Última Esperanza.

Capítulo siete: Primer paso.

Kohaku apartó la mirada de las flores, sin querer verlas, llevándose una mano a la frente para tratar de recordar cómo llegó a estar en el hospital.

¿Qué le pasó?

"¡MAMÁ!"

Parpadeó, aturdida. ¿Por qué presentía que esa fue la voz de "Shizuka" llamándola mamá? Eso no tenía ningún sentido.

Pensando en "Shizuka", de repente recordó lo que había pasado. Intentaron dispararle y por supuesto que se metió en el camino, aunque… ¿ese grito fue real? De seguro no. Qué extraño.

—Ma… ¡Kohaku! —La voz de "Yukiko" la hizo voltear, viéndola ya despierta junto a su hermanita, que estaba recién despertándose—. Al fin, qué bueno que ya hayas despertado. —Ambas se pusieron en pie y se acercaron ansiosamente a ella.

—¿Cómo están ustedes? —preguntó con voz ronca, a lo que la adolescente de inmediato le ofreció un vaso de agua.

—Estamos bien, no te preocupes. —La menor le sonrió suavemente—. Nosotras deberíamos preguntarte eso a ti… tú me salvaste.

—Claro que te salvé, nunca dejaría que te lastimen. —Extendió una mano para acariciarle el cabello, riendo al ver sus mejillas ruborizarse—. Pero… ¿quién fue el que nos atacó? ¿Lo atraparon?

—Fue un robot —murmuró Tsukiku, ceñuda—. Claramente alguien lo programó, ya lo estoy investigando. —Se acercó a ella y comenzó a tomarle el pulso—. ¿Cómo te sientes?

—Eh… solo me duele el hombro y siento el brazo dormido. ¿No deberíamos llamar a un médico?

—Ah, claro. —Carraspeó, soltándola—. Iré por uno.

El médico dijo que debería pasar el resto del día en el hospital, pero que mañana podía irse a casa, además le dijo que estaban bastante impresionados por lo rápido que cicatrizó la herida, sin saber que Tsukiku había curado considerablemente la herida cuando las dejaron solas, para que se recuperara más rápidamente.

A las pocas horas de despertarse, Kohaku fue capaz de ponerse en pie, y después de ir al baño y ducharse lo primero que hizo fue tomar la maceta junto al escritorio y encaminarse al bote de basura en el pasillo.

—¿Qué haces? —Las hermanas la miraron boquiabiertas.

—Estas flores son de Senku —dijo con mala cara—. No las quiero. —Abrió el bote de basura.

—¡E-espera! —Shizuku corrió hacia ella y sujetó la maceta, pero sin quitársela—. ¿Por qué quieres tirarlas? Son muy bonitas. Además, se llaman nomeolvides, ¿lo sabías? ¡Son tan preciosas!

—Pero son de Ishigami Senku. —Mantuvo su mueca de descontento—. No quiero aceptar nada de él, sabes que no me agrada.

—Vamos, son un regalo porque salvaste a la pulga —Tsukiku intentó convencerla—. Además, él fue el que te trajo al hospital, y sabes que la adora, no tiene ninguna malicia detrás.

—Aun así, no las quiero.

—Pero… —Shizuku le puso sus mejores ojos de gatito regañado—. L-lo siento, claro, tienes razón. ¿Quién quiere un regalo que les recuerde cuando fueron lastimados? —Soltó la maceta, retrocediendo varios pasos—. Aunque fueron un regalo porque me salvaste, es cierto que te lastimaron en ese momento. Es normal que no quieras conmemorar algo así. Lo siento, no me meteré. —Caminó tristemente hasta su hermana mayor.

—¿Eh? —Kohaku pestañeó, alejándose del bote de basura—. No, no. No es nada de eso. —Se acercó a la adolescente luego de dejar la maceta en donde solía estar—. Estoy muy orgullosa de haberte salvado. No me molesta nada de eso, lo haría mil veces más. —Tomó sus hombros, frotándolos cariñosamente.

—¡¿Entonces conservarás el regalo?! —le preguntó con ojos brillantes y una sonrisa enorme y expectante.

—Oh, emm… —Kohaku apartó la mirada, antes de suspirar resignada y envolverla en un abrazo—. Claro, conservaré las flores.

Shizuku correspondió el abrazo con una sonrisa complacida y Tsukiku negó con la cabeza.

—Pulga rastrera —susurró por lo bajo.

Tsukiku dejó a Shizuku al cuidado de Kohaku mientras seguía en el hospital, y ella se fue a examinar el robot atacante, viendo las pruebas que habían hecho sus nanobots.

No fue nada difícil de encontrar. El robot pertenecía a Ishigami WN. Era de la compañía de su padre.

No había rastros de huellas dactilares, podría buscar otro tipo de pistas a nivel celular y atómico, pero no se trajo el equipo de su propia realidad, así que tendría que conformarse con hackear el sistema de seguridad de Ishigami WN para ver a quién le vendieron ese modelo, sin sorprenderse demasiado al ver que, de hecho, era un modelo de fábrica, uno que ni siquiera había salido a la venta. O sea, que alguien lo robó de la compañía y lo programó para atacarlas.

Debía ser alguien que no fuera raro de ver en la empresa, un trabajador o quizás… Gabriel.

Ese hijo de puta intentó lastimar a su hermanita.

Oh, Tsukiku iba a destrozarlo.

Su lucha contra Gabriel era más personal que nunca.

Tenía sentido, escuchó que estaban tras él y horas después intentaban matar a Shizuku. Solo era sumar dos más dos. Quizás intentó asustarla, pero le había salido el tiro por la culata. Se había hecho con el enemigo más poderoso que alguien en este mundo poco avanzado podría tener.

Ese hombre estaba tan muerto.

En la noche se reunió con su tío Ukyo, para confirmar los pasos de Gabriel antes del ataque.

—Claramente no pude seguirlo a todas partes sin ser visto —le dijo—. Pero puedo confirmarte que en un momento entró a la sala de máquinas, pudo haber programado a un robot.

—Es todo lo que necesitaba saber. —Frunció el ceño peligrosamente—. Vamos con los demás, les contaré mis sospechas también.

Se reunió con sus otros tíos y les dijo de sus sospechas respecto a Gabriel, lo que había pasado con Shizuku y Kohaku y lo que Ukyo descubrió.

—¿Gabriel? —Tsukasa frunció el ceño profundamente—. Siempre sentí que era un hombre falso y egoísta, pero no pensé que fuera tan inteligente como para planear todo esto.

—A mí no me sorprende tanto. —Gen sonrió, sudando frío—. Reconozco a una serpiente cuando la veo. A Senku-chan tampoco le agrada.

—No sé mucho de él, pero nunca me agradó —dijo Ryusui.

—Aun así, es una acusación grave —acotó Tsukasa—. Y no sé si es suficiente para descartar a Kokuyo.

—¿Qué más quieres? —Tsukiku lo miró con un tic en su ceja—. Le tendí una trampa para que sepa que estoy detrás de él, sabía que iba a actuar en cuanto lo supiera, pero pensé que simplemente buscaría a hablar con un aliado, no pensé que trataría de matar a mi hermana. Es obvio que fue él. No tengo más enemigos, no en esta realidad, al menos. —Rascó su oído con indiferencia.

—¿Tal vez alguien de tu realidad te siguió? ¿Eso es posible? —preguntó Ryusui, más por curiosidad.

—Nah, yo soy la que tiene el nivel más avanzado en mi realidad, solo se me compara el Dr. Tek y él es un aliado, también me habría dicho si alguien está tras mi cabeza. —Frunció el ceño—. También tengo enemigos en otra realidad muy diferente a las nuestras, una que usé para saquear recursos, pero esos no saben cómo rastrearme. —Rio maliciosamente al pensar en esos idiotas—. En fin, el método de intentar matarme fue absurdamente primitivo. Si un enemigo de otra realidad me estuviera siguiendo, habría atacado con algo mucho peor que una bala y un robot de Ishigami WN. —Bufó por lo absurdo de la idea.

—Tiene sentido, pero… me cuesta creer que Kokuyo no sea el asesino —insistió Tsukasa—. Hay algo que no sabes, una pista que ni siquiera en el juicio se mostró.

—¿Qué?

—No puedo decirte qué es. —Negó con la cabeza—. Lo prometí, pero es una prueba muy contundente de que tu abuelo es culpable.

—No creo eso, mucho menos después de lo que pasó ayer. —Cruzó los brazos—. ¿Qué pista es esa? Si quieres que siga sospechando de mi abuelo al menos dime de la pista que dices.

—No puedo, no insistas. —Siguió firme—. Si tanto la quieres saber… tendrás que preguntarle a Senku.

Ella abrió mucho los ojos.

¿Su padre tenía una pista que no se vio ni en el juicio? ¿Una pista contundente?

—Muy bien. —Asintió—. Buscaré sacarle la pista a mi padre.

Sí quería ganar este juego, necesitaba todas las piezas del tablero.

Aprovechando que Shizuku seguía con su madre en el hospital, fue directamente a casa de los Ishigami, pidiendo ver a Senku. Él se mostró muy sorprendido por su visita tan tarde, pero la dejó pasar.

—Dra. Shichimi, que sorpresa. —La invitó a sentarse frente a él en su escritorio—. ¿Pasó algo con Shizuka? ¿Tiene algún otro un asunto que tratar conmigo?

—En realidad, vengo a confesarte algo, sensei. —Él alzó una ceja y ella frunció duramente el ceño. Esto era arriesgado, pero estaba decidida—. La verdad es que no vine aquí a presentarle mi invento. No solo soy científica, soy detective.

—¿Qué? —Ladeó la cabeza—. Eso es bastante impresionante, pero ¿qué tiene que ver conmigo?

—Mucho más de lo que cree. Vine a aquí a investigar el caso de mi tío Hizashi Kokuyo. Mejor dicho, vine a probar su inocencia. —Ahora sí que él pareció inmensamente sorprendido.

—¿Cuál es el punto de eso? —Frunció el ceño amargamente—. Murió hace un par de años, y el juicio terminó hace muchos más años. Fue declarado culpable con sentencia firme, doctora.

—Fui contratada por mi tío poco antes de su muerte, pero en ese momento no pude hacerme cargo de la investigación, debido a problemas personales. Sin embargo, mi familia le debe mucho a Hizashi Kokuyo, así que apenas pude y tuve una excusa, mi invento, vine aquí dispuesta a probar su inocencia. —Se puso de pie, cruzando los brazos y dándole la espalda a su padre—. Es más que nada una deuda de honor, y es la razón por la que me siento en el deber de cuidar de Hizashi Kohaku.

—Bueno, ahora entiendo mucho más de usted, doctora. —Senku la miró con desconfianza, analizando sus palabras—. Pero que usted tenga esas intenciones aún no tiene nada que ver conmigo. ¿Quieres interrogarme? No eres policía, así que no estoy obligado a contestarte nada. —Sonrió secamente.

—Qué frío. —Rio entre dientes—. ¿No tienes ni un milímetro de curiosidad en mi investigación? ¿No te interesa saber si encontré algo interesante? —Volteó a verlo por encima del hombro.

—Sé que estás perdiendo tu tiempo investigando este caso, así que no. No tengo interés. —Rascó su oído con aparente indiferencia.

—Ja, sí, sí estás convencido de que Kokuyo era culpable supongo que no tendrías ningún interés, tiene sentido, pero si el difunto Kokuyo realmente cometió el crimen… ¿Entonces quién diablos quiso matar a mi hermana? —Volvió a darle la cara, viendo con satisfacción su rostro palidecer.

—¿Qué quieres decir?

—Ayer, cuando estaba en tu empresa, le comenté a Shizuka mis planes para continuar con la investigación para probar la inocencia de nuestro tío, y escuchamos que alguien nos espiaba —se inventó, sin poder decir que había mandado nanobots para espiar a Gabriel—. No llegamos a ver quién, pero horas después, como ya sabes, intentaron matar a mi hermana. ¡Y fue un puto robot de TU empresa! —Estrelló la pieza metálica con el sello de "Ishigami WN" en su escritorio—. Así que, querido Ishigami-sensei, me parece que esto tiene mucho que ver contigo. —Apoyó las manos con fuerza en su escritorio, mirándolo con total ferocidad digna de una leona.

Él miró la pieza con los ojos muy abiertos y el rostro completamente pálido.

—Esto no es… —Tomó la pieza y la examinó—. Este robot es… es un modelo que no ha sido lanzado al mercado aún.

—Así es, por lo tanto, esto debe haber sido provocado por uno de tus trabajadores, o por alguien que no sea raro ver en la empresa. ¿Quieres otro motivo por el cuál esto tiene que ser digno de tu maldito interés? —Sonrió cínicamente.

—Ya entendí. —La miró con fastidio, antes de llevar una mano a frotar sus sienes—. Pero… no tiene sentido.

—La persona que nos espió claramente debe ser la culpable.

—¿Qué tal si solo fue un trabajador cualquiera que no quería ser atrapado husmeando? —rebatió.

—¿Y por qué atacaron solo horas después? ¿Y con un robot de tu empresa?

—Pudo haber sido un motivo externo. —Apretó la mandíbula—. Quizás el verdadero objetivo del ataque era Kohaku… ¿Quizás esa mujer que agredieron?

—Claro, la señora que vendé manga tiene conexiones con una especie de yakuza conectada con tu empresa. —Rodó los ojos—. ¿Ahora vendes robots asesinos? Comienzo a replantearme trabajar contigo.

—No es lo que quise decir —gruñó—. Tiene que haber otra explicación…

—Alguien no quiere que yo investigué el caso de Hizashi Kokuyo. Atacaron a mi hermana para darme una advertencia. Es evidente. —Volvió a sentarse, con las piernas cruzadas y rostro lleno de fastidio, todo como parte de su acto, en verdad.

Tenía que guiar la conversación por el rumbo correcto, para hacerlo hablar de esa pista que no conocía.

—Quizás sea… un cómplice de Hizashi Kokuyo…

—¿Por qué estaría en contra de una detective que quiere probar su inocencia? Qué absurdo. —Bufó—. Solo acéptalo. Hizashi Kokuyo es inocente, y el psicópata que en verdad es el asesino ahora está detrás de mí.

—Eso no tiene sentido. —Ahora él se puso en pie—. Hizashi Kokuyo es culpable.

—¿Por qué estás tan seguro? —Lo miró con ojos entrecerrados—. Él me contó todo lo que pasó en el juicio cuando me contrató —se inventó—. No tenían ninguna prueba real de que haya sido el asesino, ni huellas, ni grabaciones de las cámaras, nada. Hay una sombra de duda.

—No la hay —murmuró amargamente él—. Es culpable.

—¿Por qué estás tan seguro? —También se puso en pie, mirándolo fijamente, instándolo a hablar—. ¿Tanto lo odias? ¿Tan cegado estás que no admites esa posibilidad? Los científicos deben ser los primeros en admitir que nada es seguro en este universo, siempre hay posibilidad de equivocarse. —Cruzó los brazos—. No hay nada peor que un científico convencido de que es el dueño de la verdad. —Él volteó a verla con los ojos muy abiertos, quizás porque no se esperaba que ella tuviera esa ideología, o quizás porque esas eran palabras que aprendió de él.

Recordó la primera vez que presentó un proyecto a la comunidad científica, con apenas trece años. Estaba en una sala grande y espaciosa, con su computadora en sus brazos, siendo el centro de la atención de cientos de científicos. Siendo tan joven rodeada de tantos adultos y hasta ancianos, o personas mucho mayores que ella, podía sentir sus miradas escépticas, preguntándose qué hacía una niña en un lugar tan prestigioso, teniendo un espacio entre tantas mentes prestigiosas y famosas.

La miraban con tanto desprecio que incluso siendo ella una chica con mucha confianza en sí misma se sintió insegura, abrazándose a su computadora y dudando de su proyecto, de sus capacidades y de su derecho a estar allí.

Podía escuchar sus murmullos, podía escucharlos decir que solo estaba allí por su padre, por su apellido, por su dinero, sin siquiera querer escuchar su propuesta solo por su edad y el ser quien era.

Recordaba como retrocedió un paso, pensando en salir corriendo… hasta que sintió las manos de su padre en sus brazos.

—Esta sala es grande, pero no lo suficiente para no dejarme escuchar lo que dicen, damas y caballeros. —Él sonrió ferozmente—. Déjenme decirles que no conozco ni a la mitad de ustedes, y solo un cuarto están aquí por su renombre y descubrimientos, el resto están aquí porque fueron recomendados o invitados por otro colega. Ishigami Tsukiku está aquí porque yo la invité, y este es un evento organizado por mí. Si dudan de mí, están en todo su derecho. No hay nada peor que un científico convencido de que es el dueño de la verdad, no hay nada mejor que un científico que dude de todo. ¿Dudan que Ishigami Tsukiku presenté un buen proyecto? Dúdenlo, pero actúen como verdaderas personas de ciencia y comprueben su duda antes de sacar conclusiones sin fundamento.

Esas palabras mandaron a callar a todos, y al sentir sus manos frotar cariñosamente sus hombros durante todo su discurso, Tsukiku sintió su confianza resurgir y se dispuso a presentar su proyecto con la barbilla bien en alto, impresionando a todos con su brillantez a tan corta edad.

Al pensar en ese recuerdo y tener a su padre allí, delante de ella, vivo (aunque no fuera realmente él), sintió sus ojos arder levemente, pero se controló y se concentró en su misión. No tenía tiempo para ponerse sentimental.

—Tiene mucha razón, doctora —finalmente le respondió—. Estoy muy de acuerdo con usted. Un científico que esté convencido de algo sin las pruebas suficientes no sirve para nada, pero yo tengo pruebas para decir lo que digo.

—¿Las pruebas del juzgado? Hay una sombra de duda en…

—No solo eso. —Apretó la mandíbula y ella lo miró expectante. ¿Finalmente iba a hablar?

—¿A qué te refieres?

—Yo… tengo grabaciones que demuestran la culpabilidad de Hizashi Kokuyo. —Volvió a sentarse lentamente—. Son grabaciones de él en la clínica Ishigami, a la hora del asesinato.

Ella jadeó, tomada por sorpresa.

—¿Lo viste… cometer el asesinato?...

—No, pero… él estaba ahí. Él dijo que no fue, mintió. —Se llevó una mano a la frente—. Nunca revelé las grabaciones, pero las tengo. Hizashi Kokuyo es culpable.

Tsukiku se quedó en silencio, bajando la mirada.

No podía creerlo. ¿Su abuelo si era culpable? No… ¡no tenía sentido! Estaba segura de que Gabriel fue el que las atacó. Y si no era culpable, ¿por qué reaccionar tan violentamente? ¡No tenía sentido!

Repasó las palabras de su padre en su mente, antes de abrir mucho los ojos, dándose cuenta de algo.

—¿Por qué? —Lo miró fijamente—. ¿Por qué nunca entregaste la prueba a las autoridades? —Él apartó la mirada de inmediato y ella se llevó la mano a la boca, pensando en muchas otras cosas que desde hace tiempo se preguntaba de él—. ¿Por qué nunca denunciaste a Kohaku después de que ella te golpeó? ¿Por qué nunca le pusiste una orden de restricción? —Él apretó fuertemente la mandíbula—. ¿Por qué encubriste a su padre?

Se quedó en silencio un largo rato, antes de finalmente contestarle, con voz baja y queda.

—Conseguí ese video en la época en la que Kohaku y yo éramos… más o menos amigos. Quería probar la inocencia de su padre porque ella me convenció de que era inocente, pero acabé comprobando lo contrario. Tuve la suficiente consideración a sus sentimientos para no entregar el video, eso es todo. Sabía que las otras pruebas serían suficiente para darle la condena que merecía.

—¿Eso es todo? —Entrecerró los ojos—. ¿Solo por una amistad no entregaste la prueba definitiva para hundir al hombre que asesinó a tu padre?

—Estás entrando en terreno que no te corresponde, doctora. —La miró con rabia.

—Solo quiero entender algo, sensei. —Lo miró seriamente—. Quiero entender por qué finges que la odias y luego le mandas flores, porqué te ves tan relajado y sonriente con ella, porqué te le quedas mirando cuando piensas que nadie te ve. —Se acercó más a él, mirándolo con ojos entrecerrados y analíticos, a lo que él apartó la mirada—. ¿Acaso tú… sientes algo por Kohaku? —Él volteó a verla de inmediato, con los ojos muy abiertos.

Él se quedó en silencio y ella lo miró un largo rato, hasta que él apartó la mirada y tensó la mandíbula, finalmente dignándose a responder, pero no de la manera que le hubiera gustado.

—Debería irse, doctora.

Suspiró, frustrada, pero decidió no presionarlo más.

Se negaba a creer que su abuelo fuera un asesino, todas las piezas encajaban para que ese no fuera el caso, solo necesitaba dejar de perder el tiempo y conseguir pruebas. Y tenía una forma de hacerlo.

Era arriesgado, pero era lo más rápido y eficiente, y estaba dispuesta a todo para su última esperanza de que no todo estaba perdido para sus padres en esta realidad, y para su familia en su realidad.

Después de ver a "Yukiko" salir de su oficina, Senku tomó aire, mirando al techo antes de llevarse las manos al rostro, gruñendo por toda la avalancha de pensamientos emocionales que lo estaba consumiendo.

Esa doctora era más parecida a su prima de lo que parecía, igual de molesta y problemática, trayendo pensamientos ilógicos a su mente.

Sin embargo… Senku sabía que su propio comportamiento no tenía mucho sentido.

Odiaba a Hizashi Kohaku, la detestaba, ella arruinó sus planes, su sueño, lo golpeó, lo insultó, y… y… ella lo odiaba también.

No era como hace años… ya no eran amigos, no eran nada, hasta podría decirse que eran enemigos.

Recordó lo que pasó hace un par de días, cuando en medio de todo el escándalo y personas bailando acabó en la multitud también, y Kohaku, con los ojos cerrados, tomó sus manos, se pegó a él, bailó con él y le sonrió, hasta que quedaron con los rostros tan cerca que…

Le recordó a aquella vez hace años…

Aún lo recordaba a la perfección, como los dos se escabulleron para robar la llave del jefe de la policía. En ese entonces tenían la teoría de que estaba siendo sobornado por el verdadero asesino para ocultar partes de las grabaciones, así que se metieron a escondidas a su casa para robar la llave de la sala de archivos de la comisaría, para que Tsukasa, que trabajaba allí, pudiera sacar las supuestas grabaciones ocultas.

Después de robar la llave, estrategia que tardaron semanas en planear, el hijo del jefe casi los descubre y tuvieron que correr. Los persiguió dos calles hasta que Senku le dijo a Kohaku que se quitaran las capuchas, tiraran sus abrigos y se quedaran parados sin hacer nada. Como tenían ventaja de su perseguidor, la estrategia tenía muchas posibilidades de funcionar, pero Kohaku estaba tan nerviosa y él tan agitado por correr que ambos empezaron a dudar.

—Se me ocurre algo —le dijo, medio desesperado—. Solo… no me golpees… —Acto seguido, tomó los lados de su rostro y la besó.

Debería haber sido un simple beso para disimular, pero en vez de eso fue como si una corriente eléctrica los recorriera a ambos y prácticamente se devoraron las bocas en medio de la noche, en una calle vacía, pero que habría dado igual si estuviera llena de tanto que se perdieron el uno en el otro.

Su perseguidor los pasó de largo y ni así se soltaron, siguieron besándose hasta que el calor subió demasiado y se obligaron a detenerse, apartándose con los rostros enrojecidos y las respiraciones descontroladas.

La verdad, no era raro para él recordar ese momento, muy en contra de su voluntad.

Después de aquel beso, se preguntó si de verdad sentía algo por ella… hasta que Tsukasa encontró la grabación donde se veía a Kokuyo en la clínica Ishigami. Entonces rompió todo lazo con Kohaku.

Pero aun así, después de todos los problemas que tuvieron, después de los golpes, del odio, de arruinarse la vida el uno al otro, después de todo… seguía recordando ese momento. Seguía deseando no haberla soltado nunca esa noche.

Más que odiarla a ella, se odiaba a sí mismo, por no poder olvidarse del pasado.

Ahora el pasado lo perseguía peor que nunca.

¿Cuánto más tendría que soportar verla y tener que pensar en ella?

Esperaba que ese sufrimiento acabara pronto.

Mientras tanto al otro lado de la ciudad, Tsukiku llegó a la casa de Gabriel.

Lo había rastreado, y estaba decidida a encontrar algo que probara su culpabilidad.

Se metió por una ventana, mirando a todas partes. Parecía no estar en casa.

—Muy bien, bastardo… Veamos qué prueba puedo encontrar aquí. —Sacó su celular para grabar.

—¡No encontrarás nada, zorra! —De repente Gabriel salió de las sombras, golpeándola con el reverso de un arma en la nuca, con tanta fuerza que bastó para dejarla inconsciente.

Tsukiku cayó en el piso, con su celular rompiéndose por el impacto.

Gabriel sonrió complacido, tomando sus brazos para arrastrarla a la sala, lejos de las ventanas.

—Maldita zorra. —Sacó una pistola y comenzó a cargarla—. ¿Crees que vas a arruinar todo lo que logré? Apareciste de la nada a joderme, pero no sabías con quién te metías. —De repente la miró y sonrió con perversión—. Pero eres bastante guapa… al menos podrías servir de algo antes de que te mate. —De un cajón sacó unas esposas y rápidamente le colocó una en las manos y otra en los pies—. Pero esperare a que despiertes, no es divertido si no están conscientes. —Se sentó a mirarla por un largo rato hasta que Tsukiku finalmente abrió los ojos, mirándolo con los ojos muy abiertos, antes de luchar por librarse de las esposas—. Ni lo intentes, preciosa, aquí están las únicas llaves. —Jugueteó con dos pequeñas llaves en sus manos, antes de dejarlas en la mesa y arrodillarse frente a ella—. Ya te hubiera matado, de no ser por tus bonitas piernas. —Colocó una mano lascivamente en su muslo.

—Qué romántico. —Lo miró con asco—. ¿Esto es lo que planeas hacerle a Lillian-san? ¡¿Por eso mataste a Byakuya-san?!

—No sé de dónde sacaste que fui yo, ¿Kokuyo te lo dijo? Y yo que creía que era tan idiota que jamás sospecharía. —Rio malvadamente, comenzando a quitarle las medias—. Aun así, no dejé ni una sola prueba, soy demasiado cuidadoso, preciosa. Y es por ser muy cuidadoso que no puedo dejarte vivir… pero, si me complaces, consideraré mantenerte con vida unos días más. ¿Qué dices? —Le rompió las medias para quitárselas sin quitar las esposas.

—¿Tú lo inculpaste, no es cierto? —Intentó retroceder para alejarse de sus sucias manos, pero él le sujetó las piernas.

—¿No que eres tan inteligente? ¿Tú qué crees? —Se estiró para arrancar lo botones de su bata de laboratorio—. No iba a desperdiciar mi mejor oportunidad para deshacerme del esposo bastardo de MI Lillian. Si no hubiera sido con Kokuyo, habría sido otro, pero tardé o temprano lo habría quitado de en medio. Ese bastardo. —Su gesto se amargó y escupió al suelo—. Un día se apareció y la enamoró, me la quitó. ¡Merecía morir! Estaba tan molesto que no lo hice sufrir como se lo merecía, se murió tan rápido como una cucaracha bajó mis suelas. —Llevó sus manos a los botones de la camisa de Tsukiku—. Pero tú no tendrás esa suerte, zorra entrometida. Te mataré lentamente, y cada vez que te resistas solo será peor para ti, pero descuida… te haré gozar antes. —Le abrió la camisa.

—Ay, estoy tan tentada… —Rodó los ojos, antes de echar la cabeza hacia atrás y darle un fuerte cabezazo.

—¡AGH!

—Idiota. —Se puso de rodillas y cortó las esposas de sus manos con sus tacones afilados para este y otros propósitos, luego se sacó un clip del cabello para abrir las otras esposas.

Hubiera sido más fácil que sus nanobots destruyeran las esposas a nivel molecular, pero estaba grabando todo y luego no quería tener que explicar eso.

Los nanobots también frenaron el golpe del arma en su nuca, luego solo fue cosa de fingir estar inconsciente y listo, ya tenía todas las pruebas que necesitaba.

—¿Pero qué mierda?... —El hijo de puta asesino palideció al verla de pie, totalmente libre.

—Fue bastante impresionante de tu parte engañar a todos por años, eso te lo reconozco. —Abrochó su camisa y su bata con indiferencia—. Pero hasta aquí llegó tu jueguito, señor inteligente. Ya has arruinado suficientes vidas por tus caprichos. —Se acercó a él y le dio un rodillazo en la entrepierna, antes de darle un rodillazo en la cabeza, arrojándolo al piso y dejándolo inconsciente.

Ahora solo le quedaba decir que puso una cámara en miniatura en el piso o algo así y ya tenía la excusa perfecta, solo debía escoger un ángulo entre todos los ángulos de los que sus nanobots grabaron todo.

Y debía inventar una excusa de porqué sospechaba tanto de Gabriel… bien, siempre podría decir que fue una sospecha de su abuelo Kokuyo, el mismo asesino lo dijo.

Sacó otras esposas del cajón y ordenó a sus nanobots colocárselas al bastardo y además atarlo con cuerda que había en otro cajón, solo para hacerlo sentir más incómodo, al infeliz.

Ya tenía las pruebas de que su abuelo Kokuyo no era el asesino, la llave para que todo el rencor de su padre hacia su madre desaparezca… pero también la llave para que su madre odiara aún más a su padre.

Ella siempre tuvo razón, él era inocente. Y nadie jamás le creyó. Ahora que tenía pruebas… ¿cómo podría perdonar a todos los que la lastimaron tan injustamente?

En vez de ser la clave para hacer que sus padres se acercaran, era un arma de doble filo. Arreglaría un poco las cosas, pero traería nuevas adversidades.

Aun así, Tsukiku tenía que mostrar ese video, limpiar el nombre de su abuelo y el de su madre.

Ya llevaban casi diez días y no había tenido ningún avance real. Este era el primer paso, ya sea hacia su victoria o hacia una contundente derrota.

Mañana les mostraría el video a todos, a absolutamente todo el mundo, y haría rodar algunas cabezas.

Fueran cuales fueran las consecuencias, muy buenas o terriblemente malas, ese video saldría a la luz y todo el mundo conocería la verdad, incluso si eso acababa de hundir todas sus esperanzas y las de su hermanita, todo por lo que ella había trabajado y todo lo que quería recuperar para darle a Shizuku la vida que merecía… incluso sí lo perdía todo, debía seguir adelante.

Mañana era el día. Para bien o para mal, la verdad sería finalmente revelada.

Continuará...

Holaaa :D

Capítulo patrocinado por mi querida hiiammaryah!

Apartir de aquí los capítulos de Última Esperanza serán semanales! ;D

Eso gracias a los patronos, (o sea mis seguidores de Patre0n) y la encuesta q hice en mi página de Facebook :3

Tendrán un capítulo de Última Esperanza una vez a la semana! *o*

Pero hay una pequeña trampa xD

Si veo que el fic no recibe mucho apoyo entonces perderá la regularidad :'P Tengo muchos proyectos y pues quiero darles más importancia y actualizaciones a los fics q les gusten más, así que depende de ustedes mantener el ritmo x'D

Pero no se preocupen, seguro igual actualizaré cada dos o tres semanas si pierde el ritmo semanal! Quiero aprovechar mis vacaciones para actualizar lo más posible mis long-fics *w*

Ojala este cap les haya gustado! No olviden q se les ama con todo el kokoro!

Me despido!

CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!