, sino al Hades, al oscuro infierno, custodiado por el can Cerbero, por infiel. ¿Valía la pena una vida eterna de sufrimiento? No.

- No - dijo Rika, apartándose de él -. No puedo.

- No entiendo por qué - dijo Ryo, volviéndose a acercar, sin considerar serias las palabras de la chica.

- No puedo perder la virginidad ahora - dijo, poniéndole una mano en el pecho, deteniéndole.

- Si ese es el problema, no temas, que no la perderás, te prometo que no te desfloraré - dijo, acariciándole los hombros - sólo jugaremos... de momento.

No había considerado esa posibilidad. En ese momento tuvo muy claro que nada le impedía pasar una noche de placer con él sin que nadie se enterara. Pero justo en ese momento, se acordó de las palabras de su sirvienta Jen.

Flash back

- Dicen... - Jen bajó la voz hasta convertirla en un susurro - que el príncipe de Tesalia es un hombre alto, apuesto... y todavía no se ha decidido por ninguna princesa ni doncella. Y también dicen que ninguna mujer le satisface. ¡Vos podríais ser la que logre conquistarlo! esperemos que la reina haya enviado un emisario a Tesalia.

- En este asunto no tengo ni voz ni voto, mi matrimonio lo decidirá mi madre y sus consejeros, según les convenga. Y aunque pudiera elegir... conque ninguna le satisface a ese principito, ¿eh? ¡Dioses, no me casaría con un arrogante así jamás!

Fin del flash back

... Ninguna mujer le satisface... ninguna mujer le satisface... ¡no me casaría con un arrogante así jamás! ... arrogante... arrogante...

- ¿Eh? ¿Qué te parece? - escuchó la voz de Ryo como si viniera de muy lejos - vamos, no te resistas tanto.

- Chulo, engreído, descarado, maleducado, ¡machista! – pensó la mujer. Pero, ¿qué estaba haciendo? ¿estaba dejando que un perfecto desconocido se metiera en su habitación, le tocara y encima le propusiera tener relaciones? - Por todos los Dioses, Rika, ¿cuándo perdiste tu dignidad?

- ¿Qué te pasa, te ocurre algo? – se interesó Ryo

- Vete ahora mismo - le respondió Rika sin mirarle a los ojos.

- ¿Qué? - se sorprendió.

- ¡¡Vete! ¡Y ni se te ocurra volverte a acercar a mí!

- No pienso irme - dijo Ryo con semblante frío.

- ¿Qué te has creído? ¡¡No seré yo una de las muchas aventuras que has tenido! ¡¡No seré una historia más que contar a tus amigos! ¡¡¡Por primera vez en tu vida podrás decir que una mujer te rechazó! Si te atreves a manchar tu reputación de casanova, claro. Sí, no me mires con esa cara de falsa sorpresa. Muchas cosas he oído de ti, príncipe de Tesalia. Menos mal que he reaccionado a tiempo.

- ¡Estás confundida, Rika! Mira - dijo, cogiéndola de las manos - es verdad que he tenido muchas relaciones con otras mujeres, pero lo que siento por ti es diferente...

- ¡¡A otra con ese cuento! - Rika retiró sus manos violentamente - No sé cómo lo has hecho, pero has logrado confundirme, hasta pensé que me querías... Pero te ha fallado el final de la estrategia. A mí no se me lleva a la cama tan fácilmente, que te quede claro - Rika tomó aire, y se calmó un poco, para luego decir fríamente, y señalando la puerta: - Vete.

Ryo se sintió derrotado, pero obedeció a la princesa. Justo antes de atravesar las cortinas, se dio la vuelta y le dijo:

- Para mí sería muy fácil tomarte y violarte en este mismo momento, bien sabes que puedo hacerlo, y nadie nos oiría. Además, es lo que más me apetece en este momento - Rika tragó saliva, dando un paso atrás. Ryo suspiró -. Pero no lo voy a hacer, te respeto, te obedezco, y me voy a mi cuarto. Mañana a la noche dirán quién es tu marido, es muy posible que no sea yo, e inmediatamente volveré a Tesalia; y nunca volverás a verme, ni yo volveré a verte. Sin embargo, no voy a forzarte, aunque te aseguro que ésa es mi naturaleza, y no sería la primera vez que lo hiciera... - hizo una pausa - Espero que esto te dé qué pensar.

- ¿Ahora pretendes que me arrepienta, me arrodille y te pida que vuelvas y te acuestes conmigo? - dijo Rika con una mueca.

- En absoluto. Sólo quiero darte un pequeño consejo: aprovecha el momento.

Chasqueó los dedos y se fue.

----------

Rika se quedó mirando las cortinas del umbral como si Ryo siguiera ahí, hasta que dejaron de moverse y reaccionó.

- ¡Imbécil! - pensó - ¿Cómo se atreve a tener la última palabra? - no pudo contenerse más y gritó: - ¡¡Imbécil! - corrió hacia su cama, enterró la cara entre los cojines, y lloró.

- ¿Por qué? ¿Por qué tienes que ser así? ¿Por qué no puedes ser el príncipe con el que tanto he soñado...? - alzó la cara para poder respirar, y rodó hasta ponerse boca arriba - ¡Me siento tan sola! - dijo en voz alta, sin dejar de llorar.

----------

- Ryo, eres imbécil - pensaba el príncipe mientras entraba en sus habitaciones - Has metido la pata hasta el fondo. Para una mujer que te importaba, y arruinas todo de esa manera.

Hubiera preferido no haberse quedado así, tan chulo, con la última palabra. Hubiera preferido que le hubiera gritado, que le hubiera pegado, hasta que le hubiera tirado algo a la cabeza. Ahora reflexionaba, y se había comportado como un idiota egoísta.

- Como lo que soy...

¿Y si volvía y le pedía disculpas? No, era demasiado tarde. Hablaría con ella por la mañana. Se acostó, pero de vez en cuando el sentimiento de culpa se hacía demasiado fuerte, y ahogaba su furia consigo mismo golpeando fuertemente los cojines de su cama.

---------------------------------------------------------------------------------------------

Cuando los rayos de sol de la mañana empezaron a filtrarse por los balcones del palacio, Rika entreabrió los ojos, molesta porque uno de ellos había decidido darle directamente en la cara. Por ello los volvió a cerrar rápidamente y se dio la vuelta en la cama, refugiándose en un lugar sin luz directa donde sí pudo abrirlos. De tanto llorar anoche, los sintió secos e hinchados, y en su cara sentía el recorrido de las lágrimas, también seco, pero que tiraba un poco la piel de sus mejillas. Se levantó, se quitó la ropa del día anterior (puesto que se había olvidado de desnudarse), se puso una bata fina y caminó hasta el baño.

Ésta era una estancia amplia y privada, y aunque se encontraba fuera de la zona de habitaciones de Rika, era de uso exclusivo de la princesa. Estaba construido en piedra de mármol rosa, y era bastante oscuro e íntimo. En el centro se hallaba una especie de piscina de mármol también, llena de agua caliente, donde Rika se bañaba.

Comenzó a oírse el ruido de unos pasos a lo lejos que se acercaban, y entraban en los baños. Rika se dio la vuelta, era Jen.

- ¡Princesa! Perdonadme, por favor, pero esque ayer nos acostamos muy tarde tras recoger toda la cena... no tengo excusa, pero deberíais haberme despertado para que os ayudara a desvestiros...

- Jen, que no soy inútil - sonrió Rika -. Además, me apetecía estar un rato sola.

- Si queréis me voy.

- No, quédate - Rika se dio la vuelta en el agua y la miró -. Acércate, si quieres puedes meterte en el agua y darte un baño.

-¡Oh, no, no puedo! - se escandalizó la sirvienta, llevándose una mano a la boca.

- Sí puedes, te lo estoy ofreciendo. Vamos, decídete, si no se me empezará a arrugar la piel de tanto estar en el agua y tendré que salirme.

Aún no demasiado convencida, Jen aceptó la invitación. Cuando se halló dentro de la piscina, se acercó a su señora y le agradeció el gesto.

- Tengo que contarte algo. Ayer vino a mis habitaciones el príncipe de Tesalia...

---------------------------------------------------------------------------------------------

Nada más despertarse, Ryo recordó qué tenía que hacer. Se anudó una falda larga hasta los pies de color negro, y se puso una especie de chaleco de lino, negro también, sin atar por el pecho.

Tomó innumerables precauciones para no despertar a su padre, aunque innecesarias, puesto que las enormes cantidades de vino que había bebido anoche le habían dejado en un estado que bien podría parecer un coma cerebral.

Salió de su habitación, y rápidamente llegó al pasillo en el que se encontraba la habitación de Rika.

---------------------------------------------------------------------------------------------

- ¿¿¿Qué me dices? Ay... ¡perdón! ¿qué me decís, señora? – se escandalizó la sirvienta al oír el relato de Rika.

- Lo que oyes, Jen.

- No me lo puedo creer. Es peor de lo que pensaba. Con el debido respeto, señora: ese hombre no me gusta un pelo.

- Ya... - suspiró Rika - A mí al principio me gustaba mucho. Pero ayer me desencantó.

- No me extraña. ¿Y qué vais a hacer ahora? – preguntó Jen con curiosidad

- Pues francamente, no lo sé. Esta noche deciden con quién me caso. Y aunque te parezca mal, Jen... si tengo que elegir, le elijo a él.

Se produjo un largo silencio; ninguna de las dos sabía qué mas decir sobre el tema: las impresiones acerca de él ya las habían intercambiado a lo largo del relato de Rika.

- ¿Vamos a la habitación? - sugirió la princesa.

- Sí.

Salieron del agua, y se cubrieron con las finas batas, que se empaparon casi inmediatamente. Anduvieron cautelosas por si se encontraban a alguien en el camino a las habitaciones, puesto que no era muy decoroso que las vieran con tan poca ropa. Cuando llegaron al pasillo de la habitación de Rika, se relajaron y se confiaron, y siguieron hablando animadamente. No repararon en Ryo hasta que se encontraron a unos diez metros de él.

Éste se encontraba observándolas, ante la puerta de la habitación de Rika. Pronto reparó en la poca ropa que llevaba la princesa, y se inquietó, reprimiendo a duras penas sus impulsos básicos. Maldijo al dios travieso que permitió que la princesa anduviera por el palacio con una fina bata mojada y pegada al cuerpo. Así no podría hablar con lucidez.

Cuando Rika cruzó su mirada con él, volvió a sentir como un relámpago la punzada de dolor en el estómago, y se puso muy nerviosa. La sangre tiñó sus mejillas, pero mantuvo la vista al frente. Quiso preguntarle "¿Qué diablos haces aquí?" pero ningún sonido salió de su boca. A pesar de todo, y como bien dicen, una imagen vale más que mil palabras, y Ryo comprendió su intención al instante.

- He venido para aclarar lo de anoche - dijo.

Ante el bloqueo mental de Rika, Jen le clavó suavemente la punta de su dedo índice en la espalda, lo que la hizo reaccionar.

- No hay nada que aclarar - dijo con voz débil y poco firme.

- Yo creo que sí - se dirigió a Jen: - déjanos solos.

Jen se apresuró a entrar en la habitación de Rika, dejando a los dos príncipes solos. Rika hizo ademán de seguirla, pero Ryo estaba entre ella y las cortinas de la habitación, así que cuando pasó a su lado intentando esquivarle, éste le sujetó del brazo con fuerza, y la obligó a quedarse junto a él.

- ¡Suéltame! - ordenó la chica - ¿te das cuenta de lo que estás haciendo? ¡Ya te he consentido demasiado, esta vez te delataré y serás condenado a muerte por haberme tocado!

- No serás capaz de ello.

- Te sugiero que no me tientes - susurró Rika fríamente -. Te maldecirán los dioses del cielo y los hombres de la tierra por lo que estás haciendo.

Ryo vaciló unos instantes y por fin la soltó. Rika retrocedió unos pasos, frotándose en el brazo la zona magullada, donde Ryo había dejado impresas las marcas de su agarre.

- Perdona si se me han quitado las ganas de hablar contigo - le espetó Rika, le esquivó y se dispuso a cruzar el umbral de la puerta de su habitación.

- No, Rika, por favor... - dijo, desesperado al saber que había vuelto a cometer un error.

- ¡Cállate!

Siguió andando, pero se detuvo al escuchar a Ryo caer de rodillas.

- Por favor... - murmuró el chico - ... por favor... - cogió con la mano derecha el bajo de la bata de la princesa - no te vayas así, por favor... - Rika se dio la vuelta y le miró.

- ¿Qué haces? Vamos, levántate y vete - dijo, impaciente.

- N-no... - Ryo sacudió la cabeza - no me dejes así...

Rika, sorprendida y preocupada, se arrodilló frente a él y cogió entre sus manos el rostro de Ryo, obligándolo a mirarle a la cara.

- Ryo, ¿te encuentras bien? ¿estás enfermo? - los ojos azules de Ryo se humedecieron rápidamente, volviéndose brillantes.

- ¿No ves que no? - con suavidad cogió las manos de Rika y las estrechó entre las suyas - hoy deciden con quién te casas, y tengo miedo Rika, tengo mucho miedo. Y yo no hago más que estropear las cosas - su voz se volvía cada vez más tomada -. Tengo miedo de no ser yo el elegido, de que seas de otro. De que te toque otro, de que beses a otro, no puedo soportarlo, y aun así me lo imagino y me duele más... Tendré que volver a Tesalia, ¡¿qué haré yo sin ti! - por fin un par de lágrimas resbalaron por las mejillas de Ryo -. Si me voy me muero - dijo, mirándola a la cara -. Me muero.

- Ryo... ¿no crees que estás exagerando las cosas? En Tesalia hay chicas bonitas...

- ¡No! - la interrumpió, le agarró por los hombros y la atrajo hacia sí. Y tras un momento de silencio, dijo: - Te quiero.

Ante aquello, Rika se quedó muda. Lo había dicho con tanta pasión, con tanta sinceridad... Le había llenado todo el cuerpo de una ráfaga caliente.

- ¿Y tú a mí? - preguntó Ryo, algo que la pilló totalmente desprevenida.

- Yo... - dudó Rika - yo...

- ¿Sí?

- Eh... - dejó de mirarle a los ojos - pues... yo...

- ¿Sí? - repitió, ansioso.

- Eh... n-no sé... esque...

- ¿No sabes?

- S... sí, sí sé.

- ¿Entonces?

- Bueno... - empezó a respirar agitadamente, y a ruborizarse.

Pero una voz enérgica les interrumpió.

- ¡¡Rika! - la pareja miró donde estaba Rumiko, escandalizada - ¿¿Qué haces medio desnuda en compañía de un hombre, y encima delante de tus aposentos?

- No exageres, madre - los dos se pusieron de pie -, no es lo que estás pensando.

- ¡No me contestes! Y vos, príncipe de Tesalia - dijo, dirigiéndose a Ryo - haga el favor de bajar abajo. Ya están todos sentados a la mesa para comer.

- Con su permiso, señora - Ryo dirigió una última mirada a Rika, y se marchó. Rumiko se acercó a su hija y le dio una cachetada.

- ¡Eres una descarada! – le gritó la reina. Rika le devolvió la torta aún más fuerte, haciéndola perder el equilibrio.

- ¡No me vuelvas a tocar, zorra! - y se metió en su habitación.

---------------------------------------------------------------------------------------------

Ryo bajó, como le había dicho la reina, al jardín-comedor, donde ya estaban sentados la mayoría de los invitados. Buscó a su padre y se colocó junto a él. Las criadas sirvieron la comida en cantidades abundantes.

- ¿Qué tal has dormido, padre?

- Horrorosamente mal - dijo, frotándose los ojos y hundiendo la cara entre las manos -. No sé qué hice anoche... creo que tengo un poco de resaca... ¿tú no?

- Yo no bebí.

- Jajajajaja, sí, seguro.

- En serio.

- Ay, pero no grites - dijo con reproche.

- No he grita...

Pero el ruido de un intenso murmullo que aumentaba de volumen a cada segundo le interrumpió. Lo había producido la entrada de la princesa en el jardín, y los comentarios obscenos que Ryo escuchaba estaban perfectamente justificados. Iba muy guapa.

Se había puesto una falda blanca hasta los pies, con vuelo, y un top de lino, blanco inmaculado también. Había recogido el pelo, totalmente liso, en una cola de caballo alta, pero aun así le llegaba hasta la mitad de la espalda. La chica tuvo que pasar entre las mesas de los caballeros para llegar a la suya, recibiendo toda clase de improperios subidos de tono. Todo aquello ponía nerviosa a la princesa, pero Ryo contenía su ira con serias dificultades.

Uno de ellos, cercano a Ryo, cuando Rika pasó por delante hizo un comentario acerca de lo que le gustaría hacerle a la princesa aquella noche. Ryo no pudo soportarlo más y le gritó:

- ¿Por qué no callas tu sucia bocaza, imbécil?

- ¿A quién llamas imbécil? - los dos se levantaron, dispuestos a pelearse. Pero los hombres de alrededor los sujetaron.

- ¡Parad, parad! - Maoko sujetaba a su hijo Ryo. Por fin, logró sentarle. Rika estaba a pocos metros, y se miraron un momento antes de que la chica siguiera avanzando, sin abrir la boca.

Sin embargo, la cosa no quedó ahí. Los murmullos persistieron, cada uno más lujurioso que el anterior. Además, había empezado a correr el rumor de que Ryo y Rika tenían una relación.

- Sí - escuchó Ryo en algún lugar a su derecha. Parecía ser el mismo hombre de antes, el príncipe de Acaya - dicen que hoy le han visto salir a la mañana de las habitaciones de la princesa.

- O sea, ¿que ella ya no es virgen?

Ryo no pudo más, se levantó y agarró al hombre por el cuello de su túnica, y le propinó un puñetazo que lo lanzó al suelo. Rápidamente, el hombre se levantó y corrió hacia él, y se enzarzaron en una pelea mano a mano. A pesar de todo, el príncipe de Acaya, que se llamaba Fileo, se estaba llevando la peor parte.

- ¡¡Orden! - gritó la reina Rumiko - ¡¡¡Deteneos inmediatamente! - pero nadie le hacía caso. Rika corrió hacia la multitud, que se había reunido formando un círculo alrededor de los dos adversarios, y se puso en primera fila. Todos los hombres gritaban animando al que querían como animales.

Alguien le pasó una daga a Fileo, y la escondió hasta que llegó el momento de sorprender a Ryo. Entonces la sacó y le atacó, pero Ryo reaccionó a tiempo y la esquivó, aunque no estaba seguro de poder hacerlo una segunda vez. Pidió una daga, pero nadie se la proporcionaba, puesto que no era adecuado llevar armas a la mesa, ni en el palacio anfitrión. Alguien se había saltado el protocolo.

- ¡¡Ryo! - gritó desesperada Rika. El aludido la miró, respirando agitadamente - ¡¡Ryo, sal de ahí, por favor!

- La próxima vez te pensarás dos veces antes de ofenderme, príncipe de Tesalia - fanfarroneó Fileo -. Ay, pero qué digo... No va a haber una segunda vez. Y tampoco volverás a ver a tu ramera particular - dijo, señalando con la cabeza a Rika -. Qué pena... Pero tranquilo, me encargaré de que su marido, si no soy yo, la trate como se merece: como la zorra que es.

- ¡¡¡Cállate! - gritó Ryo. La voz masculina del príncipe calmó todos los murmullos que habían surgido - Me das pena. Eres el príncipe de una vergüenza de reino, y por tu ofensa te juro que Tesalia invadirá Acaya, matará a los niños, quemará tus ciudades, violará a tus mujeres... pero no te preocupes por ti, tendrás el sitio que te corresponde: limpiarme los pies con la lengua. Y en cuanto a la perra de tu madre...

- ¡¡¡Ya he aguantado suficiente! - le interrumpió Fileo, rojo de rabia. Alzó la daga por encima de su cabeza, agarrándola con fuerza, y gritando, se abalanzó contra Ryo.

Para Rika ese momento pasó como a cámara lenta. Era increíble la de cosas que una llegaba a pensar en tan corto lapso de tiempo. La mente se le bloqueó, y ya sólo pensaba con el corazón, que le impulsó a empezar a correr en dirección a Ryo, interponerse entre él y Fileo, abrazarlo y llorar gritando "¡¡Ryo...! ¡¡No!"

Al instante, Fileo se detuvo. Boquiabierto, bajó el arma, viendo cómo Rika hundía su rostro en el pecho descubierto de Ryo, y a la vez lo mojaba con sus lágrimas. El jardín entero quedó en silencio, y sólo se oían los sollozos ahogados de la princesa. Pasó un rato hasta que se diera cuenta de lo que estaba haciendo, y aún agarrada a Ryo, alzó la cabeza, y se cruzó con la rígida mirada de la reina.

---------------------------------------------------------------------------------------------

Eran aproximadamente las cuatro de la tarde. El consejo de Micenas se había reunido en la Sala del Consejo (valga la redundancia), para debatir de una vez por todas cuál sería el marido idóneo para Rika.

- Sin duda - dijo uno de los consejeros - el reino que más nos conviene es Tesalia. Es una tierra fértil, poderosa y muy bien situada.

- Así es - corroboró el Consejero Principal -. Mi reina, yo escogería sin dudarlo a Tesalia. Es el mejor reino con mucha diferencia, además de próspero. Pero para ayudar en vuestra decisión, creo que nuestro sacerdote tiene una valiosa aportación...

- El oráculo me dice que Tesalia tendrá la mejor legión de guerreros de toda Grecia, capitaneados por un semidiós, hijo de una ninfa Nereida y un buen rey. Si casáis a vuestra hija con el príncipe Ryo, ese rey será descendiente suyo, y vuestro linaje será aún más distinguido.

- Yo no quiero que mi hija se case con ese sinvergüenza - su voz fría aportó un ambiente tirante a la reunión.

- Pero mi reina, recapacitad... - insistió el Consejero Principal - Usted quería el mejor partido. Pues el mejor es Tesalia, sin lugar a dudas.

- Ese príncipe no me gusta ni un pelo, y mi hija no-se-casará-con-él.

- Está todo a vuestro favor y al de la princesa. Por una parte, Tesalia ofrece las mejores posibilidades para formar una coalición con Micenas, y por otra parte... parece que a la princesa le gusta el príncipe, y es correspondida...

- ¡¡Por eso mismo! - todos los consejeros se sorprendieron al escuchar esta respuesta de la reina - Ejem. - la soberana recuperó la compostura - Quiero decir que... que... - dudó, no sabía cómo escapar de aquella revelación que acababa de proferir.

- ¿No quiere que su hija sea feliz...? - al decir esto, el Consejero Principal metió el dedo en la llaga, pero a la reina ya no le importaba que descubrieran sus verdaderos sentimientos.

- Ella no es mi hija - respondió Rumiko fríamente, susurrando y arrastrando las palabras.

---------------------------------------------------------------------------------------------

Anocheció. Al terminar la cena, que como de costumbre se celebró en el jardín central, la reina Rumiko se levantó, y con ella todos sus invitados, los cientos de reyes y príncipes que habían viajado a Micenas con la esperanza de desposar a Rika. El silencio se hizo entre los presentes, y la reina tomó la palabra.

- Gracias a todos por venir. Espero que vuestra estancia haya sido lo más agradable posible. También quería agradeceros la molestia de haberos desplazado hasta aquí, aun sabiendo que las posibilidades de resultar elegidos son escasas. De todas formas, debo rechazar los presentes que vuestras majestades han traído. Me siento profundamente halagada, pero no me tildarán de avariciosa - y soltó una risita falsa.

- Hipócrita - susurró Rika, que estaba de pie a su lado. La reina le oyó perfectamente, pero hizo oídos sordos.

- Por fin ha llegado el esperado momento - dijo Rumiko.

Todos los presentes tenían, ansiosos, sus ojos fijos en la reina, mas Ryo sólo miraba a Rika, y Rika sólo miraba a Ryo. Desde la comida hasta la cena, a ella le habían encerrado en una habitación, incomunicada con el resto del palacio, así que Ryo no había estado cerca de ella desde que la habían arrancado literalmente de su abrazo tras la lucha con Fileo. Ahora Ryo sabía que Rika le quería. No podía perderla aquella noche. Todo dependía de las palabras que pronunciaría Rumiko a continuación.

- Concedo a mi hija a Henry, príncipe de Lacedemonia.

El murmullo de decepción ahogó la exclamación de sorpresa del aludido, que, incrédulo, se acercó a la mesa principal, donde estaba Rika. Ésta se encontraba en estado de shock. Al recibir el apretón de mano de Agelao reaccionó, justo para cruzar su mirada con la de Ryo, cuya impresión se transformó en una húmeda tristeza, antes de que la multitud se interpusiera entre los dos.

--------------------------------------------------------------------------------Continuará.

¡Hola de nuevo! Siento el retraso, pero ya os comenté que estoy en el último curso del colegio y tengo mucho que estudiar, y muy poco tiempo para los fanfics. De todas formas, os agradezco muchísimo los reviews que me habéis mandado. ¡Me encanta que os guste esta historia, porque a mí me encanta el mundo antiguo, y de esta forma transmito mi pasión!

¡Doy las gracias de una forma muy, muy, muy especial a Sora Takenouchi Ishida, el señor de los dragones, Dark angel love, Hellensita16, Minamo, Padme-Weasley, tachmiimi y Keiko Makino! ¡¡Mil gracias a tods por vuestro apoyo :)!

Respecto al comentario que hizo el señor de los dragones, tienes toda la razón al decir que las bodas eran arregladas y a la fuerza uno o dos días antes de ser efectuadas. De hecho, la boda de Rika es bastante inminente.

Por ejemplo, cuando Agamenón dijo a su hija Ifigenia que se trasladara desde Micenas a Áulide inmediatamente para casarse con Aquiles. Aunque lo que en verdad quería Agamenón era sacrificarla a la diosa Artemisa, si se hubiera llegado a producir la boda, habría sido una boda rapidísima, como las que describes.

Aunque también hay otro ejemplo de boda, que se ajusta más a la que describo de Rika. Fue la de Helena, que después sería Helena de Troya. Su modelo de casamiento es totalmente similar al de Rika, de ahí he tomado la idea. La diferencia más grande y que más se desajusta a lo que eran las bodas de aquellos tiempos es que Rika tiene 17 años, y por ejemplo Helena se casó con 14. He querido que Rika sea un poco más mayor por que pueda tener una relación adulta con Ryo.

Espero que os gusten estos pequeños comentarios que hago sobre el mundo griego . Os iré diciendo más cosas conforme salgan cosas que haya que aclarar de mi fanfic, o si me preguntáis cosas que os interesen de la Guerra de Troya, mitología...

¡¡¡¡¡¡Gracias a todos! ¡¡Mil besos!

Mayumi.