Última Esperanza.
Capítulo ocho: Primera derrota.
Tsukiku colocó a Gabriel en una silla, y estrelló una fuerte patada en su rostro para despertarlo.
—Ya has dormido suficiente, señor asesino. —Cruzó los brazos, mirándolo con altanería—. Aún quedan un par de preguntas que necesito hacerte. ¿Por qué existen grabaciones de Hizashi Kokuyo en la clínica Ishigami?
—Maldita zorra. —Escupió sangre al piso—. No sabes con quien te metes. Nunca vas a…
—¡Respuesta equivocada! —Estrelló otra patada con el dorso del pie en su mandíbula—. Habla con la verdad si sabes lo que te conviene. He hecho hablar a tipos mucho más rudos que tú. —Se apoyó contra la pared—. Y resulta, que tú mataste a mi abuelo, enviaste a la cárcel a mi otro abuelo, y quisiste matar a mi hermanita, hiriendo a mi madre en el proceso. —Sonrió oscuramente—. Quiero lastimarte, Gabriel. Decirme la verdad es lo único que mantendrá a raya mis deseos de diseccionarte.
—Zorra. —Tosió sangre—. ¿De qué cosas estás delirando? ¡Eres una maldita loca!
—Tienes mucha razón, no tengo control de lo que digo, ni de lo que hago… —Alzó sus zapatos con tacones metálicos afilados y pateo a Gabriel en el muslo, haciéndolo gritar de dolor—. Pero tú deberías empezar a hablar, a menos que quieras que el siguiente vaya a tu entrepierna. —Lo miró con asco.
—¡¿Qué quieres de mí?! ¡¿Por qué no puedes meterte en tus propios asuntos?! ¡Todo lo que hice fue por amor a Lillian!
—¿Por amor a Lillian ibas a violarme? Qué dulce. —Incrustó su tacón a milímetros de su entrepierna, haciéndolo gritar de horror—. ¿Vas a hablar o no? No tengo todo el día.
—Loca… demente, maldita desquiciada. —Sudó profundamente—. Kokuyo… yo atraje a Kokuyo con una llamada falsa —finalmente confesó—. Tenía todo preparado, y cayó como el estúpido neandertal que es. Tal como sospeché, él no quiso admitir que sí fue a la clínica Ishigami ese día, así que pensaba usar esa grabación para acabar de hundirlo. Sabía que el niñato de Senku podría sospechar, así que lo dejé encontrar esas grabaciones. No creí que nunca las entregaría, pero de todos modos condenaron al neandertal de Kokuyo.
—¿De dónde sacó él esas grabaciones? Tienes un cómplice, ¿verdad? —intuyó—. Confiesa. ¿Quién es?
Como él no abrió la boca, ella subió el pie más arriba y lo pateó donde le dolía, con fuerza.
—Lo próximo serán tus ojos. —Retrocedió, sonriendo de forma retorcida ante su agonía—. ¿Piensas hablar o no? Luego de tus ojos, vendrán tus dedos. ¿Quieres que la lista continué?
Esperó a que dejara de retorcerse y él solo la miró con odio y la insultó, hasta que ella acercó un cuchillo a sus ojos, entonces el miedo lo envolvió.
—¡Akizawa Sato, el jefe de la policía, él me ayudó con las grabaciones! —reveló, casi llorando.
—Así me gusta. —Se acercó a él y le dio un fuerte rodillazo en la cabeza, dejándolo inconsciente.
Le ordenó a sus nanobots limpiar la sangre y curar las heridas de Gabriel, solo porque no podía entregarlo a las autoridades en el estado en el que lo dejó, pero el dolor lo llevaría marcado en su repugnante mente.
Ya tenía todo lo que necesitaba, o al menos lo más incriminatorio. Solo necesitaba hacer un poco de edición asquerosamente fácil para hacer parecer que Gabriel confesaba también la culpabilidad del jefe de policía mientras intentaba abusar de ella y listo. Acabaría con él en dos minutos de grabación.
Pero… luego no estaba muy segura de qué pasaría.
¿Era echarse la soga al cuello o avanzar en su objetivo? Sea como sea, no podía ocultar esa grabación, no al ver lo marginada que era su madre por toda la ciudad. La verdad debía ser revelada.
Decidió reunirse con sus tíos, antes que nada, llevando a Gabriel amarrado con ella, oculto con su tecnología de camuflaje, hasta entrar en el departamento de Gen donde ya todos la esperaban.
—¡¿Gabriel?! —Todos se sorprendieron al verlo atado y esposado, siendo arrastrado por ella como si fuera maleta con ruedas.
—Antes de que piensen que llevé mis sospechas demasiado lejos, déjenme decirles que tengo pruebas. Lo hice confesar todo. —Les enseñó la grabación con una proyección holográfica, dejándolos con las bocas abiertas al escuchar y ver todo.
La sangre fría con la que mató a Byakuya, el intento de abusar sexualmente de ella, aparte de haberla golpeado, supuestamente, sus tretas para inculpar a Kokuyo y el cómplice que lo ayudó en sus planes.
—Todo fue maquinado cuidadosamente. —Tsukasa se llevó una mano al rostro, con los ojos muy abiertos—. Él sabía que Senku intentaría investigar, que buscaría las pruebas con el jefe de la policía, le tendió una trampa para hacerlo encontrar las grabaciones que le convenían y librarse de sospechas.
—Es mucho más listo de lo que pensé. —Gen frunció el ceño amargamente—. Es bueno haciéndose el tonto, jamás lo habría creído capaz de algo así, incluso a mí me engañó por su falsa actitud de hombre avaricioso, pero inofensivo. Vi que era una serpiente venenosa, pero en lugar de ser un veneno que te paraliza es un veneno que mata. —Suspiró, negando con la cabeza—. Senku y Lillian estarán destrozados… el asesino de Byakuya… todo esté tiempo estuvo a su lado.
—¿Cómo vamos a revelar esto? —murmuró Ukyo, viéndose pálido y horrorizado—. No solo es el asesino, sino que es tan horrible que envió a un hombre inocente a morir en prisión…
—Kohaku-chan tuvo razón todo el tiempo. —Ryusui escondió el rostro con una de sus manos—. Ella también es otra víctima de Gabriel, y en hacerle la vida miserable a ella, yo y Senku fuimos cómplices. —Miró de reojo a Tsukiku—. En cuanto reveles la verdad… Kohaku sabrá que tiene todo el derecho del mundo a odiarnos.
—Ustedes no tienen la culpa. Es culpa de este gusano. —Tsukiku pisó el rostro inconsciente del hombre.
—Kohaku difícilmente perderá su rencor a Senku —murmuró Tsukasa—. Y si tú y tu hermana quieren juntarla con Senku, es posible que sea mucho más difícil ahora.
—Soy consciente. —Su gesto se amargó—. Pero nunca estarían juntos si creyeran que mi abuelo mató a mi otro abuelo, esta es la única posibilidad. Además, ella ya ha sido lo suficientemente marginada por todos en esta maldita ciudad.
—Eso es cierto. —Ryusui se vio aún más miserable.
—Entonces, ¿qué harás? ¿Lo entregaras a la policía? —preguntó Ukyo.
—El jefe es corrupto, pero yo tengo contactos en el municipio y en el juzgado, de gente bastante honrada —dijo Tsukasa—. Puedo entregar las pruebas a esas personas y la detención del jefe y de Gabriel será un hecho.
—Te daré una copia en un pendrive, si nos dieran problemas siempre puedo subir el video a internet y hacerlo viral, allí no tendrían más opción.
—No será necesario, confió en estas personas.
—Muy bien, yo confió en ti, pero igual guardaré la copia. —Le arrojó el pendrive con las pruebas—. También puedes llevarte a este gusano y decir que fuiste tú el que lo noqueó y me salvó, ya que corté esa parte del video.
—Muy bien, me haré cargo de todo, entonces. —La miró de reojo—. ¿Quieres… que sea yo el que le dé la noticia a Senku?
Tsukiku bajó la cabeza.
Le gustaría poder ver la reacción de su padre a eso, saber un poco de sus sentimientos al respecto, y quizás confortarlo… pero no era correcto que se enterara por medio de ella, era una desconocida para él. Ella solo se lo diría a su madre y ya, era lo correcto.
—Creo que es lo mejor… —Asintió a las palabras de su tío, antes de marcharse a buscar a Shizuku.
Decidió no mostrarle la grabación, probablemente le daría un ataque, así que solo le contó lo que había sucedido, dejándola con la boca abierta.
—¿Entonces papá ya va a saber la verdad?
—Sí, y nosotras debemos contarle a mamá. —Apretó la mandíbula—. Es un tema delicado, así que déjame manejarlo a mí.
—Pero…
—Por favor, pulga, solo esta vez. Te aseguró que es mejor así.
Ella suspiró profundamente, resignada.
—Está bien, nee-chan, si tú lo dices…
Tsukiku quería mostrarle el video a Kohaku, así de una vez por todas ella sabría que su padre era inocente, y ella era libre del peso de que todos la creyeran la hija loca de un asesino.
Esa mañana le pidió hablar a solas, y entonces le dijo lo que descubrió.
—Encontré pruebas… para probar la inocencia de tu padre.
—¡¿Lo hiciste?! —Dio un paso en su dirección, luciendo increíblemente ansiosa.
—Más que una prueba, es su completa redención. —No era muy buena con las palabras, así que solo le enseñó la grabación desde su celular.
Ella miró el video con los ojos muy abiertos, ojos que se llenaron de furia y repulsión al ver a Gabriel atacarla, pero pronto pasaron a llenarse de sorpresa al escuchar su confesión, y el hecho de que admitió haber inculpado a Kokuyo apropósito. Cuando la grabación terminó, su madre se quedó inmóvil un par de segundos, antes de que gruesas lágrimas comenzaran a rodar por sus mejillas.
Tsukiku la miró con ojos suaves, acercándose a ella con cautela. Lentamente, dudosamente, alzó sus brazos hasta ella, que la miró con su rostro deformándose en un gesto de completo alivio y agradecimiento, antes de lanzarse a abrazarla.
—¡Gracias! —gritó, estrechándola en sus brazos—. ¡Gracias, gracias! —Sollozó, enterrando el rostro en su hombro.
Ella cerró los ojos.
A su mente llegó el recuerdo de la última vez que su madre la abrazó, que también fue la última vez que la vio con vida. Ella le pidió disculpas por tener que irse, le aseguró que no podría dejar a su padre solo, le recordó que la amaba y le encargó el cuidado de su hermana. Cuando Tsukiku le suplicó que prometiera regresar, la voz de su madre tembló un poco al decir "lo prometo".
Hasta el día de hoy Tsukiku no dejaba de preguntarse si su madre sabía que en verdad no iba a volver.
Cuando Kohaku se apartó de ella, jadeó un poco, llevando las manos a sus mejillas y limpiando las lágrimas que se le habían escapado con sus pulgares, sorprendiéndola. ¿Cuándo diablos empezó a llorar?
—Como lo siento, ¿ese bastardo no te lastimó, verdad? —Tsukiku se apartó de ella rápidamente, negando con la cabeza y frotando con fuerza sus ojos—. ¿Segura? Eso fue muy arriesgado, podrías haberme pedido ayuda, yo soy la más interesada en estas pruebas. —También frotó sus ojos con fuerza para frenar sus propias lágrimas.
—Está bien, te lo aseguró. —Tomó aire, antes de sonreírle—. Sabes que puedo defenderme, ¿si recuerdas que la pulga y yo te pateamos el trasero apenas conocerte, o no? —Eso la hizo reír, aún con los ojos húmedos.
—Sí, lo recuerdo… En ese momento no tenía idea que ustedes llegarían a solucionarme la vida. —Volvió a abrazarla, pero Tsukiku la apartó rápidamente, sin creerse capaz de controlarse de llorar como una niña.
—Están encarcelando a Gabriel ahora mismo, y pronto todos sabrán que es el verdadero responsable.
—Entiendo. —Asintió, volviendo a frotar sus ojos—. Yo… necesito ir a un lugar.
—¿Quieres que te acompañemos?
—No, prefiero ir sola. —Miró al cielo, con una mirada pensativa y nostálgica que le dejó en claro que era algo muy personal.
—Muy bien, suerte. —Le sonrió suavemente.
En cuanto su madre se marchó, Tsukiku volvió con su hermanita, no sin preguntarse si Tsukasa ya le habría dicho a su padre la verdad sobre el asesino de su abuelo Byakuya.
Cuando Tsukasa le pidió a Senku no ir a trabajar y esperarlo en su casa para hablar de algo muy importante, Senku sintió su curiosidad dispararse y decidió hacer lo que decía. Tsukasa no era alguien que exagerara, sí decía que era importante entonces le creía.
Su madre se quedó con él y preparó un buen desayuno para él y sus hermanos menores, feliz de poder tenerlos a todos en la mesa para desayunar en familia.
Senku miró el asiento vacío al lado de Lillian con rostro indiferente, aunque por dentro sintió ese leve pellizco de dolor que últimamente parecía apretar con más fuerza. Desde que su padre murió, Lillian siempre dejaba ese asiento vacío junto a ella, un recuerdo constante de lo que perdieron, a quien perdieron… o a quien les quitaron, más bien.
Decidió ayudar a su hermano menor a lavar los platos, hasta que recibió una llamada de Tsukasa indicándole que ya estaba llegando.
Llegó a los pocos minutos y Senku vio con sorpresa su rostro sombrío. ¿Tan grave era el asunto?
—Hablemos en mi oficina. —Fueron a dicho lugar y se sentaron frente a frente en los sofás—. ¿Qué sucede? ¿Por qué esa cara de funeral, eh? —Cruzó una pierna sobre la otra, intentando aligerar el ambiente un poco.
—Senku… es sobre tu padre. —Eso lo hizo tensarse de inmediato, se sentó recto, muy serio.
—¿Qué pasa con eso?
—Senku… Hay mucho que debes saber. La Dra. Shichimi me dijo que te reveló su trabajo como una detective contratada por Hizashi Kokuyo.
—Sí. —Lo miró con sospecha—. ¿Qué con eso?
—Ella encontró pruebas que demuestran la inocencia de Hizashi Kokuyo. —Cerró los ojos solemnemente, antes de abrirlos y mirar con mucha seriedad a Senku, intentando dejarle claro que hablaba con la verdad. Él no parecía creerle para nada, y hasta lo miraba con molestia, así que Tsukasa continuó—. Aquí tengo la prueba. —Le enseñó el pendrive que Tsukiku le dio—. Senku… aquí encontrarás al verdadero culpable.
Senku lo miró con confusión, pero no perdió el tiempo preguntando, tomó el pendrive y lo conectó a su computadora portátil, poniendo el video inmediatamente.
—¿Gabriel?... —Miró con incredulidad al manager de Lillian intentando asaltar sexualmente a la Dra. Shichimi, y una parte de su ser sintió ganas de echarlo a un pozo de ácido sulfúrico por querer lastimarla, pero entonces se fijó en lo que estaban diciendo.
—¿Esto es lo que planeas hacerle a Lillian-san? —preguntó la doctora en el video mientras ese hijo de puta la toqueteaba—. ¡¿Por eso mataste a Byakuya-san?!
—No sé de dónde sacaste que fui yo, ¿Kokuyo te lo dijo? Y yo que creía que era tan idiota que jamás sospecharía. —Senku sintió todo su cuerpo paralizarse, escuchándolo admitir su culpabilidad mientras intentaba cometer otro crimen horrible, y además jactándose de ello—. No iba a desperdiciar mi mejor oportunidad para deshacerme del esposo bastardo de MI Lillian. Si no hubiera sido con Kokuyo, habría sido otro, pero tardé o temprano lo habría quitado de en medio. Ese bastardo. Un día se apareció y la enamoró, me la quitó. ¡Merecía morir! Estaba tan molesto que no lo hice sufrir como se lo merecía, se murió tan rápido como una cucaracha bajó mis suelas. —Senku sintió la bilis subirle a la garganta, más al escuchar la forma en la que lo hizo caer en su engaño, con ayuda del mismísimo jefe de la policía, para hacerlo creer que Kokuyo era culpable.
Todo este tiempo… el padre de Kohaku fue inocente, tal como ella siempre le aseguró.
Y… todo este tiempo, tuvo al verdadero asesino al lado de su familia, visitando su casa, actuando como si quisiera ser su padre sustituto y consolando a su madre por su viudez… ese bastardo de mierda…
Por un momento realmente casi vomita, tembló de pies a cabeza y se llevó una mano a la boca, sudando profundamente.
—Gabriel ya está en la cárcel —le dijo Tsukasa con voz comprensiva—. Rescaté a la Dra. Shichimi de él y ya lo llevé a prisión. También Akizawa Sato, el jefe de la policía, está en prisión ya. Van a investigarlos a ambos, pero con estas pruebas les darán cadena perpetua a los dos, es un hecho.
Senku se tardó un momento en responder, antes de tomar aire y cerrar los ojos. Apretó los dientes con fuerza, intentando luchar con el odio que le estaba recorriendo las venas.
—Tsukasa… —Una vez calmado, lo miró con ojos sombríos—. ¿Cómo está la doctora? ¿Ese… ese hijo de puta no la lastimó, verdad?
Tsukasa lo miró con sorpresa. ¿Preguntaba por ella en un momento como este?
—No, ella está bien —le aseguró—. Llegué cuando ya se estaba librando de él —mintió por el pedido de Tsukiku y para que coincida con la historia que dio al juzgado.
—Entiendo. —Llevó una mano a su frente, frotándola con dureza—. Yo… debo decirle esto a Lillian. —Se puso en pie de inmediato, caminando hasta la puerta.
—Senku… ¿estás bien? —Esa pregunta lo detuvo en su sitio.
—Yo no soy quien importa en este momento —murmuró luego de una pausa—. Lillian debe saberlo. —Sin más se marchó de la oficina.
Tsukasa suspiró, quedándose en la oficina un momento, antes de marcharse a la sala, justo a tiempo para ver a Senku dirigirse con Lillian al jardín para hablar a solas.
Rei, la mayor de los hermanos menores de Senku, pareció sospechar que algo andaba mal, mientras que Suika y los varones estaban enfrascados en algún proyecto musical.
Tsukasa se acercó a un ventanal y observó a lo lejos a Senku tomar con suavidad uno de los hombros de Lillian, bajando la cabeza antes de comenzar a hablar.
No podía escuchar lo que decían, no era Ukyo, pero al poco tiempo pudo ver a Lillian alejarse bruscamente de Senku, llevándose las manos al rostro. La vio negar con la cabeza, antes de colapsar en el césped bien cuidado de su jardín, llorando desesperadamente. Senku se arrodilló a su lado y Lillian de inmediato se lanzó a abrazarlo.
Tsukasa cerró los ojos, suspirando.
Ya era hora de irse, probablemente ahora tuvieran la difícil tarea de darle la noticia a los otros hijos de Byakuya, y no quería entrometerse en ese momento tan difícil para la familia.
Se marchó, esperando que pudieran recuperarse de este duro golpe.
Senku y Lillian regresaron al comedor poco después de que Tsukasa se marchará.
A Lillian se le notaba todo lo que había llorado, y todos sus hijos la miraron con preocupación.
—¡Mamá! —Roy, el más apegado a ella, corrió a abrazarla de inmediato, y su contacto solo hizo que el llanto le volviera a estallar.
Al ver a su madre en ese estado, Senku tuvo que volver a endurecer su porte y ser el que diera la noticia.
Sus hermanos escucharon con la boca abierta, y, aparte del llanto, tuvieron que lidiar con ver a Roy correr a detener a Shinichi (el mayor de los varones) de ir a buscar a Gabriel para matarlo con sus propias manos. Senku acabó inyectándole un calmante a Shinichi, para evitar que hiciera algo estúpido. Rei pasó a ser la encargada de confortar a su madre mientras Roy cuidaba de Shinichi desmayado, y Senku, al ver a Suika completamente inmóvil, con lágrimas silenciosas corriendo por su rostro, se sentó junto a ella y colocó una mano en su cabeza, como cuando era una niñita.
—Senku-nii… —Cuando finalmente habló, se secó las lágrimas rápidamente—. Todo este tiempo… estuvimos equivocados…
—Sí… Gabriel logró engañarnos. —Apretó la mandíbula con fuerza—. Y de no ser por la Dra. Shichimi quizás jamás lo hubiéramos sabido. —Al menos quizás no hasta que Gabriel hubiera cometido algún otro crimen.
—No habló de eso. —Lo miró con una sonrisa llorosa—. Todo este tiempo… creímos que fue el padre de Kohaku-nee. —Sorbió ruidosamente—. Y Gabriel siempre que venía aquí y nos veía tristes por papá… nos decía que debíamos odiar a Kokuyo-san, a su familia, a Kohaku-nee. —Sus ojos volvieron a aguarse—. ¡¿Cómo pudo ser tan horrible?! —Lo abrazó con fuerza, apoyando el rostro en su hombro.
Senku cerró los ojos con fuerza.
Suika tenía razón, era algo muy recurrente en Gabriel que cada vez que saliera el tema de Byakuya empezara a maldecir a Kokuyo y a su familia, de hecho… fue Gabriel quien le dijo que debía vetar a Kohaku de todas las fuentes de trabajo de la ciudad, fue él quien lo convenció de pedirle a Ryusui que lo ayudara con eso. Senku accedió, pensando que así ya no tendría que verla, y le arruinó la vida a la única chica que alguna vez… a Kohaku.
Kohaku…
Abrió los ojos y se separó de Suika con suavidad.
—Tengo algo que hacer, quédate con mamá y… —Le dio una jeringa—. Esto es por si Shinichi quiere hacer algo estúpido, contrólenlo.
—Muy bien. —Asintió decidida, volviendo a secar sus lágrimas.
Senku salió de su casa y tomó su auto, conduciendo hasta el cementerio.
Quería ir a ver a su padre, pero antes…
Se dirigió a la tumba de Hizashi Kokuyo, sin sorprenderse demasiado al ver a Hizashi Kohaku sentada frente a la tumba, con los ojos hinchados de tanto llorar.
Ella se tensó al escuchar sus pasos, y volteó lentamente hasta que sus ojos se encontraron con los suyos.
—Senku… —Pareció congelarse.
Él tragó saliva, mirándola atentamente.
Se había recuperado un poco de la primera vez que la vio con las hermanas Shichimi, pero sus mejillas seguían hundidas y sus brazos estaban más delgados de lo que debería, los rastros de la pobreza extrema todavía se notaban en ella, y era todo por su culpa, por haber escuchado a ese asesino farsante de mierda.
Un nudo se le hizo en la garganta, pero se lo tragó y se llevó las manos a la cintura, bajando la cabeza.
—Imaginó que ya sabes que tu prima demostró la inocencia de tu padre… —le dijo, con voz muy suave. Ella no dijo nada, y él no se atrevió a mirarla—. Y también imaginó que no existe disculpa suficiente para que me perdones —Sonrió amargamente—, pero debo decirlo de todas formas. Kohaku… —Finalmente la miró a los ojos, con su rostro lleno de seriedad y sinceridad—. Lo lamento… de verdad lo siento.
Sus ojos azules ya habían estado cargados de enojo, pero ante esa palabra se llenaron de rabia absoluta.
—Tú… —Se calló, apretando los ojos y los puños—. Tienes razón. —Sonrió oscuramente, con los ojos volviendo a aguarse a pesar de que pensó que ya no le quedaban lágrimas—. Jamás te voy a perdonar. —Él permaneció en silencio, y eso por alguna razón la hizo enfadar más—. ¿Dónde quedó tu seguridad, bastardo? ¿Creías que yo era una idiota por creer en él, verdad? —Su sonrisa se llenó de dolor—. Fue mi familia, a la que tanto maldijo tu familia, la que encontró al verdadero asesino, ¡amigo de TU familia! —Cerró los ojos con fuerza, llevándose las manos al rostro, luchando por las ganas de llorar—. Ustedes destruyeron mi familia… Desearía jamás haberlos conocido… en especial a ti… —Abrió Los ojos, mirándolo con odio.
Él siguió sin decir nada, pero alzó la cabeza, tomando aire profundamente y evitando mirarla. Ella tomó su actitud como soberbia y se puso en pie, acercándose a pocos pasos de él.
—Creí que tú lo descubrirías, ¿sabes? —le dijo, con cinismo—. Realmente me engañaste… cuando éramos adolescentes, cuando te abrace y te dije que yo creía en él, me aseguraste que conseguirías más pruebas, me dijiste que tampoco creías que fuera culpable, y que creías en mí. —Su voz se quebró un poco ante el recuerdo y él cerró los ojos con fuerza—. Luego… incluso después de que… —Su rostro se llenó de disgusto—. Incluso después de que tuvieras el descaro de besarme, tú… dejaste de hablarme. —Las lágrimas volvieron a correr por su rostro—. ¿Recuerdas?... Yo me acerqué a ti y tú… —Apretó los puños, apenas capaz de hablar por el nudo en su garganta—. Tú…
Aún lo recordaba como si hubiera sucedido ayer. Senku dejó de contestarle las llamadas, así que fue a verlo a su casa, pero Suika le dijo que había ido a ver a Tsukasa, así que ella se dirigió al dojo a preguntarle, solo para encontrar a Senku a pocas calles de su casa. De inmediato corrió hacia él.
—¡Senku! —le gritó, con una sonrisa. Lo vio congelarse, mirándola con los ojos muy abiertos—. Senku, ¿por qué no me llamaste? Estuve esperando tu llamada todo el día. ¿Encontraste algo en las pruebas que conseguimos? —le preguntó, ansiosa, y un poco sonrojada al recordar aquel beso que compartieron el día anterior.
Él no contestó, apartando la mirada.
Estuvo en silencio tanto tiempo que ella se preocupó.
—¿Senku?...
Finalmente, él la miró, con tanta frialdad que la congeló en su sitio.
Llevó una mano hacia ella, hacia el collar que le regaló el día de su graduación, y entonces… se lo arrancó del cuello.
Kohaku jadeó, mirándolo con incredulidad en lo que él lo lanzaba despectivamente a la calle, justo a tiempo para que un auto le pasará encima, destrozándolo.
No fue capaz de siquiera reaccionar, y él la pasó de largo, siguiendo su camino como si nada.
Cuando le hizo la promesa de que demostraría la inocencia de su padre, cuando ella lloró en sus brazos, derramando todo el contenido de su corazón, confiándole sus más profundos sentimientos, él había colocado un dedo sobre su collar en forma de sol, ese que le regaló el día en que los obligaron a ir al baile de graduación juntos. Para ella, ese pequeño gesto fue el sello de su promesa, de que iba a ayudarla y resolverían todo, juntos.
Y esa promesa acabó destrozada en la carretera, hecha trizas, por las propias manos de Senku.
En ese momento no lo entendió, no pensó que había encontrado algo malo en las grabaciones, porque para ella era inconcebible que su padre fuera culpable, y simplemente creyó que él era la escoria más grande que había pisado la tierra, y esa fue una de las razones por las que luego no soportó ver que le fuera tan bien y saboteó su intento de aliarse a la empresa en la que solía trabajar.
Lo odiaba. Siempre lo odiaría.
Incluso aunque alguna vez pensó que podría haber estado enamorándose de él, eso se acabó. Jamás lo perdonaría. Repudio era todo lo que sentía al verlo.
—Kohaku… —La sorprendió escucharlo hablar y salió de sus pensamientos, aunque su voz era muy baja y él seguía sin mirarla—. Esa vez, yo vi las grabaciones que conseguimos y…
—Sí, sé que encontraste unas malditas grabaciones, se dice en el video—lo interrumpió con ira—. Unas grabaciones en las que no se mostraba a mi padre cometer el crimen, ¡porque no lo hizo! Pero fue suficiente para ti, ¿no es cierto? ¡Ja, claro que fue suficiente! En vez de decírmelo, simplemente pensaste lo peor, mi palabra dejó de valer para ti por esas malditas grabaciones, ¿no? Tu promesa dejó de valer. —Sonrió con rabia, aunque con lágrimas todavía asomándose en sus ojos—. Ahora se sabe la verdad, y casi tienen que violar a mi familiar para conseguirla, porque tú no creíste en mí y te dejaste engañar por ese asesino de mierda. —Se secó las lágrimas con pesadez—. Sin embargo… voy a seguir tu ejemplo, Senku. Tú simplemente te alejaste de mí cuando creíste que mi padre era culpable, rompiste tu promesa y dejaste de hablarme… te devolveré el favor. —Se acercó más a él, tanto que su aliento rozó con el rostro de él, que siguió sin mirarla—. Jamás vuelvas a hablarme, jamás te acerques a mí. ¡Y ahórrate tus estúpidas disculpas! —Lo pasó de largo, chocando su hombro contra él.
Senku casi se cae por el golpe, pero logró estabilizarse, parándose firmemente en sus dos pies y cerrando los ojos con pesadez. La verdad es que hubiera deseado caerse y golpearse la cabeza contra alguna lapida, eso sin duda sería diez billones de veces mejor que lo que estaba sintiendo ahora.
Un jadeo lo hizo voltear con rapidez, viendo a Kohaku parada frente a Lillian y sus hermanos, todos mirándola con sorpresa.
—K-Kohaku… —Lillian quiso acercarse a ella, pero Kohaku retrocedió, abrazándose a sí misma.
Sus ojos se fijaron en Suika por un momento, antes de negar con la cabeza y salir corriendo, alejándose de todos ellos.
—Hermano… ¿también viniste a pedir perdón a la tumba de Kokuyo-san? —preguntó Rei en un susurro.
—A él y a Kohaku. —Suspiró temblorosamente, antes de hacer una leve reverencia ante la tumba, solo por unos pocos segundos, para luego marcharse de allí sin decir nada más.
Lillian lo miró con los ojos muy abiertos, antes de decirle a sus hijos que volvería luego y disponerse a seguir a Senku.
Lo siguió hasta el claro de bosque en medio del cementerio, viéndolo guardar sus manos en sus bolsillos y mirar al cielo, dándole la espalda.
—Senku, hijo… —Colocó una mano en su hombro—. ¿Estás bien?...
—Para ser honesto… —Volteó a verla con una sonrisa leve y ojos llenos de dolor—. Me siento como una mierda. —Rio por lo bajo, llevándose una mano a cubrir sus ojos—. ¿Recuerdas cuándo tú y el viejo se burlaban de mí por Kohaku? Pues… tenían razón. —Volvió a reír, aunque su risa sonó quebrada y sin ganas—. Creo que sí me gustaba… en ese momento. Y creo… que realmente la lastime. —Bajó la cabeza—. Me merezco que me odie. —Apretó la mandíbula fuertemente—. Llegué a sospechar de Gabriel… aunque no quería pensar mal de él, porque sabía que tú confiabas en él. Cuando vi las grabaciones y supe que Kokuyo mintió en su declaración, creí que… —Sus hombros temblaron y lanzó otro gran suspiro—. Mierda, yo también me odio. —Volvió a reír, apretando los puños.
Al ver una solitaria lágrima caer por su barbilla, Lillian lo abrazó con fuerza, y Senku cayó lánguido contra ella, tomando aire y tragándose el dolor y odio que lo consumía.
No podía reparar el pasado, solo le quedaba seguir adelante, pero sí podía hacer algo: mantenerse alejado de Kohaku, tal como ella le pidió.
Después de todo lo que sufrió por su culpa, era lo mínimo que podía hacer.
Cuando Kohaku llegó al departamento, se fue directo a su habitación y Tsukiku y Shizuku la miraron con curiosidad.
—¿Crees… qué esté bien? —preguntó Shizuku, preocupada.
—La verdad, no. —Rascó su oído con irritación—. Es tu turno de actuar, pulga, ve y consigue toda la información que puedas sobre su estado de ánimo.
—¿Esa es tu forma de decirme que la consuele, eh? —Rio divertida, ignorando sus quejas y yendo a la habitación de su madre, tocando con suavidad la puerta.
No contestó al principio, a lo que llamó su nombre con suavidad. Con eso, finalmente le abrió la puerta.
—Lamento molestar, pero… m-mi nee-chan me dijo lo que pasó y… solo quiero saber si estás bien, pero si necesitas estar sola lo entenderé. —Y lo decía en serio, pese a los planes de su hermana mayor, su madre se veía realmente deprimida en ese momento.
—Está bien, pasa. —La dejó entrar y se sentaron lado a lado en la cama—. La verdad… estoy feliz por saber que mi padre es inocente, pero no creo estar bien ahora mismo. —Se apoyó en la pared, aprovechando que su cama individual estaba pegada a esta—. Fui a ver la tumba de mi padre y… vi a Senku allí. No sé qué hacía ahí y no me importa, pero de verdad no quería verlo. —Subió sus piernas a la cama y las abrazó—. No quiero verlo nunca más. —Cerró los ojos amargamente.
Shizuku palideció, intentando no entrar en pánico y pensar en qué decir.
—Pe-pero… Qui-quiero decir… —Carraspeó, dándose un golpe mental por tartamudear tanto—. ¿Él hizo algo que te molesto?
—Muchas cosas, pero la mayoría son cosas del pasado. —Frunció el ceño—. No quiero agobiarte con eso, menos sabiendo que tú lo admiras tanto.
—Está bien, pero… Quiero decir, es ese Gabriel el hombre malo detrás de todo, él fue el causante de todo, hasta de lastimarte a ti tratando de matarme.
—Lo sé, y me es difícil contener mis ganas de matarlo. —Apretó un puño en el aire, con los ojos tan llenos de fuego que Shizuku supo que hablaba muy en serio—. Pero hay… hay cosas que no se pueden perdonar. O al menos que yo no puedo. —Apartó la mirada—. Lo siento, pero a partir de ahora te pediré que ya no me invites cuando tengan que ir frente a Ishigami Senku, tampoco tu hermana, si es necesario renunciaré a mi trabajo como guardaespaldas. —Shizuku jadeó—. Lo siento, de verdad. —Volteó a verla con una sonrisa triste—. Es solo que… duele mucho. Necesito alejarme de él, y de todo esto. —Lágrimas se asomaron por la comisura de sus ojos—. Creo que… voy a llamar a mi hermana. —Frotó sus ojos con fuerza—. Tal vez lo mejor sea irme con ella a Londres, después de todo, al menos ahora que todos sabrán que mi padre es inocente podré tener la conciencia tranquila. Sí… es lo mejor.
Shizuku se quedó en completo silencio, horrorizada por lo que había escuchado.
Aunque dieron un paso gigantesco de lo que creyeron fue progreso, ahora parecían estar con la soga al cuello.
De verdad… ¿no iban a lograrlo? ¿Era un caso perdido?
Sonrió dolorosamente, tomando la mano de su madre, que la miró con sorpresa.
—¿Qué pasa? ¿Estás bien? —Miró con pánico sus ojos cristalizados.
—No… no quiero que te vayas —admitió sinceramente—. Quiero pedirte que te quedes, y quiero pedirte muchas más cosas, pero sé que tú realmente no… —Cerró los ojos con fuerza.
"Realmente no me conoces, realmente no me amas, realmente no eres mi madre…"
—¿Shizuka? —Y ni siquiera podía decirle su nombre real.
—Lo siento. —Se apartó de ella, negando con la cabeza—. De verdad lo siento. —Salió rápidamente de su habitación y del departamento.
Aunque no quisiera creerlo, esta vez de verdad no sabía qué hacer.
Parecía que, después de todo, jamás podría recuperar a sus padres. Su última esperanza fue su derrota.
Continuará...
Holaaaa :D
Muchas gracias por todo su apoyo al fic y lamento mucho el retraso x'D
Estuve ocupada con ciertos asuntos personales y la Semana SenHaku, pero ahora sí el proximo cap será dentro de una semana o quizás antes, siempre y cuando ustedes quieran, solo pídanlo ;D
Ojala que este cap les haya gustado aunque el drama estuvo bien fuerte o_o
No olviden q se les ama con todo el kokoro!~ :3
Me despido!
CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!
