Disclamer: BeyBlade ni sus secuelas (mucho menos sus personajes) me pertenecen. Si así fuera… sería un shota.
Estoy enfermo Kai.
Capítulo 15.
Almorzaba sola. A pesar que había vuelto a la Mansión a la hora programada y que había recordado a su primo el compromiso de comer juntos, estaba sola en la agradable mesita de la cocina. No era que le molestara, en lo absoluto, sino que le llamaba la atención. Al parecer el instinto posesivo de Kai florecía. Eso era bueno. Muy bueno. Cleo lo llamaría un avance programado y a pesar del llamado factor "imprevisible personalidad de Kai" (que era algo que había preocupado a Annika desde el primer día), todo estaba saliendo a pedir de boca. Eso le daba dos opciones: o algo estaba saliendo mal, o ella era demasiado buena. Obviamente, la segunda era la correcta.
"Nada puede salir mal."
Con calma revisó su inseparable laptop y leyó por enésima vez en programa de la operación Sueños Rotos. Todas las fases se habían completado con cierto rigor, sin grandes atrasos, permitiendo pensar y calcular cada paso con un mínimo de error. Todos estaban comportándose tal como los patrones de personalidad lo indicaban.
"Un verdadero genio Taichi… solo a ti podía ocurrírsete morir."
Morir, que idea más absurda. Perder la posibilidad de conocer todo en el mundo, de controlar todo el conocimiento, y por ende, controlar el mundo.
"Una idea sencillamente encantadora."
¿Quién podía resistirse a la oportunidad de controlar el conocimiento, que era la fuente del poder? Aunque a ella no le interesaba el poder como tal. Eso venía implícito. El que sabía, mandaba, y punto. Ni siquiera el dinero podía compararse con todo lo que ella podía hacer con su saber.
"A mí me pagan, a mí me buscan, a mí me dan lo que quiero… y piensan que ellos controlan… "
Simplemente podía hacer lo que quisiera, y estaba demostrándolo controlando la vida de su primo y su gato a su antojo. ¿Quién podía detenerla? Nadie. Obviamente nadie. Ni siquiera Cleo.
Sola en medio de la cocina, sus ojos violetas viajaban por la pantalla con cierto desinterés. Conocía de memoria cada una de esas palabras, los pasos a seguir, las posibles desviaciones, las conductas, los arreglos, los planes de emergencia, todo estaba planeado cuidadosamente. Era tan bueno que incluso le aburría un poco.
Entonces su nuevo celular sonó, cosa que no le sorprendió. Ya se estaba preguntando cuando llamaría.
"Abuela… "
"Te quiero en mi Mansión mañana en la mañana."
"Claro"
Fin de la conversación. No tenían nada más que quisiera o debiera decirse.
Anastasia y Annika eran dos bestias enfrentándose en una guerra de poder y astucia. Ambas se debatían a muerte en un duelo en donde el premio mayor era la familia completa. La ganadora sería la cabeza, la dueña de todo, la indiscutida jefa. A Anastasia le interesaba mantener a los pocos que quedaban fuera de las manos de su maníaca nieta, y a Annika solo le interesaba usurpar todo aquello que le importaba a su aburrida abuela, a esa que le separó de Taichi con sus dichos, con sus acusaciones: que el incesto, que la raza, que los demás, que las familias acomodadas y toda esa basura.
"Igual me acosté con él"
Taichi nunca había puesto esos problemas, pero él quería demasiado a su abuela. Le había sorprendido como había defendido a su madre de Voltaire. Le había marcado a fuego, y eso Annika no podía soportarlo. Esa vieja era casi tan importante como ella en la vida del genio de ojos escarlatas… quien sabe si incluso más. Pero en ese momento esas cosas no importaban. Solo debía terminar pronto para poder irse y realizar su sueño… revivirlo, traerlo de nuevo, devolverle a su reino… Con movimientos delicados tocó el pequeño colgante que llevaba al cuello y que nadie reparaba. Era un frasco de titanio reforzado, una aleación especialmente resistente a la presión, el fuego y el hielo. En su interior llevaba su más preciado tesoro… un microprocesador con la copia del ADN de su amado Taichi. No necesitaba más. Una vez que los prototipos fueran completados, la creación de cuerpos humanos no sería más un problema. Simplemente debía pensar como sería él con esa edad y listo. Era tan fácil…
"Y pensar que aún no puedo hacerlo… "
Sin saber como, se cansó de pensar tanto y decidió dormir. Tan cansada estaba que no le importaron los ruidos que venían de la pieza de Rei, ni el insistente olor a manzanas que estaba en toda la mansión. Después de todo, las cosas iban bien, tan increíblemente bien… que quizás hasta Cleo caería en su trampa…
"No pasarás a la segunda fase sin mí querida Cleo… Nunca"
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"Madame…"
"¿Tú qué piensan Neville?" preguntó la mujer, recibiendo la delicada taza de té que el anciano le servía con inmejorable pulso.
"¿Sobre qué Madame?"
"Sobre mi decisión de pedir a Annika que ayudara a Kai."
El mayordomo dejó con presteza la tetera de porcelana y meditó sus palabras por algunos segundos. No era común que su señora pidiera opiniones sobre sus decisiones.
"Madmoiselle Annika estima también al joven Kai. No creo que vaya en su naturaleza hacerle un daño. Después de todo, es el único recuerdo que queda del joven Taichi…" la anciana se crispó en su asiento "…e incluso la señorita aceptó la orden de Intocable que fue dictada por el consejo de la familia después de la muerte del joven Taichi"
Anastasia pensó en esa famosa orden, recordando cada momento y cada detalle. El consejo Hiwatari se reunía cada vez que nacía o moría un miembro de la familia. Cuando el caso era un nacimiento, se disponía del método de crianza, los encargados de la misma, el lugar de crecimiento y el objetivo de su vida. Si el caso era un deceso, pues se discutía qué hacer con los familiares directos. A los cónyugues, si eran proclives a la familia, se les permitía mantener el apellido y algunos beneficios. Si no lo eran, simplemente eran borrados del clan. A los hijos casi nunca los criaban los padres, por lo que estos no eran problema. Simplemente se les informaba del suceso y se les otorgaba autorización para hacer un duelo de dos días. Los casos variaban si era un hijo quien moría, ya que se disponía de la vida del causante (en caso de haberlo), y se le ordenaba a los padres reponer la pérdida inmediatamente.
En aquél instante, sentada en un pomposo sillón Luis XV, con una delicada taza de porcelana francesa del siglo XVII en las manos, todo eso le pareció horrible. Todas y cada una de las decisiones del Consejo habían llevado poco a poco a los Hiwatari a ser el clan de locos, obsesivos, compulsivos que el mundo conocía. Claro que eran los locosobsesivoscompulsivos más ricos, inteligentes y apetecidos del planeta, pero nada ni nadie les quitaba el estigma del apellido. Alejados de la alta sociedad por la misma alta sociedad, poco a poco habían degenerado a unas cuantas ramas que apenas y podían mantener el orden en el actual sistema de mundo globalizado.
La última vez que el Consejo se había reunido, había sido con el motivo de disponer de los culpables de la muerte prematura de la esperanza de la familia, Taichi, un genio sin precedentes, aquel que estaba destinado a llevarlos a la cima del mundo. 17 personas fueron torturadas y ejecutas, pero todos sabían que él había decidido suicidarse. Nadie sabía el porqué, solo sabían que de un día para otro su increíble mente le dijo que su próxima experimento era el morir. Como todos los demás, fue un rotundo éxito. Atrás quedaba la familia herida en su orgullo. Atrás quedaron los abuelos esperanzados. Atrás quedó la prima que lo amaba, aquella con quien tenía su romance prohibido.
Yo soy mejor que Annika, Abuela… Le había dicho un día. Y eso es un problema considerando su potencial.
Annika misma era la décimo octava persona que iba a ser ejecutada, pero solo fue torturada durante siete días en la Abadía, cosa que solo sirvió para volverla más loca y sádica de lo que ya era.
Es una buena chica Abuela, solo tienes que ver las cosas como ella las ve.
¿Pero como se veía las cosas desde el punto de vista de esa mujer¿Cómo entender a alguien que es capaz de destrozar personas vivas para comprobar la resistencia del cuerpo humano¿Cómo entender a alguien que le da más importancia a un cachorro herido que a un hombre encerrado en una burbuja llena de químicos?. Taichi era el mejor. Amaba a la familia, amaba su misión. Solo esa molesta mocosa se había interpuesto. Nada le quitaría a Anastasia la idea que Annika era la causante de la muerte de su primer nieto favorito…
Pero el tema ahora era Kai, el hermano pequeño, el que tenía fuerza en vez de inteligencia, estrategia en vez de paciencia. Ese que todos creyeron que moriría en manos de su loca prima.
Intocable. Esa era la sentencia que el Consejo había dado. Intocable. Y eso regía de rey a paje. Voltaire conocía muy bien esa orden y la había respetado plenamente. Kai no sufría de nada más que unos malos sueños y era un ejemplar excelente. Para el Consejo, Kai no había sufrido nada. Sin embargo ahora había enviado a Annika con su segundo nieto favorito… había enviado a la serpiente a cuidar los huevos.
"¿Planeas algo Annika?"
Todos sabían lo que pasaría si ella rompía la regla. Nadie podía quebrantar a los Intocables, pero con esa muchacha albina, nada era seguro.
"El joven Kai se parece mucho al joven Taichi." Comentó finalmente Neville antes de retirarse con la bandeja. No quería decir lo que realmente sentía, porque no quería hacer sentir mal a su señora. Él, como Anastasia, sabían que esa había sido una horrenda decisión.
"Si algo le ocurre a Kai… juro que te acabaré Annika… Lo juro."
Continuará…
Notas: Sip, dos juntitos. Me desvié un poco, pero para conocer un poco más el contexto, estoy un poco cansada de tener fics de dos personajes apenas. Quiero indagar (aunque sea un poco) en este nuevo prototipo de familia Hiwatari que me estoy inventando. Ojalá que les guste
Rio de cumpleaños el 1 de abril
