Capítulo 7: Come Back

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Draco se encontraba sentado en su cama con el torso mojado y un pantalón de dormir negro al rededor de su masculina cadera. Tenía en una mano un vaso con whiskey, mientras que con la otra se revolvía el húmedo cabello platino e intentaba evitar que las gotas de agua que caían de él tocasen su cuerpo.

Esa bruja le revolvía el cerebro. Por que no era capaz de dejarlo en paz. Él no necesitaba de esas cosas. No la necesitaba encima de él todo el día diciéndole que la escuchase.

No la necesitaba por que era un cobarde.

No iba a caer en el truco una vez más. No iba a permitir ser pisoteado una vez más. "Ya abrí mi corazón una vez, no lo haré de nuevo".

Su madre había sido la única en no emitir juicio sobre lo que Granger había hecho, y Draco no había querido preguntarle nada por que ya sabía su respuesta. Los Malfoy no escuchaban razones una vez sacadas sus conclusiones, y había sido lo único que Narcisa no había sido capaz de evitar que su marido le enseñase a sus hijos. Tanto Draco como Farelin (Fary, si se encontraba en casa o con los amigos) no aceptaban explicaciones y eso molestaba tremendamente a su madre, no así a su padre. Draco sabía muy bien que ella lo habría hecho escuchar a Granger, y eso era algo que él no necesitaba.

Lucius Malfoy, en cambio, nunca objetó su decisión.

-Flash Back-

Draco Malfoy corría por el césped son sus pequeños bracitos estirados en un intento de atrapar a un objeto volador. Su madre lo observaba desde lejos, sentada sobre un mantel de seda cerca de sus preciadas flores. Reía al ver los esfuerzos de su pequeño Dragón por atrapar a aquél bicho. Lo había estado persiguiendo por casi veinte minutos para tratar de impresionar a su padre.

-Draco, ven acá, cariño- le dijo su madre en tono cariñoso.

-Pero mamá! Ya casi atrapo a la maisopa- le respondió él en tono algo rezongón.

-Ven acá y dale un beso a tu madre, Dragón- sabía muy bien que Draco no se resistía si lo llamaba así.

-Está bien- dijo él vencido. Se acercó a su madre y le dio un sonoro beso en la mejilla, mientras ella lo abrazaba.

-Y es mariposa, cariño, mariposa.-

-Maisopa- le respondió él tratando de imitarla, sin lograrlo. En esos momentos, Lucius Malfoy salía hacia los jardines, admirando a su esposa e hijo. Draco, al notarlo, se dirigió inmediatamente con una sonrisa en la cara hacia donde se encontraba su padre.

-Mira, papá. Ya casi atrapo a la maisopa.- dijo un muy excitado Draco.

-Es mariposa, hijo. ¿Cuántas veces debo repetirlo- dijo su madre.

-Déjalo, Narcisa. Draco trata de atrapar una maisopa, no es así, Dragón- le respondió Lucius a su esposa en defensa de su heredero. Draco tenía una sonrisa en su pequeña carita de bebe. A él no le importaba si todo el mundo estaba contra él, mientas su padre estuviese a su lado.

-Sí, papá. Así es.- Draco se alegó para buscar algo nuevo que perseguir para mostrar a su padre, mientras Lucius se sentaba junto a su esposa.

-Lo estás malcriando, lo sabías Lucius- le dijo Narcisa en tono de reproche.

-No más de lo que lo malcrías tú.-

-Fin Flash Back-

Sabía muy bien que una de las "cualidades" que tenia Granger era el ser enfermantemente terca. Probablemente no dejaría de molestarlo hasta que las escuchara, pero él no cedería. Era capaz de ignorarla durante toda su vida si era necesario, pero no la dejaría hacerlo cambiar de opinión. El era un Malfoy. Saldría de la escuela, trabajaría en el Ministerio, cumpliría con sus deberes de Mortífago, contraería matrimonio con alguna chica inocente y de buena familia, tendría un hijo... todo esto sin Granger en su vida.

Nunca le remordería la conciencia sobre su decisión, ni se preguntaría si habría logrado ser feliz al lado de Granger. No se cuestionaría. Nunca más pensaría en el pasado, sino en el futuro. En el suyo y en el de su hijo. El de su esposa no le importaría mucho. Sería elegida cuidadosamente. Una chica nunca antes tocada. Sin no servía para continuar con su linaje, entonces sería muerta y él se volvería a casar. Los Malfoy no pueden romper el compromiso del matrimonio o volver a casarse a menos que su esposa o marido esté muerto. Sabía muy bien que fuera quien fuera, no sería amada, y que solo la utilizaría para efectos personales. Su esposa nunca conocería el amor, por que el no se lo daría. Viviría para complacerlo, pero no la dejaría tocarlo como había dejado a Granger. No lo vería vulnerable. Nunca más nadie lo vería así. Cuidaría de sus hijos, de la casa, iría a esas estúpidas reuniones sociales, quitaría las manchas de sangre de su túnica y nunca le pediría explicaciones. Si se las pedía, sería castigada. Nunca la golpearía, no dejaría que sus hijos crecieran sabiendo que su padre maltrataba a su madre, pero la privaría de las cosas que disfrutara hacer.

En cuanto a su hijo. Crecería con el amor de su madre y el de su padre. Crecería con opciones, tal y como las había tenido él. Sería libre de elegir y no sería juzgado, ni por él ni por su madre. La enseñanza la impondría él. Estudiaría en Hogwarts, y no por que estuviese más cerca de la Mansión que Durmstrang, sino más bien para que apreciara la diferencia entre las vidas que llevaban sus compañeros, y pudiese elegir justamente. Sabía muy bien que su hijo no tendría un patrón de familia muy bien definido, pero él lo educaría bien. No lo dejaría ser engañado y pisoteado como lo había sido él. Si deseaba enamorarse de una Sangre Sucia, que se atuviese a las consecuencias. Él no le negaría nada. Le exigiría una familia, hijos a quién quisiera y una esposa a la que respetaría, pero todo a través de la enseñanza, no le impondría nada.

Con su plan de vida se había auto condenado a una vida miserable, llena de odio y de rencor, marcada de sangre y dolor. Era por eso que ayudaría a destruir a todos los Sangre Sucia de este mundo, para que su hijo no tuviera que pasar por lo que él había pasado, y si lo hacía, sería por decisión propia, no por negligencia por parte de su padre.

Bajó la vista hacia sus manos. Ya no le quedaba trago en el vaso. Se levantó para volver a llenarlo, esta vez con el doble que la vez anterior.

Un whiskey doble sin hielo.

Que Hermione Granger se fuera al infierno.

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Hermione se paseaba de un lado a otro en su sala común. Qué hacer, qué hacer. Miró hacia las escaleras que la dirigirían hacia las habitaciones. Draco estaba ahí arriba, odiándola. Debía hacer algo.

Respiró profundamente. Habían pasado casi dos horas desde su encuentro en la sala común, y el Slytherin había dejado muy claro que no deseaba verla más.

No importaba. Ella sabía que muy dentro de su máscara de frialdad sí deseaba oírla. Deseaba aclarar todo por que sabía que ella no habría sido capaz de algo semejante. Así que subiría a esa habitación, abriría la puerta, lo vería ahí parado y... y...

-Argh!– gritó frustrada- Y nada! NADA! Por favor, Merlín. Necesito ayuda. Por favor, ayúdame.

Y sin más comenzó a ascender a lo que creía, sería la boca del infierno en unos cuantos segundos más. Al llegar al final de las escaleras, se topó con una puerta negra con las palabras Head Boy grabadas en plata. Si golpeaba, sabría que era ella y no la dejaría entrar, por lo que se decidió por un ataque sorpresa.

Se rió para sus adentros de la ridiculez que estaba por cometer. Draco no era descuidado. Si pretendía entrar así como así, probablemente no podría. El chico debía haber puesto un par de hechizos bloqueadores en la puerta para que ni ella ni nadie pudiesen entrar.

Bueno.

Valía la pena intentarlo.

Tomó la manilla de la puerta para girarla, pensando que no sería posible terminar de hacerlo, pero para su sorpresa, lo hizo. La manilla se abrió paso completamente. Cuidadosamente comenzó a empujar de la puerta, para encontrarse con nada menos que el Príncipe de Slytherin acostado sobre su cama con un vaso vacío de lo que parecía ser alcohol en una de sus manos.

Draco, apenas había escuchado el girar de la manilla de su puerta se maldijo por haber olvidado ponerle el hechizo. Bien, Granger entraría. No tenía ni la fuerza ni el estado de suficiente sobriedad como para levantarse rápidamente, tomar su varita y bloquear la puerta, pero sí como para apuntar a Granger con ella y hacerla salir de ese lugar.

Ha estado bebiendo, pensó la chica. Eso sería de gran ayuda. Draco no era de los que pierde el control con la bebida, ya que sabía beber. Pero eso no evitaba que fuese algo más lento de lo que solía ser sobriamente. Vio como Draco se levantaba con la varita en la mano y el vaso vacío en la otra, mientras la apuntaba. Sus ojos frío e inexpresivos. Dio un paso hacia adelante.

-Detente- dijo Draco con la voz ronca y fría.

-No tengo mi varita, Draco- le respondió ella alzando las manos- solo quiero hablarte.

-Nosotros no tenemos nada de que hablar. Vete

-Draco, por favor- pidió ella- Sólo quiero que me escuches. Una vez, nada más.

-Es que no entiendes, Granger- le gritó él- No quiero más mentiras. Vete. Déjame en paz. No quiero verte.

-No son mentiras, Draco.- le dijo ella con ojos suplicantes- tan solo mírame a los ojos. Tu puedes decir cuando miento. Mírame, Draco.

-Granger...

-Yo no lo besé, Draco.- lo interrumpió ella.- Él fue quien hizo todo. Íbamos tarde a un partido de quidditch, recuerdas? Íbamos tarde y él no quería caminar hasta que yo me detuviera a hablar con él. Una vez que lo hice me tomó de la cabeza y me beso. Yo intenté zafarme. En lo único que pensaba era en ti y lo asquerosa que me sentía mientras él me tocaba. Lo golpeé en la entrepierna y salí corriendo. Fue ahí cuando me topé contigo. Lo que más deseaba era que me abrazaras y me protegieras de él. Recuerdas que me preguntaste que era lo que me sucedía? Estaba a punto de responderte cuando apareció él. Tu ni siquiera me miraste una vez que sacaste tu conclusión, Draco- había hablado muy rápido, para evitar que el chico la interrumpiera.- Desearía poder mostrártelo, Draco, para que pudieses ver con tus ojos que no miento. No he podido comprar un pensadero y ya sabes que no es posible poner pensamientos en los de otras personas.

Draco la estudió durante el tiempo que había hablado. Sus ojos no mentían, pero podía estarlo engañando. No la había mirado hace más de un año. No estaba convencido. No te dejes convencer tampoco, Draco.

-Si te digo que tengo una forma de comprobar que lo que dices es verdad, ¿aceptarías que lo haga- le preguntó él con la voz aún inexpresiva.

-Sí.- No demoró siquiera dos segundos en responder. Estaba segura.

-Va a doler.- advirtió Draco. Si se negaba no valía la pena.

-No me importa.

Draco avanzó hasta estar frente a frente con ella. Sus caras a escasos diez centímetros. Puso ambas manos sobre su cabeza y posó sus ojos en los de ella.

-Mostrare infinite mens.- apenas había recitado las palabras los ojos de Granger se cerraron y sus ojos se abrieron paso en su mente. Comenzó a buscar el recuerdo que necesitaba. Buscar en la mente era algo complejo. No había un orden establecido para los recuerdos que se almacenaban. Generalmente se clasificaban automáticamente en recuerdos traumatológicos y recuerdos de vida. Se decidió por el primero. Si la historia era como ella la había descrito, entonces aquel momento no tenía nada de agradable. Pero para llegar a esa parte de la mente debía pasar por todos aquellos momentos felices primero, ya que eran los primeros en ser mostrados. Los miedos y demases estaban escondidos y eso era lo que hacía doloroso que otros lo viesen.

Comenzó a ver las imágenes más apreciadas para la chica. Ahí esta él besándola, él mirándola, él tocándola. Bueno, al menos no era el único que no podía sacarse aquellas imágenes de la cabeza.

Visualizó la barrera que le impediría pasar hacia su destino. Comenzó a acercarse a ella y sintió como Granger se afirmaba de sus brazos y enterraba sus uñas ligeramente en ellos. No se detuvo. La chica estaba tensa, probablemente sabía que el dolor que vendría sería grande.

Ahí estaba. Estaba frente a la pared. Podía pasar lentamente o muy rápido. Se decidió por la primera. Le dolería más y el no se forzaría mucho ni perdería tantas fuerzas. Comenzó a cruzarla muy despacio. La respiración de la chica se estaba acelerando. Su cuerpo temblaba y sus manos intentaban afirmarse de él. La sintió reprimir un grito de dolor, el que escapó de sus labios como un gemido. Sintió sus lágrimas con sus dedos. No apuró su tarea. Veía como la pared se resquebrajaba poco a poco y como la chica buscaba el soporte que su cuerpo le podía brindar.

Ya estaba llegando al final de la pared y fue en esos momentos cuando la chica cedió sus rodillas. Draco calló al suelo de rodillas junto a ella. Era eso o romper la conexión al dejarla caer. Finalmente llegó a su fin. Un paso más y estaría dentro. Esto sería lo más doloroso. Sintió algo muy parecido a la satisfacción al pensar que la bruja se quebraría de dolor una vez que el pasara.

Draco sintió a Granger dar un grito de dolor al mismo tiempo que terminaba de cruzar la pared. La chica había dejado caer su cuerpo y su cabeza había quedado en las piernas del Slytherin mientras sus manos intentaban traspasar el pantalón que lo cubría con sus uñas y su cuerpo sufría de espasmos acompañados de un leve sollozo de dolor.

Sin prestar atención a lo que sucedía con la chica, Draco se concentró en su mente. Con lo primero que se topó fue con las imágenes de ella siendo atacada por aquel hijo de puta que había intentado violarla hace más de cuatro años. No vería aquellos recuerdos. Ya lo había hecho antes y no era algo que deseaba apreciar en esos momentos. Siguió escarbando. Se topó con uno bastante peculiar. Granger no debía haber tenido más de seis años en el recuerdo. Estaba rodeada por chicos y chicas de su misma edad, aparentemente muggles, quienes la empujaban de un lado a otro gritando cosas como "fenómeno", "perdedora" y "monstruo" hasta que "mágicamente" salieron todos disparados hacia atrás mientras que Granger estaba de pié con los puños apretados y con lágrimas cayendo por su golpeado rostro. Bueno, es lo mismo que nosotros les hacemos a los muggles, así supongo que deben desquitarse de alguna forma, pensó él.

Siguió pasando por algunos recuerdos similares pasando por distintas imágenes. Creyó divisar a lo lejos la visión que él tenía en su sueño, mientras era atacado por el Cruciatus, pero no le dio mayor importancia. Era imposible que Granger tuviese esa imagen en su cabeza.

Avanzó hasta que uno llamó su atención. Se fijó en la imágenes y se dio cuenta que era el que buscaba.

Vio a Granger corriendo por los pasillos de la escuela mientras tiraba del brazo de la Comadreja, quién no parecía cooperar. Granger le gritaba, él respondía hasta que la agarró del cuello y de la cintura y la besó bruscamente. Draco vio como la chica forcejeaba con él y como, con un golpe, logró zafarse de su abrazo para salir corriendo.

Draco salió de la mente de la chica bruscamente, arrancándole a Granger otro grito de dolor.

Rompió la conexión con sus manos y la vio con la cabeza apoyada en su regazo. No había mentido. Esa era una de las razones por las que había ocupado ese hechizo. A diferencia de la Oclumancia, no era posible inventar imágenes ni recuerdos y tampoco era posible ocultarlos.

Hermione se sentía destrozada. Violada. No era un dolor físico, era... era algo que no se podía explicar con palabras. Nunca nadie había sido testigo de sus más grandes miedos. Nunca nadie la había invadido de esa manera. Pero había valido la pena. Draco sabía la verdad. Ni siquiera se detuvo a reflexionar sobre el hechizo que había utilizado. No le importaba. Levantó lentamente la cabeza, notando que la tenía apoyada en el regazo de Draco. Fijó sus ojos castaños en los plata del chico. Él la miraba con una cara indescifrable. Parecía estar meditando sobre algo. O tal vez batallando con su conciencia.

-¿Lo viste, Draco- le preguntó con voz temblorosa.

Draco la escuchó, pero no le respondió. No cedas, Draco, no lo hagas. Ya tienes tu vida resuelta, no la dejes estropear tus planes. ¿Qué dirá Voldemort? ¿Que dirá tu padre? Voldemort no le importaba, pero no podía ser visto como alguien débil para su padre ni para el mundo.

-Desaparece de mi vida, Granger.- le dijo con la voz más fría que había utilizado nunca con ella.

-¿Es que acaso no lo viste?.- esto no podía estar sucediendo. Era su última oportunidad.- Draco, ahí estaba. Sí lo viste. ¿Por qué aún no me crees?

Draco se puso de pie. No respondería a sus preguntas. La ignoraría por el resto de su vida, junto con el dolor que le oprimía. Pero no cambiaría de opinión. No lo hagas, Draco.

-Vete, Granger. Vete y no vuelvas más.

Hermione quería llorar. Todo el esfuerzo no había servido para nada!

-Eres la persona más egoísta y terca que he conocido en toda mi vida, Draco Malfoy.- si no le iba a creer, por lo menos escucharía lo que le tenía reservado.- No eres capaz de tragarte tu orgullo ni siquiera por algo que sabes perfectamente que está mal! Transformaste MI fututo y el TUYO en basura. Ve a seguir lamiéndole los pies a Voldemort y a casarte con alguna estúpida mojigata virgen y sé miserable por el resto de tus días. Lo único que lamento es que a mí me condenaste a lo mismo.- terminó en un susurro para luego girarse y caminar lentamente hacia la puerta que la separaría del amor de su vida para siempre.

-¿Quién crees que eres, Granger- le dijo Draco mientras le tomaba el brazo con excesiva fuerza.- No te atrevas a levantarme la voz.

Estaba enojado. Eso nunca era bueno. Draco enojado y con la motivación del alcohol menos. Tenía que irse de allí. Ahora.

-Suéltame. Me estás lastimando, Draco.- al parecer a Draco no le gustó mucho su respuesta, ya que la empujó con fuerza hacia la pared. Hermione gimió mientras el chico se acercaba a ella con cara de pocos amigos.

-¿Te lastimo? ¿En serio lo crees- le dijo mientras acercaba su cara hacia la de ella, que parecía querer enterrarse en la pared.- Bueno, déjame decirte algo, Granger. Voy a partirte la cabeza a golpes, voy a quebrar cada uno de los huesos de tu cuerpo, voy a torturarte con las maldiciones más dolorosas que conozco y, tal vez, sólo tal vez, en esos momentos estaremos a mano.

-Estás enfermo.- le dijo ella con el temor reflejándose en sus ojos miel.

-¿Eso crees?.- le respondió Draco con los ojos llenos de ira. Tenía las muñecas de Hermione atrapadas en sus firmes puños ya las apretaba cada vez más. Hermione comenzaba a perder la sensibilidad en los dedos.- Tal vez tengas razón. De haber estado en mis cabales y algo más sobrio, ya te habría matado por ser lo que eres, la basura más grande que mis ojos han visto nunca.- pegó su cuerpo al de ella de forma tan brusca, que Hermione no pudo evitar un grito de dolor.- Te habría matado por haberme visto débil y vulnerable. Te habría matado por pisotearme. De no estar enfermo, te habría dejado sin aire que respirar.- Draco se detuvo. Durante todo su discurso, Hermione había mantenido sus ojos cerrados ante la furia del chico, pero al parecer, esta actitud no le había gustado a Draco, ya que liberó una de sus manos para poder hacerla mirarlo directamente a los ojos.- Pero sobre todo, sobre todo, te habría matado por estar metida en mi maldita cabeza. ¡Por qué carajo estás aún en mi cabeza! ¿Eh, Granger?.- le dijo mientras golpeaba su cabeza contra la muralla.

-Draco, déjame ir. Me quiero ir.- le dijo ella ya rendida. Tenía lágrimas al rededor de todo su rostro, la nuca adolorida y las muñecas amoratadas. Draco se acercó tanto a ella, que tuvo que girar levemente su cabeza para que sus narices no le impidieran el paso.

-Ruega todo lo que quieras, Granger, pero no abandonarás este cuarto hasta que yo diga lo contrario.- al terminar esto, Draco atacó la boca de Hermione furia y violencia, mientras ella intentaba por todos los medios que no pudiese profundizar el beso. Draco, al ver la resistencia que oponía Hermione, tomó su labio inferior entre sus dientes, haciéndolos sangrar.

Hermione sintió la sangre en su boca. Intentó empujar a Draco por los hombros, pero el chico era mucho más fuerte que ella, por lo que fue inútil. Estaba atrapada entre la fría pared y el cuerpo semidesnudo de Draco, y ninguno de los dos le gustaba.

- Draco, suéltame.- le dijo la chica contra su boca.

-Vete al infierno.- fue su dura respuesta, al mismo tiempo que se separaba de ella para luego arrojar su cuerpo sobre la cama. Hermione cayó de espalda e inmediatamente atrajo sus piernas hacia su pecho en una pose de protección contra el monstruo en que estaba convertido Draco.

-¿Que es lo que pretendes hacer- le preguntó ella algo desafiante. Draco caminaba hacia la cama con los ojos dilatados y pose hambrienta.

-Sacarte de mi cabeza.- le respondió él.

Al llegar al borde de la cama, tomó los tobillos de Hermione y la tiró hacia sí, separándole bruscamente las piernas, para luego dejarse caer sobre ella. Sin perder tiempo, atacó su boca, mientras que sus manos recorrían con furia los costados del objeto de sus pesadillas.

Hermione sentía el cuerpo de Draco sobre el suyo. No era que la pose no le gustase sino lo que pretendía hacer

Durante lo que duró su relación, el sexo nuca fue lo predominante en ella. Hermione aún conservaba ciertas reminiscencias del ataque que había sufrido cuando más pequeña, por lo que pensó que la experiencia sería traumática y dolorosa. Por lo mismo, cuando decidieron hacerlo, el más cuidadoso fue Draco. De hecho, Hermione nunca conoció otra forma de hacer el amor más que de forma pausada, cuidadosa y mesurada. Cuando oía hablar a Lavender y Parvati sobre sus experiencias medio salvajes, no podía evitar preguntarse como se sentiría tener sexo así, con desenfreno y pasión descontrolada, algo que nunca averiguó, ya que Draco nunca la presionó para hacerlo y ella era demasiado tímida con respecto a ese tema como para proponerlo.

Pero ella sabía que a Draco le gustaba el desenfreno y la locura a la hora de satisfacerse. Él nunca le había dicho nada, pero ella escuchaba comentarios. Al parecer, su novio había sido muy complaciente con sus anteriores conquistas. Draco nunca antes había hecho el amor, pero con ella lo hizo por primera vez. Con Hermione nunca había sido sólo sexo.

Pero ahora sí.

Esto era descontrol y desenfrenamiento. Así era como Draco se satisfacía con las mujeres antes y después de su relación con ella, sólo que las chicas se arrojaban a sus brazos, y Hermione lo único que quería hacer era escapar de ellos.

Besos bruscos, presiones dolorosas, dientes furiosos, calor, odio, desesperación. Eso era lo que sentía en esos momentos. Draco la tocaba de forma desesperada, apretaba sus pechos, los mordía y ella... ella disfrutaba.

No podía evitar gemir a las incitaciones de él. Sus caricias más que eso eran golpes, sus besos, mordeduras, su amor, odio. Y ella, indefensa, expuesta y usada, no podía evitar disfrutar. Gemía cada vez que Draco se movía, cada vez que respiraba, cada vez que, entre besos le susurraba un "Te odio", que ella parecía oír como un "Te quiero".

Era un juego de un solo jugador. Había sido él quien había rasgado, él quien había deshecho y él quién causaba el movimiento, ya que ella sólo recibía. Sus brazos parecían congelados, sus piernas inválidas y su cabeza ajena a todo excepto a las sensaciones. Todo esto hasta que Draco decidió que era suficiente de juego y que era hora de pasar a la acción. Ambos estaban en sólo ropa interior, situación que él cambió removiendo la única prenda que cubría a Hermione.

Fue en esos momentos cuando ella se dio cuenta de lo que iba a suceder. Draco no se detendría, no tenía por que hacerlo. Ella no había presentado resistencia. Pero eso no era lo que quería. ¿Iba a dejar que él la utilizara de esa manera?

-Detente- le dijo tomándolo por los hombros.

-Es un poco tarde para eso, ¿no lo crees- levantó la vista para mirarla, pero no se detuvo.

-Si no lo haces, serás igual que él- lo miró directamente a los ojos. Draco se detuvo un momento antes de que apareciera en su rostro una fría sonrisa burlona.

-Si crees que el parecerme a tu violador va hacerme cambiar de opinión, estás muy equivocada- había sido cruel y lo sabía, pero no le remordía la conciencia. Vio con satisfacción como a la chica se le llenaban los ojos de lágrimas.

-Eres un cerdo, asqueroso, excusa de ser hum... - no pudo terminar. Draco y ella al fin eran uno nuevamente. ¿No era maravilloso?

No, definitivamente no lo era. Dolía, y mucho, y sobre todo por que él ni siquiera se tomo la molestia de esperar a que ella se acostumbrara. Sus movimientos violentos y rápidos hacían de la situación algo aún peor. No podía entender como había gente que disfrutaba hacer las cosas así. Se sentía quebrada, trizada, partida en dos, y él no se detenía y hacía caso omiso de su llanto y gemidos de dolor.

-Dra-Draco, detente- le pedía entre hipidos.- Por favor. Me-Me estás lastimando.- sus lágrimas mojaban la mejilla de Draco, sus uñas arañaban sus costados, y no parecía molestarle.

Los músculos de la chica estaban contraídos, lo que Draco aprovechaba para causar mayor fricción, lo que significaba más dolor para ella y más placer para él. Mantenía un ritmo rápido y fuerte y obviaba el llanto y los lamentos de Hermione.

Tenía que sacarla de su cabeza de alguna manera. Los movimientos frenéticos, el descontrol con que estaba tratando a Hermione Granger era gratificante. La sentía llorar en su oído, arañar sus costados, suspirar de placer y odiarse a si misma por haber causado la situación. Esperaba que estuviese sufriendo. Esperaba que se estuviese quebrando por dentro, por que era justo eso lo que él había sentido al ver a Weasley susurrarle en el oído lo buena que había sido. Esperaba que sintiera las mismas nauseas que él sintió.

Levantó la mirada, fijándose en la suya. Vio esos grandes ojos chocolate y no pudo volver a moverse. Las imágenes que plagaban su cabeza de noche.

Nunca sabría que pasó por la mente del chico en esos momentos. Nunca sabría que sintió por sí mismo, el mismo asco que sentía hacia los Mortífagos cuando estos se divertían violando muggles, pero lo que sí supo fue que se detuvo. Miró hacia sus ojos fríos e inexpresivos y trató de adivinar, sin éxito, sus pensamientos.

-Necesito sacarte de mi cabeza- le dijo él en casi una voz de derrota.

-¿Por qué- le preguntó ella con la voz afectada por el llanto.

Draco, que seguía dentro de ella, dejó escapar el aire que tenía dentro y posó su cabeza en el hueco entre el cuello y el hombro de Hermione.

-Por que voy a seguir con mi vida y no lo puedo hacer contigo metida aquí, ¿entiendes- terminó levantando la cabeza y apuntándose con el dedo la cien.

Fue en esos momentos cuando notó la marca que tenía el chico en el antebrazo. Eran especies de calaveras y serpientes unidas en un grotesco, y sin embargo extrañamente atractivo tatuaje en la piel de Draco. No había movido sus manos en toda la noche para otra cosa que no fuera atacarlo, y ahora levantaba los dedos para recorrer el dibujo muy lentamente, temiendo que fuera a atacarla en cualquier momento por ser una Sangre Sucia quién lo estaba tocando.

Draco entornó los ojos. Hermione recorría lentamente el símbolo que lo marcaba como La Oscuridad misma con sus finos y delicados dedos. Tocaba su brazo con una curiosidad que lo confundía y que al mismo tiempo le llamaba mucho la atención. Tendría que haber estado aterrada. Tendría que haber querido salir de la habitación tan rápido como sus pies se lo permitiesen. Pero en vez de eso, lo acariciaba. Aún con el cuerpo adolorido y con Draco enterrado en ella era capas de bloquear todo eso y de acariciar la única parte de su cuerpo que nunca nadie había visto después de haber sido marcada. Y ella, que debería ser la más temerosa, la acariciaba. Draco la observaba embelesado. La bruja lo confundía cada vez más. Miró sus ojos miel llenos de amor, la expresión de su boca mientras mordía su labio inferior de una manera casi infantil.

Hermione miraba la Marca Tenebrosa curiosa. Nunca antes la había visto en el brazo de alguien, y siempre asumió que debía ser una imagen horrible para los ojos de cualquiera. Sin embargo se veía tan... inocente en su brazo que le costaba creer la maldad que contenía. Al parecer Draco había mantenido su promesa.

"La única manera de convertirse en Mortífago es no teniendo nada que perder"

Con esa simple frase había contestado a su pregunta hace dos años. De cierta manera había hecho una promesa con ella. No sería Mortífago por que la tenía a ella. El día que no la tuviese, sería un Hijo de la Oscuridad.

Oh Draco

Siempre me has tenido, sólo que no te has dado cuenta de ello por que eres un terco.

Lentamente, llevó una de sus manos hacia la cara de Draco, temiendo que se alejara de ella, como ya lo había hecho tantas veces esa noche. Tocó su pálida y sin embargo cálida mejilla. Recorrió su barbilla con la punta de sus dedos, su nariz, su cuello, sus labios. Levantó la vista para fijarla en sus ojos grises. Tormenta. Ese era su color. El color que tomaba el cielo antes de una tormenta. Sus ojos eran los que definían su personalidad. Calmada y cauta al principio, pero una vez desatada, era incontrolable.

Lo sentía tan cerca a ella, que llegaba a ser doloroso. Aún se encontraba dentro de ella, tal y como lo había hecho otras incontables veces. Draco parecía haberse calmado y ella...

Bueno, hizo algo muy muy estúpido. Ella no era impulsiva! Ella era cautelosa, controlada, hacía las cosas con cálculos y mediciones. Pero hela ahí. Cuando debería haber huido por su sanidad, cuando debería gritar por ayuda, cuando debería querer matar al Mortífago que tenía enfrente, lo que hace es animarlo a que continúe.

Lo miró a los ojos y levantó las caderas mientras se mordía el labio inferior. Draco sabía que solía adoptar ese gesto cuando hacía algo que sabía prohibido. Le encantaba, por que ese gesto le pertenecía a él. Él había sido quien había hecho de ese gesto una parte de Hermione Granger. No podía evitar disfrutar de verla hacer eso. Era de él. Sólo de él.

Era beber o morir de sed, y ese movimiento de sus caderas fue lo que lo hizo tomar su decisión. Tomó el control sobre sus labios con pasión, sin embargo, esta vez sin presión alguna. Ella quería esto tanto como él y aunque deseaba dañarla, sabía que esa no era la forma adecuada de hacerlo. Tomó sus piernas en sus manos mientras las acariciaba hasta donde el largo de sus brazos se lo permitieron. Se separó un poco de ella para poder acariciar su estómago. Recordó las tantas veces que en el pasado le había pedido llenar ese espacio. Pero su respuesta siempre fue la misma.

No

No hasta que terminemos Hogwarts.

Chica lista.

Sus manos continuaron su recorrido por su cuerpo. Tomaron sus pechos. Era uno de los lugares que más le gustaba de su cuerpo. Eran pequeños, firmes y de la medida justa para sus manos. No sobraba ni faltaba nada. Y ahora se los veía maltratados y algo morados por el mal rato antes pasado. Los besó, los mordió con suavidad para no lastimarlos más. Hermione se retorcía bajo él. Torneaba su espalda y gemía de placer.

Draco aún no comenzaba a moverse, y se lo agradecía. No era que no le gustara lo que hacía ahora, sino que aún no se acostumbraba a tener a Draco tan conectado con ella. Se sentía tan bien con sus manos sobre su cuerpo, tocándolo, recorriendo cada rincón de él, recordando sus lugares sensibles, donde sabía que ninguna otra mujer lo había tocado nunca.

¿Cómo sabía eso?

Si Draco era como ella había llegado a conocerlo, no tendría que haber dejado a ninguna otra persona tocarlo de esa manera después de haber terminado su relación con ella. Y sabía también que nunca nadie lo había hecho antes que ella, ya que siempre fue muy reacio a las caricias.

Comenzó a moverse lentamente mientras la sentía bajo él suspirando y ahogando palabras en sus labios. No importaba cuanto quisiera negarlo, amaba a esa chica con todo lo que poseía.

Y el pensamiento lo asustó.

¿Como era posible que una persona lo pudiese afectar tanto?

Sentía como Hermione movía sus manos por su espalda, su pelo, sus hombros, sus brazos, se posaban sobre las suyas para acompañarlo en su recorrido. Esta vez el ritmo era el adecuado para ambos. Ella lo recibía levantando las caderas cada vez que el se enterraba en ella, cada vez más profundamente que la anterior.

La presión de éxtasis era mucha, y cuando fueron liberados de ella, cayeron rendidos en una especie de sopor. Draco intentó cambiar su posición, pero Hermione se lo impidió.

-No, quédate así- le pidió.- Si no te mueves no duele.

Draco sólo asintió, dejando caer su peso sobre el cuerpo de ella y apoyando la cabeza entre su hombro y cuello. Hermione lo rodeó por la cintura con los brazos, y fue así como el sueño se apoderó de ellos.

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Sintió como algo, o más bien alguien pegaba su cuerpo al suyo. Abrió los ojos para encontrarse con que Hermione intentaba agarrarse a su cuerpo, no en señal de frío o de búsqueda de comodidad, sino más bien para apoyarse de él.

Tenía los párpados apretados, las manos con los puños cerrados sobre las sábanas de la cama y una fría capa de sudor cubriendo su cuerpo.

Draco la observó mientras ella intentaba, de manera inconsciente, entrar en contacto con algún tipo de seguridad. Encontró la situación algo irónica. Su seguridad estaba exactamente en la dirección contraria a él.

La chica liberó a las sábanas de sus puños para dirigir una mano al torso de Draco y la otra a su garganta, mientras la golpeaba y abría la boca en lo que parecía un intento por inhalar aire.

Dolor. Descanso. Falta de aire.

La imagen le era vagamente familiar. Se parecía mucho a su sueño, o más bien a las pesadillas que tenía recordando la situación.

Se zafó de los brazos de Hermione y la vio buscar desesperada su apoyo ya inexistente. La observó desde el otro lado de la cama. La veía encogerse y restregarse contra la cama, agarrarse a las sábanas y hacer intentos desesperados de inhalar algo de aire.

No, no nonononono

No era posible.

No podía ser su sueño.

Era literalmente imposible.

No había forma por la cual Granger podría haber adquirido su sueño.

No había hecho ni siquiera contacto visual con ella por más de un año.

Hermione seguía batallando contra una fuera invisible que le impedía respirar, y aunque a Draco le parecieron horas, habían trascurrido solo unos cuantos segundos.

No es posible. No es posib... recordó la imagen que vio en su mente. Recordó la imagen que había dejado pasar, aquella que lo mostraba a él siendo atacado por la maldición que le impedía respirar.

Oh. Demonios.

Hermione seguía tratando de respirar, pero Draco no se preocupó. Ya se detendría. Siempre lo hacía. Decidió esperar hasta que despertara para poder preguntarle por que razón estaba ella teniendo esas pesadillas.

Esperó.

Esperó.

Esperó.

¿Por que no despertaba?

Que el recordase, la maldición solo duraba unos cuantos segundos y ese tiempo ya había transcurrido. Miró su cara. Estaba comenzando a ponerse de un serio color morado.

¿Era eso lo que le ocurría a él?

Se acercó hacia ella y apoyó sus manos y rodillas una a cada lado de su figura, que lentamente dejaba de tener movimiento.

Bajó la cabeza hasta quedar frente a su rostro. Sintió como el aire exhalado por su nariz disminuía a cada segundo, su pecho se elevaba cada vez menos y de manera menos profunda y sus manos ya dejaban de moverse. Acercó su boca a su oído.

-Respira, Hermione- A la vez que movía sus labios para luego dejarlos caer en los de ella. La ayudó a respirar dándole el ejemplo de como se hacía.

Respiraba en ella.

Para ella.

Inspiraba por la nariz y expiraba por la boca, dejando caer el oxígeno en la de ella.

-Respira.

Continuó ayudándola mientras sentía como sus manos volvían a moverse, esta vez sin los movimientos frenéticos que antes las acompañaban. Vio como su rostro volvía a tomar color y como sus ojos luchaban por abrirse paso entre las pestañas que los mantenían ocultos.

Continuó hasta la sintió hinchar sus pulmones y robarle el aire.

Se separó de ella muy lentamente e hizo presión sobre sus brazos para dejar de estar completamente unido a ella.

Hermione daba respiros hondos, pero calmados, mientras lo observaba con una mirada que lo decía todo y nada.

-¿Qué sucedió?

Draco se acercó a ella lentamente, sin dejar de mirarla y la besó suavemente.

-Mal sueño- Susurró contra su boca, antes de volver a hundirse en sus profundidades.

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Hola! He aqui yo. Nuevamente con atraso, pero esta vez con buena justificación... UNIVERSIDAD! He estado tan ocupada con la prueba de ingreso y los trámites de matrícula, que no había tenido tiempo de terminar ni de editar el chap. Lo siento muchísimo!

A todas las personas que me dejaron reviews, muchas gracias! Son lo mejor. Lamento no haberlos respondido, pero la tarea me hubiese costado una semana más sin subir el chapter... Lo sé... Shame on me!

Creo que notaron la escena de contenido sexual en el chap. la que fue muy difícil de narrar, pero es de vital importancia para el desarrollo de la trama de la historia. De no haber sido así, no la hubiese escrito. Si ofendí a alguien, sepan que lo siento. Por favor háganme saber su opinión.

Cualquier tipo de crítica, déjenme un review o escriban a mi mail. Muchas gracias.

Besitos para todos!

Elara