Última Esperanza
Capítulo diez: Primeros cambios
Después de lo que había hecho, tomó mucho valor para Shizuku el presentarse delante de su hermana, pero era necesario para el paso dos de su plan.
Desactivó el anti-rastreador y su hermana pronto llegó al parque, con una mirada asesina.
Juntando todo su coraje, Shizuku desactivó el aparato de invisibilidad.
—¡TÚ! —Tsukiku corrió a tomarla de los hombros y sacudirla—. ¡¿Desde cuándo sabes usar un maldito anti-rastreador y por qué no me lo dijiste antes?! ¡¿Por qué hiciste esta locura?! ¡¿Querías matarme?!
—Lo siento… —Le puso sus mejores ojitos arrepentidos—. Nee-chan, ya tengo un plan para juntar a nuestros padres. Por favor, por favor, escúchame. ¡No podemos rendirnos! Confía en mí, yo creo que no es necesario hacer un milagro, ¡ellos ya sienten algo! ¡Solo tenemos que hacer que se den cuenta! —Su hermana la miró con escepticismo—. Por favor, tengo ojo para estas cosas. Confía en mí.
—Pulga, incluso si te creyera, eso no quita que lo que hiciste fue increíblemente estúpido y me preocupaste a mí y a todos. ¡¿En qué estabas pensando?! —Cruzó los brazos con molestia.
—Aceptaré todo regaño y castigo que quieras darme, pero ahora tienes que seguir mi plan. —Se llevó las manos a la cadera—. Por favor, esta podría ser nuestra única oportunidad. —Por una vez, no uso su tono suplicante manipulador, sino que su mirada estaba llena de seriedad y determinación.
Y Tsukiku sabía muy bien que tenía razón.
—Bien. —Bufó—. ¿Cuál es tu plan?
Estuvieron hablando varios minutos en el parque hasta que un trabajador de su padre las vio. Casi de inmediato Senku y Kohaku empezaron a acercarse a sus posiciones.
Bien, hora de empezar con el loco plan de la menor de las hermanas.
Sin perder tiempo, Shizuku se pellizcó el estómago y las lágrimas se deslizaron por sus mejillas, y ella sollozó dramáticamente, abrazándose a su hermana mayor, que no se molestó en disimular su cara de que no estaba nada contenta con esta tontería.
Menos mal que al menos una de ellas sabía actuar.
—¡Ja, la encontraste! —Kohaku se unió al abrazo, y las dos hermanas sonrieron inconscientemente al sentir los brazos de su madre rodeándolas—. ¡Estaba muy preocupada cuando se escapó de nosotros!
—Sí, la estaba regañando porque no debió haber hecho esa estupidez —murmuró Tsukiku.
—No seas tan dura con ella, está pasando por un mal momento. —Senku de esta realidad no era muy diferente al padre que Tsukiku recordaba, pidiéndole a su madre que dejara que Shizuku de dos años siguiera mordiendo la ya arruinada mejor foto de su boda, aunque a ambos atesoraban la foto, todo porque no era capaz de regañarla o negarle un capricho.
Sonrió al pensar que, de haber seguido vivo, probablemente Shizuku sería todavía más mimada de lo que ya era.
—Es mi culpa —dijo Kohaku, haciendo que la atención de las hermanas se fuera a ella, mientras la menor seguía abrazada a la mayor—. No debí haber dicho que me iría a Londres, yo… ya no quiero irme, no pronto, al menos. —Se mordió el labio, abrazándose a sí misma—. Y también… Senku y yo ya hicimos las paces. —Miró al científico con una sonrisa incomoda, una sonrisa que él devolvió de forma mucho más sincera—. Es en serio, no volveremos a pelear, no tiene sentido. Nunca lo tuvo.
—La leona tiene razón.
—¡No soy una leona! —Le lanzó una mirada asesina—. ¡Eso es algo en lo que seguiremos peleando hasta la muerte, bastardo!
Senku, Tsukiku y Shizuku se rieron entre dientes ante su enojo, los tres mirándola con ojos suaves, aunque ella estaba tan molesta que no se dio cuenta.
—Estamos en deuda con ustedes —continuó hablando Senku—. Gabriel está en la cárcel. Mañana todo será público. El nombre del padre de Kohaku se limpiará, y el verdadero asesino recibirá lo que merece. —Frunció el ceño duramente—. Todo es gracias a ustedes, y yo… los dos —Intercambió una mirada con Kohaku y ambos asintieron en sincronía— queremos compensarlas. Queremos que se queden.
—Por favor —agregó Kohaku, acariciando con dulzura el cabello de Shizuku—. Ustedes también son mi familia, ¿verdad? Quiero que se queden más tiempo.
Esas palabras hicieron que lágrimas sinceras afloraran en los ojos de la más joven.
Incluso sí perdían el desafío del señor del tiempo, atesoraría los momentos que estaban viviendo con sus padres de esta realidad. Quería quedarse más tiempo. Por eso ideó este plan.
Miró expectante a su hermana, esperando que cumpliera con el plan que le pidió. Tsukiku endureció su mirada.
—Me temo que ya es tarde —dijo con voz tajante—. Ya vendí el departamento, Shizuka y yo nos iremos mañana mismo.
Senku, Kohaku y "Shizuka" se quedaron con las bocas abiertas.
—¿Qué? ¡No! No puedes… —Kohaku se calló a media frase, sin saber qué decir—. ¡¿Por qué?!
—Solo mírenla. —Sacó un pañuelo de un bolsillo de su bata y limpió el rostro empapado en lágrimas de su hermanita—. No vine aquí a que lastimaran los sentimientos de mi hermana, ya no quiero exponerla a estas estúpidas discusiones sin lógica. Está decidido, nos iremos mañana y se acabó.
—¿Acaso es sorda, doctora? —Senku la miró con sequedad—. Kohaku y yo hicimos las paces. Se acabaron esas discusiones ridículas.
—Ja, pueden hacer todas las promesas que quieran, pero yo ya he visto cómo acaban sus intentos de llevarse bien. No, gracias. Mi hermana ya ha llorado lo suficiente. Y lo siento si creen que es una niña muy llorona, siempre ha sido sensible y me importa una mierda que crean que la sobreprotejo, yo quiero lo mejor para ella. —Cerró los ojos solemnemente—. Nos iremos mañana y se acabó.
—No pueden irse, no por esa razón. —Kohaku negó con la cabeza—. Senku y yo ya estamos bien. Se acabó todo, yo… —Volvió a morderse el labio, pero luego su mirada se llenó de ferocidad—. Ya no me importa nada de lo que ha pasado, ya sé que nada fue su culpa, era yo la que intentaba siempre atacarlo, y ya he cambiado. Si se van, que no sea porque Senku y yo nos peleamos todo el tiempo, porque eso ya no pasara. —Senku asintió a sus palabras, parándose más cerca de ella.
Tsukiku permaneció en silencio un momento, fingiendo estar pensativa.
—Incluso si lo que dicen es cierto… —murmuró, con voz distante—. Ya vendí el departamento, el nuevo dueño vendrá mañana, y no quiero gastarme el dinero comprando otro, necesito mis ahorros para cuando regrese.
—Sigo en deuda contigo —musitó Senku de inmediato—. Pueden quedarse en unas de mis propiedades.
—Claro, y hacerlo todo más incómodo para que ustedes dos sigan gritándose.
—Hemos hecho las paces —repitieron los dos, con caras de fastidio.
—Si eso es realmente cierto… —luchó para contener su sonrisa— entonces matemos dos pájaros de un tiro y yo accederé a no irme y llevarme a mi hermanita mañana.
Senku y Kohaku compartieron una mirada, desconfiados.
—¿Matar dos pájaros de un tiro?
—Ajá. —Sonrió un poco—. Si lo que dicen de que se llevan bien es cierto, entonces… nos quedaremos en la mansión Ishigami, con la familia Ishigami, las tres. —Se señaló, señaló a su hermana, y luego a una boquiabierta Kohaku—. A menos, claro, que quieran dejarse de mentiras y nos dejen irnos en paz de una buena vez. Tenemos nuestras vidas en nuestra ciudad natal, y una vez nos vayamos no pensamos regresar. Nuestra misión aquí está hecha.
Kohaku se vio devastada y miró a Senku, que tenía el ceño profundamente fruncido, pensativo.
—Tendría que hablar con mi madre, pero… por mí está bien. —Encogió los hombros, antes de rascar su oído con el meñique—. Estoy en deuda, con las tres. —Miró de reojo a Kohaku, intentando decirle con la mirada de que realmente se sentía agradecido y en deuda con ella también—. Pueden quedarse en mi casa sí así lo quieren.
Las dos hermanas de inmediato miraron a Kohaku, que apartó la mirada, dudosa.
—Bueno, creo que tu duda lo dice todo, querida prima. —Tsukiku metió cizaña apropósito para provocar.
—¡Ja, no estaba dudando! —Cruzó los brazos—. ¡Aceptó, por mí está bien, es una maravilla! —accedió sin pensarlo dos veces.
Se arrepintió al segundo, pero no pensaba dar marcha atrás.
Si era con tal de no separarse de las personas que arreglaron su vida y con las que se había encariñado tanto, aunque sea por un mísero par de semanas más, entonces pensaba tomar el riesgo.
Tsukiku y Shizuku intercambiaron sonrisas discretas de satisfacción y victoria.
El plan de la menor de ellas había sido todo un éxito.
Quizás si tenían una pequeña posibilidad de ganar, después de todo… aunque solo estaban a unos pocos días de que se cumplieran las dos semanas.
.
Tsukiku tuvo que llamar a su tío Ryusui para que la ayudara contratando a una persona que pudiera comprar el departamento e ir a ocuparlo al día siguiente, para tener la excusa de que necesitaban mudarse de inmediato.
Kohaku se veía bastante contrariada, pero Shizuku se aseguró de ser extra adorable, o extra manipuladora, más bien, y se la pasó abrazándola, hablando con ella, riendo y conviviendo, por lo que dejó sus dudas y armaron las maletas entre risas.
Senku vino a buscarlas en su auto, también con rostro contrariado, y Tsukiku pensó en una estrategia rápida para aprovechar hasta los minutos que pasarían juntos en el auto. Cada segundo contaba.
—¿Me dejas conducir? —preguntó, con una mirada inocente que quizás no le estaba funcionando tan bien, por la mueca de incredulidad de su padre—. Por favor. —Agregó su mejor sonrisa y eso pareció ablandarlo.
—De acuerdo…
En cuanto cedió, le hizo una seña a Shizuku para que aprovechara la oportunidad. Por suerte, ella la entendió a la perfección.
—¡Oh, entonces sensei se puede sentar junto a mí! —exclamó encantada, tomando el brazo de Senku y arrastrándolo a los asientos traseros, para quedar ella sentada en medio con sus dos padres a cada lado.
Muy bien, pulga, hora de que hagas tu magia, pensó Tsukiku, esperando que aprovechara el momento.
—Sensei, ¿cómo es la cocina en tu casa? ¿Crees que me dejarán cocinar? Me gusta mucho cocinar, ¡puedo cocinar para todos! Ya que no voy a la escuela, entonces me gustaría poder contribuir en todo lo que pueda.
—Mayormente cocinan mis hermanos menores —murmuró él, pensativo—. Bueno, no, mayormente pedimos comida a restaurantes, y cuando no lo hacemos cocinan ellos o yo. Muy rara vez mi hermana Rei, aunque no es la mejor cocinera… yo tampoco, de hecho.
—Mi cocina es decente, aunque no conozco muchos platillos —murmuró Kohaku, más para sí misma.
—Es un milagro que la pulga saliera con talento culinario —susurró Tsukiku, negando con la cabeza.
—¿Dijiste algo? —preguntó Senku.
—Nop.
—En fin, creo que a todos les encantara que cocines —concluyó Senku, sonriéndole con suavidad a Shizuku—. Podemos ir a comprar ingredientes si quieres, hay un mercado a unas dos calles de mi casa.
—¡Sí, vamos de compras! —Aplaudió entusiasmada.
Tsukiku hizo una mueca mientras conducía, recordando lo mucho que a sus padres les gustaba salir con la pulga cuando vivían. Siempre la llevaban a todas partes y ella celebraba aplaudiendo, y al llevarla de compras siempre decía lo mismo.
—¡Ti, ti, badedonda! —Según su madre, eso significaba "sí, sí, vamos de compras".
Cuando era pequeña, Tsukiku también amaba ir de compras con sus padres, aunque dejó de gustarle cuando cumplió unos diez años. Para Shizuku, sin embargo, era un lujo que era incapaz de recordar.
Apretó el volante en sus manos, preguntándose cómo afectaría esto a su hermana si llegaban a fallar.
Era diferente el no recordar a tus padres, como si nunca los hubieras tenido, a que realmente hayas tenido la oportunidad de interactuar con ellos y saber lo maravillosos que eran, todo lo que te habías perdido…
Solo esperaba que, si fallaban, Shizuku no acabara sufriendo tanto por la falta de sus padres… tanto como Tsukiku sufría desde sus dieciséis años.
Siguió las indicaciones de Senku al manejar y paró el auto frente a un supermercado, donde bajaron para comprar ingredientes.
Por supuesto, atrajeron miradas de la mayoría de clientes y personal. Todos estaban murmurando, preguntándose qué tanto hacía Ishigami Senku con la hija del asesino de su padre, más porque esos días se lo había visto bastante con ella. Tsukiku estaba atenta a la opinión pública, sabía que les habían sacado fotografías cada vez que estaban juntos afuera, y la gente estaba muy confundida respecto a su relación.
Lo bueno era que pronto los noticieros se llenarían de noticias del verdadero asesino, y toda esa gente que se la pasaba tirándole tierra a su madre podría meterse su opinión por donde les cupiera.
—¿Qué frutas les gusta? —preguntó Shizuku mientras pasaban por el pasillo de frutas y vegetales.
—Naranja —respondieron Tsukiku y Kohaku a la vez.
—Yo prefiero la manzana —dijo Senku.
—También yo. —Shizuku le sonrió con ojos brillantes—. Eh… También llevare fresas, bananas y mangos. ¿Y qué vegetales prefieren?
Kohaku no estaba tan interesada en vegetales, mientras que Senku y Tsukiku le señalaron todos los que contenían los mejores nutrientes. Shizuku luego escogió sus favoritos personales como acompañamientos para sus recetas. Y también decidió tomar unos más exóticos, solo porque le gustaba experimentar.
Luego fueron a comprar carnes y pescados y allí Kohaku pareció niña en dulcería, de hecho, las tres estaban muy emocionadas por todo lo que podrían comprar y comer, y Senku tuvo que ponerles un alto porque tanta carne no entraría en el auto. Sus rostros de desilusión lo hicieron prometer que luego vendrían a comprar más.
Para comprar fideos, arroces y demás, Shizuku tenía ojo muy crítico, ojeaba los paquetes por todos lados, leía cada indicación, hasta conversaba con señoras que pasaban por ahí para pedir opiniones. Al final fue muy selecta y compró varios de solo unas pocas marcas, pero mayormente compró mucho de una de las harinas más caras para hacer sus propios fideos y masas.
Mientras esperaban a que la señorita exigente hiciera su ritual de selección, Tsukiku se dedicó a leer un folleto que encontró por ahí, asegurándose de estar un poco apartada de sus padres, que miraban con diversión y algo de ternura a la más joven, ojeando algunos productos también.
—Oh, mira. —Kohaku le enseñó un paquete de galletas rellenas con sabor a frutas a Senku—. Estas le gustan mucho a Suika, ¿verdad?
—Ah, sí, le comprare un par. —Tomó varios paquetes, pero Shizuku se los quitó de las manos, ojeándolos con el ceño fruncido mientras él la miraba con curiosidad—. Estas traen químicos innecesarios para reducir el coste de agregar ingredientes naturales. Llevaré un paquete para probar cómo son y yo prepararé las galletas en su versión casera. Verán que quedará mucho mejor. —Sonrió orgullosamente, devolviendo todos los paquetes menos uno.
—Tú mandas, mini-leoncita. —Senku solo rio entre dientes.
—No le digas así. —Kohaku lo miró mal.
—Pero si es toda una leona, igual a su prima —aseguró, riéndose, como si no le importara jugar con fuego.
Kohaku tomó el cuello de su camisa y alzó un puño, mientras que Senku perdió la sonrisa, pero no por sentirse amenazado, sino porque ella lo había bajado a su altura y ahora sus rostros estaban muy cerca el uno del otro.
—¿Quieres morir, bastardo?
—Depende —contestó, sin pensar.
—¿Eh? —No lo entendió para nada.
—Depende, si tú me matas ahora, quizás no sea tan malo. —Miró intencionalmente a sus labios y ella se quedó con la boca abierta, enrojeciendo de golpe… antes de soltarlo, haciéndolo caer al piso por la brusquedad del movimiento—. ¡Agh, mierda!
Kohaku se cruzó de brazos, cerrando los ojos y alzando la barbilla, a pesar de su rostro humeando.
Tsukiku miró la escena con las cejas arqueadas.
¿Acaso sus ojos no la engañaban? ¿Esos dos en verdad sentían algo el uno por el otro?
Miró de reojo a Shizuku, que a pesar de estar de espaldas a sus padres sonrió con suficiencia, guiñándole un ojo.
Por último, fueron a comprar utensilios de cocina, ya que Senku no estaba seguro de que en su casa tuvieran lo necesario, menos si a Shizuku le gustaba hornear.
—¡Oh, tengo que hacer galletas con distintas formas! —Empezó a ojear los moldes con ojos brillantes—. ¿A ustedes les gustan algunos?
—Estos en formas de escudo se ven bien —murmuró Kohaku, tomando algunos.
—Creo que eso es la placa de la policía, más bien —señaló Senku.
—Bien, entonces estas que tienen forma de lechuga. —Levantó unos moldes de una forma muy peculiar.
—¡Ja! Creo que puedo hacerles una modificación a estos para que queden perfectos. —Tsukiku los metió al carrito sin pensarlo dos veces—. Oh, y a estos puedo combinarlos con estos… —Empezó a meter varios moldes, hablando para sí misma.
Shizuku ya tenía moldes de gatito, así que incluyó uno de leones por probar, aunque intentando hacerlo a escondidas de su madre. Senku la vio y ambos intercambiaron sonrisas cómplices.
Senku escogió moldes de cohetes y luego dijo que ya eran suficientes y pasaron a comprar sartenes, fuentes, ollas y demás.
No estaba del todo seguro cómo todo eso iba a entrar en el auto, pero no pudo decirle que no a los ojos emocionados de "Shizuka". Esa niña era irrazonablemente adorable, su lógica se iba al demonio cuando ella le sonreía… Je, hasta en eso se parecía a su prima.
Mientras hacían la fila para pagar, siguieron ganándose miradas extrañadas de mucha gente, pero algunos ya no decían cosas del todo malas. Tsukiku logró escuchar algo con respecto a Gabriel.
Aparentemente la noticia ya estaba empezando a esparcirse.
Llevaron el carrito lleno y casi rebalsándose al auto, donde abrieron el baúl, preguntándose cómo harían para acomodar todo y que lograra entrar.
—Bueno, el baúl tiene una capacidad de carga de 400 litros —dijo Senku—. Debería entrar todo… si logramos acomodarlo de forma matemáticamente perfecta. —Se llevó dos dedos a la frente.
Tsukiku se llevó dos dedos a la frente también, mientras que Shizuku ladeó la cabeza por un momento, antes de ponerse a bajar las cosas del carrito para ponerlas en el suelo del estacionamiento. Era una suerte que no había casi ningún vehículo circulando por la zona.
—Podemos dividirlo en cuatro secciones —dijo Shizuku—. Cada quien ordena una sección.
—Y nos mantenemos en un espacio limitado, dándole prioridad al fondo —continuó Senku.
—Arriba el espacio es más angosto, por lo que tenemos que ser más cuidadosos. —Asintió Tsukiku.
—Ja, haré lo mejor que pueda. —Kohaku encogió los hombros.
Senku y Tsukiku controlaron sus secciones de manera perfecta, todo se veía alineado y ordenado. Shizuku tuvo que apretujar un poco sus cosas, pero entraron bien sin dañar nada. Kohaku acabó con varios productos sobrándole, sin ningún hueco para que pudiera encajarlos.
—Ups. —Rio nerviosamente—. Bueno, iré sujetándolos mientras llegamos a casa de Senku.
—Ya tenemos que llevar las maletas acuestas en los asientos, mejor te ayudó a acomodar lo que falta. —Tsukiku suspiró, intentando calcular una forma de meter los artículos faltantes.
—Creo que habría que reacomodar todo desde el principio —murmuró Senku, rascando su oído con el meñique.
—¡Será divertido, trabajo en equipo! —Shizuku abrazó a su madre con entusiasmo, haciéndola reír y ayudar con ánimos a Tsukiku a sacar todo para volver a acomodarlo.
Con un poco de dificultad, todo entró y pudieron subirse al auto y dirigirse a la casa Ishigami por fin, donde de inmediato Lillian salió a recibirlos.
—Senku me contó que venían. —Ella sonrió con entusiasmo, pese a que se notaba que había pasado toda la noche llorando y posiblemente sin dormir—. Espero que se sientan bienvenidas, estamos muy felices de poder recibirlas, a las tres. —Miró intencionalmente a Kohaku, que apartó la mirada un segundo, antes de sonreírle con incomodidad.
—¿Podrías llamar a mis hermanos? —pidió Senku—. Necesitamos ayudas con unas bolsas.
Los hermanos varones de Senku eran muy parecidos a Byakuya. Shinichi, el mayor, tenía el cabello blanco y su sonrisa despreocupada. Roy, el menor, era pelinegro y tenía sus ojos juguetones. Aunque los dos siempre fueron más niños de mami.
Seguían molestos por lo que había pasado con Gabriel, pero apreciaron la distracción y ayudaron con las bolsas con buenos ánimos, presentándose ante las hermanas y luciendo algo incomodos frente a Kohaku.
—Lo siento por… todo —le dijo Shinichi, acercándose a ella después de que entraran todo a la casa—. Yo nunca pensé mal de ti, ya sabes… Tú siempre jugabas con nosotros cuando éramos niños y cuidabas a Suika.
—No te preocupes, ustedes eran muy jóvenes. —Le sonrió comprensivamente—. Y eso ya no importa.
—Siempre has sido demasiado buena, Kohaku-chan. —La abrazó efusivamente, poniéndola más incómoda todavía—. ¡WAAA, te extrañe mucho!
—Bueno, ya, ya, suficiente. —Senku lo tomó de una oreja para apartarlo de Kohaku—. Ya entendimos, ahora vete a hacer tus ensayos o lo que quieras.
—¿Celosito, hermanito? —Roy le sonrió maliciosamente.
—Cállate y llévate al idiota número uno a su habitación, idiota número dos. —Lo miró con acidez.
Roy le hizo caso y se fue llevándose a Shinichi, aunque los dos se estaban riendo de él.
Senku solo bufó.
Shizuku ahora estaba hablando con Lillian, parecía habérsela metido al bolsillo al instante y ya estaban planeando un buen banquete para el almuerzo.
Senku notó a Kohaku mirar ansiosamente a su alrededor y supo de inmediato qué buscaba.
—Suika está en la escuela —le dijo—. Insistió en ir, aunque volverá para almorzar. Rei también insistió en ir a su universidad, no sé si volverá para almorzar, pero seguro que viene a cenar.
—Ya veo. —Sonrió, abrazándose a sí misma—. Será bueno verla otra vez… Ha pasado tiempo. —Sin contar el verla en el cementerio.
—Sí… Ella también está ansiosa de verte. —Eso mejoró notablemente el ánimo de Kohaku—. Eh… ¿Quieres ver tu habitación? Es la misma en la que solías quedarte antes de… Antes. —Carraspeó.
—Claro. —Tomó sus maletas y lo siguió escaleras arriba, pero se volteó hacia las hermanas de repente—. ¿No vienen? —preguntó.
—No —contestaron ellas de inmediato, sin pensar.
—Lillian me mostrará la cocina —se excusó Shizuku con rapidez.
—Yo me quedaré con mi hermana —aseguró Tsukiku, rascando su oído con el meñique.
Kohaku encogió los hombros y volvió a seguir a Senku.
Tsukiku también encogió los hombros, con una sonrisa ladina llena de satisfacción, antes de voltearse hacia Lillian, estremeciéndose cuando se dio cuenta de que de repente ella estaba a pocos centímetros de su rostro, observándola con atención.
—¿Q-qué pasa? —preguntó, retrocediendo un paso.
Lillian entrecerró los ojos.
—Senku me dijo que eres su admiradora, pero… ¿tienes alguna otra relación con él? ¿Se conocían de antes o algo así? —preguntó, observando con atención su rostro.
Tsukiku le dio la espalda rápidamente.
—No, para nada. Solo soy una gran admiradora, diría que mi fanatismo es demasiado, muchos me dicen que he adoptado algunos rasgos suyos. —Rio de forma demasiado elevada y demasiado falsa—. En fin, ¿dónde está la cocina? La pulga tiene unas recetas únicas, ha inventado varios platillos, estoy segura de que los dejará chupándose los dedos si le dan el suficiente tiempo para preparar algo decente, ¡así que mejor empezar!
Por suerte, Lillian dejó caer el tema, pero Tsukiku se dio cuenta de que siguió mirándola con sospecha.
Oh, genial, se había metido en la boca del lobo… otra vez.
No podía permitir que nadie más las descubriera, ya tenía suficiente con los amigos de su padre.
Aunque Lillian sería una aliada muy valiosa, pero… ¡Agh, no, de ninguna manera! ¡No se arriesgaría a contarle la verdad a más gente! ¡Como siguiera así hasta sus padres acabarían enterándose y tendría que borrarle la memoria a media ciudad y entorpecer su progreso en la misión! Lo mejor era jugar a lo seguro.
Mientras abuela y nietas iban a la cocina, Senku y Kohaku llegaron a la vieja habitación que ella solía tener cuando trabajaba como niñera de Suika.
Kohaku notó con sorpresa que la habitación no había cambiado mucho. Estaba limpia, la cama seguía junto a la ventana, donde ella misma la había movido, la lámpara seguía en el suelo, ya que no le gustaba dormir completamente a oscuras ni tener la luz tan cerca de su cama, y hasta las cortinas estaban atadas como ella solía atarlas.
—Dejaste un abrigo aquí la última vez que te quedaste —murmuró Senku—. Está en el armario. —Señaló el mueble de dos puertas con la cabeza—. También dejaste un… umm…
—¿Mi sujetador?
—Sí. —Apartó la mirada.
—Ah, sí, a veces me los quito para dormir. —Se acercó al armario y empezó a ojearlo—. ¡Ja, aquí está el libro que me regalaste! Nunca terminé de leerlo. —Su mirada se llenó de nostalgia.
—Noté que tu marcador estaba como en la página 350, estabas a unas 40 páginas de terminar la historia. —Rio entre dientes.
—Ahora tengo que volver a leerlo, apenas lo recuerdo. —Tomó el libro y pasó las páginas rápidamente, antes de abrazarlo contra su pecho y seguir mirando en el armario—. ¿Qué hace aquí una caja de películas? Nada de esto es mío. —Dejó el libro sobre su abrigo y empezó a ojear la caja—. Oh, aquí están los DVD de Psycho-Pass, nos quedamos a la mitad de la primera temporada. —Recordó, emocionada—. ¿La película de una odisea en el espacio? La vimos como diez veces, y eso que es larga. —Rio—. The Martian… Recuerdo que te quejaste durante la primera parte y luego la adoraste. —Lo miró con una sonrisa divertida, sin perder la mirada nostálgica. Él tenía una mirada un poco… rara—. Wall-E, nuestra favorita de Disney… ¿Zathura? La detestabas. —Siguió ojeando la caja con curiosidad.
—Me parece una copia de Jumanji —dijo él, lentamente—. Pero tú la adorabas.
—Alien, El quinto elemento, Evangelion, Iron Man, Sailor Moon, Ready Player One, El gigante de hierro, Interestellar, One Piece… —Alzó las cejas—. Esto es… lo que veíamos tú y yo siempre que me quedaba. —Lo miró de reojo—. ¿Qué hace aquí? Nada de esto es mío.
—Nadie lo miraba… —contestó de forma renuente, evitando mirarla—. Lo puse en una caja y… decidí traerlo aquí. Eso es todo. —Rascó su oído con fingida indiferencia.
Ella siguió mirándolo un buen par de segundos, antes de bajar la mirada y suspirar.
—Bueno, aún hay cosas que quiero terminar de ver… Quizás podríamos terminar de verlas juntos… —Él la miró con los ojos muy abiertos— con Shizuka y Yukiko —agregó, haciendo que los hombros de Senku se desplomaran.
—Ah… claro, tal vez. —Carraspeó—. Debería ir a trabajar ahora, ya retrasé demasiado que salga a la venta la tiara de modificación holográfica. Tengo que asegurarme de que todo esté en orden para que salga esta tarde. Volveré para almorzar, seguramente vaya a buscar a Suika a la escuela y la traiga conmigo.
—Muy bien. Suerte. —Le sonrió alegremente.
Él se le quedó mirando tanto que ella deshizo su sonrisa y lo miró confundida. Antes de que pudiera preguntarle qué le pasaba, Senku apartó la mirada y finalmente se fue.
Kohaku se quedó sola en la habitación y aprovechó para recostarse en la cama, mirando al techo y pensando en lo mucho que habían cambiado las cosas desde la última vez que durmió allí.
De hecho, la última vez que durmió allí, no estaba sola… Senku durmió a su lado, mientras ella lo abrazaba en busca de confort después de perder a su madre.
La sensación aún se sentía tan vivida incluso después de años… el latido de su corazón, su calidez, su aroma… todo se había quedado grabado en su memoria. Incluso cuando lo odiaba, muchas veces soñaba con esa noche… muchas veces soñaba con él.
Sonrió, sintiendo un amargo sentimiento de resignación llenarle el pecho de golpe.
Tal vez las cosas nunca volverían a ser como antes, pero estaba feliz de que ahora al menos podrían intentar ser amigos otra vez.
Mientras ella estaba recostada en la cama, pensando en la posibilidad de retomar su amistad, Senku estaba apoyado en la puerta de su habitación, con un brazo sobre los ojos y los dientes apretados.
Mierda, por un momento realmente estuvo a punto de ceder a sus impulsos y…
Y nada.
No, no lo haría. No iba a arruinar las cosas con sentimientos ilógicos e innecesarios de por medio.
Estaba agradecido de poder ser su amigo. No aspiraría a nada más. Sabía que no podían ser nada más.
Continuará...
Holaaaa :D
Muchas gracias a mi querida Vanna por patrocinar este cap! :'D
Lamento si estos días estuve inactiva, mi compu-chatarra se descompuso ToT
Y tambien lamento el hiatus, me distraje con otros proyectos x'P
Espero que el cap les haya gustado! :'3
Me despido!
CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!
