Domingo, 05 de junio de 2005
Disclamer: Bey Blade y sus personajes no me pertenecen.
Uf... en la tarde tengo prueba de programacion... alcance a estudiar algo al menos ) El estudio a traves de msn a veces rinde.
Cierto: Lemon. O lime en realidad... el punto es que hay sexo entremedio.
Capítulo 16
Estoy enfermo Kai.
Aquellos días habían sido agradables. Los avances de Rei con respecto a su actitud con los demás eran notorios, incluso había habido una visita relámpago de sus amigos Max y Takao, disfrutando de una tarde de comida y mentiras, mientras Annika, desde las sombras, tejía la historia que ambos muchachos escuchaban.
Kai se veía tranquilo, aunque un aire de alerta no lo abandonaba nunca. Caminaba hombro con hombro junto al chino, con su cabeza bien en alto, como el padre orgulloso junto a la hermosa hija. Como el rey posesivo junto a la bella princesa. O quizás como el carcelero arrogante junto al pobre condenado.
Rei sonreía. Hablaba con la tranquilidad de antaño, se había puesto al día en cuanto a sucesos del mundo, así que nadie notaba que en algún momento no supo que diablos había pasado a su alrededor, más que lo que Kai le decía. Sonreía tranquilo y asentía, como la enamorada a su prometido en el altar. Como el sirviente solícito a su poderoso señor. O quizás como la criatura sumisa y doblegada a su amo absoluto.
Annika se había alejado un poco. Las cosas iban bien encaminadas, y lo que ocurría debía ser controlado cuidadosamente. Los sentimientos comenzaban a manar lentamente, y debían ser encauzados a la dirección correcta. En especial los de Rei, ya que los de Kai eran muy fáciles de estimular. Su plan marchaba de las mil maravillas y eso la hacía sentir orgullosa de su capacidad. Se sentía como el gerente eficiente que lleva su empresa a buen puerto. Como el asesino implacable que logra su cometido limpiamente. O quizás como el Dios que todo lo controla y que sabe que las cosas saldrán tal cual lo desea.
La mansión volvía a estar en silencio. Kai había comprobado que aquél era el tiempo de vacaciones de la servidumbre –aunque nunca entendió porque se daba vacaciones a TODOS juntos –y que por eso estaban los tres completamente solos. En todo caso, no le molestaba. Sabía que Annika no interrumpiría algo importante, y Rei… bueno, Rei ya era parte de la casa, de su vida, de él mismo. Debía estar ahí junto a él.
Con pasos firmes se dirigió a su habitación, dispuesto a volver a la cama. Eran recién las 10am y el frío comenzaba a llenar los pasillos, haciendo complicada la estancia en la Mansión. Quizás pronto tuvieran que mudarse a un departamento del centro de la ciudad o a alguna de las casas más pequeñas que la familia tenía dispersas por el mundo.
Rei miraba por la ventana como la lluvia caía copiosa e ininterrumpida. El cielo estaba taponado de nubes, gris y negro, como algodón sucio. En el jardín ya no había flores, y los árboles se sacudían por el viento. Los perros que solía ver corriendo desde las Gárgolas del techo ya no estaban. Tampoco los guardias. Ya no había casi nadie en esa enorme casa, y eso le asustaba un poco.
Los brazos de Kai al rodearlo no lo alteraron. Estaba acostumbrado a que lo abrazaran de esa forma. El aliento del ruso en su cuello le provocó escalofríos y sus manos heladas en su torso, un temblor incitante.
"¿Qué hay de interesante?" –preguntó Kai, sin dejar de jugar en el cuello de Rei.
"…Ya no hay nadie… Incluso Annika se fue…"
"Están de vacaciones" –respondió de manera tranquilizadora, depositando suaves besos en el hombro semi descubierto, apartando el largo cabello suelto y jugando con el ombligo más abajo –"Y sabes que Annika fue solo a ver a mi Abuela… ya volverá a molestarnos"
"Ella me agrada… es muy fácil hablarle de todo… Parece tener buenas respuestas a cada problema que uno le plantea"
Hiwatari sonrió. No le molestaba que Rei tuviera afinidad con su prima. Ella sabía a lo que había venido y a lo que se arriesgaba si interfería.
"Me alegra que se lleven bien" –susurró abandonando el cuello y comenzando con el lóbulo de la oreja, jugueteando sus dedos ya con el elástico del pantalón.
"Kai…" –quiso tomar su boca, pero las manos heladas llegaron a un punto álgido en sus muslos, sin tocar aquello que ya palpitaba de antelación, enviando escalofríos por todo su cuerpo. Un gemido corto se escapó de sus labios mientras apoyaba la cabeza en el hombro alto de Kai, dando invitación y espacio para jugar con su cuello a sus anchas.
La mano derecha del ruso continuó en su ingle, arañando y atormentando, mientras la izquierda subía rasguñando la piel, buscando aquellos botones de carne erecta que rogaban en el pecho de su neko por atención.
Un escalofrío lo recorrió cuando sintió que el chino no se quedaba atrás, lanzando una de sus manos en busca de su hombría anhelante.
Rei gemía por atención. Ni manos ni lengua aliviaban su miembro palpitante y eso comenzaba a desesperarlo. Kai se mantenía impávido a las súplicas, jugando con todo lo que encontrara, menos con aquél pedazo de carne.
Cuando los dedos fríos entraron en él, Rei se alzó un poco en puntillas. No solo por la sensación de hielo que lo recorrió desde adentro, sino también por el roce excesivo y la falta de lubricación. Maldecía su cuerpo por no ceder jamás, mantenerse estrecho y ajustado, sin aprender que el dolor viene de la estrechez, del contacto opresivo… aunque dos segundos después, mientras los dedos salían y entraban, agradecía la falta de holgura que lo hacía gozar a tope con cada miembro enorme y bien dotado que lo poseía.
Acorralado contra la fría ventana, con los dedos de Kai en su boca, intentaba gemir al sentir cada embestida brutal y dura contra su cuerpo. Su miembro aplastado contra el congelado vidrio, desafiando la temperatura corporal, el roce del agua, la firmeza y fuerza de las manos del ruso en su cintura, el ritmo de la penetración, la voz ronca de Hiwatari gruñendo en su oído –Eres mío, solo mío –arañando su pecho, arrancando el espíritu y doblegándolo.
Como un relámpago que nació en el interior de su cuerpo, el orgasmo lo recorrió con un gemido ahogado y otro pasional y entregado. El jadeo de Kai en su oído era más de lo su fogoso deseo podía pedir. Era el aliento de un toro. La respiración de un gran señor satisfecho con el cuerpo de su ramera favorita. La satisfacción de un dios ante su espléndido sacrificio.
"¿Ya estás cansado Rei?"
"Claro que no…"
Un beso que llegó a las gargantas, para luego bajar lentamente, adorando la perfección blanca de Hiwatari, lamiendo cada contorno, acariciando cada recodo, hasta llegar a la cima de una figura esbelta y divina. ¿Había algo más hermoso que Kai Hiwatari¿Había un cuerpo más perfecto¿Una pasión más indómita?. Súbitamente, quebrando la ilusión, la imagen de Boris llegó a su mente. Desconcertado, detuvo sus movimientos, pero Kai no notó la reacción y, molesto por la espera, tomó a Rei del cabello e introdujo su miembro de golpe en la boca del ruso.
"Trágalo todo" –ordenó, comenzando a menear las caderas para imponer el ritmo. Le fascinaba ver como su gato era capaz de tragar algo tan… grande. Ciertamente había nacido para otorgar placer, para otorgarle placer. A él y a nadie más. Y mientras lo observaba, su deseo se encendió violentamente, y así como comenzó, de un fuerte jalón arrancó a Rei de entre sus piernas y lo arrojó a la cama, posesionándose sobre él y abriendo sus nalgas para penetrarlo nuevamente de una sola estocada. Kon lanzó un grito de dolor mientras se aferraba a las sábanas. Kai ni siquiera le concedió los segundos de adaptación al tamaño. Simplemente comenzó a moverse, azotando su cuerpo con el propio, sin ocuparse del placer mutuo. La estrechez de su gato lo volvía loco, era tan deliciosa, tan enviciante. Sencillamente adictiva.
Con pasión desenfrenada mordió sus hombros hasta marcarlos, arañó las piernas y sometió su cuerpo durante el tiempo que quiso. Finalmente, jadeó como una bestia embravecida para lanzarse al último orgasmo del día. Complacido, vio el cuerpo exhausto de su amante, escuchó sus quejidos entrecortados y vio el temblar de las piernas entumecidas. Satisfecho, pensó que, de levantarlo en ese momento, sería incapaz de caminar.
"¿Puedes hacer esto Boris?" –pensó sin querer –"Esta gata es mía… solo mía"
Pesadamente se dejó caer junto a él, sintiendo como se acurrucaba inmediatamente junto a su pecho, para llenarlo de besos cortos y suaves. Hiwatari sonrió, le dio un último gran beso y lo abrazó para que durmiera. Como de costumbre… Rei no opuso resistencia.
Otra visita a su abuela en menos de una semana. ¿Qué diablos estaba pasando, la había visitado más veces que en toda su vida. ¿Porqué la molestaba ahora?. Al parecer la vieja se especializaba en interrumpirla en los momentos más importantes de sus proyectos. Lo peor de todo era que esas reuniones no eran más que amenazas y advertencias sobre lo que le ocurriría si quebrantaba la calidad de Intocable que Kai tenía.
"Como si fuera necesario tocarlo para quebrantarlo. Que primitivos todos. No entienden que Kai se quebranta solo"
Pero al menos ya podía salir de ahí. Su informe estaba entregado y las amenazas hechas. Ahora podía seguir trabajando tranquila.
Ya en su limusina, lejos de la vigilancia de la vieja molesta, comenzó a leer –por milésima vez –la descripción de la fase tres.
"Bien, si después de esto Kai no se muestra como es… es porque habré perdido… Pero eso obviamente no va a pasar Taichi… Tú sabes que yo no pierdo"
Sin embargo tenía un problema. Cleo le había dado un ultimátum. Y estaba por cumplirse. Tenía dos días para terminar la Operación Sueños Rotos y volver a arreglar asuntos con su socia antes que esta activara la fase dos con las contraseñas que le había dado. Claro estaba que no le había dado todas las contraseñas y procesos, lo que significaba que si no volvía, los prototipos se descontrolarían y alguna de esas horrendas películas de acción en donde los experimentos se volvían locos asesinos sueltos, se volvería realidad.
"¿Porqué me haces esto Cleo?" –suspiró –"Me obligas a ser dura contigo"
Pero no había mucho tiempo para lamentarse. Debía terminar en 48 horas. Quizás en 50 aún pudiera salvar su proyecto.
"Supongo que tendré que apurar un poco las cosas." –suspiró con hastío. Aburrida, tomó el teléfono de su limusina y marcó el número de Boris, indicándole donde tenían que verse y lo que tenía que hacer para salir vivo de la reunión.
Kai continuaba durmiendo. Su pecho subía y bajaba lentamente, pálido y aún impregnado de ese fuerte olor que tiene el sexo, jugando su piel con la oscuridad de la noche que ahora se colaba por las cortinas descorridas y las ventanas abiertas.
Sonriendo, pensó que él pronto despertaría y que sería bueno que le tuviera algo de comer. Después de todo, decían que el sexo quemaba muchas calorías y seguramente tendría hambre cuando abriera sus gemas color de fuego.
"Haré algo delicioso para ti…" –susurró delineando lujuriosamente sus labios, casi sin tocarlos, solo recordando la sensación de la boca de Kai sobre la suya, dominándolo por completo. –"Solo para ti…" –su mano temblorosa quería tocarlo, pero él dormía, no le había dicho que lo hiciera… El deseo se apoderaba de su cuerpo nuevamente, pero Kai dormía… -"Más tarde… más tarde" –se dijo, recordando las horas anteriores.
El teléfono le sacó de su pensamiento bruscamente. El sonido estridente y horrendo…
"Lo despertará, lo despertará…" –pensó con un extraño ataque de súbita paranoia –"Lo despertará…"
Corriendo, fue a tomar el teléfono del pasillo, para no molestar al dios que dormía en esa cama adoselada.
"¿Si?" –contestó con premura.
"Lo olvidaste ¿verdad Rei?"
El aparato casi cayó de sus manos, pero algo más allá de su razón le obligó a sostenerlo y no colgar.
"Lo dijiste… pero era mentira…"
"…Boris…"
"¿Acaso no lo repetías¿acaso no era yo el único?"
"…Yo…"
"Pero ahora abres las piernas para él… una y otra vez…Y te olvidaste de mí…"
"No, eso es mentira…"
"¿Entonces no me has olvidado?"
"…No, no quise decir eso… Yo solo…"
"Rei… él no te dará lo que deseas… Lo sabes… No puedes huir, solo yo puedo dártelo… Lo sabes muy bien."
De golpe cortó la comunicación y corrió pasillos abajo. No sabía a donde iba, pero quería estar lejos, solo, tranquilo, en donde nadie le alcanzara, en donde nadie pudiera alimentar su enferma obsesión…
"Es mentira, es mentira… Kai puede, él puede ayudarme…"
Jaló de su cabello y escondió la cara entre las rodillas, temblando, temiendo, dudando. Minutos después, cuando todo pareció un poco más calmo, levantó la vista y se encontró en el último lugar de la mansión en donde quería estar… La cocina.
Imágenes de situaciones anteriores bombardearon su mente, recordando el dolor, la ansiedad, el deseo… el deseo de morir…
Yo… antes que llegaras iba a suicidarme… De hecho, ya lo había intentado antes, pero él siempre lo evitaba…
Pero él no estaba ahí ahora. Estaba cerca de un teléfono, atormentándolo aún con sus pensamientos, en alguna calle de la ciudad ajena y lejana.
Él no estaba ahí en ese momento para evitar nada.
Continuará:
NotaS: ya no más notas. No hay excusas. No se me ocurre nada.
Adelanto: Problemas… XD
Gracias a todos y cada uno de los reviews!
