Digimon y sus personajes NO ME PERTENECEN. Solo hago esto por diversión y para su entretenimiento.


La incredulidad en las facciones del joven Izumi fue suficiente para saber que no lo estaba considerando con seriedad. ─ ¿Podrías tomarme en serio? ─ se quejó el castaño. A veces sentía que su estudioso amigo lo trataba como si estuviese demente.

─Lo hago, por eso no puedo creer lo que pides─ comentó ─ Sabes que nuestras visitas al digimundo están restringidas.

─Lo sé.

─ ¿Entonces? ─ preguntó con incredulidad en su rostro.

─ No pido que sea todos los días; puede ser a mitad de su semestre; un fin de semana después del medio término.

─ No lo sé…

─Oh vamos, ayúdame ─ suplicó Yagami. ─ Sabes que actualmente nos vemos cada seis meses, un fin de semana en el digimundo no nos matará, por favor.

Koushiro sabía que de alguna u otra forma terminaría accediendo. Él era testigo de lo difícil que estaba resultando la separación para sus amigos y, aunque la estaban sobrellevando mejor de lo que esperaba, no les caería nada mal un poco de ayuda.

─Hablaré con Gennai, pero no prometo nada…─ respondió, restándole importancia al asunto, a pesar de que este había escalado en su renglón de prioridades. No sería fácil, lo sabía, así que tendría que poner manos a la obra lo más rápido posible, si quería ir con una propuesta que Gennai no pudiese rechazar.

La sonrisa del castaño no podía ser más grande. ─ ¡Gracias! ¡Podría besarte en estos momentos!

─Por favor, no…


Unos muy conocidos y acogedores brazos le rodearon por detrás. Yamato dibujó una media sonrisa. ─Saliste temprano ─ comentó mientras se giraba para quedar frente a su novia.

─Mi maestra decidió no aparecer ─ respondió para luego colocarse de puntillas y regalarle un casto beso como saludo oficial. Aun teniendo en cuenta el hecho de que tenían un tiempo considerable como pareja, aún existía incredulidad respecto a su relación. Eran tan diferentes ante el ojo público que era inconcebible pensar que funcionaba. Yamato, aunque parecía ser de exterior frío, aprovechaba cualquier ocasión para demostrarle, a su manera, lo importante que era la castaña en su vida. Mientras que Mimi hacía de lado aquellos caprichos tan característicos para comprometerse con las necesidades de su adorado novio. Uno complementa al otro, hacían que funcionara. ─ ¿Y tú? ¿Ya terminaste? ─ preguntó con aquella sonrisa que amaba tanto.

─ Algo así ─ contestó mientras le extendía un libro bastante grueso. ─ He estado estudiando para el examen ─ La castaña observó el ejemplar en su mano. La palabra "astrofísica" se ceñía poderosa en la portada. ─ Pronto vendrá la segunda etapa de las pruebas y quiero estar preparado. ─ Mimi lo pensó por un momento.

─ ¿Quieres que te ayude a estudiar?

─ Se supone que tenemos una salida planeada.

─Puede seguir siendo una cita. Podemos ordenar pizza y estudiar al mismo tiempo. ─ comentó casualmente. ─ Tu examen es mucho más importante que una escapada al centro comercial.

─ ¿De verdad acabas de decir eso? Debí grabarlo.

─Tengo mis momentos...─ bromeó. Si era honesto, Mimi tenía más momentos de lo que alguna vez pensó que sería capaz de demostrar. Era diferente a la malcriada que conoció durante su infancia con algunos episodios de lucidez. Ni siquiera notó el cambio hasta que se encontró perdidamente enamorado de ella. ─ ¿Nos vamos? ─ preguntó tomándolo de la mano. Él solo asintió. Con Mimi, Yamato sentía paz; jamás en su vida había experimentado tal nivel de tranquilidad. Él sabía que era una persona complicada, difícil de tratar, y por alguna extraña razón, la castaña sabía cómo tratar. Él no tendría la paciencia para convivir con alguien como él. La castaña valía hora.


La vibración de su teléfono la sacó de su muy anhelado descanso. Estaba agotada, tanto física como mentalmente. Habían pasado seis meses desde que estuvo en Japón y aún faltaban unos cuantos más para volver. Desde que llegó, no había tenido un respiro. Las asignaciones, como era de esperarse, aumentaban en extensión y exigencia mientras la carrera avanzaba, por lo que, tenía que sacrificar innumerables horas de sueño para poder estar a la par con las mismas sin interferir con su jornada laboral. Pocas veces hacía vida social; su tiempo libre era empleado para descansar. Por eso, cuando el odioso celular sonó, casi llora cuando se vio obligada a abrir los ojos.

─ ¿Tai? ¿Pasa algo? ─ preguntó al constatar la hora en su reloj. Debían ser las tres de la mañana en Japón. El rostro de su novio no denotaba cansancio, su sonrisa no podía ser más grande.

─Lo logré.

─ ¿Que cosa? ─preguntó. La culpa estaba comenzando a aparecer. Por la emoción que denotaba el castaño, parecía ser algo importante y temía que él lo hubiese comentado y ella no le hubiese prestado atención.

─El acceso al digimundo, para ambos ─ la sorpresa llegó a la pelirroja.

─Tu… ¿Cómo? Se supone que…

─He estado trabajando por meses junto a Koushiro para lograrlo ─ interrumpió ─ No quería comentarlo hasta que tuviera alguna información confirmada. Koushiro acaba de llamarme y me dijo que la interacción entre nuestro mundo y el de los digimons se ha estabilizado lo suficiente como para que podamos viajar a él y encontrarnos. ─ explicó. La emoción presente en cada palabra pronunciada. Por breves instantes, la joven Takenouchi quedó sin habla. ─ Para no ser egoísta, les pregunté a los chicos si querían asistir, pero dijeron que lo mejor es que solo sea una cuestión de pareja. La condición que nos puso Gennai es que nuestro encuentro sea exclusivamente en el digimundo, pero estoy negociando para que, por lo menos, puedas pasar a saludar a tus padres.

Decir que estaba conmovida era quedarse corto.

─ Taichi...no sé qué decir…

─ Bueno, comencemos de a poco. Lo primero que necesito es un fin de semana donde estés libre.

─ El próximo fin de semana no me toca trabajar.

─ ¡Perfecto! Se lo diré a Izzy y te dejo saber ─respondió ─ Te amo, cielo.

─Y yo a ti, Tai

Fue una conversación rápida, al principio confusa, pero que la dejó con un sentimiento de plenitud absoluta. Taichi podía exasperarla de vez en cuando, pero de algo estaba más que segura: su relación era genuina. Él la amaba y ella lo amaba de igual manera. Gestos así le recordaban el ejemplo de novio que era. Cada día se enamoraba más de él.


─ Deberías estar dormido...─ quería que sonara como un regaño, pero su voz no salió como lo esperó. Yamato giró hacia la adormilada castaña saliendo de la habitación.

─No podía dormir, así que, aproveché para repasar un poco más.

─Yama, son las tres de la mañana…─respondió, quitándole el libro de las manos ─ Si te sobre exiges, no te podrás desempeñar como corresponde ─ tomó asiento a su lado ─ Lo harás bien; llevas meses preparándote para esto. ─ El joven Ishida sabía que tenía razón. Aunque no podía evitarlo; este era su sueño y quería hacer todo lo necesario para cumplirlo, para sentirse orgulloso y hacer que su adorada castaña también lo estuviese. Tachikawa cambió de lugar, sentándose en las piernas de su novio, rodeando su cuello con sus brazos. Yamato la envolvió entre los suyos, resguardando el silencio como un tesoro.

─ ¿Tus padres volverán pronto? ─ ella negó

─ Volverán en unos días; aún puedes vivir de infiltrado sin problemas. ─ Eso lo relajaba bastante. Yamato amaba convivir con Mimi como si viviesen juntos, era tranquilizante, ameno, todo parecía encajar.

Lo que hacía que una idea estuviese siendo considerada seriamente en su cabeza.


─ ¿A dónde vas, Sora? ─ preguntó Rumiko mientras observaba a la pelirroja, recoger sus cosas.

─Voy a visitar unos amigos cercanos; estaré de vuelta el domingo.

─Oh, bueno, me aburriré sin ti por aquí ─ se quejó ─ o los pendientes que tengo me matarán; lo que ocurra primero ─Sora sonrió ante la ocurrencia de la chica.

─Oh vamos, no será para tanto; estaré aquí antes de que lo notes

─Lo sé; solo pongo algo de drama al asunto ─ admitió ─ Espero que te diviertas, friend ─Y con eso, la joven abandonó el salón.

En unas cuantas horas, estaría en el digimundo y tal cual niña en navidad, no podía esperar. Taichi solo le dijo la hora en que debía ingresar, pero no le respondió todas las interrogantes que él mismo había creado, pero no le importaba, obtendría su respuesta pronto.

Tomó su carpeta de diseños y mochila para dirigirse a la puerta. No había llegado a la salida cuando su teléfono vibró en su bolsillo. El ringtone característico de su mejor amiga inundó el lugar. Cuidando de que no se desparramara nada de lo que llevaba, Sora maniobró para conseguir el aparato.

─Hola

Hi, sis ─ saludó una animada voz del otro lado de la línea ─ ¿Ya estás libre?

─Sí; me dirijo al dormitorio para terminar de empacar

─ ¡Genial! ¡Por fin tendrás vacaciones!

─No las tomaría como vacaciones

─Teniendo en cuenta el ritmo de vida que llevas, esto se consideraría como tal ─aclaró ─ Taichi no ha dejado de hablar al respecto, me tiene un poco harta y eso que soy una romántica empedernida. ─ Sora rio ante el comentario.

─ ¿Debería disculparme en su nombre?

─Creo que es lo más decente de tu parte ─ trató de mantenerse seria, pero la sonrisa de su amiga era contagiosa.

─ ¿Como va todo, Meems?

─Tranquilo, más tranquilo de lo que me gustaría admitir; me aburro.

─ ¿No tienes pendientes de la universidad?

─Ya los hice; cocino por diversión, si me ponen una asignación acerca de crear postres, la haré sin darme cuenta.

─Se lo que se siente; a veces estoy lanzando bocetos al azar que resultan en diseños que puedo utilizar en mis clases.

─Somos mujeres de futuro

─ Ni que lo digas…

─Bien, solo llamé para ver tu ánimo previo a la escapada. Recuerda: diviértanse, pero no demasiado

─ Eres un pequeño diablillo

I know. ─ Sora negó con una sonrisa en su rostro. No tenía remedio. ─Yama te manda saludos.

─Mándale los míos también.

Got it! Have fun! ─ y con eso, la llamada se dio por terminada. Con una sonrisa imborrable en su rostro, la joven siguió hacia su destino, emocionada como hace tiempo no se sentía.


─ Hermano, solo serán un par de días… ─ se burló Hikari al ver la cantidad de provisiones que Taichi había comprado.

─Estoy en pleno crecimiento

─Si te comes todo eso, asumo que para los lados.

─ Que odiosa eres...─ respondió ─ No son tantas; solo trato de que no perdamos tiempo en estas cosas y lo aprovechemos.

─Me impresiona; lo tienes todo planeado

─Solo quiero asegurarme de que todo esté cubierto.

La castaña sonrió. Cada día que pasaba, su hermano evolucionaba a una mejor versión de sí mismo. La esencia seguía allí, pero cada vez más hablaba y actuaba como se esperaba para su edad. Realmente había madurado.

─Haces bien, pero no te estreses; todo saldrá bien ─ le recordó. No entendía por qué estaba tan nervioso. Tenían años manteniendo una relación, se supone que se trataba de una cosa cualquiera. Posiblemente tenía que ver con el tema de la distancia. Era obvio que le causaba ansiedad, no lo dejaba tranquilo.

Por su parte, Taichi vivía una montaña rusa de emociones. Hacía bastante que no la veía en persona y no podía contener la emoción. Quería que el tiempo juntos durase más allá de las horas que estarán establecidas. Necesitaba recuperar esos meses.


Por enésima vez, Sora revisó el contenido de la mochila. Lo había hecho tantas veces que se sabía la ubicación de cada ítem en la misma. El sol aún no se asomaba, pero sabía que en Japón eran horas de la tarde. Pasaría parte del viernes y el fin de semana con él, en el digimundo y según entendió, posiblemente con sus padres. El castaño dijo que tenía un itinerario armado para aprovechar el tiempo al máximo y no sabía si emocionarse o asustarse al respecto. Aseguró las ventanas, colocando los pestillos, luego se dirigió a la puerta para asegurarla del mismo modo. Justo cuando acabó de hacerlo, la pantalla de su ordenador se iluminó, como Taichi dijo que sucedería. Con una sonrisa en el rostro, tomó la mochila, sacó el digivice de su bolsillo y lo apuntó a la pantalla. Una luz blanca la cegó por unos instantes, cuando sus ojos volvieron a enfocar su alrededor, lo primero que vio fue a su adorado castaño sonriéndole a unos pasos de ella.

La pelirroja no pudo contener la risilla que escapó traicionera. Caminó considerablemente calmada teniendo en cuenta la revolución de sentimientos que le invadían. Taichi no se movía de su sitio, esperándola, tratando de no romper el momento que se había formado ante su aparición. Finalmente, un par de brazos lo rodearon y, sin temor a equivocarse, el joven castaño sintió como toda la ansiedad y el estrés abandonaba su cuerpo. Solo su adorada novia podía causar ese efecto en él.


I'm back!

Perdón por la demora, entre el trabajo y los preparativos finales de mi libro, el tiempo se me ha escapado de las manos. Gracias a: honter11, marce, mimato bombon kou y marce por los reviews en el capítulo anterior. Como siempre es un placer leerlos y recibir la notificación de que están diciendo presente. También, agradezco a todos los que se han unido a través de los favs y follows. En el próximo capítulo, se viene la tan esperada escapada Taiora.

Como siempre, siéntanse libres de comentar. Pueden contactarme por PM, review o a través del blog que les dejé en el perfil. Un súper abrazo y manténganse a salvo; saldremos más fuerte de toda la situación.

Cuídense,

Bye!